28 febrero, 2024

Festival de Berlín 2024 - Parte 5: Nordic Film Music Days


Desde 2010, los compositores de música de cine de los países nórdicos han establecido un vínculo para destacar su trabajo en el panorama internacional, entregando el Harpa Nordic Film Music Award, para el que son nominados cinco creadores seleccionados de cada uno de los países, entre los que se elige al más destacado del año, resaltando la relevancia de la música nórdica. A partir de 2016, la ceremonia de entrega se trasladó al entorno del Nordische Botschaften de Berlín, un complejo de edificios en el que se encuentran ubicadas las Embajadas de los países nórdicos, celebrándose durante la semana del Festival de Berlín dentro de un conjunto de actividades que se engloban en los Nordic Film Music Days, en los que se establece un espacio para hablar sobre música de cine con diferentes paneles y conferencias, se proyectan las cinco películas cuyas bandas sonoras han sido seleccionadas y se realiza un encuentro con los compositores nominados. Este año, los Nordic Film Music Days se celebraron entre el 16 y el 18 de febrero, y por primera vez incluyeron una de sus actividades dentro de la programación oficial del Festival de Berlín, con un seminario protagonizado por los compositores finalistas dentro del European Film Market (EFM), cuyos trabajos musicales repasamos a continuación, comenzando por el ganador de la edición de 2024.

Islandia
Eđvarđ Egilsson
Sauna (Anna Hints, 2023)
Harpa Award 2024

Es la quinta vez que Islandia es reconocida con el Harpa Award frente a otros países con una mayor extensión y tradición cinematográfica, y el segundo año consecutivo que el compositor Eđvarđ Egilsson ha sido finalista, tras su nominación a los Harpa Awards 2023 por la banda sonora de la película Quake (Skjálfti) (Tinna Hrafnsdóttir, 2021), que compuso junto a Páll Ragnar Pálsson. Sauna (Anna Hints, 2023) es una coproducción entre Estonia, Francia e Islandia que tiene una larga trayectoria de premios desde que se estrenó en el Festival de Sundance, donde logró el de Mejor Documental en la sección World Cinema, fue la película inaugural del festival Docsbarcelona y consiguió el Premio del Cine Europeo el pasado mes de diciembre. A través de la tradición de las saunas de humo de Vana-Võromaa (una región del sur de Estonia), que reciben el nombre de "savvusanna kombõ" y que se han incorporado al Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO, la directora estonia ofrece una mirada íntima hacia el carácter femenino. Se trata de espacios seguros en los que un grupo de mujeres comparten secretos, experiencias y recuerdos para crear un entorno de sororidad en el que afloran los traumas, pero también el sentimiento de comunidad, un espacio que proporciona una sanación no solo física sino también psicológica. El compositor se incorporó al documental colaborando con el trío de folk electrónico Eeter, del que la directora Anna Hints es una de sus componentes. Y la aproximación a las sonoridades que acompañan a este grupo de mujeres se expresa sin utilizar instrumentos convencionales: "Usamos solamente una flauta como instrumento clásico", comenta Eđvarđ Egilsson. "El resto proviene de los cubos de metal, el agua o los azotes en la espalda de las mujeres. También grabamos gritos, llantos y susurros, y todos estos elementos proporcionan la textura sonora". De manera que la banda sonora ofrece lo que el jurado del Harpa Nordic Film Music Award ha descrito como "un proceso cooperativo entre el compositor y la directora, que fusiona voces humanas y sonidos rítmicos pero carnosos, proporcionando un humo terroso, serio y poético a la película". 

El ganador del premio de este año es originario de Reykjavik, Islandia, donde estudió piano y percusión, y residió durante varios años en Los Angeles, pero regresó a su país para graduarse en la Universidad de las Artes de Islandia. Miembro fundador del grupo de house electrónico Steed Lord en 2006, Eđvarđ Egilsson crea narrativas musicales que se apoyan en las sonoridades de los sintetizadores pero también en las influencias clásicas. Para la banda sonora de Quake, por la que fue nominado a los Premios Edda del cine islandés, tomó como referencia la música de Miklós Rózsa para Recuerda (Alfred Hitchcock, 1045) y la de David Raksin para Laura (Otto Preminger, Rouben Mamoulian, 1944) para crear una sonoridad más etérea, pero que funciona como motor emocional del personaje principal. Otro de sus trabajos recientes ha sido para el cortometraje Chef de partie (Ágúst Þór Hafsteinsson, 2022), aunque en la actualidad prepara su próximo álbum en solitario.

Sauna se estrena el 8 de marzo en Filmin. 

Dinamarca
Jonas Struck
Apolonia, Apolonia (Lea Glob, 2022)

En la pasada ceremonia de los premios de la Academia de Cine y Televisión Danesa, los Robert Prisen 2024, la película documental Apolonia, Apolonia (Lea Glob, 2023) sorprendió consiguiendo ganar en las cinco categorías en las que estaba nominada: Documental, Dirección, Montaje, Sonido y Banda Sonora. Un éxito que comenzó en 2022 cuando ganó el premio a la Mejor Película en el IDFA de Amsterdam, uno de los festivales más importantes de cine documental. La directora ha seguido durante trece años la trayectoria de la artista Apolonia Sokol (1988, Francia) en su intento de convertirse en "una buena pintora", mostrando los altibajos de una carrera que comienza en Francia, se traslada brevemente a Estados Unidos y regresa a Europa. En este viaje, la banda sonora es un elemento destacado porque se adhiere a la personalidad de la artista desde que inicia una carrera en el ambiente bohemio de París hasta que alcanza el reconocimiento. Jonas Struck (1972, Dinamarca) es uno de los compositores más reconocidos de su país, logrando siete nominaciones a los Robert Prisen, aunque este año por primera vez lo ganaba, siendo también nominado por la música de la película Synkefri (Christian Andersen, 2023), que compuso junto a Anders Malta. Previamente, Jonas Struck ha sido finalista para los Harpa Film Music Awards en otras tres ocasiones, por El idealista (Christina Rosendahl, 2015), QEDA (Man divided) (Max Kestner, 2017) y The good traitor (El embajador Kauffmann) (Christina Rosendahl, 2022). 

Sobre su trabajo en la película, el compositor danés comenta que "Lea Grob me mostró en 2016 algunas escenas de Apolonia pintando y tenía una especie de ritmo, que utilicé para componer algunos de los temas. Usé un pequeño piano que genera unas notas apagadas, y el sonido tenía una textura parecida a la de las pinceladas de Apolonia sobre el lienzo". Desde los primeros acordes hasta la conclusión de la banda sonora han pasado seis años, y ha sido la primera vez que el compositor ha trabajado en colaboración con su esposa, Karen Krogshøj, quien aporta una sonoridad de voz femenina que refuerza la necesidad de Apolonia Sokol de encontrar un espacio en un mundo artístico manejado por los hombres: "Aporta este tipo de vibración inquietante, anhelante y casi fantasmal", dice el compositor. Posteriormente, ambos han firmado otra banda sonora reciente para la película La dinastía del pastel (Christian Lollike, 2022). Hay una mezcla de sonoridades en la música de Apolonia, Apolonia, desde una tonalidad clásica en "Beaux-Arts de Paris" hasta los elementos más electrónicos y contundentes en "Coming to America", pero sobre todo despliega alrededor de la protagonista una vulnerabilidad que acompaña a sus constantes inquietudes e inseguridades sobre su capacidad para tener trascendencia como artista, que se refleja en un tema principal con ritmo de vals. 

Apolonia, Apolonia se puede ver en HBO Max. 

Noruega
Ola Fløttum, Pessi Levanto
Dejad que el río fluya (Ole Giæver, 2023)

La segunda nominación a los Harpa Awards le llega al compositor Ola Fløttum (1972, Noruega) tras la que consiguió por la película Thelma (Joachim Trier, 2019), y de hecho su carrera musical en el cine está unida a colaboraciones con directores concretos. Con Joachim Trier ha trabajado desde Oslo, 31 de agosto (2011) hasta La peor persona del mundo (2022), y también ha colaborado habitualmente con el director de Dejad que el río fluya (Ole Giæver, 2023), por la que obtuvo su tercera nominación a los premios Amanda del Instituto Noruego de Cine. La película aborda el tema de la identidad sami a través de una historia protagonizada por Ester (Ella Marie Hæetta Isaksen), una joven que se traslada a la región de Alta, al Norte de Noruega, y que asume progresivamente su identidad indígena con la que no sentía conexión. La historia se desarrolla en los paisajes naturales de la región, y durante las protestas que los sami protagonizaron en 1979 frente al abuso del gobierno noruego, que construyó una presa hidroeléctrica alrededor del río Alta que afectó a la fauna del lugar, en especial renos y salmones, y a la actividad social y económica de la comunidad sami. Este entorno natural es descrito musicalmente en los primeros minutos de la película, con sonidos de sintetizador que están apuntados con sonoridades de madera. La banda sonora es una colaboración entre Ola Fløttum y el compositor finlandés Pessi Levanto, que también está nominado a los Harpa Awards por Superposition (Karoline Lyngbye, 2023). Y utiliza la música tradicional sami, que es principalmente vocal a través de las canciones yoik, una de las tradiciones musicales más antiguas de Europa, que se suelen cantar en honor de una persona, un lugar o un animal.

La banda sonora está asignada principalmente al personaje de Ester y aparece sobre todo en los momentos en los que se relaciona con su identidad sami, evolucionando a través de un viaje personal en el que deja atrás la ocultación para evitar el racismo y va asumiendo sus raíces indígenas, implicándose cada vez más en las protestas. Pero es una música sutil, que apunta la evolución del personaje de manera casi invisible. El compositor Ola Fløttum reivindica la necesidad de componer música que no sea intrusiva: "Siempre trato de descubrir cuánta música se puede quedar fuera, porque cuando está presente, realmente marca la diferencia. Para mí es una especie de presentimiento, sé exactamente cuánta música debería utilizar, lo que generalmente suele funcionar, y los directores con los que trabajo también adoptan ese tipo de lenguaje". La sutileza del trabajo de Ola Fløttum y Pessi Levanto se representa en secuencias como cuando Ester contempla el río y participa en reuniones sami donde los cantos tradicionales se escuchan de fondo. La banda sonora cuenta con la colaboración de la poetisa y cantante de yoik Lawra Somby, quien ha interpretado las canciones tradicionales sami. Pero el compositor noruego defiende la invisibilidad de la música en el cine, al contrario de la narrativa habitual: "Si alguien ve una película y comenta que es fantástica pero no recuerda la música, para mi es un cumplido. Porque si la película les atrapa, nada les arrebata la ilusión de formar parte de esa historia". Y sobre todo ha elaborado una banda sonora que pretende utilizar la cultura musical sami desde el respeto: "No quería estropear la música tradicional nativa. Es realmente pura. Cada persona tiene su propio yoik. A mi también me gustaría tenerlo. La manera en que lo interpretan es únicamente vocal, y ¿por qué debería subrayarlo yo con instrumentos?".

Dejad que el río fluya se puede ver en Filmin.

Finlandia
Pessi Levanto
Superposition (Karoline Lyngbye, 2023)

Tras estrenarse en el Festival de Rotterdam y obtener el premio a la Mejor Dirección en el Festival de Cine Fantástico de Bucheon, Superposition (Karoline Lyngbye, 2023) se ha revelado como uno de los más interesantes thrillers psicológicos del pasado año, que traslada el principio de superposición matemática aplicado a la física cuántica, una teoría fundamental que establece que un sistema físico como un electrón existe en parte en todos sus posibles estados. La idea está representada a través de una pareja de daneses que decide vivir durante un año en un bosque de Suecia, aislándose de todo contacto con el exterior, hasta que la aparición de una pareja al otro lado del lago en el que se encuentran se revela como un reflejo de sí mismos. Lo que, unido a la desaparición de su hijo pequeño, hace del bosque no un espacio liberador sino un entorno claustrofóbico, que está subrayado a través de la música. Entre la aportación finlandesa a esta coproducción se incorporó el compositor Pessi Levanto (1973, Finlandia), habituado a establecer sonoridades inquietantes para películas como The innocents (Eskil Vogt, 2021), y del que MovieScore Media también acaba de publicar su último trabajo para el thriller Paranoia (Kari Vidø, 2024), que se ha estrenado hace unos días en los cines de Dinamarca. El músico, que acaricia este año otra nominación a través de su colaboración con Ola Fløttum en la banda sonora de Dejad que el río fluya (Ole Giæver, 2023), ha sido finalista a los Harpa Awards en otras dos ocasiones, por The midwife (Antti J. Jokinen, 2015) y Psykosia (Marie Grahtø Sørensen, 2019). Y acaba de auto-publicar su primer álbum de música autónoma en solitario, Sky Above Your Life (2023, Pessi Levanto) una obra de música clásica experimental que incorpora una orquesta de 40 instrumentos de cuerda, cinco flautas, percusiones y piano junto a sonoridades electrónicas. 

La banda sonora de Superposition se sostiene a partir de cuatro notas reproducidas en dos intervalos de quinta. Uno de ellos (las notas do y sol) describe a la pareja protagonista, mientras que el otro (las notas re y la) son una representación de la pareja al otro lado del lago, una versión alternativa que refleja la idea de superposición que pretende transmitir la película. "Algunas semanas antes de que comenzara el rodaje realicé algunas grabaciones en Budapest para establecer un banco de sonido con el que pudiera experimentar más tarde", comenta Pessi Levanto. "Al realizarse la postproducción en Finlandia, pude tener un contacto más directo en persona con la directora Karoline Lyngbye". La claustrofobia que transmite el bosque está expresada principalmente a través de la sonoridad del violín barroco ("Opening and disappearance"), que para el compositor ofrece ese sonido más apagado que necesitaba para describir esta inquietud del entorno: "La diferencia con el violín moderno es que el violín barroco utiliza cuerdas de tripa, y el sonido es más interior, más silencioso y constreñido, y no se proyecta hacia el exterior". Hay algunos pasajes especialmente contundentes, que incorporan un tono casi de película de terror ("The doubles"), mientras que para el tema inicial ("Superposition") se utiliza el sonido de un órgano que en cierta manera anticipa el viaje emocional, casi espiritual, que va a experimentar la pareja protagonista a lo largo de la película.

Suecia
Irya Gmeyner & Martin Hederos
La delgada línea azul (Anders Hazelius, Sanna Lenken, 2021-2023)  

No sabemos si es la primera vez que los Harpa Awards tienen como finalista a la música de una serie de televisión, pero no es demasiado usual. En este caso, los miembros del jurado sueco han destacado que La delgada línea azul (Filmin, 2021-) tiene una banda sonora que muestra la complejidad de los debates éticos que plantea la popular serie producida por el canal público SVT, centrada en un grupo de policías que patrullan las calles de Malmö, cuya tercera temporada se estrena en Suecia el próximo otoño. La banda sonora se sostiene sobre un tema principal ("Urban city") que describe la variedad de nacionalidades en una ciudad como Malmö, con sonoridades que introducen instrumentaciones árabes, pero con una envoltura contemporánea que sin embargo también nos recuerda a aquellas composiciones del músico de origen checo, nacionalizado norteamericano, Jan Hammer para series de televisión de los ochenta como Miami Vice - Corrupción en Miami (NBC, 1984-1989). Al adquirir un mayor protagonismo las historias sobre refugiados en la segunda temporada, la banda sonora también está más impregnada de sonidos de Oriente Medio, con la participación de la cantante y actriz sueca de origen palestino Gina Dirawi, que interpreta algunas canciones como la emocionante "My heart has left me - Albi Tarakni". También adquiere mayor protagonismo el personaje de Leah (Gizem Erdogan), de origen turco, que tiene constantes dudas sobre su función como policía. Los compositores Irya Gmeyner (1972, Suecia) y Martin Hederos (1972, Suecia) colaboran juntos desde la miniserie Sisters 1968 (SVT, 2018), y comentan que su trabajo se produce principalmente como reflejo de improvisaciones en el estudio de grabación, ella aportando voces y él con la viola o los teclados, en una especie de jam session que aporta las ideas principales. "Nosotros desde el principio sentíamos que teníamos que describir musicalmente a la ciudad de Malmö", comenta Martin Hederos, a lo que Irya Gmeyner añade que "Malmö para Suecia es una ciudad de muchas culturas, y es definitivamente un personaje más dentro de la serie. Cuando componemos la música siempre forma parte de la historia. Queríamos capturar todo, algo de Oriente Medio, algo de Europa del Este, un poco del Norte y del Sur de Suecia, dando la sensación de una ciudad en constante ebullición". 

Ambos han trabajado juntos asimismo en la música de la película Pequeña reina (Sanna Lenken, 2022), dirigida por una de las creadoras de la serie, y más recientemente en Slow (Marija Kavtaradze, 2023), ganadora del premio World Cinema en Sundance 2023, pero tienen carreras en solitario al margen de las bandas sonoras. Martin Hederos es uno de los fundadores del grupo The Soundtrack of Our Lives, y ha ganado cinco premios Grammy como miembro del grupo de jazz Tonbruket y por su álbum autónomo Era spår (2019, Diesel Music). En el caso de Irya Gmeyner, publica discos con el nombre de April Snow, contando con colaboraciones como la de la popular cantante noruega Ane Brun en su último álbum You (2022, EMI Sweden). 

La delgada línea azul se puede ver en Filmin. 


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Películas mencionadas:

Recuerda, El idealista y La dinastía del pastel se pueden ver en Filmin.
The good traitor (El embajador Kauffmann) se puede ver en Filmin y Prime Video.
La peor persona del mundo se puede ver en Filmin y RTVE Play.
The innocents se puede ver en Filmin y Movistar+. 
Pequeña reina se puede ver en Filmin y Prime Video. 


26 febrero, 2024

Festival de Berlín 2024 - Parte 4: Conflictos

La última edición bicéfala del Festival de Berlín es una despedida agridulce para el director artístico, el periodista Carlo Chatrian (1971, Italia) y la directora general, la productora Mariëtte Rissenbeek (1956, Países Bajos), que han estado al frente durante cinco años, en los que han tenido que lidiar con la pandemia del coronavirus, entre otras cosas. La decisión de la junta directiva del festival de regresar al modelo de un solo director, que había ejercido el polémico Dieter Kosslick hasta 2018, se consideró como el resultado del intervencionismo del gobierno alemán en la gestión del festival. Lo que provocó la dimisión de Mariëtte Rissenbeek primero y de Carlo Chatrian poco después, que serán sustituidos el año próximo por Tricia Tuttle (1970, Estados Unidos) quien comenzará a trabajar a partir del mes de abril en una edición muy significativa porque supone el 75 aniversario de la muestra cinematográfica, asumiendo tanto la gestión comercial como la artística. Tuttle había dirigido hasta 2022 el BFI Festivals, coordinando tanto el London Film Festival como el Flare: London LGBTQIA+ Film Festival. Pero el resultado general de esta última edición de los directores salientes no ha sido especialmente positivo, no solo porque la sensación entre los acreditados es que el nivel de la sección oficial ha sido flojo, sino también porque se han visto envueltos en polémicas absurdas como la invitación a la gala de inauguración a miembros del partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD), que vivió un aumento del apoyo electoral, pero también se le relacionó con algunas reuniones con personalidades neonazis en torno a un posible plan para repatriar a miles de inmigrantes. En un festival de perfil político que se considera a sí mismo intransigente respecto a las posiciones contrarias a los derechos humanos, no se entendió la invitación a algunos representantes del AfD, pero se entendió menos que, una vez que se les había invitado, finalmente se decidiera retirársela.

También hay que reconocer que durante la dirección de Carlo Chatrani y Mariëtte Rissenbeek la cinematografía española ha conseguido algunos de sus mayores éxitos en el Festival de Berlín, como el Oso de Oro para el largometraje Alcarràs (Carla Simon, 2022) y el Oso de Plata a la Mejor Interpretación para Sofía Otero por 20.000 especies de abejas (Estibaliz Urresola Solaguren, 2023). Aunque este año no hemos tenido presencia en la sección oficial, finalmente se ha saldado con el premio FIPRESCI para The human hibernation (Anna Cornudella, 2024) en la sección Forum, el Gran Premio del Jurado Internacional para la coproducción con Perú y Suiza Reinas (Klaudia Reynicke-Candeloro, 2024) en la sección Generation Kplus y el Oso de Plata al Mejor Cortometraje para Cura sana (Lucía G. Romero, 2024) en la sección Generation 14plus. Nuestra penúltima crónica que estamos dedicando a las secciones paralelas del Festival de Berlín se centra en los conflictos, a través de películas que abordan confrontaciones no solo armadas sino también sociales. 

Who do I belong to

Meryam Joobeur

Túnez, Francia, Canadá, Noruega, Qatar, Arabia Saudí 2024 | Oficial | ★☆☆☆


En una aldea situada al Norte de Túnez, una familia de agricultores se enfrenta a la desaparición de los dos hermanos mayores, Mehdi (Malek Mechergui) y Amine (Chaker Mechergui), de los que poco tiempo después se rumorea que se han unido al Daesh. Especialmente tras la Revolución tunecina, un número significativo de hombres se ha incorporado al ISIS, que aprovechó el vacío de poder que dejó la caída del antiguo régimen en 2011 para encontrar un punto de apoyo en Túnez. Frente a esta posibilidad, la madre Aïcha (Salha Nasraoui) tiene el temor de que si regresan sean inmediatamente detenidos, tratando de ocultar a su hijo menor, Adam (Rayem Mechergui) la huída de sus hermanos, diciéndole que han emigrado a Italia. Mientras su marido Brahim (Mohamed Hassine Grayaa) la acusa de ser la responsable de la vergüenza de la familia por la educación que ha dado a sus hijos. Mehdi finalmente vuelve a la granja acompañado por su esposa Reem (Dea Liane), cuyo rostro está siempre oculto por un niqab pero que parece claramente embarazada, sin dar detalles sobre el destino de su hermano y teniendo que esconderse para que los vecinos no sepan de su regreso. La historia toma los principales elementos del cortometraje nominado al Oscar Brotherhood (Meryam Joobeur, 2018), que se centraba en el regreso del hijo, pero desde el punto de vista de su padre. Para su debut en el largometraje la directora tunecina que se ha educado en Estados Unidos desde los seis años ha decidido sin embargo enfocarse en el punto de vista de la madre (ambos personajes interpretados por los mismos actores).

La puesta en escena es muy estilizada, utilizando un formato 1:33 que recuerda a la estética de This is not a burial, it's a resurrection (Lemohang Jeremiah Mosese, 2019), centrada en los rostros y un encuadre de planos tan cuidados que tienen algo de artificialidad, usando el entorno del paisaje de Túnez para resaltar los colores, muchas veces saturados por la fotografía de Vincent Gonneville. Pero este esteticismo acaba poniéndose en contra de la claridad narrativa, envolviéndose en una especie de tonalidad misteriosa que impulsa la historia hacia la oscuridad y el ensueño, especialmente en el tercero (El despertar) de los tres capítulos en los que está dividida la narración. Who do I belong to (Meryam Joobeur, 2024) reproduce una pregunta existencial planteada por la propia directora sobre su vida, pero expone la historia alejándose del realismo para introducirla en los terrenos de cierto misterio, desde el momento en que aparecen algunos animales muertos y desaparecen algunos granjeros vecinos. Lo que acaba difuminando la, por otro lado, demasiado obvia representación de la maldad de los grupos terroristas, especialmente en el segundo capítulo, Una sombra emergente, en el que se reproduce la experiencia de los dos hermanos mediante flashbacks que tratan de explicar el destino de Amine. Meryam Joobeur, que reside en Canadá desde hace años, ofrece un planteamiento en el que se deja llevar por la planificación cuidada, cercana a cierta representación fantástica que deriva hacia un tercer acto que roza el género de terror. Pero en realidad no ofrece ninguna interpretación con cierta profundidad de las consecuencias que puede provocar el fundamentalismo en las familias que acaban siendo víctimas de la radicalización, aunque la intención sea no solo circunscribirlo al terrorismo islámico. También habría que preguntarse por qué estas producciones que denuncian los extremismos acaban buscando la financiación de países con regímenes autoritarios y misóginos como Qatar o Arabia Saudí. 

Who do I belong to hace preguntas interesantes pero nunca aborda las respuestas, sino que prefiere mantenerse en el límite entre diferentes géneros que convierte la experiencia de Aïcha en una especie de viaje sensorial del subconsciente, evocando sus temores y sus incertidumbres, sobre todo a partir de la llegada de su hijo, al que pregunta constantemente qué ha pasado con su hermano. Pero en esta película todos los personajes parecen impulsados por una especie de misticismo que los deja enclaustrados en silencios eternos y miradas perdidas. Y aunque los rostros de los actores no profesionales Malek Mechergui y Chaer Mechergui, hermanos en la vida real, pelirrojos encontrados en una zona rural de Túnez, resultan insólitos y atractivos, la película se pierde en una caligrafía visual que termina sepultando la comprensión narrativa. 

Redaktsiya (The editorial office)

Roman Bondarchuk

Ucrania, Alemania, Eslovaquia, Chequia 2024 | Panorama | ★★★★☆


De manera relevante, la segunda película de Roman Bondarchuk (1982, Ucrania) evita centrarse en la guerra comenzando seis meses antes de la invasión rusa en Ucrania y terminando con una elipsis hasta seis meses después. Y aún así se desprende la sensación de estar contemplando a personas y paisajes cuyo destino resulta incierto, como afirma el director en las notas de prensa: "Muchos de los lugares que filmamos ya no existen. Fueron destruidos, inundados o incendiados. Se desconoce el destino de muchas personas que participaron en la película. Algunos abandonaron el país con sus familias; otros resultaron ser colaboradores y huyeron a Rusia. Pero la mayoría optó por quedarse y resistir a los invasores". The editorial office (Roman Bondarchuk, 2024) está dedicada al montador Viktor Onysko, quien decidió alistarse en el ejército cuando comenzó la guerra, muriendo en combate en diciembre de 2022 con su trabajo terminado en un 70%, tras lo cual se incorporó Nikon Romanchenko, que ha trabajado en películas como Stop-Zemlia (Kateryna Gornostai, 2021), ganadora del Oso de Cristal en la sección Generation 14plus. Quizás por eso se sienten algunos desajustes en el ritmo de la narración, que no termina de estar todo lo compensado que necesita, y también se percibe una sobredosis de personajes y temas que el director de Volcano (2018) quiere incorporar a la historia. La película se construye como una metáfora de la realidad grotesca vivida en el Sur de Ucrania antes de la guerra, lo que evita la imagen victimizada de un país en el que el caos ya estaba presente antes de que se produjera la invasión. 

Al comienzo de la película, el periodista Yura (Dmytro Bahnenko) intenta contribuir a la preservación del entorno natural de las estepas del Sur de Ucrania localizando y fotografiando a una especie particular de marmota, que es la primera imagen que vemos en pantalla. Pero en su búsqueda se encuentra con un grupo de pirómanos que están provocando un incendio forestal, uno de tantos que han comenzado a actuar en la zona. Yura pretende que sus fotografías ayuden a las autoridades a poner fin a estas prácticas, pero su intento de publicarlas se topa con la falta de interés de los editores de periódicos. No importan las noticias reales, sino aquellas que atraigan a los lectores, aunque haga falta maquillarlas o directamente construir mentiras. The editorial office adopta las formas de una sátira sobre la falsedad de las noticias y la nula independencia de los medios de comunicación. El director Roman Bondarchuk creció en una familia de periodista: su madre Alla Tyutyunnik (1949, Ucrania), que es co-guionista, trabajó durante muchos años en el periódico Komsomol y su padre era presentador de una televisión local en la que, cuando no tenían disponible la información meteorológica, se la inventaban. El protagonista Dmytro Bahnenko también es periodista de investigación y cubrió la deforestación de los bosques de Jersón. La mirada crítica, salpicada de momentos de humor, está claramente inspirada por las experiencias personales que dibujan una sociedad envuelta en un círculo repetitivo de realidades falseadas, representadas por la marmota que se oculta de los humanos. 

La película deriva hacia escenarios caricaturescos como cuando los políticos que compiten para las próximas elecciones aprenden bailes locales para incorporarlos a sus videos de campaña, porque lo que importan no son las palabras sino lo que se transmite a través de las imágenes. "Todo el mundo quiere ser alcalde estos días", afirma un veterano periodista. Los medios de comunicación están comprados por la publicidad electoral y no es posible publicar informaciones que puedan afectar a la campaña de según qué candidato y se utiliza el deep fake para probar que uno de los políticos no ha desaparecido. Cuando Yura quiere demostrar que la instalación de una línea de gas que ha anunciado uno de los candidatos en realidad no existe (se ha desmantelado después de las sesiones de fotos), tiene que afrontar las consecuencias. En medio de este caos de información en la que no importa la verdad, la inminencia de la guerra no es noticia, como afirma el editor del periódico Pectoral: "La gente no pensará en la guerra hasta que vean llegar los tanques de Moscú. Quieren comer, beber, follar, rezar". The editorial office encuentra sus mejores momentos en esta representación a través de planos generales en los que parece más relevante lo que sucede al fondo de la escena (la humareda, la presencia militar...) que lo que ocurre en primer plano. Y lleva la sátira hasta una especie de celebración ritual que podría formar parte de Midsommar (Ari Aster, 2019), mostrando la fractura de una sociedad en la que sin embargo todavía existen, como en la fábula de Richard Bach Juan Salvador Gaviota (1970, Ed. Ediciones B) a la que se hace referencia directa, protagonistas que se mantienen al margen de las reglas que establecen las bandadas. 

© Roger Arpajou

Les gens d'à côté (My new friends)

André Téchiné

Francia 2024 | Panorama | ★☆☆☆


Aunque solo sea por el reencuentro entre Isabelle Huppert (1953, Francia) y André Téchiné (1943, Francia) tras su última película juntos, Las hermanas Brontë (1979), hay elementos de interés en esta nueva propuesta del director que regresa al género policíaco pero desde una perspectiva en torno a un dilema moral. Utilizando una voz en off que le confiere un tono algo literario, la historia tiene como protagonista a Lucie (Isabelle Huppert), una policía que ha permanecido durante varios meses en un hospital psiquiátrico tras el suicidio de su pareja y compañero de profesión, Slimane (Moustapha Mbengue), a quien no solamente sigue viendo como una aparición ("siempre está a mi lado, pero nadie puede verlo"), sino que le ha sobrevivido un hermano gemelo, Serge (Moustapha Mbengue), lo que representa una doble versión masculina que ha rodeado a Lucie: la del policía (su pareja) que se ha rendido debido a la depresión y la del policía (su cuñado) que se ha integrado dentro de la jerarquía. Al retratar su origen africano, el director contradice las habituales acusaciones de racismo que se producen en contra de las fuerzas del orden, mientras presenta a Lucie en las primeras imágenes de la película participando en una de las manifestaciones que en los últimos años viene protagonizando el sindicato Alliance Police National en las calles de París. Un descontento que viene de lejos y que se ha intensificado en los últimos meses frente a la sobrecarga de trabajo que se espera durante los Juegos Olímpicos de París. Lucie quiere centrarse de nuevo en su trabajo y le dice a su superior (Stéphane Rideau) que "la policía es mi única familia", pero éste no parece muy convencido de que ella se encuentre preparada psicológicamente para volver.  

La película evita mostrar a Lucie en su entorno laboral, y la sitúa constantemente en su casa, que se encuentra en uno de esos tranquilos entornos suburbanos equidistantes entre lo urbano y lo rural, realizando actividades cotidianas como cuidar el jardín o practicando jogging. Esta cotidianidad se ve interrumpida por la llegada de unos nuevos vecinos con los que pronto entabla una relación, y que representan esa idea de familia que ella quería tener con Slimane. Yann (Nahuel Pérez-Biscayart) es un artista gráfico casado con Julia (Hafsia Herzi), una profesora con la que tiene una hija pequeña, Rose (Romane Meunier). Lucie se adapta rápidamente a la dinámica familiar de sus vecinos, lo que supone en cierto modo una liberación y una distracción para ella, pero tendrá que enfrentarse a un dilema ético cuando descubre que Yann es un activista ligado a los black blocs, manifestantes en contra de la policía, a los que consideran guardianes del capitalismo. Su esposa Julia comparte los ideales de justicia social que defiende Yann, pero no está de acuerdo con el modo de actuar de los black blocs, habitualmente enfocados a las protestas violentas. Igual que no se muestra la actividad profesional de Lucie, tampoco vemos realmente las actividades a las que se dedica Yann dentro de la organización. Pero destaca el hecho de que el encuentro entre estos personajes se produzca en el entorno de esas áreas suburbanas en las que la vida parece tan impersonal y los vecinos suelen ser tan desconocidos. 

Sin embargo, Les gens d'à côté (La gente de al lado) (André Téchiné, 2024), que tiene un título internacional tan tibio como My new friends (Mis nuevos amigos), tiene graves problemas de credibilidad a lo largo de su desarrollo. A Isabelle Huppert, que también ha presentado en la Berlinale la película A traveler's needs (Hong Sangsoo, 2024) resulta poco convincente en un personaje que parece interpretar sin saber realmente hacia dónde se dirige, y la representación de la comisaría se reduce tanto a la oficina del teniente que acaba siendo impersonal e inverosímil, como si se tratara de una película de bajo presupuesto. Pero lo más problemático es la representación de los personajes de Yann y Julia, que están solo bosquejados, y que se manifiestan siempre a través de diálogos expositivos, pero sin un trasfondo emocional realmente convincente. Como si el guión, co-escrito entre André Téchiné y Régis de Martrin-Donos, que también coescribió la excelente Cuando tienes 17 años (André Téchiné, 2016), necesitara constantemente de las palabras para explicar a sus personajes, que se convierten en meros transmisores de ese idealismo del que el director quiere mostrar su dualidad. Les gens d'à côté acaba siendo una de esas películas de las que comprendemos cuales son sus resortes y sus intenciones, pero que se resuelven con escaso acierto.  

Reas

Lola Arias

Argentina, Alemania, Suiza 2024 | Forum | ★★★★☆


La representación de la realidad a través de la ficción es un recurso que consigue elaborar un lenguaje propio para crear algo nuevo a partir de la memoria. Lola Arias (1976, Argentina) consiguió el máximo galardón en la sección Forum del Festival de Berlín 2018 con su película Teatro de guerra (2018), en la que trasladaba a la ficción cinematográfica el trabajo con actores no profesionales (soldados británicos y argentinos involucrados en la guerra de las Malvinas) que había desarrollado en su obra teatral Campo minado (2016). Desde entonces está afincada en Berlín, pero sin perder el foco en las historias que surgen de su país. A partir de un taller de cine y teatro que llevó a cabo en la cárcel de Ezeiza (Buenos Aires) con presxs que estaban cumpliendo condena, pero que fue interrumpido por la pandemia del coronavirus, la idea de tener como protagonistxs a algunxs de ellxs acabó conformando la base principal de la película Reas (Lola Arias, 2024), que ahora vuelve a la sección Forum y posteriormente se presentará en Argentina dentro de la programación del Festival Internacional de Cine Independiente de Buenos Aires (BAFICI). La propuesta tiene en común con su anterior película que se presenta a partir de la reconstrucción de las experiencias reales de un grupo de presxs, pero se distancia en el hecho de que, mientras aquella reflexionaba sobre el concepto de masculinidad, ésta aborda los conflictos en torno al género y la experiencia de personxs transexuales dentro del ámbito penitenciario. Rodada en la cárcel de Caseros, una antigua prisión abandonada que se ha convertido en los últimos años en escenario de rodajes de series carcelarias como Tumberos (2002) y, sobre todo, El marginal (Netflix, 2016-2022), el planteamiento de Reas desafía la representación convencional que victimiza y estigmatiza para ofrecer una mirada mucho más acogedora y alegre utilizando el género musical como un elemento destacado. Confronta así la violencia, el horror y la tortura que se muestran habitualmente en el cine y la televisión con el amor, la comunidad y la familia que se representan en esta película. 

Como personaje central, la historia está narrada a partir de la experiencia de Yoseli Arias, que fue arrestada cuando estaba a punto de viajar en avión para conocer París, el sueño de su vida simbolizado en un tatuaje de la torre Eiffel que tiene en la espalda. Como otras muchas mujeres, accedió a ejercer como mula transportando drogas para poder pagar el viaje, lo que finalmente la llevó a una condena de cuatro años y seis meses por narcotráfico. Una de las ideas que se apuntan en este híbrido de documental-ficción musical es que la modificación de la legislación argentina de 2017 que establece penas más duras para el narcotráfico ha acabado repercutiendo más en las personas que ejercen como mulas que en el desmantelamiento de las redes criminales, aumentando considerablemente el número de mujeres que son condenadas a prisión en los últimos años, pero sin arreglar realmente el problema del tráfico de drogas. La convivencia entre las paredes desconchadas de la cárcel de Caseros establece una conexión con otrxs presxs como Nacho, trans masculino detenido por estafa que está formando una banda de rock, o Noeli, una bailarina de voguing que trata de enseñar a sus compañerxs a liberarse a través de la expresividad de los movimientos. Hay momentos en los que recuerdan sus experiencias pasadas, mientras que la puesta en escena construye una especie de camino hacia una autoafirmación que se muestra a través de sus intervenciones. 

Las coreografías musicales que se representan a lo largo de la película expresan una solidaridad y una mirada esperanzadora, pero también reflejan la realidad de la cárcel. Que la fotografía esté a cargo de Martín Benchimol (1975, Argentina), que el año pasado dirigió otra muestra de ficción documental en la excelente El castillo (2023), ganadora del Premio Horizonte en el Festival de San Sebastián, es una muestra clara de cuál es el tipo de de puesta en escena que se pretende, una que utiliza el artificio para conectarse con las diferentes realidades, como en la imagen que simula unas alas alrededor de Yoseli que hemos utilizado para ilustrar este comentario. Sin embargo, Reas no es una mirada superficial que se queda en una anécdota a través de coreografías de canciones originales o preexistentes (por supuesto, se incluye un número musical con una versión del "Jailhouse Rock" (1958) de Elvis Presley), sino que incorpora realidades más profundas y generales a través de las recreaciones. Como cuando lxs presxs reciben visitas de familiares que no son sus parejas masculinas, lo que demuestra cómo los núcleos familiares de las mujeres presas se rompen más fácilmente porque los hombres (sus novios, sus padres...) no están dispuestos a visitarlas para evitar la estigmatización que las rodea. De manera que Reas reconstruye el espacio familiar enfocándose en las familias que ellas mismas crean dentro de prisión. Las imperfecciones de las interpretaciones amateur, algunas interrupciones cuando recitan sus textos y esa esperanza que nunca pierden, convierten a esta película, que tiene previsto también representarse como una obra teatral que se estrenará en el Festival de Avignon, en una experiencia acogedora y simpática pero también profundamente sensible. 

Raíz (Through rocks and clouds)

Franco García Becerra

Perú, Chile 2024 | Generation Kplus | ★★★☆

Mención Especial del Jurado Internacional


A través de los paisajes desérticos del municipio de Colcha K en Bolivia, la hermosa película Utama (Alejandro Loayza Grisi, 2022) alertaba sobre las consecuencias del cambio climático en las zonas más recónditas del planeta, teniendo como protagonista a un matrimonio quechua que sobrevivía pastoreando su rebaño de llamas. En cierta manera, Raíz (Franco García Becerra, 2024) tiene muchos elementos en común con aquella, aunque en este caso el conflicto no está provocado por el medio ambiente, sino por la implantación de una empresa minera que amenaza la supervivencia de los pastores de alpacas en la Cordillera de Vilcanota, alrededor de las remotas aldeas de Apu Ausangate, que está considerada una montaña sagrada. La historia, escrita por Annemarie Gunkel y Alicia Quispe, está inspirada en el impacto que en la familia de esta última ha tenido la minería. Y precisamente la película tiene un tono más familiar, con unos protagonistas que fácilmente resultan atractivos para el espectador: el niño de ocho años Feliciano (Alberth Merma), que se dedica al pastoreo y sus dos animales de compañía, el perro Rambo que le ayuda a mantener el orden entre los animales, y la alpaca Ronaldo. Ambientada en el año 2018, cuando el equipo de fútbol de Perú consiguió clasificarse para el Mundial celebrado en Rusia, la atención que despierta el último partido de clasificación se convierte en una celebración patria para un pequeño país que consigue este logro en contadas ocasiones. Y los pastores se congregan alrededor de la radio o incluso viajan a Cusco para poder ver el partido en monitores de televisión. Para celebrar la posible victoria, Feliciano le hace a su alpaca Ronaldo un peinado parecido al del jugador brasileño. 

Pero en medio de esta representación del orgullo nacional, los pastores se enfrentan a una batalla en la que ellos tienen más posibilidades de perder, cuando una empresa minera utiliza las amenazas y algunas estrategias violentas para imponer el desarrollo de una actividad industrial que sin embargo contamina las aguas en las que beben los animales que son el principal recurso de los pastores. La comunidad tiene la sospecha de que la junta directiva les engaña con el precio de la lana de alpaca, y que se está sometiendo a las presiones de la empresa minera: "El dinero cambia el corazón de la gente", le dice la Feliciano su madre (Nely Huayta), mientras el padre (Richard Taipe) participa en reuniones de los aldeanos que tratan de contrarrestar la ampliación de la mina en la zona. Pero al colocar el punto de vista en la mirada de Feliciano, el director Franco García Becerra (1977, Cusco) suaviza el impacto dramático del conflicto sin evitarlo. En su segunda película después de Vientos del Sur ( 2018), la historia se recrea en los juegos del niño con sus animales, hasta que el giro del tercer acto pone en peligro la actividad principal de la comunidad. La película se ha rodado en la provincia de Quispicanchis y el director de fotografía Johan Carrasco captura de manera espléndida la singular belleza de un paisaje esbozado por los Andes, con planos abiertos que parecen hipnotizados por el entorno. Los protagonistas, que proceden principalmente de la misma zona, hablan en quechua, lo que para el director debería ser normal: "El quechua es el segundo idioma más hablado en el Perú y no consideramos raro su uso en el cine".

En este conflicto protagonizado por el progreso que sin embargo amenaza la vida rural, se introduce un elemento mágico en torno a la representación del espíritu de Auki Tayta, el lago que está amenazado por la contaminación de la actividad minera. De forma que Raíz se conforma como una especie de cuento de realismo mágico que muestra la ira de la tierra contra la destrucción provocada por el hombre. Pero este elemento, que surge de la imaginación de Feliciano a través de las historias que se cuentan en su comunidad, en vez de impulsar y ampliar el relato con un trasfondo de representación fantástica, no termina de integrarse bien en el realismo social de la película. Lo que tampoco es un defecto demasiado relevante en una historia que por lo demás equilibra perfectamente la descripción del conflicto y la elevación del sentimiento patrio a través de un objetivo deportivo que no tiene más impacto en la comunidad que subrayar el espíritu de colectividad. 


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Películas mencionadas: 

Stop-Zemlia se puede ver en Filmin.
Midsommar se puede ver en Filmin y Movistar+.
Cuando tienes 17 años se puede ver en Filmin y Prime Video. 
Utama se puede ver en Movistar+.


23 febrero, 2024

Festival de Berlín 2024 - Parte 3: El tiempo a través de la cámara

En la recta final del Festival de Berlín, aunque la próxima semana seguiremos ofreciendo crónicas para completar nuestro repaso a las películas de secciones paralelas y algunas actividades celebradas durante esta semana, en esta ocasión hablamos de películas que abordan el paso del tiempo, ya sea como proyectos que se han desarrollado durante décadas o bien aquellas que tienen como tema principal la relación entre el pasado y el presente, comenzando con uno de los cineastas fundamentales de nuestro tiempo. 

© Simon Haseneder

Filmstunde_23 (Subject: Filmmaking)

Jörg Adolph, Edgar Reitz

Alemania 2024 | Berlinale Special | ★★★★★


Este año el Festival de Berlín ha entregado el Oso de Oro Honorario al realizador Martin Scorsese (1942, Nueva York), pero con menor repercusión mediática también ha honrado la figura del director Edgar Reitz (1932, Munich), al que ayer se le entregó la Cámara de la Berlinale, un premio que reconoce desde 1986 a aquellas personalidades o instituciones que han hecho una especial contribución al cine. Historia viva del arte cinematográfico a sus noventa y un años, Edgar Reitz fue uno de los 26 jóvenes cineastas que elaboraron en 1968 el Manifiesto de Oberhausen, en el que se revelaban contra el convencionalismo y la apatía de la industria cinematográfica alemana, bajo el lema: "El viejo cine ha muerto. Nosotros creemos en el nuevo". Y del que surgió el Nuevo Cine Alemán, integrado entre otros por Rainer Werner Fassbinder, Werner Herzog o Wim Wenders, teniendo como precedentes películas como Una muchacha sin historia (Alexander Kluge, 1966) o Mahlzeiten (Edgar Reitz, 1966-67). En medio de esta efervescencia cultural, ese mismo año el director tomó como guía una frase del filósofo e historiador de cine Béla Balázs (1884-1949, Hungría): "Mientras no se enseñe cine en la escuela, no tomaremos nota de la revolución más importante en la educación humana". Esta idea fue escrita en 1920, pero no sería aplicada hasta 1968 a través de un experimento pedagógico que encabezó Reitz, quien había fundado junto a Alexander Kluge (1932, Alemania) la primera Escuela de Cine de Ulm. La propuesta era que las experiencias didácticas de la formación profesional de jóvenes cineastas podían aplicarse a los estándares de una escuela primaria para alumnas de 13 años. De esta forma se convirtió un aula en una especie de estudio de cine durante tres meses, que culminaría con la realización de 26 cortometrajes escritos y dirigidos por las alumnas, y un documental que registró la experiencia, Filmstunde (Edgar Reitz, 1968), emitido en horario de máxima audiencia en la Radiodifusión Bávara en 1969. 

Cuenta Edgar Reitz que una noche saliendo de un concierto poco antes del estallido de la pandemia del Covid, una señora de 70 años se le acercó y se presentó como una de aquellas alumnas que asistieron a las clases de cine. Sorprendentemente, muchas habían mantenido el contacto durante los más de cincuenta años que habían pasado y se seguían reuniendo periódicamente para hablar de cine, porque el ejercicio les había producido un impacto notable, especialmente respecto a la comprensión del visionado de las películas prestando atención al lenguaje y la estética. El confinamiento impidió una reunión entre el antiguo profesor y las alumnas, que finalmentes se produjo en 2023, y ha sido documentado en la película Filmstunde_23 (Subject: Filmmaking) (Jörg Adolph, Edgar Reitz, 2024), una auténtica lección de amor al cine. Pero también es una propuesta que suena a despedida, una extensión de su autobiografía Filmzeit, Lebenszeit (2022) con la que cierra un ciclo temporal en el que ha venido reflexionando sobre el cine y la memoria, especialmente en su obra más conocida, la trilogía sobre la historia de Alemania Heimat (Edgar Reitz, 1984, 1992, 2004) y su precuela Heimat. La otra tierra (2013). La película mezcla las imágenes del documental original con el reencuentro al cabo de 55 años, lo que da pie a reflexiones sobre el tiempo: "La persona de entonces resuena a través de un nuevo cuerpo o del físico cambiado por el paso de los años", dice Edgar Reitz. 

Subject: Filmmaking está dirigida por Jörg Adolph (1967, Alemania), que había realizado anteriormente el documental Making of Heimat (Anja Pohl, Jörg Adolph, 2013) entrevistando a su director, y se revela como una mirada nostálgica hacia esa revolución cinematográfica que se produjo en Alemania, y que se reflejaba también en la introducción de un nuevo mundo a estas alumnas que tenían la posibilidad de contar sus propias historias con una cámara de Super 8, un elemento que estaba al alcance de pocos. El visionado de los cortometrajes que realizaron, comentados ahora por la impresión que produce en algunas de ellas con el paso del tiempo, refleja una especial sensibilidad y habilidad para mostrar escenas de la vida cotidiana en un mercado o recrear ficciones con sus propias familias. Edgar Reitz comenta que uno de los cortometrajes realizados por las alumnas inspiraron al director experimental Hellmuth Costard su película Fußball wie noch nie (1975), los noventa minutos de un partido de fútbol en los que la cámara solo seguía al jugador norirlandés George Best, abundando en su propia teoría de que la pelota no es lo más interesante de un partido, sino el comportamiento los jugadores. De alguna manera, la película refleja aquella idea que impulsó la realización del experimento: el carácter educativo del cine como un medio fundamental para el aprendizaje.

© Marek Septimus Wieser

Afterwar

Birgitte Stærmose

Dinamarca, Kosovo, Suecia, Finlandia 2024 | Panorama | ★★★☆☆

Las primeras imágenes muestran la destrucción provocada por la guerra en Kosovo durante 1999, a punto de terminar dejando atrás una atmósfera de desolación y miles de desplazados. Diez años después del final de un conflicto que fue uno de los capítulos más oscuros de una Europa que no esperaba vivir de nuevo el horror de la guerra dentro su territorio, la directora Birgitte Stærmose (1963, Dinamarca) convirtió en protagonistas de su cortometraje Out of love (Ønskebørn) (2009) a cuatro niños y adolescentes que vendían tabaco por las calles de Pristina, y que contaban sus historias ante la cámara, aunque los relatos se mezclaron con elementos de ficción como una forma de proteger a los jóvenes, a veces envueltos en historias personales de relaciones conflictivas con sus padres. De manera que el cortometraje utilizaba los recursos cinematográficos de la ficción para adentrarse en descripciones que construían la realidad. Parte de las imágenes que la directora rodó para ese cortometraje que ganó el Oso de Cristal en la sección Generation Kplus del Festival de Berlín 2010 se utilizan en el tejido narrativo de Afterwar (Birgitte Stærmose, 2024), que es una continuación de esas historias mostrando ahora a los mismos protagonistas a lo largo de varias etapas de su vida. La carrera de la directora danesa se ha desarrollado en buena parte en Gran Bretaña, dirigiendo episodios de series como La princesa de España (MGM, 2019) o Industry (HBO Max, 2020-). En 2017 regresó a Kosovo con la idea de una secuela del cortometraje, y posteriormente entre 2018 y 2023 desarrolló un trabajo de colaboración con los jóvenes ya adultos en el que los protagonistas han decidido qué querían contar, utilizando de nuevo la ficción para envolver sus propias realidades. 

El más expresivo de todos es Gëzim Kelendi (34), cuya historia personal se ha ficcionado para evitar mostrarla, utilizando un actor para interpretar a su padre, con el que ha mantenido una relación difícil. Cuenta que en una ocasión se escondió debajo de una vaca para sobrevivir, y cuando protagonizó el cortometraje vendía retratos de turistas a los que fotografiaba con una cámara Polaroid. Trabajando a veces en el extranjero, ha formado su propia familia con dos hijos y canta canciones rap que escribe él mismo. Xheva (31) tuvo que sobrevivir con su familia en una casa abandonada, pero en el presente sabemos que llegó a participar como futbolista en el equipo femenino nacional y que trabaja en Alemania, desde donde mantiene a su familia. La vida de Besnik Hyseni (26) ha cambiado poco y se dedica a vender cacahuetes en los bares, es poco hablador pero mantiene la expresión de tristeza en los ojos que tenía cuando era niño. Habla de la permanencia de la guerra como una especie de plaga que se impregna en las personas: "La gente que vive en paz piensa en la guerra como algo momentáneo. Algo que pasa. Pero están equivocados. La guerra nunca termina". Y Shpresim Azemi (31) ha formado también una familia con su esposa y dos hijos, pero parece interesado sobre todo en reflejar sus creencias religiosas y le vemos habitualmente durante la oración en una mezquita. 

Afterwar es una película híbrida que está más cerca del proceso testimonial que de la construcción documental, creada a partir de un guión transmitido por sus protagonistas, y rodeada de un tono de melancolía que a veces puede resultar demasiado desolador. Estructurada en tres partes: Pasado, Presente y Futuro, tiene la intención de reflejar la manera en que los niños que han vivido una guerra pueden sobrevivir, elevando la resiliencia de sus personajes hasta los niveles de valentía que han necesitado para seguir adelante. El futuro se expresa a través de los hijos y las intenciones de evitar los errores cometidos. "No quiero que mi esposa se acueste llorando todas las noches como hacía mi madre", dice Shpresim. Pero se transmite constantemente una cierta desesperanza que se refleja también en algunas escenas rodadas frente a un largo túnel del que no se vislumbra la salida, o situando a uno de los protagonistas en medio de una discoteca en la que la vida pasa a su alrededor como si nada hubiera ocurrido. Pero los efectos de la guerra permanecen en la personalidad de quienes la han experimentado en toda su terrorífica forma. 

Diaries from Lebanon

Myriam El Hajj

Líbano, Francia, Qatar, Arabia Saudí 2024 | Panorama | ★★★☆☆


Hay también una mirada cargada de pesimismo en las películas que abordan la realidad del Líbano a lo largo de los últimos años, y que hemos visto reflejada en documentales como Kashkash (Lea Najjar, 2022), ganador del premio principal de Next:Wave en CPH:DOX 2022. Lo que nos han enseñado estas películas es el relato de un pueblo que ha querido evolucionar apoyándose en revoluciones populares que siempre han encontrado algún obstáculo, un país "en estado de shock constante a través de una generación que se siente defraudada", como comentábamos en nuestra crítica de Anxious in Beirut (Zakaria Jaber, 2023), que logró el premio al Mejor Documental en el Festival de Shanghai 2023. La misma sensación acaba dejando Diaries from Lebanon (Myriam El Hajj, 2024), que comenzó a rodarse en 2018 cuando la directora afirma que sintió un aliento de esperanza y de cambio, representado por una de las protagonistas, Joumana Haddad, una escritora, poeta y activista feminista que decidió presentarse a las elecciones, consiguiendo un escaño por la circunscripción de Beirut. Pero cuando al día siguiente los resultados finales la dejaron sospechosamente fuera del Parlamento, quedó patente que el sistema electoral libanés mantenía la constante dinámica de fraude y corrupción que se había perpetuado a lo largo de los años. 2019 fue otro momento que despertaba la esperanza cuando las calles se llenaron de miles de manifestantes, al calor de la Primavera Árabe, exigiendo un cambio de gobierno, y entre quienes lideraban las protestas se encontraba la joven Perla Joe Maalouli. Pero esta revolución sin líderes concretos es condenada por Georges Moufarej, un veterano luchador de la Guerra Civil Libanesa (1975-1990) donde perdió su pierna y que establece una conexión con el primer documental de la directora, A time to rest (Myriam El Hajj, 2024), que se centraba en algunos veteranos que guardaban todavía la memoria y la nostalgia de las milicias. 

Los tres personajes proporcionan diferentes visiones del país, pero todos se convierten en supervivientes cuando sus particulares revoluciones se ven amenazadas por acontecimientos globales como la pandemia del coronavirus en 2020, que supuso un golpe decisivo a unas protestas que por entonces ya comenzaban a perder fuerza ante la inmovilidad del gobierno. Y en medio de la lucha que se convierte ahora en personal, se produce la explosión del puerto de Beirut en agosto de 2020 que se convirtió en una especie de armagedón destructor que acabó con la vida de 218 personas, pero sobre todo convirtió la ciudad en un zona que parecía haber sido atacada, con edificios brutalmente afectados por la onda expansiva, ruinas en las zonas más cercanas y la sensación de inseguridad que se expandió entre los habitantes de la ciudad. De nuevo la corrupción ha sembrado de dudas la investigación oficial, para la que todavía en 2023 Amnistía Internacional seguía exigiendo que la liderase un órgano independiente de la ONU. La directora confiesa que los acontecimientos que se iban sucediendo y que afectaban a sus protagonistas de diferentes formas la llevaron a seguir grabando, pero sobre todo a plantearse la pregunta de: "¿Qué hay que hacer para cambiar un país?". Ella misma se coloca en un segundo plano ofreciendo reflexiones en off durante la película que aportan ese concepto de diario personal.

En todo caso, sería limitado hablar de la película como una historia de desesperanza. Por el contrario, ofrece una visión de resistencia a través de sus protagonistas, y el montaje de la chilena Anita Pérez estructura este relato fragmentado de una manera que unifica a los tres personajes con un objetivo común de introducir un cambio en la sociedad libanesa y en sus representantes políticos. La visión de Georges, que acude todas las semanas a arreglarse la barba en la peluquería de su barrio, sigue siendo la de una revolución mediante las armas; la de Joumana es una revolución política; mientras que la de Perla es una revolución popular. De alguna manera, las tres formas confluyen en un deseo común, aunque la película tiene un final abierto en el que Perla canta una canción popular en la azotea mientras un grupo de personas la esperan en la puerta de su casa acusándola de comunista. 

Cu Lí never cries

Phạm Ngọc Lân

Vietnam, Singapur, Francia, Filipinas, Noruega 2024 | Panorama | ★★★★☆

Premio GWFF Mejor Primera Película


En algún momento del desarrollo de esta película, el planteamiento inicial era el de mostrar al personaje principal, Mrs. Nguyện (Minh Châu), una jubilada que había formado parte de la emigración a Alemania Oriental que se había producido desde Vietnam en los años noventa, regresando a Berlín para recoger las cenizas de su marido alemán, a quien no había visto en veinte años, y del que solo ha heredado la urna crematoria con sus cenizas y su mascota, un loris perezoso pigmeo (Cu Lí en Vietnam), para llevarlos de regreso a su país. Pero Cu Lí never cries (Phạm Ngọc Lân, 2024) comienza directamente con Mrs. Nguyện regresando a Hanoi, lo que de alguna forma termina enfocando la historia mucho más en torno a un país que se convierte, a través de la relación entre el pasado y el presente, en una representación de los cambios que ha sufrido desde su carácter orgullosamente comunista hasta un ejemplo de la economía de mercado orientada al socialismo. El director Phạm Ngọc Lân (1986, Vietnam) ha comentado que su primer contacto con la actriz Minh Châu, que ha protagonizado sus anteriores cortometrajes también, se produjo cuando solo tenía once años y vio la película The eleventh child (Dai Sijie, 1998): "A esa edad no entendí la historia, pero me impresionó el rostro de una actriz cuyos ojos eran profundos, redondos y, a veces, humedecidos por las lágrimas. Esa actriz, no lo supe hasta 15 años después, era Minh Châu". La anécdota también refleja en cierto sentido lo que su debut en el largometraje pretende transmitir respecto a las relaciones intergeneracionales. 

Cuando la protagonista regresa a Hanoi, encuentra a su sobrina Vân (Hà Phương) en medio de unos frenéticos preparativos de boda con su prometido Quang (Xuân An), del que está secretamente embarazada, lo que oculta a su tía. Las reflexiones de la protagonista que escuchamos en off hacen constantes referencias al pasado: "La gente prefiere el presente más que el pasado. Porque el presente crea recuerdos, a veces tan fugaces". Pero lo que destaca en esta peculiar visión en blanco y negro sobre la perseverancia en mantener los recuerdos no es tanto su narrativa argumental como la creación de una atmósfera que establece una mirada poética que acaba capturando la atención, aun cuando algunas de las simbologías o contextos políticos puedan quedar más difusos para un espectador occidental. El trayecto que la protagonista hace hasta la planta hidroeléctrica en la que quiere esparcir las cenizas de su marido, pagando a un joven camarero (Hoàng Hà) para que se haga pasar por su hijo ante un antiguo amigo de juventud (Quốc Tuấn ), es un particular viaje al pasado que está representado por la corriente del río como una metáfora del flujo del tiempo. Allí, Mrs. Nguyện recuerda las palabras del líder Hồ Chí Minh cuando se refería a la necesidad de "convertir al agua enemiga en aliada, domando al Río Negro", el que atraviesa Vietnam hasta China.  

La perspectiva de las nuevas generaciones respecto al pasado de sus familiares de segunda generación, los que protagonizaron la emigración en los noventa, se envuelve de una atmósfera nebulosa: "Es el tipo de historias sobre las que podemos leer o que nos las cuentan, pero no es algo que podamos entender por completo", comenta Phạm Ngọc Lân en las notas de prensa. Pero al colocarse en la perspectiva de Mrs. Nguyện consigue elaborar una narrativa poética que a veces se detiene en espacios concretos u ofrece una perspectiva amplia de la geografía de Vietnam, que refleja la transformación de un país. Y en la que la fauna que habita la jungla también tiene una importancia predominante, como la presencia constante de ese loris perezoso pigmeo que esconde, tras la mirada triste y asustadiza de sus grandes ojos, la capacidad venenosa de la toxina que contiene su saliva, que le permite defenderse de sus depredadores. La historia también está atravesada por la sonoridad de una popular canción vietnamita, "Thiên Thai" (paraíso) escrita en 1941 por Văn Cao, autor asimismo del Himno Nacional. Pero, aunque a veces tengamos la sensación de que faltan elementos de comprensión, Cu Lí never cries nunca es una película demasiado turbia en sus planteamientos, construyendo una absorbente atmósfera que habla del pasado como una forma de entender el presente. 

Quell'estate con Irène (My summer with Irène)

Carlo Sironi

Italia, Francia 2024 | Generation Kplus | ★★★☆☆


Comenta el director Carlo Sironi (1983, Italia) que las primeras imágenes de su segunda película le llegaron escuchando la canción "To wish impossible things", que The Cure incluyó en su album Wish (1992, Fiction Records), y que habla de un momento pasado "cuando el sol llenaba el cielo", una experiencia compartida que provoca deseos imposibles, frente a un presente gris en el que todos los deseos se han esfumado. A partir de esa idea, el director de Sole (2019), que ganó la Linterna Mágica en la Mostra de Venecia 2019 y el premio a Mejor Película en el Festival de Gijón 2020, construye una historia de amistad que se sitúa en el año 1997, y que comienza en una especie de campamento de verano para jóvenes que están en tratamiento o recuperándose del cáncer. Allí se conocen Clara (Maria Camilla Brandenburg) e Irène (Noée Abita), dos chicas de diecisiete años en plena efervescencia femenina a las que les une su afición a la poesía, pero que sobrellevan la carga de una enfermedad que constriñe la despreocupación por el futuro que suele caracterizar a la adolescencia. Clara, que adquiere el punto de vista principal de la película, tiene un carácter solitario y retraído que se siente inmediatamente fascinado por la sed de aventuras que tiene Irène, quien le sugiere una escapada a una pequeña isla de Sicilia. Estas dos nuevas amigas que tienen caracteres tan diferentes conectan inmediatamente en una relación que a veces se sugiere que podría ser algo más para una de ellas, pero que Carlo Sironi y su co-guionista Silvana Tamma dejan en una vaguedad indefinida. 

Precisamente esta indefinición es uno de los problemas de una película que se recrea en la contemplación de esta amistad que muchas veces es silenciosa, con una notable fotografía de Gergely Pohárnok que captura esa tonalidad de un verano pasado con planos abiertos, reflejados casi como postales antiguas. Lo que está subrayado por las grabaciones que realiza Clara con una cámara VHS que ha encontrado en una casa abandonada.  Pero la película transmite una sensación demasiado superflua, carente de argumento, en la que se siente poca profundidad en la descripción psicológica de unos personajes que tampoco son especialmente comunicativos. Incluso aunque Clara es la protagonista principal, hay una mayor expresividad en la descripción de Irène, quien tiene aspiraciones de libertad aventuras. Cuando encuentran un grupo de chicos, esta última se refiere a ellos con cierto desprecio, pero Clara inicia un breve romance de verano que le permite adquirir una cierta esperanza de un futuro que la enfermedad mantiene en un paréntesis. A lo largo de la película Quell'estate con Irène (Carlo Sironi, 2024) se define la fuerza de la amistad y se describe con sutileza la permanencia de unas imágenes que, sea el destino que tengan sus protagonistas, parece que quedaran como un recuerdo imborrable. Pero aunque evita los clichés del coming-of-age y de las historias de autodescubrimiento adolescentes, la mirada que transmite acaba resultando demasiado contemplativa y artificial. 

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Películas mencionadas: 

Heimat. La otra tierra y Sole se pueden ver en Filmin.