28 marzo, 2022

Las series españolas de 2022: Parte 2

Nuestra nueva incursión en las series españolas estrenadas en las últimas semanas se acerca a ocho producciones que han tenido cierta repercusión en plataformas y televisiones con resultados irregulares. Hay interesantes propuestas como La edad de la ira (Atresmedia, 2022) o Pajares & Cía (Movistar+, 2022), éxitos que no alcanzan el nivel exigible como La unidad (Movistar+, 2020-) y Entrevías (Telecinco, 2022-), series directamente prescindibles como Señor, dame paciencia (Atresmedia, 2022-) o Érase una vez (pero ya no) (Netflix, 2022-) y producciones como Operación Marea Negra (Prime Video, 2022-) que pierden efectividad respecto al relato documental de la misma historia, como el que hace la serie documental Operación Marea Negra. Una travesía suicida (Prime Video, 2022). 

Es un comienzo de año convulso, en el que las audiencias en la televisión tradicional están aumentando respecto a la ficción, incluso en propuestas que ya han tenido una vida en plataformas digitales, como ha vuelto a ocurrir con Alba (Atresmedia, 2021-), después de los buenos resultados de Mentiras (Atresmedia, 2020-). Una tendencia que, aunque no parece que pueda tener demasiada repercusión en los hábitos de consumo tendentes a las plataformas digitales, sí están teniendo una importante repercusión en la renovación de unas televisiones privadas que comienzan a notar el desgaste de fórmulas repetitivas, especialmente en el caso de Mediaset, que lleva varios meses viviendo la peor crisis de audiencias de toda su historia. Una especie de agonía de su formato tradicional para la que Paolo Vasile no parecía haber preparado un plan de emergencia (ahí están por ejemplo las improvisaciones de La Fábrica de la Tele en sus programas del corazón), lo que viene beneficiando desde hace más de seis meses a su principal competidora, Atresmedia, que ha realizado un trabajo de fragmentación y digitalización de su contenido muchos más acertado que Mediaset. También es cierto que el liderazgo de Atresmedia está basado principalmente en dos programas que fueron parte de Mediaset: El hormiguero, que empezó en 2006 en Cuatro, y Pasapalabra, una marca que va más allá de su condición de concurso. Mientras que el sentido contrario no le ha funcionado tan bien a Mediaset, especialmente con la adquisición de la serie Pasión de gavilanes (Telecinco, 2022-), que había sido la telenovela estrella de Antena 3. Mientras se reajustan las programaciones, y sobre todo se buscan nuevos targets de audiencia, las series están actuando de nuevo como tabla de salvación en las franjas nocturnas. 

Los siguientes comentarios se basan exclusivamente en el visionado de las temporadas completas y pueden contener información relevante sobre sus argumentos.

Cuando el gobierno aprobó el matrimonio entre personas del mismo sexo en 2005, nuestro país se colocaba a la vanguardia de los derechos sociales en el mundo, ya que solo Holanda, Bélgica y Canadá, que lo aprobó el mismo año, tenían leyes similares. Desde entonces, 29 países han aprobado el matrimonio igualitario, los últimos de ellos Chile, que lo aprobó en diciembre, y Suiza, cuya ley entrará en vigor a partir del 1 de julio de 2022. La novela La edad de la ira (2011, Ed. Espasa Libros), apareció publicada seis años después de aquel avance social, pero denunciaba que la situación de bullying, desprecio y homofobia en los centros educativos no había cambiado demasiado en España. Su autor, Fernando J. López, conocía la problemática desde dentro, porque era profesor de instituto, una figura que parece paralela a la del profesor Álvaro (Eloy Azorín) en la adaptación que han realizado las productoras Big Band Media (The Mediapro Studio) y M&Masficción para Atresmedia, que se ha estrenado en ATRESplayer Premium. La novela, que previamente ha sido llevada al teatro por la compañía La Joven Compañía en el año 2017, cuenta la historia de Marcos (Manu Ríos), un joven que ha matado a su padre y ha dejado malherido a uno de sus cuatro hermanos (en la serie, los hermanos de Marcos se reducen a uno, Ignacio (Carlos Alcaide)). La reconstrucción de los días previos a este parricidio conforman la historia de Marcos, pero también la de sus amigos Sandra (Amaia Aberasturi) y Raúl (Daniel Ibáñez), y revelan la violencia doméstica, la homofobia y la dificultad de ser aceptado y aceptar la propia identidad. La adaptación elimina el personaje del periodista que investiga el suceso, para centrarse exclusivamente en los cuatro personajes principales: Marcos, Sandra, Raúl e Ignacio, dedicando un episodio a contar la historia desde cada uno de los cuatro puntos de vista. Una decisión de los guionistas Juan María Ruiz Córdoba y Lucía Carballal que es asumible desde la perspectiva de convertir un relato adulto en una historia con un enfoque más centrado y dirigido a los adolescentes, pero sí es discutible en cuanto a la emisión semanal que ha decidido Atresmedia. Porque esta estructura fragmentada hubiera funcionado mejor en un formato de emisión completo. 

A pesar de todo, el director de la serie Jesús Rodrigo consigue un relato fluido que ofrece, en realidad, la historia de Marcos desde distintos puntos de vista, pero todos ellos completan la atmósfera de opresión constante en la que vive el personaje, primero en la aceptación de su sexualidad y también en el constante juicio al que es sometido dentro de su familia y dentro de su entorno. Marcos acude regularmente al Cine Doré a ver películas clásicas y se identifica con Nosferatu (F.W. Murnau, 1922), envuelto en una oscuridad que le impide encontrar un lugar dentro de una sociedad que no acepta versos sueltos. Hay quizás en el relato demasiadas referencias tan evidentes que resultan superfluas, como la lectura de un poema de Federico García Lorca, o la propia figura del profesor de Literatura gay que es un personaje excesivamente discursivo, cuyas frases parecen sentar cátedra constantemente. Pero el retrato que se hace de los protagonistas (aunque la producción audiovisual parezca incapaz de encontrar actores adolescentes para interpretar a personajes adolescentes) es muy certero, especialmente en el caso de Raúl, cuyo episodio (T1E3) muestra la representación precisa de la espontaneidad y la voluntad propia, bien retratada por Daniel Ibáñez. Pero La edad de la ira, con sus defectos, pone sobre la mesa una visión de nuestra sociedad que es incómoda, y lamentablemente demasiado actual. Porque, en estos diecisiete años desde que aquel 1 de julio se aprobó la modificación del Código Civil en materia de Derecho a Contraer Matrimonio los sentimientos homófobos se han recrudecido apoyándose en una cierta relajación de los movimientos de derechos civiles. Y tampoco ha cambiado demasiado la podredumbre de nuestra sociedad, como demuestran las insinuaciones de medios de comunicación sobre el hecho de que el adolescente parricida de Elche, que mató a sus padres y a su hermano el pasado mes de febrero, había leído la novela La edad de la ira como recomendación del Instituto en el que estudiaba. 

Movistar+ ha apostado por La unidad (Movistar+, 2020-)como una de sus series más destacadas, confirmando una tercera temporada incluso antes de que se estrenara la segunda. Y eso a pesar de que otra serie de la plataforma estrenada el mismo año, Antidisturbios (Movistar+, 2020), que consiguió mejores críticas, no consiguió ser renovada. Algunas pistas las dan las declaraciones que han hecho recientemente responsables de Movistar+ respecto a la buena sintonía con la Dirección General de la Policía, que ha permitido disponer de los medios necesarios para el desarrollo de La Unidad. Es decir, se ha sacrificado una serie incómoda para la imagen de la policía en favor de otra que estimula la representación humana de las fuerzas especiales del orden, aunque ésta sea incluso más inverosímil, garantizando así la plena colaboración de la policía española. Otra de las circunstancias curiosas de esta segunda temporada es el sorprendente cambio de productora. La primera temporada fue desarrollada por Vaca Films, productora gallega que ha estado detrás de todas las películas de Dani de la Torre desde su debut con El desconocido (Dani de la Torre, 2015), produciendo también La sombra de la ley (Dani de la Torre, 2018). Pero en una entrevista a finales de 2020 un portavoz de Movistar+ confirmaba que ya no se iba a contar con Vaca Films, justificándose en el hecho de que "le damos mucha importancia a los creadores, por lo que el encargo de producción siempre lo cerraremos con quienes ellos se sientan cómodos para trabajar" (ECD, 21/12/20). Se podía intuir que ya no había una buena relación entre Dani de la Torre y los productores Borja Pena y Emma Lustres, pero la explicación más plausible está en la nueva relación entre el director y Atresmedia, que le produjo su última película, Live is life (Dani de la Torre, 2021) y el nacimiento en 2020 de Buendía Estudios, productora nacida de un acuerdo entre Movistar+ y Atresmedia. 

La segunda temporada de la serie creada por Dani de la Torre y Luis Marini pretende ofrecer más adrenalina que la primera, enfocando a los propios miembros del cuerpo especial antiterrorista como víctimas de los ataques yihadistas. Pero en realidad se distancia poco en cuanto a la construcción de los personajes y los defectos de representación que viene sufriendo desde el principio. Y es cierto que ha ganado en recursos técnicos, pero ha perdido en el desarrollo de la historia, que parece llegar tarde al thriller policial que se está produciendo actualmente. Esto es especialmente perceptible en la representación del mundo árabe, que parece más sacada de las películas post-11S que de un trabajo de investigación que intente darle verosimilitud actual, y especialmente en la descripción de las mujeres. La incorporación de una agente de origen árabe a la Unidad, por ejemplo, es bastante significativa en este sentido. Se trata de un personaje sin apenas arco narrativo, cuya función principal es protagonizar una subtrama de falso culpable y que solo necesita un episodio para caer en los brazos del macho argentino. Por un lado se ofrece una visión crítica de la situación de la mujer en el entorno patriarcal árabe, pero por otro lado se construye un personaje femenino que justamente ocupa esa posición en el equipo policial. A veces se ha comparado a La unidad con la producción francesa Oficina de infiltrados (Canal+, 2015-), sobre todo en cuanto a esa visión de la acción desde el punto de vista de quienes la organizan en el centro de mando, pero en este caso Dani de la Torre pretende situarse en un término medio que no justifica adecuadamente este punto de vista. Hay una cierta búsqueda en los diálogos de la naturalidad, pero ésta parece forzada, sobre todo en las actrices Nathalie Poza y Marian Álvarez, pero éste no parece tanto un problema de interpretación como de dirección. Incluso la propia resolución acaba siendo poco arriesgada, anticlimática en algunos momentos, debido a esos saltos continuos entre diferentes escenarios que no permiten centrar la tensión en el lugar adecuado. La unidad sigue siendo una serie con más fachada que contenido, irregular en su narrativa y fallida en la construcción de personajes. 

Comentábamos en nuestra anterior aproximación a las series españolas de 2022 la curiosa circunstancia que rodeó a la serie Mentiras (Atresmedia, 2020-), convertida en un éxito de audiencia en su emisión lineal a pesar de que ya se había estrenado en la plataforma de Atresmedia hacía dos años, algo parecido a lo que está ocurriendo con Alba (Atresmedia, 2021), otra serie estrenada en 2021 en digital que en sus primeros episodios en lineal mantiene una audiencia que supera el millón y medio de espectadores. Otro acontecimiento destacado en estos primeros meses lo ha protagonizado Entrevías (Telecinco, 2022-), que se ha convertido en la serie revelación de la temporada y casi la única tabla de salvación de una cadena que lleva acumulados más de seis meses de retroceso en audiencias, colocándose por detrás de su más directa rival, Atresmedia. Ni sus habituales programas del corazón, ni el reboot de la telenovela Pasión de gavilanes (Telecinco, 2022), que ha sido el mayor fracaso de lo que llevamos de año, ni siquiera el oportunismo de la guerra de Ucrania con un programa informativo que trataba de recoger los buenos resultados que estaban teniendo los oportunistas especiales de El objetivo en La Sexta, han conseguido frenar este retroceso. Sin embargo, la nueva ficción del guionista David Bermejo y el actor José Coronado, después de Vivir sin permiso (Telecinco, 2018-2020) lo ha logrado, con un inicio que tuvo un 19,7% de share (2.183.000 espectadores) y que ha mantenido una audiencia fiel hasta el 16,2% (1.772.000 espectadores) en el último episodio de la temporada. Una media notable para una serie de ficción en una emisión lineal. Tal es la repercusión de estos datos de audiencia que Telecinco decidió estrenar la "segunda temporada" el 29 de marzo, inmediatamente después del final de la primera, en una estrategia inusual que trata de salvar un mes de marzo que Atresmedia sigue liderando. Pero hay que recordar que la serie ya estaba planteada (y fue rodada) como una historia de 16 episodios, aunque el plan inicial era separar su emisión en dos tandas de ocho capítulos. Es decir, Telecinco simplemente ha decidido volver al planteamiento original, aunque se promocione como una temporada dos. 

Entrevías es un nuevo thriller que lleva la firma principal de David Bermejo, pero también cuenta con la producción de Aitor Gabilondo, responsable de la adaptación de Patria (HBO, 2020), pero también del melodrama plañidero Madres. amor y vida (Prime Video, 2020-), y en cierta manera continúa el enfoque de series como El príncipe (Telecinco, 2014-2016), centrándose en un barrio marginal en el que destaca el retrato de personajes que abrazan el estereotipo pero que consiguen cierto realismo sucio. Tirso Abantos (José Coronado) es un exmilitar hastiado de la situación de degradación que vive su barrio y con mentalidad xenófoba que intenta ayudar a su nieta Irene (Nona Sobo) a mantenerse al margen de las pandillas del barrio, a las que pertenece su novio Nelson (Felipe Londoño). Hay evidentes paralelismos entre Tirso Abantos y el Walt Kowalski de Gran Torino (Clint Eastwood, 2008), también un exmilitar cascarrabias y racista, y en ambas se utiliza el recurso del humor para suavizar los comentarios xenófobos de los personajes. Aunque sea algo inverosímil, es el personaje principal el que sostiene buena parte de una historia que camina por terrenos poco arriesgados, pero que sobre todo conecta bien con la pérdida de fe en el ser humano que tiene el protagonista y con la corrupción, la gentrificación y la falta de futuro que reflejan los barrios de la periferia en las grandes ciudades. También es cierto que la falta de profundidad impide que la serie aborde los aspectos que menos le favorecen para la construcción de la trama criminal, y el retrato del barrio madrileño de Entrevías es necesariamente unidimensional y sesgado, solo para justificar las acciones del protagonista, e incluso la ocupación de pisos, sin que haya ningún tipo de reflexión. Lo que se plantean no son problemáticas sociales, sino que se utilizan las problemáticas sociales para construir una especie de western en el que únicamente vale la venganza personal. La serie funciona por tanto en la epidermis, y solo si se entiende a los personajes como caricaturas, algo que sobre todo parece haber entendido bien Luis Zahera en su histriónica representación del policía corrupto Ezequiel. Entrevías acaba siendo tan efectiva como intrascendente. 

La estrategia de Atresmedia de convertir en series algunas de sus películas de éxito ha tenido resultados desequilibrados. El estreno de Buscando el Norte (Antena 3, 2016), basada en el largometraje Perdiendo el Norte (Nacho G. Velilla, 2015) comenzó sus emisiones con un 20% de share (3.765.000 espectadores) pero fue decayendo progresivamente, algo parecido a lo que ocurrió con Cuerpo de élite (Antena 3, 2018), adaptación de Cuerpo de élite (Joaquín Mazón, 2016), que tuvo un excelente 24,6% de share (4.193.000 espectadores) en su primer episodio pero fue cayendo el interés del público. De hecho, ninguna de estas series ha conseguido afianzarse con más de una temporada. Los intentos continúan, y se anuncian algunas producciones en formato seriado basadas en las primeras películas de dos de los directores más reconocidos del cine español, como Los sin nombre (Jaume Balagueró, 1999), que desarrolla el propio director junto a Pau Freixas; y Tesis (Alejandro Amenábar, 1996), en cuya producción no se ha confirmado aún si participará el realizador, sobre todo tras el descalabro de su primera serie, La Fortuna (Movistar+, 2021). El último intento de Atresmedia por sacar partido de un éxito de taquilla es Señor, dame paciencia (ATRESplayer, 2022-), una producción de Buendía y DLO Producciones, que encabeza el productor José Manuel Lorenzo, y que se basa en la película Señor, dame paciencia (Álvaro Díaz Lorenzo, 2017) que recaudó casi siete millones de euros con más de un millón de espectadores, y que en su emisión en Antena 3 en 2020 logró reunir ante la pantalla a más de dos millones de espectadores. 


La serie no es una secuela, sino que retoma la historia desde el principio en torno a un banquero conservador que se queda viudo y sin trabajo, teniendo que pasar a depender de sus cuatro hijos, cada uno llevando tipos de vida muy diferentes. El único actor que repite de la película original es Jordi Sánchez (Gregorio), mientras que los hijos están ahora interpretados por Norma Ruiz (Sandra), Carol Rovira (Alicia), Adam Jezierski (Goyito) y Félix Gómez (Carlos), y aunque se anunció en principio que Rossy De Palma repetiría como María, la esposa fallecida que se aparece de vez en cuando a Gregorio, finalmente también fue sustituida por Silvia Abril. Pero si hay un cambio en el reparto y en la propia historia, que antes estaba centrada en un viaje que debía compartir toda la familia, en esta ocasión se traza una trama horizontal sobre los intentos del protagonista por retomar su vida laboral mientras va conviviendo con cada uno de sus hijos. Escrita por Benjamín Herranz, guionista de Allí abajo (Antena 3, 2015-2019) y Juan Ramón Ruiz de Somavía, creador de la serie 3 caminos (Prime Video, 2021), el sentido del humor es básico, tratando de abordar problemáticas sociales actuales, pero sin lograr ese reflejo de la sociedad que otras comedias sí consiguen, quedándose en la superficie del tópico y la previsibilidad. Incluso la representación de la pareja homosexual suena a esas españoladas de las que hablaremos más adelante, aunque envuelta en la modernidad de la gestación subrogada. Los actores parecen cómodos en sus papeles, especialmente Jordi Sánchez, asentado en su clásico personaje de cascarrabias conservador que ya desarrolla en La que se avecina (Telecinco/Prime Video, 2007-), pero se trata de caricaturas construidas con poca sutileza, lo que no permite demasiados matices. La estrategia de Atresmedia es parecida a la que ha funcionado sorprendentemente bien con Mentiras (ATRESplayer, 2020-), que se emitió primero en la plataforma premium para, dos años después, llegar a la televisión convencional, y recientemente pasando a formar parte del catálogo de Netflix. Aunque todavía no hay fecha de estreno en la emisión tradicional, está por ver si Señor, dame paciencia logra romper la maldición de las adaptaciones de películas que en su formato seriado no han conseguido despertar el interés del público.  

El mexicano Manolo Caro se ha convertido en uno de los destacados directores de contenido latino para la plataforma Netflix, sobre todo tras el éxito de la serie La casa de las flores (Netflix, 2018-2020), que se convirtió en una sorpresa. Tanto es así que en 2019 firmó un acuerdo de exclusividad para desarrollar proyectos solo para la plataforma durante varios años (no se especificó cuántos), un compromiso que le obliga a desarrollar contenidos para Netflix, pero con la posibilidad de dirigir largometrajes para otras productoras. De este acuerdo nacieron las temporadas 2 y 3 de La casa de las flores, además del largometraje La casa de las flores. La película (Manolo Caro, 2021), la miniserie Alguien tiene que morir (Netflix, 2020) y ahora la serie musical Érase una vez (pero ya no) (Netflix, 2022-). Y aunque no ha conseguido revalidar los buenos datos de su primera apuesta para la plataforma, ha tenido cierto seguimiento especialmente en el mercado hispano. Con La casa de las flores, Manolo Caro trasladó al formato que parecía el más idóneo las incursiones en los resortes de la telenovela, pero con una mirada más actual y más queer que había ofrecido en sus primeras películas como No sé si cortarme las venas o dejármelas largas (Manolo Caro, 2013) y Elvira, te daría mi vida pero la estoy usando (Manolo Caro, 2015), que además tenían esa reverencia absoluta al cine de Pedro Almodóvar, una de las más evidentes influencias del director. Incluso aportó ese toque especial de culebrón a Perfectos desconocidos (Manolo Caro, 2018), la versión mexicana de la comedia italiana Perfectos desconocidos (Paolo Genovese, 2016), de la que se han hecho adaptaciones en España, Hungría, Corea del Sur, Francia, China, Rusia, incluso este mismo año se estrenan nuevas versiones en Rumanía, República Checa, Egipto y Noruega. 


En Érase una vez (pero ya no), Manolo Caro se entrega completamente al universo kitsch para realizar un ejercicio de subversión parecido al que ha venido haciendo con las telenovelas, pero ahora enfocado al mundo de los cuentos de hadas. La estética es todo lo exagerada que se podía esperar, con un castillo lleno de luces de neón (se rodó principalmente en el Castillo de Guadamur (Toledo)) y una puesta en escena llena de colores primarios que resaltan esta mirada particular del director mexicano. Se intenta realizar una reinvención de los cuentos clásicos, con príncipes, princesas, hadas y brujas pero acaba cayendo en la rutina superficial de una historia que no parece lo más importante, y que trata de sacar partido, sin lograrlo, de las escasas dotes interpretativas de Sebastián Yatra, aunque hay que reconocerle a Manolo Caro buen ojo al elegirle antes de que el cantante colombiano participara en la banda sonora de Encanto (Jared Bush, Byron Howard, Charise Castro Smith, 2021) y actuara en la gala de los Oscar. Dentro de una historia básica, por no decir infantil, hay cierta obsesión por introducir elementos inclusivos tanto en la representación de los personajes como en el lenguaje, con una cierta mirada irónica en ocasiones, pero que acaba resultando recargada. Esta supuesta modernidad no solo es falsa sino también hipócrita, porque se utiliza la inclusividad para seguir estableciendo normas de imagen tradicionales. Es decir, solo los personajes con físico estándar son admitidos en esta inclusión. 

En la parte musical, la participación de Lucas Vidal, que ya colaboró con Manolo Caro en Alguien tiene que morir, se enfoca en las composiciones originales y sobre todo las adaptaciones de canciones populares de Miguel Bosé, Mónica Naranjo, Alejandro Sanz que podrían ser perfectamente la playlist de un bar de Chueca. Pero el trabajo de Lucas Vidal no es especialmente notable, especialmente en casos como "Yo no soy esa" (1971), un himno feminista que el compositor madrileño envuelve en unos caóticos arreglos orquestales eliminando todo el sentido a la letra profundamente reivindicativa que compuso e interpretó Mari Trini (en realidad, era una versión de la canción "Ce n'est pa moi" que ella misma había compuesto en 1965). No hay brillantez en las coreografías ni en la puesta en escena de los números musicales, como ocurre en otras series que utilizan recursos parecidos como Schmigadoon! (Apple tv+, 2021), sin posibilidad de salvar la propuesta del simple divertimento mamarracho. 

Tras su incursión en el mundo de la corrupción futbolística con la serie Todo por el juego (Directv, 2018-2019), Daniel Calparsoro regresa a una historia de acción física en Operación Marea Negra (Prime Video, 2022), basada en la historia real del primer narcosubmarino que consiguió detener la Guardia Civil después de atravesar el Atlántico desde Brasil en el año 2019. El thriller es terreno conocido del director catalán responsable de películas como Cien años de perdón (2016), El aviso (2018) y Hasta el cielo (2020), de la que este año se estrenará una continuación en formato serie en Netflix. Pero la dificultad de Operación Marea Negra estriba en que la acción transcurre en su parte central dentro del semisumergible que finalmente fue capturado. El trabajo de dirección se alterna literalmente con Oskar Santos, otro especialista en thrillers que ha dirigido la segunda unidad de series como Hierro (Movistar+, 2019-2021) y La unidad (Movistar+, 2021-). La historia se centra en un ex-boxeador y pescador gallego que se embarca en el mundo del narcotráfico en Galicia para acabar manejando este submarino de transporte de droga, y está contada desde el punto de vista de Nando (Álex González) y su escalada en la delincuencia, a la que se dedican los dos primeros episodios de los cuatro que conforman la serie. Pero da la impresión de que la narración es demasiado precipitada, buscando el momento central, pero también el menos dinámico, que ocupa los dos últimos episodios, y donde se incorpora el punto de vista de la Guardia Civil. Álex González regresa al mundo del boxeo/delincuencia que ya visitó en Segundo asalto (Daniel Cebrián, 2005) y Alacrán enamorado (Santiago A. Zannou, 2013), y hay que reconocer que la faceta macarra de su personaje está bien desarrollada. Pero la serie tiene problemas de equilibrio en su narración, incluso resulta forzada en la introducción de escenas de acción como las que tienen lugar en Brasil, antes de centrarse en la travesía del semisumergible. 


La historia real se nos cuenta con precisión en la serie documental Operación Marea Negra: La travesía suicida (Prime Video, 2022), que estrenó la plataforma dos semanas después que la serie de ficción. Dirigida por Luis Avilés, realizador de la interesante película Retornos (Luis Avilés, 2010), cuenta con la participación de altos mandos de la Guardia Civil y las policías costeras española y portuguesa, así como con entrevistas con dos de los ocupantes del semisumergible que fue detenido, y explica con bastante detalle los pormenores de la operación policial. El incautamiento confirmó los rumores que había sobre la existencia de este tipo de semisumergibles, y el éxito de las fuerzas del orden consistió en localizar este medio de transporte en mitad de su travesía, debido a la dificultad de su localización en el Atlántico. Se echa en falta una aproximación más general a cómo funcionan las organizaciones del narcotráfico en España, aspecto que se menciona solo en el último episodio, remarcando que tanto en Galicia como en Andalucía solo hay infraestructura para organizaciones dedicadas a la logística, que no tienen capacidad para financiar este tipo de travesías. Aunque se trata de una serie documental convencional, más cercana al reportaje, algunos aspectos técnicos incluso mejoran a la serie de ficción, como la música de Sergio Moure para La travesía suicida, mucho más efectiva que la poco convincente partitura de Carlos Jean para Operación Marea Negra. Pero es interesante establecer el paralelismo entre los hechos reales y la narración ficticia, que al menos en el trayecto del semisumergible parece aferrarse a lo que ocurrió realmente, una travesía complicada con tormentas, averías y hasta un peligroso accidente. Pero da la impresión de que ni Oskar Santos, director del Episodio 3, ni Daniel Calparsoro, director del Episodio 4, consiguen extraer del pequeño espacio interior del semisumergible la carga de tensión adecuada, a lo que no ayudan personajes estereotipados y poco realistas (aquí se puede comparar con el relato del documental). Aunque Operación Marea Negra se anunció como una miniserie, y de hecho el relato parece confirmarlo, Prime Video ha anunciado este mes de marzo la producción de una segunda temporada con Daniel Calparsoro, Oskar Santos e Igor Legarreta como directores.

Entre las series documentales sobre personajes destacados de la transición española, como Lola (Movistar+, 2021), Ruiz-Mateos. El primer fenómeno viral (RTVE Play, 2021) o Raphaelismo (Movistar+, 2022), le toca el turno ahora a Andrés Pajares, protagonista de Pajares & CIA (ATRESplayer, 2022) que recorre la carrera artística del actor desde que formó pareja con Fernando Esteso en algunas de las películas más taquilleras del cine español, hasta que cayó en desgracia con sus constantes apariciones en programas del corazón, pasando por su breve y frustrada etapa como actor dramático que le valió un Goya por su trabajo en la película ¡Ay, Carmela! (Carlos Saura, 1990). Escrita y dirigida por Carlos Torres, y producida por Jordi Évole y Ramón Lara, responsables de los programas Salvados (La Sexta, 2009-) y Lo de Évole (La Sexta, 2020-), lo más interesante de la serie es que ofrece un repaso a la evolución cinematográfica en España desde que comenzó la democracia, con la etapa del destape y las denominadas "españoladas" que reflejaban el ansia de libertad que se vivía en el país, aunque esta representación se limitara a historias de tono machista protagonizadas por "españolitos medios" frente a exuberantes mujeres que se quitaban la ropa con cualquier excusa. Pero, como apunta David Trueba, el entrevistado que aporta las ideas más interesantes, "todo estaba ilustrado desde la perspectiva de una derecha conservadora, pero al mismo tiempo tan claramente transparente de la sociedad". Efectivamente, las nueve películas protagonizadas por Pajares/Esteso, desde Los bingueros (Mariano Ozores, 1979) hasta La Lola nos lleva al huerto (Mariano Ozores, 1984) se convirtieron en grandes éxitos de taquilla, y representaron una sociedad patriarcal y machista que utilizaba la representación sexual de la mujer como una forma de liberación. "En los personajes de Pajares y Esteso hay la sublimación del lugar y el país en el que crecieron nuestros abuelos", comenta David Trueba. "Son cosas que nos definen, y hay que verlas como las cuevas de Altamira".  


El auge de estas "españoladas" que aportaron, no obstante, algunos de los nombres más ilustres del cine español como Alfredo Landa, José Sazatornil Saza o José Luis López Vázquez, acabó con la llegada del PSOE al gobierno en 1982 y de Pilar Miró a la Dirección General de Cinematografía, y con la aprobación de ayudas que daban prioridad a las películas "de calidad", dejando a las producciones comerciales abandonadas a su suerte. El periodista Juan Sanguino apunta que fue "una intención un poco paternalista de "reeducar" al público español. La Ley Miró de 1983 funcionó, pero relegó toda una industria de cine de serie B al ostracismo". Pero también es cierto que las películas de Andrés Pajares y Fernando Esteso comenzaban a dar signos de agotamiento entre los espectadores, y la decisiva ley cinematográfica contribuyó al éxito internacional de películas como Los santos inocentes (Mario Camus, 1984), ganadora del Premio de Interpretación en el Festival de Cannes para Francisco Rabal y Alfredo Landa. Después de separarse de Fernando Esteso como pareja artística, Andrés Pajares tenía más aspiraciones como actor y trabajó en películas como Moros y cristianos (Luis García Berlanga, 1987), recibiendo el Premio Goya por ¡Ay, Carmela! (Carlos Saura, 1990) y el Premio ACE Latino en Nueva York por Bwana (Imanol Uribe, 1996)

Mientras esta evolución del cine español en paralelo con la sociedad es abordada en los tres primeros episodios, los dos siguientes están más centrados en los problemas psicológicos de Andrés Pajares que le llevaron a un infierno alimentado por los medios de comunicación. Hay que alabar en la serie la participación de entrevistados que aportan argumentos interesantes, huyendo de la presencia de personajes populares que no tienen mucho que decir, como ocurre en otras de las series documentales recientes (la única entrevistada que no aporta gran cosa es la youtuber Carolina Iglesias). Pero David Trueba, José Sacristán, Concha Velasco, Antonio Resines, Carmen Maura, María Barranco, Emma Ozores, Fernando Colomo, Javier Cámara, Sara Mora incluso jaime Cantizano y Rosa Villacastín, hablan desde el conocimiento, lo que ofrece aportaciones relevantes. Hay un ritmo, sin embargo, que hace que la serie se acerque más al formato de La Sexta columna (La Sexta, 2012-) y a otros programas informativos de la cadena, lo que le perjudica como una producción con entidad y personalidad propia, pero es un problema habitual en los documentales producidos por periodistas. 


La edad de la ira y Señor, dame paciencia se pueden ver en ATRESplayer Premium. 
Entrevías se puede ver en Mitele. 
La unidad y Pajares & CIA se pueden ver en Movistar+. 
Operación Marea Negra y Operación Marea Negra: La travesía suicida se pueden ver en Prime Video. 
Érase una vez (pero ya no) se puede ver en Netflix.

Life is live se estrena en cines el 24 de junio. 



21 marzo, 2022

11M: Tres relatos incompletos

Los atentados del 11M de 2004 se han puesto de nuevo en la primera línea de la información cuando se acaban de cumplir dieciocho años del más grave ataque terrorista de la historia en Europa. Y precisamente han coincidido tres propuestas documentales que tratan de mirar y analizar desde un punto de vista actual las investigaciones, el juicio y las numerosas teorías que fueron surgiendo en torno a la autoría del atentado. Pero, al contrario de lo que sería deseable, el paso del tiempo no parece haber promovido una investigación que realmente elimine todas las turbulencias que partidos políticos y medios de comunicación provocaron en los primeros meses de 2004, y durante varios años después de los atentados. Aunque hay aspectos interesantes aportados por algunos de estos documentales, son relatos de nuevo incompletos, que mantienen una base argumental sin preocuparse demasiado por confrontar versiones diferentes, oportunidades perdidas de que, casi dos décadas después de una masacre que provocó 2.000 víctimas y 193 muertos, se ofrezca una visión realmente independiente y analítica de todas las circunstancias que rodearon a los hechos y las consecuencias que provocaron. 

11M. Terror en Madrid (José Gómez, 2022) es un largometraje documental estrenado en la plataforma Netflix que está basado en el libro 11M: La venganza de Al Qaeda (2021, Ed. Galaxia Gutenberg), escrito por Fernando Reinares, director del Programa sobre Radicalización Violenta y Terrorismo Global del Real Instituto Elcano, que es uno de los principales entrevistados, y está dirigido por el cineasta mexicano afincado en Londres José Gómez, lo cual es uno de los aspectos más interesantes del documental, porque se puede suponer que un profesional extranjero está menos intoxicado por la continua contaminación ideológica que rodea a esos hechos. El enfoque del documental está centrado principalmente en las víctimas, con un respeto escrupuloso hacia ellas que lleva a no incluir imágenes reales de las explosiones ni de los heridos, sustituidas por grafismos y animaciones. Pero la parte más interesante en cuanto al análisis político es una mirada más globalizada hacia los orígenes de la idea de cometer un atentado en Madrid, que en este documental se atribuye sin ningún género de dudas a Al Qaeda. Al margen de los nombres habituales relacionados con el 11M, como Eduardo Zarzalejos, director entonces del periódico ABC, Jesús Ceberio, director de El País, el juez Juan del Olmo, encargado del sumario de la investigación o Juan Jesús Sánchez Manzano, comisario jefe de los Tedax, el documental entrevista a analistas extranjeros, como Guy Hedgecoe, periodista político de la BBC, Katya Adler, editora europea de la BBC o Lorenzo Vidino, Director del Programa sobre Extremismo de la Universidad de Washington, a los que al menos se les supone menor intoxicación ideológica. La investigación efectuada por Fernando Reinares que asume la película, descarta el hecho de que se tratara de un ataque local con objetivos concretos (la desestabilización de las elecciones generales que tendrían lugar el 14 de marzo), y lo engloba en una esfera más internacional.


La teoría ofrece lo que hasta el momento casi nadie ha dado, el nombre concreto del autor intelectual de los atentados, que sería Amer Azizi, de origen marroquí quien, según la CIA, llegó a ser mano derecha de Abu Hamza Raia, jefe de operaciones externas de Al Qaeda. También se ofrece el lugar donde se tomó la decisión, Paquistán, y una fecha concreta, diciembre de 2001, en una reunión entre Amer Azizi y Abdellatif Mourafik, miembro del Grupo Islámico Combatiente Libio (GICL), y al que se daría luz verde posteriormente en Estambul en 2002, entre miembros del GICL y del Grupo Islámico Combatiente Marroquí (GICM). Y la razón principal no tendría que ver directamente con el apoyo de José María Aznar a la guerra en Irak que se representó en la reunión con Tony Blair y George Bush en las Azores en 2003, sino con la Operación DATIL ordenada por el juez Baltasar Garzón, la desmantelación de la principal célula yihadista en España que llevó a cabo la policía en noviembre de 2001, y de cuya detención se libró Amer Azizi porque se encontraba fuera del país. Aunque no fue juzgado en relación con el 11M, su nombre aparece en buena parte del sumario incoado en la Audiencia Nacional por los atentados. No se trata de una teoría nueva, sino que Fernando Reinares ya la defendía en 2009 en la sección Tribuna (El País, 11/12/2009).


Pero el documental también aborda la manipulación informativa posterior a los atentados, especialmente en los dos días posteriores al ataque y previos a las elecciones generales del 14 de marzo de 2004, en las que los principales partidos políticos enfrentados, PP y PSOE, a los que según el periódico El Mundo del 4 de marzo las encuestas daban unos resultados muy ajustados, defendieron dos autorías diferentes: el PP y sus medios afines dejando abierta la posibilidad de que hubiera sido ETA incluso los días 12 y 13 de marzo, y el PSOE y sus medios afines destacando la autoría yihadista, que beneficiaba al partido socialista por considerarse un castigo por la participación de España en la guerra de Irak. En este sentido, 11M. Terror en Madrid apunta a dos principales "villanos", los periodistas Pedro J. Ramírez y Federico Jiménez Losantos, como manipuladores de la información a favor del Partido Popular, acogiéndose además a unas declaraciones de José Bárcenas, ex-tesorero del PP, en las que afirmaba que el Partido Popular había comprado acciones ilegalmente en una ampliación de capital de Libertad Digital, medio de comunicación afín a las tesis de ETA como autora de los atentados. Pero el documental no les ofrece espacio para dar su opinión, lo cual sería necesario, sobre todo porque, ya en 2014, Federico Jiménez Losantos en su programa Es la mañana (esRadio, 21/1/2014), negaba rotundamente que Libertad Digital hubiera recibido dinero del Partido Popular. El director José Gómez admite que se trata de una decisión consciente porque "Si te pones a hacer un artículo o un documental sobre el planeta Tierra, ¿le pedirías una entrevista a los que afirman que la Tierra es plana?" (elDiario.es, 10/03/2022). Es una opción discutible del director que no beneficia a la objetividad del relato y, por tanto, lo debilita. 

11M: El principio del fin (Terra Ignota, 2022) es una serie documental de ocho episodios que se puede visionar en YouTube, realizada por un grupo de autores que se hacen llamar Terra Ignota, y que utiliza sobre todo imágenes de archivo y programas de medios como Libertad Digital y la antigua Intereconomía, pero también incluye una serie de entrevistas monográficas con el ingeniero Carlos Sánchez de Roda, el periodista Alfredo Urdaci o el perito Carlos Romero Batallán. Sobre todo extrae el análisis de las declaraciones efectuadas en el juicio celebrado en 2007 y, aunque se presenta como un trabajo periodístico exhaustivo e independiente, prácticamente sigue al pie de la letra las principales teorías de la conspiración encabezadas por Pedro J. Ramírez y Casimiro García-Abadillo en el periódico El Mundo, Federico Jiménez Losantos en la COPE y Luis del Pino en Libertad Digital. Estas teorías ponen en duda la autoría real de los atentados y afirman que la policía fabricó pruebas falsas para reforzar la versión del ataque yihadista. El episodio Un escenario sin crimen, un crimen sin escenario (T1E3) se centra en los vagones de los trenes, el "escenario del crimen", que fueron retirados y enviados al desguace un día después de los atentados, contraviniendo los protocolos habituales de la policía. Se trata de uno de los lugares comunes de estas teorías de la conspiración, a pesar de que el Tribunal Supremo ya archivó una querella del sindicato ultraderechista Manos Limpias contra el juez Juan del Olmo por posibles delitos por la destrucción de los vagones de los trenes. Sobre un dato erróneo se propaló que los vagones se habían destruido dos días después del 11-M, aunque todavía existían restos de un vagón en 2012, ocho años después de los atentados. 

El principal objetivo de esta serie es tumbar la idea de que el gobierno español mintiera en los días posteriores a los atentados cuando creó dudas sobre la participación de ETA para evitar una derrota en las elecciones generales. Y el gran "villano" en este caso es Juan Jesús Sánchez Manzano, comisario jefe de los Tedax en 2004 (los autores del documental afirman que éste rechazó ser entrevistado), al que las teorías de la conspiración acusan de ocultar y fabricar pruebas, y que defendió la actuación de los artificieros en su libro Las bombas del 11-M: Relato de los hechos en primera persona (2013, Ed. CreateSpace). El episodio Guerra de divas (T1E7) está dedicado a desmontar la desinformación de los medios afines al PSOE, especialmente la cadena SER con Iñaki Gabilondo y Antonio García Ferreras, responsables de difundir la falsa noticia de los tres terroristas suicidas que supuestamente se habían inmolado en los trenes. Pero en el episodio no se analiza la información que los medios de comunicación afines al Partido Popular estaban difundiendo, ni se menciona "la convicción moral de que ha sido ETA" que manifestaba Mariano Rajoy, candidato del PP a la presidencia, el 12 de marzo (El Mundo, 12/3/2004), ni que este mismo periódico llevara a su portada el 13 de marzo, durante la jornada de reflexión, que el Ministro del Interior Ángel Acebes estaba "convencido de que las nuevas pistas probarán la autoría de ETA" (El Mundo, 13/3/2004). 

El análisis que se hace en 11M: El principio del fin de las grabaciones del juicio no aporta nada especialmente novedoso a lo que se ha publicado en libros como La cuarta trama: Verdades y mentiras en el caso del 11-M (2009, Ed. Ciudadela Libros), en el que el abogado José María de Pablo Hermida, que actuó como acusación particular de la Asociación de Víctimas del Terrorismo, pone en tela de juicio el propio juicio. A pesar de que se trata de un análisis muy exhaustivo, poniendo de manifiesto contradicciones y errores policiales evidentes, es una oportunidad perdida debido a la clara contaminación ideológica que establece un relato manipulado. La serie destaca en el episodio El arma del crimen (T1E4) las dudas sobre la composición de las bombas utilizadas, basándose en las contradicciones de los peritos policiales y en las incongruencias con un peritaje posterior que encargó el juez Javier Gómez Bermúdez. La composición de las bombas fue una de las primeras confrontaciones entre la autoría de ETA o la autoría yihadista, un debate que muchos defensores de las teorías de la conspiración consideran ficticio, pero en el que se sigue insistiendo, y que el perito Antonio Iglesias desarrolló en su libro Titadyn (2009, Ed. La Esfera de los Libros), prologado por el periodista Casimiro García-Abadillo. 

El narrador del documental está completamente desatado en el episodio El carpetazo (T1E5), asumiendo otra de las teorías de la conspiración más sorprendentes, según la cual el cerco de la policía en el piso de Leganés el 3 de abril, donde se encontraban siete terroristas a los que se relacionó con los atentados, que acabó con la muerte de todos ellos y del GEO Francisco Javier Torronteras tras una inmolación, en realidad fue un montaje. Cinco acusaciones y una defensa promovieron durante el juicio la idea de que los supuestos terroristas ya estaban muertos cuando se produjo la explosión, y que su suicidio fue simulado por altos mandos policiales para respaldar la teoría yihadista. Esta teoría conspirativa es tan absurda que el narrador no la afirma directamente, pero tira la piedra: "Cualquier malpensado podría decir que el piso se conocía mucho antes, y que trataron de reunir allí a cualquiera que pudiera arrojar luz, ya no solo a lo que pasó el 11 de marzo, sino a todas las operaciones abiertas desde 2003. Para luego...". Y eso que los autores del documental afirman que su intención es mostrar los datos para que los espectadores saquen sus propias conclusiones, pero es evidente que no pueden evitar el adoctrinamiento, por si acaso alguien no capta el mensaje. El episodio Un final abierto (T1E8) está dedicado a desarrollar otra hipótesis que ya deja de apuntar a ETA e implica a los servicios secretos de países como Marruecos y Francia como autores intelectuales de los atentados, teoría que defendía el periodista Fernando Múgica en El Mundo, y que es la que se pretende presentar como más plausible, aunque realmente solo se sostiene sobre la negación de la "versión oficial". 11M: El principio del fin es una serie para acólitos de la conspiración, que insiste en teorías descartadas y que muchas veces se basa en medias verdades o informaciones incompletas para ajustar el relato que se quiere construir. Y es una pena, porque la idea de analizar el juicio celebrado en 2007 con la perspectiva del tiempo era interesante. 

El desafío: 11M (Prime Video, 2022) es la serie documental más ambiciosa y la que consigue aglutinar a un mayor número de entrevistados, entre ellos el ex-presidente del gobierno José María Aznar y el periodista Pedro J. Ramírez, ausentes de la película de Netflix 11M. Terror en Madrid (José Gómez, 2022). Dirigida por Carlos Agulló, que había realizado anteriormente el documental Los demás días (Carlos Agulló, 2017) y producida por Luis Velo y Guillermo Gómez, socios de la productora Cuerdos de atar, se presenta como una continuación de la serie El desafío: ETA (Prime Video, 2020), que era una aproximación a la historia de la banda terrorista. Los cuatro episodios están temáticamente dedicados a las víctimas, la batalla política, el tratamiento en los medios de comunicación y el juicio celebrado en 2007. Pero desde el primero apunta a la utilización por parte de los partidos políticos del relato en torno a la autoría de los atentados para conseguir un rédito electoral, aunque en este caso, a diferencia de 11M. Terror en Madrid, al menos ofrece las dos versiones, con la participación del que fuera portavoz del gobierno Eduardo Zaplana y del Secretario de Presidencia Javier Zarzalejos,  y por otro lado de los socialistas José Blanco, Elena Valenciano y José Bono. En este sentido, resulta significativo que la única portada de las ediciones especiales de los periódicos publicadas el mismo 11 de marzo de 2004 que expresamente hablaba de ETA fuera la de El País ("Matanza de ETA en Madrid"), frente a los titulares de periódicos como La Razón ("Asesinos"), ABC ("Masacre en Madrid") y El Mundo ("Más de 130 muertos en la mayor masacre terrorista de nuestra Historia"). Algo que Jesús Ceberio, por entonces director de El País, considera el mayor error que ha cometido en su carrera como periodista, aunque la autocrítica se detiene ahí.

Uno de los aspectos que destacan tanto esta serie como el documental de Netflix en las primeras horas después de los atentados es que el gobierno organizó un gabinete de crisis sin contar con Jorge Dezcallar, por entonces Director del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), que en sus intervenciones en ambas producciones afirma haberse sentido desplazado de la investigación, siendo el máximo responsable de los servicios secretos españoles, algo que él mismo describe en su libro Valió la pena: Una vida entre diplomáticos y espías (2015, Ed. Península). El episodio Ganar (T1E2) está dedicado precisamente a cómo el PP mantuvo la línea de la autoría de ETA hasta el mismo día antes de las elecciones, y cómo el PSOE se beneficiaría más de la autoría yihadista. Especialmente relevante fue el 13 de marzo, una jornada de reflexión que fue de todo menos de reflexión, con la ayuda de los medios afines ideológicamente. Mientras la Cadena SER interrumpía su habitualmente intocable programación deportiva para informar sobre las manifestaciones "espontáneas" ante la sede del Partido Popular en Madrid, alimentando su reproducción en otras ciudades, RTVE y Telemadrid reprogramaron también su programación para ofrecer la película Asesinato en febrero (Eterio Ortega, 2001) un docudrama sobre el coche-bomba colocado por ETA en el año 2000 que mató al Secretario General de los Socialistas Vascos, Fernando Buesa, y a su escolta Jorge Díaz Elorza. Mientras Mariano Rajoy aparecía en RTVE ofreciendo una declaración en contra de las manifestaciones contra las sedes del PP, Alfredo Pérez Rubalcaba contestaba con una intervención poco tiempo después. Significativa es la contradicción entre el periodista Lorenzo Milá y el director de los servicios informativos de TVE, Alfredo Urdaci sobre si se emitió o no una entrevista que el presidente George W. Bush y la primera dama Laura Bush concedieron en exclusiva a la cadena pública el 12 de marzo. De la entrevista de diez minutos se emitió 1 minuto el mismo 12 de marzo y cuatro minutos el 13 de marzo, pero TVE nunca la ha emitido completa, descartando los fragmentos en los que el presidente George W. Bush afirma: "Aún no sabemos quién hizo esto. No descartaría a nadie. Escuchará todo tipo de rumores y llevará un tiempo descubrir los hechos", y a la pregunta de Lorenzo Milá sobre si el hecho de que fuera Al Qaeda sería un castigo por el apoyo de España en la guerra de Irak, afirma: "La gente no debería especular ahora sobre quién lo hizo. Fue un ataque muy coordinado y será necesario un buen trabajo forense para llegar a una conclusión". (The White House, 12/3/2004).

El episodio Neutralizar (T1E3) es el relato "oficial" de la investigación policial que llevó al desmantelamiento de la célula yihadista que se considera autora material de los atentados, según la sentencia de octubre de 2007. De forma inteligente, no sostiene la narración en el comisario Juan Jesús Sánchez Manzano, el más cuestionado por las teorías de la conspiración, sino que el relato lo hace a través de un subteniente de la Guardia Civil anónimo. Pero también es un relato que deja fuera algunos datos importantes, como el hecho de que buena parte de los integrantes de la trama asturiana habían sido confidentes de la policía desde antes de los atentados. El último episodio, Condenar (T1E4) está dedicado al juicio de 2007 y dedica los primeros minutos a la furgoneta Renault Kangoo encontrada por la policía, y que utilizarían los terroristas para desplazarse hasta Alcalá de Henares y la llamada mochila de Vallecas, encontrada en una bolsa de basura con materiales que provenían de la estación de El Pozo, pero que fue descubierta cuando ya estaba en la comisaría de Puerta Vallecas, que las teorías de la conspiración consideran pruebas falsas. Los dos principales defensores de esta última tesis, Pedro J. Ramírez y Federico Jiménez Losantos, participan también en la serie documental reafirmando la idea de que el juicio no resolvió la autoría real de los atentados. Según Federico Jiménez Losantos: "En este juicio se ha condenado a un moro porque había que condenar a alguien para que pareciera vagamente islamista, que ni siquiera era islamista", en referencia al único condenado como autor material, Jamal Zougam, ya que se considera que el resto de los autores materiales murieron en la explosión del piso de Leganés. 

Es el episodio más interesante porque confronta las declaraciones del juez Javier Gómez Bermúdez y de algunos de los abogados participantes, entre ellos José María Fuster Fabra, abogado de la Asociación de Víctimas 11-M, y Eduardo García Peña, abogado de Jamal Zougam. La condena de éste ha sido cuestionada en base a la información de que fue el reconocimiento de dos testigos no fiables el que influyó en la sentencia, extremo que siempre ha negado el juez Gómez Bermúdez, afirmando que hubo hasta seis testigos que lo reconocieron, además de sus conexiones con otros condenados y su relación con Abu Dahdah, considerado líder de Al Qaeda en España. Precisamente fue el periódico El Mundo el que publicó un reportaje en 2018 sobre la participación de Jamal Zougam en una red yihadista de captación de nuevos miembros en las cárceles (El Mundo, 11/10/2018). El desafío: 11M aporta la versión más oficial de los atentados y de la posterior investigación y juicio, de forma bien estructurada pero de nuevo incompleta en su recorrido, que a veces abusa del efectismo en el aspecto visual, con una constante música de género compuesta por Sergio Jiménez Lacima que parece darle una textura ficcional al relato de una realidad. Pero al menos tiene la virtud, al contrario de las dos propuestas anteriores, de incorporar las opiniones de las dos partes enfrentadas en la interpretación de los hechos, lo cual es beneficioso para el documental, pero refleja desgraciadamente la eterna imagen de un país dividido incluso en la tragedia. 

Es evidente que los atentados del 11 de Marzo de 2004 provocaron un cambio profundo en la sociedad española. El abogado José María Fuster-Fabra afirma: "La víctima del terrorismo es diferente a la de un asesino o un violador. Porque el terrorista lo que busca es alterar gravemente la paz pública o subvertir el orden constitucional. De tal manera que el terrorista utiliza a la víctima para provocarnos daño a todos. El destinatario del daño es la sociedad, y sin embargo quien lo padece directamente es la víctima." De estos dieciocho años que han transcurrido desde los atentados de 2004, se pueden extraer dos conclusiones: que todo el mundo ha escrito un libro sobre el 11M y que la sociedad española no parece preparada aún para realizar una mirada objetiva, sin contaminaciones ideológicas, en torno a estos hechos. Durante la Comisión de Investigación del 11M en el Congreso de los Diputados, las palabras de Pilar Manjón, presidenta de la Asociación de Víctimas 11M, ofrecía un discurso emotivo pero inapelable sobre la actitud de los representantes políticos en un país en el que todo, incluso las víctimas de un ataque terrorista o de una guerra, es utilizado para la confrontación. Es una de las lecciones no aprendidas del 11M. 


11M. Terror en Madrid se puede ver en Netflix.
11M. El principio del fin se puede ver en YouTube. 
El desafío: 11M se puede ver en Prime Video. 

Los demás días se puede ver en Filmin. 
Asesinato en febrero se puede ver en FlixOlé. 


14 marzo, 2022

Vientos nórdicos 2022 - Parte 1: Las series escandinavas que vendrán

La buena acogida a nuestro repaso del año pasado en torno a las series de los países nórdicos inéditas nos lleva a dedicar esta crónica, y posiblemente alguna posterior, a hacer un nuevo recorrido por las producciones que se han estrenado en los primeros meses de este año, entre ellas las nuevas temporadas de algunas series que ya se conocen en España. Desde los dramas familiares de época hasta el nordic noir, nuestra atención se centra en siete series aún inéditas que van conformando un panorama interesante en las producciones que provienen de Noruega, Suecia y Dinamarca, pero no será el último acercamiento que haremos en las próximas semanas. 

El tiempo de la felicidad - Temp. 2
NRK, 3 de enero-13 de febrero
Escrita por Mette M. Bølstad basada en un concepto de Siv Rajendram Eliassen
sobre una idea de Synnøve Hørsdal
Dirigida por Petter Næss, Mikkel Sandemose, Pål Jackman 

Otras de las series de mayor éxito en Noruega, aunque con un target más adulto, es El tiempo de la felicidad (Filmin, 2018-), ganadora de los premios a Mejor Guión y Mejor Música en CannesSeries 2018, que consiguió 1.400.000 espectadores en su primera temporada, audiencia espectacular que sin embargo no se ha visto refrendada en la segunda temporada, que comenzó con casi un millón de espectadores en su estreno y ha acabado con poco más de medio millón en su último episodio. El largo intervalo de tres años entre las dos temporadas, motivado en parte por la pandemia del coronavirus y la imposibilidad de poner en marcha una producción de época tan costosa en medio de la incertidumbre de los confinamientos, también ha provocado que la historia haya quedado algo lejana en la memoria de los espectadores. Hay que tener en cuenta que se trata de la serie más cara de la televisión pública NRK, con un presupuesto de 96 millones de coronas (unos 9 millones de euros) en la primera temporada que ha aumentado a 120 millones de coronas (unos 12 millones de euros), con un diseño de producción complejo que abarca desde los años sesenta hasta los ochenta, las décadas en las que se descubrió petróleo cerca de la localidad de Stavanger, convirtiendo a Noruega en uno de los países más ricos del mundo. La serie retrata de forma excelente las tensiones entre las compañías norteamericanas que comenzaron a hacer excavaciones marítimas y las autoridades estatales del país que trataban de tomar el control de las excavaciones y evitar la salida de capitales.  


Si la primera temporada se centraba en los primeros años que generaron riqueza en el país, la segunda nos sitúa en 1977 en pleno desarrollo de esta industria, y la intención de la protagonista, Anna (espléndida Anne Regine Ellingsæter) por ser reconocida profesionalmente dentro de un sector que por supuesto estaba controlado principalmente por los hombres. El tiempo de la felicidad, escrita por Mette M. Bølstad y dirigida entre Pål Jackman, Peter Næss y Mikkel Brænne Sandemose sigue siendo una serie extraordinaria, con una calidad notable en todos los aspectos técnicos, con personajes realistas que a veces se manifiestan con cierto egoísmo, pero envueltos en un entorno profesional que a veces restringe la propia privacidad. La segunda temporada tiene tiempo para desarrollar tramas en torno a la presión a la que son sometidos los trabajadores de las plantas petrolíferas, las dinámicas de poder en los organismos de control, las tensiones entre el sector privado y el público, y las relaciones familiares de los protagonistas. Y ciertamente se ve en la pantalla la alta inversión realizada, no solo en la perfecta recreación de la época, que le ha valido ser calificada como una especie de Mad men (AMC, 2007-2015) escandinava, sino también en los momentos más dramáticos en los que se adentra plenamente en el género de catástrofes, cuando se muestra el accidente real ocurrido en la plataforma Alexander Kielland en 1980, que ocupa los últimos episodios de la temporada. Aunque no se ha confirmado si se producirá una tercera temporada, hay que decir que el final es mucho más cerrado y mejor elaborado que en la primera entrega, por lo que la balanza entre audiencia y presupuesto podría poner en peligro la continuidad. 

Wisting - Temp. 2
Viaplay, 26 de diciembre
Escrita por Trygve Allister Diesen 
Dirigida por Trygve Allister Diesen

El autor noruego Jørn Lier Horst es uno de los más reconocidos dentro del género de la novela policíaca, especialmente gracias a la serie de catorce libros que protagoniza el agente William Wisting, que están siendo adaptados en Wisting (Filmin, 2019-), que se convirtió en una de las producciones más caras de la producción audiovisual en Noruega. A raíz del estreno en España de la serie se han publicado dos de los libros: Cerrado en invierno (2011, Ed. Reservoir Books) y Perros de caza (2012, Ed. Reservoir Books), y próximamente lo harán El hombre de las cavernas (2013, Ed. Reservoir Books) y Prueba de fuego (2015, Ed. Reservoir Books). La primera temporada de la serie, estrenada en la plataforma Filmin, constaba de diez episodios pero abordaba dos casos diferentes, basándose en dos de los libros de la serie literaria, y se convirtió en uno de los mayores éxitos de la plataforma Viaplay en los países nórdicos, aunque con críticas que no eran unánimes. Lo más interesante era la dinámica entre William Wisting (Sven Nordin) y la agente del FBI Maggie Griffin (Carrie-Anne Moss) en la primera parte de la temporada, que sufría ciertos problemas de equilibrio narrativo en los últimos cinco episodios. El planteamiento para una segunda temporada era parecido, en este caso con ocho episodios que desarrollan dos investigaciones diferentes, pero los retrasos en el rodaje debido a la pandemia del coronavirus provocaron que finalmente se hayan estrenado a finales de diciembre los cuatro primeros episodios como temporada 2, mientras que los cuatro restantes se estrenarán como temporada 3 en Semana Santa. 


Esta segunda temporada está basada en el último libro publicado de la serie, Illvilje (2019, Capitana) y comienza cuando, durante la reconstrucción de un asesinato en el bosque, el acusado Tom Kerr (Odin Waage, el protagonista de la exitosa serie juvenil Rådebank (NRK, 2020-2022)) huye de la policía, y William Wisting se embarca en una persecución que le llevará también a retomar un "caso frío" que había investigado hace años. En esta temporada no se encuentra la agente Maggie Griffin, aunque tiene una pequeña participación a través de una llamada telefónica, y ciertamente se hace notar su ausencia, aunque se intente sustituir por una nueva compañera de trabajo, Veronica (Evelyn Rasmussen Osazuwa) que sin embargo no ofrece el mismo interés ni esa confrontación entre diferentes métodos policiales que encontrábamos en la presencia de Carrie-Anne Moss. Es interesante sin embargo la aportación de Odin Waage, que interpreta al asesino en serie Tom Kerr, cuyo atractivo físico le permite construir un personaje que esconde oscuridad dentro de una superficialidad que resulta atrayente. Lástima que el guión no profundice más en un personaje que tiene todos los ingredientes para establecer una confrontación con el agente Wisting, dejándolo en una presencia más amenazadora, más ausente que física a lo largo de los episodios.

Se mantiene sin embargo la importancia de Line Wisting (Thea Green Lundberg), la hija periodista de William Wisting, que tiene una relación distante con su padre, pero al mismo tiempo le necesita para acceder a información privilegiada sobre sus investigaciones. Pero hay determinados comportamientos del personaje que parecen injustificados, y a veces su participación en la trama entorpece en vez de contribuir a mejorarla. La segunda temporada de Wisting consigue un primer episodio tenso y oscuro, aunque en el desarrollo de la historia se desechan aspectos interesantes en favor de otros que profundizan menos en la naturaleza del mal. Y aunque no conocemos la narración en los libros, al menos en la serie hay demasiados descubrimientos casuales, demasiada presencia del azar como elemento catalizador de la historia. Aunque, finalmente, la serie se conforma como un entretenido nordic noir que hace buen uso de su abultado presupuesto y que mejora cuanto más se adentra en los aspectos oscuros de la investigación. La tercera temporada, formada por otros cuatro episodios, adapta la quinta novela de la serie literaria, Nattmannen (El hombre de la noche) (2009), inédita en España, y se estrena en Viaplay el próximo 10 de abril. 

Rådebank - Temp. 3 (Final)
NRK, 20 de enero-3 de febrero
Creada por Linn-Jeanethe Kyed
Dirigida por Daniel Fahre 

Rådebank (NRK, 2020-2022) ha sido a lo largo de las dos primeras temporadas un retrato perfecto de las problemáticas de los jóvenes veinteañeros, esos que ya han abandonado los estudios y comienzan en su madurez una difícil búsqueda de la estabilidad financiera y sentimental. Con una primera temporada más centrada en el corazón roto y la pérdida del amor, la segunda conseguía dar un salto estratosférico abordando el drama de la inestabilidad económica, y conseguía atrapar a una audiencia espectacular. La serie termina en su mejor momento de repercusión social, logrando unas increíbles cifras de medio millón de espectadores en los dos primeros episodios de una tercera temporada que también es la última, y convirtiendo a la serie en una de las de mayor éxito en toda la historia de NRK. Pero la creadora Lynn-Jeanette Kyed acaba construyendo un drama sentimental que cae en los peores defectos de las historias de amor cursis para adolescentes. El objetivo, está claro, es ofrecer una temporada de estabilidad para los protagonistas, después de las dos primeras que tambalearon sus vidas.

Glenn Tore (Odin Waage) vuelve a ser protagonista principal, pero la historia se centra más en Hege Husby (Maja Christiansen), un personaje que no había brillado demasiado en las anteriores temporadas y que en la segunda parecía anclada en la primera etapa del duelo: la negación. Ahora ella asume el mando a través de su relación sentimental y del comienzo de su proyección profesional. Las vicisitudes de la cultura "rånere" que se ha desarrollado en algunas poblaciones pequeñas de Noruega, que consiste en una comunidad centrada principalmente en usar como pasatiempo las largas jornadas de conducción en sus coches tuneados, quedan ahora en un segundo plano, reducidas a una subtrama algo tosca sobre la competitividad entre dos grupos de "råneres" que realmente no lleva a ningún sitio. La historia central es la que protagonizan Glenn y Hege, y aunque resulta fácil predecir cuál será el final de la temporada, la guionista deja algunas piedras en el camino, como la difícil convivencia del desarrollo profesional de la protagonista con su relación personal, pero solo para estirar y hacer zozobrar una historia de amor más tópica de lo que una serie como ésta se merecía. La capacidad de imprevisibilidad y de sorpresa que consiguió con las anteriores temporadas se pierde en escenas de sexo a contraluz y gimoteos cursis. Hay todavía una empatía con los personajes que se ha conseguido a lo largo de los episodios anteriores, pero la conclusión acaba siendo conservadora y en cierta manera bastante machista. Algo así como que merece la pena renunciar a un futuro prometedor para conseguir la estabilidad emocional, como si ambas cosas no pudieran ser complementarias. Rådebank tiene un final acomodaticio que no está a la altura de lo que ha sido hasta la fecha.

Ida tar ansvar
Viaplay, 4 de febrero
Creada por Ole Marius Araldsen, Rikke Gregersen, Øyvind Holtmon, Mikkel Bratt Silset
Dirigida por Rikke Gregersen

Basada en el libro escrito por Kjersti Halvorsen, esta serie dramática se acerca al personaje de Ida (Elli Rhiannon Müller Osborne), una joven estudiante que acaba de llegar a Blindern, el Campus principal de la Universidad de Oslo, donde quiere estudiar psicología, y donde comienza a conocer a nuevos amigos y relaciones, como Jonas (Mohammed Aden Ali). Pero Ida está especialmente preocupada por la violencia de jóvenes radicales y mira su entorno con desconfianza. Sin embargo, cuando conoce a Aksel (Arthur Hakalahti), un joven que le pide ayuda para recuperar unos exámenes que le permitan acceder a la carrera de Medicina, siente una extraña fascinación. A pesar de que sus amigos le advierten que es un tipo raro, aficionado a las armas, usuario de foros de reddit de "incels", célibes involuntarios que no consiguen tener relaciones por su aspecto físico o su personalidad y que tiene una opinión inquietante sobre las mujeres. Lo que se dice un inadaptado con posibilidad de convertirse en un asesino en potencia. La serie plantea reflexiones sobre las preocupaciones de nuestra sociedad, y en especial de una juventud que desahoga sus frustraciones en el anonimato de las redes sociales, que se expone a la violencia, que se encuentra con sus propias contradicciones respecto a lo políticamente correcto. En Vi trives liksom (T1E3), Ida visita a su padre en la región de Sørdanlet, al sur de Noruega, y descubre que ha comenzado una relación con una mujer oriental, lo que inmediatamente despierta en ella una cierta animadversión que tiene algo de xenofobia. 


Ida tar ansvar (Ida toma la responsabilidad) utiliza un sentido del humor negro y cortante, ampliado en los silencios y las miradas sorprendidas de la protagonista, para hablar de temas serios pero con cierto tono irónico. Con temas musicales de Bob Dylan, Kaada, The Mamas & The Papas o Etta James, construye una atmósfera de extrañeza que dibuja unos personajes singulares, especialmente en algunos episodios cerrados que funcionan casi como historias independientes, como en la visita que Ida hace a Aksel en su casa en Survival of the fittest (T1E6), pero sobre todo en el episodio Et dukkehjem (T1E7), en el que Renate Reinsve, la actriz principal de La peor persona del mundo (Joachim Trier, 2021) interpreta a una vecina de Ida que ha sufrido un episodio de violencia doméstica, pero al mismo tiempo se establece el suspense en torno a la verdadera personalidad de Aksel. El estilo de la joven directora Rikke Gregersen, que proviene del mundo del cortometraje, después de ganar un Oscar de Estudiantes por De hensynsløse (2019), que protagonizó precisamente Renate Reinsve, contribuye a esta fluidez de la seriedad temática en una envoltura de comedia negra con cierto tono oscuro, en la que Ida asume, como indica el título, la responsabilidad de evitar que Aksel se convierta en un posible asesino perturbado entregándose a él pero al mismo tiempo dudando de sus sentimientos. En este sentido, es una serie que podríamos considerar como oscuramente romántica, pero que se adhiere a la inquietud de una juventud envuelta en preocupaciones tan vitales como inexpugnables. 

Trom
Viaplay, 13 de febrero
Creada por Torfinnur Jákupson
Dirigida por Kasper Barfoed, Peter Ahlén, David Óskar Ólafsson

Siguiendo los elementos clásicos del nordic noir, Trom (Viaplay, 2022-) es una de las propuestas más interesantes que se han estrenado recientemente. Con la particularidad de que es la primera serie que se ha rodado íntegramente en las Islas Feroe, un pequeño archipiélago del Atlántico Norte, situado entre Noruega, Islandia y Dinamarca que pertenece a este último país, pero cuenta con su propia lengua, el feroés, que tiene más similitudes con el islandés que con el danés. Las Islas Feroe, con unos 50.000 habitantes, es un emplazamiento natural espectacular, rocoso y con acantilados que bordean el inquieto Atlántico Norte. Pero no ha desarrollado una producción cinematográfica destacable, por lo que en 2017 se creó Filmhúsiđ, el Instituto de Cine de Islas Feroe que pretende la promoción del cine en este entorno. Aunque es una coproducción entre Viaplay, la alemana ZDF y la francesa ARTE, varias instituciones del gobierno de las Islas Feroe han participado también en la producción, por lo que la serie sirve como una promoción muy atractiva para el turismo, y ciertamente saca partido de la espectacularidad de los paisajes, que en algunos momentos recuerda a West Bay, Dorset (Inglaterra), el escenario donde se rodó la serie británica Broadchurch (ITV, 2013-2017), pero con un clima más hostil, lo que envuelve con eficacia la oscura historia que cuenta. 


El responsable de la serie, Torfinnur Jákupson, originario de las Islas Feroe, ha creado un argumento sólido, basado en las novelas del escritor feroés Jógvan Isakesen, que se inicia con el asesinato de un colaborador de una joven activista ambiental, Sonja (Helena Héđinsdóttir), que poco tiempo después desaparece sin dejar rastro, pero habiendo contactado antes con Hannis Martinsson (Ulrich Thomsen), un reconocido periodista feroés que regresa a las islas para investigar la desaparición de Sonja, mientras la policía, encabezada por Karla Mohr (Maria Reich) lleva a cabo sus propias averiguaciones. El activismo en torno a la caza indiscriminada de ballenas es uno de los temas principales de la serie, una práctica rodeada de polémica, ya que se trata de una tradición desde 1584 que sus habitantes defienden como modo de subsistencia, aunque en realidad la carne de las más de 600 ballenas que se pescan cada año en el tradicional "grindadráp" no es apta para el consumo debido al alto índice de mercurio que hay en la costa. Este trasfondo medioambiental envuelve a una trama en la que se mezclan el enfrentamiento personal de Hannis Martinsson con Ragnar í Rong (Olaf Johannessen), un personaje influyente en las islas, que proviene del pasado, con una investigación que se va haciendo cada vez más oscura. En la serie se utiliza la lengua feroesa entre los elementos principales, una particularidad que la hace más singular, y se construye gradualmente una investigación que implica a cada vez más personajes y que desentraña una madeja de secretos y corrupción. La presencia del actor Ulrich Thomsen, uno de los veteranos del cine danés, al que hemos visto recientemente en la serie Cara a cara (Filmin, 2019-2021) y en la película The good traitor (El embajador Kaufman) (Christina Rosendahl, 2020), con una caracterización que nos recuerda a la de Bill Pullman en The sinner (Netflix, 2017-2021), da prestigio a la serie, y consigue crear un personaje obsesivo y empeñado en resolver su investigación enfrentándose a la propia policía. La temporada resuelve bien la trama principal pero, aunque aún no se ha confirmado que tenga una continuación, termina en un cliffhanger que deja abiertas muchas posibilidades.  

Harmonica
Viaplay, 20 de febrero
Creada por Josephine Bornebusch, Jonas Karlsson
Dirigida por Josephine Bornebusch 

El drama musical Harmonica (Viaplay, 2022) nos introduce en la decadencia de un grupo que casi dos décadas antes consiguió un éxito arrollador y ahora parece encarar una última gira en locales pequeños y pubs daneses en los que no se recibe con buenos ojos a los suecos. Pero es quizás la última oportunidad para intentar salvar, no solo al grupo, sino sobre todo al matrimonio que forman Harry (Jonas Karlsson) y Monica (Josephine Bornebusch), cuyos nombres dan título al grupo, Har-monica. La caída libre de la popularidad de la banda ha sido paralela con la progresiva destrucción de su relación, motivada en parte por la diferente forma de afrontar el duelo por la pérdida de su bebé, que sufrió muerte súbita hace unos años, cuando ambos estaban precisamente en mitad de una gira musical. El duelo de Harry es autodestructivo, y también culpabiliza en el fondo a Monica, que fue quien sugirió volver a los escenarios solo unos meses después del nacimiento. Ella interioriza más ese dolor, pero siente la necesidad de dejar el pasado atrás, de evitar quedarse en esa zona de tristeza constante en la que vive Harry. Monica es también la que lucha por mantener el matrimonio a flote, a pesar de que parece definitivamente roto, y propone esta última gira como una forma de recuperar, quizás, algo de lo que se ha perdido por el camino. 


Harmonica es un drama musical en el que Josephine Bornebusch y Jonas Karlsson, dos de los actores más populares de Suecia, se han involucrado completamente. No solo protagonizan y cantan, sino que ambos han escrito el guión, ella dirige y él ha compuesto la música y las canciones del grupo. De Josephine Bornebusch recordamos el drama familiar Älska mig (Viaplay, 2019-), una serie que lleva dos temporadas sobre tres generaciones de una misma familia que ella también ha creado, dirigido y protagonizado. Jonas Karlsson ha participado en la última etapa de la veterana serie policíaca Beck (TV4, 1998-) y en la película El muñeco de nieve (Tomas Alfredson, 2017), malograda versión del personaje de Harry Hole (Michael Fassbender) creado por el escritor noruego Jo Nesbø. La serie comienza con un tono más amable, pero con continuas discusiones de los dos protagonistas, para ir haciéndose más oscura y dramática a lo largo de sus cinco episodios. Hay flashbacks que muestran la época de esplendor de la banda Harmonica, con canciones entre el country y el pop suave, que tienen una luminosidad y un colorido adecuadamente kitsch. Hay también un buen trabajo de los protagonistas, aunque a veces se hacen repetitivos los continuos conflictos en la pareja, hasta que surge una oportunidad para Monica que abre las posibilidades de la trama. Es precisamente cuando estas discusiones se rebajan y se afronta con claridad el profundo drama que atraviesa la pareja cuando la serie logra sus mejores momentos. También funcionan muy bien las canciones originales de Jonas Karlsson para el grupo, que se han editado en un album titulado Harmonica (Original Songs of the Series) (2022, Music Super Circus). Aunque hay ciertos desequilibrios en la narración, este drama musical que tiene algunos paralelismos con Ha nacido una estrella (Bradley Cooper, 2018) encuentra una enfoque original a la desintegración de un grupo como reflejo de la destrucción de las relaciones humanas. 

Perni - Temp. 2
Viaplay, 27 de febrero
Creada por Henriette Steenstrup
Dirigida por Charlotte Blom

Tras el espectacular éxito de la primera temporada, la serie noruega Perni (Filmin, 2021-) fue renovada por la plataforma Viaplay para dos temporadas más, de las cuales ha llegado en febrero una continuación que coincide con el estreno de la quinta y última temporada de Better things (HBO Max, 2016-2022), la serie con la que guarda paralelismos claros, especialmente en el retrato de una madre soltera que afronta su madurez y el difícil equilibrio entre la educación de sus hijas y su propia estabilidad emocional. La actriz Henrietta Steenstrup ha abordado con éxito su primer trabajo como guionista, creando a través de Perni (Henrietta Steenstrup) un personaje entrañable, que también tiene similitudes con su propia vida, tras su separación del actor Fridtjov Såheim, uno de los protagonistas de Lilyhammer (Netflix, 2012-2014) que hace una breve aparición en el episodio Stemor fra helvete (T2E2). Hay una interesante relación entre Pernilla y sus dos hijas, en edades adolescentes complicadas, pero también con su padre Ole Johan (Nils Ole Oftebro), que decidió salir del armario en la vejez. 


La segunda temporada está dirigida en todos los episodios por Charlotte Blom, que debutó hace unos años en el largometraje con la simpática comedia Staying alive (Charlotte Blom, 2015), pero presenta una historia con menos comedia, más cercana al drama familiar pero manteniendo esa descripción de personajes que están construidos desde la simpatía. Hay una presencia más permanente de Finn (Jan Gunnar Røise), el ex-marido de Perni y padre de sus dos hijas, hacia el que la pequeña tiene una especial veneración, y que acaba de escribir un libro en el que cuenta algunos aspectos personales de su matrimonio con Perni. También hay una mayor atención al trabajo como asistenta social de la protagonista, pero en este aspecto la subtrama profesional resulta demasiado superficial y algo maniquea (el único comentario reprobable lo hace un hombre, el traductor de una madre portorriqueña que se gasta más dinero en productos para su cuidado personal que en la manutención de sus hijos). Hay poca profundidad, sobre todo cuando el Barnevernet, el servicio de atención infantil de Noruega, ha sido duramente criticado por su exceso de celo y sus decisiones arbitrarias en torno a la custodia de los hijos (el pasado mes de diciembre, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos condenó por unanimidad a Noruega por violación de los derechos humanos en un caso de adopción forzada). 

Al margen de los aspectos menos sobresalientes de esta segunda temporada, Perni consigue elaborar un drama familiar con toques de comedia que habla especialmente de la relación entre padres e hijos, de la dificultad de encontrar el equilibrio entre la familia y la vida personal, pero sobre todo de la estabilidad emocional de unos personajes que cometen errores y a veces se equivocan doblemente cuando intentan resolverlos. El nuevo vecino Jan Fuentes (Odd Magnus Williamson), acaba de regresar de vivir varios años en España y se ofrece a dar clases de español a Hannah (Vivid Falk Berg), la hija mayor de Perni, que tiene previsto realizar un viaje a Argentina. La serie mantiene el carácter cercano de los personajes, reconocibles en sus matices y de fácil identificación con el espectador, lo que se convierte en una de sus principales virtudes. 




La peor persona del mundo se estrenó en cines el 11 de marzo. 

El tiempo de la felicidad (Temp. 1) se puede ver en Filmin.
Mad men se puede ver en Prime Video.
Wisting (Tempo. 1) se puede ver en Filmin y Movistar+.
Cara a Cara se puede ver en Acorn TV.  
The good traitor (El embajador Kaufman) se puede ver en Filmin y Prime Video.
The sinner y Lilyhammer se pueden ver en Netflix.
Better things se puede ver en HBO Max.