31 diciembre, 2006

2007: Derecho a la felicidad

Dos películas de próximo estreno enarbolan como leit-motiv destacado la expresión “pursuit of happiness” (“búsqueda de la felicidad”), uno de los derechos inalienables que se recogen en la Declaración de Independencia de los Estados Unidos.


Con esta Carta el presidente Thomas Jefferson estableció la independencia política de las 13 colonias británicas el 4 de julio de 1776. La frase está basada en los conceptos marcados por el filósofo John Locke, que declaró: “Nadie debería perjudicar la vida, la salud, la libertad y el derecho a la propiedad del prójimo”. El presidente Thomas Jefferson sustituyó “propiedad”, un término que hacía referencia al perfil feudal ya superado en el siglo XVIII, por la “búsqueda de la felicidad”. Y ésta se convirtió en la base fundamental del denominado “sueño americano”, el derecho de todo ciudadano a lograr su felicidad con las mismas oportunidades.

Este derecho se convierte en la base del empeño del boxeador Rocky Balboa por volver al ring en la película de Sylvester Stallone que recupera al personaje que le hizo famoso y otorgó tres Oscar para el film Rocky (1976). Ahora, este regreso, que ha convencido más a la crítica que al público en Estados Unidos, supone también una mirada nostálgica a una película que marcó una de las épocas más fructíferas del cine norteamericano. Rocky Balboa (estreno en España el 12 de enero) funciona sobre todo como una dignísima coda a una serie que en sus últimas entregas llegó al ridículo más absoluto, y acierta en ese tono melancólico que convierte al personaje en una sombra de sí mismo, incapaz de soltar el lastre del pasado. Lo cual resulta aún más significativo si establecemos el paralelismo con el propio Sylvester Stallone, empeñado en recuperar a sus personajes fetiche como Rocky o Rambo. Pero esta última entrega, aunque sigue los cauces habituales en la serie (retirada – regreso – entrenamiento – pelea) tiene ese aire de recuerdo (ahí están Bill Conti en la música, Irwin Winkler en la producción, el fantástico Burt Young como uno de los pocos actores supervivientes de la película original) que la convierten en una propuesta quizás no necesaria pero al menos sí bastante menos embarazosa de lo que se pudiera esperar.

Banda Sonora: Vuelve Bill Conti a apoyar musicalmente la trayectoria del boxeador, manteniendo el tono melancólico y rescatando algunos de los temas principales que marcaron la serie. En este sentido, funciona bien como banda sonora el recopilatorio Rocky Balboa: Best of Rocky, que vuelve a reunir las canciones más populares de la serie, pero con una destacada presencia de las composiciones creadas por Bill Conti, al fin y al cabo utilizadas en la propia película con la efectividad habitual.

La otra película que asume el término de la Declaración de Independencia es, claro está, The pursuit of Happyness (En busca de la felicidad) (estreno en España el 2 de febrero) vehículo de lucimiento para Will Smith, productor y protagonista, responsable de la acertada elección del italiano Gabriele Muccino (del que hemos visto sus muy interesantes El último beso y Ricordate di me) y de la inclusión de su propio hijo, Jaden Smith, de cinco años, como coprotagonista de la película. Destinado a estar presente de alguna forma en la próxima edición de los Oscar (ha conseguido nominaciones al Globo de Oro como Mejor Actor Dramático y Mejor Canción), el proyecto desarrolla una historia de superación basada en hechos reales sobre un hombre que persigue su sueño a pesar de las mil dificultades que se le cruzan por el camino. Desde luego, la presencia de Will Smith en los Oscar parece clara como uno de los representantes de la comunidad negra, que se verá reforzada con otro título “black power”, Dreamgirls. La película es previsible pero entretenida, ajustada en su dramatismo, juega bien la baza del sentimentalismo gracias a la presencia del jovencito Jaden Smith, y aunque resulta poco creíble la bondad de los ejecutivos que apoyan al protagonista, acaba por convencer con ese formato de cuento en la línea de los clásicos títulos protagonizados por James Stewart o Clark Gable que subrayaban el orgullo yanqui frente a la penuria económica.

En la moda impuesta este año de reivindicar las aptitudes interpretativas de actores comerciales (también se ha hecho con Brad Pitt y su trabajo en Babel), quienes reivindican ahora las capacidadad drmática de Will Smith, parecen olvidar que en su primera incursión en el cine (la interesante Seis grados de separación) ya demostró un talento perdido entre tanto cine de acción prescindible (aunque resulta curioso que hasta en una película como ésta, Will Smith no pare de correr de un lado para otro).

Banda Sonora: La elección del italiano Gabriele Muccino como director propicia la presencia de su compatriota Andrea Guerra en la composición musical. Sin embargo, curiosamente ha sido el músico Paolo Buonvino (uno de los compositores italianos que más nos gustan) el habitual colaborador de Muccino en bandas sonoras tan perfectas como L'ultimo bacio (2001) o Ricordate di me (2003). Quizás por cuestiones de agenda o porque Andrea Guerra, tras su nominación al Globo de Oro el año pasado por la canción principal de Hotel Rwanda, tiene más presencia en Hollywood. En todo caso, Guerra también es experto en melódicos y bellísimos trabajos como Cuore sacro (2005). Y aquí desgrana un buen ramillete de melodías que funcionan a la perfección, especialmente el tema que acompaña a padre e hijo, de tonalidad morriconiana.

NOTA: En el título se incluye un error ortográfico: “happiness” se escribe con “i” latina, no con “y” griega, en referencia a una pintada que hay en la pared de la guardería donde aprende el hijo del protagonista. El símbolo pretende mostrar que da igual cómo se escriba una palabra, porque lo importante es el significado que se le dé. No importa la apariencia exterior, sino su contenido.

19 diciembre, 2006

MovieScore Media: Música de cine online

En el mundo de la música de cine, en particular, y la música en general, hay que aplaudir iniciativas originales que se adaptan (no atacan) a las nuevas formas de acceso a los productos audiovisuales. Nuevas formas, ya es sabido, que promocionan las propias multinacionales que lanzan hipócritas mensajes de alerta en contra del libre intercambio de información que las nuevas tecnologías ofrecen.

Existen francotiradores que inician propuestas novedosas, como el sueco Mikael Carlsson a través de su joven compañía MoviScore Media, fundada en Noviembre de 2005. Esta compañía editora y distribuidora de música de cine especialmente centrada en lanzar trabajos de nuevos compositores, inaugura por fin su propia tienda, después de unos primeros meses apoyándose en iTunes como medio de distribución. Bandas sonoras que dejan atrás el soporte habitual para pasar a descargarse directamente, con alta calidad, en mp3, y que por tanto abaratan notablemente su coste, llegando a precios que no sobrepasan los 10 dólares (menos de 9 €) por el disco completo, pero ofreciendo también la oportunidad de adquirir solo los temas que más nos interesan a 1 USD. Y con la ventaja añadida de tenerlo en el ordenador de forma casi inmediata.





Hasta el momento, MoviScore Media viene editando a razón de una o dos bandas sonoras cada dos meses, ofreciendo la oportunidad a nuevos compositores de distribuir sus trabajos para películas, en su mayor parte, de bajo presupuesto y centradas principalmente en el cine de terror y fantástico. Nombres como Mark Thomas, Brad Sayles, Caine Davidson, Francis Shaw, Brett Rosenberg, Ryan Shore (sobrino de Howard Shore), Scott Glasgow o Edmun Butt forman parte de su catálogo de propuestas musicales.







Entre algunos trabajos quizás demasiado irregulares, encontramos también interesantes composiciones como la melódica Half light (En la tiniebla), de Brett Rosenberg, la multipremiada Evil, de Francis Shaw, las eclécticas Headspace, de Ryan Shore y The roost, de Jeff Grace, la divertida Land of the blind, de Guy Farley y Doug Edwards o la intensa An american haunting, del interesante Caine Davidson.

MoviScore Media acaba de publicar otro trabajo destacado. El que ha creado el joven compositor Anthony Lledo para la película de terror vampírico Frostbiten, género poco habitual en el cine sueco. El músico danés consigue una banda sonora sinfónica de gran intensidad, siguiendo los parámetros clásicos del cine fantástico.

Una iniciativa que se encuentra entre las más atractivas del panorama de la música de cine, y que nos invita a disfrutar de nuevos trabajos musicales independientes y diversos, abriendo una ventana necesaria a compositores que abordan sus primeros trabajos serios para el cine.






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06 diciembre, 2006

La Cruzada de Bush y el baile de los pingüinos

Documentales que desgranan los entresijos de la administración Bush y que dan más miedo que una película de terror. Pingüinos que bailan y consiguen que los hombres dejen de pescar en la Antártida. ¿Nos estamos volviendo locos?


En el documental francés Le monde selon Bush (El mundo según Bush), cuya actualidad permanece a pesar de haber sido realizado en 2004, queda patente la influencia que diversas asociaciones cristianas han tenido y tienen en el presidente norteamericano, y el carácter mesiánico autoproclamado por Bush en algunas de sus intervenciones, denominando a la lucha contra el terrorismo como una auténtica “cruzada”. La película de William Karel, realizada el mismo año que Fahrenheit 9/11 y de hecho apeada de la selección oficial del Festival de Cannes cuando Michael Moore entró en liza, es mucho más incisiva, más contundente y, desde luego, mucho menos egocéntrica que el documental de Moore. Y curiosamente permanece inédita en salas comerciales de Estados Unidos o de España. Norman Mailer dice al comienzo de esta brutal lanza dialéctica contra la administración yanqui: “Tenemos el peor presidente de la historia de Norteamérica. Es ignorante y arrogante, un estúpido en todos los sentidos menos uno, es perspicaz para manejar a la población americana, especialmente al sector menos inteligente de la sociedad; ellos son felices con él porque, al verlo tan estúpido, se dicen a sí mismos: ‘Estupendo, si este imbécil puede ser presidente, yo también’”.

Al margen de las conexiones de la familia Bush con el nazismo y la familia Bin Laden, incluso después de los atentados del 11 de Septiembre, lo que realmente da miedo es la facilidad con la que un grupo de fanáticos fundamentalistas y hombres de negocios (o las dos cosas al mismo tiempo), pueden manejar a un presidente electo. Y da miedo que lo que se cuenta en este documental sea cierto.

Lo que sí está claro es el poder que ha recuperado la llamada Christian Right que engloba a aquellos grupos religiosos influyentes en la sociedad, economía y política norteamericanas. Y el cine parece estar en esa onda, con una cierta tendencia a profetizar con proyectos que acaban también en las salas de todo el mundo. Que películas como La pasión de Cristo, Las Crónicas de Narnia o Natividad, normalmente, no lo olvidemos, apoyadas y promocionadas desde sectores religiosos, tengan luz verde no es casual. Que en películas comerciales como Superman returns se subraye el carácter mesiánico de su protagonista, tampoco es casual. Nos invade una ola de proselitismo que este año tiene su representación en la anodina enésima versión del nacimiento de Jesucristo que se acaba de estrenar en nuestra pantallas.

Pero es necesario ver documentales como Le monde selon Bush o Iraq for sale (que desgrana la estafa a la que las compañías privadas que hacen su agosto gracias a la guerra de Irak, están sometiendo a las arcas públicas norteamericanas) para entender el peligro que suponen determinados personajes, decisivos también en la política de estrenos de las grandes compañías.

Afortunadamente también están de moda los pingüinos, y tras descubrir con detalle la dura travesía por la Antártica de los pingüinos Emperador en el documental El viaje del Emperador, acaba de estrenarse el que quizás sea uno de los mejores musicales que hemos visto últimamente: Happy feet, obra de George Miller, director australiano especialmente interesado en amoldar el mundo de los animales (Babe, el cerdito valiente) a los gustos de los espectadores. Este es su primer largometraje desde que dirigiera Babe, el cerdito en la ciudad en 1998, demasiado oscura para triunfar en taquilla. Pero Happy feet le ha devuelto el merecido éxito con el que en Estados Unidos es el estreno más rentable de estas Navidades. Todo ello gracias a una película cuya primera hora se pasa volando, entre bailes y escenas de animación sorprendentes, pero que quizás en la última parte acaba estancándose en su empeño de ser mensajera de buenas intenciones. Claro que también habría que preguntarse por qué la película denuncia que los hombres pescan y dejan a los pingüinos sin alimento, cuando se podría haber denunciado directamente la cruel matanza de pingüinos. Otro proyecto reciente es Farce of the penguins, una parodia de El viaje del Emperador que tiene previsto su estreno en Estados Unidos directamente en DVD el 30 de Enero, con Samuel L. Jackson como narrador. Demasiadas expectativas para un documental que cuenta en clave de humor, con imágenes documentales también, el viaje de dos pingüinos que deciden ir a buscar a las hembras antes de que regresen. Pero finalmente resulta decepcionante, porque el sentido del humor, aunque adulto, resulta bastante tonto, y el guión de Bob Saget no consigue sacar partido de una idea en principio atractiva.