25 febrero, 2008

Oscar 2008: Un reconocimiento aburrido

Pocas sorpresas y mucho sopor en la entrega de los premios de la Academia de Hollywood. Españoles y franceses se trajeron a Europa varios Oscar, algunos de ellos previsibles y otros sorprendentes. Hollywood, a punto de convertir la famosa colina que alberga el enorme cartel de bienvenida en víctima de la especulación inmobiliaria, mira hacia fuera para buscar lo que no encuentra dentro.

Que cuatro de los cinco cortometrajes de acción real nominados a los Oscar sean extranjeros parece indicar una cierta tendencia a diversificar la mirada de los miembros de la Academia hacia cinematografías diferentes a la suya. Este año, Javier Bardem, Marion Cotillard, Dario Marianelli... han hecho su particular contribución a la mirada perdida de Hollywood hacia el viejo continente. Pero no nos engañemos: Bardem ha obtenido el Oscar por una película yanqui, Cotillard es una actriz francesa que ya ha hecho incursiones en el cine de Hollywood (la hemos visto en Big fish, de Tim Burton, o Un buen año, de Ridley Scott) y Marianelli es un músico de origen italiano que se ha curtido en Inglaterra y ya prácticamente trabaja en producciones norteamericanas. Lástima que este año no haya sido el de Alberto Iglesias, porque premiar un trabajo parecido al espléndido Orgullo y prejuicio (por el que Dario Marianelli estuvo nominado, pero sin resultados) nos parece una injusticia para el poco valorado esfuerzo del músico español.

Javier Bardem sí lo ha logrado. Y no ha necesitado mantener una carrera constante en Hollywood para alcanzar lo que ningún otro actor español ha conseguido. La ventaja con la que siempre ha contado este "cómico" de poderoso talento es que no le ha hecho falta más que escoger buenos papeles para encontrar un hueco en una industria tan difícil como la americana. Tuvo si cabe mayor mérito conseguir una nominación por Antes que anochezca, por eso de ser un completo desconocido para los estamentos decisorios de la industria, pero Bardem ha sabido afianzar su talento con proyectos inteligentemente seleccionados (incluso permitiéndose el lujo de decir que no a Steven Spielberg). Claro que alguna metedura de pata sí que ha cometido, y menos mal que este año tiene No es país para viejos para mitigar decisiones inadecuadas, porque si no, el bodrio de Amor en tiempos del cólera hubiera sido su cruz.

No sé si será consecuencia de la huelga de guionistas pero este año la ceremonia y todo lo que rodeaba a los Oscar era de un aburrimiento supino. Ha sido una edición hecha con desgana, sin originalidad y con cierta tendencia a dejar pasar todo por alto. Menos mal que Daniel Day Lewis, con su genuflexión ante Helen Mirren (especialista en reinas) animó la entrega de premios, y Marion Cotillard (sorpresa absoluta) aportó el toque lacrimógeno.

Otras sorpresas poco valoradas han sido la del Oscar al Mejor Largometraje Documental. Frente a películas que traían el sello de favoritas como Sicko, de Michael Moore y sobre todo el espléndido y milimétrico No end in sight, de Charles Ferguson, ha ganado Taxi to the dark side, de Alex Gibney, sobre las torturas practicadas en Afganistán, Irak y Guantánamo. Y el premio al Mejor Corto de Animación. Frente a los favoritos Madame Tutli-Putli, producción canadiense de perfecta realización, o My love, del clásico ruso Aleksandre Petrov (ambos se pudieron ver en Animacor), ha vencido el corto británico-polaco Peter & the wolf, de Suzie Templeton y Hugh Welchman.

Para que nos entendamos. Es como si, frente a Pozos de ambición, Expiación o No es país para viejos, hubiera ganado el Oscar a la Mejor Película la imprevista Juno.

Fotos: Dario Marianelli, Javier Bardem, Marion Cotillard
Matt Petit / ©A.M.P.A.S


19 febrero, 2008

Berlín-Río de Janeiro

Llegó el Festival de Berlín a su recta final con la entrega de premios, y dejándonos con la sensación de que, o el panorama cinematográfico reciente no brilla por sus logros, o es que los programadores de la Berlinale, con su director a la cabeza, han perdido cierto sentido del gusto.

Eso quizás se pueda comprobar en la próxima cita destacada: Cannes. Porque si el nivel sigue siendo tan mediocre como el que se ha visto en Berlín, debemos preocuparnos. Que casi todo el mundo coincida en la floja calidad de la Sección Oficial de un festival debe hacer reflexionar a sus responsables. Quizás habrá que ir dejando a un lado tanto compromiso social e ir ajustando mejor el objetivo.

En todo caso, el jurado de Berlín, presidido por el siempre comprometido (aunque no siempre acertado) Costa Gravas, premió con el Oso de Oro a una película que contiene todos esos elementos de cine reivindicativo-social que tanto gustan por la Berlinale. Tropa de élite, del brasileño Jose Padilha, sin embargo, tiene la virtud de arremeter contra todo y todos los que de alguna manera (por acción u omisión) son responsables de que en una ciudad como Río de Janeiro las favelas mantengan su status de microciudades armadas hasta los dientes. Aunque algunos han visto en esta película una especie de continuación de Ciudad de Dios, de Fernando Meirelles, y de su continuación (secuela de la famosa serie televisiva a la que dio lugar) Ciudad de los hombres, de Paulo Morelli, y si bien es cierto que mantiene con éstas cierta tendencia al montaje efectista y la realización nerviosa, lo que propone Tropa de élite es una sacudida contra todos los estamentos policiales y sociales que sirven como soporte a una sociedad anclada en la violencia. Afortunadamente, la película ya había sido adquirida para su distribución en España por Alta Films, que tiene previsto su estreno para el mes de mayo, y con el lanzamiento en DVD en septiembre de la mano de la compañía independiente Cameo.

El protagonista de Tropa de élite es un policía hijo de puta, tan hijo de puta como cualquiera de los narcotraficantes que mantienen en raya sus propios barrios-chiringuitos de venta de drogas, tan hijo de puta como cualquiera de los policías corruptos que se benefician de la situación a base de “impuestos” especiales, tan hijo de puta como los jóvenes de clase media que trapichean con las drogas que consiguen de los narcos a los que critican luego en debates supuestamente “cool”, y tan hijo de puta como los activistas sociales que utilizan las ONG para encontrar una vía fácil de consumo, mientras organizan manifestaciones por la paz. En fin, que no se libra nadie en esta visión pesimista (el final dilapida cualquier atisbo de esperanza) de la sociedad brasileña y el chantaje de la violencia.

Curiosamente, Tropa de élite se convirtió en uno de los mayores éxitos de su país (Brasil, ahí es nada) cuando circularon copias pirata de la película antes de su estreno. Se estima que, antes de que llegara a las pantallas comerciales, 11 millones y medio de personas vieron la película. A pesar de ello, se ha convertido en la el film más taquillero del reciente cine brasileño, ha sido adquirida por los hermanos Weinstein (los mismos que compraron Ciudad de Dios) para distribuirla en Estados Unidos y ha conseguido el Oso de Oro en un Festival de Berlín en el que ha brillado como lo más decente de la sección oficial.


17 febrero, 2008

Los festivales andaluces se maquillan

Con la llegada de la primavera llegan también algunas muestras de cine en el territorio andaluz. Málaga e Islantilla son las dos citas indiscutibles de la primavera andaluza. Eso sí, 2008 les ha traído un lifting que pretende renovar sus propuestas temáticas.

El más radical lo ha sufrido el Festival de Cine Inédito, que ya no es inédito, que ya no es de cine, ¿entonces, qué coño es? Digamos que lo que queda de esta muestra, hasta la fecha gestionada con mimo por Juan Labrador, es eso, que es un festival. Ya hace unos meses, su director-fundador nos envió una despedida de sus labores al frente del festival, para dedicarse a otros menesteres, también relacionados con el cine (ni más ni menos que la gestión de la Huelva Film Commission y de una productora propia). Ahora, nos llega el cambio de cara, de fechas, de temática... Islantilla será a partir de la novena edición Festival de Cine y Televisión, es decir, una muestra que pretende, según sus nuevos responsables, “ser una referencia obligada de la industria televisiva”, y que estará especializada en la ficción televisiva (¿veremos un desembarco de “arrayanes” en la playa de Islantilla?). Por lo pronto, este año se homenajeará a Carmen Machi (“Aída”) y Luis Varela (“Camera Café”), y el jurado estará presidido por Paco Lobatón.

El éxito de la nueva temática ya se verá, pero sin duda se echará de menos la buena disposición de Juan Labrador para sus invitados, y el esfuerzo por sacar del ostracismo un cine diferente, aunque quizás con mejor programación se hubiera colocado en mejor posición. Decía un popular crítico ya jubilado que lo menos importante de Islantilla eran las películas. Y no en tono peyorativo. Un festival es cine, pero también un encuentro de profesionales y espectadores, y una forma de promocionar el lugar en el que se desarrolla. En estos últimos aspectos, Islantilla sin duda brilló con luz propia.

El nuevo gestor del Festival, Carlos Rosado, es también director de la Andalucía Film Commission, órgano que desde la pasada edición gestiona también el Sevilla Festival de Cine. Lo que nos hace reflexionar sobre la idoneidad de que un organismo público de estas características sea el encargado de tomar decisiones en el organigrama y programación de un festival. En las muestras más destacadas del panorama internacional, la presencia de la función pública es meramente testimonial, dejando a los profesionales que compongan el esqueleto programático. En Andalucía tendemos a una politización de los festivales de cine, lo cual resulta peligroso para su salud.

Sea como fuere, el renovado Festival de Islantilla de tv-movies y series de ropa camilla retrasa sus fechas hasta finales de mayo (entre el 24 y el 31), dejando así más espacio al Festival de Cine Español de Málaga, que se celebra del 4 al 12 de abril, apoyado en la apuesta que el Ayuntamiento del “popular” Francisco Torres Prado hizo desde sus inicios (¿ya hemos hablado de la politización de los festivales?). Este año también hay cambios en Málaga, ya que los Film Market (Mercadoc, Tv Market, Málaga Screenings y Art Tv) se reordenan en una cita rebautizada como Málaga Markets que tendrá lugar en diciembre (del 30 de noviembre al 3 de diciembre), abandonando su espacio paralelo al Festival de Cine Español que venía ocupando hasta ahora.

Cambios que habrá que ir valorando con el tiempo y que veremos si acaban siendo una bomba de oxígeno o una bomba de relojería para los festivales andaluces.


14 febrero, 2008

Klimt: El espíritu de Viena

La banda sonora de la película de Raoul Ruiz Klimt (2006) se edita finalmente gracias a la iniciativa de Moviescore Media. Buena oportunidad por tanto para acercarse al último trabajo del compositor Jorge Arriagada, compatriota del director chileno, pero también con una carrera consolidada en buena parte en Francia.

La controvertida biografía del pintor Gustav Klimt, trasladada a la pantalla por el habitualmente soporífero Raoul Ruiz, se planteó más como un acercamiento a las ensoñaciones y visiones del artista, que reflejaban aspectos de su vida, pero sobre todo construían un dibujo más o menos elaborado de la artísticamente explosiva Viena del siglo XIX. El trabajo de Jorge Arriagada circula precisamente por esta diversidad de sonoridades que le permite adentrarse, con singular acierto, en la música de una época en la que florecían nombres como Schoenberg, Zemlinsky o Mahler. En este sentido, Arriagada consigue con esta banda sonora inspirarse y trasladarnos la cadencia musical de artistas que hicieron de Austria la capital cultural de Europa.

Las referencias son tan claras que el propio Arriagada las expone: ahí tenemos la espectacularidad de Persephone, inspirada en el Mahler de La canción de la Tierra, el hermoso sonido de Monuments of Vienna, con reminiscencias de los valses de Strauss, la sobriedad de Flanneries, que nos acerca a la precisión de Brahms. Y encontramos también inspiraciones en la obra de Schubert, de Schoenberg, de Alan Berg... Estamos, por tanto, ante una banda sonora de rigurosa traslación del espíritu de Viena, lo que la convierte quizás en una de las más elaboradas de Jorge Arriagada, habitual colaborador de Barbet Schroeder en La virgen de los sicariosL'avocat de la terreur (2007), de Barbet Schroeder y de Raoul Ruiz en films como El tiempo recobrado (1999) o Ce jour-là (2003). (2000) o el documental inédito

La incorporación de composiciones que evocan el interés de Klimt por civilizaciones exóticas (ahí están el precioso tema The Primavesi’s ball y el evocador Chinoiserie), profundiza en el carácter heterodoxo de este trabajo musical.

Klimt
Jorge Arriagada
Moviscore Media
43 minutos
Edición CD Limitada a 500 copias


05 febrero, 2008

El cine ¿de autor? se reivindica en los Goya

La soledad se reivindica a sí misma como un cine diferente que, enclaustrada en su posición de película de escasa repercusión en taquilla y amplia repercusión entre la crítica autodenominada “sesuda”, ahora ha encontrado un sorprendente apoyo en los Premios de la Academia de Cine.


Jaime Rosales es un director que tiene las ideas muy claras, y que al menos mantiene un cierto discurso de coherencia con su forma de ver el cine. Otra cosa es que ese posicionamiento termine conectando con quienes son los principales receptores de un cine que se mira al ombligo enorgulleciéndose de su malditismo. No sé si los tres Goyas que la Academia le concedió acabarán siendo una bendición o un problema para el cine de Rosales. Lo que sí parece claro es que él seguirá haciendo películas más o menos personales que difícilmente encuentran eco en el público (La soledad no consiguió recuperar ni el 10% del presupuesto invertido).

Su cine gusta mucho en Francia (muy acostumbrados a reivindicar el “contracine” de la “contracultura”). A mí, sin embargo, Las horas del día me produjo un sopor interminable y La soledad me aburre algo menos, pero tampoco logra mantenerme atento a estas historia banales con sus interpretaciones de falsa naturalidad. Y la polivisión, justificada con retrueques lingüísticos por Jaime Rosales, me resulta tan artificiosa como los sustitos de El orfanato.

Que una película tan atípica como La soledad acabe ganando la partida al gran producto comercial de la temporada en los premios más criticados del año, resulta curioso. Que una cinta que, con sus 30 copias, consiguió llevar al cine a unos 40.000 espectadores acabe cosechando el pleno con sus tres nominaciones y tres premios, tiene gracia. ¿La vieron los académicos cuando se estrenó o lo han hecho ahora, cuando les han mandado los DVD?

Leía estos días que el público tiene que “educarse”, a colación de los galardones de esta película. Esa posición dogmática me toca los cojones. ¿Acaso para educarme tengo que tragarme historias que no me interesan lo más mínimo y aburrirme con tostones soporíferos? No lo creo. Existe un cine que sabe mantener el equilibrio entre la personalidad propia y la capacidad para traspasar la pantalla. Y yo prefiero mil veces el manierismo preciosista del cine de Carlos Reygadas, por ejemplo, que el pretencioso discurso "ético" del de Jaime Rosales.