Seguimos repasando la programación del Festival de Venecia destacando películas de sus secciones paralelas. Si en nuestro primer reportaje mencionamos la tibieza con la que la organización de este festival había abordado la limpieza étnica de Israel en Gaza, las últimas jornadas han supuesto un despertar de las conciencias, aunque tenga que ser a través de las historias que se cuentan en la pantalla, en vez de la implicación real de los responsables del festival en la denuncia contra el genocidio. Precisamente la selección de películas que comentamos en esta crónica tienen relación con los conflictos y las problemáticas de Oriente Medio, pero siempre tratadas desde el punto de vista humano, más que político o social. Gaza, Líbano, Irán y Afganistán se reflejan como territorios de complejidad emocional a través de la memoria, de la melancolía y de la permanencia del trauma.
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Qui vit encore (Who is still alive)Nicolas WadimoffSuiza 2025 | Giornate degli Autori - Evento Especial | ★★★★☆Venecia '25: Premio Cinema & Arts (ex-aequo)
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Los posicionamientos de los países internacionales respecto al genocidio en Gaza se han ido alineando con las acciones efectuadas por la sociedad civil, mucho más despierta y clara respecto a la limpieza étnica que ha planeado Israel a partir de los actos terroristas del 7 de octubre de 2023 perpetrados por Hamas. Era la excusa que necesitaba el gobierno israelí para desenmascarar sin matices su intención respecto a la ocupación ilegal de los territorios palestinos, que sin embargo se ha ido construyendo a lo largo de décadas ante la mirada cómplice de la comunidad internacional. El director Nicolas Wadimoff (1964, Suiza) ha contado algunas de las historias surgidas de Palestina en documentales como Les Gants d'Or d'Akka (1992), sobre un boxeador con aspiraciones olímpicas, Aisheen (Still alive in Gaza) (2010), sobre las secuelas de los ataques aéreos israelíes en la Franja de Gaza en 2008 o El Apolo de Gaza (2018), una metáfora sobre una estatua antigua desaparecida que refleja lo que la región ha sido durante mucho tiempo para el resto del mundo. Por tanto, el acercamiento del director suizo a la actual crisis parece lógica, pero también refleja desde el principio la hipocresía de la mirada internacional hacia el territorio. La película estaba previsto que se rodara en unos estudios cinematográficos de Suiza, pero el gobierno rechazó los visados de los protagonistas palestinos, por lo que finalmente tuvo que trasladarse su rodaje a Sudáfrica. El ministro de exteriores suizo expresó hace unas semanas su consternación por los planes de Israel de avanzar militarmente hacia Cisjordania, pero Suiza se está quedando aislada como uno de los cada vez menos países que no reconocen a Palestina como un Estado. El título Who is still alive (Nicolas Wadimoff, 2025) ya es un reconocimiento de la complicada situación que desde 2023 ha estado viviendo la Franja de Gaza. A través de un grupo de nueve supervivientes que consiguieron huir hacia Egipto y Omán, la mayor parte de ellos, la película propone un reencuentro con los recuerdos de las experiencias personales vividas por estos refugiados que en algunos casos han perdido buena parte de sus familias durante los ataques israelíes. El planteamiento recuerda al documental Reconstruyendo Utøya (Carl Jáver, 2018), en el que algunos jóvenes supervivientes del ataque terrorista de 2011 en una isla del fiordo de Oslo, incapaces de regresar al lugar donde ocurrieron los hechos, recreaban su experiencia en un espacio vacío en el que dibujaban sobre un suelo negro los lugares de la isla en los que se habían escondido. De la misma forma, los protagonistas de Who is still alive dibujan un mapa de Gaza en un plató de cine vacío, donde recrean los barrios en los que vivían o trabajaban.
Seguramente de forma intencionada, los nueve supervivientes pertenecen a una determinada clase media, desde hombres de negocios hasta artistas y periodistas, lo que en cierto modo ayuda al espectador occidental a identificarse con sus esperanzas perdidas y sus sueños destrozados. Eman Shannan (52 años) es una mujer que sobrevivió a un cáncer y ha dedicado parte de su vida a dirigir una ONG que proporcionaba ayuda a mujeres que estaban sufriendo esa enfermedad; Mahmoud Joda (37 años) es un escritor y poeta que actualmente vive en Omán; Haneen Harara (30 años) es periodista y estuvo informando de los ataques israelíes hasta que se vio obligada a exiliarse; Jawdat Khoudary (62 años) es un empresario aficionado a la arqueología que poseía una gran colección de objetos antiguos, y de hecho fue uno de los participantes en el documental El Apolo de Gaza. Casi todos ellos consiguieron salir de la franja en 2024, por lo que no experimentaron la etapa más cruel de la hambruna y el aislamiento, pero vivieron durante un año bajo los bombardeos constantes de Israel cuando la comunidad internacional todavía se negaba a utilizar el término genocidio. Who is still alive plantea la necesidad de escuchar las experiencias personales de los supervivientes, frente a las habituales representaciones genéricas que hacen los medios de comunicación o las redes sociales, a través de frías estadísticas de víctimas o fotografías impactantes, pero sin contexto. Y ciertamente las vivencias que se cuentan en la película son duras y sobrecogedoras, como la de Adel Al Taweel (31 años), que perdió a toda su familia excepto a su hermano en un bombardeo que les sepultó bajo los escombros de su casa, de donde él mismo fue rescatado. Incapaz siquiera de hablar de su experiencia en la ronda de presentaciones, está profundamente marcado por el trauma, pero desarrolla su talento como artista después de haber sido admitido en la Escuela de Bellas Artes de París en 2024. Who is still alive sin embargo transmite una mayor resonancia emocional con los silencios, las pausas y los gestos, que con las descripciones en palabras. Hace tiempo que Gaza ha dejado de ser una cuestión solamente política para convertirse en un problema de derechos humanos flagrantemente transgredidos. Y precisamente frente a la deshumanización de las bombas y los ataques dirigidos a la población civil, el testimonio personal mantiene la memoria colectiva de un pueblo aniquilado. Feras Elsharafi (20 años) es un joven músico especializado en tocar el Qanun, un instrumento de cuerda de Oriente Medio; Hana Al Aiwa (35 años) era directora de una agencia de comunicación; Mala Khadra (21 años) es una influencer que ha utilizado sus miles de seguidores en las redes sociales para exponer la realidad de Gaza; Ghada Al Masi (14 años) es una joven estudiante cuyo padre trabajaba en Israel, donde todavía permanece escondido tratando de evitar la detención como muchos otros palestinos. A pesar de todo, la película propone algo de esperanza al final, el deseo de regresar y reconstruir porque, como afirman, "el hogar es el miembro más importante de la familia". También la necesidad de seguir manteniendo los sueños de futuro aunque el pasado les haya arrebatado a parte de sus familiares.
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Do you love meLana DaherFrancia, Líbano, Alemania, Qatar 2025 | Giornate degli Autori | ★★★★☆ |
La memoria colectiva de un país se representa en buena medida a través de su legado cinematográfico, pero en algunos como Líbano, donde no existe un Archivo Nacional, acaba dispersada y en muchas ocasiones perdida entre los escombros de los conflictos. La cineasta Lana Daher (1983, Líbano) ha querido rescatar esta memoria a través de la recopilación de películas, fotografías y música de los últimos setenta años de la historia de su país. La cineasta, que nació en medio de una de las tantas guerras que se han producido en Líbano, rescata de esta manera un pasado que el propio país niega debido a la fragmentación interna que ha experimentado desde hace años. Las escuelas no disponen de libros de Historia actualizados porque no hay un consenso sobre la narrativa de esta historia desde que se produjo la guerra árabe-israelí de 1948. Líbano es un país acostumbrado a ciclos de conflicto: desde los 15 años de guerra civil que terminó en 1990, a los enfrentamientos entre Israel y el grupo chiita libanés Hezbolá que continúan en la actualidad, con recientes bombardeos israelíes hace tan solo unos días. Las secuelas psicológicas se heredan de generación en generación, formando parte de una memoria colectiva acostumbrada a lidiar con los efectos del estrés postraumático, la depresión o la ansiedad. Pero Do you love me (Lana Daher, 2025) es un recorrido, no solo por estos traumas, que están presentes también, sino por la intensa ebullición cultural que ha experimentado Líbano a pesar de todo. Recopilando material de archivo desde la década de 1970, tanto fotografías como películas de ficción y documentales, que provienen en muchos casos de colecciones privadas, este entretenido y preciso homenaje al país, pero sobre todo a Beirut, reconstruye la memoria de Líbano reinterpretando fragmentos de imágenes que reflejan su realidad histórica. Es un trabajo minucioso que reivindica la necesidad de mantener la memoria, pero al mismo tiempo una mirada lúdica que juega con las imágenes para darles un nuevo significado, una reconstrucción que no solo es histórica sino sobre todo emocional. La propia directora define su relación con Líbano con la ambivalencia del amor hacia su país, pero también las constantes decepciones que han provocado las promesas incumplidas. Pero Do you love me, que parece una pregunta lanzada al aire sin esperar respuesta, no presenta las habituales imágenes de políticos o de soldados, sino que ofrece la mirada de ciudadanos y artistas, celebrando la expresión creativa como una forma de resistencia y un medio para preservar la memoria.
El proyecto ha tardado en completarse siete años, desde que Lana Daher comenzara a rescatar estos archivos en 2018. A través de la película, el espectador sigue a personajes ficticios y reales que han sido protagonistas de ficciones y documentales: Catherine Deneuve en Quiero ver (Joana Hadjithomas, Khalil Joreige, 2008) recorriendo las zonas devastadas por la guerra con Israel de 2006, Nadine Labaki en el salón de belleza de Caramel (Nadine Labaki, 2007), una película que evitaba los conflictos políticos para retratar Beirut desde una perspectiva humana, los jóvenes protagonistas de Death of a virgin, and the sin of not living (George Peter Barbari, 2021) en su viaje de autodescubrimiento a través del Líbano rural, se extraen de sus contextos para formar parte de una narrativa propia que elabora una mirada hacia las representaciones del país en el cine. También están presentes documentales imprescindibles para entender la psicología de la ciudad de Beirut, como Kash kash (Lea Najjar, 2022), a través de esa escena tan significativa del pescador tratando de describir una ciudad en convivencia, para darse cuenta que ni siquiera él mismo se cree sus propias palabras. O War on war (Maroun Bagdadi, 1983) un mediometraje documental que ofrece una mirada crítica y poética hacia los conflictos libaneses, realizado el mismo año que nació la directora Lana Daher. Estos fragmentos cinematográficos dialogan con las fotografías de autores como Fouad Elkoury (1952, Francia), que retrató la invasión de Israel en el Líbano en 1982, y capturó imágenes de contraste como ese joven en medio de las ruinas en The Boombox (1995), que encabeza esta reseña. Muchos de estos fragmentos de ficción y documental forman un discurso narrativo propio, unidos en una estructura que no pretende ser cronológica ni centrarse en acontecimientos políticos o históricos concretos, sino en los efectos psicológicos y sociales que han provocado, de manera que Do you love me adquiere un ritmo que refleja las propias fluctuaciones que ha experimentado la sociedad libanesa. La directora ha contado con el trabajo del editor Qutaiba Barhamji (1982, Siria), también montador de la película que ha impactado este año en la Sección Oficial, La voz de Hind (Kaouther Ben Hania, 2025). La notable edición no pretende construir un relato tradicional, sino un mapa emocional del pueblo libanés, que también se apoya en la música, a través de canciones que forman parte de la memoria libanesa, como el clásico "Abu Ali" (1979), un acercamiento experimental a la música árabe con influencias del jazz-funk, compuesto por el pianista Ziad Rahbani (1956-2025, Líbano), fallecido el pasado mes de julio. Como si quisiera tener una permanencia más allá de la propia película, el proyecto también incluye dos interesantes complementos: una página web en la que se recopilan muchas de las imágenes utilizadas, explicando su origen y contexto, y una playlist de Spotify que recoge la selección de canciones utilizadas en la película. Do you love me es un apasionante ensayo cinematográfico personal que captura con una mirada sutil los recuerdos emocionales de un país, pero también es un entretenido viaje lúdico que reflexiona sobre los resortes de la memoria colectiva.
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Inside AmirAmir AziziIrán 2025 | Giornate degli Autori | ★★★★☆Venecia '25: Mejor Director (Giornate degli Autori)
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El vértigo que provoca la decisión de emigrar a otro país está reflejado en la tercera película de ficción de Amir Azizi (1983, Irán) con una mirada sosegada que captura la ciudad de Teherán como una dedicatoria poética. El protagonista Amir (Amirhossein Hosseini) se desplaza en bicicleta por las calles de la capital iraní entregando cartas y paquetes en las mismas direcciones, mientras le repite por teléfono a su novia Tara (Hadis Nazari), que desde hace unos meses vive en Italia, que la expresión aparentemente preocupada de su rostro no refleja la tranquilidad interior que tiene. Mientras espera la aprobación del visado para viajar, continúa trabajando y visita a algunos amigos como Nader (Nader Pourmahin) y su pareja sordomudo Nariman (Nariman Farrokhi), una inusual representación de una relación homosexual. Nader ya ha tenido experiencia viviendo en Brasil durante cuatro años, pero asegura que finalmente volvió porque "me sentía asfixiado. Estaba allí, pero mi pensamiento se encontraba en Teherán; tenía que regresar". Amir también tiene dudas sobre dejar atrás una vida tranquila alternando trabajos temporales con los encuentros con sus amigos para cocinar o pasear en bicicleta. La comida se establece en la película como ese vínculo esencial que une a familia y a amistades, y está presente en muchos de los encuentros que tiene Amir. Como una representación metafórica del propio protagonista, su amigo Pirouz (Pirouz Nemati) lleva una tobillera electrónica por un delito cometido que no se especifica, lo que restringe sus movimientos a una zona determinada de la ciudad. La película mezcla el presente con algunos flashbacks del pasado que muestran cómo conoció a Tara en un supermercado (ella se había fijado en él hace tiempo), y también las consecuencias de un accidente trágico que se convirtió en su propia atadura permanente con su novia. Una noche que decidió quedarse con ella en vez de marcharse con sus padres, estos sufrieron un accidente en el que murió el padre de Amir y su madre (Elham Azizi) quedó en coma. Esta casualidad ha acabado convirtiendo su propia supervivencia en una conexión demasiado poderosa con Tara, aunque eso suponga sentirse obligado a estar con ella en el extranjero. Su tío (Sohrab Mahdavi) también le habla de una experiencia de la que está profundamente arrepentido cuando se dejó seducir por Nueva York, donde viajó con su esposa Mojdeh embarazada, y acabó envuelto en salidas nocturnas que le separaron de ella: "Me dejé llevar por mis propios placeres", concluye. Así que los referentes que encuentra Amir Hossein sobre emigrantes cercanos no son precisamente alentadores.
Durante los trayectos en bicicleta que se muestran a lo largo de Inside Amir (Amir Azizi, 2025), suenan composiciones originales de Delaram Kalareh, artista iraní-norteamericana que emigró a Estados Unidos cuando tenía dieciocho años. La soprano también interpreta a una joven compositora que recibe habitualmente cartas entregadas por Amir en las que tiene contestaciones negativas de productores musicales. En Irán, la voz solista de una cantante femenina no puede escucharse sin el acompañamiento de una voz masculina. Por eso resulta significativo que ella interprete para Amir una composición propia titulada "Amore", solo acompañada por el piano, que conecta directamente con Tara, porque el director ha introducido previamente un fragmento de esta misma composición en uno de los primeros paseos en bicicleta de Tara y Amir. La escena de la canción es una hermosa secuencia sin cortes en la que Delaram Kalareh interpreta este lamento romántico de un hada que está enamorada de un joven, "pero, por supuesto, él está enamorado de otra persona", dice la cantante. A lo largo de esta descripción de un joven que afronta una decisión difícil, Amir Azizi captura el ritmo de la ciudad, la suavidad de los trayectos en bicicleta que tienen una cadencia tranquilizadora. Inside Amir no pretende plantear reflexiones sobre la emigración o proponer posicionamientos políticos en un país como Irán donde resulta tan fácil hacerlo. Pero ciertamente dibuja un entorno alrededor de Amir a través de ese grupo de amigos con los que se reúne, que es poco habitual ver en las historias iraníes. Se trata de una película que quiere mirar más hacia la humanidad de los personajes, describiendo la incertidumbre de un joven que siente la melancolía de su ciudad incluso antes de haberse marchado.
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© 2025 Ali Agha Oktay Khan / Silk Road Film SalonKabul, between prayersAboozar AminiPaíses Bajos, Bélgica 2025 | Fuera de competición | ★★★★☆ |
El acceso que ha tenido el director Aboozar Amini (1985, Afganistán) a la vida cotidiana de un joven soldado talibán en una ciudad que permanece en constante estado de alerta es sorprendente. La segunda parte de una trilogía que pretende reflejar diferentes puntos de vista dentro de una guerra permanente, que comenzó con Kabul, city in the wind (2018), ganadora del premio especial del jurado en el festival IDFA de Amsterdam, se enfoca en Samim, de 23 años, un soldado al que vemos al comienzo (y habitualmente) rezando y entregándose a la posibilidad del martirio como un suicida que alcance la iluminación a través del sacrificio. Pero no hay ningún análisis político en este documental, sino una aproximación desde el punto de vista humano a la vida de un joven que está completamente formado desde la perspectiva del adoctrinamiento, sintiendo la muerte como un acercamiento necesario a la gloria suprema. Es difícil entender al protagonista de Kabul, between prayers (Aboozar Amini, 2025), y el director adopta en todo momento una mirada observadora que no subraya o matiza las palabras o las actitudes de Samim. De hecho, en cierta manera ha escogido a un joven relativamente amable, que no parece abusar de su posición como soldado cuando aborda a los conductores de los coches en los checkpoints o cuando habla con otros compañeros. Cuenta Aboozar Amini que cuando descubrió un poema escrito por un soldado talibán, pensó en lo contradictorio que resultaba que hubiera poetas en medio de una ideología de destrucción y violencia. Y aunque no llegó a encontrar a quien escribió ese poema, la actitud positiva de Samim también rompía con esa imagen de abuso y violencia que se suele tener de los talibanes. Es sobre todo su relación con su hermano menor Rafi, de 14 años, la que establece las contradicciones entre su cercanía y su apoyo, al mismo tiempo impregnada por un profundo adoctrinamiento. El adolescente, que toma un mayor protagonismo en la segunda parte de la película, se muestra como un reflejo perverso del lavado de cerebro de la infancia, que provoca que su inocencia natural sea progresivamente sustituida por el inevitable camino ya establecido para él: convertirse en un soldado devoto y un sirviente religioso del sistema. A pesar de esto, la película tiene la capacidad para observar y reflejar momentos de cercanía y de hermandad entre Samim y Rafi, aunque éstos se desarrollen en un entorno de entrenamiento en el manejo de un arma automática.
Sin embargo, hay una diferencia en el tratamiento visual de los dos hermanos: el de Samim es más observador y distanciado, mientras que en el caso de Rafi se introducen algunos ángulos de cámara y acercamientos que provocan una mayor identificación. De alguna forma, la mirada hacia el entorno juvenil de juegos y encuentros con amigos de Rafi funciona como un elemento simbólico sobre el proceso de aleccionamiento al que se somete a los jóvenes desde muy pequeños para llegar a ser buenos talibanes. Podemos entender la radicalización de Samim a través de la descripción de la vida cotidiana de Rafi, constantemente sometido a narrativas de violencia y de una doctrina religiosa que se basa en la destrucción, siempre con el mundo occidental como representación de los infieles que deben ser erradicados. Resulta arriesgado presentar un documental que se sitúa cerca de los que habitualmente son considerados como los antagonistas de una sociedad pacífica, pero Kabul, between prayers consigue precisamente retratar el entorno en el que crece el odio desde la infancia. A Samim le encontramos hablando de amistad y de compañerismo con uno de sus superiores, al que conoce desde hace años, patrullando las calles oscuras de algunos barrios especialmente peligrosos de Kabul o en los checkpoints que le obligan a cubrir largas jornadas nocturnas. También le escuchamos hablando de su mala relación con su esposa, con la que discute constantemente, pero que es tan invisible en la película como lo son las mujeres dentro de la sociedad afgana controlada por los talibanes. A través de esta mirada personal, Kabul, between prayers explora la esencia del fanatismo que se refleja a través de algunas escenas significativas, como cuando Samim y su hermano Rafi contemplan con admiración en el móvil el video de un suicida talibán justo antes de cometer un atentado.
La voz de Hind se estrena en salas de cine el 6 de febrero de 2026.
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Películas mencionadas (disponibles en la fecha de publicación):
Aisheen (Still alive in Gaza) se puede ver en dafims.com.
Caramel se puede ver en Acontra+, Filmin y Tivify.
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