07 marzo, 2023

Las series más destacadas de 2023: Febrero-Marzo

¿Veremos los Oscar próximamente en Disney+?

Parece haber una tendencia general a disminuir la cantidad de producción propia por parte de la mayor parte de las plataformas. Pero la necesidad de generar contenidos que aseguren la fidelidad de los suscriptores abre otras posibilidades, como la atención que se está prestando a las emisiones en directo. Si alguien tenía dudas de que las plataformas de streaming se parecen cada vez más a los canales de televisión lineales, la respuesta definitiva está en las retransmisiones en directo. Ya comentábamos en nuestro anterior repaso a las
 Series más destacadas de 2023, que SkyShowtime había elegido la tecnología de Peacock frente a la de Paramount+ porque era la más estable para este tipo de retransmisiones, como la Superbowl. Que Netflix haya elegido para su puesta de largo en el directo el último especial de Chris Rock resulta significativo. En realidad su primera emisión en directo fue la retransmisión de la ceremonia de premios de la Screen Actors Guild, con la que ha llegado a un acuerdo para ofrecerla durante los próximos años, pero esta edición se transmitió a través de su canal de YouTube, seguramente para no ensombrecer el espectáculo Chris Rock: Selective outrage (Netflix, 2023) como su primera retransmisión en directo. El programa ya estaba pactado desde antes de la ceremonia de los Oscar del año pasado y la famosa bofetada recibida por parte de Will Smith. Se trataba del único que quedaba por realizar tras el acuerdo que firmaron hace años la plataforma y el cómico para producir tres espectáculos. Pero las circunstancias jugaron a favor de Netflix y posiblemente la decisión de convertirlo en su primer espectáculo en directo para todo el mundo, y la decisión de emitirlo el fin de semana anterior a la ceremonia de los Oscar, surgió de la famosa bofetada. No sabemos, ni sabremos, la audiencia que ha tenido la retransmisión, probablemente mayor en Estados Unidos que en el resto del mundo, pero la repercusión en los medios de comunicación y las redes sociales ha sido notable por ser la primera vez que Chris Rock hacía referencia a Will Smith y su esposa. Disney+ también parece apostar claramente por el directo, primero con algunos conciertos como Elton John: Farewell from Dodger Stadium (Disney+, 2023), la despedida del cantante británico de los escenarios en Estados Unidos, y dentro de unos días, concretamente el 10 de marzo, hará coincidir la emisión del programa especial Miley Cyrus - Endless Summer Vacation (Backyard Sessions) (Disney+, 2023) con el lanzamiento del último album de la cantante, a las 19:00 hora española. Pero el movimiento más significativo de Walt Disney Company es el de retransmitir la ceremonia de los Oscar en directo en streaming en cinco países: Noruega, Hungría y Filipinas a través de Disney+ e Indonesia e India a través de Disney+ Hotstar. La Academia de Hollywood tiene un acuerdo con ABC, que pertenece a Walt Disney, para la retransmisión de la ceremonia, y la cadena negocia los derechos en los diferentes países de forma individual, como en España con Movistar+. El acuerdo con ABC le reporta a la Academia 100 millones de dólares anuales, una importante fuente de ingresos a la que se suman algunas de sus actividades como el exitoso Museo de la Academia de Cine. Pero el acuerdo de retransmisión termina en 2028 y pronto comenzarán las negociaciones para una renovación que los analistas vaticinan que supondrá posiblemente una merma en la cifra que está dispuesta a pagar la cadena, teniendo en cuenta que la audiencia de la ceremonia ha sido progresivamente menor, aunque este año se cree que aumentará considerablemente con respecto al año pasado. Curiosamente, en Estados Unidos solo hay retransmisión en streaming a través de Hulu Live TV, YouTube TV y Fubo TV, pero la Academia de Cine intenta desesperadamente conquistar a una audiencia joven para posicionarse bien en estas negociaciones. De ahí los acuerdos con redes sociales de éxito como Letterbox o Tik Tok, o la invitación a Rihanna para que protagonice una actuación musical. Si se renueva el acuerdo con ABC (y por tanto se necesiten renovar los acuerdos con las retransmisiones locales) Disney+ parece que está ensayando la posibilidad de acoger fuera de Estados Unidos la ceremonia de los Oscar, como este año ha hecho 
la BBC, que retransmite los Premios BAFTA, pero que a nivel internacional los ha ofrecido a través de la plataforma BritBox, que incluye contenido de ITV y BBC. La apuesta por el directo parece clara. 

¿Quién paga la banda ancha?

En un Mobile World Congress de Barcelona en el que no ha habido grandes golpes de efecto, con marcas como Samsung, Huawei y Oppo guardándose sus mejores propuestas para sus propios eventos, la atención se ha enfocado en un debate que lleva muchos años encima de la mesa y que asoma de nuevo con fuerza. La cuestión principal es quién debe pagar internet, si solamente los teleoperadores que explotan la banda ancha o también deben aportar los proveedores de contenidos. El propio Greg Peters, co-CEO de Netflix invitado al MWC, hacía una referencia provocativa en su discurso cuando afirmaba que "podríamos argumentar fácilmente que los operadores de red deberían compensar a las empresas de entretenimiento por el costo de nuestro contenido, exactamente como sucedió con el antiguo modelo de televisión de pago". Y utilizaba el mismo argumentario que Netflix viene repitiendo constantemente para justificarlo todo, como la supresión de las cuentas compartidas: "Este impuesto tendría un efecto adverso, reduciendo la inversión en contenido y perjudicando a la comunidad creativa". Es decir, las cuentas compartidas reducen la capacidad de inversión, un posible impuesto a los proveedores de internet reduciría la capacidad de inversión... Todo es culpa de los demás. Sin embargo, el debate que lleva al menos una década candente, es mucho más complejo, teniendo en cuenta el desequilibrio que existe en la conectividad por internet. La cuestión de fondo realmente es si queremos que la conexión por redes sea universal o solo para los que puedan pagarla. Un informe de la empresa de inteligencia de redes Sandvine ha concluido que el 60% de la banda ancha está ocupada por solo seis empresas, todas ellas norteamericanas: Netflix, Microsoft, Google, Meta, Apple y Amazon. Y parece que la posición del Ministro de Comercio Interior de la Unión Europea, Thierry Breton, se está moviendo hacia un lado: "La conectividad, como el agua o la electricidad se ha convertido en un bien imprescindible para todos los hogares y empresas", ha dicho. "Estamos en un momento decisivo para nuestra conectividad". Se podría deducir de estas palabras que hay un llamamiento a que todos colaboren en esta necesidad de estar conectados, una idea en la que ha insistido, también en el MWC, el presidente de ApexBrasil, la Agencia de Promoción de Exportaciones e Inversiones, Jorge Viana, quien defiende que las plataformas digitales aporten dinero al desarrollo de las redes, sobre todo para permitir que esta conectividad sea universal, poniendo un ejemplo: "Si hay cuatro carriles en una carretera, y ellos usan tres, el resto nos quedamos con uno solo. Ellos ganan mucho dinero y además no pagan peaje." El ejemplo es muy claro, pero tampoco es totalmente cierto, porque las plataformas digitales, y especialmente, Netflix, han realizado importantes inversiones en la mejora del tráfico de banda ancha, disminuyendo el tamaño de los archivos o creando Open Connect, una red propia de entrega de contenidos, como recordaba Greg Peters: "Open Connect incluye 18.000 servidores con contenido de Netflix distribuidos en 6.000 ubicaciones y 175 países. Cuando nuestros usuarios presionan reproducir, en lugar de que el contenido se transmita desde el otro lado del mundo, se transmite desde la esquina, lo que aumenta la eficiencia para los operadores y garantiza una experiencia de alta calidad y sin demoras para los consumidores." En el otro sector, las teleoperadoras responsabilizan a este tipo de plataformas de las caídas más importantes de las redes de internet. En 2021 Netflix recibió una demanda de SK Broadband, el mayor proveedor de internet de Corea del Sur, después de que el estreno de El juego del calamar (Netflix, 2021-) saturara el tráfico de internet en todo el país. SK Broadband argumentaba que el excesivo uso de la red por parte de Netflix provocó gastos de mantenimiento de hasta 23 millones de dólares. La demanda de SK Broadband ha provocado que las autoridades surcoreanas estén analizando las repercusiones de la obligación de una tasa a las Big Techs norteamericanas, porque los datos son contundentes. Según Mobile Index, la transmisión de video representa el 69% del tráfico de internet en Corea del Sur, y se espera que aumente al 79% en 2027. El ejemplo más claro es YouTube, de Google, que cuenta con 41.8 millones de usuarios en una población de 51.6 millones de habitantes. El debate está de nuevo abierto, y sería un error pensar que se trata solo de una cuestión europea. 

Programación del mes en plataformas alternativas

Las plataformas que funcionan no solo a través de la tiranía del algoritmo sino sobre todo a través de una labor de curaduría, seleccionando una programación concreta que se adapte a los gustos de sus usuarios, son una alternativa diferente a las habituales propuestas de las grandes empresas. Y este mes de marzo podemos encontrar algunos ciclos interesantes. Filmin, por ejemplo, ha aprovechado bien la elección de la extraordinaria 
Jeanne Dielman, 23, quai du Commerce, 1080 Bruxelles (Chantal Akerman, 1975) como la mejor película de la historia del cine por parte de la revista Sight and Sound que publica el British Film Institute, para dedicar un ciclo de doce largometrajes y cortometrajes dirigidos por la realizadora belga. También desde el 24 de marzo estará disponible un ciclo dedicado al norteamericano Frederick Wiseman, considerado uno de los grandes realizadores de documentales, y del que la plataforma dispone de tres películas en su catálogo. Pero la retrospectiva está formada en total por dieciséis películas. Por su parte, el Canal Arte, que ofrece contenido gratuito para toda Europa, propone desde marzo hasta junio una nueva edición de Kino Classics, un ciclo de películas europeas poco conocidas, aunque también se incluye Rocco y sus hermanos (Luchino Visconti, 1960), que organiza en colaboración con la Asociación de Cinematecas Europeas (ACE). Hasta el momento se han estrenado ¿Quién eres tú, Polly Maggoo? (William Klein, 1966) y El testigo (Péter Bacsó, 1969), como es habitual con subtítulos en todos los idiomas de la Unión Europea. También la reciente plataforma Caixaforum dedica el mes de marzo a Orson Welles, incluyendo en su catálogo de acceso gratuito dos películas: Una historia inmortal (1968), que protagonizó Jeanne Moreau, y el documental La mirada de Orson Welles (Mark Cousins, 2018), que se acerca a la figura del director a través de sus dibujos y bocetos. Los dos títulos estarán disponibles en la plataforma hasta el 31 de marzo. Y finalmente MUBI tiene previsto ofrecer un ciclo del director ucraniano afincado en Estados Unidos Eugene Kotlyarenko, con la emisión de tres de sus películas más destacadas, inéditas en España: 0s & 1s (2011), A wonderful cloud (2015) y Wobble place (2018). 

Nuestro repaso a las series más destacadas que hemos visto en febrero y marzo incluye tanto producciones estrenadas en España como algunas inéditas. Es un repaso heterogéneo en el que prestamos atención a los títulos que más interés han despertado.

Los siguientes comentarios se basan exclusivamente en el visionado de las temporadas completas de las series que destacamos este mes y pueden contener información relevante sobre sus argumentos.

The Lazarus project ****
AMC+, 23 de enero-13 de marzo
Creada por Joe Barton
Dirigida por Marco Kreuzpaintner, Akaash Meeda, Laura Scrivano

Una de las asignaturas pendientes de la recién aterrizada en España SkyShowtime es la de hacer honor a su nombre y conseguir retener el mayor número posible de producciones relacionadas con sus propia marca. Como The Lazarus project (AMC+, 2022-), uno de los thrillers sobre bucles temporales más inverosímiles pero al mismo tiempo más rotundamente entretenidos que se han visto en mucho tiempo, ya que es una producción original de Sky pero se ha estrenado en AMC+. La serie está creada por Joe Barton (1985, Reino Unido), responsable de otro thriller reconocido como Giri/Haji (Netflix, 2019), y tiene como protagonista a George, interpretado por Paapa Essiedu, quien ganó el premio BAFTA TV por su papel en Podría destruirte (HBO Max, 2020) y al que hemos visto también en las dos temporadas de Gangs of London (Sky, 2020-) y en la segunda temporada de The capture (BBC, 2021-). Su vida aparentemente feliz con Sarah (Charly Clive) da un vuelco cuando comprueba que ha despertado el mismo día de hace seis meses, como si nada hubiera ocurrido, pero siendo consciente de que todo está ocurriendo de nuevo. Entonces es contactado por Archie (Anjli Mohindra), una agente de una organización secreta llamada El Proyecto Lázaro y formada por personas que, bien de forma innata o inducida, tienen acceso a la memoria de los bucles temporales que se repiten, por una u otra razón, a lo largo de nuestras vidas. O lo que es lo mismo, nuestro planeta ya ha sido destruido en numerosas ocasiones pero el ciclo se ha ido repitiendo hasta conseguir que el destino de la humanidad sea diferente. 

Todo esto puede parecer algo complicado y a veces chirría en cuanto a la credibilidad de cómo afectan estos bucles temporales a quienes no son conscientes de ellos. Pero para quienes busquen una verosmilitud científicas, Joe Barton lo deja claro desde el principio. Cuando George le pregunta a Archie cómo se producen los bucles temporales, ella le responde: "¿Tienes un doctorado en física cuántica?", "No", responde él. "Entonces no merece la pena que te lo explique". Pero en realidad lo que consigue la historia es que aceptemos con fe ciega su inmersión en el género de ciencia-ficción para elaborar una trama con tantos giros sorprendentes y tantos momentos entretenidos que sus ocho episodios se ven sin apenas esfuerzo. El objetivo del Proyecto Lázaro es conseguir que los humanos no seamos aniquilados por el desarrollo de un virus o nos aniquilemos directamente a nosotros mismos con lanzamientos de misiles nucleares, de forma que los agentes de esta organización deben aprovechar el retroceso en el tiempo para encontrar una solución antes del día fatídico de nuestra destrucción. Y George, que hasta entonces trabajaba como desarrollador de APPs, asume su nuevo papel de agente secreto con desconcierto pero ya al final del Episodio 1 está participando en una acción contra un grupo terrorista en París. Y el trabajo de dirección del alemán Marco Kreuzpaintner, conocido por la película Tormenta de verano (2004) y la miniserie Beat (Prime Video, 2018), ofrece una buena secuencia de acción por las calles de la capital francesa (en realidad los exteriores de la serie están rodados en la República Checa). Pero también George acabará comprobando que el destino en esos bucles temporales puede llevar a consecuencias inesperadas. 

De hecho, George comparte este tipo de consecuencias con Archie y con Rebrov (un excelente Tom Burke), que aparecerá algo más adelante en la historia. Es uno de los aspectos más interesantes de la historia porque también aborda cómo afectan estos constantes bucles temporales a la propia trayectoria vital de sus protagonistas, pero sobre todo cómo influyen en quienes viven sin tener consciencia de las repeticiones. Y este aspecto acabará empujando buena parte de las acciones de George a partir de la segunda mitad de la temporada, sobre todo cuando hace su aparición el personaje de Shiv (Rudi Dharmalingam), quien advierte al protagonista que todo lo que está sucediendo al final le acabará afectando más de lo que piensa. The Lazarus project plantea la reflexión habitual en las historias de ciencia-ficción sobre tomar las decisiones adecuadas si se conoce el resultado final, pero sobre todo consigue elaborar diferentes propuestas sobre los viajes en el tiempo a lo largo de sus ocho episodios. Cuando concluye el Episodio 6 con una revelación muy clara para George, la historia se convierte en los dos últimos episodios en algo diferente a lo que habíamos visto al principio. Paapa Essiedu proporciona los matices adecuados a un personaje que, siendo el protagonista, a veces se comporta de una manera egoísta y despiadada. Aunque se eliminó en postproducción una trama que parecía demasiado paralela a la invasión de Ucrania y el poder nuclear de Rusia, la primera temporada concluye con un final muy abierto que da paso a una segunda temporada ya en producción que espera su estreno para este año. 

Poker face ****
Peacock, 26 de enero-9 de marzo
Creada por Rian Johnson
Dirigida por Rian Johnson, Iain B. MacDonald, Janicza Bravo, Tiffany Johnson, Natasha Lyonne, Lucky McKee, Ben Sinclair
Inédita en España

La respuesta del CEO de SkyShowtime, Monty Sarhan, a la pregunta sobre si Poker face (Peacock, 2023-) llegaría a la plataforma en España, puesto que en Estados Unidos se ha convertido en uno de los mayores éxitos de Peacock, es tan ambigua que nos hacer dudar de que finalmente sea ésta la que traiga la serie a nuestro país: "En realidad, se trata de una producción independiente. Y estamos valorando muchas series para ver si nos hacemos con los derechos y las traemos a través de SkyShowtime." (Fórmula TV, 28/2/2023). Que es lo mismo que decir que SkyShowtime tiene las mismas posibilidades de estrenarla que cualquier otra plataforma que negocie con MRC Television, la productora de la serie, que también ha producido Por un mañana mejor (Apple tv+, 2023), La lista final (Prime Video, 2022-), The Great (Lionsgate+, 2020-) y Ozark (Netflix, 2017-2022), entre muchas otras que se han estrenado en distintas plataformas. En todo caso, el nombre de Rian Johnson como creador y las buenas críticas hacen pensar que, más pronto que tarde, la serie que concluye esta semana su primera temporada en Estados Unidos, acabará encontrando su sitio en España, sea o no a través de SkyShowtime. Porque se trata de una serie muy recomendable, una continuación de las exploraciones de los revivals detectivescos que ha venido realizando Rian Johnson desde su película Brick (2005), que por cierto está en el catálogo de SkyShowtime, y que ha desarrollado cada vez con mayor precisión, aunque Puñales por la espalda: El misterio de Glass Onion (2022) haya sido un paso decepcionante. Y tiene a una protagonista inmejorable, Natasha Lyonne, creadora y actriz principal de Muñeca rusa (Netflix, 2019-2022), que consigue dar a su personaje ese aire de "me importa un huevo todo" que su propia actitud física demuestra desde el primer contacto visual. 

Poker face es una serie procedimental que tiene tramas conclusivas, lo que permite además introducir una lista extraordinaria de estrellas invitadas a la manera de las series de misterio de los años ochenta como Se ha escrito un crimen (1984-1996) o Colombo (Prime Video, 1971-2003): Adrien Brody, Chloë Sevigny, Ellen Barkin, Ron Perlman, Judith Light, Tim Blake Nelson, Cherry Jones, Nick Nolte o Joseph Gordon-Levitt son algunos de los nombres que protagonizan las diferentes historias, lo que ya resulta un atractivo adicional. Incluso la propia Charlie Cale (Natasha Lyonne) asume su condición de personaje secundario en algunos episodios, en los que sus intervenciones son menos destacadas, lo cual resulta positivo para la serie. Porque en realidad su capacidad para detectar las mentiras es un instrumento que tampoco resulta tan decisivo de cara al espectador, que desde el prólogo de cada uno de los episodios sabe exactamente lo que ha ocurrido. No se trata tanto de descubrir quién es el culpable, sino de elaborar una trama de giros en forma de rompecabezas con tono de comedia que resulta generalmente acertado. Porque, aunque como suele suceder en este tipo de series con historias independientes, unas son más interesantes que otras, en general se mantiene un nivel de escritura de guión notable, con ideas fabulosas como la del proceso de conversión de un experto en barbacoas en vegetariano después de ver la película coreana Okja (Bong Joon-ho, 2017), lo cual nos da una idea de hasta qué punto se hila fino en la escritura de los guiones. El episodio piloto dirigido por Rian Johnson establece las pautas de una huida que llevará a Charlie a su particular odisea por distintos lugares, resolviendo crímenes que se encuentra a su paso. Y aunque pudiera parecer aleatorio y forzado el hecho de que acabe siempre en el lugar menos indicado (o el más indicado para las víctimas), en realidad es una fórmula divertida porque, tras el prólogo, generalmente se nos revela que ella ya estaba allí cuando estaban ocurriendo los acontecimientos principales. Lo que lo convierte en un divertimento particularmente logrado. 

Poker face no es una serie para ver en un atracón, sino que es mejor disfrutarla en su formato clásico de episodio semanal, aunque ni siquiera Peacock se diera cuenta de eso cuando estrenó los primeros cuatro episodios al mismo tiempo. Se trata por tanto de una serie que juega a la contra de esta ansiedad por consumir cuanto antes las novedades, y esa también es una de sus virtudes: la reivindicación de disfrutar de las series de forma pausada. Cada espectador puede encontrar la historia con la que más conecte, pero son muy disfrutables la tensión absurda de The night shift (T1E2), escrita por Alice Jiu, que ya escribió algunos episodios de Muñeca rusa; la maravillosa pareja de ancianas rebeldes que forman Judith Light y S. Epatha Merkerson en Time of the monkey (T1E5); el rompecabezas teatral que protagoniza Ellen Barkin en Exit stage death (T1E6); o el homenaje al cine en The Orpheus syndrome (T1E8), protagonizado por Nick Nolte y Cherry Jones, y dirigido por la actriz Natasha Lyonne, que aporta algunos dosis de surrealismo como las que tenía su serie Muñeca rusa. También es interesante encontrar esas referencias a los clásicos a lo largo de la serie, y este episodio es el más claro, que parece dedicar un guiño a las producciones stop-motion de Ray Harryhausen. Las productoras de la serie, Nora Zuckerman y Lilla Zuckerman, se permiten incluso una vuelta de tuerca a la fórmula en Escape from Shit Mountain (T1E9), que también dirige Rian Johnson como un homenaje a El resplandor (Stanley Kubrick, 1980), con Joseph Gordon-Levitt volviendo a trabajar con el director después de Brick. y el último episodio, The hook (T1E10) que escribe Rian Johnson y dirige Janicza Bravo, directora de la interesante película Zola (2020), aunque está demasiado plagado de casualidades, acaba siendo una vuelta al principio brillante. La serie ha encontrado una fórmula perfecta para seguir acudiendo al personaje de Charlie ocasionalmente en los próximos años.

La Tierra según Philomena Cunk ****
Netflix, 3 de febrero
Creada por Charlie Brooker
Dirigida por Christian Watt

A Charlie Brooker se le conoce principalmente como creador de la serie distópica Black mirror (Netflix, 2011-2019) pero su trayectoria en la televisión británica se ha desarrollado principalmente como cómico al frente de programas como Screenwipe (BBC, 2006-2020), en el que ofrecía una crítica satírica al mundo de la televisión. De ahí surgió un programa especial anual que se convirtió en una tradición y a través del cual presentaba un resumen de los últimos doce meses bajo un prisma también irónico. La traslación de este formato a dos largometrajes documentales que surgieron desde la perspectiva de la pandemia del coronavirus, A la mierda 2020 (Netflix, 2020) y A la mierda 2021 (Netflix, 2021) sin embargo no alcanzaron el nivel de sátira corrosiva que tenían sus propuestas para la BBC. Algo parecido ha ocurrido con el personaje de Philomena Cunk (Diane Morgan), que primero interpretó algunos sketches en los programas de Charlie Brooker Screenwipe y Weekley wipe (BBC, 2013-2015) como una reportera que sin embargo se tomaba muy en serio su trabajo, aunque no tuviera ni idea de lo que estaba hablando, para protagonizar sus propias miniseries: Cunk on Britain (2016-2018), que repasaba la historia de Gran Bretaña, y el especial Cunk & other humans (2019), en el que junto a algunos invitados hacía un repaso a los acontecimientos de 2019. El éxito de estas propuestas ha movido al personaje a Netflix, presentando ahora su segunda miniserie: La tierra según Philomena Cunk (Netflix, 2023), una revisión de la historia de la humanidad desde una perspectiva un tanto particular. Pero al contrario de lo que ocurrió con los repasos anuales de Charlie Brooker, el personaje consigue mantener su esencia e introducirnos en su propia revisión del ser humano, basada en muchos casos en conocimientos leídos en internet. 

A lo largo de sus cinco episodios de media hora de duración la serie ofrece desde la perspectiva de la reportera, que actúa como una especie de David Attenborough sin talento, una entretenida revisión de la Historia, utilizando a entrevistados que provienen de la enseñanza en Universidades de todo el mundo. No sabemos si ellos están avisados de la poca seriedad de la propuesta, lo cual sería una decepción, igual que no sabemos si los paseos de Philomena Cunk por diferentes partes del mundo son reales o se han grabado con efectos digitales sobre un fondo verde. Pero esta incertidumbre es también la que hace a la serie mucho más interesante. Y sobre todo la construcción de un personaje que la actriz Diane Morgan, a la que conocemos principalmente por la serie de Ricky Gervais After life (Netflix, 2019-2022) tiene tan asumido después de tantos años interpretándolo, que ahora parece estar en su mejor desarrollo. Philomena Cunk es una reportera seria que tiene sus propias convicciones sobre lo que está contando, incluso corrigiendo a los expertos a los que entrevista, y de alguna manera se pueden suponer en ciertos matices de sus ideas una posible proyección de lo que Charlie Brooker piensa sobre nuestra sociedad. Hay asimismo una intención ilustradora sobre la Historia que comienza con los primeros homínidos hasta acabar con la aventura espacial y un futuro incierto. Pero de alguna manera Philomena Cunk es un buen reflejo de este tipo de sociedad que se ilustra desde una perspectiva unidimensional, que no tiene tiempo para contrastar la información que recibe y otorga una fe ciega a las opiniones de determinados gurús de la comunicación. 

Es cierto que sus interacciones con los entrevistados acaban siendo muy esquemáticas, sobre todo introduciendo elementos anacrónicos en sus preguntas para dejar al interlocutor confundido. Como decíamos, preferimos creer que estos expertos pensaban que se trataba de un documental serio, porque resulta sorprendente la capacidad que tienen para aceptar sin objeciones las preguntas más absurdas que se puedan hacer: "¿En qué manera afectó el disparo en la cabeza a la capacidad de Abraham Lincoln para gobernar?", pregunta Philomena. "Le afectó en la manera en que murió", responde seriamente el entrevistado. En otro momento, la entrevistadora pide un minuto de silencio cuando descubre el destino de la perra Laika. Puede parecer en ciertos pasajes una serie que tiene un sentido el humor algo tonto, pero se trata de un falso documental que utiliza muy hábilmente los recursos habituales de este tipo de propuestas históricas para introducir elementos de ruptura. Cuando hay una recreación ficticia por ejemplo, Philomena interactúa con los actores que interpretan a los personajes, e incluso ella misma se disfraza de Maria Antonieta. La Tierra según Philomena es una propuesta entretenida, ágil y divertida que de alguna manera ironiza sobre ese cierto adoctrinamiento que algunos medios de comunicación establecen, especialmente en una época de redimensión de la perspectiva hacia nuestro pasado. Philomena se convierte así en la verdadera esencia del absurdo presentismo histórico. 

Maxine ****
britbox, 3 de febrero
Escrita por Simon Tyrrell
Dirigida por Laura Way
Inédita en España

La perspectiva de una historia basada en hechos reales adquiere en este caso una relevancia especial al enfocarse en la relación entre Ian Huntley (Scott Reid), quien secuestró y asesinó a dos adolescentes en el año 2002, y su novia Maxine Carr (Jemma Carlton), quien proporcionó una coartada al culpable que posteriormente se comprobó que era falsa. Ella es el elemento central de esta serie de tres episodios que estrenó Channel 5 en octubre del año pasado y que desde febrero se puede ver en BritBox, la plataforma de ITV con participación de BBC que ofrece en algunos países un catálogo de producciones de ambos canales para el plúbico internacional. Posiblemente el hecho de tratar de entender el comportamiento de Maxine Carr, que nunca ha estado claro si sabía que Huntley había cometido los crímenes, es lo que más ha enfurecido a una audiencia inglesa que desestimó la propuesta de Simon Tyrrell, guionista de Los vivos y los muertos (BBC, 2016) y La princesa de España (HBO Max, 2019), considerándolo un espectáculo de mal gusto. Tampoco le beneficia esa cierta ambigüedad con la que trata al personaje, que de alguna manera la considera una víctima dentro de la relación con su novio pero por otro lado mantiene su poder de iniciativa en algunas decisiones como limpiar concienzudamente el apartamento donde vivían (y donde se cometió el crimen) o inventarse una coartada. En las conversaciones con su madre por teléfono, con la que mantenía una relación tensa, se pone de manifiesto una cierta inmadurez a la que la debutante Jemma Carlton extrae buenos matices. Maxine Carr siempre negó haber conocido el crimen, mientras que Ian Huntley también mantuvo esta versión hasta que años después afirmó que ella sabía toda la verdad. 

El 4 de agosto de 2002, en la localidad de Soham, Cambridgeshire, dos niñas de 10 años, Holly Wells y Jessica Chapman, desaparecieron sin dejar rastro, hasta que dos semanas después, el 17 de agosto, fueron encontradas sin vida en una zanja. Ian Huntley, que trabajaba en la escuela donde estudiaban, confesó posteriormente que había invitado a las niñas a su casa porque una de ellas tenía una hemorragia nasal, y que asfixió a ambas, deshaciéndose después de sus cuerpos. Él tenía ya algunos antecedentes por pedofilia y de hecho consiguió el trabajo en la escuela tras cambiar su apellido para no ser reconocido. La serie mantiene en un segundo plano todos los aspectos que tienen relación con el crimen en sí, evitando en el episodio que muestra el juicio la descripción que el culpable hizo de sus acciones. Su interés está en presentar la relación entre Huntley y Maxine Carr, y solo aporta el punto de vista externo a través de la mirada del periodista local Brian Farmer (Steve Edge), que no solo aporta una visión más equilibrada hacia el caso, sino que sirve también para establecer las mezquindades del periodismo sensacionalista que llegó desde Londres a cubrir el crimen. Es una aportación interesante que tiene algunos momentos sobresalientes para el actor, como una conversación en la que responde algunas preguntas sobre su posición como padre. Y en este sentido hubiera sido deseable que se le hubiera dado mayor profundidad a este personaje, aunque las acusaciones de sensacionalismo que la serie hace a los medios de comunicación que envían reporteros a cubrir un crimen en la periferia es la misma que la serie recibió.

Pero el planteamiento le da una perspectiva diferente a este true crime que, aunque basado en hechos reales, hace numerosas suposiciones sobre las conversaciones íntimas entre Ian y Maxine, estableciendo una relación de cierta dominación, más que por la manera en que él se comporta con ella, por la forma en que ella le percibe a él. Hay un grado de admiración por parte de Maxine, una necesidad de estabilidad sentimental para demostrar a su familia que es capaz de comportarse como una persona madura. Pero cuando se la muestra en la escuela, donde trabaja como asistenta del profesorado, su comportamiento con las alumnas indica un cierto grado de inmadurez, una posición de igualdad en vez de la preeminencia que se le supone a una profesora. Estos rasgos establecen las primeras pautas de su conducta posterior y la decisión de defender a su novio proporcionando una coartada cuando ella se encontraba fuera de la ciudad el día en que se produjo el crimen. De esta forma, Maxine (Channel 5, 2022) trata de dibujar con acierto una personalidad desequilibrada que se apoya en la interpretación de Jemma Carlton, que consigue que su personaje resulte desconcertante en su capacidad de asumir la iniciativa pero cometiendo errores importantes como el de hacerse visible a través de entrevistas en los medios de comunicación. No se pueden discutir las críticas de cierto sensacionalismo, pero esta serie proporciona una mirada poco habitual que incide en la complicidad, consciente o inconsciente, como un elemento decisivo en el caso. La coartada que Maxine defendió retrasó el hallazgo de los cuerpos de Holly y Jessica antes de que su estado de descomposición impidiera hacer una valoración precisa de las causas de su muerte y si existieron abusos sexuales. 

División Palermo ****
Netflix, 17 de febrero
Creada por Santiago Korovsky
Dirigida por Santiago Korovsky, Diego Núñez Irigoyen

Uno de esos descubrimientos excepcionales que de vez en cuando suele aportar la producción de series hechas en Latinoamérica es esta comedia que se atreve a enfocarse en la inclusividad para desarrollar una de las propuestas más divertidas de este año. Es difícil conseguir el humor en torno a las discapacidades siendo principalmente respetuoso con sus protagonistas, y Santiago Korovsky, creador, co-guionista y actor principal de División Palermo (Netflix, 2023), consigue mantener el equilibrio utilizando bromas que en otro contexto podrían resultar groseras para convertirlas en efectos de humor que, dentro de su propia irrespetuosidad, acaban siendo críticas. Determinados comentarios, por ejemplo, reflejan más la estulticia de quienes los hacen que su carácter peyorativo respecto a los sujetos a los que están dirigidos. Fernando Rozenfeld (Santiago Korovsky) es un joven inseguro que acaba de ser abandonado por su novia porque ella no encuentra la estabilidad necesaria en su relación y que termina formando parte de una división de la guardia urbana que pretende utilizar la inclusividad de personas discapacitadas. Él en principio no cumple los requisitos: "¿Ser judío se puede considerar una discapacidad?", pregunta el Jefe de la División Palermo, Miguel (Daniel Hendler), pero la falta de personal provoca que sea admitido en el grupo. Entre los que forman parte de esta guardia urbana que no porta armamento, se encuentran Sofía (Pilar Gamboa), una mujer en silla de ruedas, o Johnny (Hernán Cuevas), un joven enano que está obsesionado con las armas. El hecho de incorporar a Vivianne (Valeria Vicciardi), una persona transexual dentro de este grupo de discapacitados puede ser un reflejo de lo discriminatorias que pueden llegar a ser algunas políticas de inclusión social, pero el escaso desarrollo del personaje provoca que parezca solo un chiste en sí mismo. 

El guión de División Palermo está lo suficientemente bien construido como para no forzar lo políticamente correcto sin ser demasiado blando, lo que finalmente acaba resultando una fórmula muy adecuada para introducir elementos más controvertidos. Pero la idea no es tanto la de construir una "comedia inclusiva" sino la de crear una serie de humor en la que el desarrollo de los personajes está mucho más allá de su discapacidad. La crítica en este caso se dirige hacia la hipocresía política que crea instrumentos de inclusividad que finalmente acaban siendo ghettos cuyo único cometido es transmitir una preocupación que no es real. La División Palermo es un grupo de policías que no son policías realmente, y cuyas funciones son tan absurdas como vigilar una fiesta donde ellos mismos terminan participando o desalojar un puesto de salchichas en una Feria de productos veganos. La presencia de la Ministra de Seguridad (Valeria Lois) responsable de la idea, que aparece siempre por videoconferencia en algún lugar de conflicto, y que parece estar más que inspirada en Patricia Bullrich, presidenta del partido Propuesta Republicana (PRO), que fue de hecho Ministra de Seguridad hace unos años, es una representación muy irónica del papel de los políticos. Al mismo tiempo, la serie se nutre de numerosas referencias a los procedimentales policíacos norteamericanas, o a películas como Superdetective en Hollywood (Martin Brest, 1984), a la que la banda sonora de Iván Wyszogrod hace algunos guiños. En División Palermo, el guión logra dosis de humor absurdo que resultan notables, mucho más acertadas que otros intentos parecidos como la versión española de Sin novedad (SkyShowtime, 2021), demostrando que es la consistencia de unos buenos diálogos la que acaba conformando el acierto de una buena comedia de situación. Aunque en la parte negativa se consigue un equilibrio no demasiado eficiente entre la comicidad y ciertas dosis de violencia extrema, como queriendo expresar que, más allá de ese particular entorno algo naíf, el grupo de agentes se enfrenta a una realidad dura y violenta. Pero no termina de funcionar del todo, con recursos algo tópicos como incluir una canción infantil en medio de una escena de tiroteos en el último episodio.

Recientemente hemos destacado series argentinas como El encargado (Disney+, 2022-), de Mariano Cohn y Gaston Duprat, cuya última producción, Horario estelar (Disney+, 2022), es mucho menos interesante. Este tipo de miradas irónicas a la sociedad argentina funcionan a nivel internacional porque son el reflejo de un estado de las cosas que es común en muchos países, pero al mismo tiempo tiene esa idiosincrasia característica del humor argentino. Y División Palermo, además, consigue que las situaciones que se crean a partir de la propia idea de inclusividad resulten por sí mismas divertidas, incluso reflejando el propio sentimiento de desigualdad que provocan los puntos de vista hacia unas y otras discapacidades. En el Episodio 3, Sofia se queja de que en un cartel público en el que aparecen los miembros de la División Palermo, se han dibujado frases obscenas sobre todos los miembros del grupo excepto sobre su fotografía, por el hecho de estar en silla de ruedas. Son este tipo de ideas las que proyectan el reflejo de una sociedad que tiene diferentes tablas de medir la ética y que en realidad es más hipócrita que los políticos retratados. 

Mama ****
Arte, 20 de febrero
Escrita por Yevhen Bilaniuk, Valentina Rudenko, Nikolay Rybalka, Taras Tkachenko
Dirigida por Taras Tkachenko

El 20 de febrero se cumplía un año desde la invasión de Rusia en Ucrania, y las plataformas de streaming se llenaban de series y documentales que en general se centran en la figura de Vladimir Putin como una especie de demonio salido de los infiernos. Quizás la propuesta más interesante es la del documental Putin's war at home (Gesben Mohammad, 2022), que en España adoptó el sorprendente título "bondiano" de Desde Rusia contra Putin (Movistar+, 2023). Perteneciente al clásico programa de investigación Frontline (PBS, 1983-) y dirigida por Gesben Mohammad, que consiguió un premio BAFTA por el documental Undercover: Inside China's Digital Gulag (2020), este reportaje de 63 minutos ofrece una visión de varios activistas rusos contrarios a la invasión pero que continúan viviendo en Rusia, sometidos a la presión provocada por las modificaciones legislativas que les pueden llevar a la cárcel solo por mencionar la palabra "guerra". También la plataforma digital del Canal Arte, que ofrece todo su contenido gratuito, incluye en su catálogo algunas producciones interesantes como la serie de ficción Mamá (Arte, 2021-), cuya segunda temporada se estrenó en la televisión pública ucraniana (STB) el 17 de febrero de 2022, tres días antes de que comenzara la invasión rusa. Y que está protagonizada por la muy popular actriz Olesya Zhuravskaya, quien hace unas semanas protagonizó un momento muy emocionante cuando leyó a través de las redes sociales un poema dedicado a las víctimas del ataque del ejército ruso contra un edificio de viviendas en Dnipro, provocando la muerte de más de 40 civiles. 

Canal Arte solo incluye por el momento la primera temporada de esta serie ucraniana que cuenta la historia de una madre que decide viajar hasta la zona del Donbass para intentar recuperar a su hijo, un soldado que ha sido capturado por la facción pro-rusa. Mamá se convirtió en la serie de mayor éxito en Ucrania en el año 2021, llegando a tener un share de 22,9%, con más de cuatro millones de espectadores. Compuesta por cuatro episodios de unos 50 minutos de duración, la historia utiliza las emociones para conectar con el espectador, y aunque el punto de vista adoptado es claramente patriótico, su planteamiento tiene un trasfondo mucho más cercano al entendimiento entre las diferentes facciones. Nina (Olesya Zhuravskaya) representa a las madres de los soldados, pero no solo de los seguidores del gobierno ucraniano, sino también de los jóvenes que luchan desde el bando más cercano a la anexión del Donbass a Rusia. Sobre todo cuando ella establece una conexión especial con Olejka (Maksim Boryak) el hijo de un militar pro-ruso, del que se convierte en cierta manera en la madre que no tiene. Cuando la guerra en Ucrania tiene un punto de inicio en 2022, lo que nos hacer recordar Mamá es que el conflicto es mucho más duradero, que el país ha venido desangrándose desde hace años, y que parte de sus habitantes han experimentado desde hace tiempo ese estado de supervivencia constante, como Bodya (Konstantin Koretskiy), que se dedica a trapichear con mercancía en la zona del Donbass, y que se convierte en el principal colaborador de los esfuerzos de Nina por encontrar a su hijo, a pesar del peligro que supone. 

Seguramente buena parte de los lugares en los que se desarrolla la serie, que ya aparecen rodeados de escombros, son ahora ciudades destruidas por los ataques rusos, lo cual transmite una cierta sensación de desasosiego. Pero Mamá consigue, desde un planteamiento quizás demasiado simple, reflexionar sobre la condición humana y el sentido real de los conflictos, que provocan la separación de las familias y la degradación de las relaciones. En una escena de los últimos episodios, Nina acude a una morgue donde podría estar su hijo, expresando con contundencia la desesperación de una madre y ese estado de impotencia frente a la incertidumbre. La serie está dirigida por Taras Tkachenko, responsable de algunos títulos destacados de la cinematografía ucraniana como The nest of the turtledove (2016), y tiene un espíritu de universalidad que al mismo tiempo conecta con el sentimiento patrio de los ucranianos. El final abierto de la primera temporada incluye la espléndida canción "Come back alive", interpretada por Telnyuk: Sisters y Kozak System, que toma como base un poema de la cineasta Iryna Tsylyk, directora de ese rotundo documental titulado La Tierra es tan azul como una naranja (2020), por la que ganó el premio a la Mejor Dirección en el Festival de Sundance, y de su primera película de ficción, Rock paper granade (2022). 

Stonehouse ****
Filmin, 21 de febrero
Creada por John Preston
Dirigida por Jon S. Baird

La tradición de las miniseries británicas dedicadas a excavar en la podredumbre de sus escándalos políticos tuvo un excelente resultado en Un escándalo muy inglés (BBC/Prime Video, 2020) que más tarde continuaría con la menos lograda Un escándalo muy británico (HBO Max, 2021). Ambas comparten con esta serie que abordamos ahora su formato de tres episodios y su foco en un acontecimiento destacado protagonizado por una figura política más o menos relevante. El guionista John Preston se acerca en Stonehouse (Filmin, 2022) a la figura de John Stonehouse, ministro del gabinete del Partido Laborista durante el gobierno de Harry Wilson, quien en 1974 simuló su propia muerte para, aparentemente, escapar de las deudas provocadas por las malas inversiones que realizó y de una posible acusación de espionaje para los servicios secretos de Checoslovaquia que en la realidad él y su familia siempre han negado. De nuevo en forma de miniserie de tres episodios, lo más relevante de esta propuesta es cómo la historia real puede llegar tan absurda que parece inventada, y de qué forma un representante político pudo protagonizar una trama tan estúpida, llena de malas decisiones y desaciertos constantes. Ese tono casi caricaturesco lo subraya muy adecuadamente la traviesa banda sonora compuesta por Rolfe Kent, que transmite la sensación de incredulidad. Y sobre todo la excelente interpretación de un Matthew Macfadyen que tiene algunos tics de la bobalicona crueldad de su personaje en Succession (HBO Max, 2018-), pero que compone a la perfección la disparatada cadena de acontecimientos provocados por el propio John Stonehouse desde que tomó la decisión de fingir su propia muerte en una playa de Miami. En realidad, lo que consigue el actor es representar bien a ese perfil del político inglés entregado a desfasar con el alcohol y el sexo que ya parece una seña de identidad tan característica como la llamada flema británica, y que ha llegado hasta nuestros días con el escándalo de las fiestas privadas en Downing Street que sin duda tendrán una representación cinematográfica en algún momento. 

La historia escrita por John Preston, autor del libro en el que se basó la miniserie Un escándalo muy inglés, y guionista de la película La excavación (Simon Stone, 2021), tiene el adecuado tono irónico e incluso malévolo que incide en la forma en que el Partido Laborista de Harry Wilson pasó por alto algunas de las incongruencias de John Stonehouse porque su escaso margen de ventaja en el gobierno le convertía en un voto indispensable para no perder la mayoría absoluta. Y ese es uno de los principales aciertos del punto de vista que adopta la serie, que no solo se centra en la estulticia incluso lastimosa del protagonista, sino que amplía la mirada para culpabilizar al entorno en el que se produjeron estas acciones, hasta que las continuas acusaciones cada vez más graves contra el político obligaron finalmente al Partido Laborista a claudicar. Como contrapunto a esta escandalosa sucesión de desaciertos se encuentra Barbara Stonehouse (Keeley Hawes), que adquiere mayor protagonismo a partir de la segunda mitad de la miniserie, para revelar las consecuencias de los hechos que tienen a su marido en el punto de mira. Digamos que ella refleja, sobre todo a través de su relación con la amante del político, Sheila (Emer Heatley) que no se trataba solo de una cuestión de descrédito personal, sino que siempre hay víctimas colaterales que sufren las secuelas. 

Lo que separa a la espléndida Un escándalo muy inglés de esta serie es que detrás de la cámara no hay un toque maestro para la comedia como el que tiene Stephen Frears, director de aquella. Dirigida en esta ocasión por Jon S. Baird, responsable de la irregular película El Gordo y el Flaco (2018), la serie no puede evitar que a veces transmita la sensación de perder fuelle por el camino, especialmente en la parte central. Y la dudosa decisión de evitar al espectador asistir a la estrategia de autodefensa que John Stonehouse realizó en el juicio contra él, en una renuncia a sus abogados que el juez ya le advirtió que era otra más de sus decisiones equivocadas, apresura el desenlace de la historia como si se hubiera quedado corta. Uno de los aspectos más controvertidos del relato es el que culpabiliza a John Stonehouse de haber actuado como espía para Checoslovaquia, algo que siempre ha negado su familia pero que se defiende en el documental The spy who died twice (Keeley Winstone, 2022) y en el libro Stonehouse: Cabinet Minister, Fraudster, Spy (2021) escrito por Julian Hayes, que ha servido como asesor de la serie. La hija del político, Julia, que ahora tiene 71 años, niega incluso que su padre simulara su muerte, afirmando que tenía problemas mentales reforzados por su dependencia a los medicamentos, y escribió su propia versión en el libro John Stonehouse, My Father: The True Story of the Runaway MP (2021). Así que quienes quieran bucear en las contradicciones de la historia tienen material suficiente para complementar el relato de una miniserie relevante y sobre todo apasionante. 

Made in Oslo ****
Sundance TV, 23 de febrero
Creada por Kathrine Valen Zeiner
Dirigida por Marit Moum Aune

Esta serie de la que hablamos en una de nuestras crónicas sobre las producciones nórdicas pendientes de estreno, es un drama sobre inseminación artificial que de alguna manera consigue reflejar, aunque quizás no sea su intención principal, la obsesión por la maternidad que predomina en los países nórdicos, y en especial en Noruega, donde una película como La peor persona del mundo (Joachim Trier, 2021) mostraba precisamente a una protagonista que se salía de los márgenes demasiado formales de la representación femenina, y quizás por eso consiguió un notable éxito internacional. La "peor persona del mundo" es una joven que no tiene claro su futuro y que no tiene como objetivo principal ser madre. La serie Made in Oslo (Sundance TV, 2021), que se presentó hace unos años con el título de Plan B, está basada en la experiencia real de la creadora, Kathrine Valen Zeiner, una veterana guionista que ha trabajado para producciones como Wisting (Viaplay, 2019-) o Valkyrien (Filmin, 2017-), a través de la productora Tordenfilm. La protagonista es Elin (Pia Tjelta), una doctora que gestiona una clínica de fertilidad a pesar de que ella misma no puede ser madre de forma natural, y mientras aconseja a diferentes parejas sobre los mejores procesos de inseminación, tiene una obsesión por la maternidad que la hace tomar decisiones arriesgadas e incluso ilegales, presionada por su propio reloj biológico. No ayuda el hecho de que tenga una hijastra, Stella (Erle Østraat) que tuvo su actual pareja, Bjørn (Jakob Cedergren) en una relación anterior. La adolescente estudia danza, lo que permite que algunas de las escenas de la serie se desarrollen en el interior de la espectacular Ópera de Oslo.  

Hay algunos aspectos de la serie que pueden rozar el culebrón, y no parecen demasiado verosímiles ciertas decisiones de la protagonista. De hecho, una de las principales críticas que ha recibido por parte de personas que se han sometido a estas prácticas de inseminación artificial es que no se toma demasiado en serio la problemática. Pero hay que concederle la capacidad para construir un personaje principal cuyas acciones no siempre son comprensibles, en ocasiones erráticas, que compone de una forma extraordinaria y llena de matices la actriz Pia Tjelta, a la que también podemos ver en El tiempo de la felicidad (Filmin, 2020-), cuya tercera temporada tiene previsto su estreno para 2024. Quizás por eso la serie consigue ser más interesante cuando aborda de una forma directa las limitaciones éticas de la inseminación, especialmente a través de las implicaciones morales del "savior sibling" (el hermano salvador), un bebé que es gestado por los padres con el objetivo de proporcionar un trasplante de médula ósea a un hermano afectado por una enfermedad mortal. De hecho, las pruebas que se deben practicar los protagonistas tienen que realizarse en España, donde la Ley de Reproducción Asistida aprobada en 2006 permite estas técnicas con fines medicinales. 

Made in Oslo aborda planteamientos interesantes, que también se centran en la globalización de las empresas de inseminación artificial a través de la propuesta de compra que realiza una multinacional farmacéutica a Elin y CC (Ola G. Furuseth, uno de los actores que interpreta al pintor Edvard Munch en la película Munch (Henrik Martin Dahlsbakken, 2023), que son los dueños de la clínica, lo que permite dar un toque internacional con la participación del actor inglés Tobias Menzies, que interpretó al Duque de Edimburgo en las temporadas 3 y 4 de The Crown (Netflix, 2016-) y también le hemos visto en Juego de tronos (HBO, 2011-2019). Hay que destacar el elegante trabajo musical del compositor Kåre Christoffer Vestrheim (1969, Noruega), con una partitura bella y melancólica, apoyada en el piano y el acordeón en los temas principales. Aunque no puede evitar cierta tendencia al melodrama Made in Oslo, que fue seleccionada para la competición del 61 Festival de Televisión de Montecarlo, plantea cuestiones éticas interesantes y propone un final abierto a una segunda temporada, aún no confirmada. 

Liaison ****
Apple tv+, 23 de febrero-31 de marzo
Creada por Virginie Brac
Dirigida por Stephen Hopkins

Vincent Cassel se ha convertido en uno de esos actores a los que cualquier personaje le encaja perfectamente, aunque sea en thrillers de acción poco convincentes como Underwater (William Eubank, 2020), junto a Kristen Stewart, o dramas de época como El Emperador de París (Jean-François Richet, 2018), e incluso en comedias tontas como la nueva Astérix y Obélix y el reino medio (Guillaume Canet, 2023). Y el actor francés se convierte en el principal impulsor de la serie Liaison (Apple tv+, 2023), no solo porque ejerce como productor ejecutivo, sino porque su personaje es principalmente el que dirige esta historia de ciberespionaje que se desarrolla a lo largo de toda Europa. Una temática muy recurrente en los últimos meses, pero si The undeclared war (SkyShowtime, 2022) se sumía en una aburrida trama que se desarrollaba principalmente en las oficinas de los servicios de seguridad británicos, en el caso de Liaison se prefiere construir un thriller de espionaje que coloca a sus personajes principales persiguiendo o escapando constantemente, una propuesta ambiciosa que permite una puesta en escena más elaborada aunque finalmente no tan atractiva como pudiera haber sido. Situar la acción en la era post-Brexit y por tanto en una Gran Bretaña que a nivel de seguridad exterior ya no está totalmente conectada con Europa, especialmente con Francia, es una idea interesante. La historia utiliza al comienzo un McGuffin sobre el contenido de una información relevante que dos jóvenes hackers sirios descubren de forma casual cuando estaban introduciéndose en los sistemas del gobierno de Bashar-al Assad. Mientras ellos tratan de huir de Siria, los servicios secretos de Francia, con el ex-agente Gabriel Delage (Vincent Cassel) como una especie de mercenario listo para cualquier misión, y Gran Bretaña se disputan la posibilidad de ofrecer asilo a estos hackers para poder tener acceso privilegiado a esta información. 

Al mismo tiempo, el ministro británico Richard Banks (Peter Mullan) tiene que enfrentarse a varios ciberataques que amenazan con poner en peligro la estabilidad económica y, sobre todo, la seguridad del país. Los ataques que recibe el Centro Nacional de Seguridad Cibernética son al principio inofensivos, pero poco a poco adquieren mayor contundencia cuando afectan al recorrido de trenes o aviones comerciales, o provocan inundaciones en la ciudad de Londres. Alison Rowdy (Eva Green), la asesora del ministro, también se enfrenta a una carrera contrarreloj mientras vuelve a tener contacto con Gabriel, con el que ha tenido una relación parece que apasionada en el pasado. Al final del episodio Storm warning (T1E1) se produce este reencuentro en el que ambos se miran a través de una ventana en medio de una tormenta. Ella tiene una nueva vida, ha pasado de ser una activista radical a formar parte directa del establishment y tiene una nueva relación. En realidad, en Liaison es todo un poco excesivo y pretencioso, como esta misma escena, pero tiene la suficiente capacidad para, a pesar de todo, hacer creíble esta relación, aunque Eva Green se enrosque en una expresión constante de enfado a lo largo de toda la temporada. Lo más interesante de la serie creada por Virginie Brac (1955, Argelia), guionista habitual de series de éxito en Francia como Cheyenne y Lola (OCS, 2020) y showrunner de la aclamada Engrenages (Espiral) (AMC+, 2005-2020), cuya tercera temporada se estrena este mes en AMC+, es lograr una textura de thriller de espionaje que resulta convincente aunque algunas de las acciones puedan parecer inverosímiles. 

Pero también es cierto que a veces desaprovecha sus posibilidades, como cuando al final del episodio Carnage (T1E4) los protagonistas se encuentran en una situación complicada, pero finalmente en el siguiente episodio Family album (T1E5), el desenlace de esta amenaza resulta demasiado sencillo. Quizás porque el director de los seis capítulos es Stephen Hopkins, un veterano habituado al género pero sin resultados especialmente brillantes, como en las películas Depredador 2 (1990) y Perdidos en el espacio (1998), que se curtió en la serie 24 (Disney+, 2001-2010) y dirigió el reboot de El fugitivo (2020) para la malograda plataforma Quibi. Sin embargo, lejos de ser un thriller acartonado, consigue fluidez en una historia que resulta menos complicada de lo que pretende y que desarrolla un personaje del que se apropia perfectamente Vincent Cassel, aunque la trama sobre el pasado de Alison resulte menos convincente. Esta primera producción francesa de Apple tv+ concluye en Bonfire (T1E6) con un final previsible que plantea hasta qué punto el límite entre uno y otro lado de la línea divisoria entre el bien y el mal es cada vez más difuso. Lo que plantea una interesante reflexión sobre cuál es la posición de Occidente en el orden mundial. 

Javier Fernández. Rompiendo el hielo ****
RTVE Play, 27 de febrero
Creada por Santi Aguado
Dirigida por Santi Aguado, Roberto Roldán

En los últimos años se ha producido una especial eclosión de los documentales deportivos, beneficiados por la necesidad de contenido de las plataformas de streaming y el interés cada vez mayor que tiene el deporte en sus programaciones. También está propiciado por un nivel técnico que generalmente ha sobrepasado la media de este tipo de producciones, especialmente en aquellos que provienen de Estados Unidos, como el reciente Shaq (HBO Max, 2022), sobre la estrella de la NBA Shaquille O'Neal. En España también se ha desarrollado un notable interés por este tipo de series documentales, con una perspectiva algo más tradicional, como el recientemente estrenado Marc Márquez. All in (Prime Video, 2023). Pero en general suelen ser producciones que juegan más en el terreno del fan service, mostrando aspectos más o menos íntimos de los deportistas pero sin profundizar demasiado. Bajo la supervisión del equipo de profesionales que acompañan al protagonista, estos documentales acaban resultando anodinos acercamientos a una figura relevante enfocado a sus seguidores. Lo que diferencia desde un punto de vista positivo a Rompiendo el hielo (RTVE Play, 2023) son dos aspectos: por un lado, enfocarse en un deporte minoritario, que en muchos casos se ve ensombrecido por otros deportes como el fútbol, el baloncesto o la Fórmula 1. Y por otro lado su propio protagonista, un perfil de campeón que se diferencia del típico estereotipo del deportista entregado a su profesión en cuerpo y alma. Algunos de los entrenadores de Javier Fernández le califican como alguien a quien le costaba levantarse temprano o terminar los entrenamientos, lo cual ofrece un perfil más cercano del personaje. Pero es la genialidad innata del deportista lo que le permite necesitar menos entrenamientos para perfeccionar su estilo e incluso, como cuando se trasladó a Canadá, propiciar que sus entrenadores se adaptaran a su ritmo de trabajo para conseguir los mejores resultados. 

Los éxitos de Javier Fernández son claros: dos veces campeón del mundo, siete veces campeón de Europa y una Medalla de Bronce, entre otros, y su trascendencia para un deporte desconocido en un país como España, no especialmente propicio para las disciplinas de invierno, es indudable. Aunque también se concluye al final del episodio El pionero (T1E3) que el apoyo institucional al patinaje artístico no parece propiciar que pueda existir una figura tan relevante a corto plazo. Lo interesante de la serie es que no se limita a establecer una cronología de su trayectoria, sino que a través de la personalidad de su protagonista se abordan temas importantes como la salud mental, la presión y la necesidad de buscar alternativas tras una, generalmente corta, trayectoria en el deporte de élite. Tras su paso por los Estados Unidos, Javier Fernández tuvo que regresar a España porque no pudo aguantar la presión de los entrenamientos y la ausencia de su entorno. Estos aspectos del deportista que sufre una cierta fragilidad psicológica son los más interesantes de la serie, lo que de alguna forma confirma esa constatación del esfuerzo no solo físico que deben realizar los deportistas de élite, y nos hace recordar aquella retirada de la gimnasta norteamericana Simone Biles en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. El propio Javier Fernández explica bien esta necesidad de encontrarse equilibrado psicológicamente para poder tener unos buenos resultados, como cuando se notó como un fracaso su cuarta posición en los Juegos Olímpicos de Sochi 2014. 

Hay algunos aspectos menos convincentes, como cuando se abordan las polémicas declaraciones que hizo el deportista en esos juegos olímpicos en los que fue abanderado de la representación española, afirmando que los deportistas homosexuales "debían cortarse un poco en Sochi para adaptarse a la legislación rusas", lo que tuvo una repercusión controvertida en los medios de comunicación. La serie dedica un segmento del episodio El abanderado (T1E2) a este tema, pero abordándolo desde una perspectiva que nos parece equivocada. Se intenta dejar claro que Javier Fernández nunca ha sido homófobo con declaraciones de amigos suyos homosexuales, lo que acaba siendo una justificación algo innecesaria. Quizás lo más fácil hubiera sido reconocer que fueron unas declaraciones equivocadas. Con entrevistas a deportistas retirados y antiguos entrenadores, excepto el ruso Nikolái Morózov, con el que Javier Fernández trabajó en Estados Unidos, la serie también cuenta con aportaciones de Paloma del Río, destacada comentarista de TVE, pero se queda corta en aspectos como la relación de compañerismo y antagonismo deportivo con el patinador japonés Yuzuru Hanyū, según el director Santi Aguado debido a las restricciones por el Covid-19 en Japón. Rompiendo el hielo acaba siendo una propuesta interesante que consigue destacar porque aborda cuestiones menos brillantes del mundo del deporte, lo que le da una dimensión que está mucho más allá de la simple hagiografía de un deportista.  

1923 ***
SkyShowtime, 28 de febrero
Creada por Taylor Sheridan
Dirigida por Ben Richardson, Guy Ferland

El sheridanverso ha llegado finalmente a España despertando el interés de los suscriptores y aunque SkyShowtime no ofrece cifras de absolutamente nada, ni número de usuarios, ni repercusión de sus estrenos, parece claro que es el conjunto de series producidas por Taylor Sheridan el que más visionados está teniendo en estas primeras semanas. Aunque a España ha llegado con retraso y en episodios semanales, el segundo spinoff de Yellowstone (SkyShowtime, 2018-) ya ha completado su primera temporada tanto en Estados Unidos como en el resto de los países en los que ya emitía la plataforma. 1923 (SkyShowtime, 2023-) venía precedida del interés por un reparto de lujo encabezado por Harrison Ford y Helen Mirren, y el anuncio de una segunda temporada hace pensar que puede ser una serie que tenga su propio recorrido, frente al anterior spinoff 1883 (SkyShowtime, 2022) que Taylor Sheridan decidió cerrar como miniserie aunque los directivos de Paramount+ le pidieron más temporadas. También venía precedida de la excelencia de 1883, que es uno de los mejores westerns clásicos que se han estrenado en los últimos años en formato de serie. Pero esta nueva incursión en los ancestros de la familia Dutton ha acabado resultando mucho más irregular, con una segunda parte decepcionante y por momentos verdaderamente extravagantes. 

Hay un planteamiento mucho más ambicioso de Taylor Sheridan para esta serie de nuevo dirigida en buena parte por Ben Richardson, quien ya dirigió la mayoría de los episodios de 1883, y fue director de fotografía de la aclamada Mare of Easttown (HBO Max, 2021). En este sentido la elaboración de tres tramas paralelas que aspiran a encontrarse ofrece unas posibilidades mucho más atractivas: por un lado está la historia de Jacob Dutton (Harrison Ford) y Cara Dutton (Helen Mirren), que aporta ese aire de western clásico que se sostiene en un conflicto más o menos tradicional, pero con un contexto interesante a principios del siglo XX, en el que ya la familia Dutton se ve amenazada por la llegada del progreso, que es básicamente la constante lucha que tendrá hasta llegar a los acontecimientos de Yellowstone. Si en ésta las inversiones y los casinos se convierten en el mayor peligro del rancho, en 1923 se introduce el automóvil, el ferrocarril y las minas de carbón como elementos de intimidación. Es un paralelismo inteligente que abunda en lo que mejor ha conseguido Taylor Sheridan en sus series: convertir a los que habían sido depredadores (de los indios) en víctimas de otros depredadores (los inversores). En el episodio The rule of five hundred (T1E7), Jacob Dutton dice una frase que podría ser un diálogo de John Dutton en Yellowstone: "No existe el bien y el mal. No podemos pensar así. Solo podemos pensar en lo que es bueno para este rancho, para nuestra familia". En esta trama, Harrison Ford está especialmente bien, pero Helen Mirren hace un trabajo excepcional, anticipando la fuerza de las mujeres en la familia Dutton.

La segunda trama parece la más desconectada pero es la más interesante porque se ha tratado poco en el cine y la televisión el horror de los internados para niños nativos en los Estados Unidos a finales del siglo XIX, que se calcula que dejaron miles de muertos, torturados y abusados por parte de miembros de la Iglesia Católica. El año pasado, el Departamento de Interior de los Estados Unidos documentó al menos 500 niños muertos en internados del Gobierno Federal que funcionaron entre 1819 y 1969, y algunos historiadores lo denominan como un auténtico genocidio. Teonna (Aminah Nieves) es la protagonista de esta historia que aún no sabemos cómo conecta con la familia Dutton, protagonizando algunas de las escenas más violentas de la serie. Ella es una de las muchas adolescentes obligadas a ser "educadas" en la religión católica, y el grado de abusos que sufre resulta a veces insoportable. Al otro lado del Atlántico, Spencer Dutton (Brandon Sklenar), que ya aparecía como niño en los dos episodios de la cuarta temporada de Yellowstone que incluían flashbacks del año 1893, es ahora un cazador en África, lo que permite a Taylor Sheridan conectar con otro tipo de historias clásicas, las de aventuras en territorios inhóspitos. Pero también refleja de qué forma el hombre blanco no solo ejerció despotismo en tierras americanas. Mientras que en éstas el poder de los colonos empieza a verse amenazado en sus posesiones, África es un espacio donde mantienen su hegemonía, un espejo de la colonización americana que alcanzó un reparto de poder que permaneció hasta hace poco. Sin embargo, cuando entra en escena Alexandra (Julia Schlaepfer), se convierte en una historia romántica. Y ya sabemos que cuando Taylor Sheridan quiere ser romántico, se vuelve absolutamente cursi. Ellos comenzarán un viaje interminable que podría calificarse como "una serie de catastróficas desdichas", y que termina con una secuencia en un barco que resulta ridícula. Aunque no menos que las escenas de Donald Whitfield (Timothy Dalton), un antagonista caricaturesco, con dos prostitutas en los últimos episodios de la temporada, los peor escritos de toda la serie y los que acaban inclinando la balanza hacia la telenovela casposa. Con su final abierto, en el que ninguna de las tramas se cierra, 1923 parece diseñada para ser un culebrón de factura técnica impecable pero de resortes narrativos inestables. 

All the sins ****
SkyShowtime, 28 de febrero
Creada por Merja Aakko, Mika Ronkainen
Dirigida por Mika Ronkainen

Quizás la plataforma SkyShowtime tenga algunas producciones llamativas sobre las que se ha venido hablando a lo largo de estas últimas semanas, que ya hemos destacado en otros repasos a lo mejor del mes y cuyo resumen se puede encontrar en nuestras Guías de los estrenos de SjyShowtime, Parte 1 y Parte 2. Pero algunos de sus mejores títulos se encuentran más escondidos, entre las grandes producciones que a veces pueden ensombrecerlos, como los tres que comentamos a continuación. Una de las series finlandesas más vendidas en el mercado internacional en los últimos años es All the sins (2019-2022), de la que SkyShowtime incluye sus tres temporadas, la última de las cuales se estrenó en su país el pasado mes de diciembre, cerrando definitivamente la historia. Se trata de un nordic noir que tiene la particularidad de desarrollarse en lo que se denomina el Cinturón Bíblico de Finlandia, una zona al Norte del país, en la región de Oulu, en la que han prosperado diferentes movimientos religiosos alternativos. La comunidad en la que se producen dos asesinatos practica el llamado laestadianismo, un movimiento luterano que nació dentro de la cultura sami en el siglo XIX, y que hace una interpretación literal de la Biblia. Se calcula que en el mundo existen unos 220.000 miembros de esta comunidad, que principalmente se ha desarrollado en los países nórdicos. El pueblo de Varjakka sufre las consecuencias de estas muertes, cuya investigación inician dos policías que provienen de Helsinki: Sanna Tervo (Maria Sid) y Lauri Räihä (Johannes Holopainen), este último nacido dentro de esta comunidad, de la que se marchó diez años antes para vivir libremente su homosexualidad, considerada pecado. Hay también un trasfondo profundo en el personaje de Sanna, a la que su hija culpa de la muerte de su marido. 

Con un guión premiado en el Festival de Gotemburgo 2019, All the sins ha desarrollado sus tres temporadas como una de las series más vistas en Finlandia, y resulta interesante poder verla completa porque, aunque cada una de las temporadas tiene un desenlace más o menos cerrado, hay una trama principal que conecta las historias en cada una de ellas. La particularidad de la serie es que la segunda temporada abandona a los personajes principales para desarrollarse precisamente diez años antes, en 1999, teniendo como protagonista al jefe de policía Jussi Ritola (Matti Ristinen), que en la primera tenía un papel secundario. En este pasado también se revela la verdadera razón por la que Lauri Räihä abandonó la comunidad para convertirse años más tarde en policía. Es un planteamiento interesante que conecta el pasado y el presente para elaborar una historia que concluye totalmente en la tercera temporada, cuando Sanna y Lauri deben regresar años después porque se ha cometido otro asesinato. La serie consigue urdir este retrato particular dentro de una comunidad en la que hay muchos reproches y demasiados secretos, incluso a través de investigaciones policiales que trataban de ocultar la verdad. Los personajes principales también regresan enfrentados a circunstancias personales diferentes, en las que la enfermedad y las relaciones sentimentales ejercen una presión más asfixiante. La serie ha sido creada y escrita por Merja Aaako y Mika Ronkainen, dirigiendo todos los episodios este último, más conocido por su excelente documental Screaming men (2003), que recibió una Mención Especial en el Festival CPH:DOX, así como Finnish blood, Swedish heart (2012), premiado como Mejor Documental en el Festival de Gotemburgo. Entre la oferta de series que incluye SkyShowtime, All the sins es un nordic noir que no solo se enfoca en su condición de policíaco sino que explora con acierto la condición humana dentro de comunidades cerradas y radicalmente conservadoras.

Funny woman ****
SkyShowtime, 28 de febrero
Escrita por Morwenna Banks
Dirigida por Oliver Parker

Estrenada originalmente en Sky a comienzos de febrero, la serie británica Funny woman (2023-) es una de esas historias optimistas que sin embargo esconden un trasfondo mucho más complejo, un retrato de la efervescencia cultural de Londres en los años sesenta que refleja sin embargo la superficialidad misógina de un ambiente creado para disfrute de los hombres. La serie está basada en la exitosa novela Funny girl (2014, Ed. Anagrama), del escritor Nick Hornby (1957, Reino Unido), que regresaba al denominado Swinging London, haciendo un homenaje a la cultura popular que en otras de sus novelas como Alta fidelidad (1995, Ed. Anagrama) o Juliet, desnuda (2009, Ed. Anagrama) se centraban en el mundo de la música. De estos relatos han surgido películas de gran éxito como Alta fidelidad (Stephen Frears, 2000), y él mismo ha sido nominado al Oscar por las adaptaciones de An education (Lone Scherfig, 2009) y Brooklyn (John Crowley, 2015), mientras que en los últimos años ha escrito las dos temporadas de la serie State of Union (HBO Max, 2019-2022). La protagonista de esta historia es Barbara Parker (Gemma Arterton), una joven que acaba de ser nombrada Miss Blackpool en su localidad natal pero que toma la decisión de marcharse a Londres buscando el éxito en el mundo de la televisión. Ella está convencida de su talento como comediante, pero el recibimiento que tiene en una gran ciudad donde se palpa la actividad cultural es más bien hostil. Comienza trabajando en un centro comercial donde los reglamentos son demasiado estrictos para ella, tiene una mala experiencia con un cliente de la tienda que la invita a cenar y finalmente entabla relación con Brian Debenham (Rupert Everett) un representante algo intrigante. Pero su objetivo es ser la nueva estrella de la BBC, en comedias chispeantes como su admirada Lucille Ball. 

Adaptada por Morwenna Banks, que también interpreta al personaje de Patsy, la secretaria de Brian Debenham, y anteriormente ha escrito algunos episodios de la aclamada serie Slow horses (Apple tv+, 2022-), la serie mantiene el tono divertido y al mismo tiempo irónico que tiene la novela, y saca buen partido de ese contraste entre lo que sucede en la realidad de Barbara Parker y lo que ocurre en la ficción de la sitcom que protagoniza, después de haberse cambiado el nombre por el más artístico de Sophie Straw. Las casualidades y la propia personalidad extrovertida de la protagonista son las que la conducen a su objetivo de convertirse en actriz, pero siempre bajo una mirada prepotente de una industria televisiva que está controlada por los hombres. Hay un cierto tono en la serie y sobre todo en el personaje que nos recuerda al optimismo absorbente de La maravillosa Sra. Maisel (Prime Video, 2017-2023), que también está protagonizada por una comediante. Y alrededor de Barbara/Sophie se construye un mundo eminentemente masculino pero con una cierta visión más amplia, encabezado por el director de la sitcom Dennis (Arsher Ali), el coprotagonista Clive (Tom Bateman) y los guionistas Tony (Leo Bill) y Bill (Matthew Beard), que se conocieron en una comisaría al ser detenidos en unos baños públicos. De alguna forma, la sitcom representa una especie de mundo ideal que traslada algunos de los elementos que la sociedad real no está preparada para asumir como propios. 

El director Oliver Parker (1960, Reino Unido), que ha llevado al cine adaptaciones de obras teatrales como Otelo (1995), La importancia de llamarse Ernesto (2002) o El retrato de Dorian Gray (2009), desarrolla en este caso un tono desenfadado muy notable, utilizando algunos recursos como insertar a Barbara/Sophie en las escenas exteriores dentro de grabaciones de archivo reales, lo que al principio tiene un efecto extraño pero finalmente funciona como representación de ese mundo de fantasía al que aspira el personaje, con un toque nostálgico que al mismo tiempo que critica la representación de la mujer como objeto de seducción y de superficialidad para los hombres, también celebra la vitalidad de una época. Sin embargo, poco puede hacer una propuesta como ésta sin una actriz que aporte el ímpetu necesario que necesita el personaje principal, y Gemma Arterton aporta un perfil entrañable que es al mismo tiempo divertido y travieso, sobre todo cuando tiene la oportunidad de demostrar su faceta cómica, como en el Episodio 5 cuando se disfraza de señora mayor para huir de la prensa que la acosa. Funny woman es una serie absolutamente entretenida que adereza su mirada nostálgica con unas dosis necesarias de comentario social.  

Souls *****
SkyShowtime, 28 de febrero
Creada por Alex Eslam
Dirigida por Alex Eslam, Hanna Maria Heidrich
Canneseries '22: Mejor Guión, Mejor Banda Sonora

Hay quien ha comparado esta producción alemana con Dark (Netflix, 2017-2020), y aunque coincide un tratamiento de diferentes líneas narrativas en distintos espacios temporales, en realidad no hay demasiados puntos en común, aunque ambas producciones tratan temas en torno a la inevitabilidad de la muerte. Pero la serie escrita y dirigida en buena parte de sus episodios por Alex Eslam (1983, Alemania) reflexiona sobre la forma en que tenemos los seres humanos de enfrentarnos al más allá, con ideas como la reencarnación que subrayan los elementos principales de una historia contada en tres líneas de tiempo diferentes. En el pasado, Allie (Julia Koschitz) está atrapada en un bucle temporal en el que se despierta siempre a las 7.23am del 31 de octubre de 2006, el mismo día en que su novio Leo (Laurence Rupp) se dispone a pilotar un avión de pasajeros que acabará estrellándose. En el presente, Hannah (Brigitte Hobmeier) sobrevive a un accidente cuando su coche se precipita al fondo de un lago junto a su hijo Jacob (Aaaron Kissiov), quien a partir de ese shock comienza a afirmar que en realidad es otra persona en el acto de conmemoración por la muerte de los pasajeros del vuelo 2205, sosteniendo que el accidente fue provocado para evitar que el avión fuera secuestrado por unos terroristas. Y en el año 2031, en el 25 aniversario del accidente aéreo, Linn (Lili Epply) se aventura en una secta liderada por Sebastian (Aleksandar Jovanovic), un extraño personaje que quiere encontrar la respuesta al más allá. 

El complejo, pero nunca realmente confuso, hilo argumental en el que se tejen los tiempos y las subtramas, en el que los personajes no permanecen solo en su espacio temporal sino que también forman parte de las otras líneas narrativas, consigue el suficiente grado de intriga como para mantener el interés, sobre todo gracias a una estructura construida de forma inteligente que utiliza los tiempos a veces como contraposición unos de otros, a veces como respuestas de las preguntas que se hacen en el presente respecto al pasado. Hay muchas preguntas sin respuestas pero al final del octavo episodio, A word (T1E8), se puede decir que se acaban respondiendo todas, sin que la historia renuncie totalmente al escepticismo que pueden provocar algunas situaciones ambiguas: ¿Es realmente Jacob la reencarnación de Leo o solo es una invención de adolescente? ¿Puede la secta encontrar la verdad en el más allá o solo es un grupo de personas liderado por un hombre que se siente responsable de la muerte de los 130 pasajeros? ¿Es el Día de la Marmota que experimenta Allie en realidad producto de la imaginación de quien no sabe enfrentarse a la pérdida? Por el camino, Souls enfrenta cuestiones interesantes sobre la existencia humana, aborda interrogantes filosóficos sobre la vida destinada a una muerte inevitable y emborrona las líneas divisorias entre lo natural y lo sobrenatural. Como dice Emma (Abak Safaei-Rad) respecto a la convicción de Jacob: "Si esto se convierte en una mierda sobrenatural, lo cancelaré". 

Ganadora del Premio al Mejor Guión y a la Mejor Banda Sonora, un extraordinario trabajo de la compositora Dascha Dauenhauer (1989, Rusia), quien ganó el European Film Award por la música de la película Berlin Alexanderplatz (Burhan Qurbani, 2020), Souls cuentan con una espléndida puesta en escena que extrae belleza de los elementos más sórdidos. Aunque a veces pierde el equilibrio dedicándose a subtramas en las que se focaliza demasiado, como la separación de los padres de Jacob. Es cuando la historia, que nace de una idea del productor Malte Can y está desarrollada por tres guionistas más junto a Alex Eslam, se centra en su principal objetivo cuando realmente aporta grandes ideas, especialmente en una segunda mitad mucho más consistente en la que las piezas están colocadas solo para ir ordenándolas en torno a la trama principal. Souls se estrenó en Sky Alemania el pasado mes de noviembre y se ha consolidado como uno de los dramas humanos más interesantes de la temporada. 

We are Lady Parts ****
Filmin, 28 de febrero
Creada por Nida Manzoor
Dirigida por Nida Manzoor

Después de, al parecer, negociaciones que se alargaron durante un año, Filmin ha conseguido estrenar una de las comedias británicas más destacadas de 2021, ganadora de los Premios BAFTA 2022 como Mejor Guión de Comedia, Mejor Reparto con guión y Mejor Diseño de vestuario. Sus protagonistas son tan deliciosas y su humor termina siendo tan efectivo que esta mirada algo bobalicona hacia una banda femenina de punk acaba siendo absolutamente seductora. Hay dos elementos que sobresalen en esta comedia producida por Channel 4 en colaboración con la estadounidense Peacock, que recientemente también se han unido para producir el drama The undeclared war (SkyShowtime, 2022): por un lado, rompe con los estereotipos de la representación de la mujer musulmana utilizando precisamente estos tópicos para deconstruirlos utilizando el sentido del humor para contrarrestar la estereotipada visión de la juventud de tercera generación británica que parece marcada por el estigma del cliché. Los títulos de las canciones que interpreta la banda Lady Parts son una definición de este planteamiento: "Nadie va a matar a mi hermana por honor excepto yo", "Bashir tiene una buena barba" o "Voldemort debajo de mi pañuelo". Por otro lado, la protagonista Amina (Anjana Vasan) tiene una vis cómica maravillosa, es una especie de Mr. Bean musulmana a la que todo le sale mal y cuya meta es llevar una vida tradicional con un esposo e hijos, pero que encontrará una forma de liberación personal a través de esta banda de mujeres también musulmanas pero totalmente atípica. 

La serie nació como un cortometraje para el programa de humor de Channel 4 Comedy Blaps, que prácticamente es el primero de los seis episodios, Play something (T1E1), y posteriormente Nida Manzoor, guionista británica de origen paquistaní, recibió el encargo de realizar una temporada completa, a la que se incorporó la plataforma norteamericana Peacock como coproductora. Tomando como referencia influencias admitidas de la película norteamericana This is Spinal Tap (Rob Reiner, 1984) y la sitcom británica Los jóvenes (BBC, 1982), resulta especialmente interesante el trasfondo crítico, no hacia la situación de la mujer musulmana, sino hacia la representación que se hace de la mujer musulmana, como si no pudiera ser extrovertida, divertida o ridícula, dedicándole un episodio, Represent (T1E5). Pero esta mirada crítica también se construye a partir de las amplias y dispares personalidades de las jóvenes componentes de la banda de punk Lady Parts: Saira, cantante y guitarrista, que trabaja en una carnicería halal; Ayesha, baterista, que conduce un coche Uber aguantando las salidas de tono de sus clientes borrachos; Bisma, la bajista, que es dibujante y publica un cómic titulado "The killing period", que tiene lugar en un presente alternativo distópico en el que las mujeres se convierten en asesinas cuando tienen el período; y Momtaz, la mánager, encargada de la difusión en las redes sociales, a la que nunca vemos el rostro porque viste un Niqab, el velo islámico que cubre toda la cara menos los ojos, y que trabaja en una tienda de lencería. We are Lady Parts tiene un tono alegre, optimista, fresco y divertido que acaba siendo un entretenimiento muy recomendable con un trasfondo mucho más profundo de lo que puede parecer. 




Fleishman está en apuros ****
Disney+, 15 de marzo
Creada por Taffy Brodesser-Akner
Dirigida por Jonathan Dayton, Valerie Faris, Alice Wu, Shari Springer Berman, Robert Pulcini

Pendientes de los planes de Bob Iger para Hulu y FX respecto al futuro de Walt Disney, ambos siguen siendo dos de los reductos más solventes de la producción de series de calidad para un perfil adulto. En el caso de que finalmente se opte por la venta, Hulu podría acabar siendo adquirida por Comcast, que cuenta con ventaja por tener ya participaciones en la productora, de forma que su contenido pasaría a formar parte de NBCUniversal, o lo que es lo mismo, Peacock en Estados Unidos y SkyShowtime en parte de Europa. Pero hay otros posibles compradores en el horizonte que incorporarían una buena lista de series destacables. Mientras tanto, llega a su actual plataforma el estreno de Fleishman está en apuros (Disney+, 2022), una de las últimas producciones que ya incluimos en nuestra lista de las 10 mejores series inéditas en España. Protagonizada por Jesse Eisenberg y Claire Danes como una improbable pareja de convicciones judías que se encuentra en pleno proceso de separación, la historia adapta la exitosa primera novela de la escritora norteamericana Taffy Brodeser-Akner Fleishman está en apuros (2019, Ed. Umbriel), adaptada por ella misma, lo que permite una especial fidelidad al texto original, a través de la voz en off de Libby Epstein (Lizzy Caplan), la mejor amiga de ambos. Ella ofrece una perspectiva en tercera persona que se identifica con el espectador, pero que poco a poco irá adquiriendo un tono cada vez más personal, desvelando la verdadera naturaleza de la historia. Lo que consigue hacer con eficacia la serie es describir ese mundo del revés que se representa literalmente con un movimiento circular de la cámara al comienzo y el final de cada episodio, y que revela el caos en el que se acaba convirtiendo la vida de Toby Fleishman (Jesse Eisenberg) cuando debe hacerse cargo de sus dos hijos en el momento en que Rachel (Claire Danes) desaparece literalmente de su vida, añadiendo un toque de misterio a la trama. 

Ella es una exitosa agente de actores que acaba de comenzar una aventura en solitario con su propia agencia, mientras él trabaja en un hospital como un reconocido hepatólogo que introduce sus manos en los órganos internos de los pacientes que ponen sus vidas a su cargo. La serie dedica los primeros episodios a esa especie de subidón que experimenta Toby cuando descubre que la soltería le abre un mundo casi infinito de posibilidades sexuales, pero cuando su vida debe concentrarse en el cuidado de sus hijos Hannah (Meara Mahoney Gross) y Solly (Maxim Swinton), esa especie de limbo paradisíaco del soltero follador se derrumba. Hay algunas metáforas poderosas a lo largo de la serie, como cuando Toby y sus hijos acuden al Museo Americano de Historia Natural en el episodio dedicado a Vantablack (T1E5), donde se encuentra situada una instalación que está compuesta por un espacio diáfano creado con una sustancia que se inventó en una institución militar y que está considerada la más oscura que existe, llegando a absorber el 99,965% de la radiación de luz visible. Esta oscuridad es la misma que se cierne sobre la existencia de Toby; de ahí que cada vez que lo intenta no consiga tener el valor para adentrarse en su interior y afrontar la nada más absoluta. Buena parte de este acierto está en la selección de un dos parejas de directores destacados, como Jonathan Dayton y Valerie Faris, responsables de las películas Pequeña Miss Sunshine (2006) y La batalla de los sexos (2017), y Shari Springer Berman y Robert Pulcini, que dirigieron la notable American splendor (2003) y algunos episodios de Succession (HBO Max, 2018-).

Toby comparte dos amigos, Seth Morris (un excelente aunque infrautilizado Adam Brody) y Libby Epstein (Lizzy Caplan), a la sazón narradora de su historia. Pero conforme la serie se desarrolla, en paralelo con la estructura del libro original, el protagonismo se va diversificando, y llega un momento en el que la tercera persona de Libby se convierte en primera persona, siendo ella la auténtica protagonista. En realidad, ella siempre ha sido la protagonista porque la historia de Toby está contada desde su perspectiva, aportando sus propias opiniones y emociones. Y posteriormente se desvela una de las principales flaquezas de la serie, que es esa misma representación de Toby a través de los tics nerviosos de un actor como Jesse Eisenberg, sobre todo cuando Tiempo para mí (T1E7), protagonizado solo por Rachel y Libby, se revela como el mejor episodio de toda la temporada, una mirada a las inquietudes y las indecisiones de las mujeres frente a la simplicidad de los hombres. Es también el episodio en el que Claire Danes tiene la oportunidad de desplegar su arsenal de gestos hipocondríacos de una manera absorbente, aunque en los flashbacks anteriores en los que hemos visto la evolución de su relación con Toby ya demuestra su talento como actriz. Fleishman está en apuros es una historia sobre la condición humana enfrentada a sus propios miedos, como la soledad o la responsabilidad. Incluso aunque suene conocida esta representación de la familia judía neoyorquina (la misma escritora se convirtió al judaísmo), la serie consigue hacer explotar algunos de los convencionalismos de este reflejo de una sociedad temblorosa.


Fleishman está en apuros se estrena el 15 de marzo en Disney+. 
La maravillosa Sra. Maisel (Temporada 5 y última) se estrena el 24 de abril en Prime Video. 
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Películas mencionadas: 

Puñales por la espalda: El misterio de Glass onion y Okja se pueden ver en Netflix. 
Brick y Superdetective en Hollywood se pueden ver en SkyShowtime. 
El resplandor y American splendor se pueden ver en HBO Max. 
La Tierra es tan azul como una naranja se puede ver en Filmin. 
El gordo y el flaco (Stan & Ollie) y La peor persona del mundo se pueden ver en Movistar+.
Underwater, Depredador 2, Alta fidelidad, Brooklyn, Pequeña Miss Sunshine y La batalla de los sexos se pueden ver en Disney+. 
El Emperador de París se puede ver en Prime Video. 


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