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30 junio, 2023
Conecta Fiction & Entertainment 2023 - Parte 1: Tendencias de futuro
28 junio, 2023
Sheffield '23 - Parte 5: Tecnologías
A mitad de camino en nuestras crónicas sobre la programación del Sheffield Doc/Fest nos detenemos en un tema recurrente en el género documental: la exploración de cómo las nuevas tecnologías influyen en nuestra sociedad y la forma en que ya están marcando algunos de nuestros comportamientos. Las historias que comentamos a continuación no intentan imaginar un futuro tecnológico, sino que hablan de un presente que en muchos casos puede resultar escalofriante.
Total trustJialing Zhang, 2023 | Rebellions | ★★★★☆ |
Si alguien tuviera dudas sobre la existencia de sociedades orwellianas en las que la vigilancia es constante, hay algunos ejemplos actuales que son significativos. En China, las nuevas tecnologías se han convertido en aliadas de la represión, tanto que los sistemas de vigilancia son aceptados como una normalidad sorprendente. La periodista Sophia Xueqin Huang escribió sobre abusos sexuales en las Universidades por parte de miembros influyentes del profesorado, pero fue tras cubrir las protestas estudiantiles de Hong-Kong cuando la policía tomó muestras de su iris, dedos, manos y voz, y colocó una cámara de seguridad frente a su apartamento. A partir de entonces vive en un estado de vigilancia continuo, y es posible identificarla en cualquier lugar donde se encuentre gracias a la Inteligencia Artificial de reconocimiento facial y de voz. Es una de las protagonistas de Total trust (Jialing Zhang, 2023), un documental perturbador sobre cómo convertir un país en una prisión. La película se acerca a otros dos ejemplos de ciudadanos que el Estado considera disidentes y sobre el que tiene derecho a mantener una vigilancia permanente. El abogado Quanzhang Wang fue arrestado en 2015 durante una campaña de detenciones que llevaron a la sala de interrogatorios a otros 300 abogados, de los cuales una treintena acabó en la cárcel acusados de aceptar financiación extranjera y manipular a la opinión pública. Tras cinco años en prisión, Quanzhang Wang salió de la cárcel y pudo regresar a su casa junto a su esposa Wenzu Li, pero su licencia ha sido revocada y solo puede aceptar casos menores en provincias. Sin embargo, lo más sorprendente es el tipo de vida al que está sometida su familia: oficiales del Partido Comunista y algunos vecinos colaboradores les vigilan constantemente, sus teléfonos y ordenadores son rastreados habitualmente y en algunas ocasiones en las que tienen previsto participar en alguna conferencia no les permiten salir de su apartamento, bloqueando la puerta de salida. Ellos mismos han colocado una cámara en el exterior para poder ver quién les está vigilando en cada momento.
La directora Jialing Zhang, en cierto modo también es víctima de esta represión, ya que se encuentra fichada en los registros policiales de China desde que dirigió el documental One child nation (Nanfu Wang, Jialing Zhang, 2019), así que ha tenido que utilizar un equipo de producción externo para dirigir desde Estados Unidos esta película. Total trust ofrece una visión inquietante de la forma en que un gobierno puede acabar teniendo un control absoluto sobre su población sin encontrar demasiada resistencia. Se puede argumentar que este tipo de control es ejercido de una u otra forma también en muchos países considerados democráticos, pero en China sorprende la normalidad con que es aceptado. También es cierto que los protagonistas de la película son contestatarios y mantienen esa respuesta subversiva a pesar de los encarcelamientos y las presiones a las que son sometidos. El tercero de los casos narrados es el de Zijuan Chen y su hijo pequeño Tutu, quienes llevan a cabo desde hace meses una búsqueda constante del paradero de su marido y padre, el abogado Weiping Chang, que fue encarcelado bajo la acusación de incitar a la subversión. La condena no solo implica al propio acusado, sino que obliga a su familia a iniciar un calvario de solicitudes no contestadas y reclamaciones no atendidas para intentar saber en qué cárcel se encuentra y en qué condiciones permanece. El momento más surrealista se produce cuando logran descubrir su paradero pero se encuentran con un bloqueo policial en la carretera, supuestamente casual, que les impide avanzar en su camino hacia la cárcel. La aplicación de móvil a través de la cual el gobierno controla el acceso a los supermercados de los ciudadanos también ha cambiado su perfil a un estado más restrictivo.
Al margen de estos tres casos sorprendentes sobre hasta qué punto llega la represión estatal no solo hacia los supuestos disidentes sino también hacia sus familias, quizás el momento más escalofriante de Total trust es cuando aborda un experimento que inició el gobierno chino en 2012, en el que determinados barrios se sometían voluntariamente a un programa piloto de vigilancia, que consistía en monitorizar mediante cámaras todos los rincones de la zona vigilada, dividida en cuadrículas, cuyas imágenes podían visionar los propios vecinos desde sus casas. De esta forma, los vigilantes no son solo los llamados oficiales de red, sino los propios ciudadanos quienes, mediante una aplicación de móvil pueden acceder a diferentes tipos de crédito social, lo que les da acceso a determinados derechos. A través de casi 200 posibilidades de ganar puntos, como hacer limpieza en el barrio, ser voluntario para algunas actividades o denunciar prácticas de mal comportamiento de otros vecinos, se puede escalar posiciones en las categorías de crédito social. Total trust describe una sociedad básicamente sometida, en la que sus habitantes aceptan una vigilancia constante sin cuestionamientos. El gobierno chino se enorgullece de que en una encuesta sobre confianza en las autoridades en el momento más problemático de la pandemia del coronavirus en 2020, que se aprovechó para extender el sistema de vigilancia individual, el 98% de los ciudadanos consideró que tenía una "alta confianza" en el Partido Comunista. Al margen de ser una información poco confiable viniendo del propio gobierno, el problema se produce cuando nos preguntamos qué ocurre con el 2% que no confía en las autoridades. Parte de la respuesta la ofrece esta película.
Phantom ParrotKate Stonehill, 2023 | People & Community | ★★★★☆ |
Películas mencionadas:
26 junio, 2023
Sheffield '23 - Parte 4: Guerras
Nuestra nueva crónica sobre el Sheffield Doc/Fest se centra en documentales que abordan el tema de la guerra y las consecuencias de los conflictos. Uno de los temas recurrentes en cualquier festival internacional es la guerra en Ucrania, de la que el festival británico algunos testimonios en formatos de largometraje y cortometraje. Pero también nos acercamos a la guerra de Siria y a la permanencia de las huellas de un conflicto georgiano en los desplazados dentro del propio territorio.
20 days in MariupolMstyslav Chernov, 2023 | Rebellions | ★★★★☆SHEFFIELD '23: PREMIO TIM HETHERINGTON |
No parece discutible concluir que este documental se convierta en uno de los más relevantes de este año. Consiguió el Premio del Público en el Festival de Sundance y ha ganado otros seis premios en diferentes festivales, compitiendo en CPH:DOX, DocAviv y DocuDays, y recibiendo en Sheffield el Tim Hetherington Award, un premio que reconoce a las películas por su compromiso humanitario y social. A punto de estrenarse en salas de cine en Estados Unidos, donde llegará de la mano de PBS Frontline este mes de julio con claras ambiciones de entrar en la contienda de los Oscar, 20 days in Mariupol (Mstyslav Chernov, 2023) ofrece una visión descarnada de los primeros días de la invasión de Ucrania por parte de Rusia, y especialmente de una parte del ataque masivo contra Mariúpol que la convirtió en poco más de dos meses en una ciudad en ruinas. Cuando la mayor parte de los periodistas habían salido de Ucrania, o se encontraban en las fronteras, el periodista Mstyslav Chernov (1985, Ucrania), el fotógrafo Evgeniy Maloteka y la productora de campo Vasilia Stepanenko, se quedaron en la ciudad para servir como corresponsales directos de los ataques rusos para la agencia AP. El documental recoge buena parte de las grabaciones que se han ido publicando a través de la agencia en los últimos meses, incluso algunas que fueron denunciadas por el gobierno ruso como propaganda ficticia, afirmando que en las imágenes de un hospital de maternidad que había sido bombardeado aparecía la modelo ucraniana Mariana Vishegirskaya, y que estaba maquillada junto a un grupo de actores y actrices moviéndose por un escenario inventado. Más tarde, los rusos reconocieron que habían bombardeado ese hospital porque se había convertido en un refugio militar, y se supo que la modelo se encontraba allí porque estaba dando a luz. Posteriormente, en las redes sociales Mariana Vishegirskaya afirmó que tampoco estaba de acuerdo en que su imagen se hubiera difundido como propaganda ucraniana.
Durante las proyecciones de la película en el Festival de Sundance, se convocó a varios asesores psicológicos por si resultaban necesarios ante la posible reacción del público frente a las imágenes. Lo que abre el debate tradicional sobre la necesidad de ser más o menos explícitos a la hora de mostrar el horror de las guerras. 20 days in Mariupol no es una película fácil de ver, y plantea la cuestión de si realmente hace falta mostrar a un padre desconsolado ante el cuerpo sin vida de su hijo adolescente, niños con heridas provocadas por los bombardeos, una mujer embarazada rescatada de un edificio que ha colapsado o un bebé el borde de la muerte. El director Mstyslav Chernov ha afirmado en varias entrevistas que estas mismas imágenes han aparecido sin los rostros difuminados en las noticias de agencias: "Ha sido más difícil elegir lo que queríamos mostrar durante el montaje de la película. Porque, cuando colocas al espectador durante noventa minutos dentro de este caos, hay un riesgo de que se sienta abrumado y rechace la película. Pero al mismo tiempo, quieres mostrar lo que sucedió tal como ocurrió, no quieres ser suave en este sentido. Y hay un difícil equilibrio entre querer enseñar lo que ha pasado y tratar de que el público no sienta rechazo".
Es una reflexión interesante, pero personalmente aprecio más cuando el documental consigue transmitir el caos de un bombardeo hecho realidad finalmente, que la explicitud de determinadas secuencias y la utilización de la infancia para reflejar el horror. Pero no se puede acusar a 20 days in Mariupol de ser una película sensacionalista, sino una manera honesta de querer mostrar la realidad de lo que desde Rusia se calificaba como propaganda, a través de la visión de un periodista ucraniano. La película consigue reflejar especialmente la tensión de los hospitales cuando se quedan sin suministro eléctrico (uno de los principales objetivos de los ataques rusos) mientras tienen que atender a heridos que se retuercen de dolor. Y mantiene un suspense insoportable cuando desde las ventanas del hospital de maternidad se ven pasar los tanques con la Z del Grupo Wagner que este pasado fin de semana inició una tímida rebelión, hasta que uno de los tanques apunta directamente su cañón hacia el edificio. En su estructura temporal que refleja los 20 días que estos periodistas permanecieron en la ciudad (se marcharon un día antes del conocido bombardeo al Teatro de Mariúpol), la película ofrece la gradación precisa del caos que se acaba instalando entre los habitantes de una ciudad normal hasta el comienzo de los bombardeos, como un perfecto complemento a la película In Ukraine (Piotr Pawlus, Tomasz Wolski, 2023) que recibió una Mención Especial en Visions du Réel. Pero lo importante de 20 days in Mariupol es que, aunque refleja los primeros días de la invasión rusa, no es una película atrapada en ese momento, sino que sirve como muestra de la realidad actual que todavía experimenta Ucrania. Solo hay que mirar las imágenes mostradas por Mstyslav Chernov en sus redes sociales sobre el reciente ataque ruso a la ciudad de Orikhiv el pasado 23 de junio.
Chornobyl 22Oleksiy Radynski, 2023 | Panorama Internacional de Cortometrajes | ★★★☆☆ |
Following ValeriaNicola Fegg, 2022 | Competición Internacional de Cortometrajes | ★★★☆☆ |
La realidad de la guerra tiene muchos frentes, y este cortometraje ofrece uno de ellos que, quizás pueda resultar algo más frívolo, pero que también refleja diferentes perspectivas de las víctimas de un conflicto. La película está centrada en Valeria Shashenok, una joven de veinte años que consigue salir de Ucrania en cuanto los bombardeos de Rusia comienzan a producirse, dejando a su familia en la ciudad donde ha vivido. Ella participa en programas de acogida que la llevan durante siete meses a estancias breves en Milán y Nuremberg, pero su particularidad es que acaba convirtiéndose en una conocida influencer de Tik Tok e Instagram con millones de seguidores tras la viralización de algunos de sus relatos de la guerra con toques de humor. En cierta manera, su objetivo ha sido ofrecer una mirada positiva a pesar de la desgracia, mostrando fotografías con comentarios satíricos sobre su permanencia en un refugio antibombas y la destrucción de su ciudad Chernígov, situada en la frontera con Rusia y Bielorrusia. Pero a lo largo del seguimiento que hace la directora Nicola Fegg (1993, Alemania) también se pone de manifiesto que esta visión irónica de la guerra no encaja con muchos puntos de vista, y el cortometraje refleja este rechazo a las publicaciones de Valeria a través de voces en off que enuncian algunos de los comentarios negativos e insultantes que recibe la tiktoker.
Following Valeria (Nicola Fegg, 2022) comienza acompañando a la protagonista en Milán, donde ella misma también documenta su participación en manifestaciones y la recogida de alimentos que llevan a cabo diferentes organizaciones no gubernamentales. Cuando Valeria toma la decisión de visitar a su hermano, que se encuentra viviendo en Nuremberg, el viaje se convierte también en un encuentro personal que ofrece una perspectiva menos frívola. El problema del documental se encuentra en la manera en que Valeria trata de mantener el control sobre su propia imagen, como se comprueba cuando decide cortar una entrevista para un videopodcast porque se encuentra incómoda con la forma en que la están grabando. De alguna forma, Valeria mantiene una cierta distancia incluso con las críticas que recibe, especialmente a raíz de una publicación humorística en la que hacía referencia a la muerte de un familiar suyo. Pero al mismo tiempo, la película plantea de qué forma se impone la posición que debe adoptar una víctima de un conflicto bélico frente a éste, lo que es correcto y lo que no lo es, a pesar de que se trata de una experiencia que, como el duelo, es experimentada de distintas maneras. Durante la invitación que Valeria recibe para visitar el Parlamento Europeo, tiene la oportunidad de encontrarse con Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, y con Olena Zelenska, primera dama de Ucrania, lo que provoca una emoción especial en ella. Y de camino también denuncia que la red social norteamericana Instagram le bloquea su cuenta cada vez que publica alguna referencia negativa hacia Rusia. Pero al mismo tiempo Valeria es también un personaje popular que recibe la felicitación de otras invitadas. Considerada por algunos como la Ana Frank de Croacia, por su descripción de la guerra desde dentro, Valeria Shashenok no se puede desprender de un cierto aire de frivolidad, pero también representa una rebelión juvenil contra el conflicto a través de sus mejores recursos: las redes sociales.
Hotel MétalurgGeorge Varsimachvili, Jeanne Nouchi, 2023 | Competición Internacional | ★★★☆☆ |
Under the sky of Damascus
Talal Derki, Heba Khaled, Ali Wajeeh, 2023 | Rebellions | ★★★★☆
23 junio, 2023
Sheffield '23 - Parte 3: Voces latinas
A la sombra de la luzIgnacia Merino Bustos, Isabel Reyes Bustos, 2023 | Competición Ópera prima | ★★★★☆ |