Nuestra segunda crónica del Sheffield Doc Fest 2022 está dedicada a protagonistas y directoras femeninas, retratos de mujeres que ofrecen una visión compleja de nuestra sociedad, pero aportando también una prospectiva optimista, que aporta soluciones y alternativas. Sheffield Doc Fest concluyó sus proyecciones presenciales el martes 28 de junio, con la entrega de los principales premios, pero continuaremos ofreciendo crónicas de las que películas que han formado parte de su programación.
AlisClare Weiskopf, Nicolás van Hemelryck, 2022 | People & Community | Premio Jurado Joven | ★★★☆☆ |
El internado La Arcadia, en Bogotá, es una institución para adolescentes cuyas familias no pueden hacerse cargo de ellas, y tiene el aspecto de una cárcel, con grandes vallas rodeando toda su extensión. De hecho, las jóvenes residentes solo pueden salir una vez al mes para visitar a sus familias. Pero conforme se desarrolla el documental se hace cada vez más presente que son jóvenes que necesitan un apoyo emocional y psicológico fuerte, muchas de ellas víctimas de abusos y violencia doméstica. Los directores Clare Weiskopf y Nicolás van Hemelryck, que han realizado anteriormente la película Amazona (2016), llevan a cabo desde hace cinco años unos talleres de cine, de cuyo trabajo ha surgido Alis (Clare Weiskopf, Nicolás van Hemelryck, 2022), que consiguió el Crystal Bear en el Festival de Berlín y ha recibido el Premio del Jurado Joven en Sheffield Doc Fest. El ejercicio es sencillo, pero al mismo tiempo muy efectivo. Clare les propone a diez adolescentes que se imaginen a una amiga llamada Alis, y que describan cómo es físicamente y como compañera de clase. Se les pide que cuenten la primera vez que la conocieron, qué les gusta más de ella o cómo se suele comportar. Pero conforme asistimos a este juego de imaginación vamos siendo cada vez más conscientes de que algunas de las niñas hablan de su amiga refiriéndose a realidades que seguramente son exposiciones de las suyas propias.
Lo que tiene un trasfondo emocional importante, cuando hablan de la madre de Alis como una persona que ha sufrido una violación, o cuando se refieren a la violencia doméstica en el hogar de Alis. Una de las jóvenes que participan en este ejercicio se emociona cuando menciona que Alis también fue violada cuando tenía 11 años, lo que expresa una cercanía terrorífica a la propia realidad de la adolescente. Ahí también radica uno de los problemas del documental, en cuanto a cuál es el grado de manipulación que ejercen los directores con las niñas, conduciendo sus relatos, y con el espectador, editando los fragmentos que se ajustan más al discurso que se quiere transmitir. Esta percepción de que hay una cierta dirección en el sentido de reconducción de las narrativas que expresan las niñas ofrece una perspectiva algo inquietante sobre la honestidad del documental. Pero hay también algunos momentos que desprenden verdad, como cuando se pide a las jóvenes que describan la mirada de Alis mientras ellas mismas se miran en un espejo. "Veo dolor. Porque ella está sola y le ha tocado difícil la vida", dice una de ellas.
Uno de los elementos visuales recurrentes de la película, que alterna la entrevistas con imágenes de la cotidianidad de las jóvenes en el internado, es el de un muñeco de peluche en una lavadora, como una representación de la inocencia que se recupera, del color de vida que transgrede la podredumbre de unas familias rotas por el abuso y la violencia. Y en este sentido es interesante la búsqueda de una fórmula para retratar la realidad de la adolescencia sin caer en el relato tradicional de las historias personales. Una descripción significativa en un país como Colombia, considerado uno de los más avanzados de Latinoamérica en la igualdad de género, que ha ratificado todos los convenios internacionales de derechos humanos y derechos de las mujeres en las últimas décadas. Pero la posición política y legal no es necesariamente un reflejo de la realidad social, lo que se manifiesta en datos como el de 500 mujeres muertas cada año por problemas con el embarazo y el parto. Cuando las adolescentes que se colocan delante de la cámara hablan de prostitución, abusos sexuales, violencia doméstica y suicidio en relación con Alis, están realizando una descripción brutal y aterradora de una juventud que no parece encontrar beneficio o consuelo en los esfuerzos institucionales. El momento más emocionante del documental, y el más revelador, es cuando la directora les hace la pregunta clave: "¿Alis existe?".
The business of birth controlAbby Epstein, 2021 | Debates | ★★★☆☆ |
Cuando se anunciaron las vacunas contra el coronavirus, se habló mucho de sus posibles efectos secundarios, pero muchos medicamentos que actualmente se comercializan de una forma habitual están marcados por una larga lista de problemas de salud. Los anticonceptivos para mujeres, la conocida como píldora, incluye hasta tres páginas de efectos secundarios. Esto es lo que se analiza en el documental The business of birth control (Abby Epstein, 2021), que casi podríamos considerar como una precuela de la película The business of being born (Abby Epstein, 2008), que reunió por primera vez a la directora con la productora Ricki Lake. El planteamiento de esta incursión en los métodos anticonceptivos es que la industria farmacéutica ha creado en las mujeres una necesidad de consumir pastillas cuyas contraindicaciones son especialmente graves. El profesor de la Universidad de Copenhague Øjvind Lidegaard vinculó en 2016 el uso de la contracepción hormonal a un aumento de la depresión. Reveló que entre las mujeres de 15 a 19 años, existía un 80% de riesgo de problemas psicológicos que estaban directamente derivados del uso de estos anticonceptivos. El principal problema es que estas vinculaciones con enfermedades graves han sido ocultadas o no lo suficientemente advertidas dentro de la letra pequeña de los prospectos, con la complicidad, manifiestan algunos de los entrevistados de la película, de los organismos de control gubernamentales, como la FDA en los Estados Unidos.
Con un estilo más bien convencional, Abby Epstein estructura el documental en varios bloques, entre ellos una retrospectiva de los orígenes de los medicamentos anticonceptivos, con especial atención en Margaret Sanger, que apeló al movimiento eugenésico, la llamada "ciencia del buen nacer", para dar los primeros pasos en la planificación familiar a principios del siglo XX. Pero esta idea de mantener un control de la población derivó en una excusa para la práctica de la esterilización y el control de las razas consideradas "indeseables", que se ha mantenido hasta muy recientemente. En los años 80 y 90 el gobierno norteamericano utilizó la dependencia de las mujeres con pocos recursos para realizar experimentaciones con medidas anticonceptivas. Hay, por tanto, de nuevo una inquietante utilización de la anticoncepción como una forma de control del crecimiento de determinadas comunidades raciales. Aunque en los años 60 la distribución de los medicamentos anticonceptivos fue considerada como una revolución para que las mujeres tuvieran un control sobre su fertilidad, una década después la periodista Barbara Seaman advertía del peligro en el libro The Doctor's case against the pill (1970), que provocó el inicio de una serie de audiencias en el Senado norteamericano a las que, sin embargo no se invitó a ninguna mujer. Las imágenes de archivo muestran una protesta contundente, en el propio Senado, protagonizada por grupos de mujeres que manifestaban su cansancio por no ser nunca consultadas cuando se hablaba de temas que las afectaban directamente.
Es uno de los bloques más interesantes del documental, centrado específicamente en los Estados Unidos, que solo abandona en ocasiones puntuales, como cuando entrevista al profesor danés Øjvind Lidegaard. Y describe a través de las declaraciones de los padres, algunos casos flagrantes de muertes relacionadas con la píldora anticonceptiva como las de Erika Langhart o Michelle Malone, quienes colapsaron debido a constantes trombosis. Dos de los medicamentos que se mencionan tienen datos especialmente preocupantes: NuvaRing, el primer sistema de anticoncepción hormonal de su clase, que vendió más de 5 millones de recetas entre 2012 y 2013, provoca un riesgo de trombosis del 56%. Tras las negociaciones con la FDA, el organismo gubernamental de control de los medicamentos en Estados Unidos, la advertencia quedó sepultada en la letra pequeña del prospecto. En el caso de Yaz, que la compañía farmacéutica Bayer publicitó como una píldora milagrosa que también "prevenía" otras enfermedades, el riesgo de trombosis era del 71%. La complicidad de la FDA en la ocultación de estos riesgos es evidente, incluso sabiendo que algunos de los miembros de sus comisiones de control acaban formando parte de los comités asesores de las farmacéuticas a las que han "ayudado". La lucha de los padres de las víctimas por conseguir que estos medicamentos se etiqueten, igual que el tabaco, con una advertencia de riesgo alto de muerte, sigue sin obtener el respaldo de los políticos.
La última parte del documental The business of birth control, que ofrece datos muy reveladores, está dedicada a otras alternativas a los medicamentos anticonceptivos, como el llamado Método del Conocimiento de la Fertilidad, que devuelve a las mujeres la observación del propio cuerpo, a través de mediciones diarias de la orina y un cuadrante de seguimiento, para conocer los períodos de fertilidad. Se menciona el medidor de fertilidad Lady-Comp, que fabricó el médico alemán Hubertus Rechberg después de que su esposa sufriera los efectos secundarios de la píldora, pero también existen actualmente startups que han desarrollado aplicaciones de móvil que permiten un control de la fertilidad sin necesidad de acceder a unos medicamentos que ponen en riesgo incluso la propia vida. Es quizás la parte más frágil de la película, que no profundiza demasiado sino que ofrece una lista de productos alternativos que parece necesaria en un documental que denuncia las malas prácticas de una industria en torno a la planificación familiar que tuvo, desde su origen, una agenda controvertida.
MidwivesSnow Hnin Ei Hlaing, 2022 | People & Community | ★★★☆☆ |
Una de las entrevistadas en el documental anterior es una comadrona, al igual que la protagonista de la película Midwives (Snow Hnin Ei Hlaing, 2022), que consiguió el Premio Especial del Jurado en el Festival de Sundance 2022, y también fue seleccionado en CHP:DOX y DOK.fest. En el estado de Rakhine, en la parte occidental de Birmania, donde los enfrentamientos entre budistas y musulmanes provocaron la huída de estos últimos, la matrona Hla, budista Bamar, gestiona junto a su marido una clínica donde también atiende a mujeres musulmanas, lo que ya de por sí supone una situación de peligro. Para poder comunicarse con sus pacientes, enseña el oficio a la aprendiz Nyo Nyo, musulmana rohingyá, perteneciente a una etnia que fue objeto en 2017 de una limpieza étnica en Birmania. Hla tiene una personalidad fuerte, se enfrenta a los comentarios e insultos que a veces recibe por parte de sus vecinos, pero al mismo tiempo utiliza insultos raciales cuando se refiere a Nyo Nyo, de la que espera que en un futuro próximo pueda tener su propia clínica. Hay una percepción en la película de querer mostrar la relación entre las diferentes etnias de una forma menos politizada que lo que suele aparecer en los medios de comunicación, estableciendo las contradicciones pero también los vínculos. No se explica claramente por qué Hla decide ayudar a las mujeres musulmanas, pero hay un compromiso de servicio que parece estar por encima de las diferencias religiosas.
Aunque el documental comenzó rodándose con pocos medios, su desarrollo ha durado unos cinco años y finalmente consiguió la participación de una productora de Montreal, lo que ha permitido la incorporación del compositor francés Olivier Alary, responsable de la banda sonora de la película La noche de los reyes (Philippe Lâcote, 2020), y Johannes Malfatti, que ya habían colaborado juntos en el álbum autónomo u,i (2020, FatCat Records), aportando una banda sonora a veces demasiado preciosista sobre unas imágenes realmente espectaculares de la neblina que cubre la región de Rakhine. Es una representación muy lúcida de las amenazas que siempre están acosando a los habitantes de esta región, desde la guerra hasta el racismo. Pero consigue establecer un paralelismo con la relación entre Hla y Nyo Nyo, y a su vez con la que mantiene la primera con su madre, que redondea el tema central de la película sobre esa herencia generacional entre mujeres. El hecho de que esta transposición del conocimiento se produzca en un espacio en el que se da la vida, cuando hay tanta muerte alrededor, es un elemento de esperanza que resulta singularmente acertado. A lo largo de la historia se produce el golpe de estado de 2021 que devolvió el país a una estratocracia y la llegada del COVID, que fue utilizado por el ejército como arma, dejando que se atendiera solamente a sus partidarios y negando la atención médica a parte de la población. Con algunas flaquezas, Midwives construye un relato sobre el conflicto desde una mirada personal sobre la convivencia.
BebaRebeca Huntt, 2021 | Journeys | ★★★☆☆ |
La artista, guionista, directora y protagonista de Beba (Rebeca Hunt, 2021), se define al final de la película como "narcisista, en ocasiones cruel". En realidad, es la descripción de un personaje que ha creado como representación de una juventud de padres emigrantes, afrolatina en este caso, que se hace preguntas sobre su identidad en un momento en el que Estados Unidos ha sufrido un repunte de la violencia racial. Pero Beba, que es el nombre que le puso su madre cuando nació, forma parte también de la propia personalidad de Rebeca Huntt, de su propio cuestionamiento como mujer de raza negra, en medio de una familia que no parece comunicarse bien, pero que se expresa tratando de evitar las cuestiones problemáticas. Hija de un dominicano y de una venezolana que emigraron a los Estados Unidos, su relación con su madre parece más conflictiva que con su padre, a pesar de cierta actitud egoísta cuando éste ha preferido vivir en un apartamento de una sola habitación con tres hijos antes que mudarse a otro más amplio y más barato en un barrio periférico, solo porque tenía la ilusión de vivir cerca de Central Park, en Upper East Side, justificándolo con una reflexión: "Podría haber elegido un apartamento más asequible en otra zona que tuviera dos o tres habitaciones, pero estoy seguro de que en otro barrio alguno de mis hijos no estaría vivo ahora mismo".
Beba, documental seleccionado en el Festival de Toronto 2021 y el Festival de Berlín 2022, propone una reflexión sobre "el trauma histórico, social y generacional que ha heredado", y lo hace reconstruyendo, más que construyendo, una narrativa propia que surge de la realidad pero que utiliza resortes artificiales o en algunos casos manipulados. Como en la conversación que mantiene con su madre, llena de "microagresiones", en la que Rebeca Huntt le pide una reflexión sobre cómo ha sido ser madre de hijos negros en Estados Unidos, a lo que su madre responde: "Yo no sé nada de blancos ni de negros, yo sé que tengo un origen latino proveniente de Venezuela, pero el resto no me interesa". La insistencia de la hija parece buscar una confrontación espúrea. Es una entrevistadora tratando de "domar" a la entrevistada, y cuando Beba expresa su sentimiento de que está recibiendo muestras de microagresividad por parte de su madre, ésta zanja la discusión diciendo: "Cariño, estás actuando para la cámara".
En cierto modo, la madre consigue captar el principal problema de la película, su búsqueda de la honestidad desde la artificialidad. Cuando Rebeca Huntt quiere plantear una reflexión sobre la falta de empatía entre razas, construye una escena improvisada en la que un grupo de jóvenes blancos discuten sobre el racismo desde una perspectiva externa, pero resulta menos efectivo de lo que pretende. El aspecto más interesante de la propuesta, al margen de algunas reflexiones poéticas que parecen demasiado amateurs, es el concepto visual en el que Rebeca Huntt propone una mezcla de conceptos, desde la experimentación que quiere expresarse a través de la influencia de Chris Marker, hasta el rodaje en 16 mm. que trata de ofrecer una cercanía que provoca mayor intimidad con el espectador. Las mezclas de sonido, a cargo de Carlos Cortés Navarrete, que ganó un Oscar por Sound of metal (Darius Marder, 2019) y es habitual colaborador de Carlos Reygadas, encuentra un cauce para expresar los cuestionamientos a través de una relación íntima entre las palabras y la música. Pero el conjunto del documental se siente como un ejercicio ambivalente, contradictorio a veces, que cuestiona a las generaciones anteriores como culpables de las inquietudes de las generaciones posteriores, y que no encuentra un camino lo suficientemente sólido como para expresarse con claridad.
LyraAlison Millar, 2021 | Rebellions | Premio Tim Hetherington | ★★★★☆ |
La mirada de la joven periodista irlandesa Lyra McKee estaba marcada por un futuro prometedor que se sostenía en una necesidad de entender el pasado de Irlanda del Norte. "Siempre nos hemos considerado la generación post-conflicto", escribía en referencia a las cicatrices emocionales y psicológicas que aún permanecen incluso en los jóvenes que no conocieron los acontecimientos que rodearon a The Troubles, el enfrentamiento armado entre unionistas protestantes y católicos republicanos. La película Lyra (Alison Millar, 2022), ha conseguido el Premio Tim Hetherington, que lleva el nombre del fotoperiodista que dirigió el documental Restrepo (2010), y murió por bombas mortero en Libia en 2011 , el mismo año en el que fue nominado al Oscar. Lyra McKee tenía 29 años cuando también fue asesinada en 2019, el mismo día que se celebraban 21 años del Good Friday Agreement (Acuerdo del Viernes Santo) que en 1998 firmó la paz entre los gobiernos británico e irlandés. Cuando se encontraba observando los disturbios que se iniciaron en la ciudad norirlandesa de Londonderry, un hombre enmascarado, captado por el teléfono móvil de un ciudadano, se acercó a Lyra McKee y le disparó en la cabeza. Aunque aún no se ha condenado a los responsables, el Nuevo IRA reivindicó el asesinato unos días después, y la periodista se convirtió en la víctima 160 desde que se firmó el acuerdo de paz.
La directora el documental Alison Millar tenía una estrecha relación con Lyra, y en un momento de la película afirma que la consideraba como su hija, por lo que su acercamiento a la familia es lo suficientemente estrecho como para transmitir escenas de intimidad emocionalmente profunda, especialmente cuando habla con la madre y la abuela de Lyra. Pero, aunque comienza relatando la muerte de la joven periodista, transmite el optimismo que caracterizaba a una personalidad alegre y cercana que sin embargo era muy consciente de las heridas abiertas en su país. Nacida en uno de los barrios más conflictivos de los enfrentamientos, escribió que "Irlanda del Norte es un lugar lleno de oscuridad y de misterios. Pero también es mi hogar", y se refería al carácter irlandés que impedía que se afrontara de una forma directa el conflicto armado. El documental acude al pasado y regresa al presente en diferentes momentos, mezclando las declaraciones de Lyra McKee con algunas de las reflexiones que escribió. Admiradora de J.K. Rowlings desde que su abuela le regaló los libros de Harry Potter, quería ser poeta pero se dio cuenta de que no había futuro en la poesía, tomando el camino del periodismo para indagar en las problemáticas de su país.
Desde 1998 hasta 2017 el crecimiento de suicidios en el Norte de Irlanda ha sido espectacular, lo que indica que existe un problema grave que Lyra McKee investigó. También dedicó otra parte de sus artículos a investigar los asesinatos de Ballymurphy, ocurridos en agosto de 1971 cuando un batallón del ejército británico mató a once civiles en esta zona de Belfast, justificando las muertes por el hecho de que pertenecían al IRA. Pero hasta 2018 no se abrió una investigación oficial sobre esta masacre, que fue denunciada en el documental The Ballymurphy precedent (Callum Macrae, 2018). El interés periodístico de Lyra McKee sirve para que la película amplíe su perspectiva de una forma apasionante hacia el retrato de un país en cuyo seno continúa el conflicto, oculto por el silencio. Cuando murió, acababa de firmar un acuerdo con una importante editorial para la publicación de dos libros, uno de ellos dedicado a lo que ella denominaba "The lost boys", un término "con el que describo a ocho niños que desaparecieron entre 1969 y 1975", y que son el reflejo de una terrible realidad. Durante The Troubles numerosos niños se "desvanecieron" en el camino a la escuela, posiblemente víctimas de secuestros que la policía nunca investigó del todo porque tenía otras prioridades.
Lyra consigue ser optimista a pesar del dolor que transmite, pero sobre todo logra, desde el propio trabajo de la protagonista, reflejar una profunda y perturbadora sensación de que ha habido un cierre en falso del conflicto norirlandés. El nacimiento del Nuevo IRA en 2011, que está vinculado a cuatro asesinatos, demuestra que la paz es algo difusa en un país en el que hay muchos conflictos que resolver. Como el de la opresiva influencia de la religión, que llevó a Lyra McKee a publicar una carta abierta a sí misma cuando decidió salir del armario a los veinte años, acusando a la iglesia católica de haberla hecho pensar en su adolescencia que su identidad homsoexual era un signo de pecado. La carta convirtió a Lyra en un icono de la aceptación LGBTIQ+ en Irlanda del Norte frente a la condena religiosa. El documental termina con la canción "Trouble of the world", un homenaje de Sinéad O'Connor a la cantante Mahalia Jackson, que popularizó este tradicional espiritual en la película Imitación a la vida (Douglas Sirk, 2959). La versión, producida por David Holmes, que es el autor de la banda sonora del documental, se publicó en 2020 para recaudar fondos para el movimiento Black Lives Matter, y habla sobre ese paraíso que el ser humano está destinado a alcanzar.
Nothing comparesKathryn Ferguson, 2022 | Rebellions | Rhythm | ★★★★☆ |
Los documentales sobre figuras de la música tienen que enfrentarse a la problemática de una narrativa que abrace o huya de la cronología, pero en el caso de Nothing compares (Kathryn Ferguson, 2022) la directora consigue hacer las dos cosas. Tiene una estructura cronológicamente tradicional, pero al mismo tiempo elimina las habituales cabezas parlantes y desarrolla una especie de creación poética en torno a la trayectoria personal y profesional de Sinéad O'Connor (1968, Irlanda). Pero la decisión más importante es la de enfocarse en el período que comprende el lanzamiento de sus tres primeros álbumes, entre 1987 y 1992. La vida de la cantante ha estado rodeada de unas convicciones fuertes que la llevaron a enfrentarse con la industria discográfica y a decisiones impulsivas, como cuando el año pasado anunció su retirada para, dos días después, retractarse diciendo que había sido un impulso después de tomarse unos whiskies. En enero de este año ella misma anunció el suicidio de su hijo adolescente Shane, acusando a Tusla, la Agencia de Protección del Menor del gobierno irlandés, de no haberle protegido, después de que se escapara del hospital en el que estaba internado. Pocos días después, Nothing compares se presentó en el Festival de Sundance, y de alguna forma ese tono de tragedia y dolor que acompaña a las imágenes se trasladó también al entorno de la propia película.
En esta incursión en la vida de Sinéad O'Connor se habla de temas de los que ella misma pocas veces ha querido hablar en las entrevistas, aunque lo hizo en su autobiografía Remembranzas. Escenas de una vida complicada (2021, Ed. Libros del Kultrun). Sobre todo en torno a la relación con su madre y el abuso doméstico: "Mi madre era una bestia, y yo utilizaba mi voz para hacer dormir a los demonios". Cuando fue internada en un colegio de monjas, su interés por la religión fue desapareciendo: "Me encantaba la iglesia católica. Fui muy religiosa, ridículamente religiosa". Pero la experiencia también estuvo impregnada de una presión punitiva que la hizo desdeñar todo lo que tenía que ver con la religión, y que años más tarde se representaría en esa imagen del Papa Juan Pablo II rota en directo durante una actuación en el programa Saturday Night Live o en su conversión reciente al Islam. La directora utiliza imágenes de archivo para mostrar la educación rígida y abusiva que tuvo la cantante, y realiza una inteligente trasposición hacia una Irlanda en la que el catolicismo ejerció una fuerza opresiva, especialmente sobre las mujeres.
Hay también algunas omisiones que hacen discutible el punto de vista del documental. Como cuando se hace mención a que Nigel Grainge, un ejecutivo de la discográfica Ensign Records, le aconsejó que abortara cuando se quedó embarazada de su primer hijo, a lo que ella se negó, pero no se hace mención al aborto que ella decidió tener en 1991, a pesar de que su activismo por el derecho de las mujeres a decidir sobre su propio cuerpo es una de las partes centrales del documental, como cuando participó como actriz en la película Hush-a-Bye Baby (Margo Harkin, 1990). No es de extrañar que la portada de su primer disco, The lion and the cobra (1987, Chrysalis Records) fuera una fotografía de ella gritando, portada que en su lanzamiento en los Estados Unidos se cambió porque resultaba "demasiado agresiva". La misma decisión de afeitarse la cabeza era incomprendida y en cierta manera se convirtió también en una reivindicación de la libertad, significativa viniendo de una mujer irlandesa que vivió en una sociedad donde las mujeres eran, según ella misma afirma, "obligadas a decir que sí cuando en realidad querían decir que no". La participación de los entrevistados y de la protagonista en el documental son siempre en off, solo a través de sus voces, lo que aporta una cadencia casi de cuento. Y de estas voces surge el relato del éxito masivo con la canción "Nothing compares to u", una versión de un tema de Prince que, curiosamente, no se ha podido utilizar en la película. Prince Estate, envuelto en una batalla legal para repartir el legado del cantante que falleció en 2016 sin dejar testamento, no otorgó los derechos de reproducción. Pero solo hasta enero de este año Prince Estate no ha terminado de realizar una valoración total de la herencia de Prince, que ahora se tendrá que repartir. El director John Maybury relata cómo se enfocó en el rostro de Sinéad O'Connor para el videoclip rodado en el Parc de Saint-Cloud de París, y la cantante cuenta cómo las lágrimas surgieron desde el recuerdo de su madre fallecida en 1985.
También el relato de la rebelión de Sinéad O'Connor establece un paralelismo con la identidad activista de los músicos irlandeses, como cuando apareció en los premios Grammy de 1989 llevando dibujado en su cabeza el logo del grupo Public Enemy, solidarizándose con la protesta contra los Grammy por no permitir que el rap y el hip hop tuvieran sus propias categorías. Y posteriormente con su condena a la Guerra del Golfo negándose a cantar en un concierto en Estados Unidos porque se tocó el himno nacional. Y de ahí surgieron los primeros boicots y se desataron las diatribas misóginas. Después de aparecer en el programa Saturday Night Live rompiendo la fotografía del Papa, el actor Joe Pesci decía en un monólogo en televisión: "Si lo hubiera hecho en programa, le hubiera dado una bofetada". Resulta todavía impactante la reacción de Sinéad O'Connor en un homenaje a Bob Dylan que se hizo famoso por los abucheos que recibió la cantante en el Madison Square Garden, al que respondió una vez más con su voz llena de ira para contrarrestar la falta de respeto de los espectadores. Puede ser exagerado el montaje final de la película en el que se relaciona la legalización del aborto en Irlanda con la trayectoria de Sinéad O'Connor, pero está claro que ella fue una de las caras visibles de estas reivindicaciones. Pero hay un brusco y decepcionante final que transmite la sensación de que la directora se hubiera quedado sin tiempo para seguir contando la historia de una cantante que ha sido siempre fiel a sus principios, con las consecuencias que eso haya podido tener.