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30 abril, 2021
Hot Docs 2021 - Parte 1: Recordando a los héroes
29 abril, 2021
CPH:DOX 2021 - Parte 5: Las secuelas de la revolución
DOX:AWARD
Hace diez años comenzó una revolución ciudadana en Siria, al calor de la Primavera Árabe, que sin embargo dio un giro mucho más terrible, convirtiéndose en una guerra civil que fue utilizada por la comunidad internacional para mantener sus posiciones de poder en la zona frente a una insostenible pasividad por parte de las Naciones Unidas. Las manifestaciones fueron recogidas por ciudadanos locales que se convirtieron en periodistas ocasionales, recogiendo imágenes que finalmente se han convertido en reflejo de una realidad cruel. En el documental Our memory belongs to us (Rami Farah, Signe Byrge Sørensen, 2021) el director Rami Farah reúne a tres de estos activistas que viven actualmente en el exilio para recordar su participación en estas manifestaciones en torno a las imágenes que ellos mismos grabaron en 2011. La excusa es un disco duro que uno de ellos sacó clandestinamente de la ciudad de Daraa en septiembre de 2012, y que contenía numerosos videos que muestran, desde dentro, el comienzo de unas protestas cuyas consecuencias marcarían la vida de los sirios.
La propuesta es tan sencilla como efectiva: los tres reporteros y amigos, junto al director, se reúnen en una sala de cine en París mientras se proyectan en una pantalla algunas de las imágenes que grabaron ellos o personas cercanas. Yadan Draji fue uno de los líderes de las manifestaciones en la ciudad de Daraa y quien cruzó la frontera con Jordania con ese disco duro escondido, pidiendo asilo posteriormente en Holanda; Odai Al-Talab fue atleta hasta que se involucró activamente en los comités de protesta, y en la actualidad reside en Birmingham; Rani Al Masalma estudiaba Derecho cuando comenzó la revolución y tuvo una participación importante en la recopilación de material de video, y ahora vive en Hamburgo. El propio director, Rami Farah, es un exiliado en Francia, y a través de la revisión de este material de video ha conseguido crear una especie de cartografía de la memoria de Daraa, una ciudad que nunca ha conocido.
La película encuentra en su sencillez la forma adecuada para conmovernos a través de las anécdotas que cuentan los protagonistas. Como la imagen terrible de un edificio que todos conocían en la ciudad porque era desde el que los francotiradores disparaban a las personas que pasaban por la calle, teniendo como objetivo principal a los jóvenes. Al final, Memory belongs to us es un clamor a la representación de la memoria como forma de contextualizar un conflicto que ha sido múltiples veces manipulado. El disco duro que consiguió sacar de Siria Yadan Draji contenía 12.756 videos, que ahora están siendo catalogados para que formen parte de un proyecto de investigación que lleva a cabo el Centro para la Investigación Cultural y de Medios de Comunicación que recogerá testimonios y grabaciones de ciudadanos sirios para la Universidad de Birmingham.
Una de las películas incluidas en la Sección Change Makers es Zinder (Aicha Macky, 2021), que ya comentamos en nuestras crónicas de Visions du Réel, sobre una de las zonas más violentas de Níger, controlada por bandas callejeras. El productor de este documental presenta a competición su propia película, The last shelter (Ousmane Samassekou, 2021), que también está incluida en la Sección World Showcase de Hot Docs. La película ofrece una mirada íntima a la Casa del Migrante de Cáritas en la ciudad de Gao (Mali) que es, como indica el título, un refugio para aquellos que están en plena trayectoria hacia un futuro que pretenden sea mejor. No hay un intento de hacer una descripción del funcionamiento de este hogar, ni de sus orígenes, sino que el interés del director se encuentra principalmente en introducir su cámara silenciosamente en el interior de este refugio y desplegar algunas de las historias que se dan cita allí, protagonizadas por jóvenes en su paso hacia otros países.
Rodado con gran sensibilidad, el documental consigue momentos de gran intimidad con los protagonistas, se encuentra con las vidas cotidianas de quienes esperan una oportunidad para reiniciar su viaje, pero se detiene especialmente en la historia de Esther, una joven recién llegada que no quiere dar ningún dato sobre su familia porque está convencida de no regresar jamás a Burkina Faso. Al principio, no sabemos muchos detalles de su historia, pero solo la expresión de su rostro muestra un pasado difícil. Su aspiración es viajar a Argelia, el único lugar donde cree que se sentirá libre. La insistencia del coordinador de la Casa de Cáritas para que ella proporcione algún dato de contacto con su familia tiene como objeto informarles que se encuentra bien. Una situación de desconocimiento que el propio director afrontó personalmente cuando un tío suyo partió con destino a Alemania y nunca supieron nada más de él.
Esther es la principal protagonista del documental, cuyo hermetismo emocional se va rompiendo conforme se desarrolla su estancia en la Casa del Migrante. Entre las secuencias de esa cámara invisible que se introduce en el refugio, entre reuniones en las que los coordinadores de Cáritas tratan de convencer a los emigrantes de que el exilio no es ninguna solución, o al menos de que sean conscientes de los peligros y las dificultades que también van a encontrar en Europa, el director muestra imágenes de ese desierto que es necesario cruzar para alcanzar su sueño. Un desierto árido, peligroso, desafiante.
F:ACT AWARD
Otra de las películas que también están presentes en Hot Docs, dentro de su sección Systems Down, es Room without a view (Roser Corella, 2021), que la directora nacida en Barcelona pero afincada en Berlín, donde tiene su propia productora, ha enfocado en el denominado sistema kafala instaurado en Líbano, por el que los empleados, principalmente de la construcción y del servicio doméstico, deben disponer de un patrocinador (su empleador) que es quien está a cargo de su visa y su estado legal. Este sistema es, en la práctica, una forma de explotación que aprovechan agencias de empleo para sostener un sistema de esclavitud, especialmente con trabajadoras emigrantes de Kenia, Etiopía, Bangladesh, Nigeria o Ghana. Los empleadores incluso son aconsejados por las agencias para que escondan el pasaporte de las jóvenes que tienen a su cargo, que habitualmente viven en las casas con derecho, teóricamente, a días de descanso que en la práctica no se cumplen.
Roser Corella ha conseguido, a través del trabajo de una ONG con algunas de estas empleadas, un acceso privilegiado a ellas, aunque enfrentándose a los temores por las represalias y las deportaciones. El título Room without a view hace referencia a las diminutas habitaciones en las que viven las empleadas del servicio doméstico, que están previstas incluso desde los planos arquitectónicos de los edificios en construcción, lo que muestra la institucionalización de esta forma de explotación en Líbano y en otros países de Oriente Medio. La mirada de la directora se distancia para mostrar una realidad que en sí misma es impactante, y consigue la implicación de algunas de las familias que emplean a estas trabajadoras domésticas, transmitiendo su punto de vista particular, su aceptación de un sistema tan normalizado que resulta sorprendente.
Pero quizás lo más interesante es la descripción de los engaños a los que las jóvenes emigrantes son sometidas por parte de las agencias de trabajo, a veces dándoles una información falsa sobre el tipo de trabajo que va a realizar y las condiciones. El sistema kafala se revela así como una especie de tráfico humano que está amparado por las propias instituciones.
NEXT:WAVE
La directora Amandine Gay, nacida en Francia pero actualmente afincada en Montreal, fue clasificada como "X" cuando nació, ya que su madre se acogió al denominado "parto secreto", una norma legal considerada como una ficción jurídica (un derecho que no existe legalmente pero que se institucionaliza como verdadero), según la cual la madre biológica puede optar por permanecer en el anonimato tras el parto, rompiendo así toda relación con el bebé, que no puede ser recuperada. Esta realidad de la adopción, a veces envuelta en un secretismo que pretende teóricamente beneficiar tanto a la madre biológica como a los padres adoptivos, es el tema central de su último documental, Une histoire à soi (Amandine Gay, 2021).
A través de entrevistas con cinco jóvenes adoptados en Francia que tienen su origen en países como Brasil, Sri Lanka, Ruanda, Australia y Corea del Sur, la directora ofrece una visión compleja de la adopción desde el punto de vista de los hijos. A lo largo del documental solo escuchamos las voces de los entrevistados y las entrevistadas, mientras narran su experiencia y especialmente el momento en el que tomaron conciencia de que tenían otros padres. Las historias están contadas solamente a través de material fotográfico personal o videos caseros, de forma que la imagen actual de los protagonistas se va desvelando conforme se van desarrollando sus relatos.
Aunque los puntos de vista son diferentes, pasando de quien quiso establecer un contacto directo con su madre biológica hasta quien investigó sobre sus orígenes pero cuando se le planteó la posibilidad de conocer a su padre biológico, decidió no hacerlo. O quien considera que la adopción es en realidad una especie de deportación forzada, de ruptura con la propia identidad que solo intenta satisfacer a la familia que adopta. Pero hay una sensación común de que el secretismo con el que se producen las adopciones no es especialmente positivo para los niños adoptados. Una de las familias, por ejemplo, mantenía guardada toda la documentación sobre la adopción hasta que su hijo mostrara interés por ello, pero esta actitud se siente más como una forma de ocultación, una manera de arrebatar el pasado para que no colisione con el presente. La directora de Ouvrir la voix (Amandine Gay, 2017), que logró el Premio Critic's Choice en el Festival de Montreal, consigue con su nuevo documental desarrollar una interesante propuesta de reflexión sobre el tema de la adopción y la posición de inferioridad que ocupan los/as adoptados/as.
CHANGE MAKERS
Presentada en el pasado Festival de Documentales Amsterdam IDFA 2020, She had a dream (Raja Amari, 2020) adopta la famosa frase pronunciada por Martin Luther King para ofrecer un retrato personal de Ghofrane Binous, una joven activista de 25 años que, por su condición de persona negra, ha sufrido la discriminación en Túnez, y decide tomar partido iniciando una carrera política. Ella vive en un barrio de clase trabajadora donde todos los vecinos se conocen y presume de conocer las necesidades de los ciudadanos tunecinos de las clases más desfavorecidas, pero también reivindica la necesidad de dar un paso adelante en contra del racismo al que son sometidos algunos sectores de la población.
A través de su trabajo para un partido político nuevo en las elecciones de 2019, la experiencia de Ghofrane Binous pone a prueba la capacidad de la sociedad tunecina para dejar a un lado el sistema bipartidista habitual y abrirse a propuestas diferentes. La cámara de la directora, más conocida por sus películas de ficción como Satin rouge (2002) o Corps étranger (2016), adopta el punto de vista de una mujer que lucha contra el racismo en Túnez que, curiosamente, tiene algunas de las leyes más progresistas en cuanto a la paridad de sexos, y posiblemente sea el país que más se benefició de las revoluciones de las Primaveras Árabes hacia una mayor democratización. Pero al mismo tiempo que parece vivir en los últimos años una cierta regresión ideológica, motivada por la incapacidad de los sucesivos gobiernos de mejorar la economía del país.
El sueño de Ghofrane Binous es difícil de conseguir porque ella misma se enfrenta a una cierta actitud sexista en el propio partido en el que milita, en el que ocupa un cuarto puesto como candidata al Parlamento que, sin embargo, parece más una concesión de marketing, de cara a la galería, que una confianza real en sus capacidades políticas. En este sentido, She had a dream pone de manifiesto la hipocresía de este sistema paritario en el que, como comenta la directora, "hemos interiorizado actitudes coloniales donde el ideal es el hombre blanco".
Corps étranger se puede ver en Filmin.
28 abril, 2021
CPH:DOX 2021 - Parte 4: Supervivientes
DOX:AWARD
El director Renato Borrayo Serrano nacido en Guatemala pero residente en Rusia desde 2012, se enfrenta a su primer largometraje con Life of Ivanna (Renato Borrayo Serrano, 2021), que se presentará también en la Sección World Showcase de Hot Docs 2021 a finales de esta semana. Su mediometraje Film for Carlos (2017) recibió la Mención Especial en el Festival Dok Leipzig y de nuevo se acerca a un retrato personal, en esta ocasión en torno a una mujer que habita en la tundra del Norte de Rusia con sus cinco hijos pequeños: "Nunca me imaginé que acabaría criando a cinco hijos", dice Ivanna como reflejo de una vida que de alguna manera ha resultado frustrante. A pesar de ser una mujer fuerte y carismática, tomó la decisión de seguir a su marido hacia los paisajes nevados, solitarios e indomables del frío Ártico. A lo largo de cuatro años el director ha seguido a Ivanna en sus vaivenes entre la ciudad y la tundra con una cámara cercana, que se detiene en el rostro del personaje, un rostro que refleja la frustración y el cansancio. El documental representa en ese entorno difícil e indómito la propia figura de la protagonista.
Renato Borrayo no hace entrevistas, pero permite que sus protagonistas delaten su presencia, que miren a la cámara, como si miraran directamente a los espectadores. A lo largo de esos cuatro años el marido de Ivanna ha decidido regresar a la ciudad, un lugar en el que ella no quiere estar, para trabajar en la industria del gas. Su tendencia al alcoholismo le hace cada vez más violento, y asistimos a una secuencia terrible en la que el director apoya su cámara, haciéndonos percibir quizás una duda sobre si intervenir o no. Pero Ivanna controla la situación: "No voy a permitir que me pongas la mano encima". Es la intimidad del maltrato. Life of Ivanna es una especie de réquiem melancólico por una vida que ha seguido el camino equivocado, pero también por el pundonor de la supervivencia. Ese paisaje gélido de la tundra se convierte, al final, en el único refugio.
El documental es un proceso que está vivo y que, como ya hemos comentado en otras ocasiones, a veces puede comenzar siendo una cosa para terminar convirtiéndose en otra distinta. Es lo que le ha ocurrido a Skál (Cecilie Debell, Maria Tórgarđ, 2021), que estaba originalmente concebido como el retrato del joven artista Trygvi Danielsen, popular músico de hip hop en las Islas Feroe conocido como Silvurdrongur (Chico de plata). Pero cuando estaban grabando, conocieron a la novia del músico, Dania O. Tausen, que estaba experimentando un proceso interno complejo, enfrentada a dudas existenciales debido a que proviene de un entorno estrictamente religioso. Su relación con Trygvi Danielsen, no creyente, y su incursión cada vez mayor en el mundo de la música (ella también es una conocida cantante de las Islas Feroe) removieron sus propias creencias, de forma que acabó convirtiéndose en protagonista de la historia.
Con un estilo parecido al de Life of Ivanna, sin entrevistas pero con una cercanía de la cámara, presente en algunos momentos íntimos de conversaciones con su familia, con su mejor amiga y con su novio, Skál sin embargo transmite una cierta sensación de artificiosidad, de puesta en escena de algunas situaciones y diálogos que parecen más destinados a la cámara que a la propia realización personal de la protagonista. Da la sensación de que esta etapa de descreencia ya ha sido superada de alguna forma y hay una representación de la realidad para contextualizar. Lo más interesante del documental es que no pretende retratar a una comunidad opresora que no permite la libertad personal. Todo lo contrario, los padres de Dania aconsejan pero no prohíben, dejan que su hija encuentre su propio camino aun expresando sus reservas, y aunque su comunidad tenga una posición más hermética: "O crees en Jesús o crees en Satanás. No hay término medio. Puedo ver todo Tórshavn. Hay ángeles en todas partes, pero entre los ángeles buenos también están presentes los ángeles de Satanás".
NEXT:WAVE
Dedicada a las nuevas voces del panorama internacional, esta sección presenta All-in (Volkan Üce, 2021), que también compite en la Sección Oficial de Hot Docs 2021. La historia acompaña a dos jóvenes: Ismail, de 18 años, y Hakan, de 25 años, el menor de doce hermanos, que se incorporan a la plantilla de temporada veraniega de Nashira Resort, un hotel de "todo incluido" en la Riviera Turca. Ambos tienen aspiraciones diferentes: Hakan quiere viajar a Estados Unidos para ser director de cine, admira a Nietzsche y Schopenhauer, y ve el trabajo como una forma sencilla de ganar dinero para cumplir sus sueños. Ismail, sin embargo, quiere aprovechar la oportunidad para crecer profesional y personalmente, y se siente atraído por ese mundo de cierto lujo que contempla desde la barra de la cocina.
Este microcosmos en el que los turistas son agasajados con todo tipo de comodidades, funciona como una representación de la sociedad, entre los que reciben y los que están a su servicio, y se va construyendo como una tragicomedia que reflexiona sobre la pérdida de la inocencia y el desarrollo de un turismo que cambia su dinero por indiferencia. Hakan trata de acercarse a los turistas rusos mencionando a Dostoyevski, pero éstos no parecen estar demasiado interesados en establecer contacto con el personal. El punto de vista de los trabajadores permite al director Volkan Üce, nacido en Bélgica de padres turcos, reflexionar sobre esa burbuja en la que se convierte el hotel durante el verano, que también es una forma de escapar de un entorno rural, sin expectativas, en el que viven los protagonistas.
Al final de la temporada, el responsable de Recursos Humanos pregunta a cada uno de ellos si les ha servido para algo su trabajo en el Resort. Sus respuestas son diferentes, en consonancia con sus anhelos, entre la decepción y la emoción. Pero hay una transformación en ambos que es, al mismo tiempo positiva y negativa: "Siento que me he vuelto más egoísta". Esta confrontación con el materialismo es también una confrontación con ellos mismos.
NORDIC:DOX COMPETITION
Hace unos años resultó una sorpresa el documental Gunnar goes comfortable (Gunnar Hall Jensen, 2003), en el que el propio director noruego protagonizaba una historia de reencuentro espiritual a través de una viaje a la India, con referencias a Charles Bukowski. Su siguiente propuesta, que de alguna forma se planteaba como una continuación, fue Gunnar goes God (Gunnar Hall Jensen, 2010), que investigaba sobre su propia forma de enfrentarse al ateísmo, pero no consiguió una narración tan ajustada como la anterior. Su estilo, que está cercano a directores como Michael Moore o Werner Herzog, en el que el propio director cuestiona a los demás para cuestionarse a sí mismo, sigue la línea de una aproximación personal a través de una narración que va tomando diferentes caminos, atajos narrativos para llegar a una conclusión que no está predefinida.
En su última propuesta, Oh, it hertz! (Gunnar Hall Jensen, 2021), el director abandona la primera persona para contar la historia en tercera persona, ya no es el hilo conductor de la historia, sino que utiliza como alter ego a la compositora Laurie Amat para investigar en torno a una leyenda urbana en la que se afirma que en 1939 Joseph Goebbels ordenó cambiar la afinación de las orquestas desde los habituales 432 hz hasta los 440 hz, que son los que se utilizan en la actualidad. La teoría conspirativa dice que trataba con ello de acceder al subconsciente de los oyentes para hacerlo más susceptibles a la propaganda nazi. Este relato es el punto de partida de un recorrido un tanto bizarro por el mundo de los sonidos y de la música a través de personajes muy diversos, a veces incluso algo excéntricos. En realidad, aunque se da una explicación a la realidad o ficción de esta leyenda urbana, el documental no está expresamente dedicado a resolver el problema (ya resuelto desde hace años) sino que lo toma como excusa.
De forma que, en esa línea narrativa en la que la historia va siguiendo atajos conforme se encuentra con aspectos interesantes que van surgiendo, se convierte en una especie de descubrimiento constante en el que se exploran las posibilidades del sonido, bien sea como arma militar o bien como vehículo de sanación. Se nos propone una especie de road-movie que nos lleva por Estados Unidos, Escocia o Noruega en la que van incorporándose diversos expertos que han hecho del sonido su objeto de estudio. Hay un indudable talento en la puesta en escena, casi de ficción cinematográfica, especialmente en la presentación de cada uno de los personajes. Y aunque ciertamente no es un viaje especialmente revelador, sino más bien anecdótico, que ofrece pinceladas de un tema antes de enfocarse en otro, compone una visión general de las posibilidades de las ondas sonoras en un estado de ánimo particular o incluso en la transformación de la materia, y promueve temas de reflexión que invitan a profundizar más.
SOUND & VISION
Presentado en el Festival de Berlín 2021 y estrenado en HBO Max en marzo solo en Estados Unidos (en el resto del mundo su lanzamiento está previsto para el verano), el documental Tina (Daniel Lindsay, T.J. Martin, 2021) se define como una despedida de la cantante de la escena pública. De hecho, está producido por su marido Erwin Bach, y ofrece una mirada privilegiada a su mansión en Suiza, donde se fue a vivir renunciando a su ciudadanía norteamericana y uniéndose a una organización que facilita el suicidio asistido, antes de que su marido le donara un riñón, como confesaba en su libro "Tina Turner: My love story", que publicó en octubre de 2018, pocos meses después del suicidio de su hijo Craig. El documental comienza rescatando una entrevista en la que la artista se refería a su vida: "No ha sido una buena vida. Lo fue en algunos momentos, pero lo bueno no compensa a lo malo". De alguna forma, esta sensación de frustración sobrevuela toda la película, y también algunas de las intervenciones que, ya en la actualidad, realiza Tina Turner.
Los directores de Tina, ganadores del Oscar por Undefeated (2011), eliminan cualquier artificio y deciden contar su historia de forma cronológica, desde su trayectoria junto a Ike Turner, su separación y posterior renacer de la mano del manager Roger Davies con uno de los álbumes más sorprendentes de la historia musical, Private dancer (Capitol, 1984), un éxito abrumador publicado meses después de que el presidente de Capitol Records llamara a su oficina al productor John Carter y le dijera: "Carter, ¿tú eres el que ha contratado a esa vieja negra estúpida?", frase de la que años más tarde la discográfica se disculpó públicamente en un comunicado. Ahí estaban grandes iconos musicales como "Private dancer", escrita por Mark Knopfler inicialmente para Dire Straits; la curiosa versión de "Help!" de The Beatles; y por supuesto "What's love got to do with it?", escrita por Terry Britten, una de esas canciones que pasaron por muchas manos (Donna Summer, Cliff Richard, Bucks Fizz...) hasta llegar a ser finalmente el número 1 en el Billboard.
A lo largo del documental faltan algunas referencias a la trayectoria de Tina Turner, casi como si a partir de su renacimiento como cantante en solitario su historia ya estuviera contada. De forma que termina haciendo justamente aquello de lo que se acusa a los medios de comunicación: el constante recuerdo de la etapa con su marido y compañero musical Ike Turner, que ocultó años de maltrato y violaciones. Se habla de esta etapa constantemente como una época de la que Tina Turner se quiso olvidar, pero también es cierto que ella misma apoyó proyectos en los que se incidía en esta parte de su vida, como la película Tina (Brian Gibson, 1993) que protagonizó Angela Bassett, o este mismo documental, en el que se refiere a ésta como una experiencia que se convirtió en un trauma de por vida. Pero Tina es, sobre todo, una celebración de la supervivencia como mujer y como artista, contada en sus casi dos horas con buen ritmo, con una estructura en cinco actos clásica pero necesaria para esta historia, y con un profundo respeto por la cantante y sus fans, permitiendo disfrutar de algunas de sus más brillantes actuaciones.
27 abril, 2021
CPH:DOX 2021 - Parte 3: Entre géneros
DOX:AWARD
En su última propuesta audiovisual Passion (Maja Borg, 2021), la artista sueca explora los límites del BDSM investigando sobre la posibilidad de establecer una conexión entre el cristianismo y la práctica de la dominación o la sumisión. En su libro BDSM y el cristianismo. Una mirada a la subcultura del BDSM relacionada con ser cristiano (Frank Paul Corso, 2020) el autor encuentra una cierta espiritualidad en la práctica del bondage, y esta película que se mueve entre la experimentación y la representación documental, también intenta encontrar esa visión espiritual en la idea de la sumisión y, por extensión, del sometimiento. La pasión y el sufrimiento son dos caras de una subcultura que busca un cierto sentido, incluso diríamos que místico, a la práctica del BDSM.
La directora explora estas ideas desde la tradición religiosa de los países del Norte de Europa (hay una alusión al cine del danés Carl Theodor Dreyer o del sueco Ingmar Bergman en las imágenes que se presentan en blanco y negro), que de alguna manera se fusionan con la tradición cristiana del Sur de Europa, como en el Vía Crucis de los "picaos" de San Vicente de Sonsierra (La Rioja), que sigue la tradicional flagelación de sus cuerpos durante la Semana Santa, que se remonta al siglo XVI. Hay una representación de la religión que, paradójicamente, supone un esfuerzo mayor en su visibilidad: "Estás sometida a Dios y a tus creencias, y también te muestras a tí misma como un individuo vulnerable. Es más fácil salir del armario como lesbiana o como practicante de BDSM, que salir del armario como cristiana".
Rodada entre Suecia, Alemania y España, Passion contiene también elementos de reflexión sobre la otredad, que la directora ya ha abordado en otras de sus películas. Ese concepto filosófico del otro como ser diferente, implica la percepción de que no somos iguales, llevado a un cierto extremo por Aristóteles, que planteaba que algunos hombres habían nacido para ser esclavos mientras que otros habían nacido para ser amos. Pero se trata de una definición que en realidad está intrínsecamente ligada al BDSM, con la diferencia de que cada individuo tiene la libertad de elegir ser amo o esclavo. Hay una cierta dispersión en la exposición de las ideas a lo largo del documental, pero la exploración de los límites que se establecen en las relaciones BDSM tiene una interesante conexión filosófica y espiritual.
La directora de Gabi, between ages 8 and 13 (Engeli Broberg, 2021) comenzó a grabar a la protagonista cuando tenía ocho años para un cortometraje, pero se sintió atraída por su personalidad y por su aceptación a la hora de no sentirse definida dentro de la categoría de hombre o de mujer, un sentimiento inicial que ya estaba presente a tan temprana edad. De forma que decidió realizar un seguimiento, que en algunos aspectos nos recuerda a Boyhood (Richard Linklater, 2014), hasta que llegara a la pubertad, explorando de qué forma esta identidad no binaria se iba desarrollando. Así, el documental se construye como una especie de coming-of-age que se mueve con la naturalidad con la que la joven Gabi (ella misma se define con su pronombre) aborda esta aceptación de su propia identidad, a la que sin embargo no quiere poner una definición concreta.
Y ciertamente hay que estar agradecidos por permitirnos acompañar a Gabi en este viaje vital, sobre todo gracias a su madurez desde la niñez, a su capacidad para discernir quién es, sin obstáculos externos. Es una película centrada en la protagonista, y por eso quizás resulta algo frustrante no conocer la posición de los padres, que parecen respetar la libertad individual de Gabi, aunque en algún momento la madre la llama Gabriela. Poco a poco, los aspectos externos van definiendo a Gabi, cuando se corta el pelo o cuando decide su forma de vestir, y a pesar de que no parece encontrar tampoco un rechazo frontal, sí hay pequeños detalles en su entorno escolar que muestran cierta tolerancia impuesta (algunos compañeros de clase dicen que parece un chico, mientras vemos cierta incomodidad en Gabi cuando se hacen bromas sobre la homosexualidad).
Curiosamente, y ahí está uno de los grandes aciertos del documental, la evolución identitaria de Gabi no se hace más fácil para la protagonista conforme crece, sino todo lo contrario. Mientras mira con su padrastro un video en el que se habla de la menstruación, se siente confundida ("en clase ya lo ha tenido alguna compañera, y creo que yo podría ser la próxima víctima"), y el hecho de que sus amigos empiecen a establecer relaciones de pareja, que comiencen a hablar de temas que no parecen interesarle demasiado, se convierte en una especie de carga emocional adicional. Cerrando la película tal y como se inicia, Gabi, ya con trece años, escribe una carta dedicada su yo futuro, que entierra en el jardín: "Tengo un par de consejos para ti: No dejes de jugar al fútbol, por muy difícil que sea. Y deja de preocuparte de lo que otras personas piensan de ti. Espero que seas lo bastante valiente como para ser tú mismo, aunque seas diferente".
Otra de las representantes españolas en la programación del CPH:DOX es Un cielo tan turbio (Álvaro Fernández-Pulpeiro, 2021), segundo largometraje del director gallego, que en esta ocasión se acerca a la realidad social de Venezuela tomando como base la novela Nostromo (Joseph Conrad, 1904), que elaboraba una reflexión sobre la política en un país sudamericano imaginario, Costaguana, para hablar de las relaciones entre Estados Unidos y Latinoamérica. Este concepto de "país imaginario" está en cierto modo presente en las imágenes y la búsqueda de una percepción sensorial que nos acerque a la realidad venezolana pero sin diálogos ni discursos de tipo político, excepto los que se escuchan en las radios de los camiones.
El director utiliza una técnica parecida a su reconocido documental Nocturno: fantasmas de mar en puerto (Álvaro Fernández-Pulpeiro, 2017), grabando principalmente en la hora mágica, el amanecer y el atardecer, evitando la exposición del sol y logrando por tanto una textura visual que resulta casi onírica, junto a una utilización del sonido que cohesiona los diferentes segmentos. El tema central del documental está conectado con el petróleo, a través de imágenes de las refinerías que parecen monstruos esperando despertar. Esta riqueza que no llega a los venezolanos, representada en los camioneros que están siempre pendientes de los vaivenes del precio de la gasolina, se convierte en una visión lúcida, sin necesidad de ser discursiva, de un país que es rico y pobre al mismo tiempo. El director nos propone una experiencia sensorial que al mismo tiempo es reflexiva, un viaje a un infierno controlado.
VISION & SOUND
Esta sección incluye documentales que tienen a la música como tema central, desde estrenos de producciones más comerciales como Tina (Daniel Lindsay, T.J. Martin, 2021) presentada por HBO Max en el mes de marzo, o American Utopia (Spike Lee, 2020), sobre el concierto de David Byrne, hasta documentales menos conocidos como el español Un blues para Teherán (Javier Tolentino, 2020), que clausuró el Festival de Cine de Gijón.
Estrenado en el Festival SXSW 2020, American rapstar (Justin Staple, 2020) ofrece una visión más o menos general del fenómeno denominado stream rap, que surgió a raíz de la posibilidad que tenían los jóvenes músicos, especialmente del mundo del rap, de compartir sus creaciones a través de plataformas como Soundcloud, sin necesidad de discográficas intermediarias. Un fenómeno que se convirtió en un movimiento más allá de la moda para afianzar las tendencias musicales de una nueva generación de músicos y de seguidores. De ahí surgieron nombres como XXXTentation, Lil Peep o Bhad Bhabie, que aparecen en este documental, y por extensión se reflexiona también sobre la lentitud con la que la industria discográfica se adaptó a las posibilidades que ofrecía internet, demonizando a las webs de descarga que, sin embargo, ocupaban un espacio que las grandes multinacionales subestimaron hasta que vieron cómo las ganancias por ventas de CD's se precipitaban al vacío. Surgieron así plataformas como Spotify, seguida por la posterior incorporación de las discográficas oficiales que abordaron mal y tarde esta transformación radical en el consumo de música.
La distribución de música en streaming reportará, sin embargo, según Goldman Sachs, unos beneficios de 45 billones de dólares en 2030, frente a los 19 billones de 2018, lo cual muestra la consolidación del streaming frente a la opaca visión de las discográficas. Es un acercamiento interesante, que no resulta definitivo sobre el stream rap, pero que nos introduce algunos aspectos relevantes sobre una época que cambió la percepción de la música. Lamentablemente, la parte final del documental se detiene en una especie de necrológica de los raperos adolescentes muertos por violencia (XXXTentation) o por sobredosis (Lil Peep, Juice WRLD...), mencionando la proliferación de drogas, pero con reflexiones muy superficiales que parecen culpar a un mercado exigente. Pero cuando se escuchan las palabras coherentes de artistas como Bhad Bhabie, parece claro que se necesita una personalidad fuerte y lúcida para moverse en la industria musical.
HIGHLIGHTS
Premiada con el Oso de Plata por su Contribución Artística y el Premio al Mejor Montaje en el Festival de Berlín 2021, Una película de policías (Alonso Ruizpalacios, 2021) será sin duda una de las que llamará la atención este año. El director mexicano, que ya nos dio muestras espléndidas de su talento con Güeros (2014), un drama sobre la adolescencia, y con Museo (2018), basado en la historia real de un atraco, se supera a sí mismo para construir una película que está en todo momento reinventándose, construyendo y deconstruyendo los géneros para ofrecernos algo inclasificable, emocionante, inteligente e impactante. No es ficción ni documental, establece su propio género que está entre géneros cinematográficos, creando una película que es difícil definir pero a la que tampoco le hace falta. Porque consigue en este juego de prestidigitación, profundizar en temas complejos sobre el papel de las fuerzas de seguridad. Y se requiere verla sin demasiada información, porque hace falta dejarse atrapar por esta acumulación de inventiva que no hace trampas, sino que se mueve siempre en el terreno de la honestidad.
Básicamente, se trata de una historia protagonizada por dos policías, Teresa y Montoya, que nos introducen en la difícil problemática de ser policía en México, con lo que implica de riesgo pero también con la asombrosamente normalizada práctica del soborno. En realidad, a poco que se tenga algún acercamiento al cine mexicano de los últimos años, no es difícil predecir algunos de los giros narrativos, pero el director se las ingenia para sorprendernos cuando parecía que ya no podía sorprender más. El comienzo es una evidente reconstrucción de la realidad, rodada con una extraordinaria capacidad para el suspense, con un conocimiento profundo del arte cinematográfico, y desde ese momento somos conscientes de que no estamos ante un documental propiamente dicho. Se trata, además de una película eminentemente cinéfila, lo que se refleja en su magnífica selección de temas compuestos por Lalo Schifrin para películas como Los felinos (René Clément, 1964), series de televisión como El agente CIPOL (NBC, 1964-1968) o álbumes autónomos de jazz, lo que le da una textura musical que subraya su carácter heterogéneo. Una película de policías ha sido adquirida por Netflix para su distribución internacional, y se estrenará a finales de este año, seguramente con la mirada puesta en la temporada de premios.
26 abril, 2021
CPH:DOX 2021 - Parte 2: El desgobierno
DOX:AWARD
La presencia de producciones escandinavas es destacada en la principal Sección competitiva del festival. Entre ellas está posiblemente uno de los documentales de los que más se hablará este año en Suecia, Children of the enemy (Gorki Glaser-Müller, 2021), que se centra en una historia que tiene una gran carga emocional y tuvo una amplia cobertura mediática en la prensa sueca hace unos años. La emigración latinoamericana, y especialmente chilena, en países como Suecia o Noruega es notable, y ya existe una segunda generación de jóvenes escandinavos que han nacido de padres chilenos que llegaron en los años sesenta y setenta. Uno de estos emigrantes es Patricio Gálvez, el protagonista de esta historia, quien inició una odisea para intentar recuperar a sus nietos de un campo de refugiados sirio.
La tragedia de Patricio Gálvez comienza cuando su esposa y su hija, ya nacida en Suecia, deciden convertirse al Islam y, en el caso de esta última, radicalizarse aún más cuando se casa con un sueco que forma parte del ISIS. Amanda Gonzales y su marido, Michael Skråmo deciden tener una vida en Siria, luchando por el Estado Islámico, en 2014. Pero en 2019 ambos mueren en un combate, dejando huérfanos a sus siete hijos, entre 1 y 8 años de edad (tres de ellos nacidos en Siria). A partir de entonces, Patricio Gálvez inicia el intento de recuperación de sus nietos, que han sido trasladados al centro de detención de al-Hol en el Norte de Siria, que tiene una población de 70.000 personas, pero con poco acceso a alimentos y servicios mínimos.
El director de la película, Gorki Glaser-Müller también es chileno, pero se trasladó con su familia a Suecia cuando tenía trece años, por lo que su implicación con la historia es también emocional. La película sigue los pasos de Patricio Gálvez en su intento de conseguir que las autoridades reconozcan a los niños como suecos, y por tanto realice gestiones para recuperarlos y devolverlos a Suecia. Pero hasta que la historia no aparece en los medios de comunicación y se abre un debate público, la Embajada no parece tener interés en implicarse. Patricio Gálvez, en contra de las recomendaciones de la propia Embajada, decide viajar hasta el Norte de Iraq. Ciertamente, los diferentes puntos de giro de la historia son sorprendentes, y la presencia en todo momento de la cámara nos permite asistir en primera persona a esta odisea, e incluso reflexionar sobre si la desesperación de Patricio Gálvez, desoyendo algunos consejos, pudo poner en peligro las negociaciones entre Suecia y Siria para recuperar a sus nietos. Es una historia muy emocional que, sin embargo, el director trata de reforzar todavía más, especialmente con el uso de la banda sonora, que distorsiona las imágenes hasta el punto de "ficcionalizar" la realidad. Children of the enemy es un documental que acaba teniendo como principal enemigo a su propio director.
En el lado opuesto de la representación de la realidad está Lost boys (Joonas Neuvonen, Sadri Cetinkaya, 2020), que nos introduce en un auténtico infierno de drogas y sexo. Todo comenzó, paradójicamente, en la localidad de Rovaniemi, capital de Laponia y residencia "oficial" de Papá Noel, lo cual contrasta con la realidad de una juventud aburrida en un lugar en el que no hay nada que hacer, y que busca desesperadamente en las drogas una salida a la monotonía. Este fue el punto de inicio del documental Reindeerspotting: Escape from Santaland (Joonas Neuvonen, 2010), que hacía referencia a la película Trainspotting (Danny Boyle, 1996), y que acompañaba a Jani Raappana, un joven drogadicto de Rovaniemi en su viaje por varias ciudades de Europa, entre ellas Barcelona. El estreno de la película se produjo cuando Jani cumplía condena, y consiguió el Premio de la Crítica en el Festival de Locarno, pero fue acusada de ser una apología de las drogas. Y, a pesar de no poder distribuirse en circunstancias normales, se convirtió en el documental más visto en la historia de Finlandia.
Lost boys es una especie de secuela de aquel documental, y se centra en los meses posteriores al estreno de aquel. Después de salir de la cárcel, Jani decide viajar con sus amigos Antti y Joonas a Camboya como una forma de celebración, entregándose de nuevo a las drogas, lo que también ha sido documentado por el director. Pero la historia dio un giro sorprendente cuando Jani y Antti desaparecen (el director, Joonas Neuvonen, regresó a Laponia) y finalmente Jani es encontrado muerto, aparentemente por suicidio, aunque otras versiones apuntan a un ajuste de cuentas. De esta forma, Lost boys es al mismo tiempo una crónica de estas "vacaciones" de alcohol, drogas y sexo, pero también el relato de una investigación personal sobre el asesinato. La película ha vuelto a convertirse en un éxito tras su estreno en octubre en una plataforma online debido a las restricciones provocadas por el coronavirus.
Joonas Neuvonen consigue reforzar una atmósfera de pesadilla que evoca la novela de James Conrad El corazón de las tinieblas (1899), cuyo nombre vemos precisamente en uno de los locales en los que se desarrolla la primera parte de la historia. Hay una ambigüedad constante en estos dos documentales, que no está claro si se retro-alimentan de su propia tragedia (por ejemplo, son difusas las intenciones de Jonas Neuvonen por continuar la historia, entre la reivindicación de su amigo Jani o, simplemente, la explotación comercial de su muerte). Pero al mismo tiempo esto es lo más fascinante de esta película, la frágil línea que separa la representación realista de la crónica de sucesos. Al final, sin embargo, la aventura de estos jóvenes que pretenden liberarse de la monotonía a través de las drogas los convierte en víctimas, seducidos por prostitutas que usan las adicciones de los turistas para exprimirlos y por relaciones de amistad que en realidad son interesadas. Y, aunque no hay límites a la hora de mostrar sexo explícito o escenas de uso de drogas, el destino de los protagonistas no resulta muy alentador, con Jani posiblemente asesinado, Antti en un estado de paranoia y el propio director, Joonas, detenido por contrabando de drogas (lo cual retrasó la finalización de este documental). Pero la construcción de este cuento de pesadilla que hace referencia en su título a esos "Niños Perdidos" que no crecían en la obra teatral Peter Pan (J.M. Barrie, 1911) acaba siendo tan aterradora como fascinante.
F:ACT AWARD
Esta sección está dedicada a aquellos documentales que tienen una narrativa cercana al periodismo. Y precisamente la directora de Invisible (Marianna Kakaounaki, 2020) es una periodista griega que venido relatando desde hace años la situación de los miembros del Movimiento Gülen, una facción del Islam que sufrió persecución por parte del gobierno de Tayyip Erdoğan tras el supuesto golpe de estado que sufrió en 2016. Hay serias dudas sobre si se trató de un auto-golpe de estado que le permitió realizar una criba oficial de todos aquellos movimientos que estaban en su contra, especialmente aquellos impulsores de las investigaciones por corrupción que comenzaron en 2013, entre los que se encuentra el Movimiento Gülen, que apoyaba anteriormente al gobierno.
El documental, sin embargo, realiza un acercamiento más personal, evitando los análisis estrictamente políticos, a través de dos familias que tuvieron que huir de Turquía debido a las continuas detenciones de miembros del Movimiento, y que se han asentado en Grecia. Más de un millón de ciudadanos turcos han sido investigados por terrorismo, acusados de participar en el supuesto golpe de estado, y mostrando la deriva dictatorial de Erdoğan. Pero esta propuesta más humana se revela, sin embargo como insuficiente para un largometraje de una hora y media, que llega a hacerse repetitivo, y se estanca en una estructura muy básica en la que no parece saber extraer los elementos adecuados para profundizar. Por ejemplo, no hay una visión objetiva del Movimiento Gülen, ni siquiera cuando uno de los protagonistas es, precisamente, impulsor de una de las muchas Escuelas Gülen que han ido proliferando en Europa, especialmente en Alemania. La controversia en torno a estas escuelas, no como una forma de ayuda a sus miembros, como se presenta en este documental, sino como un vehículo para difundir sus creencias religiosas, ha suscitado mucha controversia. Pero no hay nada de ello en esta visión unidimensional.
CHANGE MAKERS
En esta sección se recogen documentales que tienen una fuerte carga política, con algunos títulos que ya comentamos en nuestras crónicas de Visions du Réel como Courage (Aliaksei Paluyan, 2021) o Zinder (Aicha Macky, 2021).
Dear future children (Franz Böhm, 2021) es la cara opuesta de Lost boys (Joonas Neuvonen, Sadri Cetinkaya, 2020), representando a una juventud implicada en los movimientos ciudadanos, que aparentemente han provocado cambios, aunque la situación en Hong-Kong o Chile, ciertamente, no demuestran que se haya producido una transformación profunda. Es la reflexión que nos despiertan estas tres historias que protagonizan otras tantas jóvenes activistas que participan en los movimientos ciudadanos producidos en los últimos años en Chile, Uganda y Hong-Kong. El propio director, de veintiún años, está comprometido con estas manifestaciones y con sus reivindicaciones, y deja que sus protagonistas hablen de aquello que las impulsa a salir a las calles, a enfrentarse a la policía y a arriesgarse incluso a perder la vida (una de ellas habla con los padres de Abel Acuña, un joven chileno que sufrió un paro cardíaco en una manifestación).
Franz Böhm construye un documental que tiene pretensión de ser ambicioso en su trabajo de montaje dinámico, pero profundiza poco, desequilibrado entre la personalidad de las tres protagonistas. La joven chilena, por ejemplo, habla en términos generales como la pobreza y la riqueza o la herencia de la dictadura, pero al final da la sensación de que esta visión general de los problemas difícilmente pueden lograr cambios relevantes. Es más interesante el segmento dedicado a Hong-Kong, que es una lucha de identidad, de rebelión por la traición de Occidente y de resistencia a formar parte de la maquinaria opresora de China. Sin embargo, la impresión general es que ni siquiera la elección de estos tres países resulta coherente, cada uno de ellos con sus propias problemáticas que tienen orígenes diferentes. La pretensión entonces parece querer demostrar que la juventud actual está comprometida con cambiar el mundo, pero ¿no lo estuvo ya en las manifestaciones de Francia en 1968 o en la Revolución de los Claveles de Portugal en 1974? ¿No lo ha estado siempre?
La película Alt det jeg er (All that I am) (Tone Grøttjord-Glenne, 2021) tiene un enfoque más personal, menos político. En este caso la protagonista es una joven que sufrió abusos sexuales por parte de su padrastro cuando tenía 12 años y vivió en una casa de acogida tras la denuncia. Ahora, a sus 18 años, regresa a su casa con su madre, pero esta vuelta no es un final, sino el comienzo de un período complicado en el que tiene que enfrentarse a la necesidad de reiniciar su vida como adulta, al recuerdo de los abusos que le supone vivir de nuevo en su casa y al temor a las represalias del abusador, que ya ha salido de prisión. El documental cuenta con una profunda mirada humana hacia esta joven, y está rodado con recursos que a veces tratan de captar las emociones de la protagonista, elaborando una narrativa visual que tiene cierta tonalidad poética. En este sentido, consigue ser un viaje introspectivo cuando la historia lo necesita, pero también amplía su mirada hacia el entorno de la joven.
Especialmente hiriente es la actitud de las instituciones noruegas, especialmente la NAV, la Administración de Trabajo y Bienestar, que parece no tener paciencia para "normalizar" la vida de Emilie, presionando para que encuentre trabajo y tenga una cierta independencia afectiva de su madre. En este sentido, All that I am es una contundente réplica a los servicios sociales promovidos por la administración pública que, a pesar de su plantilla de psicólogos, consejeros y asesores laborales no parece entender el complejo proceso psicológico que está viviendo la joven. En una escena en la que durante una reunión de asesoramiento la joven se derrumba, nos surgen las dudas de si las funcionarias de la NAV están para ayudar o para quitarse un problema de encima. Esta incapacidad para acompañar el proceso de adaptación de la protagonista surge así como el gran motor de una película profundamente emocionante. El estreno del documental se vio afectado por el cierre de las salas de cine en Noruega, por lo que está teniendo una segunda vida a través de festivales de cine como el Bergen International Film Festival o CPH:DOX.