El director, fotógrafo, artista y "queer provocateur" Bruce LaBruce (1963, Canadá) es uno de los precursores del movimiento cinematográfico New Queer en los años 90, reflejando en sus películas escenas de sexo explícito que tienen una función de provocación respecto a la representación de la sexualidad en el cine, colocándose en un término medio en el que parece sentirse cómodo: "
Mis películas son demasiado pornográficas para el entorno artístico y demasiado artísticas para el entorno pornográfico". Tras el éxito internacional de
Saint-Narcisse (2020) y una incursión en el cine para adultos sex-positive de la productora Erika Lust en la comedia
The affairs of Lidia (2022), el director ha presentado su manifiesto político
The visitor (Bruce LaBruce, 2024), un particular homenaje a la película
Teorema (Pier Paolo Pasolini, 1968), en la que un recién llegado seducía a todos los miembros de una familia, incluida la doncella, provocando una especie de liberación del aburguesamiento. La propuesta ahora se actualiza para que la seducción del visitante se vuelva más explícita, estructurada narrativamente con los elementos del cine pornográfico, pero también desde un punto de vista estilístico, con el uso de una música techno de Hannah Holland que "pornifica" la versión original. También hay una definición visual de la representación queer contemporánea, no solo a través de una estética ultramoderna sino con la incorporación de personajes drag como la doncella o presentando a una hija trans masculina. Pero sobre todo como manifiesto político se desarrolla conscientemente en esa Gran Bretaña post-Brexit de tendencia conservadora y xenófoba, la que construye el Bibby Stockholm, la cárcel flotante para solicitantes de asilo.
El visitante surge de una maleta a orillas del Támesis y en otras zonas de la ciudad de Londres, representado como la imagen de un hombre negro sexualizado, en cierto modo una burla contra esa obsesión de los panfletos conservadores en contra de una inmigración que se relaciona con la violencia y la delincuencia. Al principio de la película, una voz en off (Adrian Bracken) reproduce frases de la propaganda xenófoba que la derecha y la extrema derecha han venido difundiendo en Gran Bretaña desde aquel infame discurso del político Enoc Powell que pronunció en el Parlamento en 1968 y al que se conoce como "Rivers of blood" (Ríos de sangre). A lo largo de las escenas de sexo explícito del extranjero con los miembros de la familia se reproducen slogans políticos que parafrasean algunos de los que ha difundido el Partido Laborista: "Open the borders" se convierte en "Abre las fronteras, abre las piernas", "For the many not the few" se transforma en "Fóllate a muchos, no a unos pocos". Para Bruce LaBruce, la revolución política solo puede pasar por una revolución sexual, "la revolución sexual del proletariado". Igual que en la película de Pasolini, la llegada del extraño a la casa de una familia se convierte en un camino de seducción que transgrede las clases sociales. Aquí, la doncella prepara la comida de la familia con la orina, la sangre y las heces del visitante, convirtiendo la cena en una larga secuencia de coprofagia que hace referencia también a Salò, o los 120 días de Sodoma (Pier Paolo Pasolini, 1975).
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Exposición "The visitor work-in-progress" (Octubre, 2023) |
El visitante (Bishop Black) se presenta como la proyección de las fantasías ocultas de cada uno de los miembros de la familia: la madre (Amy Kingsmill) es sometida a una sesión de BDSM, la hija (Ray Filar) se queda embarazada, el hijo (Kurtis Lincoln) y el padre (Macklin Kowal) mantienen una relación incestuosa y la doncella (Luca Federici) es sodomizada por un consolador con forma de Cristo crucificado. Ninguno de los miembros del reparto tenía experiencia en escenas de sexo excepto Bishop Black, un artista británico que ha pasado por los escenarios a través de géneros como el drag y el burlesque, y que utiliza el cuerpo como herramienta politizada para dar forma a la sexualidad y al género, participando en películas como Captain Faggoton saves the Universe (Harvey Rabbit, 2023), que fue seleccionada en el Festival de Rotterdam. En la sexualiación de las relaciones con el extranjero, la masculinidad pansexual del hombre negro es un instrumento para la transformación de los dominantes en dominados. La madre agradece al visitante este cambio de rol: "Gracias por cambiarme de madre a puta". Hay por supuesto mucho sentido del humor y de la provocación en esta última propuesta de Bruce LaBruce, que cada vez difumina más la frontera entre la pornografía y la representación artística, aportando una textura de película de ciencia-ficción en la que la palabra inglesa "alien" adopta su doble significado de extranjero y de extraterrestre. Aunque al adquirir una estructura tan claramente deudora del cine porno, la película acaba siendo igual de repetitiva. Hay otros temas recurrentes en el cine del director, como las referencias a la religión católica: mientras en la película Teorema la doncella se flagela como castigo por sus deseos, en The visitor acaba en un viaje místico a la ciudad de Lourdes. La película se presentó como "work-in-progress" el pasado mes de octubre en la feria de arte anual Frieze de Londres en forma de instalación, que mostraba algunas escenas con el formato de fotografías y pequeños fragmentos, lo que diversifica la propuesta como una obra artística diversa, que reivindica la revolución sexual/queer para contrarrestar la docilidad y el conservadurismo hacia los que tienden las sociedades occidentales.
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© Thomas Nolf / Polar BearJunge Herzen (Young hearts)Anthony SchattemanBélgica, Países Bajos 2024 | Generation Kplus | ★★★☆☆Mención Especial del Jurado
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El primer amor es el que permanece con mayor intensidad en la memoria, sobre todo cuando está relacionado con la aceptación de la identidad sexual. El director Anthony Schatteman (1989, Bélgica) ha decidido reflejar en la pantalla una experiencia similar a su vida personal a través del enamoramiento que provoca en Elias (Lou Goossens) la llegada de su nuevo vecino Alexander (Marius De Sager). Ambos están unidos por la pérdida, en el primer caso la reciente muerte de su abuela y en el segundo la ausencia de su madre, y esa es la conexión que les une para derivar hacia un sentimiento de complicidad. Elias sin embargo tiene una especie de novia que forma parte de su grupo de amigos, pero su deseo comienza a revelarse como una necesidad inevitable de estar todo el tiempo con Alexander. El hecho de que esté sometido a episodios de bullying por parte de un grupo de alumnos de mayor edad en el instituto puede ser una de las razones del temor a visibilizar sus sentimientos, mientras que Alexander habla con total normalidad de la relación anterior que tuvo con un chico. La historia se desarrolla en un pequeño pueblo de la comunidad flamenca, el lugar de origen del director, mientras que Alexander proviene de la zona francófona de Bruselas, lo que subraya la diferencia de percepción que tienen ambos respecto a su sexualidad. La escapada que hacen a la capital belga rodea a éste de un entorno liberal en el que descubrimos que sus abuelos dirigen un local de copas con actuaciones de artistas transexuales, un espacio donde Elias descubre que puede comportarse abiertamente como el petit copain de Alexander, el novio que no puede visibilizar en su pueblo. Pero la introducción de ese ambiente más abierto para explicar la espontaneidad de Alexander respecto a su identidad sexual es uno de los subrayados algo innecesarios que se encuentran a lo largo de toda la película.
Hay una conexión entre Young hearts (Anthony Schatteman, 2024) y el primer cortometraje del director, Kiss me softly (2012), que también aborda el descubrimiento de la sexualidad por parte de un adolescente de 17 años. En el caso de su debut en el largometraje, Anthony Schatteman ha decidido rebajar la edad de los protagonistas hasta los 14 años, lo que refuerza la inseguridad del personaje principal, y consigue dos jóvenes actores debutantes que reflejan con emoción los vaivenes de una relación que se somete a las dudas de Elias sobre su sexualidad. Aquel cortometraje se centraba sin embargo en la relación entre el protagonista y su padre, un cantante de schlager, un tipo de canción melódica pop muy característica de los Países Bajos, que estaba inspirado en el padre del director. En la película, la figura paterna de Elias, Luk (Geert Van Rampelberg), es también un cantante que se ha hecho popular a nivel local con una de sus canciones, y que somete a su familia a continuas interpretaciones de sus nuevos temas. Pero Elias se siente más cómodo ayudando en la granja de su abuelo Fred (Dirk Van Dijck), que se convierte en una figura esencial para su aceptación. Su familia se completa con Nathalie (Emilie De Roo), una madre comprensiva, y su hermano Maxime (Jul Goossens), tan gruñón e insoportable como se puede esperar de un adolescente. Pero este entorno resulta quizás demasiado amable para entender por qué Elias tiene miedo de visibilizar su homosexualidad frente a su familia.
Viendo Young hearts, por supuesto regresan a la memoria otras películas recientes como Close (Lukas Dhont, 2022), pero siendo más inofensiva y podríamos decir incluso cursi en el tercer acto, también es menos manipuladora que la película de Lukas Dhont. Anthony Schatteman comenta en las notas de prensa que "quería hacer la película que desearía haber visto cuando era joven. No había historias sobre jóvenes que experimentaban el amor de forma puramente romántica. Entonces tomé todo lo que hubiera querido ver, incluyendo los clichés". Lo que por lo menos resulta una explicación muy honesta de por qué la película no hace muchos esfuerzos por evitar los tópicos de este tipo de historias. Y hay que reconocer que trata el tema sin caer en el drama o la representación heteronormativa del descubrimiento de la identidad sexual.
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Comme le feu (Who by fire)Philippe LesageCanadá, Francia 2024 | Generation 14plus | ★★★☆☆Gran Premio del Jurado Internacional
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El director Philippe Lesage (1977, Quebec) se ha caracterizado por reflejar la psicología de los jóvenes en películas como
Los demonios (2015) y
Génesis (2018). En su regreso tras seis años desde esta última, propone de nuevo un acercamiento a la adolescencia, pero confrontada dentro de un entorno de personajes adultos. Estructurada en largos planos secuencia a lo largo de sus dos horas y media de duración,
Comme le feu (Philippe Lesage, 2024) comienza siguiendo durante largo tiempo a un coche que circula por una carretera rodeada de bosques, un viaje que desemboca en una cabaña aislada donde dos viejos amigos se van a reencontrar. Albert (Paul Ahmarani) es un escritor de televisión que visita a su antiguo colaborador, el director Blake Cadieux (Arieh Worthalter), que se ha convertido en un reconocido cineasta. A Albert le acompañan sus dos hijos adolescentes, Aliocha (Aurélia Arandi-Longpré) y Max (Antoine Marchand-Gagnon), quien ha invitado también a su mejor amigo Jeff (Noah Parker), que se irá revelando como el verdadero protagonista de buena parte de la historia principal. Jeff es un adolescente que admira las películas de Blake Cadieux, el principal referente de sus aspiraciones como cineasta, pero sobre todo ha aceptado la invitación para poder pasar un fin de semana junto a Aliocha, de la que está secretamente enamorado. Las indecisiones de Jeff en su relación con la hermana de su mejor amigo, y posteriormente los celos cuando descubre que ella parece tener otros intereses, conforman una historia en la que vuelven a surgir las emociones y el deseo que hierven en el interior de los adolescentes.
Pero, curiosamente, el enfoque en los personajes jóvenes es el que encuentra más desequilibrios en su desarrollo a lo largo de la historia. Por un lado, la admiración de Jeff hacia el director que está envuelta al mismo tiempo en una timidez que le impide elaborar bien sus alabanzas, y por otro la atracción que siente por Aliocha, que sin embargo también está rodeada de un cierto distanciamiento que desemboca en una reacción negativa cuando se produce el acercamiento. Pero Jeff no se siente como un personaje demasiado complejo, aunque el actor Noah Parker elabore bien la personalidad retraída del joven, o quizás es que su carácter adolescentemente inseguro no permite que conectemos del todo con sus aspiraciones y sus inquietudes. Aliocha, por el contrario, es una joven que desea la libertad de no estar limitada a ser un simple objeto de deseo, ya sea para los jóvenes como para algunos adultos. Hay algunas secuencias poderosas en las que el bosque se convierte en un entorno hostil, lo que al mismo tiempo refleja las propias tensiones de esta particular reunión a la que se se unen también Hélène (Irène Jacob) y Eddy (Laurent Lucas), versiones de ellos mismos como actores famosos. El accidentado trayecto de rafting en los rápidos del río o algunos momentos de suspense en las escenas de caza son espejos del espacio como reflejo psicológico de los personajes.
Pero
Comme le feu funciona mejor en el interior de la cabaña, a través de secuencias como la larga escena de baile al ritmo festivo de
Rock Lobster que B-52's incluyó en su album
B-52's (1979) o los encuentros alrededor de una mesa que son captados por una cámara estática que deja que la acción se desarrolle sin interrupciones para hacerse cada vez más compleja. Es donde los adolescentes adquieren un segundo plano para dejar paso a los adultos, a esa cierta autocompasión de Albert, un notable Paul Ahmarani, que muestra rencor hacia la separación voluntaria de Blake, y que acaba acalorándose en medio de una tensión que refleja la violencia emocional entre dos amigos que han acabado tan distanciados que tienen cada vez menos cosas en común, aunque uno de ellos está empeñado en volver a trabajar juntos. Como es costumbre en el cine de Philippe Lesage la utilización de la música es importante y acertada, con otro momento especialmente logrado mientras suena la canción
Marz que John Grant incluyó en su album debut
Queen of Denmark (2010).
Comme le feu tiene algunos desequilibrios que le impiden conformarse como una película trascendente pero transmite esa sensación de intranquilidad e incomodidad en la que algunas reuniones pueden desembocar, aunque necesite demasiado tiempo para desarrollar su planteamiento, reivindicando la idea de que, como afirma el director, "
el arte, la literatura y el cine nos pueden salvar".
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Memorias de un cuerpo que ardeAntonella Sudasassi FunissCosta Rica, España 2024 | Panorama | ★★★★☆Premio del Público Mejor Película
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En su primera película, El despertar de las hormigas (2019), que participó en la sección Forum del Festival de Berlín, la directora Antonella Sudasassi Funiss (1986, Costa Rica) contaba una historia de emancipación de una joven que decide ser ella la que tome la decisión sobre los hijos que quiere tener. Esta podría ser una de las historias que se cuentan en Memorias de un cuerpo que arde (Antonella Sudasassi, 2024), que abunda en esa mirada a un pasado patriarcal y represor, en el que a las mujeres no se les estaba permitido acceder a sus propios deseos, siempre sometidas a la opresión de los matrimonios. La directora se define diciendo que "llevo el peso de ser hija de guerreras, de mujeres fuertes y valientes, pero también de mujeres maltratadas y mal queridas. Soy hija del patriarcado y nieta de la violación, el pecado más silenciado de todos". Y elabora un relato que surge de una conversación que afirma nunca haber tenido con sus abuelas, estructurándolo en una especie de documental-ficción en el que tres protagonistas maduras, Ana (68), Patricia (69) y Mayela (71) cuentan sus experiencias como mujeres a las que les fue negado el deseo y una sexualidad sana, en una época patriarcal en la que para casarse el padre tenía que firmarles un permiso. Los relatos, sin embargo, solo son voces en off, las caras no se muestran porque todavía sienten la vergüenza de poder hablar claramente de determinados temas, y así Ana, Patricia y Mayela son representadas por una sola mujer, la actriz Sol Carballo. La película se desarrolla únicamente en el interior de una casa familiar, que está llena de recuerdos en forma de fotografías y objetos antiguos, donde la cámara recorre las habitaciones y construye escenas en las que se mezclan el presente con el pasado, en el que la mujer joven es representada por Paulina Bernini Viquez.
Una de las mujeres afirma que "el tiempo es como una burbuja. Porque el tiempo no es lineal. Creo que los recuerdos ocupan cada vez más tiempo en mi vida". Ellas cuentan sus historias de la manera natural que les permite ser invisibles ante la cámara, subrayando la nula educación sexual que recibían en sus casas o en la escuela, una educación basada en el patriarcado, en la mujer como una representación sumisa ante los deseos del hombre: "Nos enseñaron que éramos culpables de muchas cosas, pero no nos enseñaron cómo sacudirnos esa culpa". Y en su narración comienzan a surgir las cuestiones más complejas, la violencia, el abuso, la violación. Una de ellas cuenta que cuando quiso confesar los tocamientos a los que era sometida por sus familiares, obtuvo una respuesta de culpabilización por ser demasiado provocadora: "Despertar esos instintos en su primo o en su tío. Es que es usted muy coqueta", le dijeron. La violencia doméstica se convierte en el secreto de quienes creen que su experiencia es única: "Una cree que es la historia de una sola, pero después se da cuenta de que es la historia de muchas". Mientras las relaciones sexuales son, de facto, violaciones en toda regla, sometidas a los momentos y las formas en que sus maridos deciden tener sexo.
En este relato poliédrico que circula entre el pasado y el presente igual que las imágenes recorren las distintas estancias de la casa, Memorias de un cuerpo que arde reivindica la recuperación del deseo, aunque la juventud haya pasado. Reclama que es posible asumir una sexualidad en la tercera edad con la libertad que nunca han tenido, lo que despliega una lectura mucho más amplia que la simple victimización de las mujeres. La película se refleja en la descripción del pasado para construir un presente en el que es posible ser dueñas de su vida sentimental por primera vez en sus vidas.
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Películas mencionadas:
Saint-Narcisse, Teorema, Salò, Los demonios y Génesis se pueden ver en Filmin.
Close se puede ver en Movistar+.
El despertar de las hormigas se puede ver en Filmin y Prime Video.
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