El cine es una buena vía de comunicación para expresar opiniones o incluso posiciones políticas. Pero cuando la mirada cinematográfica se convierte en un panfleto sensiblero y sesgado acaba resultando irritante.
Del actor mejicano Eduardo Verástegui sabemos dos cosas: 1. Que está como un queso y 2. Que es más conservador que Bush padre y Bush hijo juntos en una iglesia. Hasta ahí todo bien. Que el guapo protagonista de varias telenovelas salga haciendo declaraciones en contra del aborto o del matrimonio gay es comprensible, dada su educación religiosa. Que sus opiniones le importen a alguien es más bien dudoso. Pero que se convierta en mesiánico mensajero de éstas a través de una productora y de alguna película que ha logrado cierta repercusión en el mercado hispano es preocupante.
Metanoia Films, la productora fundada por Eduardo Verástegui en 2004, toma su nombre de una palabra griega que significa "conversión", trasladándola ahora al lenguaje religioso. El actor ha iniciado desde hace unos años (con videos colgados en la red) una cierta campaña contraria al aborto y destinada al público latino. El quesito dice en estos videos frases tan inteligentes como ésta: "El aborto no solamente es un negocio muy lucrativo, sino que también es utilizado por personas racistas como un medio para eliminar a nuestra gente, ya que ellos piensan que nosotros somos una amenaza para la democracia de este país (refiriéndose a Estados Unidos)" (sic). Es decir, que debe haber gente en USA (lugar, por cierto, donde trata de labrarse una carrera el actor mejicano sin demasiado éxito por ahora) secuestrando a mujeres y obligándolas a abortar, porque si no, no se entiende que esta opción de libertad personal suponga, como parece que piensa el quesito, una especie de exterminio de posibles futuros votantes.
Ahora se estrena en España Bella, una película de 2006 que más parece un panfleto de Pro-Vida que una historia coherente. La verdad es que no hay que negarle a Verástegui que va a por todas, tiene muy claras sus ideas (suele hablar del "holocausto del aborto"), y no tiene el menor problema en utilizar todos los recursos sensibleros, sentimentaloides y rastreros para tratar de mostrar sus ideas al respecto. Por ejemplo, en Bella establece un paralelismo entre la muerte de una niña en un atropello accidental (pérdida del ser querido) y la interrupción voluntaria del embarazo. Y va dando vueltas con una mujer embarazada que pretende abortar para enseñarle el camino adecuado a base de moralizantes mensajes de amor maternal y familia feliz (claro, coño, si la familia mejicana del protagonista tiene una casa que ya quisieran muchos yanquis).
Bella es una mala película, con aires de cine independiente, pero de recursos narrativos tan pobres que producen sonrojo. Lo curioso de la película y de los discursos del actor es que no tienen en cuenta en ningún momento el drama que viven las mujeres cuando deciden abortar, hablan desde la tranquilidad y la comodidad de un hombre que ve pasar desde lejos los nueve meses de gestación.
Que la película fuera un éxito entre el público hispano en Estados Unidos y en México no sorprende, dada la mentalidad conservadora de estos sectores. El mismo Verástegui ha hecho campaña en contra de Barak Obama por su posición frente al aborto. Sin duda, este mexicano asentado en Beverly Hills con su talonario bancario está más a gusto con la política de inmigración conservadora de George Bush.
Del actor mejicano Eduardo Verástegui sabemos dos cosas: 1. Que está como un queso y 2. Que es más conservador que Bush padre y Bush hijo juntos en una iglesia. Hasta ahí todo bien. Que el guapo protagonista de varias telenovelas salga haciendo declaraciones en contra del aborto o del matrimonio gay es comprensible, dada su educación religiosa. Que sus opiniones le importen a alguien es más bien dudoso. Pero que se convierta en mesiánico mensajero de éstas a través de una productora y de alguna película que ha logrado cierta repercusión en el mercado hispano es preocupante.
Metanoia Films, la productora fundada por Eduardo Verástegui en 2004, toma su nombre de una palabra griega que significa "conversión", trasladándola ahora al lenguaje religioso. El actor ha iniciado desde hace unos años (con videos colgados en la red) una cierta campaña contraria al aborto y destinada al público latino. El quesito dice en estos videos frases tan inteligentes como ésta: "El aborto no solamente es un negocio muy lucrativo, sino que también es utilizado por personas racistas como un medio para eliminar a nuestra gente, ya que ellos piensan que nosotros somos una amenaza para la democracia de este país (refiriéndose a Estados Unidos)" (sic). Es decir, que debe haber gente en USA (lugar, por cierto, donde trata de labrarse una carrera el actor mejicano sin demasiado éxito por ahora) secuestrando a mujeres y obligándolas a abortar, porque si no, no se entiende que esta opción de libertad personal suponga, como parece que piensa el quesito, una especie de exterminio de posibles futuros votantes.
Ahora se estrena en España Bella, una película de 2006 que más parece un panfleto de Pro-Vida que una historia coherente. La verdad es que no hay que negarle a Verástegui que va a por todas, tiene muy claras sus ideas (suele hablar del "holocausto del aborto"), y no tiene el menor problema en utilizar todos los recursos sensibleros, sentimentaloides y rastreros para tratar de mostrar sus ideas al respecto. Por ejemplo, en Bella establece un paralelismo entre la muerte de una niña en un atropello accidental (pérdida del ser querido) y la interrupción voluntaria del embarazo. Y va dando vueltas con una mujer embarazada que pretende abortar para enseñarle el camino adecuado a base de moralizantes mensajes de amor maternal y familia feliz (claro, coño, si la familia mejicana del protagonista tiene una casa que ya quisieran muchos yanquis).
Bella es una mala película, con aires de cine independiente, pero de recursos narrativos tan pobres que producen sonrojo. Lo curioso de la película y de los discursos del actor es que no tienen en cuenta en ningún momento el drama que viven las mujeres cuando deciden abortar, hablan desde la tranquilidad y la comodidad de un hombre que ve pasar desde lejos los nueve meses de gestación.
Que la película fuera un éxito entre el público hispano en Estados Unidos y en México no sorprende, dada la mentalidad conservadora de estos sectores. El mismo Verástegui ha hecho campaña en contra de Barak Obama por su posición frente al aborto. Sin duda, este mexicano asentado en Beverly Hills con su talonario bancario está más a gusto con la política de inmigración conservadora de George Bush.