En una operación de marketing sin precedentes, ha llegado a las pantallas Home, una película que advierte sobre el cambio climático con escasas propuestas y pocas aportaciones novedosas, bajo el paraguas publicitario de las mismas empresas que contribuyen a destruir los recursos.
Siguiendo la estela de otras producciones como Vu du ciel (2007) o La Terre vu du ciel (2004), el fotógrafo francés Yann Arthus-Bertrand nos ofrece un ramillete de imágenes espectaculares y sorprendentes en ocasiones que, acompañadas por la siempre contundente música de Armand Amar (quizás reiterando demasiado sonidos que ya venimos escuchando en otros trabajos suyos), forman el envoltorio de una película ecologista de denuncia que se ha estrenado en muchos países aprovechando la celebración del Día Mundial del Medio Ambiente.
La operación incluye no solamente el estreno en salas cinematográficas, sino también la edición de la banda sonora, el DVD y el Blu-ray a precios bastante asequibles o la posibilidad de poder ver gratuitamente hasta el 14 de junio esta película en un canal especial de Youtube, con alta calidad y, eso sí, en la versión hispana narrada por Salma Hayek (en España el narrador es Juan Echanove y en la versión internacional en inglés, Glenn Close). La verdad es que resulta interesante escuchar la narración de la actriz mexicana, mucho más cercana y menos engolada que la del intérprete español. Eso sí, teniendo en cuenta la escasa motivación de un guión repleto de lugares comunes y estructuralmente poco innovador. Al fin y al cabo, de lo que se trata es de contarnos en poco más de una hora y cuarto lo mal que está nuestro planeta para despacharnos en 10 minutos lo que podemos hacer para cambiarlo.
Home es una iniciativa, como todas las que se hagan, necesaria para alimentar las conciencias de vez en cuando, pero resulta tan anodina y superflua como aquella propuesta producida y presentada por Leonardo DiCaprio, The 11th hour, que aquí en España se editó directamente en DVD. Sólo las imágenes cenitales de diversas localizaciones en todo el mundo, algunas de ellas de una plasticidad sorprendente, aportan cierto rigor visual a un documental que, por lo demás, termina siendo cansino y reiterativo.
Lo que toca un poco los cojones de esta propuesta son sus patrocinadores. Que a Luc Besson le entre ahora la vena ecologista podemos pasarlo por alto, pero que un Grupo de empresas aglutinado bajo el epígrafe genérico PPR sea el principal valedor de esta iniciativa, sobre todo cuando entre ellas se encuentran Puma, Gucci, Balenciaga o Yves Sain-Laurent, causa verdadero pavor.
Puma ha sido acusada en numerosas ocasiones junto a otras marcas deportivas de fabricar sus productos en países tercermundistas en los que se pagan 2 dólares al día por pegar prendas o 50 centavos por coser balones. Se incluyó en la lista de marcas multinacionales, junto a Adidas, Asics, New Balance y Nike, que aportó la Campaña Internacional "Juega Limpio 2008", en la que se denunciaba la explotación de personas para beneficio de estas empresas.
Este mismo mes, Greenpeace ha denunciado el vínculo de grandes marcas de ropa con el proceso de deforestación de la selva amazónica (precisamente, una de las prácticas denunciadas en la película). Entre estas marcas se encuentran, entre otras: Gucci, Reebok, Nike o Ikea. Y, por cierto, también están las españolas Inditex, Adolfo Domínguez e Iberia, habituales clientes de una industria ganadera que, tras una investigación de tres años, se ha perfilado como una de las principales responsables de la deforestación y las emisiones de Co2.
Que las multinacionales quieran lavarse las conciencias apoyando programas medioambientales cuando por otro lado cagan mierda es hasta cierto punto comprensible. Que nos quieran hacer a todos partícipes de su hipocresía resulta indignante.
Siguiendo la estela de otras producciones como Vu du ciel (2007) o La Terre vu du ciel (2004), el fotógrafo francés Yann Arthus-Bertrand nos ofrece un ramillete de imágenes espectaculares y sorprendentes en ocasiones que, acompañadas por la siempre contundente música de Armand Amar (quizás reiterando demasiado sonidos que ya venimos escuchando en otros trabajos suyos), forman el envoltorio de una película ecologista de denuncia que se ha estrenado en muchos países aprovechando la celebración del Día Mundial del Medio Ambiente.
La operación incluye no solamente el estreno en salas cinematográficas, sino también la edición de la banda sonora, el DVD y el Blu-ray a precios bastante asequibles o la posibilidad de poder ver gratuitamente hasta el 14 de junio esta película en un canal especial de Youtube, con alta calidad y, eso sí, en la versión hispana narrada por Salma Hayek (en España el narrador es Juan Echanove y en la versión internacional en inglés, Glenn Close). La verdad es que resulta interesante escuchar la narración de la actriz mexicana, mucho más cercana y menos engolada que la del intérprete español. Eso sí, teniendo en cuenta la escasa motivación de un guión repleto de lugares comunes y estructuralmente poco innovador. Al fin y al cabo, de lo que se trata es de contarnos en poco más de una hora y cuarto lo mal que está nuestro planeta para despacharnos en 10 minutos lo que podemos hacer para cambiarlo.
Home es una iniciativa, como todas las que se hagan, necesaria para alimentar las conciencias de vez en cuando, pero resulta tan anodina y superflua como aquella propuesta producida y presentada por Leonardo DiCaprio, The 11th hour, que aquí en España se editó directamente en DVD. Sólo las imágenes cenitales de diversas localizaciones en todo el mundo, algunas de ellas de una plasticidad sorprendente, aportan cierto rigor visual a un documental que, por lo demás, termina siendo cansino y reiterativo.
Lo que toca un poco los cojones de esta propuesta son sus patrocinadores. Que a Luc Besson le entre ahora la vena ecologista podemos pasarlo por alto, pero que un Grupo de empresas aglutinado bajo el epígrafe genérico PPR sea el principal valedor de esta iniciativa, sobre todo cuando entre ellas se encuentran Puma, Gucci, Balenciaga o Yves Sain-Laurent, causa verdadero pavor.
Puma ha sido acusada en numerosas ocasiones junto a otras marcas deportivas de fabricar sus productos en países tercermundistas en los que se pagan 2 dólares al día por pegar prendas o 50 centavos por coser balones. Se incluyó en la lista de marcas multinacionales, junto a Adidas, Asics, New Balance y Nike, que aportó la Campaña Internacional "Juega Limpio 2008", en la que se denunciaba la explotación de personas para beneficio de estas empresas.
Este mismo mes, Greenpeace ha denunciado el vínculo de grandes marcas de ropa con el proceso de deforestación de la selva amazónica (precisamente, una de las prácticas denunciadas en la película). Entre estas marcas se encuentran, entre otras: Gucci, Reebok, Nike o Ikea. Y, por cierto, también están las españolas Inditex, Adolfo Domínguez e Iberia, habituales clientes de una industria ganadera que, tras una investigación de tres años, se ha perfilado como una de las principales responsables de la deforestación y las emisiones de Co2.
Que las multinacionales quieran lavarse las conciencias apoyando programas medioambientales cuando por otro lado cagan mierda es hasta cierto punto comprensible. Que nos quieran hacer a todos partícipes de su hipocresía resulta indignante.