Llegamos al último fin de semana del Festival Internacional de Documentales de Copenhague. CPH:DOX 2021 en el que nos acercamos a su programación. Entre el 5 y el 12 de mayo tendrán lugar proyecciones presenciales en diferentes salas, aprovechando la apertura de los cines que está prevista para la próxima semana en Dinamarca. Seguimos hablando de temas medioambientales, pero también de interesantes reflexiones sobre la relación del Estado con los ciudadanos, a través de algunos de los documentales más destacados de este año.
DOX:AWARD
Presentado en la Sección competitiva Nacional de Visions du Réel 2021, The mushroom speaks (Marion Neumann, 2021) nos introduce en el aparentemente fascinante mundo de los hongos, a través de sus interacciones con la naturaleza, de sus formas de supervivencia y de sus posibles usos, aparte del desembolso de cantidades de dinero absurdas para su consumo. La directora establece un diálogo entre los espectadores y los hongos a través de subtítulos en pantalla, mientras diversos expertos hablan sobre las características o las propiedades de estos organismos vegetales. Se cuenta, por ejemplo, que el hongo Matsutake fue la primera forma de vida que creció tras las bombas atómicas lanzadas contra Japón. Son tan difíciles de cosechar que su coste puede llegar a los 2.000 dólares por kilo. A lo largo del documental se desvelan muchas de estas características de los hongos, desde sus implicaciones científicas hasta incluso algunas interpretaciones filosóficas, siempre rodeados de un cierto misterio. Hay entre seis y ocho millones de especies de hongos, de las cuales solo se ha catalogado un 1%.
Vemos hongos en su hábitat natural, en conferencias, en mercados, en el microscopio... a veces se construyen imágenes casi hipnóticas que están subrayadas por el diseño de sonido creado por la artista Olga Koksharova, que crea una ambientación extraña y absorbente. Ciertamente el documental nos muestra que hay muchas personas fascinadas por los hongos. El problema es que esa fascinación no consigue transmitirse. Las intervenciones de los expertos son confusas, porque ni siquiera sabemos quién está hablando ni cuál es su función en estas especie de microcosmos de admiradores de los hongos. Los subtítulos, que parecen dar voz a los hongos en primera persona, desconectan en vez de conectar las distintas historias. Y al final el documental se siente como una propuesta realizada por una directora que se ha quedado fascinada por un conjunto de anécdotas que ha diseminado en una película monótona, desestructurada y dispersa. Quizás el problema es que Marion Neumann parece tomarse demasiado en serio las teorías que plantean sus interlocutores (le habría venido bien una mirada más irónica como la de Werner Herzog). Los hongos, mientras, siguen creciendo en diversas formas esperando que no aparezca ninguno de sus admiradores para arrancarlos de la tierra, cortarlos en trocitos y esnifarlos mientras construyen teorías existencialistas.
Al comienzo del documental United States vs. Reality Winner (Sonia Kennebeck, 2021) se informa que los audios del primer interrogatorio que el FBI practicó a Reality Winner se hacen públicos después de haber sido permitido por un juez federal, tras una demanda que el equipo de producción realizó contra el FBI acogiéndose a su derecho a emitir este interrogatorio bajo el Acta de Libertad de Información. Este interrogatorio, realizado en el momento de su arresto, se convierte así en el principal hilo conductor de esta historia sobre la persecución a la que fue sometida la ex-soldado, acusada de filtrar información clasificada, y posteriormente condenada a más de cinco años de cárcel (su salida está prevista para noviembre de 2021). La directora ya abordó el tema de las filtraciones en Enemies of the State (Sonia Kennebeck, 2020), que también se puede ver en la sección Highlights.
Reality Winner, partidaria del demócrata Bernie Sanders, trabajaba en una empresa privada después de servir seis años en el Ejército cuando tuvo acceso a documentos que demostraban los intentos de Rusia por intervenir en las elecciones presidenciales de 2016. Así que decidió filtrar estos documentos a The Intercept, un medio de comunicación especializado en exponer los entresijos de la política norteamericana. Pero cierta torpeza a la hora de verificar la información, reconocida por el propio medio, provocó que se descubriera la identidad de la informante y finalmente fuera detenida. A través de entrevistas con sus familiares y algunos implicados en el caso (a la propia Reality Winner se le prohibió hablar en la película), encontramos algunos aspectos sorprendentes de la investigación y las acusaciones.
Algunos de los que intervienen han sido también "enemigos del Estado", como Edward Snowden (precisamente refugiado en Rusia), Thomas Drake (que fue acusado de un mal uso de información confidencial, aunque finalmente se retiraron los cargos) o John Kiriakou (otro acusado cuya identidad fue expuesta por The Intercept). El documental, estrenado en el Festival SXSW 2021, tiene una sesgada ideología demócrata, ya que solo aparecen declaraciones contra estas filtraciones hechas por Donald Trump o Richard Nixon, pero ninguna de las expuestas por Barack Obama, que persiguió con firmeza a Edward Snowden. La acusación contra Reality Winner se basa en la Ley de Espionaje de 1917 que estos presidentes han tomado como referencia. Pero algunos expertos sostienen que es una tergiversación de la Ley, porque en ella se mencionan "filtraciones sobre Defensa a otros países", mientras que los documentos expuestos por Reality Winner ni eran militares ni se ofrecieron a otro país, sino a un medio de comunicación norteamericano.
Se plantea así una interesante reflexión sobre si la información clasificada por los diferentes gobiernos de Estados Unidos es considerada secreta para defender los intereses del país o, simplemente para defender los intereses de los gobernantes. ¿Exponer una manipulación de las elecciones presidenciales es un acto de traición o de patriotismo? United States vs. Reality Winner es un documental en el que participa Wim Wenders como productor ejecutivo que sigue una línea convencional, y por tanto no resulta emocionalmente cercano, pero expone argumentos que proponen muchas preguntas sobre cómo es posible controlar los excesos judiciales del Estado.
CHANGE MAKERS
La película que inauguró el Festival de Documentales de Helsinki. Docpoint 2021 fue Meren tuomat (Walk the tideline) (Anna Antsalo, 2021), que denuncia la acumulación de basura de plástico en los océanos, a través de tres protagonistas que, en Inglaterra, Holanda y Japón recogen los objetos de plástico que llegan a las playas. Muchos de estos objetos provienen del otro lado del océano, y provocan graves daños en el ecosistema. Ya vimos en el espléndido y doloroso From the wild sea (Robin Petré, 2021) algunas de estas consecuencias en la fauna acuática. En este caso, se realiza un acercamiento más inofensivo desde el punto de vista emocional, incluso impregnado de un cierto sentido del humor. Pero la realidad sigue siendo igual de terrible.
Rob Arnold, en la costa de Cornualles, se considera un científico cívico; Jolanda Bos, en Holanda, considera que la búsqueda de estos objetos en las playas se convertirá en la arqueología del futuro; y Shigeo Hagashi, en Japón, es un profesor de arte que encuentra cierta belleza en estos objetos, y que considera la playa como una especie de límite entre la vida y la muerte. Pueden parecer personas algo excéntricas, pero su compromiso ecológico es indudable. También es cierto que no sabemos a ciencia cierta si sirve de algo sacar estos objetos de la playa y almacenarlos en sus casas, porque con los años se convertirán en basura igualmente. Pero el documental propone una mirada menos dramática de lo habitual a las complejas y duraderas consecuencias de los desperdicios en el mar. Hace 20 años, por ejemplo, un contenedor de basura cayó cerca de Cornualles y hoy en día aún llegan desperdicios procedentes de este contenedor a las playas.
NORDIC:DOX
Otra producción finlandesa plantea también un intenso debate sobre la intervención del hombre en la atmósfera. En How to kill a cloud (Tuija Halttunen, 2021) la protagonista es la científica meteoróloga Hannele Korhonen, que consiguió ser elegida junto a un grupo internacional para un proyecto de investigación de mejora de la lluvia, que subvencionó el gobierno de los Emiratos Árabes con 1.5 millones de dólares, con el objetivo de que en tres años se consiguiera crear algo parecido a nubes artificiales. Pero el documental comienza con una cita de Fausto (1808-1832, Johann Wolfgang von Goethe, 1808): "Maldita sea la gran ambición donde la mente misma se demora". Se plantean por tanto, no solamente conflictos sobre la intervención en la atmósfera por parte del hombre, sino también una especie de pacto fáustico que la científica establece con un régimen que es autoritario.
Es en este conflicto al que se enfrenta la protagonista donde el documental encuentra su mayor interés, más incluso que en las propias investigaciones sobre la posibilidad de crear lluvia de forma artificial, un objetivo al que es lógico que quiera llegar un país situado en medio del desierto. Es la eterna reflexión sobre el papel del científico cuando se enfrenta a un cierto horizonte de éxitos futuros que sin embargo están rodeados de aspectos controvertidos. El conflicto del Dr. Frankenstein cuando afronta el poder de la resurrección o el conflicto de Robert Oppenheimer tras la creación de la bomba atómica. ¿Es progreso o destrucción? En realidad, como en estos casos, Hannele Korhonen parece dispuesta a firmar un contrato con Fausto, encontrando justificaciones a estos conflictos. Se plantea dudas sobre trabajar en un país que aplica la sharía, la ley islámica que castiga el adulterio con la muerte de la mujer, pero se responde a sí misma que quizás tenemos una idea estereotipada de algunos países. Reflexiona sobre hasta qué punto provocará desequilibrios el hecho de alterar la atmósfera para provocar lluvia, pero se justifica diciendo que el hombre está constantemente alterando la atmósfera con las emisiones de CO2.
Al final, este acuerdo fáustico se lleva a cabo con todas las consecuencias. Las preguntas que plantea How to kill a cloud son casi más existencialistas que científicas, aunque hay una cierta manipulación narrativa que provoca una constante duda sobre si la científica finlandesa terminará desistiendo de su trabajo en los Emiratos Árabes, en una especie de iluminación ética. Pero eso no existe en el mundo científico cuando hay millones de dólares encima de la mesa. A lo largo del documental, la directora apunta en una narración con voz en off algunos datos y reflexiones, y ciertamente concluye con un final poco esperanzador: "Esta es nuestra historia. Una historia de caos y polvo".
HIGHLIGHTS
Seleccionada para la Quincena de Realizadores de Cannes 2020 y Nominada al Premio César como Mejor Documental, Un pays qui se tient sage (David Dufresne, 2020), es conocida internacionalmente como The monopoly of violence, y se trata de una película estrictamente necesaria en un contexto en el que se pone en duda constantemente el uso de la violencia por parte de las fuerzas policiales, bien sea en los asesinatos cometidos por agentes en Estados Unidos o en el control violento de las manifestaciones en países europeos. El director, que es periodista, utiliza numerosas grabaciones tomadas en su mayor parte durante las protestas de los "chalecos amarillos" por la subida del precio del combustible, para establecer un diálogo con escritores, profesores, manifestantes y representantes policiales en torno a la utilización de la violencia por parte de las fuerzas del orden. Como en Our memory belongs to us (Rami Farah, Signe Byrge Sørensen, 2021), las imágenes se proyectan en una pantalla para enfrentar a los entrevistados, a veces en solitario, otras manteniendo un diálogo y otras en clara confrontación entre la posición de los portavoces de la policía y algún periodista.
Pero decimos que es un documental necesario porque no es posible, en los numerosos debates que se han podido ver en televisión, realizar una reflexión intelectual y sosegada sobre la problemática que se plantea. ¿El papel de la policía es el de defender a los ciudadanos o el de defender al gobierno frente a los ciudadanos? La respuesta parece lógica, pero los hechos demuestran lo contrario. El documental se construye en torno a una cita de Max Weber: "El Estado reclama el monopolio del legítimo uso de la fuerza física". Pero la interpretación de esta frase es variada y el diálogo se establece en un nivel que resulta interesante, que reflexiona sobre cuestiones generales en torno a la relación del poder estatal frente a la ciudadanía.
Hay muchas imágenes de brutalidad policial, también algunas de asaltos a tiendas y restaurantes por parte de grupos incontrolados. Pero ciertamente es difícil justificar, aunque se haga con vehemencia, las palizas a personas en el suelo, las amenazas con granadas o los disparos de las peligrosas pelotas de goma. Muchas de estas imágenes recuerdan a las manifestaciones del 15-M en España, cuando se trataba de justificar la violencia de las fuerzas policiales confrontándola con la violencia de los manifestantes. El documental, construido sobre estos diálogos, imágenes tomadas por el equipo de la película durante las protestas de los chalecos amarillos y numerosas grabaciones de los ciudadanos, reflexiona también sobre el equilibrio de fuerza que han logrado las grabaciones a través de los móviles y las redes sociales. Porque es a partir de entonces cuando la actuación de la policía ha podido ser transmitida, juzgada y condenada, aunque sea solo en juicio público. Esta transgresión de la impunidad (que los propios gobiernos han tratado de controlar a través de leyes más restrictivas sobre manifestaciones) es la que ha provocado también una mayor violencia. Hay una clara actitud vengativa en muchas de estas acciones de la policía, como cuando arremeten contra un grupo de jóvenes que son apaleados en el interior de un restaurante.
David Dufresne tiene una postura clara, pero las justificaciones de Emmanuel Macron frente a la violencia policial son ridículas en sí mismas, no necesitan de ningún tipo de manipulación. Como cuando trata de disimular un claro enojo frente al presidente ruso Vladimir Putin, que menciona en una reunión bilateral su preocupación por las recientes denuncias de represión en Francia. Hay una cierta ironía en esta preocupación del presidente de un país que es manifiestamente represor, pero los argumentos de Emmanuel Macron (que al final accedió a mantener el precio del carburante después de las protestas de los chalecos amarillos) resultan patéticos. The monopoly of violence es una película necesaria para recordar que la policía debe estar al servicio de los ciudadanos, y para tener claro cuál es el significado de democracia. Como afirma Monique Chemillier-Gendreau, Profesora Emérita de Derecho Público: "La democracia se ha reducido a fórmulas instrumentales. Nos hablan de las elecciones libres, de la separación de poderes, del multipartidismo, de que eso es democracia. No. Esos son algunos de los medios de la democracia. La democracia no es consenso, es disensión. Si no hay disensión no hay democracia".
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