31 enero, 2022

Rotterdam 2022 - Parte 2: Entre el documental y la ficción

Nuestra segunda crónica se acerca a algunas películas que tienen una textura documental aunque se trate de ficciones, pero también a propuestas interesantes que hibridan los géneros para establecerse en un término medio inclasificable, como es el caso de una de las representantes españolas en la programación, la última película de Jonás Trueba. Es una característica de la selección de Rotterdam acercarse a expresiones cinematográficas que muchas veces se encuentran en terrenos inclasificables, y algunos de los títulos de los que hablamos son una buena representación de esta tendencia. 

TIGER COMPETITION

Juichiro Yamasuki (1978, Japón) alterna su trabajo como cineasta, con películas como The sound of light (2011), que participó en el Festival de Rotterdam de 2012, y Atarashiki tami (2015) con su condición de granjero en la localidad de Maniwa, una pequeña ciudad al Oeste de Japón, en la que también se desarrolla la historia de su última película, Yamabuki (2022). El título proviene del nombre de la rosa yamabuki (kerria japonica), una flor amarilla cuyo nombre en japonés significa "suspiro de la montaña", y que suele crecer en los márgenes de los arroyos pero habitualmente en lugares de sombra, a veces en recovecos entre las rocas. Esta supervivencia en terrenos montañosos es también la metáfora de la propia adaptación de los emigrantes en lugares en los que no sienten pertenencia, como Chang-su (Kang Yoon-Soo), un ex-jinete olímpico surcoreano que se retiró de la competición, dejando a su familia en Corea, y que ahora trabaja en una cuenca minera y vive con una mujer y su hija cerca de Maniwa. Pero cuando parece que ha conseguido reconstruir su vida, sin embargo, un hecho fortuito vuelve a lastrar el deseo de Chang-su de alcanzar cierta estabilidad vital. Pero aunque la película se centra principalmente en este personaje, también se enfoca en la historia paralela de Yamabuki (Kilala Inori), una adolescente que participa en protestas silenciosas reivindicando los derechos de los inmigrantes, y cuya madre fallecida fue también una activista, mientras su padre lucha por mantener la estabilidad mental entre su trabajo como policía y la ausencia de su esposa. Las vidas de estos dos personajes están conectadas, pero sin que ninguno de ellos lo sepa, y la película adopta por tanto una mirada en torno al Japón contemporáneo de la periferia, a la transformación que ha provocado la llegada de mano de obra extranjera y a la compleja convivencia entre personas que en realidad tienen pocas cosas en común, pero cuya supervivencia depende de su cooperación. 


El director rodó la película con una cámara de 16 mm., lo que aporta una imagen granulada en formato 4:3, una textura de cine que le da cierta tonalidad clásica, como si se tratara de una película de hace varias décadas. Pero también aporta un entorno visual que captura a los personajes en un espacio temporal neutro, como si nos contara una historia que se desarrolla entre la fábula y la realidad, sensación que se transmite también a través de la música del compositor francés Olivier Deparis. La flor yamabuki está rodeada de una leyenda que cuenta que unas monedas de oro que cayeron por la ladera de una montaña se convirtieron en flores amarillas, y por eso esta planta es capaz de sobrevivir en lugares rocosos. Chang-su y Yamabuki son también personajes que intentan encontrar su espacio en entornos inhóspitos, él sintiéndose "maldecido por haber abandonado a su familia", y ella realizando protestas a las que casi nadie presta demasiada atención. Es por tanto una película sobre seres inadaptados, pero no solo porque provengan de otros países, sino también porque, aun siendo de Maniwa, han perdido el sentimiento de pertenencia. 

El director Lei Lei (1985, China) pertenece a una generación posterior a la Revolución Cultural de China que se inició en los años sesenta, pero que está profundamente influida por ella, a través de la experiencia vivida por sus familias. Dos años después de debutar en la sección Bright Future del Festival de Rotterdam con su cortometraje A bright summer diary (Lei Lei, 2020), regresa a la principal sección competitiva con Silver bird and rainbow fish (Lei Lei, 2022), que tiene en común con aquel la mirada al pasado y a los recuerdos familiares, un tema que también había abordado en Breathless animals (Lei Lei, 2019). En los anteriores, establecía una conexión con su madre a través de fotografías que mezclaban las instantáneas de su familia con imágenes de propaganda política del Partido Comunista, y componía un collage de la memoria que continúa en su última película. Ahora el protagonista principal es su padre, Lei Jiaqi, con el que comparte la autoría, ya que el guión se sostiene sobre conversaciones que mantuvo con él sobre una vida llena de altibajos. Lei Jiaqi fue enviado a un orfanato después de la muerte de su madre porque las autoridades prohibieron a su padre, Lei Ting, quedarse con sus hijos al no estar casado. Cuando Lei Jiaqi vuelve al entorno familiar, con una nueva madre, también sufre la separación después de que Lei Ting sea enviado a un centro de reeducación, acusado de traición en medio de la opresiva Revolución Cultural. 


Lei Lei entrevistó a su abuelo Lei Ting en el año 2012, y cuando éste murió decidió realizar una entrevista parecida a su padre, Lei Jiaqi, de forma que la película establece un collage no solo de imágenes sino también de audios. Cuenta el director que los miembros de su generación no están demasiado interesados en la historia, y eso en cierto modo le permite mantener un distanciamiento con la representación de ésta. En el terreno visual, Lei Lei utiliza rostros de plastilina para cubrir las caras reales, haciendo uso de la imaginación y la fantasía para, de algún modo, reinterpretar la realidad: "He estado utilizando fotografías antiguas en mis anteriores películas, pero esta vez no quería que transmitieran demasiada información. Cubrí sus rostros para que al espectador le resultara más fácil entrar en el mundo de Lei Lei y verlo a través de mis ojos". Silver bird and rainbow fish establece, por tanto, dos niveles diferentes de representación de la memoria: por un lado los relatos en audio que cuentan su padre y su abuelo, que a pesar de ser duros y crueles están narrados con cierta ligereza, incluso con sentido del humor. Y por otro lado la interpretación que hace el director a través de las imágenes, mezclando de nuevo la propaganda política con las fotografías familiares a través de diversas técnicas artísticas como el collage surrealista y la animación por-Art. Profesor de Arte en el California Institute of the Arts, Lei Lei construye un fascinante viaje a través de su memoria para hacerla también nuestra, un documental que no es documental, una ficción que no es ficción. 

HARBOUR

Presentada en la pasada edición del Festival de San Sebastián, donde obtuvo el premio FIPRESCI y la Concha de Plata a la Mejor Interpretación coral de reparto, y nominada al Goya a Mejor Documental, Quién lo impide (Jonás Trueba, 2021) reivindica su condición de híbrido entre lo testimonial y lo ficticio, como una secuela directa de La reconquista (Jonás Trueba, 2016) en la que dos de los jóvenes que forman parte de esta nueva aproximación a la adolescencia debutaron como actores. La película se presenta desde el principio como un proyecto largo de cinco años, aunque principalmente rodado entre 2016 y 2018,  desde el reencuentro de los protagonistas a través de una videollamada en plena pandemia de la Covid-19, y revela con ironía la principal preocupación que podrían tener ellos mismos como espectadores: una duración de tres horas y media dividida en tres partes. El proyecto aglutina una serie de cortometrajes y mediometrajes que Jonás Trueba (1981, Madrid) ha ido estrenando a lo largo de estos años: Principiantes (2018), Tú también lo has vivido (2018), Sólo somos (2018) y Si vamos 28, volvemos 28 (2018). La productora Los Ilusos Films presenta la historia como "una llamada a transformar la percepción que tenemos sobre la adolescencia y la juventud", y ciertamente la canción de Rafael Berrio de la que toma su título reivindica a la juventud como el único motor de los sueños: "Si tienes 15 años y pretendes escapar, con eso basta y sobra para hacerlo". 


Pero la película consigue solo en algunos momentos ser tan reveladora como pretende, y algunas elecciones del director impiden que tenga la clarividencia que pregona. El prólogo presenta a los protagonistas ya con mayoría de edad, a los que veremos al final ejerciendo por primera vez su derecho a votar, dando paso a una primera parte en la que Jonás Trueba propone a este grupo de adolescentes que construyan sus propios personajes, pero mostrándose desde ellos mismos. Conflictos ficticios que formarán parte de una mirada más documental, enfocada en la educación y las manifestaciones en contra de la LOMCE, la Ley de Educación promovida por el Partido Popular. La segunda parte, el núcleo principal de la película, funciona mejor desde la construcción de dos historias ficticias protagonizadas por Candela Recio y Pablo Hoyos y es, no solo por sus protagonistas, la que más se conecta con La reconquista (Jonás Trueba, 2016). Resulta significativo que los adolescentes se revelen durante buena parte de la película en contra de las ideas preconcebidas sobre una juventud solo preocupada por el romanticismo desaforado y las pasiones vitales, porque justamente lo que mejor funciona es el fragmento que tiene que ver con las relaciones sentimentales, representadas en dos viajes, uno al pueblo extremeño de Candela y otro a Andalucía, como viaje de fin de curso en el que Pablo encuentra finalmente su alma gemela. Son dos historias bien contadas, utilizando la voz de off de los protagonistas y del propio Jonás Trueba, capturando la irrealidad del amor adolescente. La última parte regresa al género documental y a la rebeldía juvenil, a través de un concierto final en el que se versiona la canción "Quién lo impide" que Rafael Berrio, fallecido en 2020 antes de que se terminara la película, incluyó en su album Una canción de mala muerte (1997, Hotsak Ediziogunea). 

Y es en esta parte en la que se debilita la propuesta del director, demasiado enfocada en un tipo de juventud concreta para ser representativa de una colectividad. Mientras tienen una discusión sobre política, hablan de la necesidad de cambiar el mundo, pero elaboran discursos demasiado tópicos, quejosos con una sociedad que no les comprende ni les da la oportunidad de expresarse, decepcionados con un país que les ha traicionado, no se sabe muy bien por qué. Su rebeldía la muestran a través de la música, pero es una rebeldía acomodaticia que proviene de la estabilidad familiar y económica, y en cierto modo contradictoria con el propio mensaje que expresaba Rafael Berrio en su canción. Durante el epílogo, vemos a unos jóvenes que no se han transformado demasiado, que continúan su proceso de formación quejándose de lo mismo que se quejaban cuando tenían 15 años, aburguesados en un discurso que tiene muchas palabras pero pocos hechos. Jonás Trueba comenta que la película "nació con la vocación de registrar el pulso de la vida adolescente, pero en un momento dado me di cuenta de que era mucho más que eso, y que en realidad lo que estábamos haciendo era una película sobre nosotros, sobre todos nosotros". Pero en realidad, más bien parece que Jonás Trueba ha seleccionado a un grupo de jóvenes con los que él se siente identificado (que adoptan el punk, por ejemplo, como vehículo de rebeldía, por ejemplo), lo cual no implica necesariamente que representen a una colectividad. Quién lo impide funciona mejor en las distancias cortas, cuando se enfoca en personajes particulares, pero yerra cuando pretende ser una muestra más global de la juventud actual. 

La Mostra de Venecia acogió el estreno de la coproducción ítalo-española Aquí me río yo (Mario Martone, 2021) y le otorgó la Copa Volpi de Interpretación al actor Toni Servillo, que da vida al dramaturgo napolitano Eduardo Scarpetta, quien triunfó en los escenarios teatrales con sus comedias basadas en textos conocidos, pero cuya resonancia ha ido decreciendo y se ha oscurecido en favor de su condición de padre del reconocido autor Eduardo De Filippo. La película se basa en la batalla legal que inició el también dramaturgo Gabriele D'Anunzio contra Scarpetta después de que estrenara una parodia de su obra La figlia di Iorio (1904), a la que tituló Il figlio di Iorio (1905), para la que no obtuvo el consentimiento del autor original, en el que se considera como el primer juicio por derechos de autor celebrado en Italia.


La familia Scarpetta es una de las más arraigadas en el campo de la dramaturgia y la interpretación en Italia, hasta la actualidad, y de hecho el joven actor Eduardo Scarpetta, tataranieto del personaje protagonista y al que hemos visto en la serie La amiga estupenda (HBO Max, 2018), interpreta a uno de sus hijos, Vincenzo. Pero el principal soporte de esta película, ejecutada con solvencia, es el actor Toni Servillo, que al margen de su parecido físico, elabora un trabajo de interpretación sobresaliente, marcado por el exceso que caracterizó al personaje (se dice que cuando Eduardo Scarpetta participó en el juicio, lo hizo con el mismo histrionismo con el que aparecía en los escenarios). En cierta manera, se puede decir que el magnífico trabajo de Toni Servillo acapara buena parte de la película, impidiendo que destaquen algunos de los aciertos formales y narrativos del director Mario Martone (1959, Italia), sometidos ante el poder avasallador del personaje. Pero Aquí me río yo consigue abarcar no solo una reflexión sobre el mundo del arte, sino que ofrece un retrato nada superficial en torno a la decadencia de la fama y el paso del tiempo. El juicio al que se enfrenta Eduardo Scarpetta no amenaza solo el daño moral y económico del autor, sino sobre todo su reputación como artista. Y esa visión del cómico destronado es mucho más acertada que la propia representación de su excesiva vida personal y profesional. Uno de los aciertos de Mario Martone es la selección, para acompañar a esta historia, de algunas canciones del repertorio de Sergio Bruni, del que en 2021 se cumplió el centenario de su nacimiento, en lo que en los títulos de crédito se califica como "un viaje sentimental". 

LIMELIGHT

También se incluyó en la Sección Oficial de la Mostra de Venecia la producción italiana Freaks out (Gabriele Mainetti, 2021), que Rotterdam programa en esta sección dedicada a películas que han tenido una destacada trayectoria en festivales de cine. El segundo largometraje del director, que ya reinterpretó el género de superhéroes en su debut Le llamaban Jeeg Robot (Gabriele Mainetti, 2015), también participó en el Festival de Sitges, y ahora utiliza el mundo del circo y el nazismo para construir una fábula protagonizada por cuatro prodigios de la naturaleza que tienen ciertas habilidades, pero que solo encuentran sentido a sus vidas en el entorno circense, lejos de una sociedad que no los acepta excepto como objeto de entretenimiento. El circo que dirige el judío Israel (Giorgio Tirabassi) tiene como principales atractivos a estos cuatro personajes: el hombre lobo Fulvio (Claudio Santamaría), dotado de gran fuerza; el joven Cencio (Pietro Castellitto), que sabe manipular los insectos; el enano Mario (Giancarlo Martini), que es capaz de convertir su cuerpo en un imán; y la adolescente Matilde (Aurora Giovinazzo), que controla la electricidad. Pero su espectáculo se ve sacudido por un ataque de los nazis, y huyen a Roma donde pretenden encontrar un refugio en el Zirkus Berlin que lidera el oficial alemán Franz (Franz Rogowski), un hombre con doce dedos que lo utiliza en realidad como una tapadera para realizar crueles experimentos científicos. 


Básicamente el director italiano construye una historia de superhéroes en un entorno diferente, adaptando la estructura de las películas de Marvel a la idiosincrasia de la Europa amenazada por el nazismo. Pero hay un acercamiento formal no solo a las evidentes referencias a La parada de los monstruos (Tod Browning, 1932) en la representación de estos personajes que solo consiguen ser respetados en el ambiente circense, pero que no son aceptados en la sociedad, sino también a la estética de Malditos bastardos (Quentin Tarantino, 2009), especialmente esa visión paródica del personaje de Franz que tiene algunos puntos en común con aquel Hans Landa al que daba vida Christoph Waltz. Hay un intento por parte del director Gabriele Mainetti (1976, Italia) de darle cierta profundidad a unos personajes que se muestran con sus complejidades y sus contradicciones, pero la película funciona mejor en el terreno del puro entretenimiento, y aunque se desarrolla sobre una historia predecible y lineal, contiene buenas dosis de inventiva, y equilibra adecuadamente la mirada irónica y el acercamiento a un cine de acción grandilocuente, visualmente espectacular y con una planificación clara e inteligente en el clímax final. Gabriele Mainetti, que también firma junto a Michele Braga la banda sonora ganadora del Premio a la Mejor Música en Venecia, se permite anacronismos en esta revisión de la invasión nazi, como introducir una versión de "Creep" de Radiohead en una versión al piano interpretada por Franz. Aunque resulta significativo que se elija como enemigos a los nazis de Hitler en vez de a los camisas negras de Mussolini, quizás buscando una repercusión más internacional de la historia. 


Quién lo impide se estrena el 8 de febrero en Movistar+.

La reconquista se puede ver en Netflix.
La amiga estupenda se puede ver en HBO Max. 
Le llamaban Jeeg Robot se puede ver en fuboTV.
La parada de los monstruos se puede ver en Filmin.
Malditos bastardos se puede ver en Netflix y Prime Video. 


28 enero, 2022

Rotterdam 2022 - Parte 1: Las apariencias engañan


Aunque el gobierno de los Países Bajos ha decidido aliviar las restricciones impuestas por la variante Omicron del coronavirus, permitiendo la apertura de restaurantes y bares hasta las 10 de la noche, y de salas de cine y teatro, la edición 2022 del Festival de Rotterdam vuelve a ser online, tal y como ocurrió el año pasado. Esta semana, Dinamarca eliminó la mayor parte de sus restricciones, argumentando que a pesar de ellas el contagio ha seguido creciendo, tal y como hizo Suecia hace unas semanas. En Holanda, los casos de Covid-19 también continúan aumentando, con datos de 60.000 registrados al día, pero el apoyo de los ciudadanos a las restricciones ha ido decreciendo, y en enero el sector de la cultura y la hostelería arremetió contra el gobierno del conservador Mark Rutte porque mantenía cerrados los restaurantes y los cines, pero permitía la apertura de tiendas, peluquerías, gimnasios y prostíbulos. El Festival de Rotterdam 2022, que se inauguró el 26 de enero, se desarrolla hasta el 6 de febrero a través del acceso online restringido solo para los Países Bajos, aunque ya se han anunciado algunas proyecciones en salas de cine. De hecho, el festival ha podido recuperar la película que el pasado 15 de diciembre de había anunciado como título de inauguración, Along the way (Mijke de Jong, 2022) pero que, al convertirse en una edición online, tuvo que eliminarse de la programación por problemas de derechos. Aprovechando la reapertura de los cines, el festival ha decidido que el estreno mundial de la película se proyecte en sesiones especiales presenciales durante el fin de semana de clausura. 

La programación del Festival de Rotterdam se estructura en torno a varias secciones competitivas, Tiger Competition, Big Screen, Bright Future y Cortometrajes y Mediometrajes, así como dos ciclos dedicados a la cineasta norteamericana Amanda Kramer y al director chino Qiu Jiongjiong. La presencia española en Rotterdam se concreta en Mi vacío y yo (Adrián Silvestre, 2022) dentro de la la sección Big Screen; Eles transportan a morte (Samuel M. Delgado, Helena Girón, 2021), que ganó el Premio a la Contribución Técnica en Venecia y los Premios a Mejor Dirección, Música y Diseño de Sonido en Toulouse, que se presenta en la sección Bright Future; el documental Quién lo impide (Jonás Trueba, 2021), ganador del Premio FIPRESCI en San sebastián y nominado al Goya, así como la coproducción con Italia Aquí me río yo (Mario Martone, 2021), dentro de la sección Harbour; y los cortometrajes Piel a piel (Mel Arranz, 2021) y El océano análogo (Luis Macías, 2022). 

FOCUS: AMANDA KRAMER / INAUGURACIÓN

Como contábamos, la película que iba a inaugurar esta última edición del IFFR se descolgó de la programación cuando se tomó la decisión de hacerla online, y entonces se eligió dar un especial impulso a una de las dos retrospectivas, la dedicada a la cineasta independiente norteamericana Amanda Kramer, de la que el festival estrena a nivel mundial sus dos últimos largometrajes: Give me pity! (Amanda Kramer, 2022), que está programado para este fin de semana, y Please baby please (Amanda Kramer, 2022), que finalmente ha sido la película con la que se ha abierto esta última edición del Festival de Rotterdam. La ex- miembro de bandas como Information Society y Golden Palominos inició una carrera como cineasta en 2016 con varios cortometrajes que se incluyen en la retrospectiva que se le dedica, hasta que debutó en el largometraje con Ladyworld (Amanda Kramer, 2018). Pero Please baby please es su película más cercana al establishment, una especie de "West Side Story jodida, queer y retorcida", como la define ella misma. 

Porque estamos efectivamente ante un musical que toma muchas referencias artísticas y cinematográficas, pero que sobre todo parece estar influida por los principales directores queer de las últimas décadas, desde Rainer W. Fassbinder hasta Pedro Almodóvar, de John Waters a Kenneth Anger. La secuencia inicial es un número musical protagonizado por una banda de rufianes que recuerda a los Jets de West Side Story (1957), pero que se hacen llamar "The Young Gents", que deambulan por las calles del Nueva York de los años cincuenta, con una estética de cuero muy cercana a Tom de Finlandia, y una teatralidad en el escenario que remite al cine de Fassbinder. Los protagonistas son una pareja formada por Arthur (Harry Melling) y Suze (Andrea Riseborough) cuyo encuentro con este grupo de desarraigados les provoca una inmediata atracción sexual. Los dos se sienten hipnotizados por la belleza del líder, Teddy (Karl Glusman), más física en el caso de Arthur, cuya mirada no puede evitar dirigir al paquete del macarra, y más relacionada con el poder que ejerce en el caso de Suze. 


La película plantea desde el principio una ambigüedad de géneros, desde la primera escena o el momento en el que Suze se coloca una botella en la entrepierna simulando un pene delante de Arthur, que se siente intimidado y avergonzado ante la actitud de su esposa. Y el primer encuentro se convertirá en una especie de liberación de los deseos escondidos de ambos, y en el comienzo de un proceso en el que Suze se irá transformando en una imitación de Teddy que en realidad está más cercana al Marlon Brando de Salvaje (Laslo Benedek, 1953), mientras Arthur va desplegando su lado femenino, esperando atraer sexualmente al líder de The Young Gents. Pero Amanda Kramer (1961, Nueva York) no está tan interesada en el sexo como en la conversión de géneros, en el dibujo de unos personajes que traspasan las limitaciones de lo masculino y lo femenino. El cine de Amanda Kramer juega con lo experimental y retuerce las convenciones, y en este caso también le da la vuelta a los clásicos números musicales, como el que protagoniza el joven Cole Escola en una cabina telefónica, o esa pantalla dividida en la secuencia final en la que los dos protagonistas logran algo cercano a sus sueños. 

Andrea Riseborough es una de las actrices más arriesgadas del momento, la hemos visto como una arqueóloga que busca su propia identidad en Luxor (Zeina Durra, 2020) y como la hermana acaparadora de Benedict Cumberbatch en The electrical life of Louis Wain (Will Sharpe, 2021), pero Please baby please le permite ir más allá a través de un personaje que se transforma emocional y físicamente. Su encuentro con Maureen (Demi Moore), una vecina elegante que vive en un piso completamente azul es también objeto de su fascinación hacia la seguridad que manifiesta. "Debería ser famosa, pero me acabo de casar", le dice Maureen a Suze, estableciendo el status de la mujer, pero dejando claro que nadie le puede arrebatar su libertad. Amanda Kramer propone un discurso de género que abarca a unos personajes que hacen de la ambigüedad su principal virtud, envueltos en una puesta en escena que utiliza el contraste entre los rojos y azules para establecer una combinación entre lo masculino y lo femenino. 

TIGER COMPETITION

El director Roberto Doveris (1989, Chile) presenta en competición su segundo largometraje, Proyecto fantasma (Roberto Doveris, 2022), tras su exitoso debut con Las plantas (Roberto Doveris, 2015), que consiguió el Gran Premio de la sección Generation 14-plus en el Festival de Berlín, y su trabajo como productor del drama carcelario homoerótico El príncipe (Sebastián Muñoz, 2019), ganador del Queer Lion en la Mostra de Venecia. Su última película está desarrollada durante la pandemia, y se trata de una comedia con elementos sobrenaturales que está protagonizada por Pablo (Juan Cano), un joven aspirante a actor que está cansado de trabajar como "paciente simulado" en las prácticas de los estudiantes de Medicina, y que trata de encontrar su camino hacia el cine, aunque una de sus amigas le deja claro que "en Chile no se gana dinero con el cine". El director convierte esta película en una mirada personal, llena de anécdotas que él mismo afirma haber vivido en persona, rodada en su casa y en su mayor parte con sus amigos interpretando a los principales personajes. 


La presencia de un fantasma en el piso en el que vive Pablo transforma de alguna manera su vida, confrontando sus propios miedos e inseguridades, pero sobre todo ese subconsciente que refleja el desequilibrio emocional que le acompaña. Pablo habla de sus ex-novios, de sus ex-compañeros de piso, y en cierta manera comienza una nueva etapa en su vida en la que solo hay referencias al pasado, a lo que terminó pero aún permanece, como ese jersey que alguien ha dejado en su casa y que lleva casi todo el tiempo puesto. El fantasma representa ese apego a los recuerdos, esa imposibilidad de dar un paso al frente y afrontar la madurez. En este sentido hay algunos puntos de conexión con Las plantas (Roberto Doveris, 2015), que era una historia de iniciación sexual de una adolescente. La película tiene diálogos fluidos, conversaciones entre amigos que consiguen esa naturalidad tan difícil de lograr en el cine independiente, aunque a veces se atora en el desarrollo del personaje principal. Pero hay también una mirada irónica hacia la vida artística en Chile y hacia la propia sociedad. Durante una de estas conversaciones entre amigos, se menciona la espectrofilia, y Pablo se horroriza cuando lee esa anécdota real en la que la cantante Kesha afirmaba en una entrevista que su canción "Supernatural" estaba inspirada en un encuentro sexual con un fantasma. Esos momentos en los que los personajes de ficción miran con incredulidad a la propia realidad son los que mejor maneja la película. 

BIG SCREEN COMPETITION

Posiblemente el director más prolífico de estos últimos años de pandemia es Adilkhan Yerzhanov (1982, Kazajistán), que viene dirigiendo dos películas por año desde 2018. Solo en los últimos meses hemos podido ver Herd immunity (Adilkhan Yerzhanov, 2021), su película sobre la pandemia que fue incluida en la programación del Festival de Tallin, y de Ulbolsyn (Adilkhan Yerzhanov, 2020), que pudimos ver en el Asian Film Festival de Barcelona, pero también estrenó el año pasado Yellow cat (Adilkhan Yerzhanov, 2020), que fue seleccionada en la Mostra de Venecia. Son historias sencillas, dotadas de un sentido del humor que no oculta la crítica hacia la burocracia y la corrupción que impera en Kazajistán, y que son rodadas en la región de Karatas repitiendo varios de los actores habituales del director. Mientras está pendiente de estreno Ademoka's education (Adilkhan Yerzhanov, 2021), la primera entrega de 2022 se estrena en Rotterdam, y de nuevo reflexiona sobre los habitantes de Kazajistán a través del drama y el humor. Assault (Adilkhan Yerzhanov, 2022) comienza en una escuela de Karatas donde las clases son interrumpidas por la irrupción de un grupo de personas enmascarados que toman el colegio. Pero, mientras los adultos consiguen huir, los alumnos de una de las clases permanecen en el interior, retenidos por los asaltantes. El ataque remite a trágicas masacres como las que tuvieron lugar en Beslán, en la República rusa de Osetia, en septiembre de 2004, donde 1.000 personas fueron secuestradas y 330 murieron, entre ellas numerosos niños, o al tiroteo que protagonizó un joven de 19 años en un instituto de la ciudad rusa de Kazán, donde provocando nueve víctimas mortales y una veintena de heridos, en mayo de 2021. Cada uno de estos ataques fueron aprovechados por el gobierno ruso para endurecer las leyes sobre terrorismo y tenencia de armas, lo que supone de facto un mayor control sobre las regiones más apartadas del Kremlin. 


Pero el asalto al que hace referencia el título no solo se refiere a la irrupción de este grupo armado, sino sobre todo al que deciden preparar un grupo de profesores y trabajadores de la escuela, al ver que la policía no garantiza el envío de una fuerza especial hasta al menos cuarenta y ocho horas más tarde. El profesor de matemáticas Tazshi (Azamat Nigmanov) decide liderar este asalto para intentar rescatar a los alumnos, en parte por un sentimiento de culpabilidad al ser el responsable de que los jóvenes se quedaran encerrados en la clase. Este grupo de rescate, que nunca ha luchado anteriormente ("yo solo he peleado con mi mujer", dice uno de ellos) intenta elaborar un plan que les permita introducirse en la escuela de incógnito. Pero sus diferentes personalidades en realidad esconden frustraciones y miedos a los que tienen que enfrentarse antes de liberar a los niños. 

Como ocurre con el propio título, la película no tiene como sujeto principal a los terroristas, que permanecen anónimos bajos sus máscaras, de los que no se ofrece ningún tipo de información sobre sus pretensiones u objetivos. Uno de los personajes los define diciendo que "quizás ni siquiera son humanos", y cuando unos lobos hacen su aparición, esa clase de lobos que son más peligrosos en enero, cuando les es más difícil sobrevivir, se establece un cierto paralelismo con los terroristas. El principal interés de la historia se concentra en el grupo de rescatadores, hombres la mayor parte de ellos, pero con una importante intervención de la ex-mujer de Tazshi (Aleksandra Revenko). Como es habitual en el cine de Adilkhan Yerzhanov, hay una depurada planificación que muestra el paisaje nevado de Karatas como un escenario abierto, en contraste con el interior de la escuela, que es un espacio oscuro y peligroso, y el humor está presente a través del retrato de unos personajes bufonescos. La película juega a la mezcla de géneros, es una especie de thriller con momentos de comedia que se equilibran con acierto, aunque con menos efectividad que en Yellow cat (Adilkhan Yerzhanov, 2020). Pero el director kazajo mantiene su interés por referirse a temas complejos y serios, como la violencia o la corrupción, pero con una apariencia de textura irrelevante, utilizando el humor para lanzar importantes reflexiones en torno a lo particular (su propio país) y lo general (la perversidad del ser humano). 

HARBOUR

Chui Mui Tan (1978, Malasia) regresa al cine diez años después de su último largometraje, Berkelana. Year without a summer (Chui Mui Tan, 2010), que estuvo presente en la sección oficial del Festival de Las Palmas. Tras esta película ha dirigido algunos segmentos de largometrajes colectivos y se ha dedicado a su carrera como actriz en películas como Sometime, sometime (Jackie Yeap, 2020), pero con Barbarian invasion (Chui Mui Tan, 2022) aborda de nuevo un proyecto personal que ella misma escribe, dirige y protagoniza. Se trata de un ejercicio de metacine en el que ella es Lee Yoon Moon, una actriz que se retiró del cine pero a la que se le presenta también la oportunidad de regresar, protagonizando una película de venganza que el director Roger Woo (Peter Teo) describe como una "versión asiática de El caso Bourne (Doug Liman, 2002)" en la que ella debe recibir entrenamiento en artes marciales con el Maestro Loh (James Lee). Sin embargo, la falta de financiación obliga al director a ceder ante la presión de los productores de contar con una estrella masculina en activo, y el mejor candidato es precisamente Adnan (Bront Palarae), el ex-marido de Yoon Moon, cuyo traumático divorcio fue una de las razones por las que Yoon Moon abandonó su carrera como actriz. La cuestión es si ella puede ser capaz de trabajar con el padre de su hijo, al que desprecia profundamente desde que él renunció a ejercer como tal. 


Barbarian invasion aborda una mezcla de géneros que en un momento dado sustituye la historia real del rodaje por la trama ficticia de la película que ruedan los protagonistas, adoptando las formas de una típica historia de acción y artes marciales. Pero, a pesar de esta apariencia de metacine de acción y drama familiar, se trata de una representación llena de humor e ironía del proceso de recuperación física y mental de una madre, que también está presente en el propio título, porque esa invasión a la que se refiere es la del hijo, la del ser que ha transformado y ha revertido la vida personal de la protagonista, convirtiendo al padre en un monstruo que ha decidido no sacrificar su vida profesional por un hijo, mientras Yoon Moon debe renunciar a todo. Hay una especie de renacimiento de la protagonista, que surge del mar, del agua como elemento de transformación, pero también el entrenamiento físico se convierte en una búsqueda personal, que un monje acaba describiendo con sabiduría cuando le dice que "la mente es la prisión de tu cuerpo". 

Pero al mismo tiempo se trata de una película disfrutable por sus constantes referencias cinematográficas, por su condición de homenaje al cine, con la participación de grandes estrellas como el cantante Peter Teo o el director independiente malasio James Lee, que se encargó del entrenamiento y la coreografía de las escenas de artes marciales dentro y fuera de la película. Pero también hay guiños a El club de la lucha (David Fincher, 1999), la protagonista lleva el nombre de una famosa actriz del cine de acción de Hong Kong, uno de los personajes tiene puesta una camiseta que hace referencia a la novela de Philip K. Dick ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? (1968) en la que se basó Blade runner (Ridley Scott, 1982) y hasta la protagonista debe elegir entre una píldora azul y una píldora roja, como en The Matrix (Lana Wachowski, Lilly Wachowski, 1999). Se trata por tanto de una visión en torno a la maternidad, pero construida sobre un divertido homenaje al cine. 


Quién lo impide se estrena el 8 de febrero en Movistar+.
The electrical life of Louis Wain se estrena en cines el 29 de abril. 

Salvaje, Luxor, Las plantas y El príncipe se pueden ver en Filmin. 
Yellow cat se puede ver en MUBI.
El caso Bourne se puede ver en Netflix y Prime Video. 
El club de la lucha se puede ver en HBO Max, Netflix y Prime Video.
Matrix se puede ver en HBO Max. 



14 enero, 2022

Las mejores bandas sonoras de 2021: Octubre-Diciembre

Nuestro último repaso a las mejores bandas sonoras del año se centra en las ediciones discográficas que se han publicado entre octubre y diciembre. Con esta lista de música de cine destacada terminamos esta recopilación de trabajos para el cine que nos han parecido especialmente destacables, entre los que se encuentran compositores españoles como Alberto Iglesias o Zeltia Montes, pero también algunas recopilaciones dedicadas a la obra de músicos reconocidos en el ámbito cinematográfico. 

Everything of value - Matthijs Kieboom
MovieScore Media  1/10/2021

El joven compositor holandés Matthijs Kieboom es uno de los más interesantes de su país, y ya hemos comentado anteriormente algunas de sus bandas sonoras destacadas para películas como Wild (Luc Enting, 2018) y Pirates down the street (Pim van Hoeve, 2020), todas ellas editadas por MovieScore Media. Su último trabajo es el telefilm Alles van waarde (Stanley Kolk, 2021) producido por la cadena de televisión EO (Evangelische Omroep), una red de difusión de tipo religioso, que se estrenó el pasado mes de octubre. La historia comienza con un ataque violento contra dos hombres junto a una iglesia, que después se averigua que se trata de violencia homofóbica. El compositor utiliza un quinteto de cuerdas para introducir los elementos principales de la película, que tienen que ver con la aceptación de los demás, pero sobre todo con la aceptación de uno mismo. La película se desarrolla a través de la investigación de la detective Narin (Sinem Kavus), pero también se mezcla con la reconstrucción que hace el propio director durante la preparación del rodaje, por lo que se establece una conexión entre el género documental y la ficción que no siempre funciona. Pero la banda sonora se centra más en la historia de Rick (Abe Dijkman) y Marc (Teun Luijkx), y especialmente en las dudas que tiene este último sobre su relación en un entorno profundamente religioso. La música de Matthijs Kieboom se adentra en los terrenos del thriller ("Question Marks"), pero es más interesante en su vertiente más íntima. El compositor reinterpreta dos himnos religiosos para convertirlos en los temas principales de la banda sonora ("Love", "I am there, all the way"), que se sostienen en el piano y las cuerdas para describir los sentimientos, anotados por el uso del órgano que aporta el entorno religioso que oprime a los amantes. El quinteto de cuerdas destaca en composiciones que en algunos momentos de suspense parecen usar como referencia la música de Bernard Herrmann ("I don't want to lose this"), pero también se utiliza de una forma más agresiva en otras escenas ("Behind the church", "What are you doing?"). Destaca especialmente el tema de larga duración con el que se cierra la banda sonora ("Who is your God?"), que de nuevo introduce el órgano junto a los instrumentos de cuerda para establecer un diálogo entre ambos (la religión frente a los sentimientos), y que se desarrolla como tema de los créditos con la introducción de las percusiones. 

Madres paralelas - Alberto Iglesias
Quartet Records  8/10/2021

La última película de Pedro Almodóvar es un melodrama político que en cierta manera utiliza los recursos del melodrama para hablar de la memoria de un país al que divide su mirada al pasado. Madres paralelas (2021) está protagonizada por hijas huérfanas o abandonadas, que creen en los brazos de madres que no son suyas, y establece un misterio central que evoca los melodramas de Douglas Sirk. En cierta manera, se podría decir que es una película que abraza el pasado también en su forma, que asume un lenguaje cinematográfico tradicional, y a ello contribuye también la música de Alberto Iglesias, que está presente para exponer el doble sentido de la historia, que parece elaborarse más en el terreno político que emocional. El piano se convierte en un instrumento que está presente en la representación de la vida ("Fotos a la niña"), pero también en la visión de la muerte ("En procesión/La fosa"). Porque si durante parte de la película la subtrama sobre el desenterramiento de las fosas comunes parece tener poca cohesión con la historia, lentamente nos damos cuenta de que se trata en realidad de un hilo conductor, que la música revela como tal desde el principio. El compositor española utiliza una formación instrumental pequeña, principalmente de cuerdas, con violines, viola, violonchelos y clarinete que establecen una ambientación de misterio, como en ese encuentro entre Arturo (Israel Elejalde) y Janis (Penélope Cruz) que se representa en "El visillo volante", que dará paso a la primera representación de la vida. Esta música de melodrama es la que acompaña a la relación entre ambos ("Las visitas") y que conecta el pasado con el presente. El arpa interpretada por Skaila Kanga se convierte en el instrumento de la revelación ("Prueba de maternidad", "Revelación de los secretos"), que regresa al final, junto al piano, para conectar la vida con la muerte, los secretos con las verdades, el pasado con el presente ("En procesión/La fosa"). 

El buen patrón - Zeltia Montes
Quartet Records  15/10/2021

Otro de esos trabajos sobresalientes de Zeltia Montes, que se está convirtiendo en uno de los nombres de referencia en el cine española gracias a su inabarcable inspiración que le permite adaptarse con facilidad a cualquier género, aunque la comedia no es el más habitual en su filmografía, más enfocada en el documental y el drama. Quizás el trabajo musical que la acerca más a este género es la película de animación La tropa de trapo en el país donde siempre brilla el sol (Alex Colls, 2010). Pero El buen patrón (Fernando León de Aranoa, 2021), que nos devuelve al director en su mejor estado de forma, es una comedia cínica en torno a un personaje complejo, y por tanto tiene un componente aún más difícil, que Zeltia Montes ha conseguido abordar con éxito. Su banda sonora está intrínsecamente ligada al personaje principal, Blanco (Javier Bardem), un monstruo con piel de cordero, y la música que la compositora le otorga de alguna manera funciona como complemento del personaje, una especie de representación de ese lado cínico que ayuda al espectador a situarlo en su contexto. La utilización de los instrumentos de viento como los clarinetes y ese compás irónico que aportan las cerdas en el tema principal ("Básculas Blanco") describen la doble cara del personaje desde el principio, definen y dibujan su personalidad maquiavélica ("Nuestros problemas son también sus problemas"). La banda sonora tiene un carácter intimista, sin embargo, muy apegado a los personajes, a través de una pequeña sección de instrumentos de la Sinfónica de Budapest, con la que se grabó la música. Hay alguna sonoridad cercana a Ennio Morricone, un compositor al que Zeltia Montes admira especialmente, en composiciones más dramáticas ("La moto"), que nos recuerdan a ese sonido característico del maestro italiano, especialmente en temas como "Me gustas de siempre", que incorpora las percusiones. La banda sonora se haciendo progresivamente más oscura conforme el personaje de Blanco va descubriendo su verdadera personalidad, y se presenta casi en tono de thriller ("El pueblo también caga") con el predominio de las cuerdas y los teclados. Es interesante cómo los clarinetes (lo afable) van dejando paso cada vez en mayor medida a las cuerdas ("lo oscuro"), estableciendo un magnífico desarrollo del personaje a través de la evolución musical, hasta desembocar en ese espléndido tema de los créditos finales ("La justicia") que en principio Zeltia Montes tenía previsto titular "La puta realidad" que, al fin y al cabo, es lo que muestra de forma espléndida esta nueva gran película de Fernando León de Aranoa. 

Lamb - Tóti Guđnason
Milan Records  15/10/2021

Primer trabajo del guitarrista Tóti Guđnason para el cine como compositor en solitario, después de haber trabajado junto a Hildur Guđnadóttir en la banda sonora de Joker (Todd Phillips, 2019). Como curiosidad, Tóti e Hildur son hermanos, aunque parezca que tienen apellidos diferentes, ya que en Islandia los apellidos se forman con el nombre del padre seguido del sufijo son (hijo de) o dóttir (hija de). Otras de las colaboraciones del compositor han sido en las bandas sonoras de Ólafur Arnalds para la serie Broadchurch (ITV, 2013-2017) y de Högni Egilsson para Katla (Netflix, 2021-). Por tanto, el estilo musical de esta película que tiene un planteamiento singular en el que los elementos fantásticos se introducen en la vida familiar de los protagonistas, sigue en cierta manera las sonoridades inquietantes de algunos de los trabajos en los que Tóti Guđnason ha participado. La película estaba pensada en un principio sin música, pero poco a poco fueron necesarios apuntes sonoros que crearan una atmósfera de cuento fantástico. El propio compositor define su banda sonora como un intento de diseñar algo "cercano al silencio", que representara de alguna forma esa sensación de quietud rural que describe la historia, y que permite por tanto que permanezcan en las sombras elementos de fantasía que conectan con la tradición mitológica de Islandia. La música comienza creando un ambiente inquietante ("Prelude") que se sostiene en sonidos de sintetizador para incorporar una cierta sensación etérea y al mismo tiempo maternal en la escena del parto ("The lambing"), en la que ya se nos advierte que ocurre algo extraño en el cordero recién nacido, cuyo leitmotiv ("Ada", "Searching for Ada") incorpora sonoridades de voces y violonchelo. Una de las escenas importantes de la historia, que se refiere al sentimiento maternal que enfrenta a Maria (Noomi Rapace) y la madre del cordero ("Mothers"), está expresado a través de unos violonchelos contundentes al principio, para ir luego creando un crescendo tenso. La banda sonora introduce sonoridades diferentes cuando se refiere al personaje de Pétur (Björn Hlynur Haraldsson), que es el tercer vértice foráneo que se incorpora a la historia ("Uncle Pétur"), y que de alguna manera enturbia esa atmósfera de cuento que se vive en la granja aislada. La banda sonora termina con el tema que da título a la película ("Dýriđ"), que contiene esa representación del silencio rural a través de una cierta tonalidad etérea, de ascensión, como si Ada fuera un ser vivo más allá de este mundo, acrecentado por una voz femenina que le da también cierto carácter religioso.  

The last duel - Harry Gregson-
Williams
Hollywood Records  15/10/2021

Suele comentar Harry Gregson-Williams en las entrevistas que su trabajo comenzó de una forma poco convencional. Se trata de la primera colaboración con Ridley Scott desde que comenzara a trabajar en Alien: Covenant (2017) pero el director rechazara su partitura. Tras haber compuesto la música de películas como El reino de los cielos (2005), Marte (2015) y recientemente La casa Gucci (2021), se incorporó al proyecto cuando el rodaje se encontraba detenido a causa del coronavirus, y el director le pidió que comenzara componiendo un tema para la última página del guión (una escena que finalmente no aparece tal cual en la película). De ahí surgió la composición que cierra el álbum, "Celui que je désire", un hermoso tema vocal asignado a Marguerite (Jodie Comer) que se convierte en el tema sobre el que gira buena parte de la banda sonora. Está inspirado en una composición del músico medieval Thibaut de Champagne e interpretado por la soprano Grace Davidson, y se escucha a lo largo de buena parte de la banda sonora, lo que refuerza el punto de vista de la película, que cuenta un mismo acontecimiento desde tres versiones diferentes, pero es la de Marguerite la que predomina. En sentido opuesto a su colaboración en El reino de los cielos (Ridley Scott, 2005), el compositor decide no componer música para las escenas de batalla, sino que adopta la misma estructura de la película, dedicando un leitmotiv a cada uno de los personajes. Para Jean de Carrouges (Matt Damon) crea un tema con cierto tono heroico ("Jean de Carrouges"), que muestra la forma en que el personaje se ve a sí mismo, como un gran guerrero, aunque sus incursiones militares suelen acabar en fracasos. El tema se combina en varias ocasiones con el de Marguerite ("I offer you a name"), haciéndose más sosegado e introduciendo voces corales de Voces8, pero en el que la música de Marguerite, con base de viola de gamba, muestra su insatisfacción en el matrimonio. Por su parte, la composición dedicada a Jacques Le Gris (Adam Driver) es la más oscura, utilizando la voz del contratenor Iestyn Davies como una especie de aullido de lobo, y otorgándole el carácter más intrigante, sobre todo en el momento previo al encuentro con Marguerite ("Forgive me for intruding"). Harry Gregson-Williams introduce sintetizadores, sobre todo en la música que se refiere al duelo ("The duel"), pero usa instrumentos solistas medievales como la viola de gamba, el dulcimer o el laúd. Para los entornos relacionados con los personajes, hay una textura de música religiosa ("Court of King Charles"), que se hace más evidente en algunos momentos de introspección de Le Gris ("Confession"), que de alguna manera retrata la dualidad del personaje. Se trata de un trabajo notable, en el que Harry Gregson-Williams crea uno de sus mejores acercamientos a la música medieval. 

Broadcast Signal Intrusion - Ben Lovett
Mondo  22/10/2021

El retraso en el estreno de numerosas películas provocado por la pandemia ha hecho que se hayan publicado varios trabajos del compositor Ben Lovett en los últimos meses de 2021. Entre ellos, nos parece especialmente interesante su nueva colaboración con Jacob Gentry, con el que trabajó en Synchronicity (Jacob Gentry, 2015). En este caso se trata de una película que bebe directamente de las películas sobre conspiraciones de los años setenta, como Klute (Alan J. Pakula, 1971) o El último testigo (Alan J. Pakula, 1974), a través de la investigación que realiza James (Harry Shum, jr.), un archivista de videos, en torno a una serie de inserciones de extrañas grabaciones en medio de la programación de dos cadenas de televisión de Chicago, que provenían de señales intrusas que manipularon las emisiones. Se trata de un hecho real ocurrido en 1987 que se conoce como el Incidente Max Headroom, porque en estas emisiones piratas aparecía una figura con la máscara del personaje de la serie Max Headroom (ABC, 1987-1988). Ben Lovett se inspira en bandas sonoras compuestas por David Shire, Michael Small y Lalo Schifrin ("Uncertain motives") para componer un trabajo musical que introduce también referencias al cine negro clásico, especialmente a través del uso de la trompeta, interpretada por Ben Hovey ("Opening Titles (James)", "Staircases to nowhere"), pero también en temas de acción que incorporan los platillos y una voz femenina con cierto aire misterioso ("Chinatown"). El compositor aporta asimismo una sonoridad que evoca a la época en la que se desarrolla la historia, el año 1999, un año antes del "efecto 2000", grabando la música mezclada en cintas VHS, de forma que el sonido tiene un ligero zumbido que retrotrae a la comunicación analógica ("Rock bottom"). En este sentido, se trata de una banda sonora que por sus características es más disfrutable en su edición en vinilo que con la limpieza sonora de la edición digital. Pero la película reflexiona sobre todo en torno a las teorías conspiranoicas y la obsesión del protagonista por encontrar al responsable de esos secuestros de emisiones, que Ben Lovett representa a través del piano interpretado por Taylor Pierson y la flauta que interpreta Gina Luciani ("Follow the tapes"). Un interesante trabajo musical que utiliza las sonoridades retro para crear una música inquietante y al mismo tiempo seductora. 

Gift of fire - Nico Muhly
Bedroom Community  29/10/2021

Esta es una banda sonora de reencuentro, con la que el compositor Nico Muhly publica de nuevo en Bedroom Community, un sello discográfico y colectivo de músicos que creó junto a Ben Frost y el ingeniero de sonido Valgeir Sigurðsson, y que tiene sede en Reykjavik. De hecho, es la primera vez en varios años que se reúnen algunos de los miembros fundadores de esta comunidad en la grabación de un disco. Gift of fire (Hiroshi Kurosaki, 2020) es una película japonesa que se centra en la carrera por la construcción de una bomba atómica que iniciaron durante la II Guerra Mundial los Estados Unidos, Rusia y Japón, centrándose en este último. El protagonista es Shu (Yûya Yagira), un joven científico que se introduce en el equipo liderado por Fumaku Arakatsu (Jun Nunimura) para construir esta bomba antes que los norteamericanos, y que poco a poco se irá planteando cuestiones éticas sobre los límites de la ciencia. Nico Muhly, que también ha puesto música recientemente a la excelente película The humans (Stephen Karam, 2021) crea en esta ocasión una pieza de música de cámara, que se sostiene sobre tres instrumentos principales: el piano que interpreta él mismo, la viola de Nadia Sirota y las percusiones de Justin Peters, con algunas aproximaciones sonoras de los sintetizadores. De forma que se compone una música intimista en la que no se asignan instrumentos solistas a los personajes, como podría ser lo habitual, sino que se construye una interacción entre los tres instrumentos principales para crear la atmósfera y las sensaciones que transmite la película. Esto se muestra claramente en el magnífico tema "Meeting", que comienza con percusión, incorpora después el piano e introduce a continuación el sonido rasgado de la viola, mostrando una tensión creciente en una composición que camina en la frontera del jazz. Cuando el científico protagonista visita al alfarero que le proporciona el uranio para una aleación amarilla, éste le dice que ya solo usa el color blanco para los ataúdes de los jóvenes que han ido a la guerra ("Yellow, fission & Title").  El sentimiento de fatalidad de un país que parece destinado a destruir o a ser destruido se expresa a veces con la introducción de sonoridades de órgano ("I have to die"), pero también hay algunos apuntes más melódicos y melancólicos ("Come back safe") expresados a través de algunos solos de piano de gran belleza. Gift of fire es un trabajo musical intimista, muy hermoso y emotivo que se refleja en momentos espléndidos como "Run to Setsu", y que consigue evitar los lugares comunes de la música de cine para adentrarse en terrenos más arriesgados.  

Last night in Soho - Steven Price
Back Lot Music  29/10/2021

No se pueden separar las dos ediciones publicadas de la banda sonora de Última noche en Soho (Edgar Wright, 2021) porque la selección musical de temas clásicos de la música inglesa de los años 60 juega un papel fundamental en la película, hasta el punto que casi se podría definir como una especie de musical de terror. El director realiza un homenaje a la vida nocturna del Londres de esa década, incorporando iconos musicales, y también algunas estrellas del cine del momento como Diana Rigg (en su última película antes de fallecer en 2020), Terence Stamp o Rita Tushingham. Ana Taylor-Joy, que interpreta a la exuberante Sandie en los recuerdos del
pasado que tiene Eloise (Thomasin McKenzie), canta en la banda sonora algunos de estos temas, como "Downtown" (1964) de Petula Clark o "You're my world" (1963) de Cilla Black, y encontramos en el recopilatorio canciones de Dusty Springfield, Barry Ryan, Sandie Shaw y John Barry Orchestra, con el tema principal de la película Beat girl (Edmond T. Gréville, 1960). Hay muchas referencias a John Barry en la película, por ejemplo en una escena en la que un cine proyecta Operación Trueno (Terence Young, 1965), y Steven Price, en su tercera colaboración con el director Edgar Wright, recalca este sonido característico que creó el músico británico como una de sus evidentes influencias para la banda sonora. De hecho, el tema sobre el que se construye toda la partitura ("Neon"), que incluye las principales ideas, ya incorpora pasajes de flauta y címbalo que nos recuerdan a composiciones como Ipcress (Sidney J. Furie, 1965),  mezclados con el sintetizador Mellotron y el órgano Hammond, que también aportan una referencia a los sonidos de los años sesenta, pero el "estilo John Barry" también está presente en composiciones más jazzísticas ("I'm with you to the end"). Conforme la pesadilla que vive Eloise se va haciendo cada vez más profunda, la música de Steven Price se va apoderando de la película, que en una primera parte tiene un sonido más pop pero poco a poco deriva hacia una música más cercana al género de terror. El momento más característico es la canción de Burt Bacharach/Hal David "(There's) always something there to remind me" (1964), en la versión de Sandie Shaw, que es literalmente "invadida" por el sonido orquestal de Steven Price. 

Para el personaje de Eloise, la protagonista, el compositor nacido en Nottingham crea un tema acogedor al piano ("When I feel more at home", "Feel free to run a mile"), que es un momento de sosiego en una banda sonora que tiene sonidos contundentes, como en la escena en la que ella se siente acosada por las figuras del pasado ("Leave me alone"), una rotunda composición orquestal que incorpora metales y percusión de una forma que es cada vez más agresiva, y que en su segunda mitad podría ser perfectamente un tema para una película de James Bond. La presencia de Sandie, el recuerdo del pasado que aparece en la mente de la protagonista, está presente de forma constante, a través de susurros y frases que se escuchan en muchos de los temas. En los últimos pasajes de la partitura, Steven Price incorpora otro elemento brillante, un violín ("You have to let me go") que le da a la conclusión un ligero tono gótico y de resolución de un misterio. 

The electrical life of Louis Wain  - Arthur Sharpe
Milan Records  5/11/2021

Esta película ha cosechado críticas en general bastante adversas, a pesar de ser un interesante acercamiento repleto de buenas ideas visuales a la figura del ilustrador Louis Wain (Benedict Cumberbatch), que se hizo famoso por sus dibujos de gatos en la Inglaterra victoriana, una época en la que a los gatos no se les consideraba como mascotas, sino como animales que solo servían para cazar ratones. Los dibujos del artista cambiaron la perspectiva de toda una sociedad respecto a los gatos, y hoy en día siguen formando parte de la iconografía artística inglesa. Pero la vida de Louis Wain estuvo marcada por la tragedia y una incapacidad para rentabilizar su fama, de forma que la película, a pesar de su tono amable, es básicamente una historia sobre el dolor. The electrical life of Louis Wain (Will Sharpe, 2021) es una producción de Amazon Prime que ya se puede ver en la plataforma en algunos países, pero que a España no llegará hasta abril del próximo año, y que cuenta con un reparto lleno de nombres destacados como Andrea Riseborough, Toby Jones, Taika Waititi, Nick Cave, Richard Ayoade y Olivia Colman como narradora. El compositor de la banda sonora, Arthur Sharpe, es el hermano del director, con el que ha trabajado desde sus primeras películas como Black pond (Tom Kingsley, Will Sharpe, 2011) y The darkest Universe (Tiani Ghosh, Will Sharpe, 2016), hasta las series Flowers (Seeso, 2016-2018) y la recién estrenada Cómo meterse en un jardín (Landscapers) (HBO Max, 2021). La idea principal de la historia de Louis Wain se refiere a lo que él llamaba "electricidad", la interrelación de diferentes elementos emocionales que conseguían un equilibrio perfecto, y que él solo conoció durante el breve periodo de tiempo en el que estuvo casado con Emily Richardson (Claire Foy), el amor de su vida. Para recrear esta idea de la electricidad, Arthur Sharpe utiliza dos instrumentos solistas que aportan un cierto tono de ensoñación. Por un lado, la sierra musical, interpretada por Austin Blackburn, que aparece en los momentos más ensoñadores ("Electricity") y bucólicos ("Precious weeks"), que en cierto modo refleja esa vida soñada por el artista que prácticamente le fue imposible alcanzar. Por otro lado el theremin, interpretado por Lydia Kavina, que está ligado al personaje de Louis Wain ("Elizabeth terrace"), pero que en muchos casos está acompañado por un violín, interpretado por Clio Gould, que hace presente la constante infelicidad que marca la vida del protagonista. Arthur Sharpe utiliza con brillantez la orquesta para recrear la elegancia de los salones de la época, en temas que utilizan el tempo del vals ("An extraordinary new discovery") que a veces tienen cierta sonoridad a la música de Rachel Portman. Otra idea brillante es la introducción de voces corales que evocan al maullido de los gatos ("Popular Wain") y que aportan un tono burlesco al éxito de las ilustraciones en la sociedad inglesa. La partitura se va haciendo cada vez más melancólica conforme se acerca la vejez de Louis Wain y se hacen visibles sus problemas psiquiátricos ("The Louis Wain Fund"), y entonces predomina el violín y la sierra musical ("The electrical life of Louis Wain"), que cierran un hermoso e imaginativo trabajo de Arthur Sharpe.  

Passing - Devonté Hynes
Lakeshore Records  10/11/2021

La actriz Rebecca Hall debuta en la dirección con esta elegante película que cuenta con una espléndida fotografía en blanco y negro del español Eduard Grau, en torno a la raza y la identidad. La historia está llena de ambigüedades que la directora transmite a través de un formato 4:3 y una clara elegancia en la disposición de los planos. Rebecca Hall es hija de la cantante de ópera Maria Ewing, mestiza de madre blanca y padre afroamericano, lo que explica su capacidad para encontrar esos matices que alimentan una película a la que se le ha criticado cierta frialdad. La banda sonora de Devonté Hynes abunda en esta ambigüedad a través de dos planos diferentes. Por un lado, utiliza muy asiduamente la composición "The homeless wanderer" de la pianista Emahoy Tsegué-Maryam Guèbrou, artista etíope que huyó a Londres cuando Mussolini invadió su país en 1935. Se trata de un tema que representa al personaje de Clare, pero que suena principalmente cuando aparece Irene caminando hacia su casa, es la representación de esa constante presencia de esa vida que traspasa los límites de la segregación y que parece más libre que la suya propia. El tema, sugerido por la propia Rebecca Hall, está muy presente en la película, pero no aparece en la banda sonora editada, solo en algunos apuntes ("Clare's letter"). Por su lado, Devonté Hynes aporta la elegancia de los instrumentos solistas que tienen su principal presentación en la música que se asigna a Irene ("Passing"), y que inteligentemente se construye como un dueto de trompetas que en la película se escucha con cierta lejanía, es el sonido de un vecino al que nunca vemos que practica la trompeta. Y esta representación del tema de Irene "fuera de ella" es una clara visión de su propia personalidad como una mujer que parece querer algo diferente a la vida que tiene, y que está presente en esa "libertad ficticia" de Clare. La relación entre las dos amigas que se reencuentran ("Irene and Clare") se muestra a través de un tema que une la trompeta (Irene) y el piano (Clare), con una cadencia elegante y melancólica. La primera vez que vemos a Irene, al comienzo de la película, está practicando el "passing" del título, cuando se hace pasar por una mujer blanca para acceder a los elegantes salones de un hotel de lujo al que no tienen acceso las personas de raza negra, una secuencia que se describe con un solo de piano ("The Drayton"). La edición de la música de Devonté Hynes dura tan solo veinte minutos, dada la presencia muy sutil a lo largo de la película, pero describe los matices de la historia a través de composiciones para piano y trompeta que sugieren cierto tono lánguido ("Autumn") pero de gran belleza. 

Guidance - Navid Hejazi
Plaza Mayor  10/11/2021

El compositor madrileño Navid Hejazi alterna su trabajo en películas españolas como La piel del volcán (Armando Ravelo, 2021) con producciones internacionales tras graduarse en el Conservatorio Real de Madrid y el Berklee College of Music de Boston. Ha colaborado con compositores como Nima Fakhrara en The signal (William Eubank, 2014) y Becky (Jonathan Milott, Cary Murnion, 2020), pero éste es su proyecto más ambicioso. Guidance (Neysan Sobhani, 2021) es una producción china que tiene cierto paralelismo con esa ciencia-ficción romántica que hemos visto recientemente en otras películas como El canto del cisne (Benjamin Cleary, 2021) que proponen una relación sentimental en un entorno futurista. En este caso, una pareja decide probar un dispositivo que proporciona una vida sin mentiras a través de la ingestión de una pastilla, pero ambos subvierten Guidance para que a través de la mentira y la manipulación su relación pueda sobrevivir. Navid Hejazi estructura su banda sonora en dos ámbitos diferentes: el sonido futurista que se asocia al dispositivo y al entorno a través de sonoridades de sintetizador ("Guidance Infomercial", "Install pill"), y las composiciones que tienen un trasfondo más orgánico en relación a los personajes principales. El violín se convierte en estos pasajes en el instrumento solista ("Your father"), pero la relación sentimental entre los dos protagonistas está representada a través del piano ("The painting", "You still love him"), siempre en un tono melancólico que refleja una relación frágil y quebrada. Es un planteamiento sencillo, que confronta lo natural con lo artificial, los instrumentos tradicionales con los sintetizadores, pero que funciona perfectamente. Hay una cierta tonalidad tensa, de fatalidad, que se presenta desde el inicio ("Intro"), pero cuando aparece el violín solista (el ser humano) encontramos una creación melódica, de cierta belleza trágica. La música de Navid Hejazi a veces se inspira en los sonidos característicos de Hans Zimmer, posiblemente debido a sus prácticas en Remote Control, la empresa del compositor alemán, especialmente en el tema "Nightmare", que luego se desarrolla en la hermosa suite final ("I have to tell you something"). Guidance es un trabajo inspirado de Navid Hejazi que ya le sitúa, pese a su reciente incorporación al mundo de las bandas sonoras, en un compositor español al que hay que seguir. 

Spencer - Jonny Greenwood
Mercury Classics  12/11/2021

Jonny Greenwood se ha forjado en los últimos años una destacada posición como compositor de música de cine, principalmente a través de sus colaboraciones con el director Paul Thomas Anderson en películas como Pozos de ambición (2007), El hilo invisible (2017) o recientemente Licorice Pizza (2021). Pero este final de año nos propone otros dos trabajos con realizadores tan diferentes como Pablo Larraín y Jane Campion, pero que tienen en común un acercamiento íntimo a los personajes. De alguna forma, Jonny Greenwood utiliza los elementos tradicionales de la composición para cine, pero derivando hacia sonoridades más experimentales, con ciertas influencias de compositores como Krzysztof Penderecki. De esta forma, sus trabajos recientemente publicados reinterpretan los géneros tradicionales del drama de época y del western para convertirlos en algo sustancialmente diferente. La propuesta del director Pablo Larraín se centra en la descripción psicológica del personaje de Diana (Kristen Stewart), reticente a participar en la tradicional reunión familiar navideña. Conforme se acerca a ese encuentro marcado hasta el más mínimo detalle, que para ella resulta asfixiante, se introduce el tema principal ("Spencer"), que está compuesto para piano, pero que al comienzo de la película se interpreta al violín para ir desviándose hacia el terreno del jazz, con predominio de la trompeta de Byron Waller y la batería de Tom Skinner, que junto a Thom York forma parte del grupo The Smile. Se contrapone de esta forma el clasicismo de la música barroca con la "libertad" del jazz, la tradición con la visión más contemporánea que tiene Diana ("Ancient and modern"), mezclando el clavecín barroco, interpretado por Katherine Tinker de la London Contemporary Orchestra, con la trompeta. Pero la película muestra a un personaje que está en un entorno incómodo, a la que se exige que cumla unas normas férreas (tiene un vestido asignado a cada encuentro familiar), y en cierta manera Diana tiene cierto paralelismo con el personaje de Rose en El poder del perro (Jane Campion, 2021). Es notable la escena de la cena de Nochebuena, en la que no hay diálogos y solo la música "(The pearls") expresa la frustración y la as alucinaciones de la protagonista, desde un comienzo clásico hasta una sonoridad cada vez más disonante del cuarteto de cuerdas. Hay una cierta textura de terror en este recorrido psicológico de Diana, con la representación de fantasmas que conectan con su pasado ("Home/Lacrimosa"), e incluso las composiciones más tradicionales y hermosas ("Crucifix") tienen un tono melancólico y triste. 

The power of the dog - Jonny Greenwood
Lakeshore Records  17/11/2021

 La banda sonora de El poder del perro (Jane Campion, 2021) es la más compleja de las dos que comentamos, porque está muchas veces en contradicción con las imágenes. Esto es importante en una película en la que destaca el subtexto bajo la superficie, en la que las emociones interiores de los personajes muchas veces no se reflejan de forma externa, pero se expresan a través de las miradas y el lenguaje corporal. Esto también le sirve a Jonny Greenwood para revertir los sonidos característicos del género Western, por ejemplo, cuando decide interpretar el violonchelo como si se tratara de un banjo en el momento en que Peter (Kodi Smith-McPhee), al que Phil (Benedict Cumberbatch) llama despectivamente Miss Nancy, llega a la casa ("Miss Nancy arrives"). O cuando utiliza una pianola mecánica ("Detuned mechanical piano") para el momento en el que Rose (Kirsten Dunst) toma una decisión importante. De hecho, el piano es el instrumento principal para la protagonista ("West alone"), ya que éste se convierte también en la representación de su opresión en un entorno en el que no encaja, que se muestra a través de un sonido distorsionado ("Paper flowers"). Las cuerdas se circunscriben al carácter más romántico de George (Jesse Plemons) especialmente en temas que aportan calidez ("So soft"), mientras que la compleja personalidad de Phil se describe con sonoridades más duras, más contundentes ("Mimicry", "They were mine"). Es interesante también el uso de los instrumentos de viento, en este caso dos trompas interpretadas por Richard Bayliss y Carys Evans, con los que el compositor subraya ese paisaje extraño del Oeste americano rodado en Nueva Zelanda y que, según Jonny Greenwood, se inspiró en las secciones de viento de la serie Star Trek (Paramount, 1966-1969). Este uso de cierta inquietud onírica se asocia también a la relación entre Phil y Peter, que se asienta en el entorno ("Best friends"). La música funciona en esta banda sonora como representación del interior de los personajes, y por tanto actúa en contradicción con las imágenes, lo que la convierte en una propuesta mucho más efectiva. 

Le sommet des Dieux - Amine Bouhafa
22D Music  26/11/2021

Fiel a la tradición del buen cine de animación que se produce en Francia, La cumbre de los dioses (Patrick Imbert, 2021) es una excelente muestra de las producciones que están enfocadas hacia un público adulto, a través de la adaptación de un manga en cinco volúmenes escrito por Jirō Taniguchi y Baku Yumemakura, y que fue estrenada en una sesión especial del Festival de Cannes. La película se enfoca en la búsqueda que realiza un fotógrafo de un alpinista que escaló el Everest, pero tiene un tema principal más amplio que reflexiona sobre la superación del ser humano y la necesidad de alcanzar los límites. Es una película que requiere de una banda sonora que describa los momentos solitarios de la escalada, y el compositor franco-tunecino Amin Bouhafa realiza un trabajo notable. Ganador de un premio César por Timbuktu (Abderrahmane Sissako, 2014), su experiencia en la animación está precedida por la serie Las aventuras de Paddington (Nickelodeon, 2020), pero éste es un trabajo diferente, en su condición de película para adultos. Por tanto, su acercamiento es más cercano a una película de ficción, introduciendo elementos electrónicos junto a guitarras en las escenas de la ciudad ("Looking for Habu"), pero desplegando una cierta melancolía en los momentos que recuerdan el pasado de Habu, el escalador desaparecido, y su compañero Mallory ("Mallory's legacy"), con el uso de los violonchelos y una cierta sensación de alucinación, para la que introduce teclados de sonoridad etérea como el ondes martenot o el cristal de Baschet, un instrumento creado en los años cincuenta, ambos interpretados por Thomas Bloch. Es precisamente en las secuencias que se desarrollan en la montaña donde Amine Bouhafa despliega una cierta melancolía en temas de gran belleza ("Habu's farewell", "The mountain call"), con la introducción de la flauta bansuri india y el piano que interpreta él mismo. La voz de la cantante japonesa Etsuko Chida está presente como un hermoso lamento fúnebre que es al mismo tiempo una especie de llamada de la montaña ("Fading in the snow", "The rope"). En el camino de la escalada, que es una metáfora de la búsqueda de un camino personal, es donde brilla especialmente la música, porque apenas hay diálogos en el ascenso en solitario. Y construye temas emocionantes como el melancólico "Ghost of a child" o "Through the Khumbu Valley", que es una hermosa composición para guitarras. El tema principal, que es el tema de la montaña, de la necesidad de superación para alcanzar la "cumbre de los dioses", está presente a lo largo de toda la banda sonora, y se despliega a través de los instrumentos de viento como el clarinete bajo, que refuerza la épica ("The summit"). Grabado en Abbey Road, como curiosidad apuntar que el director de la orquesta, James Shearman, es el mismo de la banda sonora de Madres paralelas (Pedro Almodóvar, 2021). 

Shigeru Umebayashi - Music for Film
Silva Screen Records  26/11/2021

En la edición de este año de los World Soundtrack Awards, se pudieron celebrar los conciertos en directo de forma presencial que el año pasado solo se ofrecieron online debido a la pandemia del coronavirus. Max Richter y Eleni Karaindrou fueron los protagonistas de estos conciertos, pero también se realizaron las ediciones discográficas habituales de homenajeados de años anteriores interpretadas por la Brussels Philharmonic y el coro Vlaams Radiokoor, bajo la dirección de Dirk Brossé. Los tres discos editados este año son en realidad ampliaciones de ediciones anteriores dedicadas a los compositores Mychael Danna, que fue el invitado de honor en 2007, Gabriel Yared, que estuvo invitado en 2019, y Shigeru Umebayashi, que fue homenajeado en 2009. De hecho, para este último disco expandido se han grabado algunas composiciones inéditas del músico japonés como "Joan's cello", perteneciente a la película Hero (Sylvia Chang, Joan Chen, Shaohong Li, 2021), una antología que incluye tres historias protagonizadas por mujeres chinas durante la pandemia. También se incluyen otros temas inéditos como el arreglo especial que Shigeru Umebayashi realizó del tema "Moyou", incluido en la película The grandmaster (Wong-Kar Wai, 2017), pero que originalmente había compuesto para The day after (Hong Sang-Soo, 2017). Otras dos composiciones no editadas previamente de la película Un hombre soltero (Tom Ford, 2009) también se incluyen en la grabación, así como el hermoso tema autónomo "In times past and gone", una composición que tiene cierto eco de su trabajo para La casa de las dagas voladoras (Zhang Yimou, 2004), y que parece evocar otros tiempos con cierta melancolía, pero al mismo tiempo con una mirada épica. Es un espléndido complemento a la recopilación de algunos de sus trabajos más notables, no solo para producciones japonesas y chinas, sino también para películas internacionales como Tears for sale (Uros Stojanovic, 2008), de la que se incluye la espléndida "Vendetta March", o Incendiary (Sharon Maguire, 2008). Pero el compositor japonés parece haberse sentido más cómodo dentro del sistema de producción oriental, y de ahí surgen algunas de sus mejores bandas sonoras, de un romanticismo emocionante que ha influido en numerosos compositores posteriores, y que se pueden recuperar en esta reedición ampliada del recopilatorio que el Festival de Gante publicó en 2010. La ejecución por parte de la Brussels Philharmonic es, como de costumbre, exquisita, convirtiendo a esta orquesta en una de las pocas que mantienen la edición regular de sus grabaciones de bandas sonoras. 

Silent night - Lorne Balfe
Lakeshore Records  10/12/2021

Una de las películas más singulares de final de año es el debut como directora de Camille Griffith, que propone una particular visión de la típica reunión familiar por Navidad, para ofrecer una reflexión sobre la relación entre el ser humano y el planeta. La película se abre como una de estas producciones navideñas habituales cada año, incluida la nueva canción "Christmas sweater", interpretada por Michael Bublé, o temas tradicionales como "Feliz Navidad" (1970) que escribió y popularizó José Feliciano. Y la primera aparición de la música de Lorne Balfe también tiene ese sonido navideño con los habituales cascabeles ("Thank you for coming"), en el momento de la llegada a la casa de los familiares que van a compartir la cena. Pero la primera ocasión en la que la banda sonora adelanta los acontecimientos es el tema que suena cuando aparece Sandra (Annabelle Wallis), el personaje que plantea la difícil situación que están a punto de vivir, y que en cierta manera es la representación de la directora: "Soy la persona molesta que en una cena quiere hablar de cosas reales, y pongo de los nervios a la gente porque no suelo hablar de tonterías". A través de Sandra, Lorne Balfe introduce el tema principal, el tema del apocalipsis, pero en un tono que tiene todavía una cierta cadencia navideña, con el órgano, el clarinete y la flauta como instrumentos principales ("Prepare for our own end"). Es una forma espléndida de mantener la atmósfera familiar, pero planteando ya el drama que les rodea, y que vuelve a sonar cuando Nell (Keira Knightley) explica a los niños cuál es el plan que tienen para después de la cena. 

La elección de Lorne Balfe, un compositor habituado a bandas sonoras espectaculares para películas y series como La rueda del tiempo (Amazon, 2021-), es inteligente, porque aporta precisamente esa distopía que se plantea en una comedia negra que al mismo tiempo habla del fin de la humanidad: "Buscaba pensar a lo grande. Llenamos los silencios con una orquesta completa, coros vieneses y búlgaros, y solistas increíbles", comenta el compositor. Y, efectivamente, al mismo tiempo que el tono melancólico se apodera de la película, la música "apocalíptica" de Lorne Balfe, que hasta el momento ha estado en un plano más secundario, adquiere protagonismo. En la escena de los fuegos artificiales, se introduce una composición elegíaca, con un órgano que transmite un tono fúnebre y unos coros que aportan espiritualidad ("Indue Festa Vestis"), y la conexión con la madre de Nell se subraya con una versión dramática del tema principal ("Goodbye, my darling girl"). Lorne Balfe consigue transmitir el terror que se apodera de Art (Roman Griffin Davis) a través de un tema que es al mismo tiempo aterrador y sobrecogedor ("I am afraid"), pero las voces corales, ahora en un tono más sombrío, regresan en el momento de la decisión final ("It's time"), mientras en las cuerdas también predominan los violonchelos, a través de una composición que transmite una tristeza absoluta. Lorne Balfe aporta el sonido de una película apocalíptica a una historia que juega con los géneros de forma inteligente, y consigue un trabajo espléndido lleno de dramatismo. La versión del popular villancico "Stille Nacht" (1818) que da ese título irónico a la película, con coros infantiles, se convierte casi en un himno funerario, especialmente notable en "All is calm", que poco a poco va adquiriendo la forma de una elegía por la muerte del ser humano. 

La panthère des neiges - Nick Cave & Warren Ellis
Lakeshore Records  17/12/2021

Cuando Nick Cave and The Bad Seeds publicaron el album Ghosteen (2019, Ghosteen Ltd.), el primero que Nick Cave compuso en su totalidad desde la muerte de su hijo adolescente, parecía el punto final de una colaboración duradera, y el propio Warren Ellis ha manifestado recientemente que pensó que era el momento de separarse. Sin embargo, esta idea no se materializó y ambos, arropados por su banda o en forma del dúo de compositores que trabajan para el cine, han seguido publicando algunos trabajos juntos. De hecho, la música del documental La panthère des neiges (Marie Amiguet, 2021) iba a estar compuesta solo por Warren Ellis pero, como él mismo cuenta: "Reservé cinco días y le pregunté a Nick si podía pasar un día para escribir un tema musical y grabar el piano. Vio la película y se quedó cuatro días".  La película acompaña al fotógrafo Vincent Munier en su última misión en la meseta tibetana, un lugar donde se encuentran todavía algunas de las especies menos estudiadas del planeta. Le acompaña el escritor Sylvain Tesson para tratar de encontrar al leopardo de las nieves, uno de los felinos más difíciles de avistar en este espacio recóndito. La banda sonora incluye dos nuevas canciones interpretadas por Nick Cave and The Bad Seeds, "Les cerfs" y "We are not alone", pero se sostiene sobre todo en los sonidos apegados a la tierra que se representan a través del violín y la flauta ("L'attaque des loups"). El escenario, gélido e inhóspito, encaja perfectamente en esa tonalidad etérea que tienen las últimas colaboraciones de Warren Ellis y Nick Cave, y en cierto modo esta banda sonora se aleja de sus anteriores trabajos para el cine para acercarse más a los discos autónomos. En "Antilope" el órgano introduce las teclas del piano y da paso a la voz humana, tan ausente y extraña, que suena casi como un aullido, mientras susurra "where are you?" (¿dónde estás?"), una llamada a la fauna que, afortunadamente, ha conseguido evadir por el momento la influencia del hombre. Hay pasajes de una belleza extraordinaria ("Des affúts elliptiques"), que parecen llevarnos a un lugar lejano, a un estado de tranquilidad que solo se puede experimentar en la naturaleza, alejado de la civilización. Hay una especie de diálogo entre el piano y el violín en "La grotte", que nos transporta a este mundo alternativo, a esta sensación que transmiten las imágenes de estar en un planeta diferente, y la voz de Nick Cave suena como un lamento esta vez. La presencia del hombre se representa en esta banda sonora como la de un intruso, a través de susurros o de voces lejanas, como en el magnífico "Les ours", que establece una conexión entre la voz susurrada y las cuerdas amenazantes, desconfiadas. La panthère des neiges es un documental muy hermoso, que sin embargo se ve perjudicado por las constantes reflexiones de Sylvain Tesson como narrador, y de alguna forma la presencia del hombre menoscaba la belleza del paisaje. Pero cuando las imágenes (esas miradas penetrantes de los animales salvajes, sobrecogedoras, que consiguen captar sus fotografías) se dan la mano con la música, como en esa espléndida composición de 10 minutos con la que termina el album ("L'apparition/We are not alone"), la emoción se apodera de la historia. 

The novice - Alex Weston
Milan Records  17/12/2021

El remo es el deporte que comienzan a practicar algunas estudiantes para acceder a becas universitarias, pero la obsesión de Alex Dall (Isabelle Fuhrman) por conseguir batir a sus compañeras se convierte en un thriller psicológico impactante y extraordinario gracias a una dirección contundente de Lauren Hadaway, pero sobre todo a un diseño de sonido que captura los resortes internos de la mente enferma de la protagonista. En la efectividad de la película tiene mucha importancia la combinación entre sonido y música, ésta última compuesta por Alex Weston. Cuenta la directora que para tomarse un descanso de la postproducción de la película, seleccionó una playlist de temas musicales relacionados con Retrato de una mujer en llamas (Céline Sciamma, 2019), pero de pronto se colaron algunos temas compuestos por Alex Weston para The farewell (Lulu Wang, 2019) y así surgió su interés por colaborar con el compositor. Una decisión acertada, porque Alex Weston, del que también hemos destacado su excelente música para Wander darkly (Tara Miele, 2020), ha creado una banda sonora que, al mismo tiempo que se adentra en la mente de la protagonista, impulsa con las cuerdas el esfuerzo físico de las remadoras. Para ello utiliza un tema principal sencillo para quinteto de cuerdas y piano lo suficientemente dúctil para que suene relajado al principio ("Dull") pero se vaya desarrollando hacia una tonalidad más distorsionada y violenta al final ("Around the lake row"). Comenta Alex Weston que la grabación de la música durante la pandemia provocó que el quinteto de instrumentos estuviera más separado de lo habitual, de forma que el sonido era menos compacto y los micrófonos debían estar muy cerca de los instrumentos, lo que provoca que se capture lo orgánico de las cuerdas. Esto es particularmente efectivo en las escenas de competición, para las que Alex Weston creó una serie de frenéticos temas en los que los violines y violonchelos interpretan un ritmo muy rápido que impulsa el esfuerzo de las remadoras en las imágenes ("Training") pero que al mismo tiempo introduce el desconcierto psicológico de Dull ("Seat race"). Precisamente la introducción de sonoridades electrónicas que en cierta manera distorsionan lo orgánico (la mente frente al cuerpo) funciona con gran eficacia en los momentos más complejos de la evolución del personaje ("They wanted me to lose"). Este espléndido cuento oscuro sobre los peligros de la superación personal cuando se convierte en una obsesión está subrayado por una intensa y psicológica banda sonora que extrae oro de una pequeña formación de cuerdas. 


Licorice pizza se estrena en cines el 11 de febrero. 
The electrical life of Louis Wain se estrena en cines el 29 de abril. 

La tropa de trapo en el país donde brilla el sol, Becky, Timbuktu, The grandmaster y The farewell se pueden ver en Filmin. 
El último duelo, Alien: Covenant y El reino de los cielos se pueden ver en Disney+.
Beat girl se puede ver en Filmin y Plex. 
Ipcress se puede ver en Filmin, Flix Olé, Movistar+ y Prime Video.
Landscapers se puede ver en HBO Max.
Passing (Claroscuro), El hilo invisible, El poder del perro y La cumbre de los dioses se pueden ver en Netflix.
El canto del cisne se puede ver en Apple tv+.
Un hombre soltero se puede en Rokuten.