14 mayo, 2021

DOK.fest Munich 2021 - Parte 5: Vivir, a pesar de todo

Aunque todavía quedan unos diez días para su conclusión el 23 de mayo, este segundo fin de semana supone ya un cierre para las actividades principales de DOK.fest, cuya entrega de premios funciona de una forma diferente a la de otros festivales, ya que el jurado selecciona primero una shortlist de tres documentales finalistas en cada categoría, y en la ceremonia de entrega de premios, que tendrá lugar el domingo 16 de mayo, se dan a conocer los ganadores. 

En DOK.international las finalistas son la poética The last Hillbilly (Diane Sara Bouzgarrou, Thomas Jenkoe, 2020), el interesante retrato intimista Anny (Helena Trestíková, 2020) y la aburrida Behind the headlines (Daniel Sager, 2021), con la que se inauguró el festival. En DOK.deutsch los tres documentales finalistas son la reflexiva Zuhur's daughters (Laurentia Genske, Robin Humboldt, 2021), la destacada Soldaten (Christian von Brockhausen, Willem Konrad, 2021) y Bilder (m)eine mutter (Melanie Lischker, 2021); DOK.horizonte tiene en su shortlist a la hermosa Morning star (Lova Nantenaina, 2021), la poderosa Suspended wives (Merieme Addou, 2021) y la conmovedora Cosas que no hacemos (Bruno Santamaría, 2020); y el DOK.edit que se otorga al mejor montaje entre todas las películas de la programación tiene como finalistas a Instructions for survival (Yana Ugrekhelidze, 2021), la notable Nemesis (Thomas Imbach, 2020) y la excelente President (Camilla Nielson, 2021), posiblemente la mejor película del festival. Estos documentales los hemos comentado en nuestras crónicas de DOK.fest y de otros festivales, o los comentaremos en los próximos días. 

DOK.international

El director de Personal life of a hole (Ondřej Vavrečka, 2020) comenta que el origen de su película está en una anécdota que vivió personalmente cuando invitó a sus amigos a un embalse cercano a su residencia, en el que existe un gran desagüe que a veces se puede ver en el centro, una especie de agujero en el interior del lago. Después de caminar alrededor del lago helado en mitad de un crudo invierno, mientras estaban bebiendo en un bar una amiga le dijo "Je bois comme un trou (estoy bebiendo como un agujero)", que es una expresión francesa muy común para describir que se ha bebido mucho. De esta unión entre el agujero físico situado en el embalse y el orificio coloquial del idioma francés surgió la idea de hacer una película que explorara todos sus posibles significados, que describiera el concepto de vacío tanto en un contexto global como en un contexto personal.  


De esta forma, surge una película que podríamos describir como una especie de collage en el que se mezcla material rodado por el director junto a imágenes de archivo y en la que se menciona el agujero de ozono, el vacío de los átomos, el agujero de la memoria, el hueco de un corazón abandonado... Se construye así una película que habla de ecología, de ciencia, de etnografía, de filosofía... Y que requiere del director un acercamiento abierto por parte del espectador, que esté dispuesto a tener también agujeros en el entendimiento de las imágenes, que no intenta ser explicativa sino emocional y al mismo tiempo reflexiva. Como esa celebración del escepticismo y la disciplina intelectual como vehículo para la libertad mental que planteaba Nietzsche en su libro "La gaya ciencia" (1882), o lo que es lo mismo, el "alegre saber". 

Ciertamente, Ondřej Vavrečka consigue una película singular, que tiene en su carácter experimental y en su libertad creativa su principal virtud. Curiosamente, a pesar de su amplia perspectiva temática, frente a otros documentales que afirman haber trabajado con centenares de horas de material, en esta propuesta solo se utilizaron ocho horas de rodaje y unas once horas de material pregrabado. El resultado es tan heterogéneo como irregular, tan variado como caótico, una especie de exposición de cientos de ideas que han ido surgiendo y que a veces tienen unas más interés que otras. Es disfrutable su sentido del humor, como ese momento en el que la propia película tiene un agujero, pero da la impresión de que no hay un camino claro, de que podría durar igual veinte minutos que dos horas, de tener un principio y un final cuyo término medio se podría llenar con cientos de propuestas. Y eso le da un carácter libre, pero también una sensación de narrativa inconclusa. 

DOK.panorama

Monobloc (Hauke Wendler, 2020) también es un documental que utiliza el humor y una cierta estructura diversa, aunque en este caso de narrativa menos experimental. La película toma como base uno de los diseños de mobiliario más populares, la silla monobloque, un concepto de creación de una silla realizada en una sola pieza con polipropileno cuyos primeros registros datan de 1967 en Italia, y que por su sencillez y su bajo coste se puede encontrar en cualquier país del mundo. A partir de este objeto, el director nacido en Hamburgo Hauke Wendler construye un documental que trata de indagar en los variados usos del asiento, desde una visita a la fábrica original italiana que comenzó su producción masiva (y que aún continúa), hasta su utilización como base para una silla de ruedas en Uganda. 


De esta forma, el director construye un relato en el que introduce elementos de reflexión en torno a la felicidad en un mundo globalizado. Mientras en la sociedad alemana la utilización de estas sillas está influenciada por los conocimientos que se tienen sobre los problemas medioambientales que provoca el plástico, en la India se fabrican a gran escala, o en Uganda se aprovecha el bajo coste para usarlas como eje principal de sillas de rueda que reparte una asociación sin ánimo de lucro entre personas discapacitadas que no tienen recursos para pagarlas. De forma que este mobiliario como representación de la sociedad de consumo se convierte también en un ejemplo de una globalización en la que hay diferentes niveles sociales y culturales. 

En nuestra crónica dedicada a las voces hispanas en la programación del DOK.fest hablábamos del último documental de la directora holandesa de origen peruano Heddy Honigmann, que se incluye en la competición oficial. Pero también se ha programado su anterior película, 100up (Heddy Honigmann, 2020), presente en la competición de documentales holandeses de IDFA 2020, que propone una mirada a una serie de protagonistas que tienen en común haber vivido más de 100 años. Estos siete personajes son el reflejo de vidas muy intensas, pero sobre todo son la clave para entender qué les hace levantarse cada mañana y seguir teniendo ese deseo de vivir. Se puede decir que el perfil de los protagonistas es similar: profesionales que han podido desarrollar sus carreras y gozar de un buen nivel de vida. En este sentido, hay una evidente focalización en la mirada optimista, en una especie de dulcificación de la realidad, porque no se muestra a ancianos centenarios que hayan vivido en condiciones económicas más adversas, o que no tengan esta esperanza por la vida. Pero desde el principio, cuando la cámara acompaña a Layla Myrhaug (1918) en Noruega, se plantea una cierta tonalidad de cuento de hadas, subrayada por la hermosa partitura compuesta por Michelino Bisceglia. Así que Heddy Honigmann propone su idea de documental desde el primer minuto: no está interesada en la visión pesimista, sino en ofrecer un tributo a la vida. 


En Nueva York, encontramos a Shirley Zussman (1915), una terapeuta sexual que estudió en los años sesenta con la pareja Masters and Johnson, que inspiraron la serie Masters of sex (Showtime, 2013-2016). Su hermana, también centenaria, le reprocha que siempre está hablando del pasado, que le gusta demasiado recordar su vida, como si el presente no tuviera tanta importancia para ella. También encontramos a Irwin Corey (1914-2017), famoso comediante de monólogos en los años cincuenta, que fue descrito por Lenny Bruce como "uno de los más brillantes cómicos de todos los tiempos", que se enorgullece de tener una fotografía junto a Fidel Castro. Y a la baterista Viola Smith (1912-2020), una de las primeras mujeres que tocaba la batería en los años veinte. Ella comenta en la película que tiene la meta de alcanzar los 106 años a los que llegó una bisabuela suya. Lo consiguió, porque falleció a los 107 años en 2020. Finalmente, Mathilde Freund (1916), que huyó de Austria en 1938 cuando comenzó el nazismo por su condición de judía, pero que tampoco se sintió bien tratada en Francia, donde no le permitían trabajar. Emigrada a Nueva York en 1952, ha sobrevivido a su hija, que murió con 50 años víctima de un cáncer de mama. Sus recuerdos, sin embargo, están más presentes en torno a la devastadora guerra mundial: "Hitler me pudo quitar muchas cosas, pero no me quitó mi educación".   

En La Haya la directora nos presenta a Hans Maier (1916), que pasa sus días reflexionando sobre la condición humana y los derechos humanos a través de un blog. Y en Lima al doctor Raúl Jerí (1918), neurólogo y psiquiatra en el Hospital 2 de Mayo que sigue trabajando a pesar de ser centenario, y cuya mujer se encuentra desde hace seis años en coma debido al desarrollo del Alzheimer. Hay referencias en los créditos finales a grabaciones en Rusia, pero finalmente parece que se descartaron del montaje final. Heddy Honigmann despliega su encanto a la hora de entrevistar a sus personajes, de hablar con ellos (siempre ausente, pero presente) con empatía, y muestra una cierta admiración por ellos. Aunque la elección puede resultar algo limitada en cuanto a la variedad de perfiles, la película transmite amor por la vida, y se beneficia de un espléndido trabajo musical del compositor Michelino Bisceglia, a veces dulce, en ocasiones jazzístico y en otras con instrumentaciones andinas. Es una película hermosa, un regalo emocionante que se puede resumir en la frase que dice Irwin Corey: "La vida es es un fenómeno maravilloso". 

DOK.horizonte

En Marruecos el proceso de divorcio es parecido al de los países occidentales, con la intermediación de un juez que establece primero una tentativa de reconciliación en la que las dos partes están obligadas a estar presentes. No obstante, algunas sentencias recientes han demostrado que el sistema está lejos de ser adecuado. En el pasado mes de enero, un juez negó el divorcio citando los "derechos del feto", ya que la mujer estaba embarazada y considera que la disolución del matrimonio conlleva daños para los hijos. En Suspended wives (Merieme Addou, 2021) la directora marroquí aborda otra de esas circunstancias excepcionales pero que influyen considerablemente en la vida de las mujeres. Se trata del divorcio por abandono del marido. 


En una sociedad que sigue siendo eminentemente patriarcal, muchos hombres piensan que es lícito casarse con una mujer a la que conocen, por ejemplo, a través de internet, pero abandonarlas si la vida conyugal no les satisface y casarse de nuevo en otro lugar. Este abandono provoca que las esposas se encuentren en una situación intermedia, lo que se traduciría como suspended wives (mujeres en suspenso), entre estar casadas pero sin marido y no estar plenamente divorciadas. Para conseguirlo, son ellas las que deben demostrar que sus maridos las han abandonado, con prerrogativas tan absurdas como la de entregar una dirección del esposo, muchas veces desplazado a otras ciudades. 

La directora se centra en tres protagonistas, Ghita, Latifa y Karima, que están en este proceso de conseguir el divorcio por abandono. Al no disponer de recursos económicos para un abogado, se enfrentan ellas solas a un laberinto burocrático que tiene momentos absurdos, como cuando el juez pide a una de ellas que consiga en solo tres días doce testigos que corroboren el abandono de su marido. Otra de las situaciones que parecen surrealistas es el hecho de que, cuando se otorga el estado de abandono, y por tanto se puede iniciar el proceso de divorcio, la comunicación se hace a través de la radio. Las mujeres tienen que escuchar el boletín en el que se lee su nombre, y de esta forma saben que el divorcio es posible. Esta circunstancia provoca algunos comentarios de hombres en un bar donde se escucha la radio, que muestra una tradicional mentalidad patriarcal: "Ningún hombre abandona a una mujer porque sí. Debe ser por algo", desviando así la responsabilidad a la mujer. 

Aunque se trata de una excepcionalidad en las leyes marroquíes, que se produce principalmente en las zonas rurales, la exposición de estas circunstancia en el documental es importante, y de alguna manera contradice esa imagen de modernidad que el gobierno de Marruecos está obsesionado en difundir a nivel internacional. Porque, efectivamente, existe una especie de asentamiento de legislaciones que mantienen todavía lejanas huellas conservadoras. Como el hecho de que deban ser las mujeres las que busquen a sus maridos para poder divorciarse, cuando teóricamente el Estado podría localizarlos. "Cuando se comete un crimen, son muy rápidos a la hora de localizar a las personas, pero en este caso se mantienen al margen", comenta la directora. 

Suspended wives es un documental necesario que revela las grietas de un sistema judicial que quiere demostrar una cosa aunque realmente es otra. El retrato de estas tres mujeres es íntimo, muy cercano, y muestra la impotencia de quienes se encuentran en una situación muy difícil. El hecho de ser suspended wives supone que no pueden tener acceso a algunos derechos básicos para los que necesitan la firma o la presencia de su marido. Por ejemplo, no es posible cambiar a un hijo de colegio si no existe el consentimiento del padre y la madre. La representación de esta situación sorprendente, de esta laguna legislativa que impacta por sus implicaciones humanas, es la gran fuerza de una película poderosa. 

DOK.deutsch

La historia de la protagonista de Eva-Maria (Lukas Ladner, 2021) es sin duda atractiva. Debido a la poliomielitis, ha estado en silla de ruedas desde su infancia, pero a los treinta años decidió dar un paso importante al tratar de quedarse embarazada por inseminación artificial. El proceso es costoso y con pocas expectativas de llegar a buen fin, pero Eva-Maria está convencida de que lo conseguirá. Aunque con algunas dudas por parte de sus hermanos y una primera reacción incrédula por parte de su madre, la decisión de Eva-Maria recibe el apoyo completo de su familia. El documental sigue todo el proceso desde las pruebas de ovulación hasta la gestación del bebé, un proceso en el que el optimismo de la protagonista parece estar por encima de los intentos fallidos y las constantes visitas al hospital para los reconocimientos. 


Es una historia que tiene muchos elementos de interés, pero de los que el director no consigue extraer una narración lo suficientemente atractiva para el espectador. Da la impresión de que su interés está en documentar todo el proceso de forma más o menos exhaustiva, pero sin que el drama humano se exponga con profundidad. Hay una sensación de languidez en la forma de acercarse a la historia, que parece querer extraer las interioridades de los personajes no desde el enfoque visual, sino a través de largas conversaciones, evidentemente compuestas para la película, en las que hay muchas palabras y pocas emociones. A pesar de su pundonor y su optimismo, tampoco el personaje principal tiene una personalidad que nos atrape. Lo más interesante es cómo la familia termina siendo un apoyo imprescindible para madre e hijo, pero queda desdibujada la trama de la relación de su madre con Eva-Maria, que solo está apuntada en breves retazos. Es una película apática sobre una historia realmente atractiva. 




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