El cine es una industria que da para mucho. Tanto, que hasta pueden llegar a sobrevivir, en época de crisis, productoras que básicamente se dedican a realizar bodrios que, eso sí, tienen la gracia del despropósito y la desfachatez de la serie Z. Para una sesión de tarde fresquita con los amigos las producciones de The Asylum son perfectas para pasarlo bien y convencernos de que hacer cine no es tan fácil como parece.
Para muchos, The Asylum es básicamente una fábrica de mierda. Sin embargo, tiene algo que gente como Uwe Boll, por ejemplo, no conoce: la honestidad de no ocultar su desvergüenza y su falta de medios. ¿Para qué tratar de hacer películas serias si sabes que no tienes ni el talento ni la capacidad financiera que necesitas? Así que The Asylum se dedica principalmente a fusilar éxitos comerciales para tratar de sacarles el rédito de las migajas. De esta forma, en su sorprendentemente amplia lista de películas encontramos títulos tan descarados y al mismo tiempo tan divertidos como Transmorphers, Alien vs. Hunter, The Terminators y, para rizar el rizo del original, Bram Stoker's Dracula's Curse. Y no podemos olvidarnos que en la actualidad preparan Sherlock Holmes (que solo con ver el trailer da grima) y Titanic 2.
La sutileza, desde luego, no es la principal virtud de esta productora asentada en California que fundaron en 1997 un trío de productores inefables: David Michael Latt, David Rimawi y Paul Bales, y que se jacta de producir unas 15 películas al año.
Pero lo que ha acabado dando cierta personalidad a The Asylum son sus producciones "originales", sus franquicias de catástrofes y monstruos que se caracterizan por unos increíbles "defectos" visuales y por una poca vergüenza que va más allá de todo entendimiento. Entre ellas destacamos la singular Mega shark vs. Giant octopus (Mega tiburón contra el pulpo gigante), que a la postre se ha convertido en una de sus producciones de más éxito, por supuesto en el mercado del DVD y bluray. Producida el año pasado y protagonizada por Deborah Gibson (una cantante chunga de los ochenta) y un Lorenzo Lamas que ya sólo da para este tipo de películas, Mega shark es recomendable para ver en compañía de amigos o de una botella de ron.
La historia comienza de golpe, para dar cera en los primeros minutos, cuando un tiburón y un pulpo gigantes prehistóricos son descongelados tras unas pruebas militares que no se sabe por qué se hacen ni a qué vienen. Da igual. Así que a los 2 minutos de película ya tenemos a los monstruos sueltos y en el minuto 15 se produce la escena más descacharrante cuando el tiburón se devora, no un transatlántico, ni una playa de turistas, sino ¡un avión en pleno vuelo! Lástima que los productores hayan querido compensar la presencia de tan insignes estrellas del cine (la cantante chunga y el rey de las camas) a base de diálogos imposibles (atentos a la primera intervención de Lorenzo Lamas), y no se repitan despropósitos como éste, porque entonces Mega shark se convertiría en un clásico para nosotros. Pero algunos momentos, como la persecución final y la lucha entre el calamar y el tiburón resultan tan absurdos que mantienen el nivel de sorpresa.
The Asylum es especialista en esto de los mega-bodrios, y ya el año pasado estrenaron Megafault (2009), sobre un terremoto mega-puñetero y este año presentan Megapiranha (2010), sobre una piraña mega-cabrona.
Curiosamente, The Asylum ha sufrido en sus propias carnes la misma estrategia que ellos vienen realizando. El éxito de Mega shark vs. Giant octopus ha propiciado que la cadena de televisión Syfy acabe de estrenar otra serie Z más rebuscada si cabe que lleva por título Sharktopus (no hace falta explicar por qué, ¿no?), con la presentación de Roger Corman como reclamo y con Eric Roberts como el "estrellado" invitado. Estaremos atentos a ella y veremos si se encuentra a la "altura" de las producciones de The Asylum.