Ya hemos repasado algunos de los documentales que formaban parte de esa lista de producciones presentadas para los premios de la Academia de Hollywood. Pero la Academia ya ha dado a conocer la shortlist que incluye los 15 largometrajes que finalmente tienen opciones para conseguir una nominación. En este último post dedicado a los largos documentales incluimos nuestros comentarios sobre los precandidatos, algunos de ellos ya presentes en nuestros repasos anteriores.
Steve James
EE.UU.
El director Steve James es uno de los nombres más reconocidos del género documental, responsable de títulos de obligada visión como Hoop dreams (Steve James, 1994), que fue nominado al Oscar. Su última película es una mirada irónica hacia las consecuencias de la crisis económica en su país, a través de uno de los hechos más incongruentes que se vivieron en los Estados Unidos. Mientras la mayor parte de los grandes bancos que participaron en la burbuja que provocó la crisis no tuvieron consecuencias penales, la única entidad que sí fue perseguida con posibles penas de cárcel para sus responsables fue el Abacus, un pequeño banco familiar cuyos clientes eran principalmente los habitantes del barrio chino de Nueva York que se vio envuelto en una causa penal de miles de dólares que trató de humillar y utilizar como ejemplo a sus directivos. Realizado con talento, este documental nos presenta una realidad que se ha venido haciendo palpable aún más con el paso del tiempo, y es la incapacidad del gobierno norteamericano para hacer frente a los grandes consorcios económicos, poniendo su mirada en víctimas más frágiles. La estructura asemeja a cualquier película de ficción del subgénero judicial, y para aquellos que no conocíamos bien esta historia consigue mantener la tensión hasta el final. No está a la altura de otros trabajos de Steve James, pero es uno de sus mejores incursiones en el documental, que también produce uno de los cortometrajes candidatos a los Oscar, el emotivo Edith+Eddie (Laura Chekoway, 2017).
El ex-vicepresidente Al Gore regresa a la pantalla diez años después tras el éxito de su documental Una verdad incómoda (David Guggenheim, 2006), ganador del Oscar, en el que planteaba los peligros del cambio climático a través de las diversas conferencias que viene dando a lo largo del mundo. Esta segunda parte busca ahondar más en la problemática, aunque tiene también el principal defecto de aquél, que es el excesivo protagonismo del personaje. Sin embargo, hay que decir que resulta un significativo toque de atención y de reflexión sobre lo que ha ocurrido en nuestro planeta a lo largo de estos diez años. Por ejemplo, en Una verdad incómoda se planteaba la posibilidad de una inundación que cubriría parte del Memorial World Trade Center, que muchos calificaron de exagerada. Ahora, Al Gore muestra en sus conferencias la inundación que sufrió Nueva York debido al huracán Sandy de 2012. Resulta por tanto clarificador el mensaje que sigue ofreciendo Al Gore, cuyos esfuerzos por luchar contra los discursos que niegan el calentamiento global son continuos. El documental tiene altibajos en su interés, y es más interesante cuando se centra en la parte principal de su contenido que cuando lo hace en las reuniones protagonizadas por el personaje principal. Pero sin duda se trata de un planteamiento necesario.
Como decíamos antes, veteranos como Frederick Wiseman o Agnès Varda están presentes este año entre los posibles candidatos al Oscar. La cineasta es todo un clásico en el género documental desde que comenzara a trabajar en los años cincuenta, siempre interesada en los aspectos humanos de las historias que cuenta, pero también siempre con una mirada que, sin evitar el realismo, también se decanta por un punto de vista poético. En su último documental, recorre la Francia rural (esa que hemos visto también en muchas otras obras suyas), con el fotógrafo/muralista JR para mostrar un retrato del ser humano en su condición más natural. Estamos ante un trabajo que viene marcado por la personalidad de su directora, y que no solo se acerca a la visión que tienen estos dos improvisados viajantes, sino que también conecta con esa Nouvelle Vague de la que formó parte tangencialmente la cineasta, con imágenes de archivo de directores como Jean-Luc Godard. Estamos ante un viaje con destino conocido, sin rumbo, que nos descubre paisajes singulares y, sobre todo, retratos humanos que conforman un excelente fresco documental.
Las nominaciones a los Oscar se darán a conocer el 23 de enero.
El director Steve James es uno de los nombres más reconocidos del género documental, responsable de títulos de obligada visión como Hoop dreams (Steve James, 1994), que fue nominado al Oscar. Su última película es una mirada irónica hacia las consecuencias de la crisis económica en su país, a través de uno de los hechos más incongruentes que se vivieron en los Estados Unidos. Mientras la mayor parte de los grandes bancos que participaron en la burbuja que provocó la crisis no tuvieron consecuencias penales, la única entidad que sí fue perseguida con posibles penas de cárcel para sus responsables fue el Abacus, un pequeño banco familiar cuyos clientes eran principalmente los habitantes del barrio chino de Nueva York que se vio envuelto en una causa penal de miles de dólares que trató de humillar y utilizar como ejemplo a sus directivos. Realizado con talento, este documental nos presenta una realidad que se ha venido haciendo palpable aún más con el paso del tiempo, y es la incapacidad del gobierno norteamericano para hacer frente a los grandes consorcios económicos, poniendo su mirada en víctimas más frágiles. La estructura asemeja a cualquier película de ficción del subgénero judicial, y para aquellos que no conocíamos bien esta historia consigue mantener la tensión hasta el final. No está a la altura de otros trabajos de Steve James, pero es uno de sus mejores incursiones en el documental, que también produce uno de los cortometrajes candidatos a los Oscar, el emotivo Edith+Eddie (Laura Chekoway, 2017).
Jeff Orlowski
EE.UU.
Un ejemplo bien diferente de documental centrado en la naturaleza, pero que en este caso consigue incluso emocionarnos viendo las imágenes de la muerte de numerosas masas de coral es esta producción de Netflix que, a pesar de su título, no es exactamente una continuación de aquel Chasing ice (Jeff Orlowski, 2012) que consiguió una nominación al Oscar a Mejor Canción, aunque no logró estar en la terna de finalistas en su categoría principal. Este proyecto llegó a las manos del director a través de dos especialistas en el mundo de los corales que, tras ver aquella producción, decidieron contactar con él para que pusiera en imágenes su proyecto de difusión de la peligrosa desaparición de los arrecifes de corales provocados por el calentamiento progresivo de los océanos. Siendo submarinista, el propio Jeff Orlowski se implicó de lleno en el proyecto, y consigue capturar impresionantes imágenes de los corales vivos, hermosos complejos de miles de colores, pero también de su progresiva destrucción, llegando incluso a emocionarnos con ellas, sin recurrir a una narración sentimental, sino solo con el poder las imágenes. Es uno de los aciertos de este documental, que muestra con solidez las devastadoras consecuencias del calentamiento global.
Un ejemplo bien diferente de documental centrado en la naturaleza, pero que en este caso consigue incluso emocionarnos viendo las imágenes de la muerte de numerosas masas de coral es esta producción de Netflix que, a pesar de su título, no es exactamente una continuación de aquel Chasing ice (Jeff Orlowski, 2012) que consiguió una nominación al Oscar a Mejor Canción, aunque no logró estar en la terna de finalistas en su categoría principal. Este proyecto llegó a las manos del director a través de dos especialistas en el mundo de los corales que, tras ver aquella producción, decidieron contactar con él para que pusiera en imágenes su proyecto de difusión de la peligrosa desaparición de los arrecifes de corales provocados por el calentamiento progresivo de los océanos. Siendo submarinista, el propio Jeff Orlowski se implicó de lleno en el proyecto, y consigue capturar impresionantes imágenes de los corales vivos, hermosos complejos de miles de colores, pero también de su progresiva destrucción, llegando incluso a emocionarnos con ellas, sin recurrir a una narración sentimental, sino solo con el poder las imágenes. Es uno de los aciertos de este documental, que muestra con solidez las devastadoras consecuencias del calentamiento global.
City of ghosts (2017)
Matthew Heidemann
EE.UU.
Una vez más estamos ante un interesante documental en torno a la guerra en Siria, ahora centrado en un grupo de activistas en contra del ISIS que surgió en Raqa, una de las primeras ciudades tomadas por el Estado Islámico, aparentemente para unirse a la revolución contra el régimen de Bashar al-Ásad, pero realmente para sembrar su estado de terror y represión. Hace unos días, el ISIS perdía su último feudo en Siria, huyendo al desierto, pero durante años tanto Raqa (Siria) como Mosul (Iraq) fueron sus principales bastiones de resistencia. Matthew Heidemann, nominado al Oscar por aquel espléndido recorrido a través del contrabando de drogas en la frontera entre México y Estados Unidos que fue Cartel Land (Matthew Heidemann, 2015), tan contundente como cualquier película de ficción, es el encargado de acompañar a un grupo de activistas que recibieron el Free Press Award en 2015, formado por jóvenes originarios de Raqa que, en su mayor parte, tuvieron que huir a Turquía o Alemania para, desde allí seguir difundiendo el régimen de terror que se vivía en su ciudad. Producido por Amazon, es un documental duro, que no escatima en imágenes impactantes habitualmente ausentes de los medios de comunicación. Pero sobre todo resulta doloroso asistir a ese sentimiento de rabia e impotencia que tienen sus protagonistas, como en esa escena en la que dos de ellos ven un video en el que se muestra la ejecución de su padre. El director consigue dotar a la película de la tensión y el drama necesarios para atrapar al espectador en una historia rodeada de violencia y de amenazas. Destaca también el trabajo musical de Jackson Greenberg y H. Scott Salinas, preciso y notable en su ejecución.
Matthew Heidemann
EE.UU.
Una vez más estamos ante un interesante documental en torno a la guerra en Siria, ahora centrado en un grupo de activistas en contra del ISIS que surgió en Raqa, una de las primeras ciudades tomadas por el Estado Islámico, aparentemente para unirse a la revolución contra el régimen de Bashar al-Ásad, pero realmente para sembrar su estado de terror y represión. Hace unos días, el ISIS perdía su último feudo en Siria, huyendo al desierto, pero durante años tanto Raqa (Siria) como Mosul (Iraq) fueron sus principales bastiones de resistencia. Matthew Heidemann, nominado al Oscar por aquel espléndido recorrido a través del contrabando de drogas en la frontera entre México y Estados Unidos que fue Cartel Land (Matthew Heidemann, 2015), tan contundente como cualquier película de ficción, es el encargado de acompañar a un grupo de activistas que recibieron el Free Press Award en 2015, formado por jóvenes originarios de Raqa que, en su mayor parte, tuvieron que huir a Turquía o Alemania para, desde allí seguir difundiendo el régimen de terror que se vivía en su ciudad. Producido por Amazon, es un documental duro, que no escatima en imágenes impactantes habitualmente ausentes de los medios de comunicación. Pero sobre todo resulta doloroso asistir a ese sentimiento de rabia e impotencia que tienen sus protagonistas, como en esa escena en la que dos de ellos ven un video en el que se muestra la ejecución de su padre. El director consigue dotar a la película de la tensión y el drama necesarios para atrapar al espectador en una historia rodeada de violencia y de amenazas. Destaca también el trabajo musical de Jackson Greenberg y H. Scott Salinas, preciso y notable en su ejecución.
Frederick Wiseman
EE.UU.
Este año la lista de películas con posibilidades para las nominaciones al Oscar parece un homenaje a algunas figuras relevantes del género documental no reconocidas adecuadamente por la Academia de Hollywood: es el caso de la directora francesa Agnès Varda o del nonagenario director Frederick Wiseman, a quien al menos en la pasada edición de los Oscar le concedieron un Premio honorífico. Ganador de tres Emmys por sus producciones documentales y de galardones en festivales de todo el mundo, Frederick Wiseman es toda una institución que este año también se ha querido adentrar en otra institución, la Biblioteca Pública de Nueva York, con un trabajo que ganó el Premio FIPRESCI en el pasado Festival de Venecia y le ha dado también el Critics Choice Documentary Award como Mejor Director. Este documental es todo un homenaje al riguroso trabajo que se realiza en la Biblioteca de Nueva York, y en general en todas aquellas instituciones que preservan el conocimiento literario, y cuenta con apariciones excepcionales como las de Patti Smith o Elvis Costello discutiendo sobre sus proyectos literarios. Ejemplo de estructura documental, conciso y certero, podría ser una de las películas nominadas al Oscar este año.
EE.UU.
Este año la lista de películas con posibilidades para las nominaciones al Oscar parece un homenaje a algunas figuras relevantes del género documental no reconocidas adecuadamente por la Academia de Hollywood: es el caso de la directora francesa Agnès Varda o del nonagenario director Frederick Wiseman, a quien al menos en la pasada edición de los Oscar le concedieron un Premio honorífico. Ganador de tres Emmys por sus producciones documentales y de galardones en festivales de todo el mundo, Frederick Wiseman es toda una institución que este año también se ha querido adentrar en otra institución, la Biblioteca Pública de Nueva York, con un trabajo que ganó el Premio FIPRESCI en el pasado Festival de Venecia y le ha dado también el Critics Choice Documentary Award como Mejor Director. Este documental es todo un homenaje al riguroso trabajo que se realiza en la Biblioteca de Nueva York, y en general en todas aquellas instituciones que preservan el conocimiento literario, y cuenta con apariciones excepcionales como las de Patti Smith o Elvis Costello discutiendo sobre sus proyectos literarios. Ejemplo de estructura documental, conciso y certero, podría ser una de las películas nominadas al Oscar este año.
Ai Weiwei
Alemania
El artista chino Ai Weiwei firma esta mirada a los campos de refugiados a lo largo del planeta que, por supuesto, produce desde un país europeo, no desde su China natal, que lo ha mantenido arrestado durante cierto tiempo. El ahora director siempre ha estado especialmente sensibilizado con el drama de los refugiados, como en la instalación titulada Sunflower Seeds, en la que amontonaba cien millones de semillas de girasol de porcelana pintadas a mano por un centenar de artistas, y cada una con una particularidad diferente, aunque en conjunto parecieran todas iguales. En este sentido, Human flow funciona también como una obra que se aleja de las cifras en general de millones de refugiados para adentrarse en historias particulares que protagonizan algunos de ellos en países como Afganistán, Bangladesh, Francia, Grecia, Alemania, Iraq o México. Se trata de un trabajo global que ha incorporado hasta a una docena de profesionales tras las cámaras, incluido el prestigioso Christopher Doyle o el propio Ai Weiwei, utilizando desde cámaras de móviles hasta drones. El documental ganó hasta cinco premios centrados en los derechos humanos en el Festival de Venecia, donde compitió por el León de Oro.
Alemania
El artista chino Ai Weiwei firma esta mirada a los campos de refugiados a lo largo del planeta que, por supuesto, produce desde un país europeo, no desde su China natal, que lo ha mantenido arrestado durante cierto tiempo. El ahora director siempre ha estado especialmente sensibilizado con el drama de los refugiados, como en la instalación titulada Sunflower Seeds, en la que amontonaba cien millones de semillas de girasol de porcelana pintadas a mano por un centenar de artistas, y cada una con una particularidad diferente, aunque en conjunto parecieran todas iguales. En este sentido, Human flow funciona también como una obra que se aleja de las cifras en general de millones de refugiados para adentrarse en historias particulares que protagonizan algunos de ellos en países como Afganistán, Bangladesh, Francia, Grecia, Alemania, Iraq o México. Se trata de un trabajo global que ha incorporado hasta a una docena de profesionales tras las cámaras, incluido el prestigioso Christopher Doyle o el propio Ai Weiwei, utilizando desde cámaras de móviles hasta drones. El documental ganó hasta cinco premios centrados en los derechos humanos en el Festival de Venecia, donde compitió por el León de Oro.
Bryan Fogel
EE.UU.
También consiguió un Premio Especial del Jurado, y el Premio del Público en Sundance esta producción de Showtime y BBC que se centra en el mundo del dopaje. Su director, Bryan Fogel, buscó la colaboración de un científico ruso para experimentar en su propio cuerpo un elaborado programa de dopaje, pero poco a poco, se vio envuelto en mitad de las acusaciones que se hicieron al gobierno ruso de llevar a cabo un auténtico sistema fraudulento de dopaje en los deportistas que acudieron a los últimos cuatro Juegos Olímpicos. Grigory Rodchenko se convirtió en uno de los principales testigos contra el gobierno ruso, y tuvo que huir a Estados Unidos acogido por el propio Bryan Fogel (en la actualidad se encuentra en un programa de testigos protegidos del FBI porque se teme por su vida). De esta forma, lo que comienza como un documental en torno al dopaje se convierte en un thriller de espionaje que resulta impactante porque son los propios cineastas los que toman protagonismo como actores necesarios. Estamos sin duda ante uno de los documentales más reveladores de este año, al que no le faltó controversia en su pase en el Festival de Sundance, con presiones de la diplomacia rusa, y posterior modificación en el montaje tras la compra por parte de Netflix.
Jane (2017)
También consiguió un Premio Especial del Jurado, y el Premio del Público en Sundance esta producción de Showtime y BBC que se centra en el mundo del dopaje. Su director, Bryan Fogel, buscó la colaboración de un científico ruso para experimentar en su propio cuerpo un elaborado programa de dopaje, pero poco a poco, se vio envuelto en mitad de las acusaciones que se hicieron al gobierno ruso de llevar a cabo un auténtico sistema fraudulento de dopaje en los deportistas que acudieron a los últimos cuatro Juegos Olímpicos. Grigory Rodchenko se convirtió en uno de los principales testigos contra el gobierno ruso, y tuvo que huir a Estados Unidos acogido por el propio Bryan Fogel (en la actualidad se encuentra en un programa de testigos protegidos del FBI porque se teme por su vida). De esta forma, lo que comienza como un documental en torno al dopaje se convierte en un thriller de espionaje que resulta impactante porque son los propios cineastas los que toman protagonismo como actores necesarios. Estamos sin duda ante uno de los documentales más reveladores de este año, al que no le faltó controversia en su pase en el Festival de Sundance, con presiones de la diplomacia rusa, y posterior modificación en el montaje tras la compra por parte de Netflix.
Jane (2017)
Firas Fayyad, Steen Johannness
EE.UU.
Uno de los principales favoritos de cara a los Oscar es este nuevo retrato de la científica Jane Goodall producido por National Geographic. Protagonista ya de otras películas, incluso de ficción, como Gorilas en la niebla (Michael Apted, 1988), por la que Sigourney Weaver ganó el Oscar como Mejor Actriz, la doctora Goodall viene trabajando desde hace años en el estudio de diferentes razas de primates, especialmente chimpancés. Lo que hace que este documental tenga una especial relevancia es la excelencia de su realización, con imágenes ciertamente espectaculares, una espléndida fotografía de Ellen Kuras, nominada al Oscar por su trabajo en The Betrayal - Nerakhoon (Ellen Kuras, Thavisouk Phrasavath, 2008) y una magnífica banda sonora firmada por Philip Glass que debería estar entre las nominadas al Oscar, aunque parece ciertamente difícil. Al margen de ofrecernos un retrato más o menos preciso de los trabajos de la doctora, este documental habla de la pasión por el estudio científico y de la magnificencia de la naturaleza y el reino animal. Y consigue lo que parece muy difícil: ofrecernos aspectos desconocidos de la trayectoria de esta mujer que ha dedicado toda su vida a encontrar un espacio entre animales cuyo comportamiento sigue descubriéndonos aspectos singulares.
EE.UU.
Uno de los principales favoritos de cara a los Oscar es este nuevo retrato de la científica Jane Goodall producido por National Geographic. Protagonista ya de otras películas, incluso de ficción, como Gorilas en la niebla (Michael Apted, 1988), por la que Sigourney Weaver ganó el Oscar como Mejor Actriz, la doctora Goodall viene trabajando desde hace años en el estudio de diferentes razas de primates, especialmente chimpancés. Lo que hace que este documental tenga una especial relevancia es la excelencia de su realización, con imágenes ciertamente espectaculares, una espléndida fotografía de Ellen Kuras, nominada al Oscar por su trabajo en The Betrayal - Nerakhoon (Ellen Kuras, Thavisouk Phrasavath, 2008) y una magnífica banda sonora firmada por Philip Glass que debería estar entre las nominadas al Oscar, aunque parece ciertamente difícil. Al margen de ofrecernos un retrato más o menos preciso de los trabajos de la doctora, este documental habla de la pasión por el estudio científico y de la magnificencia de la naturaleza y el reino animal. Y consigue lo que parece muy difícil: ofrecernos aspectos desconocidos de la trayectoria de esta mujer que ha dedicado toda su vida a encontrar un espacio entre animales cuyo comportamiento sigue descubriéndonos aspectos singulares.
Daniel Lindsay, T.J. Martin
EE.UU.
Este año hemos asistido a varios recordatorios sobre diversos disturbios que han tenido lugar en los Estados Unidos en las últimas décadas. En Detroit (Kathryn Bigelow, 2017), la directora se centraba en los que protagonizó en los años 60 un barrio pobre contra la brutalidad de la policía local hacia los afroamericanos, mientras que en el documental de Netflix Whose streets? (Sabaah Folayan, Davom Davis, 2017) se narraban los hechos acontecidos en Ferguson tras la muerte del joven Mike Brown a manos de un policía. Por su parte, en esta producción los directores utilizan exclusivamente material de archivo para narrar, con singular contundencia, los acontecimientos que se gestaron en la ciudad de Los Angeles tras la paliza que dio un grupo de policías a Rodney King. Producido por National Geographic, se trata de uno de los mejores documentales del año, dotado de un excelente trabajo de montaje del innumerable material de archivo con el que han contado los directores. Es un trabajo minucioso que evita las consabidas entrevistas para descubrir imágenes sorprendentes y potentes que narran por sí solas los acontecimientos. Lejos de cierta subjetividad presente en otras de las producciones mencionadas, aquí nos encontramos de lleno con una realidad que tiene más grises que los que podemos imaginar. Daniel Lindsay y T.J. Martin ya tienen un Oscar por el documental Undefeated (2011), y LA 92, producido por National Geographic, consiguió un premio Emmy este mismo año.
Este año hemos asistido a varios recordatorios sobre diversos disturbios que han tenido lugar en los Estados Unidos en las últimas décadas. En Detroit (Kathryn Bigelow, 2017), la directora se centraba en los que protagonizó en los años 60 un barrio pobre contra la brutalidad de la policía local hacia los afroamericanos, mientras que en el documental de Netflix Whose streets? (Sabaah Folayan, Davom Davis, 2017) se narraban los hechos acontecidos en Ferguson tras la muerte del joven Mike Brown a manos de un policía. Por su parte, en esta producción los directores utilizan exclusivamente material de archivo para narrar, con singular contundencia, los acontecimientos que se gestaron en la ciudad de Los Angeles tras la paliza que dio un grupo de policías a Rodney King. Producido por National Geographic, se trata de uno de los mejores documentales del año, dotado de un excelente trabajo de montaje del innumerable material de archivo con el que han contado los directores. Es un trabajo minucioso que evita las consabidas entrevistas para descubrir imágenes sorprendentes y potentes que narran por sí solas los acontecimientos. Lejos de cierta subjetividad presente en otras de las producciones mencionadas, aquí nos encontramos de lleno con una realidad que tiene más grises que los que podemos imaginar. Daniel Lindsay y T.J. Martin ya tienen un Oscar por el documental Undefeated (2011), y LA 92, producido por National Geographic, consiguió un premio Emmy este mismo año.
Brett Morgen
Dinamarca-Siria
La guerra de Siria también es la protagonista de este documental que ganó este año el Gran Premio del Jurado en el Festival de Sundance. El director sirio Firas Fayyad sigue a los White Helmets (Cascos Blancos), un grupo de ciudadanos de Alepo que trabajan para rescatar a los supervivientes de los bombardeos, financiados principalmente por organismos occidentales. Pero el interés del director está en ofrecernos una visión del día a día de estos ciudadanos en su ayuda humanitaria. En este sentido, se trata de un trabajo que tiene similitudes con el cortometraje The white helmets (Orlando von Einsiedel, Joanna Natasegara, 2016), producido por Netflix, que ganó el Oscar al Mejor Cortometraje Documental en la pasada edición, lo que podría jugar en contra de su presencia en la lista de nominados. Pero el formato de largometraje permite acercarse con mayor profundidad a la vida de sus protagonistas que, entre cada intervención, tienen conversaciones en torno a la guerra y sus familias. Se trata de un documental que no resulta fácil de ver, porque no rehuye mostrar imágenes dramáticas como la de niños rescatados de los escombros que producen los bombardeos, y que especialmente se hace patente emocionalmente en un final terrible, pero al mismo tiempo coherente con la descripción de la masacre que se viene viviendo en Siria desde hace más de cinco años.
Las directoras de este documental ya están habituadas a tratar temas polémicos en torno a las religiones, como en el caso de aquel interesante Jesus Camp (Heidi Weing, Rachel Grady, 2006), en el que se adentraban en un campamento de niños cristianos, por el que fueron nominadas al Oscar. Ahora fijan su mirada en tres jóvenes que deciden abandonar el estilo de vida jasédico, grupo de judíos que hacen una interpretación ortodoxa de las escrituras, renunciando a todo tipo de avances tecnológicos como internet, al que consideran un peligro, e incluso prohibiendo la asistencia de sus acólitos a bibliotecas laicas. El documental consigue una ambientación opresiva con tono de thriller, especialmente en el caso de Ketty, una joven que decidió huir debido al maltrato de su marido, que en todo momento es defendido por la comunidad jasídica. Las directoras consiguen, como ya hicieran en otros trabajos, dar el ritmo adecuado a estas historias cruzadas, gracias a la dosificación adecuada de la información, que imprime ese carácter dramático a los personajes.
Unrest (2017)
Amir Bar-Lev
EE.UU.
Entre los documentales centrados en el mundo de la música, como Gaga: Five foot two (Chris Moukarbel, 2017), Eric Clapton: Live in 12 bars (Lili Fini Zanuck, 2017), Whitney: Can I be me (Nick Bloomfield, Rudi Dolezal, 2017) o Eagles of Death: Nos amis (Our friends) (Colin Hanks, 2017), solamente ha conseguido pasar el corte de la shortlist esta producción que se centra en el grupo Grateful Dead. Esta producción en realidad se ha estrenado como una serie dividida en seis partes en la plataforma Amazon. Se trata de un minucioso trabajo cuyas cuatro horas de duración permiten al director ofrecernos una semblanza diversa y clarificadora, no solo de la propia banda, sino de una época en la que el rock se convirtió en una válvula de escape para los jóvenes. El documental sigue una estructura clásica del género, pero contiene un trabajo de montaje excepcional que mezcla imágenes de archivo y entrevistas con un ritmo intenso en todo momento, hilvanando temáticas que reflejan la diversidad de la sociedad norteamericana del momento. Sin artificios, el director Amir Bar-Levy va pasando de las historias particulares de sus miembros a la trayectoria colectiva de la banda, con la intención de mostrar la trascendencia de Grateful Dead en el universo musical del rock.
EE.UU.
Entre los documentales centrados en el mundo de la música, como Gaga: Five foot two (Chris Moukarbel, 2017), Eric Clapton: Live in 12 bars (Lili Fini Zanuck, 2017), Whitney: Can I be me (Nick Bloomfield, Rudi Dolezal, 2017) o Eagles of Death: Nos amis (Our friends) (Colin Hanks, 2017), solamente ha conseguido pasar el corte de la shortlist esta producción que se centra en el grupo Grateful Dead. Esta producción en realidad se ha estrenado como una serie dividida en seis partes en la plataforma Amazon. Se trata de un minucioso trabajo cuyas cuatro horas de duración permiten al director ofrecernos una semblanza diversa y clarificadora, no solo de la propia banda, sino de una época en la que el rock se convirtió en una válvula de escape para los jóvenes. El documental sigue una estructura clásica del género, pero contiene un trabajo de montaje excepcional que mezcla imágenes de archivo y entrevistas con un ritmo intenso en todo momento, hilvanando temáticas que reflejan la diversidad de la sociedad norteamericana del momento. Sin artificios, el director Amir Bar-Levy va pasando de las historias particulares de sus miembros a la trayectoria colectiva de la banda, con la intención de mostrar la trascendencia de Grateful Dead en el universo musical del rock.
Heidi Ewing, Rachel Grady
EE.UU.
EE.UU.
Las directoras de este documental ya están habituadas a tratar temas polémicos en torno a las religiones, como en el caso de aquel interesante Jesus Camp (Heidi Weing, Rachel Grady, 2006), en el que se adentraban en un campamento de niños cristianos, por el que fueron nominadas al Oscar. Ahora fijan su mirada en tres jóvenes que deciden abandonar el estilo de vida jasédico, grupo de judíos que hacen una interpretación ortodoxa de las escrituras, renunciando a todo tipo de avances tecnológicos como internet, al que consideran un peligro, e incluso prohibiendo la asistencia de sus acólitos a bibliotecas laicas. El documental consigue una ambientación opresiva con tono de thriller, especialmente en el caso de Ketty, una joven que decidió huir debido al maltrato de su marido, que en todo momento es defendido por la comunidad jasídica. Las directoras consiguen, como ya hicieran en otros trabajos, dar el ritmo adecuado a estas historias cruzadas, gracias a la dosificación adecuada de la información, que imprime ese carácter dramático a los personajes.
Yance Ford
EE.UU.-Dinamarca
Premio Especial del Jurado al Mejor Documental en el pasado Festival de Sundance y seleccionado para el Premio Teddy en el Festival de Berlín, estamos ante un documental personal que la directora construye como una especie de reconocimiento a su propia familia y las tragedias que han vivido a lo largo de los años, fruto de la segregación racial. Tomando como punto de partida la injusta decisión de un Gran Jurado de dejar en libertad al hombre que mató a su hermano en 1992, la directora elabora un recorrido emocional en la que ella misma es protagonista (y en cierta manera describe su propio sentimiento de culpabilidad por no haber evitado la muerte de su hermano). El documental está dirigido con talento, utilizando primeros planos en sus propias intervenciones y dotándolo de un carácter personal y, podríamos decir, de exorcismo de sus propios sentimientos. Pero sobre todo conmueven las intervenciones de su madre, profesora jubilada que hace un recorrido por cada una de las tragedias que ha tenido que vivir, muchas de ellas motivadas por prejuicios racistas. De esta forma, el conjunto funciona como catarsis familiar pero al mismo tiempo, y a pesar de una excesiva duración, también convierte un caso particular en un retrato universal que plantea una seria reflexión sobre el racismo en la sociedad norteamericana.
Premio Especial del Jurado al Mejor Documental en el pasado Festival de Sundance y seleccionado para el Premio Teddy en el Festival de Berlín, estamos ante un documental personal que la directora construye como una especie de reconocimiento a su propia familia y las tragedias que han vivido a lo largo de los años, fruto de la segregación racial. Tomando como punto de partida la injusta decisión de un Gran Jurado de dejar en libertad al hombre que mató a su hermano en 1992, la directora elabora un recorrido emocional en la que ella misma es protagonista (y en cierta manera describe su propio sentimiento de culpabilidad por no haber evitado la muerte de su hermano). El documental está dirigido con talento, utilizando primeros planos en sus propias intervenciones y dotándolo de un carácter personal y, podríamos decir, de exorcismo de sus propios sentimientos. Pero sobre todo conmueven las intervenciones de su madre, profesora jubilada que hace un recorrido por cada una de las tragedias que ha tenido que vivir, muchas de ellas motivadas por prejuicios racistas. De esta forma, el conjunto funciona como catarsis familiar pero al mismo tiempo, y a pesar de una excesiva duración, también convierte un caso particular en un retrato universal que plantea una seria reflexión sobre el racismo en la sociedad norteamericana.
Jennifer Brea
Gran Bretaña-EE.UU.
Estamos ante una historia de superación personal protagonizada por la propia directora, Jennifer Brea que decidió documentar la evolución de su extraña enfermedad cuando los primeros médicos a los que acudió le dijeron que sus problemas eran psicosomáticos. Posteriormente, le diagnosticaron Síndrome de Fatiga Crónica, una extraña dolencia que impide al cuerpo realizar casi ningún tipo de esfuerzo físico. Se trata de un documental emocionante y doloroso al mismo tiempo, porque la directora y protagonista nos muestra los momentos más íntimos de una enfermedad crónica que afecta a sus relaciones y, en cierta manera también, a su matrimonio. Y en este sentido estamos ante una valiente y descarnada visión de las dificultades que estos enfermos tienen que enfrentar diariamente. Jennifer Brea incluso realiza entrevistas a otros afectados por el SFC en todo el mundo, a través de videoconferencia o de equipos de rodaje locales. Ganador del Premio al Mejor Montaje en el Festival de Sundance, parece uno de estos documentales que tienen todos los ingredientes para alcanzar al menos una nominación a los Oscar.
Estamos ante una historia de superación personal protagonizada por la propia directora, Jennifer Brea que decidió documentar la evolución de su extraña enfermedad cuando los primeros médicos a los que acudió le dijeron que sus problemas eran psicosomáticos. Posteriormente, le diagnosticaron Síndrome de Fatiga Crónica, una extraña dolencia que impide al cuerpo realizar casi ningún tipo de esfuerzo físico. Se trata de un documental emocionante y doloroso al mismo tiempo, porque la directora y protagonista nos muestra los momentos más íntimos de una enfermedad crónica que afecta a sus relaciones y, en cierta manera también, a su matrimonio. Y en este sentido estamos ante una valiente y descarnada visión de las dificultades que estos enfermos tienen que enfrentar diariamente. Jennifer Brea incluso realiza entrevistas a otros afectados por el SFC en todo el mundo, a través de videoconferencia o de equipos de rodaje locales. Ganador del Premio al Mejor Montaje en el Festival de Sundance, parece uno de estos documentales que tienen todos los ingredientes para alcanzar al menos una nominación a los Oscar.
Bonni Cohen, Jon Shenk
EE.UU.
EE.UU.
El ex-vicepresidente Al Gore regresa a la pantalla diez años después tras el éxito de su documental Una verdad incómoda (David Guggenheim, 2006), ganador del Oscar, en el que planteaba los peligros del cambio climático a través de las diversas conferencias que viene dando a lo largo del mundo. Esta segunda parte busca ahondar más en la problemática, aunque tiene también el principal defecto de aquél, que es el excesivo protagonismo del personaje. Sin embargo, hay que decir que resulta un significativo toque de atención y de reflexión sobre lo que ha ocurrido en nuestro planeta a lo largo de estos diez años. Por ejemplo, en Una verdad incómoda se planteaba la posibilidad de una inundación que cubriría parte del Memorial World Trade Center, que muchos calificaron de exagerada. Ahora, Al Gore muestra en sus conferencias la inundación que sufrió Nueva York debido al huracán Sandy de 2012. Resulta por tanto clarificador el mensaje que sigue ofreciendo Al Gore, cuyos esfuerzos por luchar contra los discursos que niegan el calentamiento global son continuos. El documental tiene altibajos en su interés, y es más interesante cuando se centra en la parte principal de su contenido que cuando lo hace en las reuniones protagonizadas por el personaje principal. Pero sin duda se trata de un planteamiento necesario.
JR, Agnès Varda
Francia
Francia
Como decíamos antes, veteranos como Frederick Wiseman o Agnès Varda están presentes este año entre los posibles candidatos al Oscar. La cineasta es todo un clásico en el género documental desde que comenzara a trabajar en los años cincuenta, siempre interesada en los aspectos humanos de las historias que cuenta, pero también siempre con una mirada que, sin evitar el realismo, también se decanta por un punto de vista poético. En su último documental, recorre la Francia rural (esa que hemos visto también en muchas otras obras suyas), con el fotógrafo/muralista JR para mostrar un retrato del ser humano en su condición más natural. Estamos ante un trabajo que viene marcado por la personalidad de su directora, y que no solo se acerca a la visión que tienen estos dos improvisados viajantes, sino que también conecta con esa Nouvelle Vague de la que formó parte tangencialmente la cineasta, con imágenes de archivo de directores como Jean-Luc Godard. Estamos ante un viaje con destino conocido, sin rumbo, que nos descubre paisajes singulares y, sobre todo, retratos humanos que conforman un excelente fresco documental.
Las nominaciones a los Oscar se darán a conocer el 23 de enero.