29 noviembre, 2020

58 Festival de Cine de Gijón: Ganadores

Fin de semana intenso en cuanto a festivales cinematográficos, con la clausura del Festival Internacional de Cine de Gijón y el Festival de Cine Independiente. L'Alternativa, además del palmarés del IDFA. Festival Internacional de Documentales de Amsterdam. Son muestras cinematográficas que se han transformado en formato online o híbrido, y a las que hemos ido siguiendo la pista durante toda esta semana. A continuación dedicamos nuestra crónica de hoy a algunas de las principales ganadoras del Festival Internacional de Cine de Gijón. FICX 2020. 

Película de Clausura

Un blues para Teherán
Javier Tolentino
España

Estamos ante un homenaje a la creación artística de Irán, que tiene como reflejo el cine de directores como Abbas Kiarostami, Mohsen Makhmalbaf o Jafar Panahi, y que se define como un documental musical que realiza un recorrido por diversas composiciones tradicionales para adentrarse también en la idiosincrasia de un país que a veces se enfrenta a sus propias contradicciones. En una escena que tiene lugar en una peluquería, se establece una conversación sobre por qué en las películas iraníes habitualmente no hay música. Al final no hay una respuesta demasiado certera hacia esta circunstancia. Y en cierto modo, esta conversación también define al propio documental, que no termina de elaborar un discurso complejo, ni reflexionar demasiado profundamente sobre la cultura iraní. Es una especie de visión turística, centrada más en los sonidos tradicionales que en la intensa mezcla de estilos que enlazan la influencia occidental con la cultura musical iraní. El documental Raving Iran (Sue Meures, 2016), por ejemplo, se acercaba a la organización de raves de música house que funcionaban como forma de protesta contra las restricciones del gobierno. Porque en países como Irán, la cultura siempre es un instrumento para reivindicar la libertad frente a la opresión. Musicalmente, Un blues para teherán es interesante, pero como reflejo de las complejidades de un país como Irán se queda corta. 

Mejor Largometraje Oficial Retueyos (ex-aequo)
Premio Mejor Actriz (Grażyna Misiorowska)

Marygoround ***
Daria Woszek
Polonia

La directora Daria Woszek aborda su primer largometraje con una comedia negra que tiene un perfil de personaje poco representado en el cine. El día de su 50 cumpleaños, la protagonista visita al ginecólogo, y la actitud de este hombre intrusiva y maleducada (haciendo preguntas sobre su virginidad) muestra el tipo de personalidad machista a la que suponemos se ha enfrentado ella a lo largo de su vida. El médico le receta unos parches de estrógeno para la menopausia y un error en la dosificación la lleva a sufrir una serie de alucinaciones que, de alguna manera, funcionan también como una representación de esa cierta liberación que provoca su menopausia. Es un viaje colorista, en la que la realidad y la fantasía se mezclan, que permite a la directora construir un universo lleno de azules y de violetas que manifiestan el estado de ánimo de la protagonista. No se trata de un viaje de transformación, pero sí hay un sentimiento de sensualidad en esos cincuenta años, que desata una existencia reprimida. Es una película que tiene mejor consistencia en la forma que en el contenido, y que gana en las secuencias más alocadas. Esta producción polaca fue seleccionada para el SXSW Festival, que se canceló debido al coronavirus, y finalmente se incluyó en la Sección Oficial del Fantasia Film Festival, donde obtuvo los Cheval Noir Awards a Mejor Película, Mejor Directora y Mejor Actriz.


Mejor Largometraje Oficial Retueyos (ex-aequo)

9 fugas ****
Fon Cortizo
España

Construida a partir de la composición de música original, que el director encargó a un grupo de músicos antes de escribir el guión, dándoles una serie de notas en torno a la historia, esta propuesta es una de las más singulares que se han realizado en nuestro país durante este año. En cierto modo, se trata de un thriller que discurre a lo largo de tres momentos diferentes, y cuyas conexiones narrativas iremos descubriendo a lo largo del desarrollo de la historia. La memoria es el tema principal en un argumento que maneja varios tiempos, y que también reflexiona sobre la coexistencia de diferentes realidades. Sin plantear una trama especialmente compleja, el director consigue una estructura inteligente, que va dosificando la información y enlazando las diferentes historias que se nos narran. El ejercicio de la memoria comienza cuando la protagonista se acerca a una isla que fue prisión durante la época franquista ("algunos la llamaban cárcel, pero era un auténtico campo de concentración", dice un marinero), y que más tarde descubriremos que ha vuelto a convertirse en un presidio. Hay también imágenes de una ciudad que parece post-apocalíptica, que recorren dos sanitarias en una ambulancia. La música, atonal, experimental, provoca en la película una sensación extraña, misteriosa, incluso peligrosa. 

Premio a la Distribución: Stray (Elizabeth Lo, 2020)
Mejor Actor: Conrad Mericoffer por Poppy Field (Eugen Jebeleanu, 2020)

Mejor Largometraje Oficial Albar

First cow ****
Kelly Reichardt
EE.UU.

Ganador del Premio del Jurado en Deauville 2020, es un western con mirada femenina, a través de la historia de un cocinero y de un inmigrante chino. Se trata de otra de esas grandes películas de la realizadora Kelly Reichardt, responsable de títulos como Wendy & Lucy (2008) o Certain women (2016), que de nuevo nos ofrece un punto de vista muy particular en torno a personajes que tratan de adaptarse a un ambiente que les resulta extraño, construidos con paciencia pero gran complejidad. "¿En qué se parece un panadero a un mendigo? Ambos necesitan pan". Esta es una historia de panaderos y mendigos. Ricos y pobres. De los que pueden comprar una vaca y de los que tienen que robarle la leche. El cine de Kelly Reichardt es silencioso pero profundo. La directora norteamericana sabe construir personajes que se van desarrollando pacientemente pero con gran complejidad. Y en cierto modo consigue con ésta ofrecer una lectura diferente del género western, alejándose de las habituales historias de construcción de una nación para mostrar eso mismo, pero desde otro punto de vista. First cow es una película radical que habla de las raíces del capitalismo a través de una historia de amistad. Aunque su estreno fue uno de los afectados por la llegada del coronavirus, que la sepultó en medio de indecisiones por parte de la distribuidora, recientemente la película ha tenido un nuevo renacer con sus cuatro nominaciones a los Gotham Independent Film Awards: Mejor Película, Guión, Actor y Actor debutante. 

Premio a la Distribución: Isabella (Matías Piñeiro, 2020)
Premio Especial del Jurado: Notes from the Underworld (Tizza Covi, Rainer Frimmel, 2020)

Mejor Largometraje Oficial Tierres en Trance

Chaco ****
Diego Mondaca
Bolivia, Argentina

En esta producción que ha llevado al director a trasladar la memoria familiar a través de la experiencia de su abuelo, se habla de una de esas guerras desconocidas, la que enfrentó a Bolivia y Paraguay desde el año 1932 en el denominado Gran Chaco, una zona limítrofe disputada por ambos países. Pero tras esta guerra se escondían dos compañías petrolíferas que intentaban asegurarse un territorio rico en petróleo: la norteamericana Standard Oil y la holandesa Shell. Diego Mondaca realiza una película de guerra sin guerra, una historia en la que los soldados no mueren por las balas sino de hambre y sed. En los últimos estertores de esta contienda, un grupo de soldados quechuas y aymaras, las tribus que fueron llevadas a una guerra en la que no tenían ningún interés, tratan de sobrevivir mientras llevan a cabo una misión cuyo objetivo ya ni siquiera existe. Cuando de hecho se encuentran en el camino con miembros de una tribu y les preguntan: "¿Sois bolivianos o paraguayos?", los indígenas miran con extrañeza. Las nacionalidades no existen, están perdidas en interminables conflictos. La película plantea una mirada sosegada, quizás demasiado. Pero contiene imágenes que permanecen en la memoria.

Premio FIPRESCI Mejor Dirección
Premio del Público
Premio Guión
Premio Europa Joven

La calle del agua ***
Celia Viada Caso
España

La directora de este premiado documental comenta que, tras realizar diversas entrevistas a personas de la localidad asturiana de Corao, de donde nunca salió la protagonista, la desconocida fotógrafa Benjamina Miyar, decidió cambiar el enfoque de su película. Porque la memoria de las personas, muchas de ellas ancianas, y cierta reticencia a adentrarse en los recuerdos de una mujer que fue luchadora republicana en un pueblo que, suponemos, tuvo una tendencia ideológica más cercana al franquismo, no conseguían construir un perfil completo. De hecho, pocas son las fotografías que se conservan, porque gran parte de ellas fueron arrojadas al río o quemadas debido a las represalias. De forma que el documental se construye básicamente sobre la narración de la propia directora, y la mezcla de imágenes de archivo y grabaciones actuales. Con un montaje acertado, aunque usando esa tendencia al "maquilllaje" sonoro del las fotografías antiguas, que supone una deliberada manipulación de la memoria, el documental trata de construir un retrato más o menos claro sobre el personaje, pero se nota que hay falta de material de apoyo. No funciona, por ejemplo, la conexión con el presente, que parece más un relleno que una aportación sólida, y juega en su contra cierto tono de trascendencia que la directora aporta a su narración. 

Premio Jurado Joven: Como el cielo después de llover (Mercedes Gaviria Jaramillo, 2020)

Mejor Largometraje Español: Entre perro y lobo (Irene Gutiérrez, 2020)
Mejor Directora: Irene Gutierrez por Entre perro y lobo (España, Cuba, 2020)
Mención Especial del Jurado: Transoceánicas (Meritxel Colell, Lucía Vassallo, 2020)



28 noviembre, 2020

IDFA - Parte 3: Ganadores

El Festival Internacional de Documentales de Amsterdam está a punto de concluir, con la ceremonia de entrega de premios virtual que se celebró el jueves. Aunque seguiremos ofreciendo crónicas de las películas que han pasado por el IDFA durante la próxima semana, porque hasta el 6 de diciembre es posible visionar su amplia programación. Un festival, como la mayoría de los que se han celebrado en los últimos meses, marcado por las restricciones del coronavirus, que en Holanda finalmente permitió celebrar proyecciones presenciales limitadas, debido a la reapertura de cines el pasado 19 de noviembre. Pero las grandes cifras del IDFA de este año provienen de su edición online, con 62.000 visionados y más de 3.000 invitados, cifra que se ampliará porque muchos de los visionados online para la industria siguen disponibles una semana más. A continuación repasamos las películas que han conseguido los principales premios en esta edición del IDFA. Festival Internacional de Documentales de Amsterdam.

Premio IDFA Mejor Largometraje Documental
Premio IDFA ReFrame al Mejor uso de material de archivo

Radiograph of a family  ***
Firouzeh Khosrovani
Noruega, Irán, Suiza

Es, literalmente, una radiografía familiar. La directora se adentra en la historia de sus padres a través de una narración en primera persona y fotografías y grabaciones familiares. "Mi madre se enamoró de la fotografía de mi padre". Firouzeh Khosrovani define así la relación de sus padres al principio de la película. Lo que describe certeramente el escaso conocimiento que tenían el uno del otro cuando se comprometieron en matrimonio. De origen iraní, su padre se desplazó a Suiza para desarrollar su profesión, seducido por la vida en Occidente, lejos de la opresión de su país. La madre también se reunió con él, pero sus convicciones y su forma de vida estaban más cerca de la tradicional sociedad iraní. La directora describe todo un proceso de descomposición de un matrimonio que se ve agravado cuando deciden regresar a Irán, para que su hija, la que contará años más tarde esta historia, nazca en su país de origen (a petición de la madre).


Desde la historia personal y familiar, Firouzeh Khosrovani, que ha tratado en algunos cortometrajes documentales como Rough cut (2008) el papel de la mujer en la sociedad iraní, construye también la reciente historia de su país. Ella nació en 1971, y la Revolución de 1979 la cogió en su niñez, pero sus padres experimentaron con contundencia el regreso del Ayatollah Jomeini de su exilio en París y la imposición de un país que se desconectaba de los Estados Unidos y se enroscaba en un estado político-religioso opresor. Esta separación provocó también la división literal de su casa en dos partes, una habitada por su padre, y la otra por su madre, cada vez más radicalizada. Es interesante el hecho de que sea la madre la que toma la postura más conservadora. Hay momentos de gran brillantez en la película, como la habitación por la que discurre la cámara lentamente, que se convierte en reflejo del paso del tiempo y representación de la desintegración familiar. O esa escena en la que se completan fotografías que la madre rompió para deshacerse del pasado. Hay también elementos que distorsionan la realidad, y que resultan artificiales, como los diálogos en off interpretados por actores en la primera parte, o la sonorización "actual" de las imágenes de archivo, que falsifican de alguna forma el relato. En este sentido, nos parece más efectiva y honesta la utilización del material de archivo familiar en La vida dormida (Natalia Labaké, 2020), Mención Especial, que usa el montaje, no la manipulación de las imágenes.    

Premio IDFA Mejor Primera Aparición

This rain will never stop  ****
Alina Gorlova
Ucrania, Letonia, Alemania, Qatar

Rodada con una absorbente fotografía en blanco y negro, estamos ante un documental que habla de la guerra con una puesta en escena de gran impacto visual. La historia acompaña a un joven refugiado sirio que huye de la guerra con su familia y se instala en la ciudad natal de su madre, en Ucrania, justo en el momento en el que comienza la Guerra del Donbass, en el sureste del país. Al final, se desprende de un conflicto armado y acaba metido en otro. Su trabajo como voluntario de la Cruz Roja le lleva, precisamente, al centro de la lucha armada, así que de alguna forma este joven tiene en sus genes la educación de la guerra, la necesidad de ayudar en los momentos más cruentos. Dividido en once capítulos, que van del cero al nueve y regresa al cero en el epílogo (el regreso es también uno de los temas principales, que conforma una de las secuencias más emotivas, cuando el joven se encuentra con su familia en Irak), el documental mezcla el formato habitual de seguimiento observacional, sin entrevistas ni material de archivo, con una espectacular fusión de imagen y montaje que ofrece una visión del horror de la guerra que se transmite a través de sensaciones. 


Este recorrido por los tiempos de la paz y la guerra también es un viaje físico, porque el protagonista tiene a su familia dividida entre Ucrania, Alemania, Irak y Siria. Asistimos a una especie de proceso cinematográfico de arte y ensayo, una propuesta nada esperanzadora, apoyada por una visión oscura, tenebrosa, a la que contribuye el espléndido trabajo del director de fotografía Viacheslav Tsvietkov, que también realizó un trabajo notable en The Earth is blue as an orange (Irina Tsyliks, 2020), que pudimos ver recientemente en la programación de Zinebi. Podríamos decir que es casi un documental de arte y ensayo sobre la representación de la guerra, y una de las propuestas más absorbentes que hemos visto este año. 

Premio IDFA Mejor Mediometraje Documental

The wheel  ****
Nomin Lkhagvasuren
Mongolia

Esta producción de 52 minutos se centra en un tema sorprendente. La directora aborda la contradicción a la que se enfrenta la sociedad de Mongolia, adaptada a las maneras de Occidente, abandonando su estilo de vida nómada, pero también sometida a los problemas que conlleva ser un país metido de lleno en el sistema capitalista. Y lo hace a través de entrevistas a familiares de víctimas de suicidios, que están provocados por la depresión, el desempleo, la falta de recursos o los desengaños amorosos. Este contagio de los males psicológicos que afectan a un sistema basado en la economía y el trabajo, que es radicalmente opuesto al estilo de vida nómada, ha convertido a Mongolia en un país en el que cada día una persona se suicida o intenta suicidarse. Hay una sensación de diván psicológico en las confesiones de los protagonistas, porque además el suicidio es un tema que parece tabú, que provoca incomprensión y vergüenza. Es un documental ciertamente sobrecogedor, que retrata a un país sumido en la pobreza, y a una sociedad que ha perdido la esperanza. 

Premio IDFA Mejor Documental Holandés

Dealing with death  **
Paul Sin Nam Rigter
Holanda

La construcción de una gran funeraria en una zona de Amsterdam donde conviven numerosas nacionalidades es la parte central de este documental. La responsable de llevar a cabo este proyecto es una profesional que trata de recoger a través de reuniones con diferentes comunidades, africanas, musulmanas, cristianas, las necesidades que requieren estas diferentes culturas para adaptarse a sus particulares ritos funerarios. El seguimiento durante varios años a este proyecto permite a esta producción realizar una composición diferencial de las formas distintas de despedirse de los fallecidos. Y la protagonista, Anita, sufre también un cambio importante en su forma de acercarse a estas realidades conforme se va desarrollando la historia, desde un entusiasmo contagioso al principio, hasta una cierta desolación al final, amplificada por el hecho de que ella misma se enfrenta a la muerte de su padre. 


Este retrato del personaje principal es lo más interesante, porque nos permite comprobar cómo una profesional que trabaja todos los días en una funeraria vive en primera persona la muerte de un familiar. Y cómo su visión de la vejez y la muerte son radicales: "Antes de tener que depender de alguien, prefiero morirme". Pero, al margen de este perfil que resulta interesante, el documental se dedica a ofrecer una visión que acaba siendo más bien anecdótica de algunos actos fúnebres (realiza un paralelismo entre un funeral cristiano y uno africano), que da como resultado una aproximación más bien superficial. 

Premio IDFA Mejor Documental de Estudiante

Boyi-Biyo  ***
Anne Bertille Vopiande Ndeysseit
República Centroafricana, Francia

La joven directora centroafricana Anne Bertille Vopiande, nacida en 1994, ha participado en los Talleres Varan de Cine Documental que imparte esta escuela de cine francesa en diversos países africanos y latinoamericanos. Trabajó como ayudante de electricista en el rodaje de la película Camille (Boris Lojkine, 2019), y ha dirigido con éste su primer documental. El protagonista es un joven que trabaja en la industria cárnica, pero cuyo sueño es ser corredor de maratón, algo para lo que no recibe el apoyo de su esposa ni de algunos amigos ("las carreras no dan dinero", dice la esposa). Pero, a pesar de las reticencias, el protagonista está empeñado en lograr su objetivo. La joven directora consigue ofrecer un efectivo retrato personal, pero con una interesante contextualización en el entorno de un país apremiado por la pobreza y la dificultad para sobrevivir. Es un documental directo, con algunas representaciones de la realidad que no terminan de resultar naturales, pero con una narrativa muy acertada. 

Premio IDFA Mejor Cortometraje Documental

Imperdonable  ****
Marlén Viñayo
El Salvador

Ya comentamos este cortometraje en nuestra primera crónica del IDFA, ganador también del Premio al Mejor Cortometraje Internacional en Hot Docs. La directora española, nacida en León, pero residente desde 2013 en El Salvador, donde fundó su propia productora de documentales, nos acerca a una realidad de la que se no se habla demasiado, en torno a un joven homosexual. El protagonista se incorporó a la Mara Barrio 18 cuando tenía 12 años, y ha sido condenado a prisión por diversos delitos hasta el año 2048. Los presos homosexuales están aislados en una celda común para evitar represalias o actos de violencia contra ellos, lo que se convierte en una doble prisión. Hay una constante dicotomía en el cortometraje de Marlén Viñayo. Por ejemplo, en el retrato del protagonista, cuya personalidad parece casi infantil, pero que también ha sido responsable de decenas de asesinatos y está condenado incluso por violación. Lo más terrible, sin embargo, lo vemos en las instituciones. Cuando debe pasar por un examen psicológico para poder conseguir el permiso para su traslado, las preguntas que le hacen son terribles, dolorosas, ridículas, marcadas por el estigma: "¿Cree que es una persona más sensible que los demás?, ¿ha participado en prácticas sexuales poco comunes?, ¿le gusta a usted cultivar plantas y flores en su casa?". Un trabajo notable, de imágenes formal y emocionalmente muy contundentes, que transmite humanidad con una mirada lúcida. 



27 noviembre, 2020

L'Alternativa: Construir cine independiente


La situación provocada por el coronavirus durante el año 2020 ha conducido a un vaivén en la apertura de las salas cinematográficas que no era deseado por nadie, pero que ha obligado también a los organizadores de festivales de cine a improvisar soluciones sobre la marcha. Hay festivales, sin embargo, que desde el mes de marzo, siendo conscientes de la situación confusa que se avecinaba, han venido trabajando en un formato híbrido, preparados para cualquier eventualidad que condujera a la cancelación del formato presencial, mientras que otros se han empeñado en mantener un formato tradicional y finalmente se han visto obligados a organizar un encuentro presencial sin apenas espectadores ni invitados, y un semi-formato online incompleto y mal diseñado. A ello se une la idea equivocada de que para un festival online no hace falta mucho personal. Y al final ocurre lo que le ha pasado al Festival de Estocolmo, cuya programación online ha sido defectuosa. 

L'Alternativa es uno de los festivales que venían trabajando en un formato híbrido desde hace meses, lo que les ha permitido negociar con las distribuidoras y productoras teniendo en mente la difusión de las películas en ambos formatos. Al final, debido a las restricciones decididas por el Govern de Cataluña, el 27º Festival de Cine Independiente de Barcelona se vio obligado a suspender sus proyecciones y encuentros presenciales y apostar solamente por la presencia online, a través de su canal en la plataforma Filmin. Entre el 16 y el 29 de noviembre se está celebrando esta edición, que lo consolida como uno de los festivales más destacados del panorama español. 

Además en un mes de noviembre que ha venido repleto de ofertas de festivales, casi diríamos que con sobrecarga en Filmin. Junto a L'Alternativa, actualmente se pueden visionar en esta plataforma el Festival Internacional de Cine de Gijón (hasta el 29 de noviembre), Asian Film Festival de Barcelona (que amplió su programación hasta el 29 de noviembre), Festival Internacional de Cine de Cartagena (hasta el 28 de noviembre), Rec. Festival Internacional de Cine de Tarragona (del 26 de noviembre al 16 de diciembre), Festival de Cine Coreano (del 27 de noviembre al 8 de diciembre), Dart Festival. Festival de Cine Documental sobre Arte Contemporáneo (26 de noviembre al 9 de diciembre), Barcelona African Film Festival (26 de noviembre al 6 de diciembre) y el World Press Photo (hasta el 20 de diciembre). 

La programación de L'Alternativa se divide en tres secciones competitivas, además de otras secciones paralelas y diversas Masterclass y encuentros con cineastas. El Festival Internacional de Cine Independiente de Barcelona se inauguró con una de las películas más esperadas del momento, el documental El año del descubrimiento (Luis López Carrasco, 2020), del que ya hablamos en una crónica anterior, y se clausura este sábado con la película Epicentro (Hubert Sauper, 2020), ganadora del Gran Premio del Jurado en Sundance y proyectada en la sección Tiempo de Historia de la Seminci de Valladolid, que se podrá alquilar en Filmin desde el 28 de noviembre y también tendrá una proyección presencial en los cines Maldà. 

Hubert Sauper, director de La pesadilla de Darwin (2004) habla al comienzo de su documental de Utopía, un lugar soñado pero al mismo tiempo inexistente. Es una representación sutil de un país como Cuba, una especie de territorio que parece primitivo, pero al mismo tiempo está lleno de alegría. El documental también habla de la colonización, la histórica que llevaron a cabo los españoles en Cuba, pero también la presente, a través del turismo y de los medios de comunicación. El cine se propone como un instrumento de colonización, una especie de herramienta que conecta con los espectadores, pero que al mismo tiempo también los adoctrina. Las películas de Chaplin fascinan a los niños mientras las ven, y su nieta, la actriz española Oona Chaplin, aparece ante la cámara como una representación de ese cine antiguo, de ese entretenimiento que también tenía un planteamiento político. Epicentro es un documental que, dentro de su simplicidad, habla de muchos temas de interés, y conforma un retrato certero de las contradicciones y la belleza de Cuba.


En la Sección Oficial Internacional se pueden ver hasta el domingo algunos títulos interesantes, dotados de esa impronta de cine alternativo que utiliza lenguajes diversos para contar sus historias. Es el caso de la brasileña Um filme de verão (Jo Serfaty, 2019), una película que surge de un diario escrito por los cuatro protagonistas, y que se ha convertido en la base de este documental. Estos jóvenes representan, en medio del caluroso verano de Río de Janeiro, las inquietudes de un país complejo, que en cierta manera resulta opresivo. Pero ellos mantienen sus aspiraciones: Karol quiere vivir a Japón, Junior se filma y se reafirma como un personaje que quiere huir del ruido de la gran ciudad, pero cuando se encuentra en el campo, echa de menos el ruido de Rio de Janeiro. En una construcción irregular a veces, que está a medio camino entre la realidad y la ficción, posiblemente la visión más clara es la de Junior, el joven que se graba a sí mismo con una cámara, reflejando su juventud, su mirada al futuro en un país que tiene un futuro incierto. 

También el protagonista de Victoria (Sofie Benoot, Liesbeth De Ceulaer, Isabelle Tollenaere, 2019), un joven padre que decide abandonar Los Angeles con su familia para ir a vivir a una ciudad fantasma en medio del desierto, escribe una especie de diario en el que cuenta su experiencia. Ganador del Caligari Film Prize en el Festival de Berlín, de un Premio Especial en el IndieLisboa y del Premio al Mejor Documental en el Festival Play-Doc, este perfil de una ciudad que fue abandonada, y de la que quedan casas construidas en un desierto y calles con nombre pero sin personas, es un reflejo de una América fallida. En la escuela de adultos a la que asiste el protagonista se enseña la historia de los pioneros, los que llegaron a tierras norteamericanas para construir un país. Pero se cuestiona el resultado final de esa construcción. El protagonista se transforma en una especie de pionero también, observando el desierto que le rodea, reflexionando sobre lo que ha sido y lo que será, limpiando calles arenosas por las que seguramente nunca pasará nadie, y dando nuevos nombres al paisaje. La ciudad ya no se llama Cal City, sino Victoria. 


Casi diríamos que tiene el aspecto de los primeros pioneros el personaje al que acompañamos en el documental A shape of things to come (J.P. Sniadecki, Lisa Malloy, 2020), que toma su título de la novela de H.G. Wells "Esquema de los tiempos futuros" (1933) y de hecho construye una fantasía de aspecto futurista que conecta el comienzo y el final de la historia. En la novela, el escritor ponía en contradicción la aspiración del individuo de una vida feliz y la necesidad del progreso para la humanidad. En la película, Sundog, el protagonista, también libra una particular batalla entre su aspiración a "disfrutar de su vida en el planeta" con las huellas del progreso que disturban su objetivo, representado en torres de telecomunicaciones y aviones que pasan con un ruido ensordecedor. Es una mirada antropológica a un humano solitario, que está en conexión plena con la naturaleza (aunque tampoco renuncia a algunas virtudes de los nuevos tiempos). Como en su anterior película, El mar La mar (J.P. Sniadecki, Joshua Bonnetta, 2017), que conectaba los sonidos y las sensaciones del desierto de Sonora con las travesías de inmigrantes cerca de la frontera con México, esta película también tiene una textura muy paisajística. Fue durante el rodaje de ese documental cuando el director conoció a Sundog y decidió acompañarlo en esta aventura solitaria que resulta absorbente. Pero el desierto también esconde peligros y la vida del hombre solitario puede estar abocada a la fatalidad.

De alguna manera, esta envoltura sensorial con la naturaleza también está presente en la película brasileña A febre (Maya Da-Rin, 2019) y en el documental español Camagroga (Alfonso Amador, 2020). La primera obtuvo el Premio FIPRESCI y el Premio al Mejor Actor en el Festival de Locarno y se centra en la dificultad de adaptación de los indígenas a la vida en una ciudad que para ellos resulta hostil. Hay un paralelismo entre el protagonista de esta película y Sundog, en el sentido de su conexión con la naturaleza, mucho más "amable" para ellos. La diferencia es que Sundog puede permitirse el lujo de vivir a su manera, mientras que los indígenas brasileños, expulsados de sus tierras, de su conjunción con la naturaleza, se ven sometidos a trabajos adversos en un entorno adverso. Esta fiebre que sufre el protagonista es una enfermedad del alma, que muestra la hipocresía de una sociedad que habla de integración de los indígenas cuando ha sido la responsable de su desintegración. La directora, curtida en el género documental, trabaja con actores no profesionales y establece a través de la imagen y un diseño de sonido envolvente, una confrontación entre la ciudad y la selva, para mostrar la alienación de su protagonista. Esta envoltura sonora ayuda al efecto hipnótico, pero el ritmo de la historia produce una sensación narcótica.


Por su parte, el documental Camagroga (Alfonso Amador, 2020), que formó parte de la programación de Sheffield, DocLisboa y Dok Leipzig,  nos propone una mirada a La Huerta de Valencia a través de tres generaciones de una familia que se dedica a cultivar chufa para la elaboración de horchata. El director divide la narración en cuatro partes que se corresponden con las estaciones del año, de forma que asistimos al proceso de cultivo de modo minucioso, quizás demasiado. Y utiliza el formato 4:3 con bordes redondeados que le da a la película un aire de archivo audiovisual de la memoria. Es un documental pausado, casi como las propias vidas de los agricultores que retrata, con los que en ocasiones entabla conversaciones que hablan sobre la escasa rentabilidad del negocio en un mundo industrializado, sobre la forma de trabajar en el pasado, sobre la incorporación de la emigración al cultivo... Es un homenaje a la tierra, con una ausencia de la figura humana en buena parte de su metraje, o con una presencia secundaria en todo caso, pero sembrando a lo largo del metraje momentos de reflexión que nos enfrentan a esta amenaza de un futuro incierto a un pasado agonizante. La mirada del director es básicamente contemplativa, con apenas intervenciones, sin información adicional. Lo que quiere expresar lo hace a través de las imágenes (a veces a través de las palabras de los agricultores), y requiere del espectador una atención especial a los pequeños detalles. 

Una de las propuestas más iconoclastas de la programación de L'Alternativa es Fauna (Nicolás Pereda, 2020), la última película del director mexicano que ha visitado el festival en anteriores ocasiones. Ahora presenta uno de esos trabajos en los que suele caminar por los bordes del surrealismo, a través de una historia o historias que son al mismo tiempo interpretadas y creadas por los personajes, una especie de reflexión en torno al proceso creativo que utiliza recursos como el humor o el absurdo para construir una puesta en escena muy particular. En una de las secuencias más logradas de la película, Francisco Barreiro se interpreta a sí mismo como un actor que ha cosechado cierta resonancia internacional por participar en la serie Narcos: México (Netflix, 2018-), y unos vecinos le piden que recree la escena en la que trabajó. Es una situación que provoca una sonrisa pero al mismo tiempo transmite cierta incomodidad, y reflexiona sobre esta mitificación de la violencia que ofrecen las series blockbuster. Hay una doble narrativa, una transformación de personajes (con una peluca el personaje cambia), una transparencia del artificio que hacen que sea una película que provoca extrañeza pero al mismo tiempo tiene un gran poder de fascinación.  


Petit samedi (Paloma Sermon-Daï, 2020), que se adentra en la relación entre un drogadicto y su madre, ganó el Premio al Mejor Documental en Atenas y también pudimos verla en Zinebi. Lo más interesante es la visión de esta madre, que se esfuerza en vano por conseguir que su hijo busque una forma de desintoxicarse. Y que se plantea dudas sobre si ha sido demasiado protectora, si finalmente hubiera ayudado más dejándole marchar. Es un acercamiento emotivo a una relación que de alguna forma tiene algo de dependencia también. Recientemente veíamos en el Festival In-Edit el documental Dead soul's vacation (Keko Chelidze, 2020), que contaba una historia de interdependencia entre madre e hijo, en este caso un ex-músico de la escena underground de Georgia. Hay una mirada honesta en Petit samedi, especialmente en este hombre de mediana edad que mantiene sus adicciones en secreto, aunque todo el pueblo sepa de ellas. Una especie de sentimiento de culpa que sin embargo es menos recio que la necesidad de drogarse. Pero al mismo tiempo hay algo de esperanza en el documental, una esperanza con la boca pequeña, en el sentido de esperar que nada siga igual, pero con el temor de que todo permanezca tal como está. 

Merry Christmas, Yiwu (Mladen Kovačević, 2020) describe cómo el capitalismo puede ser contagioso. La pequeña ciudad china de Yiwu tiene unas 600 fábricas dedicadas a la producción de adornos navideños. Seguramente algunos de los que compremos en las próximas semanas provienen de allí. Tan decisiva es su fuente de producción que existe una línea ferroviaria de 13.000 kilómetros que conecta Yiwu con Madrid, y cuya carga comercial, a la que llaman el "tren del todo a cien", tarda unos 16 días en hacer todo el recorrido. Ha sido una ruta decisiva en el transporte de material sanitario desde China hasta Europa durante la pandemia del coronavirus, pero generalmente lo que transporta son todo tipo de objetos que en su mayor parte acaban en la basura a los pocos meses de ser adquiridos. "Tenemos casi 1.000 fábricas en Yiwu y no producimos los suficiente como para cubrir las necesidades de Occidente", dice uno de los trabajadores. 


Lo de "fábricas" es por llamarlo de alguna forma, porque en realidad se trata de espacios reducidos, a veces incluso aldeas, en las los  trabajadores han conseguido un falso nivel de vida medio. Es una ciudad que ha renunciado a los preceptos del comunismo para convertirse en una maquinaria del capitalismo. El director se centra en algunos de los trabajadores de estas fábricas, estructurando el documental en base al material que producen, y ofrece un retrato colectivo, que con menos metraje hubiera rozado la perfección, pero que despliega con acierto una mirada de extrañeza a este sistema que produce material de desecho sin ningún límite, que alimenta la necesidad devoradora del objeto inútil.

Este sistema capitalista es analizado en el documental Oeconomia (Carmen Losmann, 2020), que pasó por los festivales de Berlín, CPH-DOX y Sheffield. La directora realiza preguntas muy sencillas sobre economía: ¿Cómo se produce el dinero? ¿Cómo se generan las deudas? Preguntas tan simples que ni los grandes economistas ni los responsables de los principales poderes de control de la economía, como el Banco Central Europeo, saben responder. Es un documental quizás no demasiado profundo, pero que resulta ciertamente entretenido, y al mismo tiempo terrorífico. Ante las negativas de muchas empresas para hablar delante de la cámara, se utilizan a actores para reproducir las conversaciones que mantiene por teléfono, con lo que conforma un conjunto que es al mismo tiempo un estudio y una investigación. Las conclusiones son realmente desesperanzadoras. La directora juega a veces con imágenes de bosques y cantos de pájaros que poco a poco vamos descubriendo que son falsos. Es una representación de esta economía que se asienta sobre el dinero intangible, más que sobre el tangible. Estamos ante un documental que plantea cuestiones muy interesantes, quizás con cierta tendencia al catastrofismo, pero con una clarividencia notable. Al final, vemos una pantalla de ordenador y una carpeta: "Posibles alternativas". Pero aparecen los títulos de crédito. Quizás esas alternativas sean el tema de otro documental... o quizás ya no queda tiempo para abrir esa carpeta.


L'Alternativa se puede ver en Filmin hasta el 29 de noviembre. 


26 noviembre, 2020

IDFA - Parte 2: Realidades virtuales

Una de las iniciativas más interesantes de la programación del Festival Internacional de Documentales de Amsterdam es IDFA DocLab, una plataforma que nació en 2007 para desarrollar iniciativas de documentales interactivos, y que propone actividades de experiencias interactivas al aire libre, documentales inmersivos y actuaciones en vivo. El programa do {not} touch recoge buena parte de estos proyectos, y experiencias de distancia social como la Distance Disco, una fiesta virtual que se celebra cada noche en la que los participantes pueden formar parte desde sus casas. 

Una de las propuestas más llamativas es la que ha presentado el artista Ziv Schneider y su proyecto inmersivo Sylvia (2020), la creación de una influencer virtual que abrió su cuenta en Instagram en el mes de julio pero que, a diferencia de los modelos virtuales que se han ido creando a lo largo de los últimos años, jóvenes e inmortales, Sylvia ha ido envejeciendo rápidamente. En agosto ya tenía 40 años, y en noviembre alcanzaba los 75 años de edad. Se trata de la primera influencer virtual que ha envejecido, recorriendo cinco décadas en cinco meses. Sylvia combina subtítulos generados por IA creados mediante la formación de modelos de lenguaje en publicaciones de personas influyentes de diferentes edades.  

El proyecto reflexiona sobre la "irrealidad" de la realidad virtual y la creación de modelos influencers que no envejecen. Por el contrario, Sylvia habla del paso del tiempo, de la discriminación por edad, la mortalidad y la falsa autenticidad. Sylvia falleció a principios de noviembre. Durante el Festival se puede asistir a un velatorio virtual en honor de ella. 

Esta es una de las iniciativas paralelas que se pueden visitar dentro de la programación del IDFA, cuyo principal eje siguen siendo las producciones documentales más recientes del momento. 

Competición Largometrajes 

La actriz y directora francesa Claire Simon ha estrenado en IDFA su último documental, Le fils de l'épicière, le maire, le village et le monde... (Claire Simon, 2020), que regresa a una pequeña localidad del Sur de Francia, Lussas, a la que ya había dedicado dos temporadas de una serie documental: Le village (Claire Simon, 2019), que estaba dedicada a la celebración en este pequeño pueblo de un gran festival de cine documental internacional. Algo así como el interesante Play-Doc que se celebra en España en la localidad gallega de Tui. De alguna manera, se puede considerar esta película como una versión cinematográfica de la serie, pero mientras la anterior propuesta se centraba en la celebración del festival de documentales, ahora se detiene más en el desarrollo, con sus dificultades financieras y su búsqueda de apoyos políticos, de la plataforma de SVoD Tënk, que se alberga en un gran centro de producción de documentales que tienen previsto construir en un espacio de 1.500 m2.

Este sueño, liderado por Jean-Marie Barbier, responsable del desarrollo social en torno al documental de autor en la localidad de Lussas, es el eje central de una película que mira con simpatía a sus personajes. Pero lo más interesante es cómo convive la introducción de un espacio dedicado a nuevas tecnologías, y a la difusión para todo el mundo de películas independientes, en un pequeño pueblo que sigue siendo básicamente rural, con poco más de un millar de personas, casi todas ellas, como el alcalde, dedicadas a sus viñedos y sus huertos. Esta dicotomía entre lo nuevo y lo tradicional, en absoluta convivencia, se convierte en el motor de una propuesta amable. La directora mezcla las reuniones que tienen lugar en las oficinas, la búsqueda de financiación para el proyecto, las discusiones sobre cómo abordar el presupuesto, con otras escenas que nos trasladan al campo, una especie de respiro del ajetreo administrativo. Y construye un diálogo entre la tierra y el cemento, un puente hacia la creación cinematográfica.

Tras más de diez años desarrollando su proyecto, el cineasta japonés Yoichiro Okutani presenta en la sección oficial del festival Odoriko (Yoichiro Okutani, 2020), un documental que nos introduce en el mundo del striptease en Japón, una mirada fascinante a un negocio en vías de extinción. Rodado en diversos locales a lo largo de distintas ciudades japonesas, el director coloca su cámara principalmente en los vestuarios, muchas veces en lugares casi escondidos, transmitiendo la sensación de que estamos espiando las conversaciones de las bailarinas. En cierta manera, es un recurso parecido al de La Mami (Laura Herrero Garvín, 2019), que se puede ver en el Festival L'Alternativa, y en el que la directora nos mostraba un club de alterne desde los camerinos. 

El striptease japonés se envuelve en un aire algo místico, las coreografías son elaboradas y tienen un ritmo más lento. Lo más sorprendente de esta visión hacia un espectáculo que tiene algo de anacrónico es la desinhibición de las bailarinas, las "odoriko", que sin embargo, confiesan a cámara (siempre a través de un espejo, como mostrando su "doble personalidad") que "somos chicas tímidas y tradicionales fuera del escenario". Comenta el director que tenía en mente hacer una película sobre el mundo del boxeo, mostrando el envejecimiento de los cuerpos. Y por eso en este documental vemos también muchos cuerpos desnudos, en una especie de exhibición de la herramienta de trabajo, una representación de lo mundano frente a la sensualidad. 

Dos de los documentales que encontramos en la competición oficial muestran la realidad de la colonización económica de África, pero también la conciencia cada vez mayor de los africanos por la lucha por sus derechos y sus posesiones. En Morning star (Aza kivy) (Nantenaina Lova, 2020) el director nacido en Madagascar describe la resistencia de los habitantes de la playa de Andaboy hacia la construcción de un puerto por parte de la empresa minera australiana Base Toliara. Los pescadores locales ya vieron cómo el gobierno de Madagascar firmó un acuerdo para permitir la pesca en sus aguas de trabajadores chinos, que están esquilmando todo el territorio, y ahora se muestran firmes en su objetivo de evitar la construcción de un puerto que acabaría impidiendoles la subsistencia. El título original del documental, Aza Kivy, significa "No nos rendimos", y representa esta actitud de reivindicación del propio territorio, diezmado por las grandes compañías internacionales que extraen toda su riqueza prometiendo beneficios que nunca llegan.

Competición Documentales Holandeses

En White cube (Renzo Martens, 2020), que también participa en la Sección Oficial, el polémico artista que inauguró el IDFA hace unos años con su película Episode III: Enjoy poverty (Renzo Martens, 2008), en la que hacía una reflexión parecida a la que ahora vemos en su último proyecto, habla de la comercialización del arte y la utilización de la pobreza como reclamo en un país como El Congo. El director siempre ha tenido una posición controvertida respecto a África, porque se le censura que él hace justamente aquello que critica, sacar beneficio económico de la representación de la pobreza como forma de arte. Y de alguna manera también hay un planteamiento discutible, que provoca incomodidad (quizás esa sea su intención) en White cube. En la primera parte, Renzo Martens nos ofrece un acercamiento algo ingenuo, en el que trata de infundir la creación artística en un grupo de trabajadores de una plantación de aceite de palma, lo que provoca una reacción furibunda por parte de los propietarios. Posteriormente, en 2014 consiguió reunir a un grupo de jóvenes africanos para realizar esculturas, que más tarde acabarían exhibiéndose en Nueva York. 

Pero el planteamiento de Renzo Martens es que los beneficios del arte hecho en África deben quedarse en África. En una espléndida escena, durante la exposición en Nueva York, el Museo enseña al joven artista africano una serie de piezas de sus antepasados congoleños que pertenecían a la colección particular de Rockefeller. El artista le pregunta a los responsables del museo cómo han llegado esa piezas allí, dejando en evidencia que, en realidad, se trata de objetos robados en su momento que más tarde se han convertido en piezas de coleccionismo. Este objetivo de revertir la dinámica tradicional del arte africano, provoca también la intención de construir un museo, The White Cube, en el centro de una plantación de palma abandonada. Al final, a pesar de las buenas intenciones, la propuesta sigue siendo la de un hombre blanco occidental que realiza un documental que principalmente veremos hombres blancos occidentales con una mirada compasiva hacia la pobreza en África. Lo que, en sí mismo, ya es una reflexión interesante. 

Luminous

Extensión de nuestra crónica dedicada a los documentales iberoamericanos, nos centramos en dos películas interesantes, incluidas en este sección. Bosco (Alicia Cano Menoni, 2020), es una historia que conecta con los orígenes de la directora uruguaya, a través de su abuelo, con 103 años, que recuerda en Uruguay cómo sus antepasados italianos emigraron desde un pequeño pueblo italiano llamado Bosco, que ahora es una pequeña localidad, que parece devorada por el bosque que la rodea, con tan solo 13 habitantes. El abuelo de la directora nunca viajó a Bosco, pero ella ha regresado varias veces a lo largo de los últimos trece años, acompañando a sus vecinos con la cámara. Es un documental que habla del pasado, más que del presente; del paso del tiempo, o más bien del tiempo detenido en esta minúscula zona rural en la que sus habitantes viven de la agricultura y de la ganadería. Esta mirada familiar, al contrario de lo que ocurre en otros documentales recientes que sufren de ombliguismo, ofrece una lectura universal, una visión del entorno para construir una reflexión más general, lo que lo hace especialmente atractivo. La cámara de Alicia Cano contempla el paisaje, esa naturaleza acogedora pero también en ocasiones hostil, que provocó un derrumbe años atrás, en este pueblo diminuto, que representa la conexión entre Italia y Uruguay, la huella de una emigración que a veces corre el riesgo de olvidar sus orígenes. 

También a través de una mirada familiar, el documental argentino La vida dormida (Natalia Labaké, 2020) reflexiona sobre el pasado y el presente, pero en esta ocasión tiene como protagonistas a las mujeres que forman parte de una familia de gran proyección social en Argentina. El abogado y político Juan Gabriel Labaké, abuelo de la directora, fue un reconocido representante peronista, muy ligado a la presidencia de Carlos Menem en los años noventa. Natalia Labaké utiliza imágenes grabadas en video por su abuela para mostrar a una familia que crece en torno a la figura trascendental del padre, mientras la madre casi no aparece en las imágenes, porque casi siempre está grabando, y el resto de las mujeres se mantienen al margen. Lo interesante del documental se presenta en el segundo acto, cuando el personaje principal se hace secundario, y los personajes secundarios (ellas) se convierten en las protagonistas. 

La vida dormida reflexiona así sobre el papel de la mujer en la Argentina de los años noventa, reconocida solo en su condición de soporte de los hombres. Y establece un espléndido ejercicio de montaje en el que nos va presentando poco a poco a diferentes mujeres de su familia, desde las grabaciones realizadas en el presente hasta las imágenes grabadas en el pasado. De nuevo el archivo familiar sirve para plantear cuestiones generales, que están presentadas aquí de una forma clara e impactante. Comenta la madre: "Yo volvía a casa angustiada, con mala energía. No sabía por qué. No me daba cuenta de por qué era." Esta angustia de la apatía es un peso que está presente en la familia, más en el sentimiento profundo que en la superficie. Y esta posición de ser siempre quien está detrás se convierte en una visión transparente de una forma de machismo "amable". 


La Mami se puede ver en Filmin hasta el 29 de noviembre. 

25 noviembre, 2020

58 Festival de Cine de Gijón: Nuevas formas de imaginar


El Festival Internacional de Cine de Gijón es uno de los más veteranos que se celebran en España, aunque su foco ha estado puesto principalmente en las obras de jóvenes cineastas. En su ya 58 edición, el festival se ha visto obligado a adaptarse a las reglas del confinamiento, y ciertamente lo ha hecho de forma inteligente. En lugar de empeñarse, como han hecho otros festivales de cine, en mantener contra viento y marea las proyecciones presenciales, aunque no hubiera demasiado público y apenas invitados, los organizadores del FICX han optado por renovarse no solamente en la programación de contenido online, a través del portal FICX TV, en el que se concentran las actividades y encuentros digitales, como mesas redondas o presentaciones. Pero también modificando la estructura de su programa, que ahora se divide en tres Secciones Oficiales: Retueyos, para primeras, segundas y terceras películas; Albar para cineastas consagrados; y Tierres en Trance, para películas iberoamericanas. Según la organización del festival, el 90% de las películas programadas no tienen aún distribución en España, por lo que se trata de un festival de descubrimientos. Por su parte, las diferentes secciones se pueden ver a través de dos plataformas: Filmin, para las tres secciones oficiales, y Festhome para la sección oficial de cortometrajes y las otras secciones paralelas. 

La pandemia del coronavirus ha provocado un terremoto en las formas de exhibición y distribución de películas, que para algunos casos supondrá un paso atrás cuando haya una cierta normalidad, pero que en otros marca un importante paso adelante. En el ámbito de festivales de cine, hemos visto aquellos que se han enrocado en su formato tradicional/presencial sin entender que ésta era una oportunidad para mirar al futuro, y otros que han aprovechado la oportunidad para renovarse y, sin abandonar su aspecto más convencional, iniciar también el camino hacia la introducción de fórmulas diferentes. Ya hemos comentado en otras ocasiones la inteligente postura del Sheffield Doc Fest, que se reestructuró en una forma distinta de festival, una especie de encuentro cinematográfico a lo largo de seis meses en diferentes fases, online y presencial, haciéndose aún más grande, aún más importante. También el Festival de Gijón ha sabido renovarse porque viene trabajando desde marzo en un formato diferente, y por tanto ha podido ofrecer una alternativa robusta ante las consecuencias del confinamiento. A continuación repasamos algunas de las películas que forman parte de las secciones competitivas del FICX. 

Selección Oficial - Retueyos

Esta sección dedicada a los jóvenes realizadores hasta su tercera película nos propone una mirada al cine de texturas íntimas. Como Poppy field (Eugen Jebelenu, 2020), una de las escasas muestras de temática gay realizadas en Rumanía. La historia se centra en un joven policía que mantiene su homosexualidad en secreto, y que se enfrenta a un acto de protesta homofóbica en el interior de un teatro. La película se desarrolla casi por completo dentro de este espacio, estructurada en largos planos secuencias en los que la cámara se acerca a los personajes, transmitiendo la sensación de claustrofobia dentro de ese microcosmos pequeño y cerrado. En cierto modo deudora del estilo de diálogos elaborados de representantes del reciente cine rumano como Cristian Mungiu, el director debutante también traslada su experiencia en el mundo del teatro, sosteniendo las secuencias principalmente en las palabras, pero aportando también un trabajo de cámara arriesgado. 

Poppy field (Eugen Jebelenu, 2020)

De alguna manera, muchas de las películas que hemos visto en esta sección hablan de personajes que se mantienen a un lado de la sociedad, a veces por voluntad propia y otras porque no son aceptados. Es el caso de los protagonistas de Entre perro y lobo (Irene Gutiérrez Torres, 2020), tres ex-combatientes cubanos de la guerra de Angola que tratan de recuperar su condición de soldados manteniéndose en la lucha revolucionaria. Forman parte de un grupo de guerrillas que siguen habitando la selva y llevando a cabo misiones. La directora española que se ha formado en la Escuela de Cine de San Antonio de los Baños, elabora una película que tiene mucho de textura física, que muestra los lugares recónditos de la selva y se deja llevar por los sonidos de la naturaleza, mientras acompaña a estos soldados sin guerra. Pero de alguna forma, la película se contagia de la desidia de sus protagonistas, y no termina de elaborar una estructura cerrada que nos permita hacernos realmente partícipes de su objetivo.

Tampoco consiguen introducirnos en su mirada personal las directoras de Transoceánicas (Meritxel Colell, Lucía Vassallo, 2020), un ejercicio epistolar (anacrónico por tanto) cuyo planteamiento es el mismo que el del cortometraje Correspondencia (Carla Simón, Dominga Sotomayor, 2020). Un diálogo que se establece en la distancia, la que separa España de Latinoamérica entre dos mujeres que comparten su profesión de cineastas, pero también su amistad. Igual que ocurría con aquel cortometraje, esta conversación sin miradas acaba resultando un cierto ejercicio de ombliguismo, que no siempre resulta interesante. En Transoceánicas se hace incluso más opaca, porque la representación se muestra sin diálogos, con una especie de subtítulos del vacío. Y ciertamente resulta más soportable durante veinte minutos que durante dos horas. 

Posiblemente una de las mejores películas de la programación, Together apart (Qu Youjia, 2019) es una hermosa pequeña historia que habla de la muerte y de los fantasmas que cohabitan con los vivos. Pero está tratado con una delicadeza absorbente, con una poesía visual a través de las imágenes que resulta sobrecogedora. En la tradición china, el alma de los fallecidos regresa a los siete días a su hogar para despedirse, pero en este caso el fantasma tiene aún una cuenta pendiente que le hace volver una y otra vez. Rodada con un gusto exquisito, utiliza pocos elementos para construir una atmósfera de intimidad especial, de profunda empatía con los personajes. Y eso a pesar de su escasa duración, poco más de cincuenta minutos, tiempo suficiente para introducirnos en una hermosa historia de amor familiar que resulta todo un descubrimiento. 

Together apart (Qu Youjia, 2019)

Dos interesantes documentales también forman parte de esta sección, que ya hemos comentado en su paso por DokuFest y Ghent. Por un lado, Stray (Elizabeth Lo, 2019), que ganó en Hot Docs 2020, acompaña a tres perros callejeros por la ciudad de Estambul, pero en realidad es un estudio sobre el comportamiento humano, que estos canes observan en su trasiego diario. Por otro lado, Il mio corpo (Michele Pennetta, 2020), que pasó por la programación de Visions du Réel y de la sección ACID de Cannes, tiene como protagonistas a dos adolescentes en el entorno de una Sicilia hostil, y habla sobre un futuro tan incierto para una generación local como inmigrante, caminando entre cierta representación de la realidad ficcionada.

Selección Oficial - Albar

La última propuesta del director argentino Matías Piñeiro, Isabella (Matías Piñeiro, 2020) es un trabajo destacado que abunda nuevamente en el universo shakesperiano para construir su propio universo. Con una estructura que va dando saltos en el tiempo, atrás y adelante, el realizador construye una especie de puzzle narrativo que muestra la relación entre dos mujeres, amigas pero también contrincantes en su aspiración a interpretar el papel de Isabella, protagonista de la obra de William Shakespeare "Medida por medida". Isabella es una novicia que se enfrenta a una difícil decisión cuando su hermano es condenado a muerte por fornicación. Y de alguna manera esta complicada tesitura también se traslada a la realidad de las dos amigas. Piñeiro se detiene en los colores, o mejor dicho, en la diferencia de tonalidad de los colores, para mostrarnos que nada es permanente, que cada color tiene diferentes tonos, como la vida misma. Quizás aquí la propuesta formal está más por encima de la narrativa que en otros trabajos suyos, pero resulta nuevamente un ejercicio de cine rompedor. 

Isabella (Matías Piñeiro, 2020)
En Uppercase print (Radu Jude, 2020), el director rumano se acerca a la dictadura de su país, la conciencia de la persecución política y policial en la época de Nicolae Ceaușescu. Para ello utiliza imágenes de archivo que muestran esa realidad paralela que la televisión pública mostraba a través de sus programas en torno a un país que vivía en una aparente normalidad; y por otro lado, representa con una propuesta brechtiana una serie de documentos de la policía secreta que describen la persecución a la que fue sometido un adolescente que pintó una serie de graffitis, y que acabó sufriendo penas de prisión durante casi toda su vida. Esta representación, con una teatralidad patente, muestra a actores y actrices declamando partes de esta documentación, mirando a la cámara, casi con una actitud acusatoria. A lo largo del documental, que excede las dos horas, asistimos a una continua fusión entre el país "inventado" por la televisión pública y el país "real" que muestran los archivos de la policía. Es una interesante propuesta que sin embargo no termina de encontrar el equilibrio adecuado para ser efectiva. 

Dos producciones independientes norteamericanas, que también hemos comentado en nuestro blog tras su paso por otros festivales, se muestran en esta sección. Por un lado, One of these days (Bastian Günther, 2020), de la que hablamos en nuestra última crónica del Festival de Estocolmo, una lectura pesimista de la sociedad norteamericana a través de un concurso de resistencia que muestra una visión nada complaciente del sueño americano. Por otro lado, First cow (Kelly Reichardt, 2019, que pasó por el Festival de Ghent, ganador del Premio del Jurado en Deauville, un western con mirada femenina que en realidad es una propuesta radical que habla de las raíces del capitalismo a través de una historia de amistad. 

Selección Oficial - Tierres en trance

En nuestra primera crónica del IDFA hemos comentado la presencia del documental argentino El tiempo perdido (María Álvarez, 2020), que forma parte de la Sección Oficial del festival de documentales, y que también se encuentra en la programación del FICX dentro de esta sección dedicada al cine latinoamericano. Una propuesta interesante, quizás incompleta, en torno a un grupo de personas mayores que se reúnen para leer la obra de Marcel Proust "En busca del tiempo perdido".

Las películas que forman parte de esta sección tienen en común una propuesta formal y de contenido arriesgada. Por ejemplo, en el caso de La fortaleza (Jorge Thielen Armand, 2020), que acompaña a un hombre que regresa a la selva amazónica para tratar de encontrarse a sí mismo en su lucha contra la adicción al alcohol. Es también un ejercicio de exorcismo de la complicada relación entre el director, el joven venezolano Jorge Thielen Armand, que emigró a Canadá para desarrollar su carrera como cineasta, y su padre, Jorge Thielen Hedderich, protagonista de la película y que también sufre alcoholismo. Hay un documental/making of, El Father plays himself (Mo Scarpelli, 2020), que se ha podido ver en Krakow Film Festival e IDFA, que muestra claramente cómo la realidad se mezclaba con la ficción durante el rodaje de La fortaleza. Con una espléndida fotografía e imágenes que de alguna manera hacen referencia a las texturas de Apocalypse Now (Francis Ford Coppola, 1979), el protagonista de esta película es una especie de Coronel Kurtz perseguido por sus propios fantasmas. Y la película también representa la lucha, la fortaleza de una Venezuela que trata asimismo de combatir sus propias adicciones. 

Implosión (Javier Van de Couter, 2020)
En Implosión (Javier Van de Couter, 2020) el director nos habla de un acto de venganza, centrándose en un tema complejo con una mirada diferente. Las consecuencias psicológicas y emocionales que enfrentan las víctimas de una masacre ocurrida en un instituto se personifican en dos jóvenes que toman una decisión drástica. Pero en lo que se enfoca la película no es tanto en la búsqueda del responsable, sino en la asunción del trauma, en el reconocimiento emocional del dolor que estos jóvenes llevan dentro, y que va más allá del dolor físico que sintieron en el momento de ser atacados. Esta implosión es el acto de romper, de resquebrajar la memoria y tratar de asumirla con una acción de venganza. La construcción en forma de road-movie permite al director acompañar a los personajes en este viaje interior hacia un destino incierto.

Para terminar, dos miradas muy personales, que resultan dispares en sus resultados. Se escuchan aullidos (Julio Hernández Cordón, 2020) es un viaje a la infancia a través de la infancia. El director mexicano realiza un ejercicio autobiográfico con su propia hija como protagonista, como transmisor de sus recuerdos de niñez en el lugar donde ésta se desarrolló. El enfoque puede resultar aceptable, con una libertad creativa y una mirada experimental que también usa el humor para construir momentos de la memoria. El problema es si lo que cuenta tiene significado y si esta construcción libertaria logra la conexión necesaria con el espectador. Se reconoce su espontaneidad pero se discute su eficacia. 

Lluvia de jaulas (César González, 2019)
Más interesante nos parece la producción argentina Lluvia de jaulas (César González, 2020), que también es una forma de libertad creativa que nos introduce en las zonas más desfavorecidas de Buenos Aires, las que no están a la vista de los turistas. Villa 31 es un asentamiento que se creó en 1931, tras la crisis económica de 1929. Desde entonces, junto a otras zonas como Villa 21, ha ido creciendo conforme ha crecido también la brecha de la desigualdad, convertidas en jaulas sin techo. Pero Villa 31 tiene como particularidad que se encuentra muy cerca de las vías de conexión con el centro de Buenos Aires, otro mundo que los habitantes del asentamiento visitan en contadas ocasiones. El director utiliza a un niño, Alan, para mostrarnos un recorrido por el asentamiento y su vida cotidiana, y le pone voz en frases que describen sus pensamientos. En 2001, año de nacimiento de Alan, el presidente argentino Fernando de la Rúa huyó en helicóptero después de dejar a su país a expensas de los fondos de inversiones y abocado a una profunda crisis económica. El director César González conoce bien esta realidad porque, a pesar de su juventud, ha tenido una vida compleja, pasando primero por correccionales y después reciclandose en escritor y cineasta. Como en Atenas (2017), construye una interesante mirada a las desigualdades en la ciudad de Buenos Aires, y a las contradicciones de una gran urbe. "Pienso, luego soy turista en mi ciudad".  



Together apart, Implosión y Lluvia de jaulas se pueden ver en Filmin hasta el 25 de noviembre. 
Il mio corpo, Uppercase print y El tiempo perdido se pueden ver en Filmin hasta el 27 de noviembre. 
La fortaleza se puede ver en Filmin hasta el 28 de noviembre.

First cow se puede ver en Filmin del 26 al 28 de noviembre.