22 mayo, 2021

Docsbarcelona 2021 - Día 5: El tiempo pasa, el tiempo pesa

En esta quinta jornada de Docsbarcelona, en la que no hay presentaciones de películas, nos acercamos a algunos títulos que ya han recibido el reconocimiento en festivales internacionales, como el Premio a la Mejor Dirección en Sundance o el Premio Especial del Jurado en Visions du Réel. También comenzamos a comentar los cortometrajes que forman parte de la sección DOC-U, que está dedicada a producciones documentales realizadas por alumnos de diferentes escuelas de cine del territorio español. 

PANORAMA

A poco que un espectador se introduzca en las más recientes historias documentales que se seleccionan en los festivales de cine, parece más clara la idea de que el Estado Islámico no se sostiene realmente en una ideología o una creencia religiosa, sino que ha ido derivando hasta convertirse en una mafia que intenta mantener un estado de esclavitud que le reporta beneficios económicos. Las esclavas sexuales del Daesh se denominan "sabayas", y son mujeres (en muchos casos niñas) secuestradas para servir como objetos de venta durante el resto de sus vidas. Cuando en el documental Sabaya (Hogir Hirori, 2021) vemos el rescate de una niña de siete años que ha sido escondida en el campo de refugiados de al-Hol, en el Norte de Siria, y que fue secuestrada cuando tenía tan solo dos años, la sensación que produce es estremecedora. 


La película, que logró el Premio a la Mejor Dirección en Sundance, el Premio del Jurado en Hong-Kong y el Premio al Mejor Documental en Moscú, se centra en las mujeres yazidíes del Norte de Iraq que fueron secuestradas por el Daesh en su cruzada contra las minorías étnicas y religiosas. Pero, tras la derrota del Estado Islámico en algunas regiones, muchas de ellas sin embargo permanecen escondidas en campos de refugiados para que se mantenga su condición de esclavas susceptibles de ser vendidas. Una organización yazidí sin ánimo de lucro se dedica a infiltrar a mujeres en los campamentos para intentar averiguar la ubicación de las secuestradas y rescatarlas. El director Hogir Hirori, sueco de nacimiento iraquí, acompañó con su cámara a algunos de estos rescates, la mayor parte ocurridos durante la noche, para evitar una respuesta violenta. 

Aunque el Estado Islámico ha sido derrotado en buena parte de Siria, sus vestigios siguen estando presentes después de las guerras. "Les hemos vencido militarmente, pero aún queda la ideología", dice uno de los activistas que, pistola en mano, protagoniza estos rescates. Hay una cierta normalidad esquemática en el trabajo de esta ONG, recibiendo constantemente mensajes desde las infiltradas en el campo de refugiados de al-Hol, hasta que consiguen contactar con algunas de las secuestradas y el mecanismo se pone en marcha para iniciar el rescate. Pero éste no supone un final estrictamente feliz: algunas mujeres que han tenido hijos con miembros del daesh son separadas de éstos, porque la ley yazidí no permite los niños con padres musulmanes. De forma que se establece también una cierta ambigüedad en la liberación de estas esclavas. 

El director logra transmitir la tensión de estas acciones de rescate, incluso con la utilización de cámaras ocultas que llevan las mujeres infiltradas, pero que en realidad tienen la finalidad de subrayar la atmósfera de thriller, más que aportar información adicional. Cuando una de las mujeres rescatadas comenta que, a lo largo de su vida, ha sido vendida a doce hombres diferentes, la realidad de esta esclavitud que pretende ser para siempre se hace palpable. Sabaya es un documental emocionalmente duro y formalmente bien elaborado en la construcción de una narración que a veces puede parecer repetitiva, pero que va incorporando sucesivamente elementos que son cada vez más complejos. 

El Premio Especial del Jurado en Visions du Réel fue para el excelente Les enfants terribles (Ahmet Necdet Cupur, 2021), coproducción entre Francia, Alemania y Turquía que compone una mirada a la familia que resulta impactante. Porque es un acercamiento desde la realidad a la confrontación entre los padres y los hijos, una guerra de generaciones que contrapone la necesidad de encontrar un espacio propio alejado de las tradiciones. La historia se vertebra a través de tres hermanos: por un lado Mahmut, que se casó con una adolescente de 15 años alentado por sus padres pero que dos años después se arrepiente de la boda, y pretende divorciarse e iniciar una vida fuera del entorno familiar; por otro lado, la joven Zeynep quiere continuar sus estudios fuera del pueblo, lejos de los límites impuestos a las mujeres; por último, Ahmet es el tercer vértice, el hermano que consiguió emigrar y que regresa en 2018 con su cámara para encontrarse con una auténtica lucha de poderes dentro de su propia familia.


El documental se desarrolla a lo largo de tres períodos de tiempo, desde los primeros meses de 2018 hasta septiembre de 2019, para dar el último salto temporal hasta 2020. Pero el período más complejo es el primero, cuando la rebelión de los hermanos Mahmut y Zeynep se hace más radical. La cercanía que ofrece la cámara del director, que forma parte de la familia y por tanto tiene un acceso privilegiado a escenas que un desconocido no podría haber capturado, es lo más notable, porque consigue hacernos partícipes de las disputas entre padres e hijos, a veces con un marcado tono violento. El enfrentamiento es también de sexos, porque mientras el padre es el que se enfrenta al hijo ("ya no eres mi hijo"), la madre es la que confronta a la hija ("Dios me creó para quedarme en casa"). Hay una sensación de opresión constante, de ofuscación provocada por las tradiciones que son completamente destruidas por la actitud de los hijos. No hay una violencia física, pero sí una violencia verbal que en algunas escenas como la discusión entre madre e hija, llega a momentos de tensión notable.

La mirada del director, que se marchó de su hogar muchos años antes, permite asistir a estos momentos de confrontación que seguramente son comunes en muchas familias turcas en las que hay un enfrentamiento generacional debido a las tradiciones. Pero al mismo tiempo tiene esa mirada externa, esa posición de espectador de la revolución que se está produciendo en su familia, que llega a momentos especialmente logrados en sus conversaciones más íntimas con sus hermanos, Mahmut y Zeynep, que explican (si es que hay que ser explicada) su actitud de rebeldía. Pero también capta conversaciones "secretas" que acaban siendo terribles. La madre susurra a su hijo Mahmut que, si se quiere ir puede hacerlo, pero sin divorciarse. Pretende que no rompa el matrimonio para mantener las apariencias, pero que si quiere casarse con otra mujer en el extranjero puede hacerlo. Y esa actitud de sumisión que pretende la madre en la esposa de su hijo es incluso más sorprendente que los gritos y las actitudes violentas del padre. Es un debut brillante, que nos hace testigos de la implosión en el núcleo de una familia.

LATITUD

Seleccionada en los festivales Hot Doc 2020 y Tribeca 2020, la producción mexicana 499 (Rodrigo Reyes, 2020), es un híbrido entre ficción y documental que muestra la crónica del viaje de Hernán Cortés a México en el año 1521, siguiendo la ruta entre Veracruz y Ciudad de México. La celebración en 2021 del 500 aniversario de la conquista de la ciudad azteca de Tenochtitlan es lo que inspira, precisamente, el título de la película. Pero para este recorrido el director introduce un elemento singular: la presencia de un soldado que acompañó a Hernán Cortés, que funciona como una especie de guía para el espectador a través de este recorrido, una introducción arriesgada de esta anacronía en forma de conquistador, que sin embargo, funciona muy bien gracias a un inteligente trabajo de planificación. Porque lo que vemos en el documental no es el relato del pasado, sino la presentación de historias reales relacionadas con la violencia que se han producido en el presente.


En cierta manera, la película 499 plantea que esta violencia que vive México en la actualidad proviene de la violencia que practicaron los conquistadores españoles. Así, el soldado cuenta anécdotas históricas que enlazan el pasado con el presente: se dice que a Hernán Cortés le regalaron un grupo de mujeres indígenas como esclavas sexuales, y asistimos a un estremecedor relato de feminicidio contado por la madre de la víctima. Lo que consigue Rodrigo Reyes es integrar perfectamente este personaje anacrónico, esta especie de fantasma que deambula por la que fue civilización azteca, para introducir elementos de reflexión sobre la violencia que se genera en México. Hay un solo momento en el que esta imbricación no termina de funcionar y parece más una broma, en la escena en la que un sicario enseña su arsenal de pistolas al conquistador. Pero en general esta apuesta arriesgada del director Rodrigo Reyes no solamente funciona extremadamente bien, sino que construye una narración original que plantea muchas preguntas y reflexiones profundas sobre las huellas del pasado en el presente.

DOC-U

Las producciones realizadas por alumnos de Escuelas de Cine tienen su propia sección en Docsbarcelona. Hoy hablamos de dos documentales que hacen una retrospectiva de los meses de confinamiento, desde un punto de vista personal. En Carta abierta (Esteve Pallarès Ogàyar, 2021), producido por la Escola de Mitjans Audiovisuals de Barcelona (EMAV), el director refleja las consecuencias de la pandemia a través del confinamiento. El tiempo pasa y el tiempo pesa. Las jornadas se van haciendo cada vez más lentas después de 45 días de aislamiento, 1.104 horas y 66.240 minutos. El hogar se convierte en un espacio reducido en el que las actividades pueden llegar a ser variadas pero también se acaban haciendo monótonas. Se desempolva el tocadiscos para escuchar música que hacía años que no se escuchaban, se rescatan viejas cintas de películas, se retoman aficiones olvidadas... En tres minutos, el cortometraje consigue reflejar esa sensación de reclusión que ha provocado un virus. La forma en que una pandemia se ha metido también en nuestras cabezas. 


En La fiesta del fin del mundo (Paula González, Andrés Santacruz, Gloria Gutiérrez, 2021) también se reflejan las consecuencias del confinamiento. Producido por la Escuela de Cine y Audiovisual de Madrid (ECAM), se establece un diálogo entre dos jóvenes que no se conocen. Sus mensajes a través de una red social se convierten en un refugio del aburrimiento que provoca el aislamiento, e inician un viaje imaginario en el espacio, encontrándose en una supuesta fiesta en la que no pueden parar de bailar, como si se hubieran contagiado de la epidemia de baile de 1518, un extraño caso de coreomanía en el que miles de personas no podían dejar de danzar, y que fue también el punto de partida del cortometraje Strasbourg 1518 (Jonathan Glazer, 2020), que también establece un paralelismo entre el covid-19 y aquella epidemia. 

El siguiente paso es un viaje en el tiempo, hacia el año 1758, cuando "la viruela pegaba heavy". Hay una especie de abstracción en torno a la experiencia de vivir una epidemia en mitad de la tecnología de la información, repleta de mensajes contradictorios, y esa serenidad del siglo XVIII, que sin embargo provocó que la población europea diezmara notablemente. A través de este diálogo escrito que vemos en pantalla, los directores establecen una reflexión sobre esa especie de "normalidad" en la que se convirtió el confinamiento, como una asunción de que no tocar, no abrazar, no establecer contacto directo podría llegar a ser asumible para una humanidad habituada a tocar, a abrazar, a conectar... "¿te gustaría conocernos cuando esto acabe?", pregunta él. "pero nos conocemos por aquí", responde ella. "Nos imaginamos por aquí, fantaseamos por aquí. ¿No es mejor así?." 


En las recomendaciones de un reciente informe elaborado por la Universidad del País Vasco, la Universidad de Granada, la Universidad Miguel Hernández, la Universidad de Murcia, la UNED y la Universidad de Barcelona, titulado "Las consecuencias psicológicas de la Covid-19 y el confinamiento", se establece que "los efectos psicológicos del confinamiento y de la crisis sanitaria pueden aparecer demorados en el tiempo y presentar tendencia a cronificarse, como es habitual en el curso del estrés postraumático, y otras patologías relacionadas con las medidas de cuarentena que se han observado en el contexto internacional de la crisis de la COVID-19".


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