28 enero, 2022

Rotterdam 2022 - Parte 1: Las apariencias engañan


Aunque el gobierno de los Países Bajos ha decidido aliviar las restricciones impuestas por la variante Omicron del coronavirus, permitiendo la apertura de restaurantes y bares hasta las 10 de la noche, y de salas de cine y teatro, la edición 2022 del Festival de Rotterdam vuelve a ser online, tal y como ocurrió el año pasado. Esta semana, Dinamarca eliminó la mayor parte de sus restricciones, argumentando que a pesar de ellas el contagio ha seguido creciendo, tal y como hizo Suecia hace unas semanas. En Holanda, los casos de Covid-19 también continúan aumentando, con datos de 60.000 registrados al día, pero el apoyo de los ciudadanos a las restricciones ha ido decreciendo, y en enero el sector de la cultura y la hostelería arremetió contra el gobierno del conservador Mark Rutte porque mantenía cerrados los restaurantes y los cines, pero permitía la apertura de tiendas, peluquerías, gimnasios y prostíbulos. El Festival de Rotterdam 2022, que se inauguró el 26 de enero, se desarrolla hasta el 6 de febrero a través del acceso online restringido solo para los Países Bajos, aunque ya se han anunciado algunas proyecciones en salas de cine. De hecho, el festival ha podido recuperar la película que el pasado 15 de diciembre de había anunciado como título de inauguración, Along the way (Mijke de Jong, 2022) pero que, al convertirse en una edición online, tuvo que eliminarse de la programación por problemas de derechos. Aprovechando la reapertura de los cines, el festival ha decidido que el estreno mundial de la película se proyecte en sesiones especiales presenciales durante el fin de semana de clausura. 

La programación del Festival de Rotterdam se estructura en torno a varias secciones competitivas, Tiger Competition, Big Screen, Bright Future y Cortometrajes y Mediometrajes, así como dos ciclos dedicados a la cineasta norteamericana Amanda Kramer y al director chino Qiu Jiongjiong. La presencia española en Rotterdam se concreta en Mi vacío y yo (Adrián Silvestre, 2022) dentro de la la sección Big Screen; Eles transportan a morte (Samuel M. Delgado, Helena Girón, 2021), que ganó el Premio a la Contribución Técnica en Venecia y los Premios a Mejor Dirección, Música y Diseño de Sonido en Toulouse, que se presenta en la sección Bright Future; el documental Quién lo impide (Jonás Trueba, 2021), ganador del Premio FIPRESCI en San sebastián y nominado al Goya, así como la coproducción con Italia Aquí me río yo (Mario Martone, 2021), dentro de la sección Harbour; y los cortometrajes Piel a piel (Mel Arranz, 2021) y El océano análogo (Luis Macías, 2022). 

FOCUS: AMANDA KRAMER / INAUGURACIÓN

Como contábamos, la película que iba a inaugurar esta última edición del IFFR se descolgó de la programación cuando se tomó la decisión de hacerla online, y entonces se eligió dar un especial impulso a una de las dos retrospectivas, la dedicada a la cineasta independiente norteamericana Amanda Kramer, de la que el festival estrena a nivel mundial sus dos últimos largometrajes: Give me pity! (Amanda Kramer, 2022), que está programado para este fin de semana, y Please baby please (Amanda Kramer, 2022), que finalmente ha sido la película con la que se ha abierto esta última edición del Festival de Rotterdam. La ex- miembro de bandas como Information Society y Golden Palominos inició una carrera como cineasta en 2016 con varios cortometrajes que se incluyen en la retrospectiva que se le dedica, hasta que debutó en el largometraje con Ladyworld (Amanda Kramer, 2018). Pero Please baby please es su película más cercana al establishment, una especie de "West Side Story jodida, queer y retorcida", como la define ella misma. 

Porque estamos efectivamente ante un musical que toma muchas referencias artísticas y cinematográficas, pero que sobre todo parece estar influida por los principales directores queer de las últimas décadas, desde Rainer W. Fassbinder hasta Pedro Almodóvar, de John Waters a Kenneth Anger. La secuencia inicial es un número musical protagonizado por una banda de rufianes que recuerda a los Jets de West Side Story (1957), pero que se hacen llamar "The Young Gents", que deambulan por las calles del Nueva York de los años cincuenta, con una estética de cuero muy cercana a Tom de Finlandia, y una teatralidad en el escenario que remite al cine de Fassbinder. Los protagonistas son una pareja formada por Arthur (Harry Melling) y Suze (Andrea Riseborough) cuyo encuentro con este grupo de desarraigados les provoca una inmediata atracción sexual. Los dos se sienten hipnotizados por la belleza del líder, Teddy (Karl Glusman), más física en el caso de Arthur, cuya mirada no puede evitar dirigir al paquete del macarra, y más relacionada con el poder que ejerce en el caso de Suze. 


La película plantea desde el principio una ambigüedad de géneros, desde la primera escena o el momento en el que Suze se coloca una botella en la entrepierna simulando un pene delante de Arthur, que se siente intimidado y avergonzado ante la actitud de su esposa. Y el primer encuentro se convertirá en una especie de liberación de los deseos escondidos de ambos, y en el comienzo de un proceso en el que Suze se irá transformando en una imitación de Teddy que en realidad está más cercana al Marlon Brando de Salvaje (Laslo Benedek, 1953), mientras Arthur va desplegando su lado femenino, esperando atraer sexualmente al líder de The Young Gents. Pero Amanda Kramer (1961, Nueva York) no está tan interesada en el sexo como en la conversión de géneros, en el dibujo de unos personajes que traspasan las limitaciones de lo masculino y lo femenino. El cine de Amanda Kramer juega con lo experimental y retuerce las convenciones, y en este caso también le da la vuelta a los clásicos números musicales, como el que protagoniza el joven Cole Escola en una cabina telefónica, o esa pantalla dividida en la secuencia final en la que los dos protagonistas logran algo cercano a sus sueños. 

Andrea Riseborough es una de las actrices más arriesgadas del momento, la hemos visto como una arqueóloga que busca su propia identidad en Luxor (Zeina Durra, 2020) y como la hermana acaparadora de Benedict Cumberbatch en The electrical life of Louis Wain (Will Sharpe, 2021), pero Please baby please le permite ir más allá a través de un personaje que se transforma emocional y físicamente. Su encuentro con Maureen (Demi Moore), una vecina elegante que vive en un piso completamente azul es también objeto de su fascinación hacia la seguridad que manifiesta. "Debería ser famosa, pero me acabo de casar", le dice Maureen a Suze, estableciendo el status de la mujer, pero dejando claro que nadie le puede arrebatar su libertad. Amanda Kramer propone un discurso de género que abarca a unos personajes que hacen de la ambigüedad su principal virtud, envueltos en una puesta en escena que utiliza el contraste entre los rojos y azules para establecer una combinación entre lo masculino y lo femenino. 

TIGER COMPETITION

El director Roberto Doveris (1989, Chile) presenta en competición su segundo largometraje, Proyecto fantasma (Roberto Doveris, 2022), tras su exitoso debut con Las plantas (Roberto Doveris, 2015), que consiguió el Gran Premio de la sección Generation 14-plus en el Festival de Berlín, y su trabajo como productor del drama carcelario homoerótico El príncipe (Sebastián Muñoz, 2019), ganador del Queer Lion en la Mostra de Venecia. Su última película está desarrollada durante la pandemia, y se trata de una comedia con elementos sobrenaturales que está protagonizada por Pablo (Juan Cano), un joven aspirante a actor que está cansado de trabajar como "paciente simulado" en las prácticas de los estudiantes de Medicina, y que trata de encontrar su camino hacia el cine, aunque una de sus amigas le deja claro que "en Chile no se gana dinero con el cine". El director convierte esta película en una mirada personal, llena de anécdotas que él mismo afirma haber vivido en persona, rodada en su casa y en su mayor parte con sus amigos interpretando a los principales personajes. 


La presencia de un fantasma en el piso en el que vive Pablo transforma de alguna manera su vida, confrontando sus propios miedos e inseguridades, pero sobre todo ese subconsciente que refleja el desequilibrio emocional que le acompaña. Pablo habla de sus ex-novios, de sus ex-compañeros de piso, y en cierta manera comienza una nueva etapa en su vida en la que solo hay referencias al pasado, a lo que terminó pero aún permanece, como ese jersey que alguien ha dejado en su casa y que lleva casi todo el tiempo puesto. El fantasma representa ese apego a los recuerdos, esa imposibilidad de dar un paso al frente y afrontar la madurez. En este sentido hay algunos puntos de conexión con Las plantas (Roberto Doveris, 2015), que era una historia de iniciación sexual de una adolescente. La película tiene diálogos fluidos, conversaciones entre amigos que consiguen esa naturalidad tan difícil de lograr en el cine independiente, aunque a veces se atora en el desarrollo del personaje principal. Pero hay también una mirada irónica hacia la vida artística en Chile y hacia la propia sociedad. Durante una de estas conversaciones entre amigos, se menciona la espectrofilia, y Pablo se horroriza cuando lee esa anécdota real en la que la cantante Kesha afirmaba en una entrevista que su canción "Supernatural" estaba inspirada en un encuentro sexual con un fantasma. Esos momentos en los que los personajes de ficción miran con incredulidad a la propia realidad son los que mejor maneja la película. 

BIG SCREEN COMPETITION

Posiblemente el director más prolífico de estos últimos años de pandemia es Adilkhan Yerzhanov (1982, Kazajistán), que viene dirigiendo dos películas por año desde 2018. Solo en los últimos meses hemos podido ver Herd immunity (Adilkhan Yerzhanov, 2021), su película sobre la pandemia que fue incluida en la programación del Festival de Tallin, y de Ulbolsyn (Adilkhan Yerzhanov, 2020), que pudimos ver en el Asian Film Festival de Barcelona, pero también estrenó el año pasado Yellow cat (Adilkhan Yerzhanov, 2020), que fue seleccionada en la Mostra de Venecia. Son historias sencillas, dotadas de un sentido del humor que no oculta la crítica hacia la burocracia y la corrupción que impera en Kazajistán, y que son rodadas en la región de Karatas repitiendo varios de los actores habituales del director. Mientras está pendiente de estreno Ademoka's education (Adilkhan Yerzhanov, 2021), la primera entrega de 2022 se estrena en Rotterdam, y de nuevo reflexiona sobre los habitantes de Kazajistán a través del drama y el humor. Assault (Adilkhan Yerzhanov, 2022) comienza en una escuela de Karatas donde las clases son interrumpidas por la irrupción de un grupo de personas enmascarados que toman el colegio. Pero, mientras los adultos consiguen huir, los alumnos de una de las clases permanecen en el interior, retenidos por los asaltantes. El ataque remite a trágicas masacres como las que tuvieron lugar en Beslán, en la República rusa de Osetia, en septiembre de 2004, donde 1.000 personas fueron secuestradas y 330 murieron, entre ellas numerosos niños, o al tiroteo que protagonizó un joven de 19 años en un instituto de la ciudad rusa de Kazán, donde provocando nueve víctimas mortales y una veintena de heridos, en mayo de 2021. Cada uno de estos ataques fueron aprovechados por el gobierno ruso para endurecer las leyes sobre terrorismo y tenencia de armas, lo que supone de facto un mayor control sobre las regiones más apartadas del Kremlin. 


Pero el asalto al que hace referencia el título no solo se refiere a la irrupción de este grupo armado, sino sobre todo al que deciden preparar un grupo de profesores y trabajadores de la escuela, al ver que la policía no garantiza el envío de una fuerza especial hasta al menos cuarenta y ocho horas más tarde. El profesor de matemáticas Tazshi (Azamat Nigmanov) decide liderar este asalto para intentar rescatar a los alumnos, en parte por un sentimiento de culpabilidad al ser el responsable de que los jóvenes se quedaran encerrados en la clase. Este grupo de rescate, que nunca ha luchado anteriormente ("yo solo he peleado con mi mujer", dice uno de ellos) intenta elaborar un plan que les permita introducirse en la escuela de incógnito. Pero sus diferentes personalidades en realidad esconden frustraciones y miedos a los que tienen que enfrentarse antes de liberar a los niños. 

Como ocurre con el propio título, la película no tiene como sujeto principal a los terroristas, que permanecen anónimos bajos sus máscaras, de los que no se ofrece ningún tipo de información sobre sus pretensiones u objetivos. Uno de los personajes los define diciendo que "quizás ni siquiera son humanos", y cuando unos lobos hacen su aparición, esa clase de lobos que son más peligrosos en enero, cuando les es más difícil sobrevivir, se establece un cierto paralelismo con los terroristas. El principal interés de la historia se concentra en el grupo de rescatadores, hombres la mayor parte de ellos, pero con una importante intervención de la ex-mujer de Tazshi (Aleksandra Revenko). Como es habitual en el cine de Adilkhan Yerzhanov, hay una depurada planificación que muestra el paisaje nevado de Karatas como un escenario abierto, en contraste con el interior de la escuela, que es un espacio oscuro y peligroso, y el humor está presente a través del retrato de unos personajes bufonescos. La película juega a la mezcla de géneros, es una especie de thriller con momentos de comedia que se equilibran con acierto, aunque con menos efectividad que en Yellow cat (Adilkhan Yerzhanov, 2020). Pero el director kazajo mantiene su interés por referirse a temas complejos y serios, como la violencia o la corrupción, pero con una apariencia de textura irrelevante, utilizando el humor para lanzar importantes reflexiones en torno a lo particular (su propio país) y lo general (la perversidad del ser humano). 

HARBOUR

Chui Mui Tan (1978, Malasia) regresa al cine diez años después de su último largometraje, Berkelana. Year without a summer (Chui Mui Tan, 2010), que estuvo presente en la sección oficial del Festival de Las Palmas. Tras esta película ha dirigido algunos segmentos de largometrajes colectivos y se ha dedicado a su carrera como actriz en películas como Sometime, sometime (Jackie Yeap, 2020), pero con Barbarian invasion (Chui Mui Tan, 2022) aborda de nuevo un proyecto personal que ella misma escribe, dirige y protagoniza. Se trata de un ejercicio de metacine en el que ella es Lee Yoon Moon, una actriz que se retiró del cine pero a la que se le presenta también la oportunidad de regresar, protagonizando una película de venganza que el director Roger Woo (Peter Teo) describe como una "versión asiática de El caso Bourne (Doug Liman, 2002)" en la que ella debe recibir entrenamiento en artes marciales con el Maestro Loh (James Lee). Sin embargo, la falta de financiación obliga al director a ceder ante la presión de los productores de contar con una estrella masculina en activo, y el mejor candidato es precisamente Adnan (Bront Palarae), el ex-marido de Yoon Moon, cuyo traumático divorcio fue una de las razones por las que Yoon Moon abandonó su carrera como actriz. La cuestión es si ella puede ser capaz de trabajar con el padre de su hijo, al que desprecia profundamente desde que él renunció a ejercer como tal. 


Barbarian invasion aborda una mezcla de géneros que en un momento dado sustituye la historia real del rodaje por la trama ficticia de la película que ruedan los protagonistas, adoptando las formas de una típica historia de acción y artes marciales. Pero, a pesar de esta apariencia de metacine de acción y drama familiar, se trata de una representación llena de humor e ironía del proceso de recuperación física y mental de una madre, que también está presente en el propio título, porque esa invasión a la que se refiere es la del hijo, la del ser que ha transformado y ha revertido la vida personal de la protagonista, convirtiendo al padre en un monstruo que ha decidido no sacrificar su vida profesional por un hijo, mientras Yoon Moon debe renunciar a todo. Hay una especie de renacimiento de la protagonista, que surge del mar, del agua como elemento de transformación, pero también el entrenamiento físico se convierte en una búsqueda personal, que un monje acaba describiendo con sabiduría cuando le dice que "la mente es la prisión de tu cuerpo". 

Pero al mismo tiempo se trata de una película disfrutable por sus constantes referencias cinematográficas, por su condición de homenaje al cine, con la participación de grandes estrellas como el cantante Peter Teo o el director independiente malasio James Lee, que se encargó del entrenamiento y la coreografía de las escenas de artes marciales dentro y fuera de la película. Pero también hay guiños a El club de la lucha (David Fincher, 1999), la protagonista lleva el nombre de una famosa actriz del cine de acción de Hong Kong, uno de los personajes tiene puesta una camiseta que hace referencia a la novela de Philip K. Dick ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? (1968) en la que se basó Blade runner (Ridley Scott, 1982) y hasta la protagonista debe elegir entre una píldora azul y una píldora roja, como en The Matrix (Lana Wachowski, Lilly Wachowski, 1999). Se trata por tanto de una visión en torno a la maternidad, pero construida sobre un divertido homenaje al cine. 


Quién lo impide se estrena el 8 de febrero en Movistar+.
The electrical life of Louis Wain se estrena en cines el 29 de abril. 

Salvaje, Luxor, Las plantas y El príncipe se pueden ver en Filmin. 
Yellow cat se puede ver en MUBI.
El caso Bourne se puede ver en Netflix y Prime Video. 
El club de la lucha se puede ver en HBO Max, Netflix y Prime Video.
Matrix se puede ver en HBO Max. 



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