20 abril, 2021

Visions du Réel 2021 - Parte 4: Ocupados y olvidados

Nuestra cuarta mirada a la programación del 52 Festival Visions du Réel se detiene en películas que se detienen en el pasado para entender el presente, pero también que hablan del futuro, alternando géneros cinematográficos que convierten el propio documental en una mezcla de propuestas que van desde el drama hasta la ciencia-ficción.   

COMPETICIÓN LARGOMETRAJES

El veterano director israelí Avi Mograbi ha descrito en varias de sus películas la ocupación de los territorios palestinos por parte de Israel, en especial desde el punto de vista de los soldados israelíes. Fue el caso de Z32 (Avi Mograbi, 2008), que recibió el Premio a la Mejor Película de No-Ficción en el Festival de Cine de Gijón. En la última edición del Festival de Berlín 2021 estrenó The first 54 years: An abbreviated Manual for Military Occupation (Avi Mograbi, 2021), que está concebido como una especie de libro de instrucciones para la ocupación de unos territorios ya habitados. Él mismo adopta la posición de narrador-profesor, interpretando un personaje de cierta actitud maquiavélica que describe con ironía cómo la ocupación israelí ha sido una acción perfectamente planificada para mantenerse en el tiempo. Como ya hiciera en otras de sus películas, la base principal son las entrevistas a soldados israelíes, recogidas en una serie de grabaciones realizadas para Breaking the Silence, una organización fundada hace algunos años por ex-soldados de la FDI que quieren ser partícipes activos de la narración de los hechos. "En Israel la organización Breaking the Silence está considerada como un grupo de radicales que inventan historias", comenta Avi Mograbi. 

El documental se estructura en tres relatos principales: la guía del narrador, las imágenes de archivo y las entrevistas a los soldados, en las que encontramos afirmaciones que a veces justifican las acciones de acoso a los palestinos bajo el cumplimiento de las órdenes recibidas. Esta concepción como manual de instrucciones o lección histórica no es la más dinámica para un documental, pero ofrece un contexto del desarrollo de este conflicto que resulta claro y sirve para enmarcar la propuesta. Y plantea, efectivamente, que se trata de "los primeros 54 años", como una declaración de la continuidad en el tiempo de una situación que parece planificada para su mantenimiento, no para su solución. 

El material de archivo de la película proviene de numerosas grabaciones que había recopilado el director Ra'anan Alexandrowicz para su película The law in these parts (2011), ganadora del Gran Premio en Sundance 2012, que no fueron utilizadas para ese documental. Esta imágenes se mezclan con otras acciones grabadas por los propios soldados israelíes, y que ofrecen una visión desprovista de emociones: "Era importante reflejar la atmósfera en la que se mueven los soldados cuando participan en estas acciones. Cuando se llega al punto de que una guerra real, sangrienta y mortal es representada como una especie de videojuego, eso resulta enfermizo", comenta el director. The first 54 years: An abbreviated Manual for Military Occupation (Avi Mograbi, 2021) es una visión lúcida, con cierto toque de ironía, hacia la ocupación de los territorios palestinos, una mirada al mantenimiento de una política de dominación que va más allá de la propia imposición política y militar. 

Seleccionada también para la Sección Change Makers del CPH:DOX que comienza esta semana, Zinder (Aïcha Macky, 2021) es un acercamiento de la directora al lugar en el que se crió, Kara-Kara, uno de los barrios más violentos y empobrecidos de Zinder, la segunda ciudad más grande de Níger. El lugar está dominado principalmente por bandas callejeras formadas por jóvenes musculosos que no tienen trabajo y mantienen su dominio en las diferentes zonas a través de la violencia, el documental muestra el lado más humano de sus protagonistas, de una manera que nos recuerda a la visión de la delincuencia juvenil de Los olvidados (Luis Buñuel, 1950). Y resulta sorprendente este acercamiento provenga de una mujer, que nació en ese mismo barrio, pero que ha tenido la oportunidad de estudiar y convertirse en cineasta. 

Aïcha Macky construye una narrativa que sigue a los dos personajes principales, Bawo y Ramsess, pero al mismo tiempo extiende su mirada a diferentes aspectos de la vida en el barrio, como la prostitución o el contrabando de gasolina (en un país con numerosos recursos naturales de los que no se beneficia la población). En cierto sentido, se puede considerar Zinder como una continuación de su anterior documental, The fruitless tree (Aïcha Macky, 2017), que trataba el tema de la infertilidad en Níger a través de la historia de mujeres estigmatizadas porque la negativa de los hombres a realizarse pruebas de fertilidad las convierte a ellas en culpables. Era por tanto una visión más cercana al universo femenino, pero desde la dominación del hombre. Esta masculinización de la sociedad de Níger es mostrada aquí de forma directa, a través de personajes que muestran sus cicatrices como trofeos, y a través de mujeres que han sido violadas o prostituidas.  

BURNING LIGHTS

En Le ventre de la montagne (Stephen Loye, 2020) el director francés aborda la tragedia del vuelo de Germanwings entre Barcelona y Düsseldorf que fue estrellado por el copiloto Andreas Lubitz en marzo de 2015, falleciendo él y otras 149 personas entre pasajeros y miembros de la tripulación. El propio Stephen Loye vive cerca de las montañas en las que se estrelló el avión, pero no recuerda haber escuchado nada: "El avión desapareció sin hacer ruido".  Junto a la investigación del antropólogo acústico Patrick Romieu, el director rastrea las huellas de esa tragedia a través de material de archivo, algunas entrevistas a habitantes de la zona, y reflexiones en torno a la temporalidad y cómo los acontecimientos van despejándose lentamente de nuestra memoria. Le ventre de la montagne es más un trabajo de reflexión que un proceso de investigación, porque no trata de encontrar respuestas, pero sí expone las incongruencias de la versión oficial y la falta de asunción de responsabilidad por parte de la compañía. Pero el resultado acaba siendo difuso, no tiene un objetivo demasiado claro o al menos no lo expone con precisión, a pesar de que plantea algunas ideas interesantes, pero demasiado dispersas. 

Way beyond (Pauline Julier, 2021), se acerca al proceso de construcción del colisionador de hadrones, el Future Circular Collider, que permitirá a los físicos probar las predicciones de las diferentes teorías de la física de partículas, incluida la medición de las propiedades del bosón de Higgs, creando mini bangs que de alguna manera hará recreará la creación del universo, y tratará de responder a preguntas como: ¿qué es la materia oscura? o ¿de qué está hecho el universo?. El documental muestra imágenes de reuniones que tuvieron lugar para crear un estudio desarrollado desde 2014 y publicado en 2019 que reunió a más de 150 institutos académicos y socios industriales para establecer una hoja de ruta sobre las necesidades económicas y de infraestructura para desarrollar un colisionador más grande. 


Precisamente en torno a un proyecto que pretende encontrar respuestas se plantean cuestiones interesantes sobre una obra mastodóntica que se compara con la construcción de las pirámides de Egipto. Solo el coste de los cables necesarios es de 10 mil millones de euros, mientras que se precisará la construcción de camiones de mayor envergadura de los que existen actualmente para poder transportar parte de los materiales, pero puesto que las carreteras serían demasiado estrechas para estos camiones, también sería necesario construir nuevas carreteras. La problemática que puede surgir en la preparación de esta obra que casi resulta de ciencia-ficción implica anticipar inconvenientes económicos, geológicos, psicológicos, de seguridad... Hay mucha información en el documental (quizás demasiada), pero está expuesta con una estructura narrativa que permite seguirla sin dificultad. Y plantea reflexiones sobre el presente, el futuro y el pasado.  

LATITUDES

En el pasado Festival de Documentales de Amsterdam. IDFA 2020 se presentó el documental Guerra e pace (Massimo D'Anolfi, Martine Parenti, 2020), que también se vio en la Sección Orizzonti de la Mostra de Venecia 2020. La película propone una reflexión en torno a la representación de la guerra a lo largo de los años, comenzando con las imágenes de archivo que se conservan en el Instituto Luce sobre la Guerra de Libia en 1911, un conflicto ítalo-turco que no es la primera representación de imagen en movimiento de la guerra, pero sí es la primera utilización de las imágenes con un punto de vista cinematográfico. Es una interesante reflexión que comentamos más ampliamente en nuestra crónica del IDFA. 

También comentamos en nuestras crónicas del Festival de Gotemburgo 2020 el documental Molecole (Andrea Segre, 2020), asimismo presentado en la Mostra de Venecia 2020, que comenzó como un proyecto que pretendía mostrar los dos grandes peligros que afrontaba la ciudad de Venecia: la masificación del turismo y el aumento de las mareas que provocaron inundaciones como la que tuvo lugar en 2o19. Pero al final se encontró con todo lo contrario: una Venecia vacía debido al confinamiento y una marea inusualmente baja. De esta forma, el proyecto se modificó radicalmente y se convirtió en un retrato de una Venecia desconocida del presente que al mismo conecta con el pasado de un padre ausente.

Coalesce (Les affluentes) (Jessé Miceli, 2020) fue seleccionado para la sección Acid del Festival de Cannes 2020, y expone una historia protagonizada por tres jóvenes que viven en la ciudad de Phnom Penh, en Camboya, y que buscan un futuro mejor: Phearum es un taxista que ha asumido una deuda que posiblemente nunca llegará a pagar, para poder comprar un taxi y tratar de sobrevivir con un trabajo fuera de los círculos de la delincuencia; Thy trabaja en un club nocturno gay ofreciendo sus servicios no solo como camarero sino también como acompañante de turistas; y Songsa es un adolescente que se traslada a la ciudad para ayudar en la venta de ropa en la calle, un negocio que está controlado por el crimen organizado. Se trata de una película de ficción, aunque con un rotundo aire documental que le dan sus jóvenes protagonistas, actores no profesionales, que plantea la paradoja de una capital que ha crecido en los últimos años de una forma notable, gracias a la construcción y el turismo, pero que esconde las huellas del colonialismo y de la corrupción. 


Lo que consigue el director con esta película es trazar una serie de retratos sociales de un sector de la población que no se beneficia directamente del progreso que se supone que vive la ciudad, y que sigue sometido a las mafias o a nuevas formas de explotación, como la prostitución. La película plantea una mirada pesimista hacia la juventud, aunque algunos de los personajes de alguna forma consiguen mejorar su situación. Pero esta conclusión parece un poco forzada, como una suerte de pastiche que reúne a los tres protagonistas de una forma demasiado artificial. 

FILM MARKET - DOCUMENTALES ESPAÑOLES

Estrenada en la sección Zinemira del Festival de San Sebastián 2020, Hijos de Dios (Ekain Irigoien, 2020) se centra en dos personajes que viven desde hace años en las calles. Javi y Romerales tienen dos personalidades completamente diferentes: el primero atormentado por la muerte de su hija hace años por sobredosis y por el desinterés de su hijo, aunque no se muestran las razones de este abandono; el segundo con una actitud más desenfadada, con menos bagaje emocional a sus espaldas, con una indiferencia hacia su vida como una persona sin hogar ("yo, con una cerveza soy más feliz que Papá Noel"). Sin embargo, hay en todo momento, quizás provocado también por la música de Ander Ederra, un cierto tono de amargura en la descripción de estos personajes. El tercer vértice, María José Sarabia, que aparece en algunas escenas conversando con Javi, falleció durante el rodaje. 


Hay una intención de clara empatía con los personajes, y ciertamente llegan a ser entrañables, aunque también es cierto que el director ofrece una visión básicamente positiva, sin interacciones con otras personas, no sabemos si porque efectivamente los dos personajes tienen esa pretensión de soledad o porque no había un interés en mostrarlo. El rodaje durante seis años permite una evolución en los personajes, que es también diferente en Javi y en Romerales. El segundo prácticamente sin grandes cambios, mientras que el primero trata de hacer uso de los servicios sociales para encontrar un hogar. 

Por su parte, Trieste-Tesalónica (Bru Rovira, Oriol Rovira, 2021) supone un regreso a los territorios de la antigua Federación de Repúblicas Yugoslavas, donde el primero cubrió como periodista la guerra de los Balcanes que estalló en 1991. Veinticinco años después, padre e hijo inician un viaje en una autocaravana por estos territorios que aún mantienen las cicatrices de la guerra. El documental se inicia y cierra con un grupo de refugiados, que conecta el exilio de las víctimas de la guerra de los Balcanes con ese otro exilio de los refugiados que llegan a Europa huyendo de sus propias guerras. Es un viaje por la memoria de uno de los últimos conflictos bélicos en Europa, que tuvo a Sarajevo como punto de inflexión, la misma ciudad en la que un atentado provocó el comienzo de la I Guerra Mundial. A lo largo del viaje, escuchamos la voz de Bru Rovira narrando anécdotas de la crueldad de una guerra que fue una excusa para practicar una limpieza étnica. Y recuerda cómo Francisco Eguiagaray, corresponsal de TVE y maestro de periodistas, les contaba en Sarajevo que "sin una formación histórica no se puede hacer periodismo". 


A medida que avanza en este viaje físico pero también emocional, el narrador se reencuentra con viejos conocidos y comenta sus conversaciones con los habitantes de estas ciudades, ansiosos por contar mil historias sobre la insensatez de la guerra. Como en Divic, el último pueblo de Bosnia antes de cruzar la frontera con Serbia, donde le cuentan que, cuando comenzó el conflicto, todos los musulmanes fueron expulsados por los serbios. Y cuando algunos de ellos regresaron años después, la mezquita del siglo 12 había sido sustituida por una iglesia ortodoxa. Después de quejarse ante las autoridades internacionales que aún tutelan la administración de Bosnia-Herzegovina, se tomó la decisión de llevar la iglesia ortodoxa a un pueblo serbio a un 1 km de distancia y volver a construir la mezquita en Divic. "Hoy, separados por el río, ambos templos se observan desde uno y otro lado del embalse. Cada uno de ellos, rezando a su propio Dios". Trieste-Tesalónica toma la palabra a Francisco Eguiagaray para construir un viaje que capta la sinrazón, la manipulación política y la reconstrucción de una sociedad aún más frágil. "El sueño de una Yugoslavia fuerte y democrática se descompone hoy en siete nuevos países débiles y mal avenidos".  



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