30 mayo, 2021

FCAT 2021 - Parte 1: Construir desde uno mismo


El Festival de Cine Africano de Tánger. FCAT llega a su mayoría de edad con una edición que, como el año pasado, es híbrida, entre las proyecciones presenciales en Tarifa y los visionados online de parte de su programación a través de la plataforma Filmin. Este año recupera sus fechas habituales, porque la pandemia obligó a retrasar la celebración del festival hasta el mes de diciembre de 2020, y cuenta con un presupuesto mucho menor que el de sus primeras ediciones, provocado por una cierta desidia de las instituciones públicas. A pesar de ello, el FCAT ha conseguido elaborar una programación muy interesante que se puede ver entre el 28 de mayo y el 6 de junio, con algunos títulos que han logrado recientemente premios en festivales internacionales, y que muestran la fortaleza del cine con raíces africanas, muchas de ellas apoyadas desde cinematografías europeas. En nuestras próximas crónicas repasaremos parte de esta programación que tiene películas muy recomendables.

HIPERMETROPÍA

Diez películas compiten en la que se puede considerar Sección Oficial del Festival. El director congolés Dieudo Hamadi saca a la luz las cicatrices del trauma nacional en su última película,  Downstream to Kinshasa (Dieudo Hamadi, 2020), que consiguió una Mención Especial en el Festival de Toronto y estuvo seleccionada en DOK Leipzig. Esta película de estilo verité, sombría pero reflexiva, da voz a los supervivientes de la Guerra de los Seis Días, que devastó la ciudad natal del director, Kisangani, en la República Democrática del Congo. La película ofrece suficiente información para contextualizar el derramamiento de sangre que estalló en el conflicto entre las fuerzas de Uganda y Ruanda. Una escena al comienzo lleva a Hamadi a un cementerio masivo donde él y otros caminan sobre los restos sin marcar de los residentes que comprenden algunos de los 1000 muertos (3000 kisanganianos más resultaron heridos en la masacre), y  observa las consecuencias a largo plazo de esas heridas. Downstream to Kinshasa, también conocida como En route pour le milliard, usa su poder de observación para dar fuerza a su comunidad.


La historia principal se centra en las experiencias de nueve supervivientes: Modogo, Sola, Gédéon, Old Jean, Bozi, Mama Kawele, Mama Bahinga, Mama Kashinde y el presidente Lemalema. Hamadi observa sus historias con una lente empática mientras regresan a la normalidad lo mejor que pueden, pero luchan con los costos de mantener prótesis para sus extremidades amputadas, así como con el dolor físico, emocional y psicológico que soportan. Incluso andar por caminos de tierra irregulares representa un desafío con las muletas tambaleantes y las prótesis. Hamadi sigue a los supervivientes como individuos y como colectivo para capturar la realidad cotidiana a la que el gobierno hace la vista gorda. El grupo tiene un proceso terapéutico en el que utilizan el teatro para liberar su dolor. Notablemente estilizadas, las escenas teatrales demuestran la resistencia del grupo y su negativa a guardar silencio. Este drama escribe el guión de su búsqueda de reparaciones.

Por un lado, Downstream to Kinshasa es una road movie, pero estos viajes a menudo se definen a sí mismos por el progreso. A pesar de ser una búsqueda circular, hay una sensación de progreso. Su viaje comienza y termina en el mismo lugar, un punto que Hamadi enfatiza al enmarcar la narrativa en torno a un plano a través de las polvorientas calles de la ciudad. A través del recorrido que inicia este grupo de víctimas hasta el Parlamento para que el gobierno cumpla con las indemnizaciones prometidas, encontramos un viaje que es moral, que recuerda el conflicto entre las víctimas y los cómplices de la guerra. La película, filmada de forma cercana, compartiendo las dificultades del trayecto, funciona bien en su ética de la justicia.

Ousmane Samassekou es productor del documental 
Zinder (Aicha Macky, 2021), que ha participado en Visions du Réel y CPH:DOX, pero también es director de The last shelter (Ousmane Samassekou, 2021), ganador del DOX:AWARD al Mejor Documental en CPH:DOX 2021. Esta película ofrece una mirada íntima a la Casa del Migrante de Cáritas en la ciudad de Gao (Mali) que es, como indica el título, un refugio para aquellos que están en plena trayectoria hacia un futuro que pretenden sea mejor. No hay un intento de hacer una descripción del funcionamiento de este hogar, ni de sus orígenes, sino que el interés del director se encuentra principalmente en introducir su cámara silenciosamente en el interior de este refugio y desplegar algunas de las historias que se dan cita allí, protagonizadas por jóvenes en su paso hacia otros países. 


Rodado con gran sensibilidad, el documental consigue momentos de gran intimidad con los protagonistas, se encuentra con las vidas cotidianas de quienes esperan una oportunidad para reiniciar su viaje, pero se detiene especialmente en la historia de Esther, una joven recién llegada que no quiere dar ningún dato sobre su familia porque está convencida de no regresar jamás a Burkina Faso. Al principio, no sabemos muchos detalles de su historia, pero solo la expresión de su rostro muestra un pasado difícil. Su aspiración es viajar a Argelia, el único lugar donde cree que se sentirá libre. La insistencia del coordinador de la Casa de Cáritas para que ella proporcione algún dato de contacto con su familia tiene como objeto informarles que se encuentra bien. Una situación de desconocimiento que el propio director afrontó personalmente cuando un tío suyo partió con destino a Alemania y nunca supieron nada más de él. 

Esther es la principal protagonista del documental, cuyo hermetismo emocional se va rompiendo conforme se desarrolla su estancia en la Casa del Migrante. Entre las secuencias de esa cámara invisible que se introduce en el refugio, entre reuniones en las que los coordinadores de Cáritas tratan de convencer a los emigrantes de que el exilio no es ninguna solución, o al menos de que sean conscientes de los peligros y las dificultades que también van a encontrar en Europa, el director muestra imágenes de ese desierto que es necesario cruzar para alcanzar su sueño. Un desierto árido, peligroso, desafiante. 

AFROSCOPE

Esta sección recoge miradas que reflejan problemáticas contemporáneas en los países africanos, que en muchos casos tienen que ver con el activismo. También proveniente de la última edición del CPH:DOX, y anteriormente presente en IDFA 2020, She had a dream (Raja Amari, 2020) adopta la famosa frase pronunciada por Martin Luther King para ofrecer un retrato personal de Ghofrane Binous, una joven activista de 25 años que, por su condición de persona negra, ha sufrido la discriminación en Túnez, y decide tomar partido iniciando una carrera política. Ella vive en un barrio de clase trabajadora donde todos los vecinos se conocen y presume de conocer las necesidades de los ciudadanos tunecinos de las clases más desfavorecidas, pero también reivindica la necesidad de dar un paso adelante en contra del racismo al que son sometidos algunos sectores de la población. 


A través de su trabajo para un partido político nuevo en las elecciones de 2019, la experiencia de Ghofrane Binous pone a prueba la capacidad de la sociedad tunecina para dejar a un lado el sistema bipartidista habitual y abrirse a propuestas diferentes. La cámara de la directora, más conocida por sus películas de ficción como Satin rouge (2002) o Corps étranger (2016), adopta el punto de vista de una mujer que lucha contra el racismo en Túnez que, curiosamente, tiene algunas de las leyes más progresistas en cuanto a la paridad de sexos, y posiblemente sea el país que más se benefició de las revoluciones de las Primaveras Árabes hacia una mayor democratización. Pero al mismo tiempo que parece vivir en los últimos años una cierta regresión ideológica, motivada por la incapacidad de los sucesivos gobiernos de mejorar la economía del país. 

El sueño de Ghofrane Binous es difícil de conseguir porque ella misma se enfrenta a una cierta actitud sexista en el propio partido en el que milita, en el que ocupa un cuarto puesto como candidata al Parlamento que, sin embargo, parece más una concesión de marketing, de cara a la galería, que una confianza real en sus capacidades políticas. En este sentido, She had a dream pone de manifiesto la hipocresía de este sistema paritario en el que, como comenta la directora, "hemos interiorizado actitudes coloniales donde el ideal es el hombre blanco".  

LA TERCERA RAÍZ

Las películas que forman parte de esta sección están producidas en Latinoamérica, pero son el reflejo de la descendencia africana, mostrando una perspectiva de la visibilidad e invisibilidad del negro en el continente americano. Presentada en el pasado Festival de Gijón, y ganadora de los Premios a Mejor Actor, Fotografía y Montaje en el Festival de Rio de Janeiro, Breve miragem de sol (Eryk Rocha, 2019) captura la esencia cambiante de la ciudad de Río a través de un relato sobre los encuentros nocturnos de un taxista. Paulo (Fabricio Boliveira), recién divorciado, comienza a conducir un taxi nocturno para pagar la manutención de su hijo Mateus de diez años. A medida que el sol comienza a ponerse sobre Río de Janeiro, Paulo se encuentra con una variedad de clientes pintorescos que entrelazan sus historias con la suya propia.

Tejiendo imágenes filmadas en las calles de Río de Janeiro con escenas ficticias de la vida cotidiana de Paulo, Breve miragem de sol es una crónica vanguardista e impresionista sobre un hombre (una ciudad) caminando hacia un futuro incierto. Eryk Rocha, hijo del clásico director brasileño Glauber Rocha, que estrenó en Visions du Réel su última película, el documental Edna (Eryk Rocha, 2021), ofrece en este caso un trabajo de cámara arriesgado, haciendo un uso efectivo de primeros planos y tomas desenfocadas no solo para capturar los matices del personaje, sino también para darle a la película un efecto alucinatorio apropiado para la existencia nocturna de Paulo.

La mayor parte de la película transcurre en el taxi de Paulo mientras recorre las calles de Río de Janeiro, a menudo en silencio, observando la ciudad. Esta falta de diálogo es una gran creadora de tensión, pero también afecta a veces al ritmo, provocando una cierta indefinición en el relato. Eryk Rocha utiliza la historia de Paulo para reflejar también la idiosincrasia de un país como Brasil abocado al desastre, a través de la violencia y a través de la llegada al poder de una ideología fascista. Paulo es Brasil. Brasil es Paulo. Y Río de Janeiro aporta el entorno que atrae y repele al mismo tiempo.  


29 mayo, 2021

Docsbarcelona 2021 - Día 12: Madres e hijos

Tras doce días de jornadas cinematográficas en torno al documental, Doscbarcelona concluye esta tarde con la ceremonia de clausura que tendrá lugar en Aribau Multicines de forma presencial. Una edición híbrida que ha confirmado un buen momento del cine documental a pesar de las complicaciones en algunos rodajes debido a la pandemia, pero que ha ofrecido algunos de los títulos más relevantes del panorama internacional, y que en el aspecto nacional ha mostrado la mirada cada vez más transfronteriza de los proyectos españoles. Estas "miradas inquietas", lema de esta última edición de Docsbarcelona, se han diversificado en temáticas diversas y muchas lecturas políticas, en la continuación de la transformación del mundo árabe y también en la repercusión del coronavirus en nuestra sociedad. Este es nuestro último repaso a las películas de la programación de Docsbarcelona.  

Nuestras próximas crónicas de festivales durante este mes se detendrán en el Festival de Cine Africano de Tarifa-Tánger. FCAT, que se celebra hasta el 6 de junio; en la segunda parte del Festival de Rotterdam, que tiene una continuación del 2 al 6 de junio y en el Sheffield Doc Fest, que tendrá lugar entre el 4 y el 13 de junio. 

LATITUD

Producida entre Colombia y Costa Rica, la película Objetos rebeldes (Carolina Arias Ortiz, 2020) traza un camino entre lo personal y lo antropológico, que fue seleccionado en IDFA 2020. De hecho, la directora del documental es antropóloga, pero inicia su recorrido a través de su regreso personal a Costa Rica, debido a la gravedad de un cáncer que sufría su padre. Esta necesidad de enfrentarse a la muerte conecta con una reflexión en torno a la memoria que está representada a través del trabajo de la arqueóloga costarricense Ifigenia Quintanilla, centrado en el estudio de las denominadas esferas, un conjunto de petroesferas precolombinas que están consideradas como una de las principales manifestaciones de la cultura antigua de Costa Rica. La referencia a estas piedras habla de la prevalencia del pasado, de la resistencia al olvido.


Rodado en un espléndido blanco y negro, aunque utilizando el color para mostrar las imágenes de archivo (en un interesante intercambio de la representación habitual del pasado y el presente), la película sin embargo, no consigue conectar adecuadamente esta vertiente personal y la referencia a la memoria. Porque la propuesta personal se representa principalmente a través de la voz en off de la directora, y transmite una sensación de conexión forzada con el resto de los elementos de la película. Resultan más interesantes las incursiones en la faceta arqueológica, más logradas las reflexiones sobre el pasado y cómo las esferas de piedra forman un conjunto de huellas arqueológicas que definen la personalidad de un país y su complicada relación con la memoria.

PANORAMA

El artículo 490 del Código Penal de Marruecos criminaliza las relaciones extramatrimoniales con penas de hasta un año de cárcel, pero son las mujeres las que están más expuestas en el caso de quedarse embarazadas, porque si acuden a un hospital pueden ser arrestadas. El colectivo Hors la Loi lanzó una campaña virtual llamada #stop490 con la que intenta que el gobierno elimine esta ley, al igual que otros movimientos pretenden la despenalización de la homosexualidad, pero la reforma del Código Penal está bloqueada desde hace años. En el documental Mothers (Myriam Bakir, 2020), que fue seleccionado para la Sección de Mediometrajes en IDFA 2020, la directora se centra en el trabajo de la asociación Oum Al Banine, fundada por Mahjouba Edbouche en Agadir, que da cobijo a madres solteras, marginadas por la sociedad. 


Mahjouba Edbouche plantea una reflexión sobre la compleja coexistencia de una cierta modernidad y el mantenimiento de las tradiciones, lo que da lugar a leyes como la 490: "En Marruecos tenemos un lío entre los derechos humanos, las tradiciones, la cultura, la sharia, la civilización, la globalización, internet, los móviles... No digo que sea malo. Pero es un cambio que debería haberse preparado durante 50 años para poder seguir la evolución por nosotros mismos". A través de varios casos concretos, ocultando la identidad de las jóvenes y de sus padres, quienes ofrecen su rostro delante de la cámara son las trabajadoras sociales de la asociación y la propia fundadora, que se presenta como mediadora entre las jóvenes y sus familiares. Ellas tienen miedo de la reacción de sus padres a su embarazo, y de alguna forma el entorno de la asociación permite un espacio de seguridad. 

El documental tiene algunas escenas en las que las emociones afloran, protagonizadas por unas jóvenes que se encuentran indefensas pero, sobre todo, aturdidas por una situación que las puede llevar a la cárcel. Porque, aunque se ha eliminado la obligación de los hospitales de solicitar el certificado de matrimonio a las embarazadas, en muchos de ellos hay médicos que siguen denunciándolas ante la policía. Falta, sin embargo, más información sobre ellas, un acercamiento más diversificado hacia los distintos frentes, porque no sabemos nada de las circunstancias de estas jóvenes. La existencia de la Ley 490 es un reflejo de la difícil coexistencia de la tradición con una aparente modernidad en la sociedad marroquí, y provoca incluso situaciones injustas para los propios hombres. Un abogado que colabora con la asociación aconseja a una joven que denuncie a quien la ha dejado embarazada: "Si no dices nada, te considerarán culpable. ¿Prefieres protegerlo como cómplice o defenderte como víctima? Decir que te violó, que te obligó a tener relaciones sexuales. Porque si no lo dices, creerán que escondes algo. Si estás embarazada sin estar casada, el tribunal te enviará a la cárcel acusada de prostitución". 

Estrenada en DOK Leipzig 2020, Children (Ada Ushpiz, 2020) es una película que plantea con mayor claridad de lo que suele suceder, la ambivalencia de la experiencia de los niños en medio de situaciones políticas o bélicas. En este caso, las protagonistas son tres niñas palestinas que viven en los territorios ocupados por Israel, y que representan la denominada "intifada de los cuchillos", una oleada de ataques contra los soldados israelíes llevados a cabo por niños que portaban cuchillos, surgida en 2016, que en muchos casos recibió una contundente respuesta de Israel, que provocó numerosas detenciones y algunas muertes. Una de estas atacantes es Dima, de doce años, que acaba de salir de la cárcel, y que es recibida por sus padres y un grupo de periodistas. Tanto unos como otros intentan que ella diga unas palabras, que hable sobre su estancia en la cárcel, pero Dima permanece en silencio, lo que achacan al trauma de las experiencias vividas.  


La sensación que tenemos como espectadores es que hay un intento de manipulación tanto por parte de los padres como de los periodistas, que incluso sugieren lo que Dima tiene que responder. Y esa situación de indefensión que experimenta la niña es una de las claves de la película. En la escuela, Dareen, de seis años, asiste a unas clases en las que se habla de patriotismo, mientras en la casa uno de sus hermanos mayores se queja de que los profesores no toman partido por la causa palestina. Por su parte, Janna, de once años, se ha convertido en una influencer en las redes sociales, filma los conflictos con soldados israelíes y ejerce una especie de periodismo adolescente. La reflexión surge constantemente a lo largo de un documental que muestra estas vidas sin infancia en medio de la ocupación israelí, de la presencia de soldados que a veces irrumpen en las casas, vidas sin infancia en medio de la constante tensión que protagonizan los adultos. 

El padre de Dareen ha colocado cámaras en su calle para observar los movimientos de los soldados israelíes, a los que se enfrenta a veces. Cuando ve que se produce alguna situación de tensión, sale de su casa para discutir con ellos, aunque parece que aprovecha el hecho de tener una cámara grabándole para intensificar su enfrentamiento con los soldados quienes, por otro lado, acuden a la violencia cuando no saben expresarse con palabras. Esta sensación de ambivalencia, de manipulación e intrusismo por ambas partes, es lo más interesante del documental, porque no es habitual encontrarlo. Curiosamente, el mismo padre que se enfrenta a los soldados mantiene un interesante debate con su hijo adolescente, defendiendo la convivencia entre israelíes y palestinos en el West Bank, mientras el joven, que solo ha conocido la ocupación israelí, tiene una actitud más beligerante contra los ocupantes. 

Pero esta sensación extraña que produce el visionado de la película, en la que es difícil tomar partido, es también el reflejo de una situación que resulta más compleja para los niños, cuyos pensamientos y acciones son constantemente contaminados por los mensajes que les inculcan los adultos. Y eso les convierte también a ellos mismos en manipuladores. Al principio del documental Dima defiende que ella no llevaba ningún cuchillo cuando la detuvieron, sino que los soldados israelíes lo colocaron en su mochila. Pero ese relato cambia cuando habla con una joven con la que compartió prisión. A lo largo de sus dos horas de duración Children consigue mostrar un mundo complejo de guerra, ocupación y política que destruye la infancia. 

CLAUSURA

Uno de los principales artistas israelíes que mantienen una postura en contra de la política israelí de ocupación es Dani Karavan, escultor de gran prestigio cuya obra se encuentra repartida en algunos espacios de Tel-Aviv como la Plaza de la Cultura o la White Square, pero también en países como Japón, Corea del Sur, Francia, Italia, Alemania o España cuya obra Passages - Homage to Walter Benjamin se encuentra en la localidad de Port-bou (Gerona). En el Camino de los Derechos Humanos, que creó en Núremberg, las veintinueve columnas de cemento presentan los artículos de la Declaración de los Derechos Humanos en treinta idiomas, que incluyen el yiddish y el árabe. El documental de clausura de Docsbarcelona Dani Karavan (Barak Heymann, 2020) acompaña a este nonagenario artista a través de algunas de sus obras más representativas. En realidad, es más adecuado el título original, High Maintenance - The life and work of Dani Karavan porque la personalidad de Dani Karavan le lleva a ocuparse (y a veces desesperarse) del mantenimiento de sus obras de arte, muchas de ellas con evidentes muestras de deterioro, y otras con una desidia por parte de los responsables (luces que no encienden, agua que no corre...). Es el artista enfrentado a la degradación de su obra. 


Los dos aspectos principales de la personalidad de Dani Karavan coexisten en el documental: por un lado, su capacidad de creación, su prestigio como escultor y autor de espacios espectaculares; y por otro, su condición de anciano algo cascarrabias, aficionado a las visitas médicas, exasperado incluso por la incultura del director del documental. Algunas de las situaciones de humor parecen forzadas y son algo discutibles, como cuando se habla de banalidades como el hecho de que la Plaza de la Cultura no tenga ninguna zona de sombra, porque en su búsqueda de la provocación minimiza la calidad de la obra de este artista. Sin embargo, aporta un sentido del humor que funciona en su contraste rotundo con otros aspectos más serios de la vejez, como el miedo al olvido y a la pérdida de la memoria, que Dani Karavan afronta con preocupación.

El escultor menciona su arte como político, haciendo referencia al Guernica de Picasso, y manifiesta su necesidad de expresión de su posición política, como cuando creó el muro en relieve que preside el Salón de Plenos del Parlamento de Israel, llamado "Pray for the peace in Jerusalem", que está tallado en piedra árabe. En el documental también se enfrenta a las dudas sobre la creación de una obra que homenajea a los polacos cristianos que ayudaron a esconder a judíos durante la II Guerra Mundial, que sin embargo es susceptible de ser instrumentalizada por el gobierno de Polonia para reescribir la historia, cambiando la percepción de los polacos durante la guerra, que en su mayoría colaboraron con los nazis. 

En su encuentro con uno de sus amigos, el director de cine Wim Wenders, Dani Karavan habla sobre su admiración por una naturaleza que parece diseñada, y que es su principal fuente de inspiración. El director se siente fascinado por las manos del artista: "Tus manos están llenas de sabiduría". High maintenance es un documental que celebra la obra del creador israelí pero también su personalidad vitalista, cuando alcanza ya los noventa años. Y el hecho de que Dani Karavan acceda a mostrar esos rincones desconocidos de su intimidad también le reivindican como ser humano. 



28 mayo, 2021

Docsbarcelona 2021 - Días 10-11: Llegar al final

Estamos ya en la recta final de Docsbarcelona, que se extiende hasta el domingo 30 de mayo pero que mañana sábado entrega sus galardones y proyecta de forma presencial y online la película de clausura, Dani Karavan (Barak Heymann, 2020), perfil cinematográfico del escultor israelí, que compitió en el Festival de Cine de Jerusalén. Nos resta sin embargo hablar de varias producciones que forman parte de sus programación. 

Pero también miramos hacia el recién inaugurado 18º Festival Internacional de Cine Documenta Madrid, que se celebra de forma presencial desde el 26 de mayo hasta el 6 de junio, y en formato online a través de Filmin a partir del 31 de mayo. El festival se inició con el estreno del cortometraje documental Patrick (Luke Fowler, 2020), otro perfil dedicado en esta ocasión a Patrick Fowley, artista gay pionero de la música electrónica en San Francisco. El legado que dejó, explorado en el cortometraje, se puede comprobar en la inclusión de sus composiciones en películas recientes como Palm Springs (Max Barbakow, 2020). A lo largo de la programación de Documenta Madrid se podrá ver también una interesante selección que incluye películas como All light, everywhere (Theo Anthony, 2021), ganadora de una Mención Especial en la sección F:ACT Award del CPH:DOX, el excelente Esquirlas (Natalia Garayalde, 2020), que consiguió un Premio Especial en la Sección Burning Lights de Visions du Réel; el divertido No táxi do Jack (Jack's ride) (Susana Nobre, 2021), que también pasó por Visions du Réel, o el muy premiado I comete - A Corsican summer (Pascal Tagnati, 2021), Premio Especial del Jurado en el Festival de Rotterdam. 

PANORAMA

En el año 2016 la comunidad internacional se sorprendió cuando aparecieron imágenes en YouTube que mostraban cómo era trasladado un árbol de 135 años de antigüedad por el Mar Negro. El destino de éste y otros árboles centenarios era la mansión de Bidzina Ivanishvili, un multimillonario georgiano que había sido primer ministro del país y que quería rodear su casa de estos árboles. El documental Taming the garden (Salomé Jashi, 2021), seleccionado en Sundance 2021, realiza una crónica de los trabajos de traslado de estos árboles que duraron dos años. Y el hecho de que para quienes encargaron estos traslados se tratara de un proceso complejo, casi de ingeniería, del que se sentían orgullosos permitió a las cámaras de la directora documentar buena parte de éste de una forma privilegiada. Pero el punto de vista de la película es completamente diferente. 


Salomé Jashi propone una mirada más cercana a la propia naturaleza, deteniéndose en los árboles más que en los obreros, mirándolos con cierta admiración por sus vidas centenarias, retratando las copas de los árboles mientras son arrancados de la tierra. De forma que construye un admirable tributo a la naturaleza y a su resistencia frente a los caprichos millonarios. Pero también están presentes las sorprendidas miradas de los campesinos, que ven cómo estos admirables árboles con los que han convivido desaparecen ante su vista. Se les ofrece una compensación irrisoria, pero ellos se preguntan por qué en vez de arrancar árboles no se gastan el dinero en construir una carretera que es necesaria. 

En su poética callada, en la contemplación de las imágenes sin entrevistas ni narración, Taming the garden es una película profundamente ecológica pero también profundamente política. A través de la migración forzosa de estos árboles se dejan caer pinceladas sobre la sociedad georgiana, sobre la concentración del poder en aquellos que tienen dinero, esos que no se preocuparán nunca por las necesidades de los campesinos. En su camino a través de la carretera hasta llegar a la mansión de Bidzina Ivanishvili, los grandes árboles necesitan espacio para avanzar, por lo que se decide talar todos los árboles que se encuentran en los márgenes del camino. Son las víctimas colaterales de un capricho. 

Lamentations of Judas (Boris Gerrets, 2020) es la película póstuma de su director, fallecido el año pasado a los 72 años tras una larga enfermedad, mientras trabajaba en el montaje final de este documental. El realizador holandés saltó al panorama internacional con el mediometraje People I could have been and maybe am (Boris Gerrets, 2010), que sedujo al triunvirato de grandes festivales de documentales: ganó el Premio al Mejor mediometraje en IDFA, el Premio al Mejor Director en Visions du Réel y una Mención Especial en Hot Docs. Luego llegaron otros trabajos destacados como Shado'man (Boris Gerrets, 2014) y Your mum and dad (Klaartje Quirijns, 2019), en el que ejerció como co-guionista. 


En su última película, Boris Gerrets regresa al continente africano a través de los soldados supervivientes del Batallón 32, un cuerpo de élite multirracial surgido de la descolonización de Angola, que realizaba incursiones militares para el gobierno sudafricano del apartheid. Era básicamente un grupo de soldados negros al mando de militares blancos que mataban a soldados y civiles negros. El Batallón 32, también conocido como Batallón Buffalo, se deshizo cuando Nelson Mandela accedió al poder, y sus integrantes fueron desterrados a Pomfret, una ciudad desértica en la que acabaron viviendo en la miseria. Aunque siguieron realizando trabajos como asesinos a sueldo, su avanzada edad ya les ha convertido en mendigos de sus propios recuerdos. 

El director reflexiona sobre el sentimiento de culpa elaborando una representación de la pasión de Jesucristo, convirtiendo a Judas el traidor en un reflejo de los integrantes del Batallón 32. Y se pregunta (les pregunta) sobre la contradicción de luchar contra su propia raza, sobre el concepto de traición y sobre la posibilidad del libre albedrío en el escalafón militar. ¿Podrían los soldados romanos que capturaron a Jesucristo haberse negado, o estaban obligados a cumplir las órdenes?. Los ex-soldados actúan como apóstoles, y tienen la conciencia de que uno de ellos es un traidor. El director establece un paralelismo con algunos momentos de la propia historia de los integrantes del Batallón 32, obligados a incorporarse a la disciplina militar cuando tan solo eran unos niños. 

Esta descripción del trauma y de las cicatrices de la lucha armada a través de una representación ficticia, mezclada con entrevistas a algunos de los ya ancianos ex-soldados recuerda a The act of killing (Joshua Oppenheimer, Christine Cynn, 2012), en su intento (en vano) de encontrar respuestas a la barbarie. La disposición de las entrevistas se asemeja a la de un interrogatorio: mesa aislada, vaso de agua, plano frontal, y en algunas ocasiones el interrogador tiene una cierta actitud enjuiciadora. Pregunta: "¿Siente que tiene el control de su vida?", Respuesta: "Si estas preguntas ya me hacen daño en el corazón, ¿cómo me sentiré cuando os cuente lo que he visto?". Los soldados, mercenarios, asesinos han sido verdugos y víctimas. La realidad es compleja. 

El intento de deserción del marinero lituano Simas Kudirka en noviembre de 1970, en medio de las negociaciones entre Rusia y Estados Unidos por el reparto de la pesca en Nueva Inglaterra, se convirtió en una de esas historias que parecen más sorprendentes que la ficción. En The jump (Giedrė Žickytė, 2020), ganador del Premio al Mejor Documental en el Festival de Varsovia 2020 y presentado en otros festivales como Ji.hlava IDFF 2020, se nos cuentan las vicisitudes del marinero, que tuvieron una repercusión internacional, y sobre las que se pronunciaron los presidentes de los Estados Unidos Richard Nixon y Gerald Ford, o el Secretario de Estado Henry Kissinger. Este es el tercer largometraje de Giedrė Žickytė, que ha sido productora de algunos documentales notables como The Earth is blue as an orange (Irina Tsilyk, 2020).


Hay dos elementos que juegan a favor de la película: el propio Simas Kudirka, un anciano lleno de vitalidad que narra sus aventuras como si estuviera contando una película de indios, y la estructura narrativa en tres actos, que se detiene primero en todo lo que rodeó al intento de deserción, después en su permanencia en prisión y los intentos de activistas norteamericanos por liberarle, y finalmente en el proceso para conseguir la nacionalidad estadounidense. Es por tanto un documental que utiliza con inteligencia la información y las entrevistas, en el que la directora dosifica bien las revelaciones para crear giros de guión propios de un thriller, y que nos contagia esa vitalidad de su protagonista. Pero hay un trasfondo más interesante que tiene que ver con la realidad del "sueño americano", con la aspiración a un lugar idílico que al final se revela como menos fascinante de lo que parecía. 

SESIONES ESPECIALES

Si The Capote tapes (Ebs Burnough, 2019) nos descubre reflexiones en torno a la personalidad del escritor Truman Capote, Truman and Tennessee: An intimate conversation (Lisa Immordino Vreeland, 2020) se detiene en la relación de amistad "con altibajos" que mantuvieron los dos grandes escritores. La directora, Lisa Immordino Vreeland, tiene ya experiencia en el retrato de personajes como el documental Diana Vreeland: La mirada educada (2011), dedicado a la reconocida editora de moda, abuela de su marido, o Peggy Guggenheim: Art addict (2015), pero sobre todo con I love you, Cecil Beaton (2017), su película con mayor reconocimiento internacional. Para establecer esta "conversación íntima", la directora utiliza textos escritos por los dos autores junto a imágenes de archivo de entrevistas en programas de televisión. Y realmente no se establece un diálogo directo entre ambos, porque de hecho hay pocas referencias del uno al otro, excepto cuando hicieron un viaje junto a sus respectivas parejas a Capri, o cuando la revista Esquire publicó el capítulo "Unspoiled monsters" de la novela Plegarias atendidas (1987), que Truman Capote dejó inacabada antes de su muerte. Tennessee Williams montó en cólera porque se vio reflejado en el personaje de Mr. Wallace, uno de los clientes de un servicio de gigolós. 


Por el contrario, lo que hace la directora es establecer una serie de temáticas paralelas entre los dos autores, creando un debate ficticio que está interpretado por las voces en off de Jim Parsons como Truman Capote y Zachary Quinto como Tennessee Williams, a través de textos o de cartas. Es una interesante propuesta que utiliza la obra y la vida de ambos para mostrar sus reflexiones en torno a la homosexualidad, la promiscuidad, el amor o la amistad. En este sentido, el documental se enfoca de forma muy notable en las vidas privadas de ambos escritores, aunque elaborando también un recorrido por su obra, pero el paralelismo se detiene sobre todo en cómo ambos afrontan las cuestiones más personales. Es inteligente la forma de vertebrar este paralelismo a través de dos entrevistas concedidas por cada uno de ellos al periodista David Frost, a través de las cuales se consiguen los momentos más llamativos del documental.

Pero también es espléndido el trabajo de montaje realizado por Bernardine Colish y la propia directora que saca partido de las imágenes de archivo y de los fragmentos de adaptaciones al cine de las novelas de ambos escritores, ante las que ambos muestran algunas decepciones. Dice Tennessee Williams que "la mayoría de las películas se hicieron durante una época de fuerte censura en los EE.UU. y había que cambiar los finales, algo que casi contradecía el significado de las obras. A no ser que hubieras visto la obra, no podías entender a través de la película de qué trataba. Así que siempre advierto a la gente que va a ver una película basada en una obra mía, que se salga cinco minutos antes del final". Truman Capote, por su parte, vio como sus sugerencias no eran atendidas para la adaptación de Desayuno con diamantes (Blake Edwards, 1961): "Marilyn Monroe era la actriz perfecta para el personaje. Pero Paramount me engañó y le dio el papel a Audrey Hepburn, aunque hizo un trabajo fantástico". El documental se beneficia de la personalidad de ambos creadores, construyendo una relación fascinante que mantiene el interés constantemente. Truman Capote y Tennesse Williams murieron con 18 meses de diferencia. La última vez que se vieron fue poco antes de la muerte del segundo. Al despedirse, Truman Capote le dijo: "Nos vemos en el paraíso". 

DOC-U

En España hay 1,7 millones de personas que tienen algún tipo de discapacidad, y 63.000 con discapacidad intelectual. Las consecuencias que el confinamiento debido al coronavirus ha tenido en estas personas, mucho más vulnerables a la cuarentena, se ha estudiado solo de forma parcial. En Dancing with Rosa (Roberto Muñoz Rupérez, 2021) las protagonistas son Rosa, suegra del director, y su hija Eva, con síndrome de Down que, a sus más de cincuenta años, ha visto afectado en parte su carácter y su personalidad por el hecho de no poder acudir a sus clases y estar encerrada en casa. Pero Rosa se enfrenta a la necesidad de encontrar una residencia donde Eva pueda tener los cuidados necesarios, porque a sus 84 años ya tiene más dificultades para cuidar a su hija. Es el drama de los miembros de la familia que deben cuidar a las personas dependientes, como también hemos visto recientemente en He's my brother (Cille Hannibal, Christine Hanberg, 2021). Para Rosa, su forma de refrescar la mente, mientras Eva duerme o está en el centro de educación, es visionar conciertos de los Bee Gees o de Neil Diamond, que le permiten aislarse de las preocupaciones por unos minutos. El documental, producido por La Casa del Cine, se acerca con admiración y con mimo a una mujer que ha sacrificado su vida por su hija, y es un emocionante homenaje a las familias con hijos dependientes.


Dolores Iturbe Arizcuren es una de esas mujeres que lucharon activamente por establecer un lugar digno para el género femenino en el trabajo. Sindicalista y anarquista, forma parte de esa lista de nombres que no están en las primeras páginas de los libros de Historia, pero cuya trayectoria vital es digna de admiración. En el cortometraje Dolores (Allison Figueroa Rojas, Elda Isavelina Ortiz Rivas, Martín Farías, 2021), que pertenece al Máster de Documental Creativo de la Universitat Autònoma de Barcelona, se reivindica la figura de esta activista desde los recuerdos de las imágenes de archivo. No hay mucha documentación audiovisual de Dolores, por lo que se opta por utilizar diversos recursos narrativos con imágenes de archivo de diferentes procedencias. Este aspecto visual es lo más interesante del cortometraje, con algunas ideas brillantes que expresan más que las palabras, pero se sostiene en un relato con voz en off en inglés que consigue justo lo contrario que la creatividad de las imágenes. Es un texto continuo, persistente, tedioso, que juega en contra de los hallazgos visuales, que boicotea las posibilidades creativas de la historia de una sindicalista que dio prestigio a la presencia de la mujer en las actividades anarquistas.


Otro documental que encuentra dificultades desde la narración textual es La ermitaña (Anna hanslik, 2020), que también forma parte del Máster de Documental Creativo de la Universitat Autònoma de Barcelona. En este caso, la necesidad de convertir un documental sobre una mujer que vive en soledad en la sierra de Montsat en una propuesta más ensayística proviene de la imposibilidad de rodar tal como estaba previsto, debido al comienzo del confinamiento. De forma que la directora tomó la decisión de utilizar imágenes grabadas durante solo tres días antes que el rodaje se interrumpiera, pero narrando una serie de reflexiones. La propuesta es interesante, y sobre todo encomiable la capacidad de reconstruir la idea original en algo completamente diferente. Se establece un paralelismo entre la soledad voluntaria de Montserrat, que sin embargo es una mujer extrovertida a la que le gusta conversar, con el aislamiento impuesto. Pero está más lograda la mirada hacia el personaje que la mirada interior, es menos sugerente el punto de vista en primera persona que el punto de vista en tercera persona. 


Palm Springs se puede ver en Movistar+.
The Capote tapesPeggy Guggenheim: Art addict se pueden ver en Filmin. 


26 mayo, 2021

Docsbarcelona 2021 - Días 8-9: Reivindicaciones

Continúa celebrándose el Festival Internacional de Documentales Docsbarcelona en formato híbrido, tanto presencial como online, con una selección de 37 largometrajes y 11 cortometrajes que se presentan en sus diferentes secciones, y bajo la premisa "Miradas inquietas", un encuentro con esa capacidad especial para captar historias diversas, tanto presentes como pasadas, en formatos a veces experimentales y otras usando los géneros tradicionales que están más cerca de la ficción. En esta crónica hablamos de retratos de artistas y de perspectivas diferentes de la sociedad moderna, de la reivindicación y de la protesta. 

PANORAMA

Kim Tschang-Yeul está considerado como uno de los artistas más importantes de una generación de creadores coreanos que surgió del exilio provocado por la Guerra de Corea de 1950. Durante su exilio en Nueva York y, principalmente, en París, desarrolló un estilo que se basó en la utilización de un solo motivo principal: las gotas de agua. Kim Tschang-Yeul falleció el pasado mes de enero, pero casi como representación póstuma de su obra artística fue el protagonista del documental L'homme qui peint des gouttes d'eau (Oan Kim, Brigitte Bouillot, 2020), dirigido por su hijo, que se presentó en Hot Docs 2021. El retrato que hace de su padre es el de una imagen enigmática, que provenía de un hombre que parecía siempre absorto en sus propios pensamientos, cuya comunicación con sus hijos fue parca en palabras. "Quien sabe, no habla; quien habla, no sabe", solía decir. Pero esta casi ausencia expresiva, que a veces se rompe con algunas anécdotas sobre su vida o algunos pensamientos igualmente enigmáticos, permite también la creación de un documental que se mueve entre el retrato biográfico y la búsqueda poética del interior del artista. 


Su infancia, en un pequeño pueblo del que nunca dice su nombre, coincide con la época turbulenta del dominio colonial japonés y la guerra de Corea, en la que fue obligado a participar como soldado comunista. De alguna forma, pareciera que esa ausencia de palabras proviene de su experiencia terrible en el campo de batalla, que describen sus hermanos, porque Kim Tschang-Yeul no solía hablar de ello, quizás atenazado por ese sentimiento de culpa de quien ha sobrevivido después de haber visto morir a sus amigos. La muerte adopta una presencia constante, también en su obra: "Pintar gotas de agua es borrar los recuerdos", dice, "todos los males y las angustias a través del agua. Para mí, pintar es un acto de consolación por el alma de los muertos". 

Utilizando su propia voz como elemento de narración o de reflexión sobre la obra de su padre, Oan Kim consigue crear un documental que tiene algo de esa abstracción que abrazó Kim Tschang-Yeul como pintor cuando residía en Nueva York, alejándose de los movimientos artísticos más conservadores. Las gotas de agua que caracterizan su obra, a partir de los años ochenta fusionadas con la caligrafía tradicional coreana, tienen muchas interpretaciones, pero todas ellas conectan con las cicatrices emocionales del pasado: "Si fueran lágrimas", reflexiona Oan Kim, "serían de una tristeza abstracta, genérica y sin objeto". El documental también es un recurso para la comunicación entre padre e hijo, un puente creativo que intenta establecer la conexión que, aparentemente, no parece existir, pero que poco a poco se va haciendo más transparente. Es un acercamiento íntimo, que parece esconder también una profunda admiración y, posiblemente, un anhelo de haber podido compartir momentos más cercanos. Podríamos decir que The man who paints water drops reflexiona sobre la forma de conocer los sentimientos más profundos de las personas cercanas, de los traumas que han marcado sus vidas, aunque no haya una expresión abierta, aunque no exista un deseo explícito de compartirlos. 

El mundo visto desde un espacio de escasos 2 metros. La vida delante de un quiosco de prensa, de esos que cada vez se ven menos en las grandes capitales y ya prácticamente no existen en las poblaciones más pequeñas. Esa es la propuesta de Le kiosque (Alexandra Pinelli, 2020), que fue estrenado en Sheffield Doc/Fest 2020, cuya directora ha conocido desde niña este espacio en el que han trabajado cuatro generaciones de su familia. Ya en la recta final de la vida laboral de su madre, Alexandra Pinelli decide convertirse en parte de ese reducto estrecho de 2 metros y contemplar el exterior desde ese punto de vista, a través de una pequeña cámara colocada en su cabeza. Este quiosco se convierte en el espacio protagonista, por delante del que pasa la vida y a veces se detiene en forma de personajes singulares, de inmigrantes sin papeles, de ancianas cansadas, de indigentes que pierden constantemente su gato, de funcionarios machistas...


Le kiosque es un documental encantador, sencillo pero al mismo tiempo lleno de reflexiones sobre nuestra sociedad. Ese microcosmos habitado por algunos de sus clientes habituales, se ve obligado a afrontar el cambio decisivo de las nuevas formas de comunicación, con la bancarrota de la gran empresa de distribución de prensa en Francia. Ese lugar que ya solo puede mirar al pasado, porque el futuro no existe; el espacio de los periódicos en papel, de los coleccionables inacabables, de las revistas del corazón, de las publicaciones pornográficas que se ocultan entre los suplementos... Esa anacronía convertida en punto de venta que igual también sirve para guarecerse de la lluvia. Se revela asimismo como un espacio habitado principalmente por mujeres: la madre, que después de veinticinco años necesita una retirada a tiempo; y la hija, convertida en directora de su propia historia. Y en el que se habla también de mujeres, de su papel en la sociedad, de su impronta fundamental en esa pequeña intrahistoria que se ha visto reflejada en los medios de comunicación.

SESIONES ESPECIALES

Entre el 30 de septiembre y el 1 de octubre se celebró la iniciativa Llum i Llibertat, que consistía en iluminar las ciento treinta y una agujas del macizo de Montserrat con otras tantas luces que representaban a los 131 presidentes que ha tenido la Generalitat de Catalunya. Se trataba de un acto de reivindicación de la independencia de Cataluña y contra los procesos judiciales abiertos contra políticos catalanes que promovieron la desobediencia frente al gobierno central español. Este acto fue organizado por la asociación Artistes de la República, la Asamblea Nacional Catalana de Manresa y la Federación de Entidades Excursionistas de Cataluña, con el apoyo de Òmnium Cultural, y contando con la presencia del ahora expresidente de la Generalitat Quim Torra, inhabilitado por el Tribunal Supremo para cargo público desde septiembre de 2020. 

Los organizadores de este acto también querían dejarlo reflejado en un documental que ahora se estrena bajo el título Llum i Llibertat (Ángel Leiro, 2021), que acompaña y entrevista a algunos de los más de 500 participantes que escalaron la montaña para dejar encendidas las luces por la libertad y la independencia. Se trataba por tanto de un acto político y estamos ante una película también política, casi de consumo interno, pero con una evidente mirada internacional, cuya propuesta principal es la de establecer la unidad de muchos catalanes que aspiran a conseguir la independencia. El director Ángel Leira decía en la presentación del documental que "me es muy difícil saber cómo reaccionará el público. Supongo que a la gente independentista le encantará y la gente unionista ni lo valorará. Nosotros hemos intentado que no fuese un panfleto político". 


Ciertamente, el enfoque más humano, más centrado en las personas que sintieron la necesidad de participar en esta actividad, huyendo de la participación directa de representantes políticos, que podría haber sido una opción, consigue que Llum i Llibertat no se reciba como un proyecto exclusivamente ideológico, sino como una representación de una libertad de expresión que se muestra a través de la fusión entre la reivindicación y el arte, donde la música también está presente, con la participación de la violonchelista Gemma Abrié, que escaló la montaña cargando su instrumento para interpretar música en una de las cimas. Este sentimiento independentista es una realidad que solo puede entenderse si se escucha a quienes la expresan. "Eso me gustaría saber a mí. ¿Para qué sirve esto?", dice Marc Antoni Malagarriga-Picas, de Artistes de la República. "Supongo que es una inyección, una semilla de esperanza..., de fuerza y de moral de larga duración. Es una cosa que se queda dentro y que va saliendo a lo largo del tiempo". Es una buena definición del sentimiento independentista catalán, que a veces lanza un grito y otras solo susurra, pero que en definitiva es una voz que permanece siempre latente. 

DOC-U

Junto al río que atraviesa La Seu d'Urgell, un pequeño pueblo del pirineo de Lleida, Pedro recuerda que uno de sus amigos se tuvo que lanzar con su coche para escapar de la policía. Se trata de una población tranquila, como el propio Pedro, que pasa el tiempo con sus colegas, pero que quiere ganarse un sobresueldo siguiendo los pasos de quienes se dedicaban al contrabando. Els hereus (Sergi Wakefield, Isabel Mier, David Torner, 2021), producido por Blanquerna. Universitat Ramon Llull, acompaña a uno de estos herederos del pequeño contrabando que le permite ganar un dinero extra, y que se ha establecido ya como una alternativa laboral. "Lo importante es que no te lo gastes todo en putas y en drogas", dice Pedro. Lleva veintidós cajas en su primera operación de contrabando de tabaco, amparado por la noche pero con el miedo de ser descubierto por los mossos. La cámara está presente en un proceso aparentemente sencillo, pero no por ello menos peligroso, que consiste en recoger, transportar y depositar. Pero también a veces se hace cómplice del protagonista, transmite la curiosidad que despiertan algunos detalles de esta actividad. En sus trece minutos, es un documental conciso, bien estructurado, que deja para el final la realidad del trabajo como contrabandista. 


En Animal salvatge (Maria Besora, 2020), una producción de la Escuela Superior de Cine y Audiovisuales de Cataluña (ESCAC), que también participó en la programación del D'A Film Festival, la protagonista es Janira, una niña de tres años que vive en una granja donde ha establecido un vínculo especial con los animales que, sin embargo, parece influir en su percepción del mundo de los adultos. Se establece así una conexión muy cercana que la hace especialmente sensible (llora cuando una cabra se queja de dolor mientras le están curando una herida, o cuando una oveja se pierde y no consigue encontrarla...). La directora se acerca a este mundo especial de Janira con delicadeza, con una cámara cercana y cierto aire poético, que captura un entorno que parece mágico. Pero también capta ciertas señales de alarma que reciben los padres cuando en la escuela les advierten que Janira tiene dificultades con el lenguaje. Esta ambivalencia en el comportamiento de la niña se nos muestra en planos más próximos cuando se enfoca en ella, y más lejanos cuando lo hace en el mundo adulto. Janira se convierte así en un personaje que vive una realidad diferente, que se apega a un mundo salvaje como si no quisiera dejar escapar la sensación de que su niñez está ligada a él. Es una historia compleja filmada con gran belleza. 


La crisis del sindicalismo obrero ha sido tratada últimamente en varios documentales, entre ellos El año del descubrimiento (Luis López Carrasco, 2020), y también es el tema central del cortometraje A cambio de tu vida (Aurora Báez, Clara López, Sebastián Ramírez, Olatz Ovejero, 2021), que forma parte del Máster en Documental Creativo de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) y estuvo seleccionado en el Festival de Cortometrajes de Huesca 2020 y Zinebi 2020. La explosión que tuvo lugar en el mes de enero de 2020 en la Petroquímica de Tarragona, en la que hubo tres muertos y siete heridos, provocó que en febrero se convocara la primera huelga general, que reivindicaba más seguridad y menos precariedad laboral. Aunque la huelga estaba convocada por los principales sindicatos, el ambiente entre grupos de trabajadores era de incredulidad hacia las negociaciones que podían llevar a cabo estos sindicatos, cobijados bajo el paraguas de las administraciones públicas, como una especie de letargo reivindicativo provocado por las subvenciones que reciben cada año. Es un sentimiento de desencanto generalizado, pero que también revela con transparencia la desunión de los trabajadores, de la cada vez más difícil posibilidad de apoyar todos juntos una lucha sindical con un objetivo concreto. Y aunque el planteamiento del documental es claro, no resulta demasiado conciso, alargado en exceso en algunas discusiones entre trabajadores y la policía. Pero refleja una realidad que se manifiesta a través del fracaso de la presión sindical cuando las condiciones de trabajo son cada vez más inestables. 



24 mayo, 2021

Docsbarcelona 2021 - Días 6-7: Contra el olvido

Continuamos nuestras crónicas dedicadas al Festival Internacional de Documentales de Barcelona, Docsbarcelona, que se celebra en formato híbrido hasta el 30 de mayo, con proyecciones presenciales y también en formato online a través de la plataforma Filmin, aunque la sección Panorama no está disponible de forma gratuita para los suscriptores, una fórmula que tampoco se entiende demasiado, teniendo en cuenta que éstos ya pagan una cuota mensual. Este formato, una especie de pago doble que parece inspirado en la práctica llevada a cabo por las plataformas de las grandes productoras, cuyos estrenos tiene un coste adicional a la cuota de servicio, ya provocó este año una reducción notable en el número de espectadores online del D'A Film Festival, y sin duda es contraproducente para los propios festivales. 

Esto supone, en realidad, una confirmación de que muchos festivales de cine no han sabido aprovechar las circunstancias especiales que ha supuesto el confinamiento para proponer fórmulas diferentes de difusión de sus propuestas. En vez de repensar el formato de los festivales, hay un sensación de que la "vuelta a la normalidad" supondrá el regreso también al formato tradicional, la simple conformidad con ser un espacio de difusión local en vez de una verdadera plataforma internacional. Pero, como hemos comentado en anteriores ocasiones, y como se ha demostrado, por ejemplo, con la industria musical, hasta que no se asuma una transformación radical no se comenzará a caminar hacia un futuro más realista. 

PANORAMA

Inmersos en una búsqueda casi obsesiva por encontrar el éxito de sus películas en el mercado chino, hasta ahora un intento fracasado con títulos como Mulan (Niki Caro, 2020) o Raya y el último dragón (Don Hall, Carlos López Estrada, Paul Briggs, 2021), y próximamente con Shang-Chi y la leyenda de los diez anillos (Destin Daniel Cretton, 2021), Hollywood encabeza un intento de los Estados Unidos por mantener una cierta cordialidad con las autoridades de China para no enturbiar el acceso a su ingente mercado. El hecho de que el Festival de Sundance 2021 no haya seleccionado ninguno de los recientes documentales producidos en Hong-Kong que siguen siendo pantallas de difusión de las protestas estudiantiles en la antigua colonia británica parece significativo. En CPH:DOX pudimos ver el muy interesante When a city rises (Cathy Chu, Iris Kwong, Ip Kar Man, Huang Yuk-Kwok, Evie Cheung, Han Yan Yuen, Jen Lee, 2021), y en Hot Docs se estrenó Faceless (Jennifer Ngo, 2021), mientras que el documental Inside the red brick wall (Hong Kong Documentary Filmmakers, 2o20) recibió el Premio al Mejor Montaje en IDFA 2020. Sundance, consciente o inconscientemente, se alinea con el blanqueamiento de la información en torno a China, como una plataforma para no molestar demasiado mientras se trabaja en la seducción de un mercado millonario. 


Sin embargo, esta última película es un reflejo contundente de la persecución a la que han sido sometidos los estudiantes organizadores y participantes de las protestas contra las imposiciones chinas en una sociedad que, tras la descolonización de Gran Bretaña en 1997, se ha enfrentado a un intento de control por parte del gobierno chino, que no ha respetado la autonomía que  prometió. Pero el título hace una referencia concreta al asedio que sufrieron miles de estudiantes que se refugiaron en la Universidad Politécnica de Hong Kong en noviembre de 2019. La policía rodeó el edificio de ladrillos rojos durante 13 días ante la resistencia de los estudiantes a abandonarlo, temiendo las detenciones y represalias. El documental muestra las grabaciones realizadas por numerosos estudiantes cuando ya los periodistas habían cubierto el asedio, y ofrece una mirada enérgica, contundente, al interior de un espacio que sufrió un cerco propio de una guerra. 

El hecho de mostrar las imágenes desde dentro también deja ver la desorganización de los propios estudiantes, sin representantes claros, y por tanto sometidos a las decisiones tomadas por quienes eran más activos o disponían de un altavoz para transmitirlas. Por otro lado, la utilización de las redes sociales sirvió para mantener el contacto con los manifestantes que se encontraban en el exterior y para transmitir a través de internet lo que estaba ocurriendo, demostrando (como hemos visto recientemente en otros documentales), que la llegada de las nuevas tecnologías ha eliminado la impunidad de las fuerzas del orden, exponiendo sus estrategias y su violencia. No hay entrevistas, ni narración, ni información adicional, solo una recopilación de imágenes que sin embargo están estructuradas de forma magistral, elaborando un relato coherente y fácil de seguir. 


Pero quizás es necesario cierto contexto en torno a los hechos posteriores al asedio, especialmente cuando llegan a la PolyU un grupo de profesores que quieren servir como mediadores para que los jóvenes puedan salir y regresar a sus casas. Afirman haber hablado con la policía y lo único que piden es que se dejen hacer una fotografía y una fotocopia de su identificación, asegurando que no serán detenidos. Una de las activistas les responde: "¿Y mañana qué va a pasar?". Esta desconfianza por parte de muchos estudiantes se ha demostrado con el paso del tiempo que estaba justificada, porque estos profesores en realidad colaboraron con la policía para garantizar la identificación de los organizadores. Desde que el asedio terminó en 2019, se han producido 9.000 arrestos de estudiantes y todavía en 2021 siguen abiertas las investigaciones. 

Queda un cierto sabor amargo después de ver Inside the red brick wall, porque permanece una duda sobre si realmente sirvió de algo parapetarse en la Universidad, sobre si los anhelos por cambiar las cosas y no dejarse manipular tienen una resolución significativa, sobre si la violencia al final acaba superando a la negociación. Esa imagen de los dos estudiantes que permanecen en las escaleras de la PolyU dudando si subir y continuar la lucha o bajar y rendirse, nos deja un sentimiento de desolación, un desengaño y una impotencia que refleja la construcción de una sociedad opresora que parece como esos molinos de viento contra los que arremeter solo puede desembocar en una terrible derrota.    

Presentada en la Giornate degli Autori de la Mostra de Venecia 2020, To the moon (Tadhg O'Sullivan, 2020) es un trabajo experimental que muestra la fascinación por la luna desde distintas épocas y distintas culturas. El director irlandés compone un mosaico de imágenes que provienen de archivos cinematográficos de 25 países, que incluye escenas de películas de Maurice Tourneur, Fritz Lang, Satyajit Ray, F.W. Murnau, Alice Guy-Blaché o Petr Wigl,  junto a textos de autores como James Joyce, William Shakespeare, Samuel Beckett, Philip Levine o Fyodor Dostoyevski  y composiciones musicales de Anton Dvořák, Bobby Krlic, Amanda Feery, Richard Wagner o Claude Debussy. Es decir, se trata de un trabajo que reúne cine, poesía, literatura y música en torno al poder de atracción emocional que tiene la luna. El director también coordinó a un equipo de directores de fotografía en numerosos países que grabaron tomas de la luna para incluirlas en la película. 


Se trata por tanto de un trabajo monumental en cuanto a la conjunción de todas estas fuentes de material, que sin embargo se muestran generalmente bien cohesionadas. Tadhg O'Sullivan decide unificar todas las escenas en un solo formato de 4:3, de forma que en muchas ocasiones no es fácil distinguir qué es material preexistente y cuáles son las escenas grabadas en la actualidad. De hecho, la mayor parte del material de archivo es anterior a los años ochenta, lo cual le otorga un cierto carácter de excavación arqueológica a la fusión entre tan diverso material. En este sentido, se trata de una película que consigue establecer un nexo de unión visual que la convierte en una especie de ensoñación, como un dulce fluir melancólico en una noche de luna llena. No obstante, no ejerce ese poder de fascinación que pretende, enturbiado por una sensación de aleatoriedad en algunos bloques, y porque no consigue evitar algunas representaciones tópicas, como el uso del "Clair de lune" de Claude Debussy. 

Estamos ante una celebración de ese astro enigmático y mágico que despierta tantas interpretaciones filosóficas, que resulta más atmosférico que incisivo en su exploración de los temas que suscita la imagen de la luna. Y al final hay una sensación de letargo que en realidad esconde un viaje que no encuentra del todo su destino.  

LATITUD 

El documental Cuban dancer (Roberto Salinas, 2021), que ganó el Premio del Público en el Festival de Cine de San Francisco, marca un claro paralelismo entre la historia del joven Alexi, que estudia en la Escuela Nacional de Ballet de La Habana, y el bailarín cubano Carlos Acosta, protagonista de la película Yuli (Icíar Bollaín, 2018), sobre todo cuando su familia, aprovechando la apertura de relaciones con Cuba iniciada por Barack Obama, consigue visas para viajar a Miami, donde se encuentra desde hace años su hermana. La resistencia de Alexi a este cambio radical, a lanzarse al vacío de comenzar desde cero cuando en Cuba ya viene desarrollando una progresiva evolución como bailarín, es el momento de ruptura emocional de la película. El director Roberto Salinas comentaba en la presentación en Visions du Réel 2020 que "sabíamos que la familia estaba esperando la obtención de visas durante mucho tiempo, unos ocho años. Entonces hubo esta pequeña apertura entre Cuba y Estados Unidos que trajo la administración Obama y consiguieron la visa". Pero Cuban dancer evita los cuestionamientos directamente políticos. "Durante el montaje nos preguntamos si era necesario ocupar demasiado tiempo en abordar cuestiones que ya son conocidas.", dice el director italiano. "Todos sabemos cómo son las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Todos sabemos qué clase de presidente era Barack Obama y qué clase de presidente era Donald Trump. No estoy mostrando toda la información, pero estoy ofreciendo los suficientes elementos como para conectarlos". 


Cuban dancer es un documental que pretende ser básicamente humano, y que tiene la fortuna de encontrar unos protagonistas cuyas vidas parecen escritas para una película. El proceso de rodaje fue largo, pero la historia se va construyendo a base de una empatía especial con Alexi, pero también con el resto de su familia, especialmente sus padres. En algún momento el espectador puede pensar que la decisión de salir de Cuba es egoísta teniendo en cuenta que su familia ha apoyado en todo momento la formación como bailarín de Alexi, pero poco a poco entendemos la necesidad vital de emigrar. Y, aunque evita entrar en cuestiones políticas de forma explícita, se echa en falta una equidistancia en la presentación de la información. Por ejemplo, se menciona que los padres de Alexi tienen que trabajar para poder pagar los estudios del joven en Estados Unidos, pero no se compara con la Escuela Nacional de Ballet de La Habana, que es gratuita, como todas las instituciones educativas cubanas. 

A lo largo del documental se desarrollan una serie de números de baile que están coreografiados por Laura Domingo Agüero, que también es co-guionista, una fórmula habitual en este tipo de documentales, pero que consigue momentos de gran belleza. Cuban dancer es la historia del desarrollo personal de un joven y su intención de cumplir sus sueños. Y en este sentido, sin demasiada profundidad pero con una especial facilidad para construir una narración dinámica, el director Roberto Salinas consigue vislumbrar una mirada honesta hacia el esfuerzo y el pundonor. 

DOC-U 

Producido por la Escola Superior Politècnica de Mataró (ESUPT), Anónimo (Manu Roma, 2021) presenta a tres hombres de diferentes edades que practican el cruising en distintas zonas de Barcelona. Su visión del sexo esporádico en lugares públicos difiere también, quizás por la edad pero posiblemente más por la propia forma de acceso a esta práctica de seducción que tiene un objetivo casi exclusivamente sexual. Uno de ellos se define como heterosexual, pero al que le gusta practicar el cruising de vez en cuando. En una sociedad en la que las redes sociales de contactos han sustituido en buena medida al sexo esporádico buscado en los parques o en los servicios públicos de unos centros comerciales, estas diferentes formas de acercarse a los encuentros en persona, en los que el anonimato se esconde tras los arbustos, parecen sacadas de otras épocas. 


En el parque de Montjuïc, la noche es cómplice de los paseos en busca de sexo, que practican sobre todo los extranjeros que visitan Barcelona, mientras que en los servicios públicos de hombres del Centro Comercial Las Arenas, las miradas se cruzan en forma de invitación al deseo. El director utiliza la imagen en blanco y negro, que le permite tonalidades de claroscuro que enfatizan esta idea del anonimato, de la oscuridad en la que se esconde la práctica sexual. Aunque a veces el sexo no es el objetivo principal, como confiesa otro de los hombres, al que le atrae más el morbo, el juego de seducciones y de contactos eróticos, la idea de mantenerse alerta para no ser descubierto, la clandestinidad de lo que está prohibido. 

A lo largo de seis minutos, Te llamo para... (Sofia Iribertegui, 2021) muestra imágenes del interior de una habitación, el contraluz de la ventana o la luminosidad borrosa de las luces de la ciudad, mientras escuchamos las llamadas de Nelson, un operador que trata de vender por teléfono una oferta de móviles. La respuesta de los potenciales clientes sin embargo, muestra cierto desprecio, aunque tampoco son insultantes, lo que provoca que Nelson se muestre cada vez más malhumorado. La ambivalencia del acoso del marketing que sufren los receptores de las llamadas, frente a la displicencia que recibe el vendedor, revela también un sistema laboral que explota a los trabajadores para que ellos exploten a su vez a los clientes, y en el que las víctimas son tanto unos como otros, que se convierten en contendientes enfrentados por una oferta comercial. "Necesito vender", expresa con desesperación Nelson frente a las llamadas vacías, mientras señala en el formulario la opción "No colabora". Hay sencillez en la propuesta de esta producción de la Escola de Cinema de Barcelona (ECIB) pero profundidad en su subtexto. 

El cortometraje Dores (Coral Piñeiro, 2021), producido por la Universidad de Santiago de Compostela (USC), aborda la memoria histórica a través de la descripción de los once campos de concentración que existieron en Galicia durante la Guerra Civil y la posguerra, a los que llamaban "as 11 portas do inferno". Santa María de Oia albergó a más de 3.000 prisioneros, Lavacolla a más de 2.000, Cedeira a más de 1.000, Muros a 800 presos, Rianxo a más de 2.000, Pobra do Caramiñal a más de 1.000, A Guarda a más de 2.000, Padrón a 1.700 y la Illa de San Simón a más de 5.000. De estos edificios casi no quedan vestigios, y muchos han quedado en el olvido. Precisamente esta reinterpretación de la historia que consiste en olvidar (ocultar) es el tema principal de este documental. Galicia siempre ha sido considerada como una zona que no sufrió la guerra directamente porque no hubo enfrentamientos bélicos. Se ha transmitido como un hecho histórico que no murieron muchos prisioneros fusilados, pero no se menciona a aquellos que murieron de hambre o por las condiciones de insalubridad de estas prisiones. 


Al campo de concentración de la Isla de San Simón se la llamaba Colonia Penitenciaria del Lazareto de la Isla de San Simón, una definición que refleja esta Historia manipulada, escrita por los vencedores para maquillar la realidad. Quedan todavía los testimonios de los presos, ahora ya solo expuestos a través de sus descendientes. En un mismo pueblo, los nietos de los dos bandos se enfrentan al pasado: el tío abuelo de Susana Sánchez formó parte de la cuadrilla que asesinó al tío abuelo de Tino Cordal en Cambados. "Los familiares de los asesinos no tenemos culpa, pero sí creo que tenemos una responsabilidad", dice ella. Hay una ruptura de la cuarta pared, una especie de desdramatización de la historia, que resulta algo extraña, y que nos distancia como espectadores en vez de acercarnos. Pero el cortometraje está rodado con una solidez formal que refuerza su calidad narrativa. "En Galicia no hubo Guerra Civil, en Galicia los falangistas controlaron todo en apenas tres días, pero aquí hubo miles de asesinatos, hubo campos de concentración, donde se torturó y se mató a gente...". Esa transición promovida como modélica se ha revelado posteriormente como un instrumento del olvido, al que los testimonios orales tratan de combatir.  


Mulan y Raya y el último dragón se pueden ver en Disney+. 
Yuli se puede ver en Netflix.