30 enero, 2021

Gotemburgo 2021 - Parte 1: Arte y política

Una de las primeras citas cinematográficas cada año es el Festival de Cine de Gotemburgo, en Suecia, que se ha convertido con los años en la muestra más amplia de películas que se celebra en los países nórdicos, compitiendo en esa posición de cabeza con el Festival de Estocolmo. Unos 160.000 espectadores visitan cada año este festival, que se inauguró en 1979. Y su programación incluye una buena muestra de películas recientes, muchas de ellas presentes en los últimos festivales de categoría A como San Sebastián. Pero destaca sobre todo la difusión de las producciones de los países nórdicos, que ocupan buena parte de su programación. 

Este año, debido al coronavirus, el Festival de Gotemburgo se transmite exclusivamente online. Con los índices de contagio disparados en Suecia, no hay espacio precisamente para una celebración presencial. Y parece que será la tónica habitual en un 2021 que se presenta con muy probables retrasos en la dosificación de las vacunas y con brotes de variantes que pueden provocar confinamientos como el que ha vivido Noruega esta última semana. El Festival de Berlín (el último celebrado con cierta normalidad en 2020) ya anunció en diciembre que se pospone en dos fases: ceremonias virtuales en marzo y visionados para el público en junio, mientras que el Festival de Cannes, cancelado el año pasado, también ha anunciado su aplazamiento hasta julio. 

El Festival de Gotemburgo programa sus 70 películas online, aunque la selección de visionados para la prensa es raquítica, con menos del 20% de las películas, lo cual dificulta sin duda la cobertura del festival para la prensa internacional. Algo que no tiene mucho sentido, porque muchas de las películas presentadas ya se han podido visionar en festivales como Toronto o San Sebastián. A pesar de este pobre acceso a su programación, podremos realizar una cobertura adecuada durante estos próximos once días. 

Inauguración / Competición Nórdica

El Festival de Gotemburgo se inauguró el viernes con la película seleccionada para representar a Finlandia en los Oscar en la categoría de Mejor Película Internacional. Tove (Zeida Bergroth, 2020), es un biopic de la escritora y pintora finlandesa Tove Jansson, que se hizo popular internacionalmente por la creación de la familia Mumin, una especie de trolls que, junto a otros personajes, formaron parte de varias novelas adaptadas al teatro y al cómic. En este caso sus creaciones ensombrecieron de alguna forma la figura de la autora, que por primera vez ha sido representada en el cine. La producción, que cuenta con una cuidada puesta en escena que acompaña a la artista desde la posguerra en 1945 hasta los años cincuenta, cuando alcanzó su momento de mayor popularidad, es modélica en sus aspectos técnicos, pero cuenta con un guión algo laxo en la profundidad de la protagonista. 

La historia se centra principalmente en la relación que mantuvo Tove Jansson con Vivica Bandler, una joven de buena familia que decidió dedicarse al teatro. En este sentido, descubrimos a un personaje cuya vida sentimental era liberal, manteniendo al mismo tiempo un matrimonio con un político de izquierdas, pero apasionadamente enamorada de Vivica, que sin embargo mantenía una actitud más fría y distante. Esta no correspondencia del amor centra la primera parte de la película, pero el guión escrito por Eeva Putro (que interpreta un personaje secundario como esposa del pintor Sam Vanni) y Jarno Elonen presta especial atención a esta relación en la que ciertamente no hay grandes obstáculos (aunque es secreta, es asumida por el marido de Tove), y que acaba resultando algo convencional y escasamente emocionante. Mientras que la relación de la protagonista con su padre, un escultor que no parece aceptar que su hija se dedique a hacer caricaturas en vez de cuadros de verdad, se describe de forma secundaria, sin que se desarrolle totalmente esta otra relación de no aceptación que también marcó la vida de la artista. 

La película finalmente es un biopic convencional, en el que todo está en su sitio pero nada destaca especialmente, si acaso la notable interpretación de la actriz Alma Pöysti en el papel protagonista, que consigue matices de emoción en sus miradas hacia el amor no correspondido.

Tove Jansson falleció en 2001 a la edad de 86 años, y vivió principalmente en una apartada isla del golfo de Finlandia junto a su compañera sentimental, la artista gráfica Tuulikki Pietilä, pero la película se detiene en los años cincuenta. 

Competición Ingmar Bergman

Esta sección, dedicada a obras de directores debutantes, presentó ayer la película Gagarine (Fanny Liatard, Jérémy Trouilh, 2020), que estuvo nominada a los Premios Europeos también como película novel y llevaba el sello de selección oficial del Festival de Cannes. Basado en el cortometraje que los mismos directores realizaron hace unos años, Gagarine (Fanny Liatard, Jérémy Trouilh, 2015), lo que hace esta versión es ampliar la historia que contaban en aquel corto, en torno a un joven que sueña con ser astronauta, un sueño difícil de cumplir para un chico inmigrante que vive en una zona marginal. Concretamente, los directores sitúan la acción en la ciudad Gagarin, un complejo de pisos destinados a la clase obrera que se construyó a las afueras de París y que fue inaugurado por el astronauta ruso Yuri Gagarin en 1961. Con una estética de estilo claramente comunista, esta "ciudad" obrera fue víctima de la desindustrialización y poco a poco fue en constante declive hasta convertirse en una zona marginal. 

El hecho de que se anunciara en 2019 la demolición de toda la zona, sirve a los directores para situar al protagonista, que se llama precisamente Yuri, en un contexto casi fantasmal, tratando de resistir en un edificio rodeado por las máquinas excavadoras. Lo más interesante de la película es el trabajo de dirección, que juega constantemente con esa idea del espacio, de la falta de gravedad, que obsesiona al joven protagonista. Poco a poco, la película va abandonando el retrato realista del suburbio para ir introduciéndonos en la mente del personaje, y acaba construyendo una especie de realismo mágico en el que la fantasía va envolviendo cada vez más a la historia. Pero el desarrollo de ésta no es igualmente efectivo, y la introducción de estos elementos visuales de ensoñación no consiguen prevenir un cierto estatismo en la historia. 

Voyage

Esta sección es una especie de panorámica internacional en la que podemos descubrir algunos títulos interesantes. Es el caso de The killing of two lovers (Robert Machoian, 2020), una de esas películas que han sufrido especialmente las consecuencias del coronavirus. Presentada en el Festival de Sundance 2020, y recibida con buenas críticas, su estreno se fue posponiendo y de hecho hast el mes de febrero no llegará a las pantallas en Estados Unidos. Y eso a pesar de que se trata de un film poderoso visualmente, espléndido en su ejecución y emocionante en su desarrollo. Básicamente, The killing of two lovers es la historia de una ruptura sentimental y de sus consecuencias. La película comienza con un primerísimo plano del protagonista (espléndido Clayne Crawford, al que recordamos de la serie Rectify (Sundance TV, 2013-2016)) que sigue con un plano general en el que le vemos apuntando con una pistola a su esposa y su amante mientras duermen. Este primer plano dice mucho, porque es la confusión psicológica que provoca la separación (incluso sin ser traumática en el sentido de violencia verbal, sino que parece más bien amistosa), la que predomina a lo largo de toda la película. 

Con este comienzo, el director va creando a lo largo de la historia una tensión creciente, en la que como espectadores estamos atentos a cada expresión, a cada movimiento del protagonista. En un magnífico trabajo de dirección, Robert Machoian alterna estos primeros planos (también en la conversación que tienen el protagonista con su esposa, por ejemplo) con largos planos secuencia muy bien fotografiados por Oscar Ignacio Jiménez. La separación de ambos parece amistosa, pactada, pero ello no impide que resulte traumática para él (también están presentes los hijos como víctimas, como objeto de discusión), y que se refleja en la utilización de un sonido casi industrial, que parece mostrar el temblor emocional que se produce en el interior del personaje, y que aquí sustituye a la tradicional banda sonora musical, en un recurso inteligente, pero que quizás subraya demasiado. The killing of two lovers es una de esas películas del pasado año que merecen una revisión actual. 

Competición Documentales Nórdicos

Esta sección dedicada a las últimas producciones documentales de los países nórdicos, incluye el documental Aalto (Virpi Suutari, 2020), que ya pudimos ver en el Festival de Ghent. Se trata de un perfil construido en torno al arquitecto finlandés Alvar Aalto, del que se muestran planos de las construcciones más significativas de su carrera, en las que, a diferencia de otros muchos documentales, siempre aparecen personas, como representación del concepto de arquitectura como experiencia para el ser humano. Pero lo interesante del documental es su aproximación a la más desconocida figura de Aino Aalto, esposa del arquitecto, que sin embargo nunca estuvo a la sombra de su marido. Ella misma fue arquitecta y diseñadora, y se destaca la influencia que tendría en la obra de su marido, al que habitualmente se le han atribuido en solitario muchas de sus grandes obras. 

También encontramos en esta sección Radiograph of a family (Firouzeh Khosrovani, 2020), que recibió los galardones como Mejor Largometraje Documental y Mejor uso de material de archivo en el pasado IDFA 2020, y que ya comentamos en nuestro post IDFA - Parte 3: Ganadores

Dentro de esta sección también se ha seleccionado A song called Hate (Anna Hildur, 2020), una aproximación curiosa a la banda islandesa Hatari, que en el Festival de Eurovisión de 2019 provocaron cierta polémica cuando enseñaron banderas de Palestina en una edición que se celebraba en Tel-Aviv, y que despertó numerosas  protestas y llamamientos al boicot. Hatari es un grupo de performance tecno-punk que se caracteriza por una estética sadomaso provocativa. El documental no se centra tanto en su música o su trayectoria, sino en su posicionamiento político cuando fueron seleccionados por la televisión pública de Islandia como sus representantes para Eurovisión. 

Hay que tener en cuenta que Islandia es el primer país europeo que ha reconocido oficialmente el Estado palestino, desde 2011. Y el posicionamiento de Hatari, que reivindican precisamente un discurso anticapitalista a través de su música, parecía muy claro desde que fueron seleccionados. El documental pone de manifiesto las contradicciones de los organizadores de Eurovisión al presentarse como un evento apolítico que, sin embargo, seleccionando un país como Israel para celebrar su edición de 2019 ya estaban lanzando un mensaje político. El documental acompaña a los integrantes del grupo a partir de su llegada a Tel-Aviv, y en su recorrido por la franja de Ghaza, que acabó en una colaboración musical con el artista palestino Bashar Murad. Tampoco evita mostrar una posible contradicción en la postura de Hatari de participar en un festival con el que no estaban de acuerdo, en vez de negarse a hacerlo, como hicieron otros artistas. 

Lo más interesante de documental A song called Hate es que plantea una sugerente reflexión sobre el arte como planteamiento político o su condición de elemento de evasión. Y sobre todo nos acerca a determinados pensamientos absurdos que acaban siendo igualmente radicales. A los miembros del grupo, por ejemplo, se les negó vestir una serie de vestidos realizados por una diseñadora palestina a pocas horas de su participación en la ceremonia de Eurovisión. Pero, al mismo tiempo, el Estado palestino prohibió a los artistas palestinos colaborar con el grupo en el festival. Finalmente, Hatari decidió enseñar unas banderas palestinas cuando la cámara les enfocó en directo durante las votaciones de las televisiones públicas al final de la gala. Y este único acto provocó un tsunami de críticas, pero también de apoyos. En su país, Islandia, fueron aclamados como representantes de algo más que un simple estilo musical. 


29 enero, 2021

Las mejores series que hemos visto en Enero

Aproximadamente una vez al mes hacemos un repaso a las series más interesantes que se han estrenado en el panorama internacional. Una sugerencia de títulos que nos sirven para calibrar las producciones estrenadas en plataformas y también en los circuitos de televisión tradicional. Estas son nuestras sugerencias para el comienzo de un año que se nos presenta apasionante. 

Supongamos que Nueva York es una ciudad
Netflix, 8 de enero
Dirigida por Martin Scorsese

Hace diez años, el director Martin Scorsese y la escritora y humorista Fran Lebowitz crearon el documental Public speaking (Martins Scorsese, 2020) que básicamente se sostenía en conversaciones sobre las experiencias personales de la segunda. Podría parecer que la figura de Fran Lebowitz, mayormente desconocida fuera de ciertos círculos neoyorquinos, no es especialmente relevante, pero finalmente consigue atraparnos con su verborrea llena de anécdotas y su actitud de cascarrabias. Está claro que es un personaje que puedes llegar a odiar por su contundencia y su forma categórica de decir las cosas (a veces cayendo en ciertos estereotipos), pero tratándose de una artista que llegó a New York desde New Jersey en los años setenta, que escribió en la revista de Andy Warhol y se codeó con buena parte de la efervescencia cultural de la ciudad, las cosas que tiene que decir siempre son interesantes. Pretend it's a city (Netflix, 2021) supone el reencuentro de ambos, en una serie de siete episodios, unas tres horas y media en total, que se estructura en torno a uno o dos temas principales en cada uno de ellos. 

Fran Lebowitz habla de Nueva York como si escribiera una carta de amor a una persona a la que no soporta, pero a la que ama profundamente. El transporte público lamentable, el turismo incordiante, el dinero que nunca ha sabido administrar, las nuevas tecnologías que son un mundo desconocido para ella, la juventud a la que no entiende... son algunos de los topics de esta serie. Martin Scorsese mezcla una conversación grabada en una cafetería con otras entrevistas que personajes como Spike Lee u Olivia Wilson han hecho en televisión a la escritora, y con imágenes de archivo de Nueva York y fragmentos de sus propias películas como ¡Jo, qué noche! (Martin Scorsese, 1985), Taxi Driver (Martin Scorsese, 1976) o El lobo de Wall Street (Martin Scorsese, 2013), en la que Fran Lebowitz interpretaba a una jueza, una especie de broma tras su participación, también en el papel de jueza, en varias temporadas de la serie Ley y orden (NBC, 1990-2010). También el desarrollo del #MeToo, en una ciudad en la que ella trabajó como taxista y camarera, afirmando que en Nueva York era imposible trabajar de camarera si o te acostabas con el dueño del bar. Pero lo interesante de la propuesta, aparte de ver a Martin Scorsese reirse como un bellaco, es que se trata de una crónica cultural de una ciudad tan vitalista y tan compleja como Nueva York, una visión, quizás un tanto snob, de la transformación de un gran espacio urbano y humano. Recuerda Fran Lebowitz que le impactaron las imágenes de la película Nuovomondo (Emanuele Crialese, 2006), que mostraban cómo era la llegada de inmigrantes a la isla de Ellis, puerta de entrada a Nueva York. Ella, como Scorsese, es segunda generación de inmigrantes (italianos en el caso del director, rusos de origen judío en el caso de la humorista). "Los inmigrantes hacen la cultura. Los turistas la destruyen", dice con su característica rotundidad.

How to with John Wilson
HBO España, 24 de octubre
Dirigida por John Wilson

Otra visión particular de la ciudad de Nueva York es la que ha creado el documentalista John Wilson, creador de esta serie de seis episodios, unas tres horas en total, que recoge muchas de las grabaciones que él mismo ha realizado a lo largo de los años en Nueva York. Entre el mockumentary y el diario personal, John Wilson muestra las imágenes mientras él mismo ofrece una narración tan caótica que resulta divertida. Son escenas que él mismo ha ido documentando a lo largo de los años, desde su trabajo como detective privado hasta los años en los que se dedicó a ser cámara de anuncios para teletiendas. En cierto modo, esta serie es deudora de los documentales dirigidos por Ross McElwee, uno de los directores de documentales más excepcionales del panorama norteamericano, que ha ido grabando su propia historia a lo largo de los años, siempre con un gran sentido del humor, en magníficas películas como Sherman's march (1985), Time Indefinite (1993) o Bright leaves (2003). 

Cada episodio de How to with John Wilson (HBO, 2020) es imprevisible en su desarrollo. Desde temáticas tan sorprendentes como los andamios que forman parte de la ciudad de Nueva York o la necesidad que tienen las personas de plastificar sus muebles para que no se dañen, puede acabar bifurcándose hacia personajes tan sorprendentes como un "cazador de pederastas", un tipo que se dedica a hacerse pasar por adolescente en redes sociales para atrapar a abusadores sexuales (sin que sepamos muy bien quién es más peligroso, si el cazador o el cazado), o una secta que afirma que vivimos en una realidad paralela que es fácilmente detectable a través de los cambios en las marcas de determinados productos de supermercados. How to with John Wilson es uno de los documentales más bizarros que podemos encontrar en las plataformas actualmente, una visión de Nueva York a pie de calle, cuyo punto de vista particular en cierta manera nos hace dudar de la lucidez del ser humano, un viaje insólito a los lugares más recónditos de la condición humana.     

22. Juli
Filmin, 19 de enero
Creada por Sara Johnsen, Pål Sletaune
Dirigida por Pål Sletaune, Gjyljeta Berisha

Rompiendo un silencio de casi diez años, en 2018 se pusieron en marcha cuatro proyectos audiovisuales en torno al mayor ataque terrorista ocurrido en Noruega en toda su historia. El 22 de julio de 2011, el extremista noruego Andres Breivik aparcó una furgoneta llena de explosivos junto a los edificios que albergaban varios ministerios, provocando una gran explosión que prácticamente dejó inutilizable toda la manzana (hasta hace relativamente poco tiempo no se ha empezado a reconstruir la zona). Pero el mayor número de víctimas se produjo en la isla de Utøya, una de las que forman el fiordo de Oslo, donde cientos de jóvenes celebraban un campamento promovido por el Partido Laborista. Allí, el terrorista desembarcó disfrazado de policía y comenzó a disparar indiscriminadamente durante una hora. El ataque en Oslo provocó la muerte de 8 personas, mientras que la masacre de Utøya se llevó a 69 víctimas. 

Hasta 2018, solo algunos reportajes televisivos como el documental Reconstruyendo Utøya (Carl Javér, 2018), se habían acercado a la tragedia. Es un documental curioso, aunque quizás demasiado rígido, que trata de reconstruir la experiencia de varios supervivientes en un escenario vacío, casi una recreación de la puesta escena desnuda de la película Manderlay (Lars von Trier, 2005). Ese mismo, el Festival de Berlín había estrenado Utøya. 22 de julio (Erik Poppe, 2018), contundente película rodada en un solo plano de secuencia que se centra únicamente en la isla, casi una película de terror que muestra el punto de vista de las víctimas. En la Mostra de Venecia se presentó 22 de julio (Paul Greengrass, 2018), quizás la que ofrece una narración más completa de la tragedia, aunque también más convencional, pero rodada con gran pulso por parte del director inglés. 

Y en 2018 también se puso en marcha la producción más cara de la televisión pública noruega, NRK, 22 de julio, una serie de seis episodios, unas cinco horas en total, que se centra en las consecuencias del ataque terrorista en la sociedad noruega, enfocándose en una serie de personajes que se ven indirectamente afectados por la tragedia: médicos, policías, periodistas... En cierta manera, hay un cierto paralelismo con la serie danesa Cuando el polvo se asienta (DR, 2020), aunque en ese caso los protagonistas eran víctimas directas de un ataque terrorista. El proyecto de 22 de julio ha sido un proceso largo, comenzando en 2013 su desarrollo hasta el estreno final en la televisión noruega en enero de 2020. Su creadora, Sara Johnsen, confiesa una cierta influencia de las producciones de David Simon como The wire (HBO, 2002-2008) o Treme (HBO, 2010-2013) en la construcción poliédrica de los personajes, y utiliza un hecho aparentemente aislado del ataque (la caída sospechosa de un niño desde un andamio), para representar una cierta indefensión frente a quienes tienen la obligación de velar por la seguridad. 

Es en este aspecto en el que la serie crece, construyendo una mirada crítica que se basa en investigaciones del periódico Aftenposten en torno a la actuación policial. Y deja patente la falta de preparación de los gobernantes y las fuerzas de seguridad de todo un país para hacer frente a un ataque terrorista como el de estas características. Es especialmente sobrecogedor el episodio 30 minutter, que muestra cómo diversos errores de la policía provocó que llegaran a la isla 30 minutos después de lo que pudieron hacerlo, 30 minutos en los que el terrorista acabó con la vida de numerosos jóvenes. Pero también muestra el racismo latente en una sociedad noruega considerada como un país pacífico, sobre todo cuando recién producida la explosión de la bomba en Oslo, pocos podían imaginar que el ataque lo había provocado un noruego. Mientras en 2021 se cumplirán 10 años del ataque terrorista, estos días también se reflexiona sobre la xenofobia en Noruega, porque el 26 de enero se conmemoraron los 20 años del asesinato a sangre fría en Oslo del joven Benjamin Hermansen, noruego-guineano apuñalado por tres neonazis. Michael Jackson dedicó su álbum Invincible (2001, MJJ) al joven Benjamin Hermansen, otra de las terribles cicatrices del extremismo que ha marcado la historia reciente de Noruega. 

It's a sin
HBO España, 23 de enero
Creada por Russell T. Davies
Dirigida por Peter Hoar

Si Steve McQueen muestra la discriminación racial en Inglaterra entre 1969 y 1982 en su antología Small Axe (BBC, 2020), casi podríamos tomar It's a sin (HBO, 2021) como una continuación que es testigo de la discriminación sexual de 1981 a 1991. "Todos murieron por tu culpa", dice el personaje de Jill, en una frase que es una acusación clara a las Margaret Thatchers o Ronald Reagans que provocaron miles de muertos debido a su forma de afrontar la pandemia. En tiempos de coronavirus, es importante recordar que ha habido enfermedades condenadas a la inacción y al rechazo.

Se ha dicho que es la mejor serie de Russell T. Davies y sin duda lo es, quizás porque ha logrado crear un mosaico de vidas en el que prácticamente están todas las posiciones frente al SIDA, comenzando por el desconocimiento y la desinformación. Ritchie, Roscoe, Colin y Jill, quizás en menor medida Ash, son representaciones de una comunidad (una sociedad) amenazada, que enfrenta un peligro desconocido. Pero la rabia que ha provocado el abuso, la negación y la muerte es reemplazada por una posición optimista: "Quería que fueras el primero en saberlo: voy a vivir". Los primeros episodios, sobre todo, muestran la vitalidad de una libertad secreta pero explosiva, y en cierta manera Russell T. Davies, que vivió en primera persona este proceso de aceptación de una enfermedad que ha provocado más de 35 millones de muertos, no pretende construir un melodrama pero sí va oscureciendo progresivamente la historia, centrándose cada vez más en el personaje de Ritchie, que representa la negación, la mirada hacia otro lado en la superficie pero la preocupación en el fuero interno.   

It's a sin es una serie emocionante, desgarradora, en algunos momentos difícil de ver en su descripción de una enfermedad que se convirtió en una sentencia de muerte. Es un homenaje a las víctimas, pero también una historia de supervivencia.

Hausen
Sky Original, 29 de octubre
Creada por Til Kleinert, Anna Stoeva
Dirigida por Thomas Stuber

Aunque la producción audiovisual alemana no es especialmente afortunada en la creación de historias que tienen que ver con el terror y la fantasía, hay algunos ejemplos destacados como Dark (Netflix, 2017-2020) que de alguna forma han despertado el género en la industria audiovisual. En el caso de Hausen (Sky, 2020), estamos ante una trasposición del subgénero de casas encantadas a un complejo de viviendas que parece tener vida propia. De entrada, el planteamiento tiene muchos paralelismos con El resplandor, de Stephen King, porque de hecho comienza con la llegada de un nuevo responsable de mantenimiento del edificio y su hijo, un adolescente que acabará siendo un personaje clave en la historia. Aunque en este caso arrastran tras sí el trauma de la muerte de la esposa/madre en circunstancias no muy claras. 

Lo mejor que tiene la serie es la creación de una atmósfera malsana, a la que contribuye el buen trabajo en la dirección de Thomas Stuber, para ir construyendo alrededor del edificio una especie de entidad con vida propia que mantiene a sus habitantes en el interior. Aunque da la impresión de que no se explican demasiadas cosas, tampoco pretende ser una historia que dé muchas respuestas, sino que está más interesada es ir desgranando un submundo de personajes oscuros en medio de un espacio opresivo y alienante, inspirado en los edificios de la Alemania socialista, grises y amenazantes. En esta descripción del aislamiento y el control mental se pueden encontrar interpretaciones diversas, desde la referencia a un nazismo latente, que dirige a los habitantes del complejo, hasta la representación de una sociedad moderna en la que la convivencia no es sinónimo de relaciones personales. 

La serie consigue más valores en su estética, en esa atmósfera inquietante que rodea al edificio maléfico, que en el desarrollo de la historia, a veces perdida en algunos de los personajes e historias paralelas, pero construye una interesante muestra de terror psicológico que va creciendo lentamente.  


Supongamos que Nueva York es una ciudad se puede ver en Netflix.
How to with John Wilson e It's a sin se pueden ver en HBO España.
22. Juli se puede ver en Filmin.

Taxi driver y Utøya. 22 de julio se pueden ver en Movistar+.
El lobo de Wall Street se puede ver en Netflix, Amazon Prime y Movistar+.
Ley y orden se puede ver en Amazon Prime.
Reconstruyendo Utøya, Manderlay y Cuando el polvo se asienta se pueden ver en Filmin.
22 de julio se puede ver en Netflix.
The wire y Treme se pueden ver en HBO España.


18 enero, 2021

Premios Goya Nominaciones: Poca valentía en el año de la pandemia

Celebrar unos premios en medio de una pandemia siempre debe ser considerado como un auténtico gesto de reconocimiento al trabajo de profesionales en unas condiciones difíciles. Si hay sectores que han sido golpeados por la necesidad del confinamiento, esos son aquellos que acogían la interrelación que los seres humanos precisamos: desde la restauración y el turismo hasta aquellas representaciones comunitarias en teatros, salas de concierto y cines. De alguna manera, los Premios Goya (como representación máxima de los otros numerosos premios que se conceden estos meses), se convierten en el símbolo de la difícil situación que atraviesa el cine, con retrasos en los rodajes, producciones canceladas, estrenos pendientes, etc. 

Otra cosa es que las nominaciones reconozcan los mejores trabajos del año. Personalmente, no me suelo encontrar muy cercano a los gustos de los académicos, y este año tampoco es diferente. Adú (Salvador Calvo, 2020) se ha alzado con 14 candidaturas, un relato buenista sobre la inmigración, lleno de clichés y contado a través de tres tramas de las cuales dos son totalmente innecesarias. La película representa un mensaje social que en realidad es el más antisocial que existe. 

La boda de Rosa (Icíar Bollaín, 2020), que cuenta con 9 nominaciones, es otro relato buenista sobre la reivindicación personal de una mujer siempre en segundo plano, siempre necesaria para los demás pero incapaz de dedicar tiempo para sí misma. Y se puede entender la nominación a Candela Peña, porque toda la película gira en torno a ella, pero no las de película y, sobre todo, dirección, porque Icíar Bollaín, precisamente, es la que no consigue crear una atmósfera que evite la sensación de que el mensaje está por encima de la historia. 

Precisamente este año predominan las miradas hacia la reivindicación de la mujer, con los otros dos títulos que han conseguido 9 nominaciones: Akelarre (Pablo Agüero, 2020), que sin embargo se ha quedado sin presencia en las categorías más importantes, y Las niñas (Pilar Palomero, 2020), que lleva una carrera imparable desde su presentación en el Festival de Berlín, y que ya tiene un Premio Goya casi seguro, porque Pilar Palomero es la gran favorita en la categoría de Dirección Novel, pero tampoco descartemos que consiga ser la Mejor Película, teniendo en cuenta que hace poco triunfó en los Premios Forqué. Situada en el año del espejismo, 1992, cae en algunos tópicos de los relatos de crecimiento, pero construye una conmovedora relación madre-hija que es lo más interesante de la película. 

Por último, Sentimental (Cesc Gay, 2020) es, sorprendentemente, la historia más redonda de todas las nominadas como Mejor Película, en su contexto de comedia sobre las relaciones personales, aunque solo ha conseguido 5 nominaciones. Y tampoco se entiende que, precisamente Cesc Gay, el artífice de que una obra teatral se convierta en una construcción narrativa eminentemente cinematográfica, no esté nominado como Mejor Director. Porque, aunque no consiga el equilibrio entre drama y comedia que lograba en otros títulos como Truman (Cesc Gay, 2015), sí nos mueve a la reflexión sobre las relaciones personales, en un momento en el que estas relaciones parecen difusas.  

Bandas Sonoras

En el apartado de bandas sonoras, no ha habido grandes sorpresas. Ganadora del Premio a la Mejor Banda Sonora en el Festival de Sitges, Baby (Juanma Bajo Ulloa, 2020), que permanece inédita todavía, ha supuesto el regreso de Bingen Mendizábal al cine, de la mano del director con el que ha colaborado habitualmente. Compuesto junto a Koldo Uriarte, este trabajo podría darle su primer Goya, reconocimiento merecido teniendo en cuenta que Bingen Mendizábal solo ha conseguido una nominación por El juego del ahorcado (Manuel Gómez Pereira, 2008), y que ninguna de sus excelentes composiciones ha tenido el reconocimiento de la Academia. Sería, por tanto, un Goya merecido y necesario. También destaca la presencia de dos debutantes, Aránzazu Calleja y Maite Arrotajauregi, compositoras de la música de Akelarre (Pablo Agüero, 2020), que parte de las sonoridades de la música vasca. 

También es la segunda nominación para Federico Jusid, que solo ha optado al Goya por El secreto de sus ojos (Juan José Campanella, 2009), y que consigue un trabajo melódico notable para El verano que vivimos (Carlos Sedes, 2020), menos arriesgado que No matarás (David Victori, 2020), pero más logrado en su ejecución como conjunto.  

Roque Baños queda como el más veterano de las nominaciones a los Premios Goya, con que ha logrado una doble candidatura por la película Adú (Salvador Calvo, 2020), en las categorías de Mejor Música Original y Mejor Canción. Alcanza por tanto la cifra de 15 nominaciones a los Premios Goya, de las que consiguió tres galardones por la canción original de la película Salomé (Carlos Saura, 2002) y las bandas sonoras de Las 13 rosas (Emilio Martínez Lázaro, 2007) y Los crímenes de Oxford (Álex de la Iglesia, 2008) Para Adú ha creado una banda sonora ambiciosa pero no especialmente inspirada.

Lo que pudo ser y no fue

Aunque estén presentes en las nominaciones de los Premios Goya, algunas películas no lo están en la medida que, para nosotros, sería merecido. Es el caso de Ane (David P. Sañudo, 2020), que ha logrado 5 nominaciones, entre ellas Mejor Película, Director Novel y Actriz, que se quedan cortas para la que es, posiblemente, la mejor película española del año pasado. Y mucho nos tememos que acabará yéndose de vacío por el tirón que tienen Pilar Palomero como directora novel y Kiti Mánver como actriz. Una espléndida historia sobre la incomunicación entre nacionalismos, pero también entre madres e hijas, que convierte el detalle en reflejo de la globalidad. 

My Mexican bretzel (Nuria Giménez Lorang, 2020), es un documental muy recomendable que no es lo que parece. Y aunque ha conseguido ser nominado en la categoría de Mejor Documental y Mejor Dirección Novel, ha sido olvidado en lo que precisamente destaca, el trabajo de Montaje. 

Y El año del descubrimiento (Luis López Carrasco, 2020), que posiblemente consiga el Goya a Mejor Documental (y que sí ha sido nominado en la categoría de Mejor Montaje), pero que hubiera merecido una valentía mayor que evidentemente no tienen los académicos para considerarla como mejor película y director, por lo menos. No se entiende, por ejemplo, que Nieva en Benidorm (Isabel Coixet, 2020) una nominación como Mejor Directora, dejando fuera trabajos tan lúcidos y detallistas como El año del descubrimiento. O, en todo caso, se entiende por el lobby catalán que siempre ejerce una fuerte influencia en los Premios Goya. 

También resulta incomprensible la ausencia de Palabras para un fin del mundo (Manuel Menchón, 2020), tanto en las categorías de Mejor Documental como en el Mejor Banda Sonora, con el notable trabajo de Iván Palomares. 

El drama del cine de animación

Resulta sorprendente que en una categoría solo se presente una candidata, pero eso es lo que ha ocurrido con la de Mejor Largometraje de Animación. La gallina Turuleca (Eduardo Gondell, Víctor Monigote, 2020), ha sido la candidata solitaria y, al haber sido votada por al menos un miembro de la Academia, ha conseguido la nominación pero, también, el Premio Goya automáticamente. Esta circunstancia no es nueva, porque ya en 1993 El regreso del viento del Norte (Maite Ruiz de Austri, 1993) fue la nominada en solitario como Mejor Película de Animación. 

Lo que resulta sorprendente es que ocurra en un contexto como el actual, con la proyección internacional que han tenido producciones de animación recientes como Buñuel en el laberinto de las tortugas (Salvador Simó Busom, 2019), Premio Goya y Premio del Cine Europeo el año pasado, o el éxito de Klaus (Sergio Pablos, 2019), que incluso fue nominada a los Oscar. Pero ese éxito se ha tornado en espejismo, y manifiesta las dificultades a las que se enfrenta la animación española. Lo que resulta curioso, en todo caso, es que una película como Josep (Aurel, 2020), que es coproducción española y que logró el Premio del Cine Europeo como película de animación, no haya sido candidata para los Premios Goya. 


Los Premios Goya se entregan el próximo 6 de marzo. 


Adú y Klaus se pueden ver en Netflix.
Los crímenes de Oxford y La gallina turuleca se puede ver en Amazon Prime.
El secreto de sus ojos se puede ver en Filmin, Movistar+ y HBO.
Las 13 rosas se puede ver en FlixOlé. 
El juego del ahorcado, Palabras para un fin del mundo y El regreso del viento del Norte se pueden ver en Filmin.

Akelarre se estrena el 2 de febrero en Movistar+.
No matarás se estrena el 5 de febrero en Movistar+.


04 enero, 2021

Las mejores bandas sonoras de 2020 (Octubre-Diciembre)

La última entrega de nuestro repaso a las mejores bandas sonoras de 2020 se dedica a las grabaciones editadas entre los meses de octubre y diciembre. Aunque en la primera mitad del año la edición discográfica se vio afectada por las medidas impuestas por el coronavirus, estas ediciones se han ido incrementando en los siguientes meses, y ciertamente esta última parte de 2020 nos ofrece algunos de los trabajos más interesantes. Aunque la ceremonia de los Oscar se ha retrasado hasta abril de 2021, algunos de los trabajos que comentamos en esta crónica suenan con fuerza para liderar la lista de candidatos. 

The Glorias - 
Elliot Goldenthal
Zarathustra Music  2/10/2020

El compositor regresa al mundo del cine de la mano de su compañera, Julie Taymor, con la que ha colaborado exclusivamente en los últimos años, ya sea para los escenarios o para el cine. Tras su paso por Sundance, la película ha tenido buenas críticas, y la banda sonora de Goldenthal es una incursión ecléctica en la trayectoria de la activista Gloria Steinem. Hay toques de funk para el personaje de Bette Midler en temas como "Bella's hat", pero sobre todo una referencia al sonido de Django Reinhardt en "Steinemite jukebox", y el uso de guitarras eclécticas en el tema principal, "The Greyhound". Quizás la composición que más se acerca al estilo que Elliot Goldenthal desplegó en sus anteriores trabajos para el cine es la tarantella "The witch's brew", que nos recuerda a su contundente sonido en Entrevista con el vampiro (Neil Jordan, 1994). Goldenthal vuelve a demostrar su especial talento con las cuerdas en otros temas de gran belleza como "Other side of the mountain" que desemboca en el majestuoso "We are people", incursión en los sonidos del estilo Americana del que es exponente Aaron Copland. Resulta satisfactorio poder disfrutar de nuevo del talento de Elliot Goldenthal, sobre todo teniendo en cuenta que su anterior trabajo para el cine, en la película Nosotros en la noche (Ritesh Batra, 2017), ni siquiera se ha editado. 

Calamity, une enfance de Martha Jane Cannary - 
Florencia Di Concilio
22D Music  14 /10/2020

La compositora uruguaya es la encargada de poner música a una de las películas de animación más destacadas de 2020. Ganadora del Premio a la Mejor Película en Annecy, se centra en los años de infancia de Martha Jane y su banda sonora bucea en las sonoridades del western norteamericano, a través del uso de la guitarra, el violín y ese sonido característico del ronroco, instrumento de cuerda de Los Andes, que es uno de los reconocibles en las bandas sonoras de Gustavo Santaolalla, por ejemplo. En temas como "Becoming Calamity" esta mezcla de instrumentaciones y orquesta está perfectamente fusionado en una composición que es emocionante y que desarrolla el tema principal. La música de Florencia di Concilio discurre por las sonoridades del bluegrass, pero también bucea en tonos más oscuros, como en "The vein", introduciendo elementos electrónicos. Pero donde gana principalmente es en la conexión con la música andina a través de flautas y el ronroco que mencionábamos antes, como podemos escuchar en el tema "Calamity, Epilog", uno de los más contundentes de la banda sonora. 

The trial of Chicago 7 - 
Daniel Pemberton
Varèse Sarabande  16/10/2020

Para su última película, el director Aaron Sorkin colabora por segunda vez con el británico Daniel Pemberton tras Molly's game (Aaron Sorkin, 2017) y el resultado es notable. La confianza de Sorkin en el músico se deja notar a través de las diferentes secuencias-montaje que tienen a la composición musical como eje central, y que vemos en fragmentos como "We're going to Chicago" o en "Take the Hill", con el uso de guitarras eléctricas y percusiones que tienen una cierta sonoridad jazzística. Los mejores logros, en todo caso, están en los temas que fusionan este ritmo con el uso de orquesta, en escenas de tensión como "The trial", o en ese magnífico "Blood in the streets" que se va desarrollando en diferentes tonalidades, hasta llegar a un crescendo que pone los vellos de punta. Tras algunos trabajos menos logrados, Daniel Pemberton recupera el pulso en una banda sonora que contribuye al ritmo trepidante y tenso de la película. Hay que hacer notar también las canciones interpretadas por Celeste, en temas como "Hear my voice", que también tienen una participación destacada en la historia.  

Petit vampire - 
Olivier Daviaud
22D Music  
Digital: 21/10/2020 Vinilo: 13/11/2020

Las películas de animación este año destacan por sus excelentes bandas sonoras. Es el caso de esta película francesa que también pasó por el Festival de Annecy. El compositor francés crea una ecléctica banda sonora que suena a veces napolitana, a veces celta, pasando de una a otra pero manteniendo una coherencia formal. El "Générique debut" tiene algo de las composiciones de las películas de espadachines clásicas, de los sonidos de Korngold, pero matizadas con la introducción de instrumentos solistas como el ukelele. En otras creaciones, como en "Petite valse swing", introduce otros instrumentos como la flauta irlandesa y de percusión como el bodhrán, que también aporta esas sonoridades célticas que mencionábamos antes. Pero en otros pasajes, como "Dans la lande", la introducción del acordeón aporta un sonido más afrancesado. La utilización de la orquesta en algunas ocasiones añade un carácter épico a la banda sonora, como en "A l'abordage!", que es un tema eminentemente de acción. 

Poly - 
Eric Neveux
Bonne Pioche Music  21/10/2020

Esta producción francesa es, básicamente, una historia de amistad entre una joven y un poni, que inician un viaje juntos cuando ella intenta salvarle del maltrato que sufre en un circo ambulante. Y la banda sonora del siempre interesante compositor Eric Neveux se detiene precisamente en esa relación de amistad, a través de temas melódicos que componen un hermoso trabajo, y que utiliza la guitarra como principal instrumento. En composiciones como "Les belles âmes" (hermosas almas), la conjunción de la guitarra con la orquesta conforma un diálogo que representa esta relación entre la joven y el animal, en su primer encuentro. El viaje comienza con "La route de l'Italie", que es un precioso tema en el que la guitarra toma absoluto protagonismo, hasta que al final se contextualiza esta relación de amistad con el paisaje, que se representa a través de la orquesta. Hay algunos temas de acción que se resuelven, de nuevo, con la introducción de la guitarra, pero en este caso eléctrica, como en "Les rapides". Lo que demuestra la coherencia de la construcción de una excelente banda sonora. 

Turning point - 
Adam Peters
West Hall Recordings  22/10/2020

Este documental en torno al descubrimiento de avances importantes para el tratamiento del Alzheimer ha conseguido importantes reconocimientos en diversos festivales. El compositor británico Adam Peters ha realizado algunas bandas sonoras destacadas para documentales como Snowden (Oliver Stone, 2016) o Icarus (Bryan Fogel, 2017), y se encuentra cómodo en el género, no solo subrayando, sino proporcionando también una textura sonora de gran profundidad. Para Turning point (James Keach, 2018), el compositor crea una partitura en la que se mezclan los sonidos electrónicos con la incorporación de instrumentos como el piano, el violín o el arpa. Esta unión entre lo digital y lo orgánico representa bien el contraste entre la investigación científica (lo electrónico) y la exploración del cerebro (lo orgánico). Estos elementos siempre van unidos, porque están intrínsecamente relacionados. Así, surgen composiciones de textura melódica como "Evolution of chemistry" o el casi minimalista "The art of understanding", que utiliza las cuerdas y los instrumentos de viento. La banda sonora se hace más intimista cuando la experiencia personal de los entrevistados se revela, en el hermoso tema al piano "My mother's Alzheimer", y casi misterioso en "Drugs companies", pero acaba siendo vitalista en "We think it might work", con los pizzicatos introduciendo un mensaje de optimismo.  

The witches - 
Alan Silvestri
WaterTower Records  23/10/2020

Sin duda, este trabajo musical tiene el sello característico de su autor, que se refleja desde los primeros compases, "Witches are real", que nos presenta ya el tema principal a través de la introducción de los instrumentos de viento. Desde el comienzo, Alan Silvestri nos muestra el camino que va a seguir, y aunque es un camino que no aporta grandes novedades, dentro de su estilo es tremendamente efectivo. Destacan temas inolvidables como "Enter the witches", que está construido sobre una estructura perfecta, desde la presentación de los violines hasta la incorporación progresiva de los vientos que marcan ese carácter de misterio y brujería, o el tema que dedica a la Gran Bruja en "Grand High Witch". Funcionan especialmente bien, dentro de la experiencia y el talento que suele demostrar Alan Silvestri, los temas de acción, que se suceden sin solución de continuidad en la parte central de la banda sonora, destacando "A stolen key", que introduce el sonido de un reloj como elemento temporal. Y por supuesto es soberbia la suite final que nos ofrecen los "End Credits (The Witches)". 

True mothers - 
Akira Kosemura
Schole  23/10/2020

Para la última película de la cineasta japonesa Naomi Kawase, el joven compositor Akira Kosemura ha creado una banda sonora intimista, que se sostiene principalmente en temas interpretados por el piano, pero incorporando otros instrumentos solistas como la guitarra y algunas sonoridades electrónicas. El tema principal, "True mothers", que escuchamos en diferentes variaciones, tiene un aire misterioso al comienzo, casi etéreo, que establece las bases de una partitura que se mueve principalmente en el terreno emocional de la historia, un drama que cuestiona el sentido de familia. La banda sonora no se corresponde exactamente con la partitura tal como suena en la película. El compositor ha elaborado para la edición discográfica una estructura diferente, en la que muestra una cohesión sonora que funciona al margen de su fusión con las imágenes. Una decisión que puede ser discutible pero que funciona como un trabajo independiente, una especie de representación musical del universo sonoro de la película. Casi podríamos considerarla más como una adaptación de la banda sonora, pero eso no elimina valor ni interés al trabajo realizado por el compositor Akira Kosemura.  

ADN - 
Stephen Warbeck
22D Music  27/10/2020

Esta exploración de los orígenes argelinos de la directora Maïwenn cuenta con una íntima banda sonora del compositor británico que también bucea en algunas sonoridades africanas, a través de instrumentos característicos como el mondol, de la familia del laúd, en temas como "Le parc", de una gran belleza. El músico ha colaborado anteriormente con la directora francesa en sus películas anteriores, y en este caso realiza un trabajo más introspectivo, con creaciones de gran profundidad íntima como "Algérie", en la que la utilización de la orquesta ofrece una envoltura que arropa en cierta manera al instrumento principal. Se trata de una banda sonora de estructura sencilla, con dos temas principales sobre los que se desarrollan casi todas las composiciones, uno personal y el otro ligado a las raíces. La presencia del duduk, el oboe armenio, ofrece también sonoridades étnicas en composiciones como "Le livre", y hay también una presencia coral en creaciones más etéreas como "Le consulat". 

Garçon chiffon - 
Olivier Marguerit
Because Music  28/10/2020

Nicolas Maury es un actor francés que decidió dar el salto a la dirección con este primer largometraje seleccionado para la Sección Oficial del cancelado Festival de Cannes. La música corre a cargo del cantante Olivier Marguerit que desde 2016 lleva a cabo una carrera en solitario bajo el seudónimo "O", y que ha hecho algunas incursiones anteriores en la composición de música para películas. Su trabajo para Nicolas Maury es intimista, y de alguna forma tiene algunas referencias sonoras a Yann Tiersen, sobre todo en los temas que dedica al protagonista, como "Jérémie", en el que utiliza el piano como instrumento solista. Pero también destacan otras composiciones como "Motocross", que conectan con la música francesa de los años setenta y ochenta, especialmente con esa sonoridad de las películas de François Truffaut. Olivier Marguerit construye leit-motivs que están ligados a personajes concretos, pero que se forman como variaciones del tema del personaje principal, alrededor del cual circulan los demás. El propio Nicolas Maury, actor y director de la película, también interpreta la intimista  canción "Garçon velous". 

Murder Bury Win - 
Jonathan Snipes, David Rothbaum
Deathbomb Arc  4/11/2020

Jonathan Snipes y David Rothbaum colaboraron juntos en la banda sonora de la película Trespassers (Orson Oblowitz, 2018). Ambos tienen en común un especial interés por los sonidos electrónicos, y sus trabajos juntos o en solitario se mueven con comodidad en este terreno. En el caso de Murder bury win (Michael Lovan, 2020) esta inclusión de los sintetizadores se acopla a una historia que tiene que ver con el desarrollo de un juego de rol que de alguna manera se hace realidad, y que introduce a tres amigos treintañeros en una comedia negra de misterio. El sonido evoca a las bandas sonoras de los años ochenta, especialmente en temas como "The game", pero es más interesante cuando introduce distorsiones que de alguna forma muestran también una distorsión de la realidad ("The pigs have arrived", "The phone call"). Se introducen también composiciones más ligeras y humorísticas, como "House rules", variación alegre del tema principal, y creaciones en las que cada uno de los compositores demuestran sus habilidades con el bajo y el clarinete, en un tema referencial a Michael Nyman como "Tweaking the difficulty". Es especialmente brillante el tema principal, "Determine starting player", que introduce como elemento principal algunas sonoridades vocales. 

Hope Gap - 
Alex Heffes
Air-Edel Records  6/11/2020

Aunque la edición de la banda sonora incluye solamente 14 minutos de música, lo cierto es que las composiciones de Alex Heffes para Regreso a Hope Gape (William Nicholson, 2019), un drama sobre la separación en la madurez, espléndidamente interpretado por Annette Bening, Bill Nighy y Josh O'Connor es de una belleza absorbente. El tema principal se sostiene sobre el piano, con la introducción de la flauta al comienzo, que evoca el magnífico paisaje de Sussex, con una sonoridad bucólica que en realidad pronto se manifiesta como falsa. El arpa dialoga con el piano en "Jamie's memory", dedicado a los recuerdos de una familia feliz, mientras que la soledad de la protagonista tras el abandono, "Grace alone", es de una nostalgia y una melancolía absolutas. La variación del tema principal en "I have been here before", que cierra el álbum, introduce algo de esperanza en el personaje, un aliento de vida que parece insondable, pero que se manifiesta con la aparición de la orquesta, que rodea al piano como una especie de liberación. 

Wolfwalkers - 
Bruno Coulais, Kila
22D Music  12/11/2020

En su última colaboración con los responsables de El secreto de libro de Kells (Tomm Moore, Nora Twomey, 2009) y La canción del mar (Tomm Moore, 2014), el músico francés vuelve a ofrecer un trabajo emocionante, hermoso, que bucea en las sonoridades celtas, de nuevo con la colaboración del grupo Kila, que ya participó en las anteriores películas. La banda sonora se sostiene en varios leit-motifs que acompañan a los personajes principales: los que están dedicados a Mebh ("Mebh's tune") y Robyn (Robyn's tune"), las niñas protagonistas, introducen directamente las sonoridades celtas, y subrayan la conexión entre la tradición pagana y las percusiones con el escenario del bosque, el ambiente de los lobos en su libertad. Pero sobre todo destaca el tema que está conectado a la amistad entre las dos protagonistas en relación con el bosque, ese espacio de libertad donde pueden mostrar su identidad libremente. "Follow me", en este sentido, es un tema de gran belleza, una conversación entre el violín y el violonchelo que resulta emocionante. Es, básicamente, un apasionante tema de amor que culmina con la incorporación de otros instrumentos y de la voz solista, para conformar un sentimiento de comunidad. 

Ammonite - 
Dustin O'Halloran, Volker Bertelmann
Milan Records  13/11/2020

Aunque la película tiene una duración de dos horas, la banda sonora solamente alcanza los 23 minutos, lo cual puede hacerla no apta para las candidaturas de los Oscar. Pero se trata de un trabajo sutil, que aparece solo en los momentos precisos, dentro de una historia en la que los silencios son fundamentales. Los compositores crean una serie de temas que no definen a las protagonistas por separado, sino que están indisociablemente ligados a su relación. La música es la que une a los personajes desde un punto de vista emocional. La primera vez que suena es a los 25 minutos ("Fossiles"), que es también la primera vez que Charlotte y Mary salen juntas a la playa. Se trata de un hermoso tema básicamente interpretado por el piano, hasta que la aparición de las cuerdas establece un nexo de unión, más claro e íntimo en "Dig", cuando las dos protagonistas excavan juntas en el barro, casi como una representación de las raíces de su relación. En "Boat", la expresividad de la música se hace más abierta, en relación con una cierta pérdida de ese retraimiento de la protagonista. Es una banda sonora sutil, exquisita y hermosa.  

Come away - 
John Debney
Lakeshore Records  13/11/2020

Esta absurda revisión de los cuentos de Alicia en el país de las maravillas y Peter Pan, planteada como una especie de precuela, cuenta sin embargo con uno de los dos trabajos especialmente inspirados del compositor para 2020. La banda sonora de Érase una vez... (Brenda Chapman, 2020) es preciosista, bella en su contenido melódico y profunda en su descripción de los personajes. La música se estructura en base a dos temas principales, el de Peter y el de Alice, el primero más dinámico, conectado con las aventuras de piratas ("Opening/Peter's Theme"), mientras que el de Alice es más sosegado ("Alice Theme/Main Title"), pero habitualmente están unidos, como lo están los personajes, con el uso del piano y la flauta como instrumentos principales. En la película encontramos un predominio del tema de Peter en la primera parte, pero se cambia a un predominio del tema de Alice en la segunda parte. John Debney utiliza una banda irlandesa para representar a lo Niños Perdidos ("Lost boys"), una música más primitiva, más folclórica para definir la libertad absoluta, la conexión con la naturaleza y la imaginación. Y también usa instrumentos singulares como la armónica de cristal ("Mirror/Orphanage story") que, junto a la utilización de una voz soprano ("Thru the rabbit hole/Off to Neverland, Pt. 1") ofrece cierto aire de misterio y de magia. Es una banda sonora brillante, emocionante y épica.  

I am Greta - 
Rebecca Karijord, Jon Ekstrand
OONA Soundtracks  13/11/2020

La colaboración entre la compositora noruega Rebecca Karijord y el músico sueco Jon Ekstrand es un retrato musical íntimo de la joven activista Greta Thunberg. El documental, que ofrece una mirada al entorno de la adolescente, también refleja su carácter introvertido. Y la música lo refleja perfectamente, porque se trata de una banda sonora que tiene un perfil más interiorizado, menos dinámico de lo que se pudiera intuir en un documental en torno al cambio climático. Así lo comprobamos en temas de gran fuerza emocional, casi minimalista, como "Grief", que es además el que suena en los Créditos finales, o "Depression", que utiliza la guitarra y el piano como un dúo de instrumentos que marcan la personalidad de la protagonista. La banda sonora se enmarca también en otros dos elementos temáticos: la voz de la naturaleza, en temas como "The wind", y la descripción del movimiento medioambiental en composiciones más dinámicas como "Fridays for Future", que se sostiene en un cuarteto de cuerdas. El trabajo conjunto de estos dos compositores crea una banda sonora que parte de lo personal para establecer un sonido más universal.  

Jungleland - 
Lorne Balfe
Globe Productions  13/11/2020

El compositor británico vive uno de sus mejores momentos creativos, con trabajos destacados como las dos temporadas de La materia oscura (HBO, 2019-). Y en esta banda sonora consigue quizás su mejor trabajo hasta la fecha, en una cadencia más intimista de lo habitual. Jungleland (Max Winkler, 2019) es una película protagonizada por dos hermanos, uno de ellos boxeador. Pero sobre todo la historia se construye sobre estados de ánimo, es una historia de supervivientes, de animales heridos. La banda sonora, por tanto, proviene del interior de los personajes, que se ven a sí mismos con orgullo a pesar de una vida que sólo les da golpes. Para esta descripción del pundonor, Lorne Balfe se sostiene en los instrumentos de viento para acercarse a la música de la corte del Renacimiento, como la de William Byrd, que introduce una lectura de los personajes atemporal y les da prestancia. Una banda de viento de madera y metales sostiene la descripción musical de los personajes, en temas como "It's fate". Pero el compositor también introduce una parte orquestal, con cuerdas que definen los momentos de boxeo, como en "Fight", que también tienen un cierto tono majestuoso. También en su encuentro con el antagonista hay un cierto tono lúgubre y triste, con predominio de oboes y clarinetes en el magnífico "Yates". Lorne Balfe en estado de gracia.  

The kid detective - 
Jay McCarrol
Digital  17/11/2020

Para esta producción canadiense, el joven compositor Jim McCarroll ha elaborado una partitura que es básicamente un homenaje a las producciones de detectives de los años sesenta. Con una trayectoria aún corta, el músico de Ontario ha trabajado en series de televisión principalmente, pero consigue en este largometraje sobre un detective que fue conocido por hacer algunas investigaciones cuando era niño, crear una banda sonora llena de sonoridades que nos son familiares. El primer tema, "Willowbrow then", ya es una declaración de intenciones, y se apuntan en él las referencias a la música de John Barry en su etapa "beat". La inclusión del bajo en "Abe's Theme" nos recuerda a algunas de las incursiones de Barry en las películas de James Bond. Pero Jay McCarrol logra dotarlas de una personalidad propia, alejándose de la simple imitación, y consigue una sonoridad muy particular, que apunta a la comedia y la intriga al mismo tiempo. Un buen ejemplo de esto en "Melody interview", que tiene esa cadencia jazzística, o temas de acción como "Origami". Es una banda sonora llena de matices que consigue imbuir al homenaje al pasado con la sonoridad del presente. 

Eternal beauty - 
Michael Price
The Control Room  
Digital: 20/11/2020 Vinilo: 29/1/2021

El compositor británico Michael Price es más conocido por sus colaboraciones con David Arnold para series de televisión como Sherlock (BBC, 2010-2017) y Dracula (Netflix, 2020). En esta película, que bucea en la depresión que sufre la protagonista, con una mirada que en algunos momentos recuerda al director Michel Gondry, el músico introduce un trabajo perfecto, unido principalmente a la psicología de la protagonista (una espléndida Sally Hawkins). Así, la banda sonora se mueve principalmente en dos caminos paralelos, que reflejan los estados de ánimo de la protagonista: una música suave, sosegada, con aires románticos, que se muestra en temas como "Eternal beauty", y una incursión en el lado oscuro de la depresión, que se presenta casi como una película de terror en composiciones como "Cannibals". También hay un tono romántico en la relación de la protagonista con un hombre que también sufre depresiones, que se refleja en temas como "Marry me". El compositor consigue equilibrar bien estas dos miradas interiores del personaje y logra pasajes de un romanticismo desbordante, como en "A walk and a wedding".  

Roadkill - 
Harry Escott
Silva Screen Records  23/11/2020

Para esta crónica mordaz en torno al mundo de la política, el británico ha escrito una espléndida banda sonora que tiene toques de jazz, pero al mismo tiempo una sinuosidad hipnótica. Los elementos son sencillos, apoyándose principalmente en el piano, el clarinete y el vibráfono, que van construyendo la personalidad de los protagonistas poco a poco. "Chess game shuffle", con el piano como principal protagonista, tiene esa cadencia seductora pero al mismo tiempo misteriosa del personaje al que interpreta Hugh Laurie. A veces el clarinete parece tener un cierto aire judío, como en "The comb", mientras que en "Running over deer" tiene una tonalidad más oscura, más tétrica. El jazz se desliza a través de las teclas del piano en "The game's play", teclas que se interpretan con cierta picardía, y en "Charmian pepper" el clarinete toma de nuevo el protagonismo, un tema que tiene algo de esa melancolía que también atraviesa al personaje. Aunque la serie se queda a medio camino en la presentación del juego de la política, el trabajo de Harry Escott es sobresaliente y es sin duda una de sus mejores composiciones. 

Invisible (Unseen) - 
Eloi Ragot
MovieScore Media  25/11/2020

Esta serie belga de ciencia-ficción se desarrolla en un período de diez días en el que algunas personas descubren que son invisibles. La forma en la que cada uno de ellos se enfrenta a la invisibilidad, algunos usándola como venganza, otros aislándose, es el tema central de la serie. Eloi Ragot es un compositor francés al que conocemos de su trabajo para otra serie producida en Bélgica, La trêve (Netflix, 2016-). Aquí utiliza dos elementos principales, un quinteto de cuerdas, que se relaciona principalmente con el ambiente familiar y con personajes concretos, como en "Becoming invisible", que introduce el elemento de fantasía pero con un tono melancólico; y la música electrónica, que se dedica más a la ambientación de suspense, a la parte más oscura de la historia, como podemos escuchar en el siniestro "John Steel". Hay una sensación de repetición en las composiciones, una descripción de la historia que se desarrolla en círculos, que abraza los elementos realistas al mismo tiempo que introduce los de ciencia ficción. Este camino híbrido se manifiesta de forma clara en espléndidos temas como "Lawrence was right".  

Jingle Jangle: A Christmas journey - 
John Debney
Lakeshore Records  4/12/2020

Siguiendo el camino marcado por su anterior banda sonora, Come away (Brenda Chapman, 2020), que comentamos más arriba, John Debney vuelve a crear una hermosa y colorista partitura llena de magia y de logrados pasajes melódicos. La referencia no es baladí, porque el director de La Navidad mágica de los Jangle (David E. Talbert, 2020) llamó a John Debney tras escuchar aquella banda sonora. La partitura comienza con un espléndido tema inicial ("By the fire with grandma/Jangle's and things") que nos sitúa en el ambiente de cuento, y que despliega ya el sonido intenso de la orquesta de noventa músicos, con coros que aquí tienen una textura de gospel. El problema es que, al tratarse de un musical, se da protagonismo a las canciones escritas por Philip Lawrence y Davy Nathan, no son demasiado interesantes. Así, predominan en la presentación de personajes, pero las introducciones de John Debney para personajes como el torero ("Don Juan comes to life") o la pretendienta ("Ms. Johnston"), con ese aire sureño, están más logradas que las canciones que los definen. Cuando se le da absoluta libertad a la música es cuando la partitura brilla, en las escenas animadas o en el primer encuentro con el robot ("Flying with Buddy"). Y es entonces cuando John Debney muestra su posición como un compositor de gran inspiración melódica. 

Mank - 
Trent Reznor, Atticus Ross
The Null Corporation  4/12/2020

El director David Fincher pidió a los compositores que utilizaran principalmente instrumentos de los años cuarenta para conseguir una sonoridad cercana a la época (el sonido también se ha creado siguiendo la misma idea). De esta forma, Trent Reznor y Atticus Ross abandonan sus composiciones electrónicas para imbuirse de la música de los años cuarenta, con vientos de madera y cuerdas que consiguen su propósito, en temas como "All this time". Es una banda sonora, sin embargo, de toques eminentemente jazzísticos, con referencias a Count Basie en "A fool's paradise", utilizando el sonido de unas teclas de máquina de escribir, o en "Cowboys and Indians". La descripción del Hollywood de la época está mostrada con sonoridades de thriller, de cine negro lleno de intrigas, como en el tema inicial "Welcome to Victorville". Es quizás una banda sonora más interesada en la representación del ambiente que en la interiorización de los personajes, pero se trata de un ingente trabajo de 90 minutos que no solo crea atmósferas sino que se apoya en composiciones originales incluso para la música diegética. 

Fargo Year 4 - 
Jeff Russo
Sony Classical  11/12/2020

En esta cuarta temporada de Fargo (FX, 2014-), el músico realiza un trabajo extraordinario que encaja con la grandilocuencia de esta historia de mafias. Jeff Russo es posiblemente uno de los mejores compositores para series de televisión, y aquí desarrolla una banda sonora que se apoya en algunos clásicos como el "Caravan" de Duke Ellington, en una extensa versión con la que comienza la temporada ("Open (Meet the families)"), una muestra del tono jazzístico que adoptará la envoltura musical de toda la temporada. Pero Jeff Russo, en esta historia que retrocede hasta los enfrentamientos de diferentes bandas mafiosas en los años 50, despliega una variada conjunción de composiciones que van desde el clásico ("The Spanish Italian") hasta el tono operístico, como en "Mayhem (Cannon)". La música juega un papel fundamental en esta épica de la violencia que se va construyendo lentamente, y Jeff Russo utiliza instrumentos solistas como el piano, en "Hands", que parece un homenaje a Ennio Morricone, los palillos en "Wood blocks" o la trompeta, muy presente en solos como "Trumpet for Lemuel". Además, utiliza coros masculinos para recrear standars como la canción navideña "El tamborilero" o el himno patriótico "Battle Hymn". 

Palabras para un fin del mundo - 
Iván Palomares
MovieScore Media  11/12/2020

Los créditos finales de este interesante documental incluyen una composición coral de Arvo Pärt, que es la principal referencia también de la música original. Iván Palomares construye un tema principal para el personaje de Unamuno que resulta reflexivo, pero también parece anticipar la tragedia que vivirá el escritor en sus últimos años. Usando el estilo de música tintinabular creado por Arvo Pärt, compuesto por dos voces que tienen un ritmo minimalista y pausado, Iván Palomares crea un sonido característico que surge de la grabación con varios pianos como la base del tema dedicado a Miguel de Unamuno. Para la investigación y el descubrimiento de la manipulación de los hechos históricos, el compositor usa un sonido de manecillas de un reloj que presenta una urgencia y un camino inevitable hacia la tragedia, pero también hacia el descubrimiento de la verdad en torno a los últimos días del escritor. Este recurso se hace más severo, más presente y contundente, más infortunado y angustioso en el tema final "December 31, 1936", fecha de la muerte de Miguel de Unamuno.  

Wander darkly - 
Alex Weston
Lakeshore Records  11/12/2020

El joven compositor Alex Weston, conocido sobre todo por su trabajo en The farewell (Lulu Wang, 2019), se encarga de la música de este drama romántico que camina entre lo sobrenatural y la realidad, cuando una pareja sufre un accidente y a partir de ahí recorremos su trayectoria sentimental como una especie de recuerdo previo a la muerte. Esta relación está descrita principalmente a través del piano ("Narrative therapy I"), en un hermoso tema de reminiscencias románticas pero al mismo tiempo con cierta melancolía, porque se refiere a una pareja en proceso de desintegración. A partir del momento en el que la realidad se confunde con la memoria, y quizás con el anhelo, la música también se hace más etérea ("I'm not really here"), casi con reminiscencias de Jóhann Jóhannsson, compositor al que Alex Weston admira especialmente. Y también es cuando aparecen las cuerdas pero, al igual que en la narración se confunde la realidad con los recuerdos, en la música también hay una fusión entre instrumentos orgánicos y electrónicos, de forma que esa confusión también se traslada a la banda sonora ("Signs of life"). Las composiciones están unidas al personaje de Adrianne, el punto de vista que adopta la historia, y se desborda de forma emocional en "For better or worse", el momento de la eclosión de la realidad, dramática y dolorosa. 

Wonder Woman 1984 - 
Hans Zimmer
Warner Music  16/12/2020

Si hay algo que puede salvar a la mediocre secuela de Wonder woman (Patty Jenkins, 2017) es la partitura de Hans Zimmer, quizás el único de todo el equipo que asume la épica de la historia. Muy pendientes de este trabajo, después de la apática banda sonora de Rupert Gregson-Williams para la primera entrega, Hans Zimmer nos regala una de sus mejores composiciones, llena de grandes temas y un sonido espectacular. Desde la introducción del tema principal en el soberbio "Themyscira" hasta la creación de espléndidos temas de acción en "Games" o "1984". Hay una sensación en la película de querer (sin conseguirlo) imitar el estilo socarrón de Supermán (Richard Donner, 1978), por ejemplo en la construcción de un villano que pretende ser divertido y maléfico al mismo tiempo. En cierto modo, "Black gold", el tema de Max Lord, está conectado con el de "Lex Luthor's lair" de John Williams. También acierta Hans Zimmer en el romanticismo del tema de amor ("Wish we had more time") que luego se hace trágico en "Already gone". Esta es una de las referencias a Ennio Morricone en la partitura, como en lo coros de "Themyscira". Hans Zimmer consigue un banda sonora que eleva a intensidad de las secuencias más allá de lo que la directora consigue.     

The Mandalorian: Season 2 - Vol. 2 (Chapters 13-16) - 
Ludwig Goransson
Walt Disney Records  18/12/2020

La segunda temporada de esta exitosa serie ha permitido al compositor expandir el trabajo musical que realizó para la primera. Y de alguna forma, debido a la decisión de los creadores de renunciar a cierta independencia, reforzando la conexión de la serie aún más con el universo Star Wars, también ha dado a Ludwig Goransson la ocasión para crear composiciones más clásicas, como ese magnífico "Open the door", que abraza la épica orquestal de John Williams. Aunque en general su trabajo para toda la temporada ha estado a la altura (incluso por encima) del que se realizó para la primera tanda de episodios, destacamos este segundo volumen porque es el que incluye más claramente esta evolución musical. Temas como "Activated" subrayan ese nuevo camino iniciado por el compositor, y conforme entramos en el episodio final, la música se va haciendo más orquestal, va estableciendo una conexión más profunda con la saga de las galaxias, concluyendo en ese trío de temas finales ("A friend", "Open the door" y "Come with me") que establecen ya el camino que seguirá la serie. 

Silver skates - 
Guy Farley
MovieScore Media  18/12/2020

El compositor inglés Guy Farley firma la banda sonora de este melodrama histórico ruso que está producido por Nikita Mikhalkov y dirigido por el norteamericano Michael Lockshin. Esta historia de amor entre un joven proletario y la hija de un alto funcionario, tiene como trasfondo el San Petersburgo de principios del siglo XX. Una historia que además tiene elementos de aventura y drama histórico, que necesita de una música también contundente, con una fuerte base orquestal. Guy Farley realiza un trabajo notable, en el que encontramos pasajes épicos como "The Grand Bakery", la presentación de Matvey en el entorno de los canales congelados de la ciudad, que también le une con su amada Alice en otras composiciones como "Alice escapes". El tema de amor, muy hermoso, se sostiene sobre el "Clair de lune" de Debussy, y su influencia también está presente en el precioso tema de piano "Miss Jackson". Otro momento brillante es "Secrets and earrings", que tiene un aire aristocrático que nos hace recordar a las bandas sonoras de Richard Robbins para James Ivory. Guy Farley introduce instrumentos del folklore ruso como la balalaica (laúd de tres cuerdas muy popular), la domra (instrumento de cuerda bielorruso), el gusli (instrumento de una sola cuerda) o el bayán (acordeón ruso), un acordeón ruso, en temas relacionados con personajes gitanos como los magníficos "Ice gang" y "The sting". Estamos ante una banda sonora llena de matices, épica y romántica al mismo tiempo, que consolida a Guy Farley como uno de los mejores compositores del momento.  

Let them talk - 
Thomas Newman
WaterTower Music  18/12/2020

Hay tan solo 20 minutos de música en una película que dura casi dos horas. Pero el trabajo de Thomas Newman es notable. Se sostiene sobre unas composiciones de jazz que rememoran los años 60, sobre todo con el uso del órgano Hammond B3, que tuvo su apogeo precisamente en las décadas de los 60-70. Un vals dedicado a la protagonista es el tema sobre el que gira buena parte de la banda sonora ("Waltz for Alice"), que está ligado a un cierto aire de despreocupación, en su primera aparición cuando el Queen Mary 2 zarpa del muelle hacia Southampton. Pero esta ligereza es solo superficial, porque los personajes esconden otros sentimientos. Lo interesante de la propuesta es que en cierto modo actúa en sentido contrario a lo habitual, no pretende capturar el interior de los personajes, sino su representación externa. La música actúa como una mirada lejana, sobre todo en las secuencias en las que hay una conversación pero no escuchamos los diálogos ("You always", "Southampton water"), excepto en algunos momentos íntimos en los que sí refleja emociones internas, pero en esos momentos se hace atonal, con sonoridades electrónicas disonantes ("Bees"). Es un trabajo a contracorriente, pero realmente certero. 

Music from and inspired by Soul - 
Jon Batiste (LP)
Walt Disney Records  18/12/2020

La banda sonora de esta espléndida película de Pete Docter se mueve en dos terrenos diferentes. Por un lado, la música de jazz compuesta por Jon Batiste, que refleja el espíritu del personaje principal, y por otro lado las composiciones electrónicas de Trent Reznor y Atticus Ross para reflejar ese limbo entre el espacio y el tiempo en el que se mueven las almas. En su versión digital, ambas músicas se han editado unidas, pero en la versión de vinilo, se ha decidido separarlas en dos LP. Y ciertamente funciona mejor en la película la parte jazzística que la electrónica, porque aporta una mayor evolución en su conexión con los personajes, mientras que ésta resulta casi meramente ambiental. Por eso es justo reconocer el trabajo de Jon Batiste, aprovechando además su "liberación" de las composiciones de Reznor-Ross en la edición en vinilo. Las aportaciones del músico de Nueva Orleans no solo se ciñen a lo diegético, sino que aportan calidez al personaje principal. Las primeras introducciones musicales de Joe son con instrumentos solistas, el piano ("Born to play Reprise") y la batería, pero la música se expande cuando es invitado a la banda de Dorothea ("Collard greens and cornbread strut"). Y, cuando regresa a la Tierra, vuelve también la introducción con batería ("22's Gateway"), pero también una cierta musicalidad más sosegada ("Looking at life", "Fruit the vine"). Hay un regreso también al piano, pero que conecta con las almas, por lo que corresponde a Reznor-Ross. El trabajo de Jon Batiste es delicado y riguroso en su conexión con el personaje principal y con la descripción de la vida, de esos pequeños detalles que la hacen atractiva. 



El pequeño vampiro se estrena en cines el 6 de enero.

El juicio de los 7 de Chicago, La Navidad mágica de los Jangle y Mank se pueden ver en Netflix
Wolfwalkers se puede ver en Apple TV+.
Yo soy Greta, Roadkill y Fargo: Year 4 se pueden ver en Movistar+.
Belleza eterna se puede alquilar en Amazon Prime.
Palabras para un fin del mundo se puede ver en Filmin.
The Mandalorian y Soul se pueden ver en Disney+.
Déjales hablar se puede ver en HBO España