Llegamos a la última semana de Fantasia Festival, un encuentro cinematográfico de larga duración que se celebra en Montreal y estamos cubriendo durante la segunda quincena del mes de julio, a través de algunos de los títulos destacados de su programación. Pero aunque todavía faltan estrenos importantes que iremos comentando a lo largo de los próximos días, ya se han dado a conocer los premios de esta 29 edición del festival, una larga lista de galardones en tres secciones entre la que destaca la producción norteamericana Mother of flies (John Adams, Zelda Adams, Toby Poser, 2025) como la gran vencedora de la sección Cheval Noir, consiguiendo dos premios como Mejor Película y Mejor Banda Sonora. Por su parte, en la competición New Flesh la vencedora ha sido la también norteamericana It ends (Alex Ullom, 2025) como Mejor Primera Película, con el premio AQCC a la coproducción hispano-argentino-mexicana La virgen de la Tosquera (Laura Casabe, 2025). Y en la sección de Animación, el premio a la Mejor Película ha sido para el largometraje chino The girl who stole time (Ao Yu, Tienan Zhou, Kuo Liu, 2025), al que se añade una Mención Especial del Jurado para la película Soy Frankelda (Arturo Ambriz, Roy Ambriz, 2025), lo que supone un respaldo importante a la industria de animación mexicana. Pero aunque los premios ya se han repartido, Fantasia Festival continúa con más proyecciones que seguiremos reseñando, como en esta crónica en la que hablamos de películas que construyen conexiones entre sus personajes para conformar realidades sociales complejas, lo que nos lleva a referencias al cine pornográfico de los setenta y la recuperación de una particular revisión de la sociedad queer japonesa a finales de los años noventa.
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The womanHwang WookCorea del Sur 2025 | Cheval Noir | ★★★★☆ |
Tras ganar el premio a la Mejor Dirección en la edición del festival del año pasado con la irregular Mash Ville (2024), una especie de western de humor absurdo demasiado cargado de personajes caricaturescos, el director Hwang Wook (1986, Corea del Sur) regresa a Fantasia con su nueva película que, como suele ser habitual en su filmografía, cambia completamente de género y también de estilo. En este caso se trata de una propuesta más críptica que se adentra en el suspense para reflexionar sobre las teorías de la conspiración y el contagio de las fake news a través de la historia de Sun-kyung (Han Hye-ji), una mujer que acaba de mudarse a un nuevo barrio. En una entrevista de trabajo le hacen notar que ha cambiado habitualmente de empleo, lo que ella justifica afirmando que suele mudarse mucho. Buscando en una aplicación de intercambio de objetos de segunda mano, contacta con Young-hwan (Kim See hang), quien tiene disponible una aspiradora que utilizaba su madre, pero el encuentro entre ambos resulta extrañamente inquietante. Él afirma que su madre murió envenenada con un refresco que contenía cianuro y no acepta la caja de fresas que le ofrece como agradecimiento Sun-kyung. Pero la situación se vuelve más tensa hasta que interviene Ui-jin (Nam Yeon-woo), un vecino del barrio y casualmente antiguo compañero de clase de Sun-kyung, quien ahuyenta a Young-hwan. La historia se vuelve más perturbadora cuando Ui-jin aparece al día siguiente muerto, en lo que la policía concluye que ha sido un típico caso de suicidio por razones económicas. Pero la protagonista piensa que es demasiada casualidad que en el apartamento de su antiguo compañero se encontraran refrescos con cianuro, y sospecha inmediatamente de Young-hwan, el tipo nervioso cuya madre también ha muerto en circunstancias extrañas. Ella transmite estas sospechas al detective Won Jae Cha (Byun Jin-su), que está investigando la muerte de Ui-jin, cuya autopsia no ha revelado ningún indicio de una intervención externa. Aparentemente, The woman (Hwang Wook, 2025) es un thriller psicológico sobre una mujer que trata de averiguar la verdad sobre un posible asesinato, y en algunas escenas como cuando Young-hwan acude a casa de Sun-kyung con el pretexto de haberse equivocado de cargador, se construyen momentos de tensión bien logrados con una planificación hábil. Pero poco a poco la película se revela como algo más profundo, una indagación en las grietas de una sociedad que se ha entregado a la desinformación y las burbujas de internet que no permiten contrastar las noticias más allá de sus propias teorías.
Cuando el detective califica a Sun-kyung como "la psicópata más conocida de este área" antes de los créditos iniciales, la perspectiva del espectador sobre la protagonista se perturba. Ella acude a la misa de difuntos por Ui-jin a la que van otros compañeros de la universidad, pero algunos se muestran incómodos con su presencia, especialmente Mi Jin (Yoo Chae-on), quien parece que sufrió las consecuencias de un rumor que se extendió sobre ella: "Siempre hay algo de verdad", le dice Sun-kyung cuando es acusada de haber sido la responsable de difundir una información falsa que obligó a Mi Jin a limpiar su nombre, pero acabó quedando como una mancha. El director abunda en las consecuencias de este tipo de informaciones no contrastadas a través de Sung-gu (Nam Jin-bok), un compañero de trabajo de Young-hwan que es aficionado a participar en foros de "justicia digital" que promueven teorías de la conspiración en torno a investigaciones policiales. De hecho, tiene como fondo de pantalla en su ordenador el cartel de la película Conspiración (Richard Donner, 1997), que ya a finales de los noventa alertaba sobre la proliferación de este tipo de teorías. Hay una particular conexión entre Sun-kyung y Sung-gu respecto al aparente suicidio que ellos consideran un posible asesinato, y no está claro quién ha introducido una imagen de Young-hwan en una aplicación llamada Prisión Digital, que pretende "revelar información sobre criminales frente a una justicia penal injusta", lo que provoca que éste comience a sufrir acoso. The woman no pretende dar respuestas desde el punto de vista de un thriller, que siempre se sitúa en un término ambiguo, sino subrayar las consecuencias de la difusión de teorías que no responden a hechos probados. El director adopta una mirada inquietante que utiliza un ritmo lento y planos que se sitúan a mitad de camino entre la alucinación y la realidad para transmitir una sensación de suspense alrededor de la protagonista, situándose siempre en una perspectiva confusa. No hay tramas cerradas ni certezas totales en esta interesante propuesta, pero eso es lo más atractivo de una historia que habla precisamente sobre suposiciones y conjeturas. Sin retratar a los que difunden estas teorías de la conspiración como personajes antagónicos, destaca las consecuencias en las vidas de las víctimas colaterales, y refleja cómo los rumores acaban dejando una huella psicológica permanente, más allá de la certeza o falsedad de su contenido.
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ChaOYasuhiro AokiJapón 2025 | Animation Plus | ★★★★☆Annecy '25: Premio del JuradoSitges '25: Selección Oficial |
Una de las películas más esperadas del pasado Festival de Annecy fue esta producción japonesa, finalmente ganadora del Premio del Jurado, porque venía de un estudio de animación como Studio 4º C que ha sido responsable de títulos de éxito como Mutafukaz (Shôjirô Nishimi, Guillaume Renard, 2017) y La fortuna sonríe a Lady Nikuko (Ayumu Watanabe, 2021). El director Yasuhiro Aoki (1968, Japón) es un veterano animador que ha dirigido series de televisión pero debuta en un largometraje que ha tardado en realizar siete años con más de 100.000 dibujos. Trasladando en cierto modo el cuento de Hans Christian Andersen La sirenita (1837, Ed. Edelvives) a un Shanghai futurista de año impreciso (literalmente 20XX), la historia se cuenta en flashback para explicar cómo se ha llegado a crear un equilibrio entre los seres humanos y los seres anfibios que permite que la ciudad esté cruzada por túneles de agua que se han convertido en autopistas que proporcionan desplazamientos más rápidos. El periodista Juno (Ota Shunsei) trata de averiguar la verdad de la historia que había escuchado desde niño sobre la relación entre un humano y una sirena, cuando encuentra a su protagonista Stephan (Oji Suzuka) trabajando en un barco pesquero. Él había sido ingeniero de una empresa naviera para la que diseñó un modelo llamado AirJet que permitía prescindir de las peligrosas hélices que provocaban accidentes y mataban a los grandes anfibios, pero este modelo no resulta demasiado rentable para el magnate Sea (Ryota Yamasato), quien incluso acaba relegándole a la limpieza de su barco privado. Cuando el Rey Neptuno (Miyake Kenta) provoca un gran oleaje que atrapa a Stephan, éste pierde la conciencia y despierta en una cama de hospital solo para averiguar que ha sido rescatado por ChaO (Yamada Anna), la princesa de las sirenas que se ha enamorado de él y quiere ser su prometida. Pero ella no tiene el aspecto tradicional de una sirena, sino que es una especie de pez gigante, aunque cuando se encuentra bajo el agua o en una situación tranquila toma la forma de una joven delgada que encaja con ciertos estereotipos de belleza. Lo que puede ser uno de los aspectos más discutibles de una película que utiliza los estándares físicos tradicionales para reforzar la atracción de Stephan por ChaO, y conforme avanza la película, predomina la representación de una joven hermosa y delgada frente a la de un pez voluminoso. A pesar de esto, ChaO (Yasuhiro Aoki, 2025) resulta especialmente divertida cuando la sirena y el joven humano se acaban de conocer, él no está muy convencido de que realmente le haya prometido amor eterno como afirma ella, y se ve envuelto en una persecución de paparazzis mientras acude a un parque de atracciones.
La película destaca especialmente por un ritmo frenético y un diseño artístico de Hiroshi Takiguchi, que ha trabajado en películas como Your name. (Makoto Shinkai, 2016) y fue responsable también de la dirección artística en El tiempo contigo (Makoto Shinkai, 2019). Aunque no se profundiza demasiado en el entorno que rodea a los protagonistas, centrándose sobre todo en su historia, los fondos y la creación de la ciudad de Shanghai resultan tan espectaculares que ofrecen una ambientación rica y deslumbrante. Los diseños de personajes a cargo de Hirokazu Kojiima, que ha trabajado recientemente en la serie de Adult Swim Lazarus (HBO Max, 2025), contribuyen también a crear una atmósfera peculiar. Algunos de los personajes como Sea y las tías de Stephan están marcados por grandes cabezas que parecen desentonar con sus cuerpos, mientras los protagonistas masculinos, como el periodista Juno, están subrayados por figuras delgadas que transmiten vulnerabilidad. Uno de los aspectos más interesantes en la relación entre Stephan y ChaO es que ella representa una vitalidad exuberante y caótica, mientras él refleja cierta timidez y se siente abrumado, lo que acabará provocando también el punto de inflexión de la historia. De alguna forma, el entorno visual de la ciudad está diseñado como una especie de arrecife de coral, lleno de colores brillantes y de una concentración de edificios y construcciones que resulta espectacular. ChaO tiene especial éxito en el aspecto visual pero también está dotada de un sentido del humor amable a través del comportamiento de sus personajes, aunque en algún momento se vuelve más seria cuando se concentra en el trasfondo vital del joven Stephan. La historia contiene un mensaje ecológico que pretende reflejar la necesaria convivencia entre el hombre y la naturaleza. El protagonista descubre que tiene una conexión con ChaO mucho más profunda de lo que creía, y recuerda que cuando era niño le preguntó a su padre por qué arrojaba de nuevo algunos peces al mar, a lo que éste le contesta: "No todo es nuestro. Las bendiciones del mar nos mantienen vivos. Así que solo necesitamos lo indispensable". A través de un ritmo consistente, de un diseño extravagante en el que se ocultan formas anfibias en personajes y en objetos, y de una historia sencilla pero efectiva, ChaO consigue ser una película de animación optimista y visualmente abrumadora que nunca pierde el tiempo y mantiene un equilibrio significativo entre el humor y la conciencia ecológica.
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HellcatBrock BodellEstados Unidos 2025 | Sección Oficial | ★★★☆☆FrightFest London '25: Sección DiscoveryFantasia '25: Mención Especial del Jurado |
Siguiendo el estilo de las películas que transcurren en un solo escenario, aunque en este caso se abre un poco más a lo largo de su desarrollo, el debut en el largometraje de Brock Bodell, que fue montador de la película Ultrasound (Rob Schroder, 2021), presentada en Fantasia Festival, ofrece una historia claustrofóbica que presenta a Lena (Daota Gorman) encerrada en un espacio que descubriremos que es el remolque de una furgoneta conducida por el desconocido Clive (Todd Terry), quien le explica que la lleva a un lugar al que necesita acudir, pero no le permite acceder a su móvil. Todo parece indicar que se trata de un secuestro, pero Clive, al que no vemos la cara hasta el segundo acto, se presenta como una persona normal: "Solo soy un padre de familia", le dice. Sin embargo, debe realizar un encargo que no solo le salvará a él, sino también a la propia Lena. El guión utiliza constantemente el recurso de la información incompleta para mantener el suspense, pero en ocasiones cuando los personajes no cuentan más detalles no parece una decisión tan lógica dentro de la narrativa como conveniente para que el espectador no descubra la historia hasta más adelante. El primer acto transcurre únicamente dentro del espacio cerrado en el que se encuentra Lena, y tiene una clara intención de reproducir la claustrofobia para conectar con la incertidumbre que rodea a la protagonista, pero es utilizado de manera inteligente por el director para recrear dentro de ese mismo espacio las escenas de flashback que revelan aspectos importantes de la vida de Lena. Y así se establece una conexión que podría ser importante entre ella y Clive: al igual que su madre ha fallecido, también la esposa del conductor misterioso, y ambos no solo han tenido que asumir la pérdida sino quedarse a cargo de familiares vulnerables. Cuenta el director que cuando escribió el guión acababa de ser padre y por tanto los temas relacionados con la familia forman parte esencial de una historia que no solo pretende ser oscura y de terror sino hablar sobre las relaciones familiares y la búsqueda de la identidad. Lena se encuentra en un proceso en el que de alguna forma tiene que asumir que su vida es totalmente diferente a la que era antes, y debe adaptarse a su nueva personalidad, lo que no solo es una interesante representación del duelo, sino una forma de asumir cómo las personas que nos rodean también pueden llegar a definirnos, como afirma Clive al hablar de su esposa Rebecca: "Ella me dio una identidad porque toda mi vida me he definido por lo que decían de mí. Sé que no está bien pero, en aquel momento, ella me dio un propósito real en la vida. Ahora ya no sé lo que es real".
Hellcat (Brock Bodell, 2025) se presenta como un viaje psicológico al mismo tiempo que una travesía por carreteras secundarias, y el golpe de efecto del cambio de perspectiva al salir del espacio cerrado en el que está Lena para mostrar la cabina en la que conduce Clive, permite que la película respire a partir del segundo acto, alejándose del subgénero de "survival horror" para ser mucho más compleja. La introducción de elementos externos como un programa nocturno de radio sobre fenómenos paranormales que presenta el locutor Jasper Deville (James Austin Johnson) contribuyen a rodear a los personajes de una atmósfera intrigante, pero no se trata en este caso de un recurso gratuito, sino que tiene sentido dentro de la narrativa. El misterio que se revela posteriormente en realidad no es lo verdaderamente importante de la película, y de hecho el director lo deja bastante claro desde el principio con un plano recurrente. De manera que no se trata tanto de sorprender al espectador, sino de construir una conexión psicológica entre los personajes que en cierta manera discurre por senderos paralelos de su psique, al igual que la furgoneta atraviesa carreteras secundarias para no ser descubierta. Es una historia que también habla de la transformación a partir de un hecho doloroso, y la aceptación de un nuevo destino aunque desemboque en lugares inesperados. Hay una cierta ambigüedad en el último tramo de la película y una resolución abierta, pero de alguna forma consigue definirla como una historia que plantea preguntas sin responderlas del todo, mientras el futuro de algunos personajes resulta igualmente incierto.
Otro regreso destacado en esta edición de Fantasia Festival es el del director Alex Phillips, que sorprendió hace dos años con su particular pesadilla bizarro-erótica All Jacked Up and Full of Worms (2022) y ahora se introduce directamente en una recreación paródica del cine pornográfico de los años setenta, a través de una nueva propuesta que tiene un planteamiento parecido al de Hot and saucy pizza girls (Bob Chinn, 1978), una comedia sobre una pizzería que decide ofrecer servicios sexuales extra de sus repartidoras ante el auge de la competencia, que estaba protagonizada por John C. Holmes. Aquella película que ha sido reivindicada con los años como una comedia camp que se alejaba de las habituales formas del género pornográfico de la época, fue reeditada en DVD por la compañía Vinegar Syndrome Pictures en 2014, y ésta es precisamente la productora de Anything that moves (Alex Phillips, 2025), aunque el director precisa que solo la vio después de haber escrito el guión, así que en principio no parece influenciado por ella. Pero el personaje que interpretaba la debutante Desireé Cousteau, que más tarde tendría un breve estrellato en el cine de adultos, tiene una actitud ingenua que se parece a la de Liam Woodlawn (Hal Baum), quien trabaja para una aplicación de comida rápida que ofrece servicios sexuales, con clientes tan sugerentes como las ex-actrices porno Ginger Lynn Allen y Nina Hartley. Ambos comparten esa inocencia que transmite el protagonista, un joven que no experimenta la sordidez del intercambio sexual con sus clientes hasta más adelante, con conversaciones casi románticas como la que mantiene con Rachel (Ginger Lynn Allen) después de practicar sexo. Anteriormente, el joven trabajador sexual ha despertado el placer en la joven Julia (Jade Perry), siendo el regalo por su 18 cumpleaños de su hermana Thea (Jiana Nicole), una especie de novia de Liam que también se dedica a la prostitución. Las voces susurrantes de un coro femenino que predominan en estas escenas en una banda sonora de Cue Shop que imita las sonoridades del cine erótico y una especie de iluminación brillante de los rostros al llegar al orgasmo, transmiten la sensación de una experiencia sexual casi mística. Esta representación de la sexualidad a través de una intimidad que establece conexiones emocionales es una forma de contrarrestar la ola de conservadurismo que arrasa Estados Unidos, pero que ya desde hace años está impregnando el cine mainstream, autocensurado en una negación constante de la sexualidad. El propio director afirma sobre su película que "esta idea de intimidad abierta también es política", pero al mismo tiempo establece una amenaza en forma de un asesino que comienza a matar a algunos de los clientes de Liam, abriendo un agujero en su cabeza e introduciendo un billete con el dibujo de un pene.
Para los investigadores Dodge (Jack Dunphy ) y Rick (Fran V. Ross), el principal sospechoso es Liam porque las víctimas han tenido recientemente relaciones sexuales con él, pero lo que hace el asesino es romper esa vida equilibrada del protagonista, quien a partir de ahora tendrá que enfrentarse al tipo de sociedad más tradicional y conservadora. Los personajes que representan la autoridad, como los dos policías que parodian el tipo de investigadores que aparecían en películas como Manos sucias en la ciudad (Peter Hyams, 1974), o el padre de Julia y Thea, que se siente escandalizado porque hayan recurrido a los servicios de un prostituto para perder la virginidad, están representados como elementos corrompidos. El padre (Paul Gordon) muestra su rechazo hacia la actitud de sus hijas, pero en secreto también pretende utilizar sus servicios: "¿Te follas a mis hijas y ni siquiera quieres darme un beso?", le dice a Liam cuando éste rechaza su proposición. De manera que esa sexualidad luminosa del principio se va tornando cada vez más tenue conforme se introducen personajes más sórdidos, como un funcionario del juzgado que pide una pizza en una zona de cruising en el bosque. Igual que la propia experiencia de Liam que abandona ese carácter sexual despreocupado, la película se hace cada vez más oscura, predominando las escenas nocturnas en el último acto. La cualidad granulada de la imagen Super 16 mm. a la que saca partido el director de fotografía Hunter Zimny, que la ha utilizado en trabajos anteriores como Let's get lost (San Stillman, 2020) o The Scary of Sixty-First (Dasha Nekrasova, 2021), por el que recibió un premio en Terror Molins, no solo la acerca al cine de los años setenta y ochenta, sino que elabora una atmósfera particular, con ideas creativas de iluminación en las escenas nocturnas en una playa. A lo que contribuye también ese entorno de casas unifamiliares que recorre el protagonista en bicicleta por la ciudad de Chicago. Hay escenas sexuales en la película que sin embargo son menos explícitas de lo que pueden parecer, sin que el personaje de Liam parezca interponer límites para estar con hombres o mujeres, o sentir placer con una lluvia dorada lanzada a través de una escalera de incendios. Y hay algunas escenas especialmente sangrientas que remiten a un pasado traumático que se reproduce en el presente como una cicatriz que no se puede borrar, aunque en el tramo final Anything that moves se desequilibra en una resolución algo cursi.
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Looking for an angelAkihiro SuzukiJapón 1999 | Fantasia Retro | ★★★★☆IFFR Rotterdam '2000: Sección Oficial |
Una de las recuperaciones que ofrece la sección Fantasia Retro es la proyección esta noche de una película que sorprendió en su estreno pero ha ido adoptando con los años un perfil de título de culto, como un reflejo de la cultura queer de Japón en los años noventa, especialmente de cara al comienzo de un nuevo milenio que despertó preguntas y reflexiones sobre la condición humana. Looking for an angel (Akihiro Suzuki, 1999) parece estar impregnada de cierto espíritu del antiguo pinku eiga (películas rosas) que se desarrolló en los años sesenta, que introducía escenas eróticas dentro de películas de bajo presupuesto para reflejar cierta liberación sexual, pero casi siempre desde una perspectiva masculina. En este caso, la mirada queer la libera de ser exactamente una película pinku, para conformarla como una descripción de una sexualidad fluida en la que los personajes no se definen generalmente, por lo que el director la describió diciendo: "No es heterosexual, gay, queer, bisexual, asexual ni porno. Es una película antiheterosexista", mientras parte de la crítica establecía un paralelismo entre el estilo y el fondo de esta historia sobre jóvenes de la periferia absorbidos por el carácter urbano de Tokio, con las primeras películas underground nacidas de la efervescencia cultural y la ambigüedad sexual en Nueva York. En este caso, Shinpei (Suehiro Akira) es un chico de una localidad rural que vive solo en la capital tratando de encontrar cierta identidad propia, mientras mantiene encuentros sexuales en servicios públicos y zonas de cruising. Cuando su amiga Reiko (Hotaru Hazuki) le llama después de mucho tiempo sin saber nada de ella, para invitarle a una fiesta a la que no quiere ir sola, se encuentra con que se trata de una especie de homenaje póstumo en el que se muestran videos de Takachi (Imaizumi Koichi), un chico gay que apareció en películas porno heterosexuales y que ha muerto recientemente. Durante esa noche, Reiko y Shinpei recuerdan la relación de amistad que tuvieron con Sorao (Akira Kuroiwa), un joven que se acabó instalando en casa de Reiko, y posteriormente con Takachi, un amigo de éste, estableciendo una estructura de flashbacks fragmentarios que recomponen la historia de este último. La textura azulada de las imágenes que reflejan las vidas nocturnas en Tokio desde el comienzo de la película le aporta una atmósfera especial, mientras retrata los encuentros sexuales sin ser demasiado explícita, pero subrayando el carácter de invasión del cuerpo cuando los jóvenes practican sexo con personas adultas. La cámara se sitúa muy cerca de los cuerpos o directamente adoptando un punto de vista en primera persona mientras unas manos acarician la piel, lo que contrasta con otros encuentros sexuales que son menos invasivos, pero en general permanece un cierto tono melancólico en el retrato de estos chicos que deambulan por las calles de Tokio.
El director adopta otra mirada diferente que contrasta con la de la gran ciudad cuando Reiko y Shinpei visitan a Takachi en su pueblo natal, Kochi, al que ha regresado para trabajar con su padre. Cuando ella le pregunta cómo es vivir allí, Takachi responde que "es maravilloso. Todos los chicos aquí parecen ángeles. Tienen una sonrisa luminosa". Pero por alguna razón, vuelve a Tokio poco tiempo después, deambulando de nuevo por unas calles vacías durante la noche, a veces sufriendo el acoso y las palizas de grupos de homófobos, y regresando también a los encuentros sexuales que cada vez resultan más tristes y desesperados, cuando la película adopta directamente el punto de vista del joven. A medida que reconstruye la historia de Takachi, Looking for an angel se envuelve en la vulnerabilidad de la supervivencia de estos jóvenes que parecen no encontrar su lugar en la gran ciudad, utilizando sus cuerpos para satisfacer los deseos de otros a través de la prostitución y de la pornografía, como un intercambio puramente comercial. Una de las actrices que trabajó con Takachi recuerda que percibió que él no sentía placer en las grabaciones. La película ha permanecido casi olvidada en los últimos años, pero mantiene su espíritu de rebeldía que evita ser clasificada a partir de una perspectiva heteronormativa. Ha sido recientemente restaurada por su director, Akihiro Suzuki, pero manteniendo esa imagen abrupta y granulada que él define como un intento de conseguir un rodaje en 35 mm. que tuviera la textura de una película de 8 mm. De alguna manera, el aspecto visual que combina diferentes tonos y formatos también captura la propia esencia de una historia que quiere reflejar la diversidad sexual de un grupo de jóvenes en el Tokio de finales de los noventa.
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Películas mencionadas (disponibles en la fecha de publicación):
Conspiración se puede ver en Tivify.
Mutafukaz y La fortuna sonríe a Lady Nikuko se pueden ver en Filmin y Prime Video.
Your name. se puede ver en Movistar Plus+.
El tiempo contigo se puede ver en Movistar Plus+ y Netflix.
Hot And Saucy Pizza Girls se puede ver en Cultpix.
Manos sucias en la ciudad se puede ver en Filmin.
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