En el año 2004, un compositor conocido aún escasamente, Max Richter, publicó el álbum The Blue Notebooks (2004, FatCat Records). Aunque ciertamente este músico británico nacido en Alemania ya había conseguido un buen recibimiento con su primer disco en solitario, Memoryhouse (2002, FatCat Records), contando nada menos que con la BBC Symphony Orchestra, el impacto que produjo The Blue Notebooks fue destacado en un momento en el que la fusión entre música electrónica y los sonidos orquestales aún no había sufrido el despegue que ahora conocemos. Ahora, 15 años después, Max Richter ha vuelto a grabar el disco completo y ha introducido algunos temas y remezclas nuevas que componen una interesante revisión de un disco elaborado en un contexto social y político que marcaría la futura cohesión mundial con la huella de la mentira y la hipocresía.
The Blue Notebooks nació como respuesta a los acontecimientos que en 2003 desembocarían en la invasión norteamericana de Irak, apoyada (y aplaudida) por el resto del mundo occidental. Conceptualmente, toma su título de los Cuadernos en octava de Franz Kafka (1883-1924), una serie de reflexiones escritas por el filósofo alemán entre 1917 y 1919 que no se publicaron como obra completa hasta muchos años después. Algunos fragmentos, leídos por la actriz Tilda Swinton, aparecen a lo largo del album marcando una línea temática en la que también están presentes algunos poemas del poeta ruso Czeslaw Milosz (1911-2004).
Ciertamente, en este album no parece haber una intención de romper formalmente con la creación musical, más bien está marcado por una concepción tradicional de la composición, marcada más por los autores clásicos que por los aparentemente influyentes músicos contemporáneos, como Philip Glass, con los que se le ha comparado en ocasiones. En The Blue Notebooks predominan los pasajes melódicos más que la transgresión, estructurados en dos partes bien definidas: suites, habitualmente orquestales, mezcladas con algunos interludios, principalmente interpretados por el piano.
Entre las primeras, ha tenido especial trascendencia "On the nature of daylight", melancólica composición que contiene sin embargo una cierta luminosidad, y que ha trascendido su propio contexto para convertirse en pieza clave de algunas películas. Sin embargo, no es la composición más compleja de las que encontramos en el disco. Resulta más elaborada "Shadow journal", perfecta suite que introduce una base electrónica permanente para ir incorporando la melodía a través de una solitaria viola, mientras mantiene una cierta cadencia misteriosa que resulta hipnótica. Es el tema más claramente político del disco, nacido de la sensación de impotencia que Max Richter tenía frente a la violencia de la guerra. El fragmento de un poema de Czeslaw Milosz que suena en la voz de Tilda Swinton habla de la destrucción de las ciudades.
La capacidad melódica de Max Richter se vislumbra especialmente en sus composiciones más breves, en general para piano, en las que consigue crear auténticas gemas musicales en menos de dos minutos. Así ocurre con el bien conocido "Vladimir's blues", que luego sería parte fundamental de la ambientación musical de la serie The leftovers (HBO, 2014-2017). El Vladimir del título se refiere al escritor Vladimir Nabokov (1899-1977), y hace referencia a una de sus principales aficiones, las mariposas. Hay en la pieza algunas referencias tonales a las composiciones para piano de Frédéric Chopin (1810-1849).
Siguiendo la estructura de "On the nature daylight", la pieza final "Written in the sky" propone una vuelta al principio, marcando un cierre completo del album. Esta referencia estructural, marcada por una melodía de nuevo arrebatadora, refleja el intenso trabajo realizado por Max Richter antes de la publicación del disco. Y nos devuelve precisamente a esa composición que, como decíamos antes, ha acabado trascendiendo su propio contexto.
Como músico de cine, Max Richter se dio a conocer especialmente tras su trabajo en el documental de animación Vals con Bashir (Ari Folman, 2008), para el que precisamente utilizó algunos temas del album The Blue Notebooks. Pero, al margen de sus excelentes trabajos para series y películas, comenzó a darse a conocer gracias a la utilización de "On the nature daylight" en filmes de diversa procedencia. Esa finalidad melancólica le han hecho formar parte intrínseca de las imágenes creadas por directores como Marc Forster, Anne Fontaine o Martin Scorsese.
Una de las primeras películas que usó esta composición fue Más extraño que la ficción (Marc Forster, 2006), una excelente historia sobre el mundo de la creación protagonizada por Will Ferrell, Emma Thompson y Dustin Hoffman.
Otros títulos como los franceses Conexión Marsella (Cédric Jiménez, 2014) o Las inocentes (Anne Fontaine, 2016) han utilizado esta pieza, pero es en dos películas especialmente donde su imbricación ha sido total.
Para Shutter island (Martin Scorsese, 2010), el supervisor musical Robbie Robertson decidió utilizar "On the nature daylight" como parte fundamental de la historia. Músico también, Robbie Robertson ha sido colaborador de Martin Scorsese desde que trabajaron juntos en El último vals (Martin Scorsese, 1978), y es el responsable de la magnífica selección musical de casi todas sus películas posteriores. El excelente gusto musical de Robbie Robertson le llevó a realizar un experimento que acabó siendo certero y exquisito: realizar un smash-up de la canción "This bitter Earth" extrayendo la voz de Dinah Washington e incorporándola a la pieza compuesta por Max Richter, dando lugar a uno de los más hermosos (y fantasmagóricos) fragmentos musicales que hemos escuchando en mucho tiempo. Tal fue su acierto que el propio Max Richter ha querido introducir esta versión en la última edición del álbum The Blue Notebooks.
Por su parte, La llegada (Denis Villeneuve, 2016) incorpora "On the nature daylight" al comienzo y al final de la película, y se convierte también en una pieza clave de la película, no solo desde el punto de vista temático, sino también como elemento indispensable para darle esa estructura cerrada que tiene. Tan es así, que fue la razón esgrimida por la Academia de Hollywood para eliminar la candidatura al Oscar del trabajo realizado por el compositor Jóhan Jóhannsson, en una decisión polémica y ciertamente injusta.
La nueva edición de The Blue Notebooks incorpora, en el segundo CD de la edición física, algunas novedades. Entre ellas, una nueva pieza de piano que completa en cierta manera esos interludios marcados en el disco original. "A catalogue of afternoons", en todo caso, parece más un requerimiento de la compañía discográfica que una composición realmente personal, y sirve solo, en su, como siempre, elegante ejecución, como una especie de introducción de las novedades que completan esta publicación. Entre ellas, dos versiones de "On the nature daylight": una interpretada por una orquesta completa, y la versión "On the nature daylight (Entropy)", que devuelve el concepto original de la pieza para cuarteto de cuerda.
Entre las últimas puestas en escena que esta composición ha inspirado se encuentra un videoclip que sirve como promoción de esta edición de The Blue Notebooks por sus 15 años de existencia. Dirigido por George Belfield, tiene como protagonista a la actriz Elisabeth Moss, que confesaba recientemente inspirarse habitualmente en esta pieza de Max Richter para incorporar a sus personajes, entre ellas ese intenso trabajo emocional que lleva a cabo en la espléndida serie The handmaid's tale (Hulu, 2017-), cuya segunda temporada está a punto de concluir. Se trata de un videoclip sencillo que quizás consigue capturar más la superficie que la profundidad emocional de la pieza, en el que la cámara sigue a Elisabeth Moss a lo largo de una larga caminata tras recibir una noticia por teléfono, y que acaba en una catarsis afectiva. En cierto modo, parece inspirarse en el videoclip de Radiohead para la canción "Daydreaming", en el que seguíamos a Thom Yorke mientras caminaba por distintos espacios. Pero si en aquel caso existía una profunda carga simbólica y de introspección vital (esas 23 puertas que cruza el músico que simbolizan sus 23 años de matrimonio), aquí encontramos menos intensidad pero no por ello resulta menos emocionante, especialmente gracias a esa sensación de sufrimiento que sabe transmitir la actriz norteamericana.