El Festival de Música Contemporánea- Ultimafestivalen convierte cada año a la ciudad de Oslo en un conglomerado de sonoridades y visiones musicales que miran hacia el futuro, aunque muchas de ellas se apoyen en reminiscencias del pasado. Este año hemos podido disfrutar de la presencia de algunos de los músicos más destacados del panorama internacional, con especial mención al compositor chino Tan Dun, conocido también por sus destacados trabajos para el cine, que le hicieron merecedor del Oscar.
Adentrarse en las creaciones de Tan Dun resulta siempre apasionante. Su capacidad para aunar la cultura occidental en la que ha desarrollado parte de su carrera y las ancestrales tradicionales orientales de su China natal le convierten en uno de los músicos más interesantes del momento. Este vínculo intercultural está presente en sus espléndidas bandas sonoras para películas como Tigre y dragón (Ang Lee, 2000), que le valió el Oscar, Hero (Zhang Yimou, 2002) y El banquete (Feng Xiaogang, 2006). Pero, al margen de sus esporádicas colaboraciones con el cine, resulta recomendable internarse en su amplia trayectoria como compositor de música autónoma, especialmente en trabajos apasionantes y evocadores como Water Concerto for Water Percussion and Orchestra (2004), que dedicó al insigne creador japonés Toru Takemitsu.
Para el Festival Ultima, que supone su regreso a los escenarios noruegos después de 15 años de ausencia, Tan Dun presentó un concierto que incluía tres de sus obras más recientes, interpretadas por la Oslo Filharmonien bajo la dirección del propio compositor. La primera parte del concierto estaba formada por las obras Passacaglia: Secret of Wind and Birds (2011) y Violin Concerto 1 & 2 (Rhapsody and Fantasia) (2018), que conforman en buena medida un ejemplo de esa cohesión occidental-oriental que mencionábamos antes.
Passacaglia: Secret of Wind and Birds (2011) fue un encargo realizado por el Carnegie Hall para la Joven Orquesta de los Estados Unidos, y está especialmente ligado a los sonidos de la naturaleza. Tan Dun explora en esta composición de 11 minutos las tradicionales creaciones orientales de su país, muchas de ellas conectadas con los sonidos de la naturaleza, especialmente el canto de los pájaros. Utilizando seis clásicos instrumentos chinos (guzheng, suona, erhu, pipa , dizi y sheng), grabó diferentes sonidos que evocan el canto de los pájaros y los convirtió en un formato que pudiera ser reproducido por los móviles. De esta forma, Tan Dun utiliza los celulares de los músicos y de los espectadores para reproducir una amalgama de sonidos multiplicados que convierten el auditorio en una especie de bosque poético repleto de cantos digitales de pájaros.
Tan Dun en Oslo Konserthus |
Resulta fascinante en este sentido cómo Tan Dun consigue incorporar la tradición instrumental china con los dispositivos del futuro, aquí representados a través de los móviles, mientras los espectadores se convierten también en partícipes de la propia interpretación. Este Pasacalle, formato musical que tuvo su origen en España en el siglo XVII, formado por sonidos rítmicos y repetitivos (y que más tarde daría lugar a la traducción italiana Passacaglia), permite a Tan Dun construir una pieza en la que explora la armonía y la melodía para crear una textura musical que tiene, en su contenido, cierta sonoridad herrmaniana.
Tan Dun comenta que "mi vida de hoy tiene sus raíces en mi vida de ayer, y mi futuro siempre se sostiene en mi pasado. Para mí, la creación musical siempre está asociada a la memoria". En este sentido, las dos composiciones que continuaron el concierto están imbricadas en los recuerdos de Tan Dun de su niñez y juventud. Esta Violin Rhapsody and Fantasia (1994), que ha reestructurado en 2018, tiene dos soportes principales en su memoria: la Ópera de Pekín, que representa sus años de niñez, y su residencia posterior en Nueva York, donde llegó en 1986, imbricándose de la música contemporánea del momento representada especialmente por John Cage. Por eso, la segunda parte resulta más atonal y multicultural. La violinista noruega Eldbjørg Hemsing fue la encargada de interpretar los pasajes solistas, demostrando su condición de promesa ya consolidada en el panorama internacional. Actualmente la intérprete reside en Berlín, donde publicó su primer album como solista, interpretando obras de Borgström y Shostakovich junto a la Wiener Symphoniker.
La segunda parte del concierto tuvo como protagonista el estreno mundial de una de sus últimas composiciones, el Concierto para violín Fire Ritual (2018), una obra que Tan Dun dedica a la Memoria de las víctimas de la guerra, en un sentido general. De nuevo con la influencia de la música tradicional china, y especialmente inspirada en los rituales que se interpretaban en la Corte del Emperador, la sinfonía compuesta por Tan Dun mantiene la estructura original de los rituales, con parte de los músicos sobre el escenario y otra parte entre el público. De modo que el director de orquesta se convierte aquí en una especie de Shaman que dirige simultáneamente a los músicos de uno y otro lado, estableciendo un diálogo entre la Naturaleza y el Ser Humano. El nexo de unión entre los dos mundos es el Profeta, que aquí está representado por el violín solista, interpretado de nuevo por Eldbjørg Hemsing. Contundente y en ocasiones melancólica, esta obra de Tan Dun se divide en cuatro temas: Cruel Wars, Innocent People, Mantras of the Heavenly Birds y Eternity, conformando una especie de oración musical por las víctimas que han sufrido el horror de la guerra a lo largo de la Historia. Y supuso un excelente colofón para un concierto memorable.
Karlheinz Stockhausen, el clásico recuperado
Uno de los compositores más influyentes de las últimas décadas es el alemán Karlheinz Stockhausen, del que este año se cumple el 90 aniversario de su nacimiento. El Festival Ultima 2018 le dedicó dos conciertos, uno de los cuales tuvimos ocasión de ver. Mantra (1970) fue una composición creada especialmente para el famoso dúo de pianistas Aloys y Alfons Kontarsky, dos hermanos alemanes que lograron una gran reputación en los años sesenta y setenta con sus interpretaciones. Mantra es una de las composiciones más reconocidas de Stockhausen, creada con una técnica que el músico denominó "fórmula" y que utilizó posteriormente en muchas de sus creaciones. Los pianistas establecen una interpretación en dos líneas que a veces se superponen, y disponen también de unos timbales con los que van marcando la incorporación de nuevos sonidos que dan lugar a una nueva sección de la obra. El concierto presentado en Oslo fue interpretado por Pierre-Laurent Aimard, veterano pianista francés que conoció en persona a Stockhausen, y Tamara Stefanovich, que ha colaborado con Aimard en varias grabaciones, algunas de ellas nominadas a los Premios Grammy.
El Festival de Música Contemporánea de Oslo - Ultima 2018 es sin duda una de las citas obligadas en el calendario de festivales de música en el mundo, al que merece la pena asistir para tener una visión completa de los creadores más destacados del momento.