La muerte de Heath Ledger ha conmocionado a los aficionados al cine, por su juventud pero también por sus buenas maneras como actor cada vez más completo. Hace una semana, un actor más joven. Brad Renfro, también era hallado muerto, pero pasó más desapercibido.
Brad Renfro, 25 años. Heath Ledger, 28 años. Jóvenes actores que se toparon con la fama y soportaron mal sus consecuencias. Pero no parece que ninguno decidiera quitarse la vida. En el primer caso, unos antecedentes que le conectaban directamente con el mundo de la droga (recientemente fue condenado por comprar heroína), le sitúan en el contexto más claro del famoso hundido bajo su propia popularidad, sin lograr deshacerse de la presión a la que estaba sometido. Brad Renfro fue un niño con capacidad para compartir plano con dos actores de altura como Tommy Lee Jones y Susan Sarandon en El cliente, y más tarde supo dar la réplica sin achantarse a otro actor de raza como Ian McKellen en Verano de corrupción. Lo cual, desde luego, no es moco de pavo. Pero después no supo, o no quiso, enderezar su carrera y acabó haciendo pequeños papeles en películas más o menos decentes, pero muchas de escasa trascendencia. Fue un caso claro de actor infravalorado por sí mismo. O quizás poco interesado en una carrera que al final acabó siendo, solamente, una forma de sustento. Porque muchas veces los espectadores creemos que todos los que están en la pantalla tienen la pasión por el cine que nosotros tenemos. Eso, en muchas ocasiones, es falso.
La muerte de Heath Ledger nos ha cogido más por sorpresa, porque su carrera sí que tenía un futuro prometedor, y él sí que era un actor que luchó por estar en la pantalla desde su Australia original. A pesar de producciones de gran presupuesto poco recomendables, como Destino de caballero o 10 razones para odiarte, Ledger se empeñó en tomar las riendas de su trabajo y pasarse por el forro las recomendaciones de agentes codiciosos para meterse en proyectos muchas veces de menos presupuesto y en ocasiones de resultados medianos (Ned Kelly, Candy). Curiosamente, en Candy, una película irregular y a veces insoportable, interpreta a un artista que coquetea con las drogas. Aunque todo parece indicar que la sobredosis que provocó la muerte del actor provino más de ansiolíticos que de productos ilegales. Con Brokeback mountain, consiguió uno de esos papeles que marcan la carrera de un actor, le llevó a la nominación al Oscar y le situó en un nivel de popularidad que también provocó numerosos altercados con los buitres de la prensa.
En una de sus últimas películas, I’m not there, Heath Ledger interpreta uno de los alter egos de Bob Dylan (Cate Blanchet es otro, y le ha valido una nominación al Oscar, mientras que Christian Bale y Richard Gere hacen lo propio). Sin duda, otra de esas películas (un poco larga, un poco dispersa) en las que Ledger supo construir un personaje a su medida y dio muestras de madurez.
Las vidas privadas de estos dos jóvenes convertidos en objeto de veneración también marcaron su forma de enfrentarse a la popularidad. De Brad Renfro se ha dado a conocer un hijo secreto que vive actualmente en Japón, y al que el actor estaba obsesionado en mantener alejado de la prensa. Heath Ledger se separó de su esposa Michelle Williams (compañera de trabajo en Brokeback mountain), hace unos meses, tras varios años de relación y una hija juntos. La separación parece que le afectó especialmente.
Cuando se ven los entresijos ficticios de Hollywood en clave de comedia en la serie Entourage (El séquito), uno se imagina que buena parte de lo más increíble que nos cuentan debe estar basado en la realidad. Pero la visión irónica de la jungla del famoseo se convierte en drama vital cuando en días como estos se lleva por delante a prometedoras futuras estrellas.