19 junio, 2023

Sheffield '23 - Parte 1: Retratos

A partir de esta semana, y hasta finales de mes, nuestro contenido estará centrado principalmente en la programación del Sheffield Doc/Fest 2023, que se ha celebrado en su formato presencial entre el 14 y el 19 de junio, pero que se extiende en formato online desde el 19 hasta el 25 de junio. Se trata de una de las citas más destacadas del género documental que se celebra a las puertas del verano y que habitualmente dedica un espacio importante a las nuevas tecnologías de la imagen, con una sección específicamente dedicada a las Realidades Alternativas, y consolidándose, especialmente a partir de la pandemia, como un festival marcadamente híbrido, al contrario que la mayor parte de las muestras cinematográficas, aunque en las últimas dos ediciones ha perdido el ímpetu que logró en 2020 gracias a su apuesta firme por un tipo de festival con la mirada puesta en el futuro. La 30ª edición de Sheffield Doc/Fest está especialmente enfocada en la realidad iraní, con una sección titulada Perspectivas sobre Irán, en la que se incluyen algunos títulos recientes que reflexionan sobre la situación en el país, y sobre todo con un ciclo dedicado a la cineasta Rakhshān Banietemad (1954, Irán), que está considerada como la "Primera Dama del cine iraní". 

© Ella Murtha

Tish

Paul Sng, 2023 | Inauguración - Competición Internacional | ★★★★☆

El festival se ha inaugurado como suele ser habitual con una producción inglesa centrada en una figura preeminente del mundo del arte. En este caso, la última película dirigida por el cineasta chino-británico afincado en Escocia Paul Sng, está marcada por un cierto paralelismo con su anterior documental Poly Styrene: I am a cliché (Celeste Bell, Paul Sng, 2021), que ganó los premios a Mejor Documental y Descubrimiento del Año en los British Independent Film Awards. Si en aquel la hija de la cantante de X-Ray Spex se adentraba en los archivos familiares tras la muerte de su madre, en Tish (Paul Sng, 2023) también es la hija de la fotógrafa Tish Murtha la que guía la narración a través de encuentros con amigos y familiares, y resucita los recuerdos de una vida marcada por una época compleja en Gran Bretaña. La película establece una puesta en escena que construye conversaciones entre Ella Murtha y sus propios familiares, de forma que hay un tono de intimidad que se sostiene en el conocimiento mutuo y en la forma de compartir recuerdos que a veces son desconocidos para la hija de Tish y en otras ocasiones forman parte de su propia memoria. La propia Ella Murtha ha escrito tres libros con fotografías de su madre para mantener la esencia de su trabajo, que retrató a las clases más desfavorecidas de Tyneside, al Norte de Inglaterra. Pero la característica principal de su obra era que, como indica uno de los entrevistados, "se identificaba con los desempleados porque ella misma era una desempleada, sentía la misma furia que ellos". 

A lo largo de un documental que tiene una forma cuidada y un tono de melancolía constante, se ofrece la perspectiva de la Inglaterra de los años ochenta, a la que llegó Margaret Thatcher como Primera Ministra para iniciar un desmantelamiento progresivo de la industria a través de privatizaciones que condenaban al desempleo a una parte de la sociedad ya desfavorecida. Tish Murtha pertenecía a la escuela de los fotógrafos que retrataban la realidad en blanco y negro, como Chris Killip (1946-2020), que fue entrevistado para el documental antes de su muerte, o David Hurn (1934-), que describe cómo mostraba a sus alumnos la idea de la perspectiva en la fotografía: "Es como el comienzo de La diligencia (John Ford, 1939), cuando se establece el espacio a través de un paisaje desértico en Arizona. Eso era lo que trataba de enseñarles". Se cuenta que, cuando se presentó a una entrevista para poder asistir al prestigioso Curso de Fotografía Documental de Newport, ella respondió al preguntarle por qué quería dedicarse a la fotografía: "Quiero fotografiar a policías pateando niños". En la película se pone de manifiesto un cierto espíritu de rebeldía de Tish Murtha, especialmente a través de su enfrentamiento con la Side Gallery de Newcastle por no estar de acuerdo con el "embellecimiento de la pobreza" que según ella mostraba: "El mundo de la fotografía, y los que están a cargo, a veces me ponen enferma", escribió. Desde 1983 se trasladó a Londres, donde vivió en la zona del Soho y retrató el ambiente de la prostitución y los peep shows, en una época marcada por la dureza de las medidas económicas del thatcherismo. 

Pero curiosamente Tish Murtha parecía destinada a no poder salir de esa situación de inestabilidad constante, a pesar de las exposiciones de su obras, lo que su hija Ella adjudica a su rebeldía y la falta de interés de las galerías. Pero Daisy Hayed, amiga y también fotógrafa, lo niega: "Ella tuvo muchas oportunidades. Todos reconocían su talento, pero ella era incapaz de comprometerse. Siempre sospechaba que la gente estaba tratando de aprovecharse". Esta mezcla de mala suerte, indisciplina y desconfianza acabó manteniendo a Tish Murtha dentro de los ambientes que retrataba, lo que se convirtió en uno de los principales valores de su trabajo, ahora reivindicado. Pero el documental no cuenta algunos períodos de su vida, con un salto en el tiempo desde 1987 hasta 2005, año en el que comienza a desarrollar otros estilos de fotografía, incluso utilizando el color. Tish Murtha falleció en 2013 a los 57 años, a causa de un aneurisma. Muchos de sus amigos, incluso de sus profesores, le sobrevivieron, pero su hija Ella se ha encargado de gestionar sus archivos, recuperar cartas y libretas, y componer un retrato de una fotógrafa que en una película conmovedora como Tish despliega una representación artística pero también vital de la clase obrera británica.  

The body politic

Gabriel Francis Paz Goodenough, 2023 | Competición Ópera Prima | ★★★★☆

La ciudad de Baltimore ha sido nombrada en los últimos años como la más peligrosa de los Estados Unidos, a tenor de las cifras de criminalidad crecientes. En 2018 tuvo más muertes por violencia que Filadelfia, Los Angeles y Nueva York y, según se indica al comienzo de este documental, en 2019 se produjeron 348 homicidios, más que las muertes totales de Nueva York, que tiene una población 15 veces mayor. No es un retrato muy diferente de aquel que conocemos de la serie The wire (HBO Max, 2002-2008), pero lo cierto es que la población de Baltimore es afrodescendiente en casi dos tercios, y ha sido abandonada por la administración central durante muchas décadas, a pesar de su cercanía con Washington. El activista Lawrence Brown calificó a Baltimore como "la zona cero del apartheid urbano en los Estados Unidos". En los últimos años ha habido algunas muestras de películas documentales centradas en el funcionamiento de los órgano de gobierno de ciudades norteamericanas, como la imprescindible City Hall (Frederick Wiseman, 2020), un minucioso recorrido por los diferentes departamentos de la alcaldía de Boston presidida por Marty Walsh, o la miniserie Philly D.A. (PBS, 2021), centrada en los esfuerzos del Fiscal del Distrito Larry Krasner por cambiar un sistema judicial obsoleto para afrontar la criminalidad. 

En The body politic (Gabriel Francis Paz Goodenough, 2023), que acaba de participar en Sheffield Doc/Fest y estos días se proyecta en DC/DOX, un nuevo festival de documentales que se celebra en Washington, el punto de vista se centra en el trabajo del alcalde Brandon Scott, elegido en 2020. Es un buen momento para presentar este retrato personal y político cuando ya más de la mitad de la legislatura y Estados Unidos prácticamente está inmerso en el comienzo de una nueva campaña electoral (la película tiene previsto su estreno a través de PBS en una fecha sin concretar de 2024, el año de elecciones). Brandon Scott se convirtió a sus 36 años en el político más joven que ocupó un cargo público en la ciudad, enfrentándose a una criminalidad en alza y a las suspicacias por la incapacidad de sus predecesores de acabar con la violencia en las calles. Baltimore ha sido utilizada como un recurrente instrumento político para los republicanos, ya que ha sido controlada por el Partido Demócrata desde 1967. Brandon Scott muestra sin embargo una confianza notable en su idea de que es necesaria una política de pacificación a medio plazo más que las acciones cortoplacistas de carácter policial. Pero lo que mejor muestra la película de Gabriel Francis Paz Goodenough, que trabajó como asistente de cámara en The wire, es que la perspectiva política hacia la violencia no es tanto una cuestión de ideologías, puesto que Baltimore es una ciudad principalmente demócrata, y ni siquiera exactamente de razas, porque ha sido gobernada por alcaldes y alcaldesas afroamericanos desde 1987, sino de una sensibilidad que nace de la experiencia personal. 

Brandon Scott confiesa en la película que fue testigo del primer tiroteo de su vida cuando tenía solo siete años, y esa temprana convivencia con la violencia parece haber forjado su interés en la política. Una de sus primeras acciones es la de retirar un cuadro que presidía el Ayuntamiento con el retrato de un gobernador de Baltimore en el que, en un plano secundario, se mostraba a un niño negro esclavo. Esa sensibilidad que le lleva a percibir el sinsentido de que una representación de la esclavitud presida el ayuntamiento de una ciudad con población mayoritariamente afroamericana es quizás su principal virtud. También se trata de un momento particularmente sensible con las protestas del movimiento Black Lives Matter que se multiplicaron en Baltimore tras la muerte del joven Freddie Gray en 2015 y la absolución de los policías implicados, aunque la película a veces tiene problemas para contextualizar determinadas informaciones, como si diera por sentado que el espectador tiene un conocimiento claro. Centrada principalmente en las frustraciones que provoca la lucha contra la violencia, el relato adopta un enfoque inteligente, porque de la capacidad del alcalde para revertir la tendencia al alza de la criminalidad depende el resultado de su gestión. Lo más preocupante es el reflejo de que la intención de modificar la perspectiva, como le ocurría al fiscal Larry Krasner en Philly D.A., acaba resultando en una confrontación entre la política y la policía, enroscada en una vía de represión que ha demostrado escasos resultados. Brandon Scott también se enfrenta al gobernador de Maryland, el republicano Larry Hogan, que dejó su cargo el pasado mes de enero, quien pone en duda el liderazgo del alcalde. Con sus planes centrados en las llamadas "Safe Streets", que intentan pacificar determinadas zonas de la ciudad a través de activistas que también sufren las consecuencias de la violencia, Brandon Scott transmite una posición casi idealista. Al margen de la propia reflexión que se plantea en la película, un estudio reciente de la Universidad Johns Hopkins apunta que esta iniciativa "ha provocado un impacto en la reducción de la violencia armada, aunque no ha reducido significativamente los homicidios" (The Baltimore Banner (30/3/2023)A través de su retrato particular del alcalde de Baltimore, The body politic acaba siendo una disección sutil y esclarecedora de la violencia en los Estados Unidos, que surge de la pobreza y la delincuencia, pero también de la represión y la falta de confianza en las autoridades. 

© Andrew H. Brown

Between the rains

Andrew H. Brown, Moses Thuranira, 2023 | Competición Ópera Prima | ★★★★☆

Recientemente ganadora de los premios al Mejor Largometraje Documental y la Mejor Fotografía en el Festival de Tribeca, que se clausuró este fin de semana, la película dirigida por Andrew H. Brown y Moses Thuranira es una mirada profunda a las consecuencias del cambio climático en dos comunidades de Kenia separadas por un río. Pero los directores utilizan el enfoque particular en Kolei, un pastor adolescente de la comunidad Turkana que trata de hacer frente junto a sus hermanos a la época de mayor sequía que se ha vivido en la región, como si la naturaleza "estuviera enfadada". El largo período sin lluvias ha provocado una ausencia de agua en el río al mismo tiempo que el renacimiento de las hostilidades entre los Turkana y los Samburu, que ocupan el otro lado, y que viven un conflicto "que nunca se acaba", a pesar de que se ha creado la figura de los "peacekeepers", encargados de mediar entre las dos comunidades para evitar enfrentamientos violentos. El problema surge principalmente por las incursiones de unos en el territorio que ocupan los otros para robarles su ganado, ante la progresiva muerte de las cabras y ovejas a causa de la sequía. Casi como en una contradicción que es asumida como necesaria, algunos de los rituales para atraer la lluvia implican matar a algunas cabras, que es precisamente lo que deben preservar para poder subsistir. 

Between the rains (Andrew H. Brown, Moses Thuranira, 2023), es una película muy hermosa que captura los colores y la textura del paisaje africano con una atención especialmente enfocada en los detalles y en la composición de una fotografía expresiva que utiliza la luz natural aprovechando la mejor posición de cámara para captar la luminosidad que mejor refleje el estado de ánimo del personaje. Como cuando después del traumático rito de iniciación de Kolei para convertirse en guerrero, y por tanto alcanzar la mayoría de edad, la luz de una ventana se refleja en su figura. Las escenas nocturnas evitan iluminación artificial para captar la oscuridad de una noche en la que acechan las hienas mientras los jóvenes pastores hacen guardia para evitar que ataquen a su ganado, con los únicos focos de luz en las linternas y las hogueras que preparan los pastores para ahuyentar a los depredadores. Hay que advertir que algunas escenas son particularmente violentas, como cuando Kolei mata a una hiena con su lanza, pero no se trata de una violencia gratuita sino representativa de una forma de vida que se enfrenta a sus propias contradicciones. El director Andrew H. Brown también se ha encargado de la fotografía y la edición de la película, tras su experiencia como productor del premiado documental La lucha por los elefantes (Jon Kasbe, 2018). Para la narrativa también se utiliza el sonido con especial acierto, a través del cual se reflejan los estados de ánimo, como en otro momento de aislamiento que se expresa a partir de un primer plano de Kolei mientras las voces de su alrededor parecen elevar su volumen. 

Between the rains es principalmente una historia de crecimiento, un coming-of-age de estructura tradicional en un contexto singular en el que la edad adulta significa enfrentarse a la violencia provocada por los conflictos entre comunidades y a la responsabilidad de la supervivencia de los mayores. "Algunos dicen que la única manera de sobrevivir es dejando atrás nuestra cultura", comenta uno de ellos. Es un viaje de expresión de la identidad en un entorno cada vez más complejo, cuya convivencia con los ciclos climáticos naturales se está viendo afectada en la actualidad, al margen de las decisiones largoplacistas de los países occidentales. Y sobre todo es una película que refleja la realidad del área de Ngaremara desde el conocimiento personal. El productor Samuel Ekomol es primo del protagonista Kolei, mientras que el co-director Moses Thuranira pertenece a la comunidad rival del territorio Samburu. Tras sufrir las consecuencias de la violencia entre ambas, que acabó con la vida de su padre, Moses estableció un trabajo de colaboración para tratar de encontrar vías de pacificación entre las comunidades.  

Anhell69

Theo Montoya, 2022 | Journeys | ★★★★☆

SHEFFIELD '23: PREMIO JURADO JOVEN


Actuando como narrador en una especie de ensayo sobre la juventud y la falta de horizontes en una ciudad que sigue marcada por la violencia como Medellín, Theo Montoya (1992, Colombia) construye una historia en la que se mezclan ficción y documental para elaborar un retrato de la comunidad joven LGBTI+ de la ciudad, enfrentada a la imposibilidad de encontrar un futuro "en un país que nunca ha conocido la paz". La metanarrativa de la película utiliza la grabación del casting para un inacabado proyecto de largometraje de ficción del director, que tomaba el título Anhell69 del nick que utilizaba en Instagram el joven Camilo Najar, que murió por sobredosis a los 21 años una semana después de participar en la prueba. El director se confiesa enamorado de este joven, al que dedicó también su cortometraje Son of Sodom (Theo Montoya, 2021) para cuyo título adoptó asimismo el nick de Camilo en Twitter, y en cierta manera esta película se siente como una ampliación de aquel corto, del que toma prestadas algunas frases cuando hace referencia a cómo otros de los jóvenes que participaron en el casting tampoco sobrevivieron: "Murieron tantos amigos míos que mis redes sociales parecían un cementerio", dice en ambas películas. Ganadora del Premio de la Crítica en el Festival de Venecia, Anhell69 (Theo Montoya, 2022) también ha cosechado galardones en Mar del Plata, Leipzig y Gijón. 

Al adoptar las identidades de Camilo en las redes sociales, el director también reflexiona sobre la propia identidad queer en Medellín, recreando escenas de la historia que había imaginado para su debut en el largometraje: una fábula distópica que ocurre en una Colombia del futuro en la que hay tantos muertos que no caben en los cementerios, y comienzan a deambular por las calles y a convivir con los vivos. Una película de fantasmas, "una metáfora de la realidad que estamos viviendo". Los jóvenes comienzan a experimentar con la espectrofilia, una atracción sexual por los fantasmas que es perseguida con violencia por la Iglesia y el Estado, impulsando la formación de grupos Cazadores Espectrofílicos. Las narrativas de la ficción y del documental se entrelazan en una inusual y reflexiva mirada hacia un lugar inhóspito, lo que se refleja bien cuando los participantes en el casting hablan sobre su relación con la muerte. A pesar de su juventud (o posiblemente por eso mismo), ninguno parece tenerle miedo, incluso la acogen con esperanza. Quizás eso puede explicar que varios de los amigos del director murieran por suicidio. Hay una idea romántica de la muerte que también define una dificultad para encontrar la propia identidad personal. 

Theo Montoya rompe los límites entre la ficción y el documental, pero sobre todo elabora una atractiva reflexión sobre la imagen y su representación cinematográfica. Anhell69 es una película que logra imbricar la realidad con una fabulación que al mismo tiempo se asienta sobre una mirada pesimista, que se rompe con algunos destellos de la memoria de la propia Colombia y de su historia personal. Abandonado por su padre, formó parte de una generación de jóvenes que fueron criados por sus madres, y que mantienen todavía el lazo evocativo de la muerte de Pablo Escobar como una especie de figura patriarcal. De nuevo la muerte se convierte en el nexo de unión entre el pasado y el presente. La película comienza con una mirada referencial al cine colombiano, en una escena en la que un coche fúnebre es conducido por Víctor Gaviria (1955, Colombia), el escritor y director que mostró a una juventud perdida en películas como La vendedora de rosas (1998) y Sumas y restas (2004), pero que también recibió críticas por esta representación de Colombia. De alguna forma, Theo Montoya habla sobre la realidad y el cine, y su proyecto se cuestiona a sí mismo constantemente, como una expresión de la insatisfacción de haber nacido en un país sin futuro. 

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Películas mencionadas: 

Poly Styrene. I am a cliché y City Hall se pueden ver en Filmin.
La diligencia se puede ver en Acontra+ y Filmin. 
La vendedora de rosas se puede ver en Prime Video. 


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