Entre el 23 y el 28 de junio se celebra una nueva edición de Sheffield DocFest, que propone cada año un panorama del cine documental, logrando ser uno de los mercados cinematográficos más influyentes que tienen lugar cada año. La amplitud de las propuestas que propone el festival, que no solo se limita a películas en su formato tradicional, sino que también ofrece una aproximació al documental en forma de series, art-work y experiencias inmersivas, lo convierte en una cita imprescindible para conocer cuáles son los movimientos más destacados en la evolución del género. Fue además uno de los festivales que mejor se adaptó a las restricciones de la pandemia del coronavirus, utilizándola para experimentar con diferentes formatos de exhibición online, y ampliando incluso su programación, en vez de restringirse al convencional formato presencial. La continuidad de su apuesta online le sitúa a la cabeza de una reconsideración del concepto de festival como una experiencia multidisciplinar. Coincidiendo con la celebración del Día del Orgullo el 28 de junio, que se ha convertido en muchas ciudades en una plataforma para los derechos LGTBIQA+ durante todo el mes, hablamos de algunas de las películas programadas en Sheffield DocFest y en otros espacios que ofrecen esas miradas transversales en torno a la identidad de género y la transexualidad.
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Nos corps sont vos champs de batailleIsabelle Solas, 2021 | Rebellions | MUBI | ★★★★☆ |
Coincidiendo con la presentación de esta película en el Sheffield DocFest con la presencia de su directora, la plataforma MUBI también la ha estrenado esta semana como parte de su programa Visor, que presenta una serie de perspectivas esenciales sobre el mundo. Ganadora del Premio Maguey a la Mejor Película en el Festival de Cine de Guadalajara 2021, Nuestros cuerpos son sus campos de batalla (Isabelle Solas, 2021) es una mirada al colectivo transexual en Argentina desde la corporeidad. El título reinterpreta la obra de la artista Barbara Kruger (1945, Estados Unidos) Sin título (1989), un grabado que solo incluía el lema "Your body is a battleground" (Tu cuerpo es un campo de batalla), reivindicando el derecho de la mujer sobre su propio cuerpo, en referencia al aborto. La directora francesa se interesó por las reivindicaciones de la comunidad transexual cuando se acababa de aprobar en 2012 la Ley de Identidad de Género en Argentina, que reconoce el derecho a modificar el género mediante un simple trámite administrativo, sin necesidad de acreditar pericias médicas o tratamientos hormonales, lo que evitaba la patologización de la identidad trans. En Francia por aquel entonces surgió el movimiento Marriage pour tous, que acabó con la aprobación del matrimonio entre personas del mismo sexo, pero de alguna forma la revolución de la identidad de género estaba más desarrollada al otro lado del Atlántico que en la vieja Europa. En España, hasta junio del año pasado no se aprobó el anteproyecto de la denominada Ley Trans, que permite la autodeterminación de género y la modificación administrativa sin diagnóstico de disforia, con una fuerte oposición de algunas asociaciones feministas por considerarla discriminatoria (El País, 22/6/2021).
Pero el documental de Isabelle Solas no se centra en los derechos de las personas transexuales sino en la forma en que éstos son defendidos. De esta forma, acompaña a dos activistas cuya lucha es complementaria pero radicalmente distinta: la de Claudia Vásquez Haro, más impetuosa y activa, implicada en las manifestaciones de la calle y en muchos casos enfrentada a la transfobia de algunas representantes del activismo feminista: "Esta es una reunión para mujeres, no para hombres", comenta que le dijeron en una ocasión. Ella reivindica el cuerpo como un instrumento de visibilización y de reivindicación: "Nosotras no tenemos "closet". Estamos siempre fuera del armario. No podemos escondernos durante el día", afirma. Por otro lado, Violeta Alegre es una antropóloga que se mueve más en el terreno de la educación y del pensamiento, manifestando una actitud reformista que pasa por cambiar la percepción de la sociedad. Habla ante un grupo de mujeres y hombres sobre cuál es el significado de la identidad de género, respondiendo a las cuestiones básicas ante comentarios sobre la creación del hombre y la mujer: "La genitalidad con la que nace una persona no determina su identidad". Isabelle Solas divide su mirada entre la colectividad a la que representan sus protagonistas y la intimidad de cada una de ellas. Y en este recorrido surgen los conflictos con movimientos feministas y las manifestaciones por los derechos igualitarios, pero también breves pinceladas de experiencias personales. Violeta habla con su hermano recordándole que su padre aún no es capaz de llamarla Violeta: "Me sigue llamando por el otro nombre".
La directora consigue transmitir una naturalidad que parte del trabajo conjunto con las protagonistas, una puesta en escena colectiva y colaborativa en la que sus acciones surgen de una forma espontánea, lo cual permite un acercamiento más personal a las protagonistas. Pero también es una mirada claramente ilustrativa de los aspectos más comprometidos. El documental comienza con la sentencia del juicio contra David Gabriel Marino, condenado a cadena perpetua por el asesinato de la activista transexual Amancaya Diana Sacayán en 2015. Aunque en Argentina hubo otras condenas por asesinatos de mujeres trans anteriormente, este juicio público que concluyó en 2018, fue el primero que introdujo el agravante de "travesticidio", un homicidio que tiene como causa el odio a la identidad de género, aportando una perspectiva diferente. Aunque la película no contextualiza ni explica el caso, hay una percepción clara de la peligrosidad que supone ser transexual incluso en sociedades aparentemente avanzadas. Una de las compañeras de Violeta cuenta en un viaje a Montevideo que hacía treinta años que no había salido de Argentina, desde antes de su transición de género: "En Buenos Aires sabemos a qué barrios no ir, a qué hora pasar, qué lugares debemos evitar. Viajar a otro país es hermoso, pero hemos pasado tantas violencias que yo no me acostumbro". Aunque su familia tenía recursos económicos, fue repudiada después de manifestar su identidad y llegó a vivir en la calle. En otro momento, una activista que ha ejercido la prostitución, confirma una realidad terrible ante un grupo de estudiantes: "Soy parte de una comunidad cuyo promedio de vida, al menos en Argentina, es de treinta y dos años. Yo tengo cincuenta, así que me considero una superviviente".
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Cantando en las azoteasEnric Ribes, 2021 | International Competition | People & Community | ★★★★☆ |
Una de las películas españolas que compite en el Sheffield DocFest 2022 es Cantando en las azoteas (Enric Ribes, 2021), una docuficción presentada en el D'A Film Festival y en DocumentaMadrid que tiene como protagonista a Gilda Love, considerado como el último transformista del barrio de El Raval de Barcelona. A sus 95 años, continúa trabajando en algunos de los bares que permanecen resistiendo la embestida de los fondos de inversión y los apartamentos turísticos, en un barrio que, al contrario que otros muchos en los centros de las grandes ciudades, conserva todavía la esencia de la tradición, una personalidad propia que no necesita ser maquillada. Quizás por la constante renovación de la población inmigrante que siempre ha caracterizado a esta zona, también marcada por la violencia y por los narcopisos, El Raval representa la resistencia, y se convierte en otro de los "personajes" de esta historia. Porque Gilda Love forma parte de la fisonomía del barrio, de esa convivencia vecinal que establece comunicación a través de los balcones. Nacida como Eduardo, cuenta que tuvo una hermana gemela que murió ahogada por el cordón umbilical de su madre, y que de ella heredó su "lado femenino", lo que en realidad esconde un sentimiento de culpabilidad por ser la superviviente. Pero la forma natural con la que Gilda narra esta tragedia representa también la prestancia con la que ha llevado una vida difícil, aunque rica en experiencias. Fue monaguillo para huir del acoso de sus hermanos falangistas y soldado en el desierto del Sáhara, para volver a una España gris que le llevó a huir de nuevo, en este caso a París, donde trabajó como sirviente en la casa de Jean Cocteau y "valet de chambre" para la escritora François Sagan mientras actuaba como transformista en el barrio de Pigalle. Cuando volvió a España en los años 70 se estableció en El Raval para no salir nunca más. Gilda fue una superviviente y lo sigue siendo, obligada a buscar, casi mendigar, alguna actuación que le permita llegar a fin de mes debido a la escasa pensión que cobra ("te llamaba a ver si tenías algún rinconcito para poder trabajar").
La película surge de la relación de amistad que se estableció entre el director Enric Ribes (1989, Barcelona), y Gilda Love, cuando el primero encontró al segundo haciendo una investigación sobre transformismo en Barcelona, y que desembocó en el cortometraje Cantando en las azoteas (Enric Ribes, Oriol Martínez, 2017), un retrato rodado en 16 mm. que ahora se ha desarrollado en forma de largometraje. Sin embargo, el documental no es una crónica de la vida de Gilda Love, sino que construye a su alrededor, en una decisión sabia y valiente del director, una especie de historia de ficción que relaciona al protagonista con la niña Chloe, a la que debe cuidar durante varios días mientras su madre Hannah trabaja en la calle y su padre Daniel está detenido. Esta relación, que tiene ecos de El chico (Charles Chaplin, 1921) cuando pasean por las calles de El Raval, o cuando la inicial desconfianza se va transformando en un acercamiento más cálido, establece una realidad ficcionada que de alguna manera funciona como esa otra representación sobre los escenarios que se sostiene sobre un personaje, pero al mismo tiempo muestra la verdadera identidad de su intérprete. A Chloe y Gilda les separan más de noventa años de diferencia, una distancia casi planetaria, una mirada marcada por las cicatrices del pasado y otra aún pendiente de un futuro que seguramente tampoco será fácil. Y esta convivencia sirve al director para incorporar la idiosincrasia del denominado "Barrio chino" de Barcelona.
Lo de Barrio Chino es un apodo que no tiene nada que ver con los chinos, y que acuñó un periódico en 1925 cuando publicó una serie de relatos titulados "Los bajos fondos de Barcelona", escritos por el dramaturgo Francisco Madrid, en los que establecía una comparación con el Chinatown de Nueva York, que se le ha quedado durante más de setenta años. Esta representación literaria luego continuaría con la presencia de Jean Genet, quien vivió allí en los años treinta, o las andanzas del personaje de Pepe Carvalho que creó Manuel Vázquez Montalbán, quien nació precisamente en El Raval. También se habla de las juergas de Pablo Picasso y las borracheras de Ernest Hemingway. Gilda Love los ha sobrevivido a todos. Ella retiene en su rostro las cicatrices de un barrio resistente. Y conserva también una cierta mentalidad antigua, en la que no se hablaba de identidad de género. En este sentido, parece sentirse más cómoda como ese personaje que describía Federico García Lorca en su "Canción del mariquita", de donde surge el título de la película: "¡Los mariquitas del Sur / cantan en las azoteas!". Enric Ribes consigue componer una hermosa y emocional representación de lo que ahora se denomina resiliencia, desde la intimidad del apartamento de Eduardo/Gilda hasta la mirada amplificada a un barrio que se acepta desde su propia definición.
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Some womenQuen Wong, 2021 | International First Feature Competition | Rebellions | ★★★☆☆ |
Lo que propone el documental biográfico Some women (Quen Wong, 2021), es la visibilización de la transexualidad en un país en el que es invisible. Nacida y residiendo en Singapur, la directora, guionista y protagonista de la película, Quen Wong, utiliza la cámara para contar su propia historia de transición de género. Cuenta que en las escuelas ya se dan clases de educación sexual, pero que en ellas no se hace ninguna referencia a la comunidad queer o la transexualidad, como si no existieran. De hecho, la homosexualidad sigue estando considerada como una práctica ilegal, aunque en 2007 se revocó del Código Penal la sección que imponía penas de prisión de dos años. Recientemente se ha intentado eliminar la homosexualidad del Código Penal, pero el Tribunal Superior de Justicia de Singapur rechazó la propuesta en 2019 alegando que la Ley pretendía "preservar la moralidad pública". La directora planteó la película como un documental de observación, hasta que se dio cuenta de que no era posible hablar de la visibilización de la transexualidad si ella misma no era visible. De forma que se convirtió en un relato confesional, que se sostiene en la voz en off de Quen Wong mientras cuenta su experiencia tras la reasignación de sexo.
Perteneciente a una familia de clase media, Quen Wong describe el momento en el que se vistió de niña por primera vez y su padre le gritó: "¡Por encima de mi cadáver!". Una actitud de rechazo que finalmente se ha transformado en respeto, y en la memoria de una madre que ofreció mayor apoyo a su hija. A lo largo del documental, que se planifica desde una posición de cámara principalmente fija, reforzando esta idea de observación, la protagonista se reafirma en su identidad, pero también inicia un proceso que para muchas transexuales es complicado. Cuando rescata unas viejas cajas de fotografías de un trastero, se enfrenta a su identidad anterior, a las imágenes de sí misma como una persona masculina, a las fotografías del ejército en el que se alistó. También se reconoce a sí misma en una hermosa secuencia en la que, acompañada por su marido, repasa cada una de las cicatrices que le han quedado de la operación de reasignación de sexo, como una asimilación de su propia trayectoria como persona. En mandarín, la palabra "rényão" es la que describe a una persona travestida, pero la traducción literal es "monstruo humano", un ejemplo que Quen Wong describe como muestra de cuál es la percepción oriental en torno a la transexualidad. Esta actitud también se representa en algunas imágenes difundidas en redes sociales, como aquella en la que un hombre tira al suelo una bandera LGBT en un restaurante gritando: "Vosotros sois los que estáis destruyendo Singapur".
Hay también algunos retratos laterales que refuerzan la historia personal de la directora, como el de Sanisa, a la que conocían como Anita en el antiguo Bugis Street, una zona de Singapur que era el centro de la comunidad queer en la ciudad, muy visitado por los extranjeros entre los años 50 y 80, donde muchas transexuales ejercían la prostitución. La película de ficción Bugis Street (Yonfan, 1995) ofreció un retrato explícito de esta calle, siendo calificada como pornográfica en su momento. Sanisa pertenece a una generación que encontraba en la prostitución la única salida para mantener la identidad, y aunque Bugis Street sigue siendo un lugar conocido, ahora está ocupado principalmente por centros comerciales y comida callejera. En el lado contrario se encuentra la joven Lune Loh, que rompe con los estereotipos para mostrarse a través de un grupo universitario que ofrece conferencias sobre transexualidad. Lo que convierte a Some women en algo más que un retrato personal, ampliándose hacia una representación generacional sobre cómo la auto-aceptación ha ido cambiando a lo largo de los años, con la propia Quen Wong situada en un término medio entre la generación de Sanisa y la de Lune Loh. Aunque hay algunas deficiencias de sonido, con una mezcla que a veces absorbe la voz en off bajo la música, demasiado cursi a veces, este documental es una interesante visión de la transición de género desde la mirada de una sociedad que solo ha cambiado con pasos lentos. Y esta transformación se manifiesta en el hecho de que la película consiguió el Premio del Público precisamente en el Festival de Cine de Singapur 2021.
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De la terreur, mes sœurs!Alexis Langlois, 2019 | Brillantina sangrante: El cine queer de Alexis Langlois | MUBI | ★★★☆☆ |
La programación de la plataforma MUBI dedicada al mes del Orgullo, incluye una selección de películas que se engloban dentro del programa "Orgullo sin prejuicio", entre las que destaca el estreno, bajo el epígrafe "Brillantina sangrante", de los dos últimos cortometrajes del director Alexis Langlois (1989, Francia). Seleccionado en Clermont-Ferrand 2020, De la terreur, mes sœurs! (2019) es un corto militante, en el que a partir de una reunión entre cuatro amigas surge la idea de practicar el terrorismo contra la sociedad binaria, la transfobia combatida a través de la cisfobia, y surge una expresión vitalista y extravagante de la diferencia. Lo más característico de estas primeras incursiones en el cine de Alexis Langlois es que no trata de adaptarse a los convencionalismos, sino que reivindica una forma diferente de construir una comedia que esconde mucho drama interior. La violencia transfóbica que impone una sociedad heteronormativa se convierte en un ejercicio de cine camp, gore y disparatado que lucha contra el odio desestimando la pasividad, "ni víctimas ni espectadoras, abrazaremos nuestras transiciones", dice uno de los personajes. Pero al mismo tiempo no deja de ser una mirada irónica hacia una sociedad que permite un tipo de discriminación que es más sutil, que se transmite por las miradas, los comentarios susurrados y las sonrisas cínicas, y que se manifiesta también en el cine. "No somos Melvil Poupaud", dicen en referencia al actor que interpretó a una mujer transexual en Laurence anyways (Xavier Dolan, 2012), mientras hacen un gesto de desprecio: "¿Por qué no actuó una chica trans? Siempre le dan nuestros papeles a los actores cis".
Frente a ella, se celebra la diversidad, la posibilidad de ser contradictorios, como la camiseta de una de las protagonistas: "Virgin prostitute", poder ser virgen y puta al mismo tiempo. También se plantea la necesidad de una reconstrucción social, la idea de destruir para volver a construir: "Quemaremos todo rastro de nuestras identidades anteriores y crearemos otras nuevas", dicen mientras arden los documentos de "identidad" impuestos por la République Française. De la terreur, mes sœurs! son 28 minutos de cine militante, de expresión de la diferencia como una reivindicación que propone el activismo frente a la pasividad.
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Les démons de DorothyAlexis Langlois, 2021 | Brillantina sangrante: El cine queer de Alexis Langlois | MUBI | ★★★★☆ |
Su siguiente cortometraje, Les démons de Dorothy (2021) se presentó en la pasada edición del MyFrench Film Festival, después de obtener el premio internacional en la sección Leopards of Tomorrow del Festival de Locarno 2021. La historia surge como una respuesta a las reacciones que tuvo la anterior, que por supuesto también estuvieron en algunos casos cargadas de odio y transfobia. Así que Alexis Langlois crea una especie de avatar de sí mismo en la figura de Dorothy, una joven directora de cine cuyo nombre coincide con el de la protagonista de El mago de Oz (Victor Fleming, 1939) no por casualidad, cuyo guión es rechazado: "Una comedia grotesca, con lesbianas terroristas y revolucionarias que despedazan a hombres heterosexuales no es aceptable. Los espectadores no se sienten identificados", le dice su productora. Dentro de la habitual extravagancia, se trata de un cortometraje más reflexivo, que habla de las dificultades de hacer un cine diferente, siempre juzgado por ciertos convencionalismos más o menos impuestos. Mientras la estrella de la película está envuelta en una representación de la superficialidad con grandes tetas artificiales, la productora se presenta como un personaje escondido bajo una máscara ("creo que soy alérgica al látex").
Con referencias a Buffy, cazavampiros (Disney+, 1997-2003), la historia extrae esos demonios interiores de la protagonista en un viaje que es físico y psicológico, que la atrae hacia un mundo convencional en el que también hay algún dardo hacia la falta de valentía de algunos festivales de cine de máxima categoría, como el Festival de Cannes. Dorothy (Justine Langlois, la hermana del director) lucha contra la imposición creativa, incluso contra los propios personajes creados por ella misma, como la gran estrella Xena Lodan (Dustin Muchuvitz). Alexis Langlois mira hacia su entorno, a la industria del cine que es un reflejo de una sociedad que no quiere ser alterada por representaciones de queer horror movies. Pero curiosamente consigue crear su película más compleja, en la que la reivindicación no necesita gritarse sino solo murmurarse.
Cantando en las azoteas se estrena en cines el 1 de julio.
Nos corps sont vos champs de bataille, De la terreur, mes sœurs! y Les démons de Dorothy se pueden ver en MUBI.
El chico se puede ver en Filmin.
El mago de Oz se puede ver en HBO Max.
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