28 octubre, 2008

Internet cambia la televisión tradicional

La iniciativa de presentar estrenos simultáneos de series de éxito en Digital Plus supone el primer paso para un cambio de concepto en la oferta televisiva a los espectadores españoles. Internet ha provocado este cambio.

Frente a la conservadora mirada de algunos máximos representantes de sociedades de gestiones de derechos y de directivos apoltronados de cadenas de televisión populistas y populacheras, la masiva influencia que internet y sus diferentes formas de emisión está provocando en los espectadores de todo el mundo, da los primeros pasos en un cambio que se augura como muy profundo, aunque quizás no muy extendido.

Digital Plus viene emitiendo en las últimas semanas algunas series de éxito casi al mismo tiempo que su emisión en Estados Unidos. Es el caso del estreno prácticamente simultáneo (en Estados Unidos van por el capítulo 6) de Fringe, la última creación de J.J. Abrams (el responsable de Perdidos) y una de las pocas series nuevas que están consiguiendo el respaldo del público; también lo ha sido de Pushing daisies, de la 5ª Temporada de House o del reciente anuncio de la emisión del programa Saturday Night Live, uno de los clásicos de la televisión norteamericana.

Evidentemente, la cercanía en el tiempo de emisión entre los Estados Unidos y España (en el canal digital) supone también la eliminación del doblaje, con la presentación de todos estos programas en versión original con subtítulos. Pero ¿cuál es la razón de este profundo cambio? ¿Dejaremos de tener que esperar meses o años para ver las series internacionales de éxito en nuestro país?

Sin duda, la iniciativa de Digital Plus está provocada por la generalización del fácil acceso a estos formatos a través del p2p, lo que ha provocado incluso auténticas paradojas, como que una serie de gran popularidad como Héroes lo sea principalmente en los canales de internet y DVD, logrando escaso rendimiento en las emisiones televisivas de los canales autonómicos. Y la posibilidad de ver todos los grandes estrenos en versión original supone también la cada vez mayor aceptación por parte de los espectadores de las versiones originales (todo hay que decirlo, una franja de seguidores principalmente jóvenes y de cierto nivel cultural, no estamos hablando del público que ha convertido a Canal Sur en el canal autonómico de televisión más visto).

¿Se acabará el doblaje en televisión? ¿Asistiremos finalmente a estrenos internacionales simultáneos de series? ¿Veremos esta tendencia también en los canales de televisión tradicionales? Algo está cambiando y, por mucho que se plantee como el caos absoluto por parte de los compinches de una visión conservadora del audiovisual, el futuro nos depara nuevas ofertas diferentes y novedosas a las que tendremos que acostumbrarnos.

Claro que, si finalmente Digital Plus (con serias deudas) es comprada por Telecinco o Telefónica (sus dos principales pretendientes), la iniciativa puede irse al carajo. Que directivos de mentalidad cutre acaben llevándose el pastel de la televisión digital en España dice poco del progresismo del que tanto nos jactamos. Que Digital Plus se acabe convirtiendo en una hermana pobre de la programación carca de Telecinco supone un futuro poco prometedor.

19 octubre, 2008

Festivales: ¿quién se lleva el mejor trozo del pastel?

Hay una "sana" competencia entre las muestras cinematográficas que se suceden a lo largo del otoño en España, y que comienza en San Sebastián, continúa en Valladolid, desemboca en Sevilla y Huelva y acaba en Gijón. Pero ¿quién se lleva las mejores películas?

Suelen decir los responsables de los festivales que hay sitio para todos y que la cosecha anual de películas da títulos interesantes para que se repartan entre los festivales españoles, algunos de los más destacados se suceden (y a veces se solapan) en otoño. Yo discrepo de este, por otro lado, lugar común que sirve para justificar la mediocridad de la programación de los festivales de cine en los últimos años.

A lo largo del año, efectivamente, se estrenan miles de películas de cientos de nacionalidades pero eso no quiere decir que la calidad sea generalizada. Es más, de los festivales de Berlín y Cannes (de los que básicamente se nutren las distribuidoras y festivales españoles), son pocos los títulos realmente destacados, esos por los que los programadores se empeñan en luchar para que se estrenen (aunque sea una semana antes de su estreno comercial) en sus programaciones.

Posiblemente sea Gijón uno de los festivales que mejor sabe aislarse de esta carrera desigual. Y aunque Valladolid y Sevilla se hayan enzarzado en los últimos años en una inútil lucha por los premios más suculentos, tampoco parece que vayan a conseguir más de lo que ya tienen. Al final, son pocas las muestras que realmente ofrecen una programación interesante, arriesgada, formada por títulos que a cualquier distribuidor podría espantar, pero que contengan la esencia del buen cine.

Dentro de su condición de oferta "intelectual", los festivales españoles (también Cannes, Venecia contra Roma, Berlín contra los Oscar), acaban siendo proyecciones comerciales de nombres populares. Hasta llegar a la sinrazón de un Festival como Málaga, entre cuyos invitados había este año más actores de televisión que de cine.

Huelva, por su parte, parece que tiene la batalla perdida, por mucho que se empeñen en decir lo contrario. Que en un festival de categoría como San Sebastián haya una sección específica para el último cine latinoamericano ha terminado por borrar la capacidad de Huelva para lograr cierto interés en su programación.

Las distribuidoras son, este caso, las madames del burdel. Se ofrecen al mejor postor, se dejan querer, alimentan el interés, y acaban repartiendo sus servicios. Aunque las hay que tienen clientes "fijos": por ejemplo, Alta films es la distribuidora que mejor trata a la Seminci de Valladolid, para la que siempre tiene algún título destacado de inauguración o clausura; Golem apostó por Sevilla desde el principio, quizás porque quería colocarse en buena posición por si acaso cuajaba la fórmula.

Este año, Alta films ha repartido a sus "niñas" entre Sevilla y Valladolid. Para la Inauguración del Festival de Cine Europeo, ofrecerá Gomorra, la candidata por Italia a los Oscar, aplaudida en algunos festivales, pero que para nosotros (ver Cine europeo 2008, 1ª parte) no acaba de encontrar el ritmo adecuado para acabar siendo una película más que decente.

A Valladolid le ha dado, para su Clausura, un documental sin duda recomendable: Young@heart, del británico Stephen Walker, todo un alarde de sencillez para contar una historia que tiene en sus protagonistas, un grupo de ancianos que se dedican a dar conciertos interpretando versiones, digamos, personales de temas de Sonic Youth, The Clash o James Brown. Y aunque el director no escape a cierto sentimentalismo en la media hora final y acabe cayendo en los tópicos de la senectud simpática, sus protagonistas son un ejemplo de vida, de pasión por la música, de saber agarrarse hasta el último aliento para sacar provecho de nuestra existencia.


53 Seminci - Semana Internacional de Cine de Valladolid

24 de octubre al 1 de noviembre

V Sevilla Festival de Cine Europeo

7 al 15 de noviembre

34 Festival de Cine Iberoamericano de Huelva

15 al 22 de noviembre

46 Festival Internacional de Cine de Gijón

20 al 29 de noviembre



12 octubre, 2008

Cine europeo 2008 (1ª Parte)

Se acercan los Premios del Cine Europeo, esos galardones que siempre acaban premiando lo más obvio sin voluntad de riesgo, y aprovechamos la ocasión para hacer un recorrido por algunos títulos que, o bien han sido ya etiquetados como "películas del año" por su repercusión nacional, o bien tienen más interés que el que los festivales o academias de cine les han dado, y que por tanto resultan especialmente atractivos.

La ola (Alemania). No hay que preocuparse. El taquillazo del año en Alemania ya tiene distribuidora en España y hasta fecha de estreno (noviembre). Dirigida por Dennis Gansel, del que pudimos ver Napola, un drama bélico algo irregular, pero contundente, La ola ha sido uno de los títulos que mayor recaudación ha logrado en su país. Y sin duda intuimos que la historia debe haber tocado una fibra muy sensible entre los jóvenes alemanes: ¿podría repetirse en la sociedad actual un régimen dictatorial como el nazi? El avance de la ultraderecha en algunos países europeos (sobre todo por la corrupción e ineptitud de los partidos políticos demócratas), también ayuda a la reflexión. La película se basa en la historia real de un profesor que decidió instaurar, como ejercicio de clase de un instituto, una especie de régimen autárquico en su aula, creando finalmente una situación que se le escapó de las manos. El planteamiento es interesante, si no fuera porque el director nos cuenta la historia con los resortes del cine de adolescentes, posiblemente para lograr una conexión comercial que sin duda ha logrado, pero que acaba aniquilando la profundidad del tema. Y porque el guión desemboca en unos quince minutos finales ridículos, previsibles y toscos. Lástima.

Boy A (Irlanda). Esta producción irlandesa es una de las películas del año y su director, John Crowley, uno de los nombres a tener en cuenta en el futuro cine hecho en Europa o donde sea. De la historia, protagonizada por un joven "rehabilitado", es mejor contar poco, porque uno de los aciertos es precisamente la dosificación de información sobre el pasado del protagonista. Perfecto Peter Mullan (por fin recuperado para el buen cine después de muchos desaciertos) y espléndido el ¡norteamericano! Andrew Garfield (al que hemos visto en Leones por corderos o Las hermanas Bolena), que logra dotar a su personaje de esa turbulenta crisis interior que le define. Y milimétrica la planificación, que contiene algunos de los planos más sobrecogedores que se han visto en mucho tiempo. No tengo noticias de su estreno en España. Sería una lástima que se quedara en el olvido.

Gomorra (Italia). Otro de esos títulos clasificados por su repercusión internacional. Ganadora del Premio del Jurado en Cannes, elegida por Italia para ser su representante en los Oscar, la última película de Matteo Garrone toma como base la novela de Roberto Saviano, que le ha costado amenazas de muerte por parte de la camorra, sobre cuyas actividades, en un Nápoles que produce pavor, gira la historia. El film de Garrone no cita nombres ni situaciones reales (quizás por evitarse las amenazas de muerte) pero en todo caso tampoco hacen falta para mostrar la barbarie de una violencia diaria a la que nadie puede (o quiere) poner fin. En este sentido, cumple su labor de denuncia, pero en el terreno narrativo solo me acaba interesando una de las cinco historias que se cuentan, la de los dos jóvenes que van a su aire, sin querer rendir cuentas a ningún capo malnacido. Esta es la única trama que me libera de ese cierto hastío que produce una película de corrección formal (tono documental, casi neorrealista) con algunos momentos de perfecta sintaxis (la despedida de los dos amigos adolescentes cuando cada uno se une a una banda, la "deserción" de uno de los camorristas) pero de escaso poder de seducción.

Paris (Francia). Cédric Klapisch es uno de esos directores con especial capacidad para conectar con el gran público. Y, a pesar de resultados irregulares, el éxito ha sonreido a títulos anteriores como Una casa de locos o Las muñecas rusas. Este año se ha estrenado en Francia su última película, que es con diferencia la mejor de su aún breve filmografía. Este retrato poliédrico de la ciudad de París a través de historias de varios personajes contiene la esencia del mejor melodrama, y nos ofrece una compleja visión de una ciudad mil veces retratada. Por supuesto, le ayuda un reparto envidiable con lo mejor del cine francés actual: su habitual Romain Durais (perfecto en su debilidad), Juliette Binoche (más cercana que nunca, más seductora que nunca), Fabrice Luchini, Albert Dupontel y François Cluzet. Todos ellos construyen retazos de vidas que aman y sufren París.