29 marzo, 2019

Recopilatorios 2019: Variedad y decepción

A lo largo de este mes de marzo coinciden las ediciones de algunos recopilatorios de música de cine que incluyen a compositores de gran popularidad, como John Williams y Hans Zimmer. Celebrating John Williams (2019, Deutsche Grammophon) por un lado, y The world of Hans Zimmer - A Symphonic Celebration (2019, Sony Classical) coinciden en parecidos títulos y fechas de edición, y conforman además dos compendios de algunas de las bandas sonoras más populares de las últimas décadas. Las ediciones también coinciden en ser grabaciones en directo, de conciertos que se celebraron el año pasado y que ahora pueden disfrutarse en CD. El resultado es en todo caso irregular, y en el caso de compositores tantas veces "celebrados" como John Williams nos preguntamos si no sería interesante diversificar la selección hacia obras igualmente notables pero quizás menos conocidas que acabar conformando los títulos ya habituales en el universo sonoro del compositor. Afortunadamente, se han editado otras recopilaciones que nos proponen otros acercamientos más originales y que aprovechamos para comentar también en este post, ya que son ediciones igualmente recientes e interesantes.  

Celebrating John Williams 
Los Angeles Philharmonic Orchestra
Dirige: Gustavo Dudamel
Deutsche Grammophon, 15/03/19

No cabe duda que el venezolano Gustavo Dudamel es uno de los directores de orquesta más reconocido del momento. Desde su llegada como director titular a Los Angeles Philharmonic Orchestra en 2009, sustituyendo a Esa-Pekka Salonen, su proyección aumentó considerablemente, gracias en buena medida a la popularidad de una orquesta de prestigio como LAPO en la que alcanza ya los diez años como director titular, coincidiendo con el año en el que la orquesta celebra su centenario. Su relación con el compositor John Williams es también larga, siendo invitado en 2015 a participar en la banda sonora de Star Wars. El despertar de la fuerza (J.J. Abrams, 2015), y convirtiéndose en su padrino para inaugurar su propia estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood. La relación del director de orquesta venezolano con España también es muy personal, ya que desde 2017 está casado con la actriz madrileña María Valverde, y es uno de los directores habituales de la programación del Palau de la Música de Barcelona, donde volverá con dos conciertos en la temporada 2019-2020. 

La edición de este doble CD recoge la grabación de los conciertos que se celebraron el pasado mes de enero en el Walt Disney Concert Hall de Los Angeles, que fueron todo un éxito de crítica y público, a pesar del alto precio de las entradas. Ciertamente, hay que decir que una de las aportaciones más notables del director Gustavo Dudamel es la de tener la capacidad de sacar el máximo partido a una gran orquesta como es Los Angeles Philharmonic Orchestra. Mark Swed, crítico de Los Angeles Times, titulaba su comentario en torno al concierto: "¿Por qué Dudamel dirigiendo la música de John Williams no se parece a nada delo que hayas escuchado nunca?". Y esto es particularmente notable en temas como "The flight to Neverland" de la película Hook (El capitán Garfio) (Steven Spielberg, 1991), interpretado con un sonido sinfónico espectacular, incluso más que en la versión original, o en el maravilloso "Scherzo for motorcycle and Orchestra" de Indiana Jones y la última cruzada (Steven Spielberg, 1989), en la que el director se permite incluso algunas variaciones. Son algunas aportaciones que realiza un director que consigue dar mayor espectacularidad a la música de John Williams de la que tiene en su origen, lo cual es sin duda destacable. 

Es cierto que la selección resulta excesivamente tradicional, con el repaso consabido a las grandes y más populares bandas sonoras del compositor, pero realmente hay que destacar ese sonido grandioso que consigue imprimir el director a una orquesta llena de matices y que, si es evidentemente apreciable en las marchas y las fanfarrias habituales de John Williams, también se aprecia en la belleza que alcanzan composiciones como "Marion's Theme" de En busca del arca perdida (Steven Spielberg, 1981) o en el precioso Sayuri's Theme de Memorias de una geisha (Steven Spielberg, 2005), con la contundencia que aporta el violonchelista Robert DeMaine. 

La única exclusiva que aporta esta grabación es la interpretación en directo del "Adagio" de la película Star Wars. El despertar de la fuerza (J.J. Abrams, 2015), que el mismo Gustavo Dudamel dirigió en la banda sonora original, y que se estrena por primera vez en directo con una orquestación diferente. 

No cabe duda que los conciertos ofrecidos por Los Angeles Philharmonic Orchestra bajo la dirección de Gustavo Dudamel en el Walt Disney Concert Hall debieron ser espectaculares, contando además con la presencia del propio homenajeado, John Williams. Como recopilatorio, no aporta nada especialmente novedoso a las decenas de recopilaciones de música del compositor norteamericano, pero sí es cierto que podemos apreciar con una especial brillantez esos temas que hemos escuchado tantas veces, y algunas de ellas en calidades más que discutibles. Esta es, al menos, la aportación que consigue un director de orquesta que sabe sacar lucidez a una orquesta como pocos han hecho en los últimos años. Los aplausos que suenan al final de esta casi hora y media de grabación demuestran, desde luego, que el público que asistió a los conciertos estuvo completamente satisfecho. 

Hooten plays Williams
Thomas Hooten y miembros de Los Angeles Philharmonic Orchestra
Dirige: John Williams
Thomas Hooten, 08/03 /19

Esta es un proyecto curioso, ya que se trata de una propuesta personal de Thomas Hooten, principal trompetista de Los Angeles Philharmonic Orchestra, que deseaba interpretar el Concierto para Trompeta y Orquesta, una de las obras autónomas más destacadas del compositor John Williams. De esta forma, inició una campaña de crowfunding en Kickstarter para recaudar el presupuesto necesario para la contratación de compañeros intérpretes de la LAPO, contando con la colaboración desinteresada del propio John Williams, que se encarga de dirigir a la orquesta. 

El "Concierto para Trompeta" fue compuesto por John Williams en el año 1996, como homenaje al primer trompetista de The Cleveland Orchestra, Michael Sachs, que fue el encargado de estrenar la obra a nivel mundial. Se trata de una pieza en tres movimientos que requiere de una gran destreza como trompetista, y de hecho la versión más conocida es la que interpreta la London Symphony Orchestra con el trompetista Arturo Sandoval, que le otorga otro tipo de sonoridad, con matices y fraseos que provienen de su origen en el latin-jazz, que otros trompetistas de prestigio como el propio Michael Sachs o Tim Morrison, habituales colaboradores de John Williams, no consiguen. 

La edición que nos ocupa es una interpretación que regresa a los orígenes de la pieza, con un trabajo notable del trompetista Thomas Hooten, uno de los músicos más reconocidos del momento, y a pesar de estar interpretada por una orquesta formada por músicos independientes, casi todos miembros de Los Angeles Philharmonic Orchestra, ofrece un sonido más que decente para una obra de estas características. 

Este EP, que dura poco menos de 30 minutos, se completa con la interpretación del tema principal de la película Nacido el 4 de julio (Oliver Stone, 1989), de nuevo con la trompeta de Thomas Hooten como principal protagonista, en una versión hermosa y con garra. Si hablábamos con respecto al anterior recopilatorio de la obra de John Williams de que es habitual encontrar casi siempre la misma selección de bandas sonoras, éste es uno de esos excelentes trabajos del compositor que casi siempre se quedan fuera de esas recopilaciones, siendo una de sus mejores partituras. Por tanto, resulta satisfactorio encontrarla como cierre de este recomendable álbum dedicado a la música autónoma de John Williams.

Shostakovich under Stalin's shadow:
Symphonies Nos. 6 & 7 / Suite from "King Lear" (Incidental music)
Boston Symphony Orchestra
Dirige: Andris Nelson
Deutsche Grammophon, 22/02/19

El sello discográfico Deutsche Grammophon lanza otra edición de la serie titulada "Shostakovich under Stalin's shadow", de la que publicó anteriormente otros dos volúmenes, e incluye, como en las otras, música de la primera mitad de la carrera profesional del compositor ruso, aquella que vivió bajo la dictadura de Josef Stalin. Como en las anteriores ediciones, la música está interpretada de manera ejemplar por la Boston Symphony Orchestra bajo la batuta de su director titular, Andris Nelson, nacido en Letonia pero unido desde 2014 a la prestigiosa orquesta norteamericana. Son grabaciones efectuadas en directo en los meses de febrero y mayo de 2017, y que ahora son editadas en un doble CD, completando la serie de conciertos que la Boston Symphony Orchestra ha dedicado a la obra del compositor ruso. 

La Sexta Sinfonía es quizás una de las más líricas de la carrera de Shostakovich y fue compuesta en 1939, cuando la persecución contra los artistas y músicos había pasado por su momento más complicado. Es una hermosa composición que quizás no está entre las más conocidas de su autor. No es el caso de la Séptima Sinfonia, "Leningrado", que Shostakovich comenzó a componer en 1941, cuando él y su familia vivían en la ciudad asediada por el ejército alemán. La obra fue estrenada precisamente en el recinto de la Orquesta Filarmónica de Leningrado, en el momento de mayor crudeza del asedio alemán. 

La tercera composición que se incluye en este recopilatorio es la Suite "King Lear", compuesta por Dmitri Shostakovich para la obra teatral dirigida por Grigori Kozintsev en 1940. El compositor ya había trabajado para otra adaptación de una obra de William Shakespeare, "Hamlet", pero si ésta se creó como una pieza para orquesta de cámara, "King Lear" es una obra más ambiciosa y tiene un aire de tragedia más profundo. Dmitri Shostakovich y Grigori Kozintsev volverían a trabajar juntos en las versiones cinematográficas de estas dos obras de William Shakespeare, Hamlet (Grigori Kozintsev, 1964) y El rey Lear (Grigori Kozintsev, 1971), pero las partituras para ambas películas difieren en buena medida de las que compuso el autor ruso para la puestas en escena teatral. Existe de hecho alguna edición discográfica en la que se puede comparar la música de "King Lear" en sus dos diferentes versiones. Sin duda, al margen de su propia calidad como ediciones de música clásica de uno de los grandes compositores, este doble CD es una buena oportunidad para acercarse a las composiciones de un autor cuya relación con el mundo del cine fue prolija, llegando a componer más de 30 bandas sonoras en sus últimos años.

The world of Hans Zimmer - A symphonic celebration
ORF Vienna Symphony Orchestra & Neue Wiener Stimmen
Dirige: Martin Gellner
Sony Classical, 15/03/19

Sin duda alguna, Hollywood in Vienna es una de las citas imprescindibles para los aficionados a las bandas sonoras, en primer lugar por tener la oportunidad de disfrutar de un concierto de música de cine en un espacio como el Wiener Konzerthaus, en la sala con capacidad para 1800 espectadores, sin duda una de las salas de concierto más espectaculares de Europa. En segundo lugar, porque es emocionante ver a compositores como Alexandre Desplat, Danny Elfman o Hans Zimmer recoger el Premio Max Steiner y recibir el reconocimiento de un país que es cuna de los mayores representantes de la música clásica europea (Mozart, Haydn, Schubert. los hermanos Strauss...) y de maestros de las bandas sonoras que nacieron en medio del Imperio austrohúngaro como el mencionado Max Steiner (en la parte austríaca) o Erich Wolfgang Korngold ( en la posterior República Checa). 

No siempre existe la posibilidad de disfrutar de una edición en CD del concierto que cada año se celebra, por el mes de octubre, en Viena, pero el homenaje dedicado a Hans Zimmer el año pasado sí ha sido editado por Sony Classical. El concierto, interpretado por la ORF Vienna Symphony Orchestra, que es la orquesta oficial del canal de televisión público austríaco, y por el coro Neu Wiener Stimmen, cuenta además con la participación de solistas como Lisa Gerrard, colaboradora de Hans Zimmer en bandas sonoras como Gladiator (Ridley Scott, 2000). 

Hay que decir que, desde el punto de vista sinfónico, no estamos ante un concierto de calidad suprema y en cuanto a la revisión de las bandas sonoras de Hans Zimmer desde una perspectiva sinfónica, resulta más interesante la propuesta que realiza The City of Prague Philharmonic Orchestra en recopilaciones como "The best of Hans Zimmer" (2011, Silva Screen Records). Porque lo cierto es que la puesta en escena de los conciertos de Hollywood in Vienna es en ocasiones espectacular, pero a veces rozan la horterada. En el concierto dedicado a Hans Zimmer, sin ir más lejos, incluyendo una coreografía flamenca en la interpretación de Misión: Imposible 2 (John Woo, 2000), o con versiones un poco arrabaleras como la que hicieron de Sherlock Holmes (Guy Ritchie, 2009) que, afortunadamente, se ha quedado fuera de la edición discográfica. 

En el concierto funciona mejor la interpretación más seria de composiciones como El Código Da Vinci (Ron Howard, 2006) o el tema "To every captive soul" de la banda sonora de Hannibal (Ridley Scott, 2001), absolutamente cautivador. La selección, en todo caso, resulta algo discutible, incluyendo bandas sonoras populares pero no especialmente significativas en la trayectoria de Hans Zimmer como Madagascar (Eric Darnell, Tom McGrath, 2005), Rush (Ron Howard, 2013) o The holiday (Nancy Meyers, 2006), y dejando fuera trabajos como La delgada línea roja (Terrence Malick, 1998) o Marea roja (Tony Scott, 1995), pero esta inconsistencia se le debe achacar al propio Hans Zimmer y a su colaborador Gavin Greenaway, que participaron en la selección. 

Se trata por tanto de una edición que nos deja una sensación agridulce, con momentos especialmente notables como la suite de El rey león (Roger Ellers, Rob Minkoff, 1994) y curiosidades agradables como la participación del propio Hans Zimmer en la guitarra eléctrica en el tema "Time" de la película Inception (Christopher Nolan, 2010) , pero al mismo tiempo con criterios de selección dudosos e interpretaciones más mediocres y confusas como  la mencionada Misión: Imposible 2

No sabemos por cuánto tiempo, pero el concierto, que suele retransmitirse por el canal de televisión público austríaco, se puede disfrutar casi en su este enlace. 







22 marzo, 2019

Love, Death + Robots = +/- técnica - interés narrativo

Cada vez que Netflix apuesta por un género o propuesta narrativa surgen todo tipo de comentarios y polémicas. Lo cual, para la plataforma, es una interesante forma de palpar qué es lo que más llama la atención de sus usuarios. En esta ocasión, y de la mano de Tim Miller, director de Deadpool (Tim Miller, 2016) y, de David Fincher como productor, la propuesta pasa por ofrecer una serie de cortometrajes de animación para adultos en los que el sexo y la violencia son parte esencial de una propuesta que, en todo caso, se queda a medio camino entre la virtuosidad técnica y la escasa originalidad narrativa. Deudora de los planteamientos reflexivos sobre la relación entre los robots y los seres humanos que encontramos en autores como Philip K. Dick o Brian W. Aldiss, Love, Death + Robots (Netflix, 2019-) propone dieciocho historias que, como suele suceder en estos casos, alcanzan resultados irregulares. El problema que encontramos es que, aunque técnica y visualmente puedan ser historias atractivas (aunque nada rompedoras), narrativamente están entre lo mediocre y lo puramente banal. Solo encontramos propuestas interesantes en dos de los cortometrajes, y en todo caso la mayor parte de ellos están a años luz de muchas de las historias cortas que podemos ver en festivales como Annecy. Sin ir más lejos, esta semana se estrena en España el ganador del Premio a Mejor Largometraje en el festival francés del año pasado, Funan (Dennis Do, 2018) que, desde su propuesta de animación tradicional, propone una mirada adulta y contundente a la masacre que provocaron los jemeres rojos en Camboya. 


Como es ya habitual, la difusión de la serie por parte de Netflix ha estado rodeada de cierta polémica, especialmente en torno a la opacidad de los criterios de selección y presentación de su catálogo a los usuarios. ¿Utiliza Netflix datos personales para difundir sus producciones? ¿Qué algoritmos se tienen en cuenta para "invitarnos" a ver sus películas y series? Como es sabido, la plataforma hace uso de diferentes propuestas de carteles para presentar su catálogo a los usuarios, dependiendo del comportamiento de éstos y de su selección. Hasta ahí, todo parece normal. El problema radica en que, en realidad, no sabemos de qué tipo de información dispone Netflix. Igual que los datos reales de visionados, la transparencia en este sentido no es precisamente la mayor virtud de la plataforma.

El pasado mes de octubre, una serie de usuarios afroamericanos denunciaron una segmentación de los rótulos promocionales del catálogo de Netflix. De esta forma, para usuarios de raza negra se resaltaban los intérpretes de raza negra, aunque su participación en la película en cuestión fuera secundaria. ¿Es esto ético? Netflix siempre ha negado que utilice datos demográficos para segmentar su catálogo, y afirma que solo lo hace en función del comportamiento de estos a la hora de seleccionar sus productos. Justificando esta afirmación en el hecho de que no tienen datos de raza u orientación sexual de sus clientes. Recientemente, un usuario británico homosexual resaltó que en el orden que él había visto la serie Love, Death + Robots, se le había propuesto como primera historia Sonnie's edge (Dave Wilson, 2019), que incluye una relación lésbica, mientras que para amigos suyos heterosexuales el orden incluía como primera propuesta el cortometraje Beyond the Aquila rift (Léon Bérelle, Dominique Boidin, Rémi Kozyra, Maxime Luère, 2019), que incluye un de las escenas de sexo heterosexual más explícitas de la serie.


Si bien es cierto que Netflix ha lanzado cuatro órdenes diferentes de la serie de cara a sus usuarios, la plataforma ha salido al paso de las acusaciones de utilizar datos demográficos como la orientación sexual o la raza para difundir su catálogo, afirmando que el orden en el que los usuarios pueden ver los cortometrajes de la serie es aleatorio o, en todo caso, se basa en su propio comportamiento selectivo. Pero esto, debido a la falta de transparencia que rodea en general a las plataformas digitales, nunca lo sabremos con exactitud.

Ya en el terreno estrictamente narrativo, hay que decir que Love, Death + Robots acaba siendo una notable decepción. Porque, en realidad, la propuesta aporta poco a las técnicas de animación y casi nada a la narración de género fantástico. Lo que pudiera haber sido una serie de interesantes reflexiones en torno a los conceptos habituales de la ciencia-ficción se queda en una serie de propuestas anecdóticas que tienen escaso valor desde el punto de vista narrativo. Lo es sobre todo en el caso flagrante de innecesarios y huecos trabajos de alarde técnico que están sin embargo vacíos de contenido, como el caso de la aburrida secuencia de acción que se plantea en Blindspot (Vitaly Shushko, 2019) o la visualmente atractiva pero narrativamente superficial Fish night (Damian Nenow, 2019). 

Love, Death + Robots se presenta como una serie de animación para adultos, pero este concepto es malinterpretado, reduciéndolo a escenas de violencia explícita y desnudos que en la mayor parte de los casos no tienen una justificación narrativa. En este sentido, son más adultos los guiones de Toy story (John Lasseter, 1995) o de WALL-E (Andrew Stanton, 2008) que los de cualquiera de estas historias. Por poner un ejemplo de historias que tienen una consistencia narrativa perfecta y utilizan, sin abandonar el target infantil, resortes de guión que conectan directamente con fórmulas de mayor madurez. No es el caso de esta serie, que confunde la violencia y el sexo con la edad de sus espectadores, y en muchos casos incorpora una cierta masculinización de los personajes aunque estos sean de género femenino, como ocurre en Helping hand (Jon Yeo, 2019) o en Lucky 13 (Jerome Chen, 2019). Es otro de los conceptos que malinterpreta la serie: no por hacer protagonista a un personaje femenino se evitan las propuestas de cierto aire machista, si es que estos personajes al final tienen un comportamiento estrictamente masculino. 


Uno de los principales errores de esta propuesta de Netflix es ofrecer una serie de historias que, al margen de no aportar demasiado desde el punto de vista técnico (cada año vemos cortometrajes que contienen planteamientos visuales mucho más interesantes) ni de incorporar reflexiones que puedan ser más o menos interesantes en torno al género de ciencia-ficción, son narraciones que parecen sacadas de historias más largas, casi como fragmentos que no aportan apenas información sino simplemente funcionan como reclamo para elaborar alardes técnicos más o menos logrados. Es el caso de Sucker of souls (Owen Sullivan, 2019) o la hormonada historia bélica Shape-shifters (Gabriele Pennacchioli, 2019). A pesar de que algunas historias tienen un planteamiento inicial interesante que acaba siendo abandonado para caer en la mera anécdota de cierto aire humorístico, como ocurre en la mayor parte de los cortos de representantes españoles, como en When the yogurt took over (Víctor Maldonado & Alfredo Torres, 2019), que podía haber sido un excelente cortometraje, pero acaba siendo un simple chiste, o Alternate histories (Víctor Maldonado & Alfredo Torres, 2019), una auténtica tontería que resulta larga a pesar de sus escasos ocho minutos de duración. Entre las aportaciones de estos dos directores, los únicos que incluyen tres cortometrajes, solo Three robots (Víctor Maldonado & Alfredo Torres, 2019) tiene algo de consistencia, y en cierto modo conecta con las historias de Philip K. Dick, especialmente interesante en su uso del humor para describir ese mundo posapocalíptico y la visión de los robots protagonistas en torno a la extinguida raza humana. Pero al final se nos explica poco de dónde vienen y a dónde van los personajes principales, y la resolución es anecdótica y escasamente atractiva. 

Desde nuestro punto de vista, solo hay dos historias que merecen la pena en el plano  narrativo. Por un lado, The witness (Alberto Mielgo, 2019), del también español Alberto Mielgo, que realiza una propuesta visual fascinante, llena de matices y con escenas de acción de gran fuerza, y que se plantea realmente como un cortometraje en el que la narración contiene todos los elementos necesarios para construir una historia con principio y final coherentes. De este director nacido en Madrid, pero con una amplia trayectoria en departamentos de animación de diversas producciones internacionales, esperamos ver este año su muy sugerente cortometraje The windshield wiper (Alberto Mielgo, 2019). Por otro lado, la que para nosotros es la propuesta más redonda, Zima blue (Robert Valley, 2019), quizás el único de todos los cortometrajes de la serie Love, Death + Robots que realmente plantea una reflexión adulta en torno al concepto de arte y la artificiosidad de la creación artística. Su planteamiento visual también es arriesgado y conceptualmente impresionante, y consigue de la zona de confort en la que se encuentra el resto de la serie, lo que le convierte en sí mismo en un corto que podría competir en los principales festivales de animación del mundo. 





Love, Death + Robots se puede ver actualmente en Netflix
Funan se estrena en cines el 22 de marzo 

09 marzo, 2019

Black Metal: Caos y crímenes en Escandinavia

Para muchos extranjeros, Noruega es un país que acoge con agrado a los turistas, atraídos especialmente por los hermosos paisajes nevados y la posibilidad de practicar deportes de invierno. Para otros, el peregrinaje a ciudades como Oslo y Bergen tiene otras connotaciones. Son los denominados blackpackers ("mochileros negros"), que tienen como principal objetivo visitar algunos de los lugares mas emblemáticos del movimiento musical Black Metal, que en su vertiente noruega tuvo algunos de sus más destacados (y sangrientos) representantes.

Los orígenes del Black Metal en los países escandinavos, principalmente Suecia y Noruega, resulta fascinante no solo para los seguidores de esta ramificación con tintes satánicos del rock duro, sino también para los amantes de las historias negras de crímenes, que acabaron rodeando a algunos de sus principales integrantes, y en cierta manera focalizando la atención en circunstancias ajenas a la propia música. Aunque los antecedentes del Black Metal están presentes desde los años ochenta en bandas inglesas como Venom e italianas como Death SS, el mayor desarrollo de este movimiento se produjo en Noruega. Precisamente fue el segundo album de Venom, Black metal (1982, Impulse Studios), el que inspiró el nombre genérico de esta nueva forma musical. Un album que ya tenía ese sonido rudo, casi primitivo que las bandas posteriores reivindicarían como elemento propio. De hecho, la baja calidad del sonido era, en algunos casos, consciente y deseada. Se trata de lo que Varg Vikernes definía como "necro-sound", ese sonido siniestro y desfigurado que era, también, una forma de rebeldía contra los parámetros tradicionales de la industria musical.

Una de las bandas precursoras de este movimiento fue Mayhem, formada por jóvenes músicos que se declaraban anticristianos y reivindicaban una sociedad más enraizada con los orígenes vikingos y paganos. Esta ideología se concretó algunos años más tarde en el denominado Inner Circle, un grupo ideológico formado por miembros de las primeras bandas de black metal noruego, y posteriormente responsable de profanaciones de tumbas e incendios de iglesias. Entre 1992 y 1995 se quemaron en Noruega 52 iglesias y se profanaron más de 15.000 tumbas. Muchos de estos actos, en realidad, fueron fueron provocados por seguidores del Black Metal, que en muchos casos ni siquiera conocían personalmente a los componentes de los grupos musicales. Pero en otros casos se demostró la participación de músicos como Varg Vikernes, que con estos actos rechazaba la opresión de la llegada del cristianismo a los países escandinavos. El más paradigmático fue el incendio en 1992 de la iglesia de Fantoft, en Bergen, construida en 1150, que en sus orígenes se alzó sobre un lugar sagrado pagano en el que se celebraban los ritos del solsticio. Esta imposición de la religión cristiana sepultando literalmente las tradiciones paganas era, en buena medida, la base ideológica que empujaba a estos jóvenes a actuar: "si la religión cristiana no respetó nuestras tradiciones cuando se impuso, ¿por qué vamos nosotros a respetarlos a ellos?". 

Resulta interesante comparar la representación de esta estética entre lo que se denominaba Black Metal, surgido y desarrollado en Gran Bretaña principalmente, y lo que finalmente se convirtió en Noruega. Mientras que en la escena inglesa el Black Metal era más satírico, utilizaba sangre artificial y camisetas con esloganes satánicos, en Noruega se convirtió en algo más serio y parte de sus integrantes se introdujeron en una espiral de caos que en buena medida se les fue de las manos. Pero el satanismo funcionaba al principio más como un reclamo y una puesta en escena que como una convicción real. A pesar de la mala prensa que tuvo en años posteriores, el Black Metal noruego no tiene nada que ver con la realización de actos satánicos. 

Uno de los primeros componentes de Mayhem fue Østein Arseth, "Euronymus", que es una de las figuras clave en este movimiento. Su historia, rodeada de violencia y locura, es uno de los principales objetos de reflexión en torno a este subgénero musical, y acabó rodeándolo de una cierta envoltura oscura que ciertamente fue decisiva para su posterior resonancia internacional. El primer vocalista del grupo, el sueco Per Yngve Ohlin, "Dead", un joven de personalidad extraña, obsesionado con la muerte, acabó suicidándose a los 22 años. Comentan sus compañeros de grupo en algunas entrevistas que estaba continuamente autolesionándose (lo hacía frecuentemente en los conciertos de Mayhem), y de hecho primero trató de suicidarse cortándose las venas pero, al ver que tardaba demasiado en morir, decidió darse un tiro en la cabeza con una escopeta.


La película Lords of chaos (Jonas Åkerlund, 2018), que protagoniza Rory Culkin interpretando a Euronymus, describe casi de forma absurda el momento en el que éste encontró el cuerpo sin vida del vocalista. Fascinado por la imagen de su imagen muerto, Euronymus, antes de llamar a la policía, cogió una cámara y fotografió el cuerpo destrozado de Dead, que posteriormente utilizaría como portada del album en directo de Mayhem Dawn of the black hearts (1995, Warmaster Records). Es una de las escenas macabras que rodearon la vida de Euronymus, y que el director sueco Jonas Åkerlund describe en esta película que se pudo ver en festivales como Sundance y Sitges. Quizás el acercamiento del realizador no acaba siendo tan oscuro como la historia merecería, y en su desarrollo se toma ciertas licencias sobre todo en cuanto a la relación entre los personajes principales (establece un vínculo de amistad entre Euronymus y Dead que parece que no existió en realidad), la película se plantea como un interesante anti-biopic musical, mucho más atractivo ahora que vivimos el resurgir de los dramas musicales "blancos" con películas como Bohemian rhapsody (Bryan Singer, Dexter Fletcher, 2018) o Rocketman (Dexter Fletcher, 2019).

Neseblod (antes Helvete) en la actualidad
Otra de las figuras clave del movimiento Black Metal noruego fue Varg Vikernes, especialmente a través de su proyecto Burzum, que publicó su primer album, Burzum (1992, Deathlike Silence Productions), bajo el sello discográfico de Euronymus, quien por entonces también regentaba una tienda de discos en Oslo. Este pequeño establecimiento, llamado Helvete ("infierno" en noruego) fue el punto de encuentro de los principales miembros del Black Metal en los años noventa y se dice que en su sótano tenían lugar las reuniones del movimiento Inner Circle, donde se gestarnos parte de las acciones de incendios de iglesias y profanaciones de tumbas. En al actualidad, la tienda está abierta, con el nombre de Neseblod ("hemorragia nasal"), y también es una discográfica especializada en música metal, en la misma dirección donde se encontraba Helvete, en Schweigaards gate 56, situado en Grønland, barrio habitado principalmente por población inmigrante de origen musulmán. En el sótano donde se reunía Inner Circle, ahora se puede encontrar una pequeño museo dedicado al Black Metal noruego, y sin duda es una de las tiendas de obligada visita para los amantes de la música.

La relación entre Euronymus y Varg Vikernes atravesó diferentes vaivenes, motivados en buena medida por la diferente visión que cada uno de ellos tenía del movimiento de Black Metal y una cierta pugna por considerarse cada uno el principal referente del movimiento. Euronymus era más un teórico, preocupado principalmente por ofrecer una imagen siniestra frente a la sociedad; Varg Vikernes, por su parte, reivindicaba una acción más contundente, principalmente con la quema de iglesias de origen cristiano. Pero, al contrario de lo que más tarde publicarían los medios de comunicación, el Black Metal no es un movimiento satánico. En el documental Once upon a time in Norway (Martin Ledang, Pål Aasdal, 2007), los miembros que quedan de la banda Mayhem afirman que las referencias satánicas eran básicamente "postureo", pero que nunca practicaron cultos satánicos ni estaban especialmente interesados en ellos. 

El momento de mayor distanciamiento entre Euronymus y Varg Vikernes se produjo cuando este último decidió conceder una entrevista a un periódico noruego reivindicando como propios del movimiento Inner Circle los incendios provocados de iglesias cristianas. En contra de la opinión del primero, que pretendía liderar un movimiento real, pero oculto a la sociedad, la entrevista de Varg Vikernes provocó, aparte de su propia detención como presunto autor de algunos de estos incendios, una oleada de artículos en medios de comunicación en los que se tergiversaba la realidad y se incorporan los elementos satanistas y de culto al diablo como fundamento principal del Black Metal. Varg Vikernes, aunque fue condenado por los incendios de tres iglesias, siempre ha negado su participación en los mismos. Fue quizás el momento decisivo de la popularidad del Black Metal noruego, pero con una imagen que no tenía nada que ver con la realidad y con imitadores que sí acabaron incorporando el culto satánico a sus acciones. Más allá de la música, el Black Metal acabó siendo etiquetado como un referente peligroso, más que como una reivindicación underground y antisistema. 

Ciertamente ocurrieron otros hechos delictivos alrededor del Black Metal, como el apuñalamiento de un homosexual en un bosque de Lillehammer, una localidad cercana a Oslo. Bård Eithun, "Faust", por entonces batería de la banda Emperor, fue el autor de este asesinato, cuando su víctima se le acercó con la intención de mantener relaciones sexuales. "Simplemente decidí acabar con la vida de este hombre. Quizá mi subconsciente me decía que tenía derecho a hacerlo porque él era gay", afirmaba el propio Faust años después en una entrevista. 

Tøyengata 40B
Pero el hecho decisivo para que el Black Metal se haya rodeado de cierta leyenda negra lo protagonizó de nuevo Varg Vikernes quien una noche se acercó al piso donde se acababa de trasladar Euronymus con la intención de firmar un contrato con su sello discográfico. En ese piso, situado muy cerca de la tienda Helvete, en Tøyengata 40B, Varg Vikernes asestó 23 puñaladas a Euronymus tras mantener una discusión sobre el contrato, acrecentada por su mala relación en aquellos momentos. El documental Until the light takes us (Audrey Ewell, Aaron Antes, 2008), una excelente reflexión sobre el movimiento Black Metal y los hechos macabros que le rodearon, muestra por primera vez la versión que daba Varg Vikernes del asesinato. Según él, Euronymus fue el primero que le atacó, y parte de las heridas se las produjo cuando cayó sobre cristales rotos. En realidad, en palabras de Vikernes, era el componente de Mayhem el que pretendía secuestrarlo y asesinarlo en un bosque cercano. En todo caso, la justicia le condenó a la pena máxima de prisión en Noruega, 21 años. Tras cumplir 16 años en prisión, Varg Vikernes salió bajo libertad provisional en 2009, y actualmente reside en Francia.

Until the light takes us no solamente describe los hechos macabros u oscuros que rodearon a la escena del Black Metal, sino que ofrece una interesante reflexión sobre cómo en determinado momento se acabó tergiversando la imagen de este movimiento musical, haciéndolo más popular pero también menos fiel a su orígenes. En este sentido, el documental resulta mucho más clarificador que la película Lords of chaos, que en cierto modo se limita a establecer un recorrido por algunos de estos acontecimientos que empañaron en buena medida el desarrollo de un subgénero musical que empezaba a aportar ideas brillantes al panorama de la música underground. Y lo hace tomándose algunas libertades que en cierta medida también han molestado a parte de los protagonistas de aquel movimiento precursor de Black Metal, como el hecho de "inventar" una novia para Euronymus. 

El propio Varg Vikernes ha publicado en su página web una serie de siete videos dedicados a a comentar falsedades de la película Lord of chaos (afirma no haberla visto pero sí leído el guión original). Entre ellas, habla de la inexistencia de este personaje femenino y afirma que Euronymus era en realidad homosexual. También califica al actor Emory Cohen, que le interpreta en el film, como un "gordo judío" que en nada se parece a él, y en uno de los videos comenta precisamente su alegato de autodefensa que la justicia le negó. En todo caso, la película, con sus aciertos y sus posibles falsedades, recupera la atención sobre el nacimiento de una de las más reveladoras corrientes musicales que han surgido en los países escandinavos en las últimas décadas, cuya ideología no tiene tanto que ver con el culto al diablo, sino más bien con la reivindicación de las tradiciones ancestrales. 



01 marzo, 2019

Oscar 2019: Protagonistas musicales


Al margen de los análisis generales en torno a la ceremonia de entrega de los Oscars, nuestra atención se centra hoy específicamente en aquellos nombres propios que destacaron por presencia o ausencia en la gala de la Academia de Hollywood. El reconocimiento más destacado del mundo del cine nos trajo algunas curiosidades y también algunas injusticias notables. 

Marc Shaiman

Sin duda es el nombre que a muchos nos hubiera gustado que hubiera conseguido el Oscar a Mejor Banda Sonora, tras siete nominaciones (dos este año) y ningún premio de la Academia hasta el momento. Su trabajo para El regreso de Mary Poppins (Rob Marshall, 2018) es una encomiable continuación de la música de los hermanos Sherman para Mary Poppins (Robert Stevenson, 1964), y hubiera merecido ya el reconocimiento de la Academia de Hollywood. Y si bien en la categoría de Mejor Canción lo tenía difícil frente a la favorita Lady Gaga, resulta injusto que en la otra categoría musical finalmente fuera derrotado por la aparatosa composición de Ludwig Göransson. Otro de los veteranos sin Oscar es Terence Blanchard, que conseguía este año su primera nominación por la película Infiltrado en el KKKlan (Spike Lee, 2018). Pero también en la categoría de Mejor Canción, la compositora Diane Warren, que estaba nominada por el tema "I'll fight", del documental RBG (Julie Cohen, Betsy West, 2018), se fue de vacío tras 10 nominaciones a los Oscar. Fueron algunos de los veteranos que este año perdieron la oportunidad de conseguir finalmente un Oscar que se les resiste, junto a actores y actrices como Willem Dafoe y Glenn Close. 

March Shaiman y Scott Wittman, nominados al Oscar
Ludwig Göransson

En el lado contrario encontramos al joven compositor sueco, que conseguía su primera nominación y su primer Oscar a la Mejor Banda Sonora. Su éxito es también una historia de amistad, la que comenzó entre él y Ryan Coogler, director de la película Black panther (Ryan Coogler, 2018) cuando estudiaban cine en la USC. Desde entonces vienen colaborando juntos, y la trayectoria de ambos ha ido en paralelo a lo largo de los últimos doce años, hasta convertirse en dos de los profesionales más reconocidos dentro del circuito del Hollywood comercial. Para componer la banda sonora de Black panther, Ludwig Göransson viajó a Senegal y otros países africanos con el objetivo de captar la esencia de la cultura africana, presente en una composición grandilocuente y efectista, que mezcla la espectacularidad sinfónica con las voces folclóricas, pero la intención del compositor de introducir tantos elementos diversos (instrumentos africanos, coros, sintetizadores, orquesta sinfónica...) no termina de crear un conjunto bien combinado, por mucho que utilice aparatosas sonoridades que lo acercan a veces al universo de Alan Silvestri. Pero algo debe tener esta banda sonora, que le ha supuesto a Ludwig Göransson el Oscar, el Grammy y una nominación a los Globos de Oro, que finalmente no logró en favor de Justin Harwitz por Fisrt man (Damien Chazelle, 2018). 

John Ottman

Una de las curiosidades de los Oscar de este año es el premio conseguido por el compositor John Ottman, pero no como autor de bandas sonoras, sino como Montador por su trabajo en la película Bohemian Rhapsody (Bryan Singer, 2018). En realidad, John Ottman ha venido siendo no solo el habitual compositor de las bandas sonoras de las películas dirigidas por su amigo Bryan Singer desde aquella Sospechosos habituales (Bryan Singer, 1995) con la que ambos se dieron a conocer en Hollywood, sino también el montador de todas sus películas. Y, no habiendo sido nominado hasta el momento como compositor, finalmente ha conseguido su primera nominación y primer Oscar en una faceta (la de compositor-editor) que resulta insólita en el mundo del cine, aunque ciertamente John Ottman estudió Edición en la USC, y su faceta como compositor de música se produjo de forma casual cuando Bryan Singer se quedó sin músico en plena producción de su primera película, Public access (Bryan Singer, 1993). 

Stanley Donen

Ha sido sin duda el ausente más destacado del segmento In Memorian que la Academia de Hollywood dedica en cada ceremonia a las personalidades fallecidas más destacadas de Hollywood. En este caso, dada la relevancia del director de películas como Un día en Nueva York (1949), Cantando bajo la lluvia (1952), Charada (1963) o Dos en la carretera (1967), la Academia se justifica argumentando que Stanley Donen falleció el 21 de febrero, cuando ya el montaje del segmento In Memorian estaba terminado, por lo que fue imposible encontrar un hueco. Pero ante ausencia tan notable quizás se podría haber encontrado alguna solución. En todo caso, no ha sido el único ausente, sino que es algo habitual. Porque hay que tener en cuenta que en los doce meses anteriores fallecieron más de un centenar de miembros de la Academia o veteranos de la industria, por lo que los responsables de la ceremonia deben realizar una selección de quiénes estarán y quienes no en el reconocimiento In Memorian. De esta forma, otros nombres destacados como las actrices nominadas al Oscar Lee Remick (Días de vino y rosas, Billy Wilder, 1962)), Carol Channing (Millie, una chica moderna (George Roy Hill, 1967)) o Sondra Locke (El corazón es un cazador solitario (Robert Ellis Miller, 1968)) o el productor Arnold Kopelson, ganador del Oscar por Platoon (Oliver Stone, 1986) también se quedaron fuera de la lista de homenajeados. 

En el terreno musical, la ausencia más notable, aparte de Stanley Donen, fue la del compositor francés Francis Lai, ganador del Oscar por la banda sonora de la película Love story (Arthur Hiller, 1970). Pero también estuvieron ausentes el músico James Ingram, nominado a dos Oscar por las canciones de las películas Beethoven 2: La familia crece (Rod Daniel, 1993) y Junior (Ivan Reitman, 1994) y el compositor Patrick Williams, aunque su carrera se desarrolló más en el mundo de la televisión. Quienes sí fueron reconocidos en el segmento In memorian fueron el compositor norteamericano John Morris, que fue nominado al Oscar por la canción principal de la película Sillas de montar calientes (Mel Brooks, 1974) y la banda sonora de El hombre elefante (David Lynch, 1980) y el francés Michel Legrand, nominado en trece ocasiones, y ganador del Oscar en tres de ellas, por el clásico "The windmills of your mind" de la película El caso de Thomas Crown (Norman Jewison, 1968) y por las bandas sonoras de Verano del 42 (Robert Mulligan, 1972) y Yentl (Barbra Streisand, 1983). 

John Williams

Aunque ausente de la ceremonia, uno de los protagonistas de la noche fue el veterano compositor, porque fue su música la que sonó en el fragmento In Memorian que homenajeaba a los artistas y profesionales fallecidos. John Williams realizó expresamente para la ceremonia unos arreglos especiales del tema "Leaving home" de la película Superman (Richard Donner, 1978), que interpretaron miembros de Los Angeles Philharmonic Orchestra bajo la dirección del últimamente muy solicitado Gustavo Dudamel, que en los últimos meses ha estado muy ligado a la música de John Williams. La elección del fragmento y de los intérpretes no es nada casual. De hecho, el sello discográfico La-La Land Records acaba de editar una edición especial y limitada de 3 CD de la banda sonora de Superman, con motivo del 40 aniversario de su estreno, restaurando los masters originales, que recientemente se recuperaron de los archivos de Warner Bros. Cuidada hasta el máximo detalle, como suele suceder en las ediciones de La-La Land, los aficionados a la música de cine podemos disfrutar de composiciones inéditas y también de la edición original tal como apareció en 1978, pero con el sonido restaurado. Por otro lado, el próximo 15 de marzo el sello Deutsche Grammophon editará el disco Celebrating John Williams, un pack de 2 CD que recoge la grabación en directo de los conciertos que interpretó Los Angeles Philharmonic Orchestra bajo la dirección de Gustavo Dudamel los pasados 24-27 de enero en el Walt Disney Concert Hall, repasando las bandas sonoras más destacadas del compositor, con el estreno mundial del Adagio de El despertar de la fuerza (J.J. Abrams, 2015). El director de orquesta venezolano, director principal de la Filarmónica de Los Ángeles desde 2010, también ha compuesto música para cine, concretamente para la película Libertador (Alberto Arvelo, 2013) y el documental Free color (Alberto Arvelo, 2019). 

Bette Midler / Barbra Streisand 

Por mucho que a la cadena de televisión ABC no le guste especialmente la presencia de veteranos del cine en la ceremonia de los premios de la Academia de Hollywood, porque no atraen a la audiencia, lo cierto es que uno de los mayores placeres de los Oscar es ver a grandes estrellas del pasado. Este año pudimos disfrutar de la presencia de dos grandes cantantes, actrices y compositoras, con sus más de setenta años muy bien llevados. Por un lado, Bette Midler fue la elegida para interpretar la canción "The place where lost things go", escrita por Marc Shaiman y Scott Wittman para la película El regreso de Mary Poppins (Rob Marshall, 2018), y que en la versión original canta la actriz Emily Blunt. Y aunque esta canción de cuna no hace justicia precisamente al estilo más característico de la cantante, lo cierto es que fue un momento especialmente emocionante de la noche. Bette Midler ha sido nominada al Oscar como Mejor Actriz Principal en dos ocasiones, por su trabajo en las películas La rosa (Mark Rydell, 1979) y Ayer, hoy y por siempre (Mark Rydell, 1991). 

Por otro lado, Barbra Streisand fue la encargada de presentar el fragmento de una de las películas nominadas al Oscar, Infiltrado en el KKKlan (Spike Lee, 2018), consiguiendo con su presencia poner en pie a todos los asistentes a la ceremonia. En total, Barbra Streisand ha sido nominada al Oscar en cinco ocasiones, dos como Actriz Principal, dos como compositora y uno como productora, ganando el premio de la Academia de Hollywood en dos de ellas, como Actriz por Funny girl (William Wyler, 1968) y por la canción "Evergreen" de la película Ha nacido una estrella (Frank Pierson, 1976). 

Precisamente una de las anécdotas de la noche, reproducida luego masivamente a través de las redes sociales, fue la exultante reacción del actor Richard E. Grant ante la presencia de Barbra Streisand. Lo cierto es que el espléndido actor, nominado al Oscar por su maravillosa actuación en ¿Podrás perdonarme algún día? (Marielle Heller, 2018), es un admirador de la cantante y actriz desde que era adolescente. Cuando él tenía solo 14 años y vivía aún en Suazilandia, el pequeño estado africano en el que nació, escribió una carta a Barbra Streisand en la que le confesaba que era un gran admirador suyo desde que vio por primera vez Funny girl (William Wyler, 1968), y la invitaba a pasar unos días en su casa. Seguramente Barbra Streisand nunca recibió esa carta, pero este pasado mes de enero Richard E. Grant la recordaba publicándola en twitter y la cantante le respondía con afecto a través de la red social. 

Richard E. Grant emocionado con la presencia de Barbra Streisand




Infiltrado en el KKKlan se edita en DVD/BluRay el 6 de marzo
El regreso de Mary Poppins se edita en DVD/BluRay el 21 de mayo

Mary Poppins, Black Panther, Cantando bajo la lluvia, Platoon y Funny girl se pueden ver actualmente en Movistar+
RBG, Dos en la carretera, Charada, Días de vino y rosas, El hombre elefante y El caso de Thomas Crown se pueden ver actualmente en Filmin
Love story se puede ver actualmente en Netflix
Superman se puede ver actualmente en HBO España

First man (El primer hombre) y Bohemian Rhapsody ya están editados en DVD/BluRay