25 julio, 2024

Fantasia '24 - Parte 4: Mundos interiores

Continuamos repasando la programación de Fantasia Festival, una amplia selección de más de doscientas películas que sin embargo no tiene el ritmo frenético de los festivales de cine, porque se toma un tiempo amplio para ofrecer todo su contenido, aproximadamente durante unas tres semanas. En esta ocasión, se podría decir que estamos solo a mitad de camino, porque al festival le quedan todavía dos fines de semana, hasta el 4 de agosto. Entre los aficionados a asistir a muestras cinematográficas, se suele decir que la mayor parte de los festivales son carreras de velocidad para poder visionar la mayor cantidad posible de proyecciones en pocos días, mientras que Fantasia Festival tiene las características de una maratón, un esfuerzo de resistencia que sin embargo se puede superar sin demasiadas dificultades. También es cierto que la mayor parte del público extranjero elige asistir en alguno de los fines de semana del festival, mientras que los espectadores de Montreal suelen acudir durante todos los días, pero de una manera relajada. El largo período de tiempo en el que se desarrolla el festival también permite que no haya demasiadas salas de proyección, las principales dentro del campus de la Universidad Concordia, rodeada de restaurantes y locales habituales para estudiantes. Casi todas se encuentran en el Boulevard De Maisonneuve, la arteria que atraviesa el centro de la ciudad desde 1966 y que lleva el nombre del fundador de Montreal, Paul Chomedey de Maisonneuve (1612-1676). 

La única sala más alejada es la Cinemateca Quebequense, que también se encuentra en la misma avenida, pero a unos 30 minutos caminando. Aunque es digna de visitar, porque está situada en el denominado Quartier Latin o Barrio Latino, que no hace referencia a la presencia de habitantes hispanos, sino al conocido como Barrio Latino de París, donde en el siglo XVIII habitaban sobre todo estudiantes que estudiaban en latín, la única lengua que usaban las universidades parisinas. También se trata de una zona universitaria, con bistros y restaurantes, e interesantes lugares para visitar como el Théâtre Saint-Denis o la Basílica Notre-Dame. Una de las características más curiosas de las proyecciones, es que al apagarse las luces de la sala, el público asistente suele maullar o aullar. Esta costumbre proviene de la edición en la que se estrenó la serie británica Simon's cat (2008-), las vicisitudes de un gato y su dueño, contadas en episodios de 4 minutos, que todavía sigue produciéndose. Durante la presentación los espectadores comenzaron a maullar, en esa característica participación activa que suelen tener los aficionados al cine fantástico, y quedó como una costumbre permanente del festival. Otra tradición es la de aplaudir cada vez que aparece el anuncio de la marca de noodles de origen coreana Nongshim, porque utilizan el mismo spot publicitario desde hace más de una década. Nuestra crónica está dedicada en esta ocasión a películas que hablan sobre mundos interiores, algunos para escapar de la realidad y otros como reflejo de las complejidades de la psicología humana.  

© Well GO USA

The beast within

Alexander J. Farrell

Estados Unidos 2024 | Sección Oficial | ☆☆


Los monstruos interiores pueden llegar a ser interpretaciones muy sólidas de las realidades oscuras en determinadas familias. El debut como director de ficción de Alexander J. Farrell, que anteriormente había dirigido documentales como Making a killing (Alexander J. Farrell, Sepideh Haftgoli, 2023), sobre los abusos de los seguros médicos en Estados Unidos, se centra en el punto de vista de Willow (Caoilinn Springall) para mostrar cómo comienza a descubrir los secretos que permanecen ocultos dentro de su familia, cuando toma conciencia de la verdadera naturaleza de su padre, Noah (Kit Harington), quien parece sufrir una enfermedad que despierta su bestia interior. El subgénero de licantropía está presente desde el principio y en representaciones de cuentos populares cuando Willow, vestida con una capa roja, se dirige al interior del bosque siguiendo a su madre Imogen (Ashleigh Cummings) mientras lleva a Noah a los restos de una fortificación oculta para dejarlo encadenado durante algunas noches. En la casa familiar, una mansión en medio del bosque (rodada en el castillo de  Harewood, cerca de Leeds, el anciano Waylon (James Cosmo), padre de Noah, discute con Imogen oponiéndose a su idea de permanecer juntos, pensando que lo mejor para Willow es que abandonen a Noah y busquen un lugar tranquilo donde vivir. Pero ella se aferra a la parte humana de su marido y se empeña en quedarse a su lado. Aunque en los momentos en los que Noah se relaciona con su familia y su hija, es un padre que parece cuidar de ellos, tiene algunos arranques de ira, lo que parece demostrar que la bestia interior se está apoderando cada vez más de su apariencia humana, incluso más allá de las noches de luna llena. Pero The beast within (Alexander J. Farrell, 2024), que se estrena este fin de semana en Estados Unidos, no se centra tanto en el personaje del hombre-monstruo sino que mantiene siempre, y esa es una de las virtudes de la película, el punto de vista de Willow, una joven frágil que tiene problemas de respiración y debe ir acompañada de una bombona de oxígeno cada vez que sale de su casa. 

La historia se apoya en cuatro interpretaciones destacadas, con la coincidencia de James Cosmo y Kit Harington de nuevo tras haber participado ambos en Juego de tronos (HBO, 2011-2019). Este último interpreta hasta septiembre la controvertida obra de teatro Slave play (2018), de Jeremy O. Harris en el Noël Coward Theatre de Londres. Pero el trabajo más destacable y complejo es de la joven actriz Caoilinn Springall, quien también co-protagonizó Cielo de medianoche (George Clooney, 2020), porque su personaje desarrolla un proceso de aprendizaje personal marcado por el trauma, navegando por los inquietantes secretos familiares. Lo mejor que ofrece la película es una tensión atmosférica que permanece todo el tiempo, especialmente cuando resulta evidente que Noah supone un peligro cada vez mayor para su propia familia. No parece haber una intención por parte del director y co-guionista, junto a Geer Ellison, de mantener demasiado misterio sobre la figura paterna, incluso aunque el espectador, al adoptar la película solo el punto de vista de Willow, disponga de una información parcial o poco confiable, porque siempre recibe las explicaciones, como ella, a través de otros personajes que tratan de protegerla. Incluso cuando se describen algunos antecedentes familiares, hay una tonalidad sobrenatural que parece irreal. Esto sirve para dar una justificación a la historia y cómo se desarrolla cuando se hace cada vez más evidente que lo que pretende contar es una metáfora (el director afirma que está inspirada en experiencias reales), pero resulta algo decepcionante que se tome la decisión de explicarlo claramente, cuando la verdadera capacidad de atención que consigue la película es precisamente cuando se mantiene en un terreno en el que la fantasía y la realidad se confunden. The beast within pierde así en el tercer acto lo que había conseguido anteriormente, y parece intuir que el espectador es poco inteligente para captar las posibles simbologías de la historia. Pero al menos consigue mantener una narración bien construida y una puesta en escena que contribuye al tono etéreo que pretende transmitir, con la ambientación de una casa solitaria y desgastada que parece impregnada de una larga tradición familiar pero representa también esa frase que repiten Imogen y Noah cuando éste es encadenado: "Nada cambia". Mientras que la banda sonora de Jack Halama y Nathan W Klein aportan a la historia un tono de folk horror con la utilización de instrumentos como el nyckelharpa, con esa sonoridad rural tan característica, y la introducción de voces corales que contribuyen a la idea de fábula tradicional. Hay por tanto aportaciones interesantes en una película que utiliza los elementos de género para adentrarse en la psicología humana. 

Le mangeur d'âmes (The soul eater)

Julien Maury, Alexandre Bustillo

Francia 2024 | Sección Oficial | ☆☆

IFFR '24: Harbour


Que una película de género aparentemente comercial se haya presentado dentro de la heterodoxa programación del Festival de Rotterdam indica que hay elementos que la sitúan al margen de los convencionalismos. Estrenada en cines el pasado mes de abril en Francia, Le mangeur d'âmes (Julien Maury, Alexandre Bustillo, 2024) destaca por una puesta en escena inquietante en la que hay referencias a la leyenda de un monstruo que devora el alma de las personas y extrae su mundo interior para someterlas, pero se desarrolla en un entorno que resulta incluso más relevante para definir el tipo de horror que estamos a punto de contemplar cuando se produce un accidente de avión en un pequeño pueblo montañoso de la cordillera de los Vosgos. La leyenda en realidad es una especie de cuento del hombre del saco que se contaba a los niños para evitar que tuvieran la curiosidad de adentrarse en un bosque que, este sí, podía acaba devorándoles. El accidente de avión provoca un atasco de tráfico en el que se encuentran casualmente los policías Elizabeth Guardiano (Virginie Ledoyen) y Franck de Rolan (Paul Hamy), dos foráneos que llegan a la región para investigar dos casos aparentemente diferentes, y que vienen cargados con sus propios traumas personales, relacionados con una hija muerta y un hijo desaparecido. Por un lado, hay un doble asesinato en el que dos personas aparentemente se han matado entre sí, sin dejar señales de que hayan intentado defenderse, como si disfrutaran del daño compartido. Por otro, se han producido una serie de desapariciones de niños que pueden estar relacionadas con esa leyenda del "devorador de almas". De manera que la película se desarrolla más cerca del procedimental policíaco que de una historia de terror, aunque tiene ese tono de oscuridad y violencia, sobre todo en las escenas del crimen, que ha caracterizado a los directores Julien Maury (1978, Francia) y Alexandre Bustillo (1975, Francia), dos representantes de lo que el crítico James Quandt definió como "nuevo extremismo francés". Así describía el estilo de una serie de directores que hicieron películas transgresoras a principios de los 2000, entre los que se encuentran Gaspar Noé, Bertrand Bonello o Alexandre Aja. En su caso, les introdujo dentro de esta categoría su sangriento debut con Al interior (2007), que luego continuaría dentro del terror con películas como De entre los vivos (2014) o La casa de las profundidades (2021), y alguna incursión en el cine norteamericano con Leatherface (2017). 

Basada en el libro del mismo título de Alexis Laipsker (1969, Francia), Le mangeur d'âmes es un encargo del productor Fabrice Lambet, cuya adaptación está firmada por los jóvenes guionistas Annelyse Batrel y Ludovic Lefebvre, quienes desarrollaron una primera versión que después fue modificada por los directores en algunos aspectos, especialmente en relación con el desenlace. Pero este origen externo contribuye precisamente al cambio en el género que abordan los directores, aunque mantienen referencias al terror en algunos recursos visuales, en la tonalidad oscura de un entorno aislado, especialmente cuando toma protagonismo un antiguo hospital abandonado, y en la introducción de algunas escenas sangrientas en el tercer acto, que Julien Maury y Alexandre Bustillo habían conseguido evitar y que parecen algo innecesarias dentro del tono general de la película. La historia usa los elementos tradicionales del género policial, lo que termina dibujando a los dos investigadores como personajes algo arquetípicos, cuyo trasfondo emocional está marcado por la pérdida, en el amplio sentido de la palabra, mientras se obsesionan con una investigación que comienza a adoptar características más misteriosas. Hay una puesta en escena sobria y una mirada de cierta frialdad en la exposición de los crímenes, pero esto aporta una construcción mucho más sólida de los acontecimientos, estableciendo una reflexión sobre los monstruos que son creados por los seres humanos y las mitologías nacidas de la imaginación que se sostienen en el paisaje sombrío de un entorno hostil. La doctora Carole Marbas (Sandrine Bonnaire), una psicóloga infantil, aporta una mayor solidez en su relación con Franck que la que tiene éste con su coprotagonista, Elizabeth. Y es en este intercambio entre Sandrine Bonnaire y Paul Hamy cuando la película se eleva por encima de unos diálogos algo básicos. Pero Le mangeur d'âmes es posiblemente una de las colaboraciones más solventes de los dos directores y mantiene constante el tono de suspense, incluso a veces acercándose a la influencia de grandes maestros como Claude Chabrol.

Chainsaws were singing

Sander Maran

Estonia 2024 | Underground | ☆☆

HÕFF '24: Mejor Película Estonia, Premio del Público


Es relativamente habitual dentro del género de terror encontrar a cineastas comprometidos con sus proyectos hasta dedicarles todo el tiempo necesario para llevarlas a cabo tal como las han imaginado. En este caso, el director Sander Maran ha dedicado diez años a poder completar esta película en la que él ha ejercido también como co-guionista, director de fotografía, montador, diseñador de sonido, artista de efectos visuales y colorista (la corrección de color manual retrasó el montaje durante más de dos años). Se trata por tanto de un trabajo artesanal, con la participación de su hermano Kaur Maran en la producción, que ha sido asumido como tal, evitando (quizás equivocadamente) someterse al escrutinio de los jurados que otorgan ayudas económicas a la producción cinematográfica en Estonia. Pero esta búsqueda de libertad absoluta ha conducido a un proyecto que, efectivamente, transmite la sensación de que es exactamente lo que su director quería que fuera. También es cierto que Chainsaws were singing (Sander Maran, 2024) se sitúa dentro de un género de comedia absurda que viene siendo habitual en el cine que está teniendo éxito comercial en Estonia y logrando repercusión internacional. La lucha invisible (Rainer Sarnet, 2023) era una parodia de las películas de artes marciales que estuvo seleccionada en numerosos festivales como Sitges y consiguió nueve premios EFTA (Academia de Cine y Televisión de Estonia), y este mismo año se ha estrenado en su país Alien 2 or The Return of Valdis in 17 Chapters (Rasmus Merivoo, 2023), secuela del cortometraje Alien or Valdis' Escape in 11 Chapters (Rasmus Merivoo, 2006). De hecho, el propio director de ambas, Rasmus Merivoo (1983, Estonia) participa también en esta película componiendo algunas canciones y encabezando la tribu del bukakke. Entre 2013 y 2024 Chainsaws were singing ha tenido un largo recorrido, rodada al estilo guerrilla, cuando y como se podía, y dando como resultado una comedia de terror musical que tiene evidentes referentes, desde las primeras películas de Peter Jackson hasta La pequeña tienda de los horrores (Roger Corman, 1960) o Musical caníbal (Trey Parker, 1993), parodia de los musicales clásicos ambientados en el Oeste. Estrenada dentro de la programación del pasado Festival de Fantasía y Horror de Haapsalu (HÕFF), que está organizado por el mismo equipo que el Black Nights Film Festival de Tallin (PÖFF), recibió los premios como Mejor Película Estonia y el Premio del Público. 

Se trata de una de estas películas que parecen hechas para las sesiones de medianoche de los festivales de cine fantástico, con un público entregado que disfruta todas y cada una de las ocurrencias de comedia gore, participando activamente con aplausos en determinadas escenas. Y el director parece convencido en algunos momentos de conseguir este propósito, porque a veces alarga demasiado algunos gags, como cuando la motosierra atraviesa el estómago (o el culo) de una víctima y provoca temblores al ritmo de la sierra y esputos de sangre de forma exagerada. También es cierto que el sentido del humor es tan básico como necesitan este tipo de historias, con cierta tendencia en este caso a los chistes sexuales, como cuando introduce a la tribu del bukakke o a los gemelos incestuosos Kevin (Henryk Johan Novod) y Pepe (Ra Ragnar Novod). Pero asimismo hay una evidente intención de tomarse en serio determinados aspectos como el estilo de dirección, que en ocasiones consigue una planificación muy cuidada de cine de terror aunque realmente no pretenda provocar sustos, y los números musicales que sirven como monólogos interiores de los personajes, con canciones destacadas como la que interpreta The Killer (Martin Ruus, con la voz en las canciones de Mart Toome), pero también son utilizados para presentar las historias de fondo de los protagonistas, como la de Tom (Karl Ives), el héroe que necesita rescatar a su novia Maria (Laura Niils). Por supuesto, ella utiliza sus propios medios para liberarse porque puede ser tan bestia como cualquiera de los psicópatas que la rodean, pero dentro de la representación femenina de la película también se introduce a una Madre (Rita Rätsepp) que es controladora y abusa psicológicamente de su hijo, The Killer, como un elemento dramático que se pierde entre la casquería y las escenas sangrientas. Chainsaws were singing tiene el mérito de no hacerse nunca demasiado repetitiva, y está por encima de otras muestras del género de comedia de terror como Zombis nazis (Tommy Wirkola, 2009), pero tampoco es especialmente transgresora. Es una película que acaba funcionando de manera diferente para determinados espectadores y estados de ánimo (a veces estamos más receptivos a comedias tontas), pero se aprecia la introducción de personajes como Kobra (Krito Klausson), que parece haber salido de una parodia de las películas bélicas de los ochenta, creando una especie de crossover que termina funcionando bien. Y en su particular empeño en mantener el equilibrio entre la comedia absurda, el musical y el cine de terror de tripas sanguinolentas, al final consigue una mezcla adecuadamente entretenida, aunque carece del ingenio o la originalidad que la pudieran convertir en una película de culto.  

FAQ

Kim Da-min

Corea del Sur 2023 | Sección Oficial | ★☆

Busan '23: Aurora Media Award


Las películas de género fantástico pueden ser un reflejo de ciertas vulnerabilidades de la sociedad, y hemos visto en estas crónicas del Fantasia Festival que algunas películas como Brave citizen (Park Jin-Pyo, 2023) abordan problemáticas como el acoso escolar desde una narrativa de género. Otro de los asuntos preocupantes en relación con los jóvenes y la educación en Corea del Sur es la existencia de un sistema que, primero desde las exigencias de la sociedad y después desde los propios padres, somete a los estudiantes a una presión constante desde que son niños. Lo que se refleja de una manera inteligente en esta película que tiene como protagonista a Dong-chun (Park Na-eun), una niña de la escuela primaria que crea su propio mundo de fantasía para contrarrestar el estrés que le provoca una agenda de actividades extraescolares que es claramente excesiva. Una noche, una botella de vino de arroz comienza a emitir extraños sonidos que funcionan como mensajes que solo puede entender Dong-chun. El conocido como makgeolli es una bebida alcohólica tradicional coreana que se elabora dejando fermentar una mezcla de arroz hervido, trigo y agua. Para la protagonista, las burbujas que se producen durante la fermentación se convierten en mensajes secretos que le encargan tareas para poder introducirse dentro de su propia fantasía. Porque en FAQ (Kim Da-min, 2023), esta niña de once años dotada de gran curiosidad no encuentra en los adultos las respuestas que necesita a sus continuas preguntas (su madre le pasa el testigo al profesor de inglés y su profesor le pasa el testigo a su madre), de manera que necesita descubrir el mundo a través de su propia mirada. La directora debutante Kim Da-min (1995, Corea del Sur) utiliza el recurso de la fantasía interior de la protagonista para introducir temas relevantes como el horario de estudio excesivo al que son sometidos los estudiantes. Corea del Sur está considerado por los informes PISA como uno de los países con un sistema educativo más exitoso, pero a costa de un tiempo dedicado al estudio que llega a alcanzar las 16 horas diarias. Aunque solo hay 7 horas lectivas oficialmente, los estudiantes pasan casi el mismo tiempo estudiando en las bibliotecas, o asistiendo a clases extraescolares.

Las actividades a las que asiste Dong-chun se presentan como un reflejo de los fracasos de los adultos: su madre Hye-jin (Park Hyo-joo) piensa que el esfuerzo vale la pena teniendo en cuenta que ella se vio obligada a dejar los estudios para dedicarse a la crianza de Dong-chun y no pudo retomarlos posteriormente, mientras su tío Yeong-jin (Kim Hee-won, al que hemos visto en la serie Moving (Disney+, 2023-)) dejó un trabajo bien remunerado para llevar una vida nómada, pero a ojos de su familia acabó desperdiciando su talento. De manera que la niña se convierte en la proyección de la incapacidad de su madre y su tío para alcanzar una buena posición en la escala social. Incluso Dong-chun se ha inscrito en clases de farsi, un idioma importante en Oriente Medio y Asia Central, pero muy difícil de aprender, aunque a la niña le sirve para entender lo que quiere comunicarle la botella de makgeolli. La razón por la que puede darle todas las respuestas es por la existencia de esos microorganismos que hacen fermentar el líquido y que llevan en nuestro planeta desde hace miles de años, quizás procedentes de otros mundos. De manera que esta fábula fantástica que no es exactamente una película para niños, se sostiene en la microbiología para explicar el origen y el futuro de nuestra sociedad, a través de los ojos de una niña permanentemente curiosa, pero constantemente solitaria. La película consigue plantear una reflexión sobre el sistema educativo de Corea del Sur, sin rechazarlo de una manera crítica, mientras construye este mundo interior de la protagonista que también está habitado por dos muñecos que recuerdan a los típicos programas infantiles, y que actúan como una especie de conciencia de Dong-chun. Esta representación soleada y colorista de ese mundo contrasta con los interiores en los que se desarrolla la vida de la protagonista, entre su casa, el colegio y las clases extraescolares. Mientras que la descripción de los padres, Hye-jin y Kim Gupa (Kim Ji-hoon) es un reflejo de las familias promedio que colocan todas sus esperanzas en el futuro de sus hijos. El tercer acto introduce directamente una trama de fantasía que no desestabiliza el equilibrio dramático del resto, y proporciona la única manera de escapar a una realidad perturbadora.

The silent planet

Jeffrey St. Jules

Canadá 2024 | Septentrion Shadows | ★☆


Hay varias películas en la programación de Fantasia Festival que utilizan el formato de historias narradas desde la coexistencia de dos únicos personajes, un recurso muy apropiado para elaborar una aproximación psicológica sin distraer la atención con otros elementos. En su última película, el director Jeffrey St. Jules (1977, Canadá), que estrenó su debut Bang bang baby (2014) en el Festival de Toronto, ha creado un entorno de ciencia-ficción para hablar de los entresijos de la memoria y lanzar alguna reflexión sobre las políticas de inmigración en un futuro quizás muy lejano. Al comienzo de la historia, Theodore (Elias Koteas) se encuentra solo en un planeta distante de la Tierra, en el sistema solar Capillian, trabajando como minero, extrayendo rocas extraterrestres para enviarlas a nuestro planeta. Pero pronto se revela que se trata de un prisionero de la colonia penal #384, condenado a una vida rutinaria que está marcada estrictamente por su horario laboral y por una existencia solitaria, solo entretenido con la repetición de una sitcom que parece una representación de su vida anterior, y envuelto en sus propios pensamientos y en los recuerdos de un pasado que a veces se convierten en pesadillas, sobre todo en relación con la razón por la que ha sido hecho prisionero. Con una estructura dividida en cinco partes, la llegada de Niyya (Briana Middleton) le pone en contacto con otro ser humano por primera vez en muchos años. Ella ha sido condenada por terrorismo debido a su resistencia violenta contra los prejuicios hacia los alienígenas de la raza Oieans, quienes la adoptaron cuando era niña. Traicionada por una de sus cómplices cuando preparaba un ataque en la Ciudad 12, ha estado luchando contra la estigmatización de los Oieans, relegados a campos de refugiados en el Mar Negro, en un planeta Tierra que comienza a estar superpoblado, tratando de encontrar otros lugares en el espacio exterior que dispongan del suficiente oxígeno como para ser colonizados. 

Aunque en principio no parecen tener permitido el contacto, y permanecen en barracones alejados el uno del otro, Theodore y Niyya comienzan a trabajar juntos y a intercambiar sus recuerdos. La película introduce al principio un proverbio Oiean que dice: "Puedes escalar solo hasta lo más alto del mundo, pero nunca estarás por encima de ti mismo", una reflexión sobre las limitaciones del ser humano a su propio mundo interior. En realidad, Niyya es una prisionera sustituta de Theodore, que se encuentra gravemente enfermo, después de largo tiempo viviendo en un planeta con poco oxígeno. The silent planet (Jeffrey St. Jules, 2024) hace referencias al cine soviético de ciencia-ficción como Solaris (Andrey Tarkovski, 1972), al introducir pasajes musicales del primer movimiento del Concierto para piano Nº 2 (1900) de Serguéi Rajmáninov, pero también incorporando elementos retro en el diseño de los habitáculos en los que se encuentran los dos personajes. De alguna manera, la película se mueve siempre en un terreno ambiguo en el que no se diferencia lo que es real de lo que se trata de una creación del subconsciente, como una especie de gas alienígena que captura los pensamientos para ir haciendo olvidar al protagonista. Especialmente el personaje de Theodore parece experimentar los efectos de una enfermedad que deteriora sus pensamientos, e incluso se podría interpretar su trayectoria personal como una especie de experiencia extrasensorial. El hecho de que la película mantenga siempre este lugar intermedio entre la realidad y el sueño (el primer título manejado era The sad dreams of earthlings (Los tristes sueños de los terrícolas)) permite que tenga una tonalidad etérea en la que el desierto de TerraNova (Canadá) quizás no termina de ser convincente como otro planeta, pero sí es una buena representación del aislamiento psicológico de los personajes. 

The silent planet a veces cae en diálogos intrascendentes y flashbacks innecesarios, pero consigue crear una tensión creciente en la relación entre los dos personajes, interpretados con suficientes matices por Elias Koteas, al que recientemente hemos visto en la estupenda Janet planet (Annie Baker, 2023), y Briana Middleton, una de las protagonistas de Embaucadores (Sharper) (Benjamin Caron, 2024). Explorando temas como la identidad y la fragilidad de la memoria, los dos personajes se diferencian en la forma en que se enfrentan a los recuerdos: mientras Niyya se mantiene conectada con la imagen de una familia que sufrió una masacre en el campo de refugiados y está empeñada en averiguar qué ocurrió, Theodore prefiere entregarse a su deterioro psicológico como una especie de redención por las decisiones tomadas en su pasado, queriendo olvidar algunos pasajes de su vida anterior, especialmente el asesinato que le llevó a una condena en la colonia penal #384. La película concluye deliberadamente abierta a la interpretación del espectador, lo que aporta una dimensión más compleja a la historia, sin que resulte necesariamente confusa. Por el contrario, aporta ideas interesantes sobre las relaciones humanas en un futuro en el que la convivencia se amplía hacia razas interplanetarias, lo que magnifica los conflictos sociales. 


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Películas mencionadas:

Cielo de medianoche se puede ver en Netflix.
Al interior se puede ver en AMC+, Planet Horror y Prime Video. 
La pequeña tienda de los horrores se puede ver en Classix, Cultpix, Filmin, Plex, Pluto TV y Rakuten.
Solaris se puede ver en Filmin. 
Embaucadores se puede ver en Apple tv+. 


22 julio, 2024

Fantasia '24 - Parte 3: Encajar en la sociedad

A lo largo de las próximas dos semanas, Fantasia Festival ofrece un panorama amplio de más de doscientas películas de género fantástico que en muchos casos son reflejos de las fragilidades de nuestra sociedad. En nuestra nueva crónica, nos centramos en películas que tienen como protagonistas a personajes inadaptados, a los que les resulta difícil encajar dentro de la sociedad, ya sea una mujer introvertida que pierde la memoria tras una experiencia en un bosque, un viudo que se refugia en la bebida y acaba convirtiéndose en el único que puede salvar a la humanidad de las fuerzas demoníacas, un grupo de personas de distinta procedencia que debe sobrevivir a una secta asesina o una banda de criminales de poca monta en el Montreal de los años setenta. 

Kryptic

Kourtney Roy

Canadá 2024 | Septentrion Shadows | ☆☆

SXSW '24: Midnighter


Al comienzo de esta película, la introvertida protagonista Kay (Chloe Pirrie) conduce su coche animándose a sí misma a ser más sociable mientras se dirige al encuentro con el Cedar Springs Women’s Walking Club, un grupo de mujeres senderistas. Es una definición muy clara, quizás demasiado obvia, de la personalidad de un personaje desde cuyo punto de vista vamos a ver toda la historia. En esta excursión por las montañas de Hope, rodada en los espectaculares bosques de Columbia Británica, el guía cuenta a las senderistas la historia de Barb Valentine, una criptozoóloga que desapareció en Krypto Peak mientras perseguía a una criatura bípeda conocida como Sooka, uno de esos animales ocultos, los denominados críptidos, de los que hay leyendas misteriosas pero cuya existencia no ha sido probada. A pesar de sus esfuerzos, Kay no consigue integrarse en el grupo y camina sola por el bosque, llegando a vislumbrar una figura extraña y encontrando una tela roja que cuelga de un árbol. Cuando regresa, comienza a tener problemas para saber quién es, debe revisar su identificación para saber dónde vive y acaba encontrando en los periódicos noticias sobre la desaparición de Barb Valentine, pero con su fotografía. Kay ya no sabe si su amnesia la ha acabado identificando con la criptozoóloga o en realidad ha sido ella todo el tiempo. Haciendo honor a su título, el debut en el largometraje de la fotógrafa Kourtney Roy (1981, Canadá) se mantiene críptico durante todo el tiempo, sin dar demasiadas explicaciones sobre lo que está sucediendo, aunque se despliegan metáforas sobre las inseguridades de una mujer que se distancia de sí misma, cuya casa tiene un aspecto impersonal, y sobre el descubrimiento de una sexualidad más salvaje que refleja un estado de alienación. Hay en esta búsqueda que lleva a Kay a regresar a los bosques de Krypto Peak y tratar de reproducir el viaje que realizó Barb, un cierto surrealismo que parece estar influenciado por el cine de David Lynch, pero también se acerca a los cuentos de exploración de personajes femeninos como Alicia en el país de las maravillas (1865) de Lewis Carroll, e incluso la protagonista llega a vestir una capa roja que remite directamente al cuento de Caperucita Roja de Charles Perrault. 

El guión de Paul Bromley sin embargo acaba construyendo una narración que se pierde en demasiados aspectos misteriosos, a través de la relación de Kay con personajes variados como Sally Antoine (Patti Allan), la dueña de un motel por el que pasó Barbara, la aficionada criptozoóloga Starla Northstar (Pam Kearns) cuya hija Diane (Vera Arthur) también desapareció en el bosque, o la maga alcoholizada que se hace llamar The Amazing Gigi (Jennifer Copping) que le regala una capa brillante con la que, afirma, "siempre me hizo sentir que podía hacer lo que quisiera". Envuelta en esta capa, Kay tiene una experiencia sexual violenta y viscosa, que recuerda al body horror de David Cronenberg. Al adoptar en todo momento el punto de vista de Kay/Barb, la perspectiva de la historia siempre es poco confiable, siendo un personaje que también está rodeado constantemente por el alcohol, en cuya búsqueda no sabemos cuál es la realidad y qué es el producto de sus alucinaciones. Esta transformación del personaje principal y la conexión con una cierta sexualidad primitiva recuerda a veces a La región salvaje (Amat Escalante, 2016), aquella hermosa película sobre una joven que, tras el ataque de una criatura, comienza a experimentar cambios que la conectan con su lado más salvaje. Casi al final de su camino, Kay se encuentra con la particular familia de Johnette (Christina Lewall), una mujer que afirma haber tenido contacto con el Sooka, y que menciona la existencia de un portal temporal en el bosque, pero se identifica especialmente con la alienación familiar que sufre la joven transexual Sasha (Ali Rusu-Tahir). 

Kryptic (Kourtney Roy, 2024) explora también temas relacionados con el abuso a través de la figura de Morgan (Jeff Gladstone), el marido que ha estado esperando el regreso de Barb Valentine y que, cuando encuentra a Kay, que comienza a asumir su nueva identidad dejando atrás la antigua, refleja una relación controladora. Quizás uno de los comentarios en broma que hizo una de las integrantes del grupo de senderismo respecto a la desaparición de Barb, tiene algo de realidad: "Probablemente solo se levantó un día y decidió abandonar a su marido". Aunque en su desarrollo la película no termina de encontrar un camino realmente efectivo, hay que destacar el compromiso de la actriz Chloe Pirrie, a la que hemos visto en series como Gambito de dama (Netflix, 2020) y Por mandato del cielo (Disney+, 2022), con un personaje complejo y psicológicamente enfrentado al trauma y la pérdida de identidad, que finalmente consigue reforzar una historia que se pierde demasiado en su propia estética. 

O velho e a espada

Fábio Powers

Portugal 2024 | Underground | ☆☆


Remitiendo a las historias clásicas medievales, pero sobre todo al cine de terror Z, esta pequeña película portuguesa en la que el director Fábio Powers se ha encargado de buena parte de los aspectos técnicos, incluidos los efectos especiales y el diseño de la espada, comienza con una escena nocturna en un misterioso bosque en el que el guardián de una espada embrujada es atacado por las fuerzas del mal, que recuerdan a aquellas figuras sombreadas de El señor de los anillos (Ralph Bakshi, 1978). Fábio Powers ha crecido admirando películas como Posesión infernal (Sam Raimi, 1981) o Mal gusto (Peter Jackson, 1987), dos referencias que están presentes en esta producción de muy bajo presupuesto que sin embargo consigue recuperar cierto tono de esos cuentos clásicos de espada y brujería que forman parte de la memoria colectiva de los aficionados al cine fantástico, pero aportando una mirada irónica y un sentido del humor que destaca en algunas escenas como la reunión del cónclave de una secta. El personaje principal es António da Luz, quien se interpreta a sí mismo, un viejo amigo del director que soñaba con ser protagonista de una película, algo que finalmente pudo cumplir. Rodada en 2019, O velho e a espada (Fábio Powers, 2024) se ha ido completando a lo largo de estos años como un trabajo personal, que sin embargo no pudo concluirse del todo debido al fallecimiento en 2022 de António da Luz, a quien está dedicada la película. Él es un obrero de la construcción viudo que se emborracha diariamente en el bar de un pequeño pueblo de Castelo Branco y una noche se encuentra poseído por una espada embrujada y convertido en la única salvación de la humanidad, destinado a impedir que se produzca el apocalipsis que abra el séptimo círculo del infierno, con la ayuda de una espada que tiene la voz de João Loy, un conocido actor de doblaje portugués, que también interpretó un personaje secundario en el popular culebrón Jardins proibidos (TVI, 2014-2015). 

A lo largo de su cruzada en mitad de los bosques de Castelo Branco, António se cruza con personajes singulares como el párroco del pueblo, demonios voladores, una secta misteriosa que no paga el recibo de la luz, un ventrílocuo, una señora entrometida, y hasta se le aparece el escritor Fernando Pessoa (Luís Aleluia). La película reemplaza su falta de presupuesto con suficiente ingenio a la hora de representar con ironía una historia de héroes y maldiciones, con influencias reconocidas de títulos recientes de Troma Films como Mutant blast (Fernando Alle, 2018), aunque mucho menos gore. Pero también con la personalidad de su protagonista, António da Luz, que se convierte en un personaje entrañable, superado por las circunstancias en un mundo apocalíptico que ni siquiera le importa mucho. El director describe O velho e a espada como una historia autobiográfica del protagonista, y el carácter metafórico de la película, al margen de sus aciertos con el ritmo o sus escasas pretensiones, es lo que sobresale principalmente. El camino que sigue António representa un trayecto marcado por la soledad, refugiándose en la bebida, un trabajador que se enfrenta a algunas cuestiones relevantes como la fe y las nuevas tecnologías, en una divertida escena en la que los móviles se presentan como objetos embrujados que absorben el alma de las personas. Más allá de su carácter amateur, esta historia es una hermosa representación de la capacidad que tiene el cine para sanar emocional y psicológicamente, convirtiendo una historia sencilla y algo ridícula en una forma afectuosa de acabar cumpliendo el sueño de su protagonista. De hecho, hay una introducción de la narrativa metalingüística en la que parte del equipo de rodaje discute sobre si se están aprovechando demasiado de la desinteresada participación del actor, lo cual aporta también una lectura irónica sobre el cine y sus formas de intromisión. Pero con su corta duración de una hora y su despreocupado reflejo de los cuentos de brujería, O velho e a espada también es una película disfrutable y entretenida, y un homenaje extravagante al cine fantástico de bajo presupuesto. 

Mash Ville

Hwang Wook

Corea del Sur 2023 | Cheval Noir | ☆☆☆


Autodefinida como "un western oriental de acción", la última película del director de Dog eat dog (Hwang Wook, 2015) tiene una premisa atractiva que acaba desarrollándose de forma caótica y con escasos resultados positivos en su pretendido humor absurdo. Durante la primera media hora, hasta que el espectador se acomoda a la introducción de personajes caricaturescos, barbas postizas, colores brillantes que aporta la fotografía de Kang Hyun-gyu, en la que predominan los amarillos verdosos del desierto como si fuera Asteroid City (Wes Anderson, 2023), y una narración que va alternando diferentes tramas que acaban confluyendo en una sola, la expectación es destacable en torno a cómo se va a desarrollar la historia. Por un lado, un vendedor de alcohol ilegal descubre que algunas personas están muriendo en un pequeño pueblo tras consumir su bebida, por lo que trata de recuperar junto a sus dos hermanos el licor que se ha distribuido por la zona. Pero coinciden con dos miembros de una secta que han comenzado a asesinar indiscriminadamente para tratar de llevar a cabo un extraño rito en el que tiene especial importancia la fecha de nacimiento de los muertos. Con sus escopetas, primero disparan y después preguntan, sembrando el caos y obligando a luchar por su supervivencia a sus habitantes y algunos foráneos que han llegado por casualidad, como los miembros de un equipo de efectos especiales de una película que se está rodando cerca. De manera que Mash ville (Hwang Wook, 2024) despliega a un grupo de personajes de diferente procedencia en mitad de un campo de batalla, sin que la mayor parte de ellos sepa realmente lo que está sucediendo. Quizás el título al que más fácilmente puede recordar por su estética es esa película de culto en que se ha convertido con los años El bueno, el malo y el raro (Kim Jee-woon, 2008), pero ésta no tiene el ritmo ni la inventiva de aquella, ni proporciona los niveles de diversión que desplegaba. Por el contrario, se trata de una sucesión de escenas humorísticas que juegan con el absurdo de las situaciones a través de unas interpretaciones muy exageradas (y los coreanos cuando son exagerados pueden llegar a niveles estratosféricos) en la que todos parecen pasárselo bien, excepto el espectador. 

El director Hwang Wook ha mostrado su interés por diversos géneros en sus anteriores películas: desde el thriller en Dog eat dog (2015) hasta el drama musical en Live hard (2020), y parece evidente que tiene capacidad para construir una historia que incorpora una buena cantidad de situaciones extravagantes. Hay un manejo de la cámara solvente en algunas escenas de acción, especialmente las que acompañan a los dos asesinos seguidores de una secta, bien siendo ellos los perseguidores o convirtiéndose en los perseguidos, pero en realidad nunca llega a ser demasiado relevante la trama que desarrolla esta historia. Mash ville acaba siendo una película frustrante y decepcionante porque tiene posibilidades de ser una buena diversión pero acaba absorbida por la propia irrelevancia de su propuesta y la escasa capacidad de seducción de su desarrollo.  

The rubber gun

Allan Moyle

Canadá 1977 | Fantasia Retro | ★☆

Genie Awards '80: Nominado Actor principal, Guión original


Entre los títulos clásicos que el festival recupera como parte de sus secciones retrospectivas, se pueden encontrar algunas obras sorprendentes y desconocidas fuera del territorio canadiense, como esta película casi experimental de 1977 que refleja los bajos fondos de Montreal y que tiene conexiones con el cine de David Cronenberg a través de dos de sus responsables: el actor Stephen Lack, que escribió el guión e interpreta a uno de los personajes principales, protagonizó Scanners (1981), unos años más tarde, y el director Allan Moyle había participado como actor en la película Rabia (1977). La frase promocional de su estreno comercial es significativa: "Los chicos con los que tu madre nunca te dejaría jugar", presentando a los componentes de un grupo de aspirantes a artistas que se recrean en sus adicciones a las drogas y se dedican al contrabando para sobrevivir. Se trata de una particular familia liderada por Steve (Stephen Lack), un tipo carismático y vitalista que convive con Pam (Pam Holmes-Robert), la madre frustrada de una niña de tres años, Rainbow (Rainbow Robert), que protagoniza algunas de las escenas más divertidas de la película. Ella también es la hija de Pierre (Pierre Robert), un hombre bisexual adicto a la heroína que se dedica al contrabando pero es sobornado por la policía con más droga para sacarle información sobre las actividades ilegales de Steve. Y también está Peter (Peter Brawley), un joven que aspira a hacerse con el liderazgo a través de un plan para robar una maleta con gran cantidad de heroína de un casillero en la consigna de la estación de tren Windsor, que Steve piensa que puede ser una trampa de la policía. Aunque esta particular familia se haya introducido en la venta de drogas, de alguna manera representan a inadaptados que solo encuentran esta forma de supervivencia, y a pesar de mostrar a una niña creciendo en este ambiente de trapicheos ilegales, hay un cierto sentido de estabilidad dentro de un entorno familiar, con Steve ofreciéndole la dedicación paternal que no le da su propio padre, Pierre. Steve incorpora a la familia a Bozo (Allan Moyle), un joven estudiante de la Universidad McGill que se siente tan fascinado por este ambiente que decide escribir su tesis doctoral sobre sociología centrándose en ellos. 

En cierto modo, The rubber gun (Allan Moyle) se puede considerar como una especie de secuela de Montreal Main (Frank Vitale, 1974), otra película que giraba en torno a una comunidad artística en la que los actores interpretaban a personajes con sus propios nombres. De manera que Stephen Lack y Allan Moyle recuperan sus papeles para construir una historia diferente que, sin embargo, tiene muchos elementos de aquella, como un guión en el que los diálogos no están claramente definidos, sino abiertos a la improvisación, e incluso los personajes son una representación de los propios intérpretes. The rubber gun fue rodada con poco presupuesto, al negarse las instituciones canadienses a financiar este tipo de historias, y tiene más interés en elaborar escenas con diálogos en las que los actores improvisan aportando naturalidad y tratando temas que en general hablan sobre la forma de encajar en la sociedad y las relaciones familiares. En una escena, Steve menciona cómo sus padres tienen una mentalidad conservadora y no saben nada de sus "negocios", pero les visita todas las semanas. Hay algunas interpretaciones que sobresalen, especialmente Stephen Lack (1946, Canadá), que incorpora con habilidad a este criminal que tiene una seductora capacidad para provocar fascinación, pero que comienza a tener dudas sobre el estilo de vida que ha elegido, centrándose cada vez más en su faceta artística como pintor. Mientras el trabajo de dirección de Allan Moyle (1947, Canadá) deja tiempo a la improvisación dejándose influenciar por autores como John Cassavetes o Paul Morrissey. The rubber gun es una película de su tiempo, que refleja unos años setenta tan caóticos como la estructura de esta historia, pero que tiene un espíritu cautivador que recuerda a un estilo de hacer cine que se despreocupaba de las reglas narrativas tradicionales. La película pasó por el Festival de Locarno y fue nominada a los Premios Genie canadienses en la edición de 1980, cuando finalmente tuvo un estreno comercial, en las categorías de Mejor Guión y Actor Principal. Otro de los aspectos interesantes es una banda sonora que contenía exclusivamente canciones extraídas del álbum The humours of (1976, Aquarius Records), del cantante Lewis Furey (1949, Canadá), con composiciones que se movían siempre dentro de una marcada ambigüedad sexual como "Top ten sexes". Lewis Furey acabaría años después co-escribiendo junto a Leonard Cohen el guión del olvidado musical Night magic (Lewis Furey, 1984). 


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Películas mencionadas:

La región salvaje,
 El bueno, el malo y el raro y Rabia se pueden ver en Filmin.
Posesión infernal se puede ver en Movistar+.
Asteroid City se puede ver en SkyShowtime.
Scanners se puede ver en Acontra+ y Filmin. 


21 julio, 2024

Fantasia '24 - Parte 2: Mundos extraños

Aunque el año pasado ofrecimos algunos apuntes de títulos que se pudieron ver en Fantasia Festival '23, en esta ocasión nos acercamos por primera vez de una forma más extensa al que posiblemente es el festival de cine fantástico más importante de Norteamérica, cuyo comienzo tiene lugar justo después de la celebración del Bucheon Fantastic Film Festival en Corea del Sur, otras de las citas importantes para el género. Durante el resto del mes de julio nos acercaremos a los títulos más destacados de la selección realizada por Fantasia Festival, que se celebra entre el 18 de julio y el 4 de agosto, desplegando una amplia programación de estrenos mundiales y canadienses que ofrecen una perspectiva relevante en torno al género fantástico, en su más amplio significado, como iremos viendo. Comenzamos con algunas películas que construyen mundos extraños, espacios de fantasía que hablan del aislamiento y de distopías post apocalípticas, pero también nos acercamos a la mirada personal de colectivos poco representados dentro del género y la problemática del acoso escolar precisamente en un país como Corea del Sur. 

Animalia Paradoxa

Niles Atallah

Chile 2024 | Animation Plus | ★☆

IFFR '24: Harbour


La animalia paradoxa es una nomenclatura utilizada por el botánico Carl Linnaeus (1070-1778, Suecia) para su clasificación de las especies animales que recopiló en el libro Systema Naturæ (1735). Bajo el encabezado "Paradoxa" se describían diez animales mitológicos o mágicos como la hidra, la rana-piscis o el monoceros, criaturas fantásticas encontradas en bestiarios medievales. Tomando como referencia estas descripciones, el cineasta norteamericano-chileno Niles Atallah (1978, Estados Unidos) construye un mundo post-apocalíptico en el que han sobrevivido diferentes criaturas a una destrucción que no sabemos si se ha producido por un desastre ecológico, una crisis económica, una guerra, por el fanatismo religioso o todo al mismo tiempo, aunque se escuchan algunas referencias al Apocalipsis de la Biblia. Esta extinción ya había sido explorada por el director recientemente en su cortometraje Vitanuova (Niles Atallah, 2023), como si estuviera interesado últimamente por retratar futuros que ya son pasados. La fábula, que también tiene referencias a La sirenita (1837, Ed. Edelvives) presenta a una criatura anfibia de forma humana denominada Animalia (Andrea Gómez) que deambula por las ruinas intercambiando objetos para conseguir el agua que necesita para su subsistencia, tratando de alcanzar un mar imaginario en el que pueda encontrar el entorno adecuado para vivir. En mitad de esta búsqueda del personaje, el director introduce fragmentos de video en blanco y negro que remiten a ese mundo que se ha enfrentado a fenómenos meteorológicos extremos y a guerras que han ido construyendo su propia destrucción. Sin apenas diálogos, Animalia Paradoxa (Niles Atallah, 2024), que tuvo su estreno mundial en el Festival de Rotterdam, abunda en la exploración del lenguaje cinematográfico que el director defiende como una forma de narración (y un sistema de producción) que no tiene por qué seguir la estructura tradicional, sino encontrar su propio camino. Aunque especialmente esta película tiene algunos referentes cinematográficos claros como Fausto (Jan Švankmajer, 1994), con la que comparte ese estilo visual que mezcla imagen real con animación stop-motion, y ese concepto de fábula que comienza y termina con un telón.  

La necesidad de encontrar su propia forma de creación llevó a Niles Atallah a fundar junto a Joaquín Cociña y Cristóbal León la productora Diluvio para llevar a cabo proyectos desde una perspectiva personal fuera de los caminos de la industria cinematográfica tradicional, que ha dado como resultado películas como Rey (Niles Atallah, 2017), premiada en Rotterdam , y La casa lobo (Joaquín Cociña, Cristóbal León, 2018), que consiguió el principal galardón en el Festival de Annecy. En medio de esta atmósfera de ruinas parecen haber sobrevivido las criaturas más extrañas que también remiten a la magia y el esoterismo, con una referencia visual directa al escritor Aleister Crowley, conocido por sus influencias ocultistas y alquimistas, como si este mundo renacido necesitara creer en elementos místicos y en sortilegios para entenderse a sí mismo. Hay un trabajo extraordinario en la construcción de este escenario interior por el que deambula Animalia, que se mueve con la sutileza de una intérprete de danza, caminando entre suelo y techo. La película construye su propio lenguaje que es tanto animación como imagen real, circo y danza, fábula y distopía, sugiriendo que de la destrucción siempre surge algo nuevo, pero sobre todo, diferente. Aunque adopta una cierta perspectiva pesimista, como si el mundo no pudiera deshacerse de las supercherías, las proclamas y los engaños como una forma de subsistencia que está por encima de la convivencia. La última parte, cuando la Ordácula (Rocío Hormazábal) trata de convencer a Animalia de que tome una decisión que la alejará de su objetivo, adquiere una tonalidad onírica que refleja la fragilidad de este nuevo mundo, tomando las formas de una representación teatral en un escenario vacío. Animalia Paradoxa se alimenta de la construcción de este entorno imaginario con elementos de la ciencia-ficción, los cuentos de hadas y la imaginería bestiaria, creando una experiencia singular y absorbente, pero también una reflexiva consideración sobre el futuro de un mundo que estamos sometiendo a tantos impactos. Es, al mismo tiempo, una obra cinematográfica muy referencial, que puede recordar a conceptos tratados por cineastas como los hermanos Quay y el citado Jan Švankmajer, pero también profundamente novedosa en su capacidad de estar abierta a diferentes formas de representar y narrar una historia. 

Adrianne & the castle

Shannon Walsh

Canadá 2024 | Documentaries from the Edge | ★☆

SXSW '24: International Documentaries

Hot Docs '24: Canadian Documentaries


Si el mundo de fantasía tiene una representación clara en la programación del festival es en este trabajo de no ficción creativo que proviene de una de las directoras más reconocidas de su país, Shannon Walsh (1976, Canadá), quien ha conseguido repercusión internacional con películas como Illusions of control (2019) o The gig is up (2021). En este caso se adentra en un relato híbrido que está entre una historia de amor, un cuento de hadas y un musical, pero con ramificaciones psicológicas en torno a los sacrificios que exige el amor incondicional y el duelo por la pérdida del ser querido. Todo eso, y algunas cosas más, es Adrianne & the castle (Shannon Walsh, 2024), que destacó como uno de los documentales más relevantes en los festivales SXSW y Hot Docs. El protagonista principal es Alan St. George, quien recuerda con emoción los treinta años que pudo vivir con su pareja Adrianne Blue Wakefield St. George, una mujer vitalista, amante de los musicales y de Gran Hermano, para la que convirtió su residencia en Illinois, una casa de principios del siglo XX, en una especie de castillo para que ella pudiera desplegar toda su creatividad a través de una decoración suntuosa, reflejo de una personalidad desbordante y una alegría contagiosa. El castillo de Havencrest, como lo llamaron, está sobrecargado de pinturas, esculturas, vidrieras y retratos, todo ello creado por Alan St. George, un hombre de 52 años, fundador de una empresa de mascotas y talentoso artista. En su apogeo, la propiedad albergó fiestas y actuaciones, así como producciones musicales protagonizadas por la glamurosa Adrianne. Pero su fallecimiento en 2006 dejó a Alan viviendo en solitario dentro de ese castillo de cuento de hadas cuya magia rompió la aparición de una enfermedad que le arrebató al amor de su vida. Y desde entonces, el castillo de Havencrest se promociona como una especie de atracción turística de temporada en Illinois, en la que se muestran la colección de vestidos y pelucas voluminosas de Adrianne.

La relación que mantuvo la pareja durante tres décadas estaba rodeada de una cierta elegancia kitsch que la directora transmite a través de una textura onírica en los videos caseros que grabaron, pero también sobrellevó el aislamiento de Alan y Adrianne en su propio mundo de fantasía y la ruptura absoluta con sus respectivas familias, aunque no se entra en demasiados detalles sobre las causas, lo que deja algo de frustración en el espectador. Pero principalmente refleja el carácter absorbente y dependiente de la relación que construyeron entre ambos, que también se apunta a través de los ensayos para una representación teatral en la que dos actores interpretan el momento en que se conocieron, que captura la timidez y la persistencia de Alan frente a la seguridad y la exuberancia de Adrianne. "Tú tienes tu arte, pero yo soy el arte", cuenta Alan que solía decirle ella. La película sin embargo no se construye como una mirada al pasado sino que se desarrolla a partir del presente, en una creación metalingüística en la que vemos a Alan participando en la propia reconstrucción de su vida, leyendo un texto en la sala de grabación que podría haber sido utilizado como una narración en off tradicional. Pero el guión de Shannon Walsh y Laurel Sprengermeyer evita los lugares comunes mostrando su elaboración, como cuando la representación teatral es observada por Alan, quien interviene para dar algunos apuntes a los actores. La propia película se revela a través de su propio proceso de ejecución, en este sentido. Y a partir de esta mirada desde el presente se aborda uno de los principales temas de la historia: el duelo. 

Porque Adrianne & the castle es también una historia sobre cómo sobrellevar la pérdida de alguien que ha sido tan importante en la vida de Alan, y con la que se ha construido una fantasía que en realidad ha acabado aislándole de la realidad. Él mismo cuenta que uno de los momentos más extraños que experimentó fue cuando tuvo que "salir de la burbuja y enfrentar el mundo real", como la cotidiana tarea de ir él mismo a un supermercado, y la película le muestra paseando por el aeropuerto con su castillo a cuestas, una secuencia surrealista ideada por el propio Alan, quien también creó el disfraz en forma de Havencrest que lleva puesto. El sentimiento de pérdida es definido por Alan St. George diciendo que "el duelo es una enfermedad, pero está conectado con el amor", y a veces no puede evitar emocionarse cuando se enfrenta a sus recuerdos o cuando ve la figura de Adrianne representada en la dramatización teatral. El hecho de que la película esté construida como una mezcla de fantasía y realidad es significativo, porque precisamente algunos de los relatos de Alan pueden ser creíbles o no, teniendo en cuenta que vive aislado y rodeado de reproducciones de fantasía. Como cuando afirma que tras la muerte de Adrianne se sintió identificado con el protagonista del relato corto de Washington Irving Rip Van Winkle (1818, Ed. Nórdica Libros). En el cuento, el personaje se queda dormido a la sombra de un árbol y despierta veinte años después, comprobando que el mundo se ha transformado por completo. 

Carnage for Christmas

Alice Maio Mackay

Australia 2024 | Underground | ☆☆

Frameline '24: Narrative Feature


La prolífica carrera de la directora Alice Maio Mackay (2004, Australia) la ha llevado a dirigir cinco largometrajes en los últimos tres años, el último de los cuales se presenta en Fantasia Festival tras pasar por otros encuentros cinematográficos como Salem Horror Fest y Frameline. Influida por la estética de Buffy, la cazavampiros (Frank Rubel Kuzui, 1992), más la película que la serie, la joven directora ha ido explorando diversos subgéneros del terror, utilizándolos para abordar temas como la homofobia y la transfobia con protagonistas que trascienden la representación heteronormativa para crear una realidad más diversa, y de camino ofrece un espectáculo entretenido que se deja influenciar por algunos referentes clásicos del género, sobre todo de los años setenta. Carnage for Christmas (Alice Maio Mackay, 2024) tiene uno especialmente claro, de forma que se plantea como una especie de versión trans de Navidades negras (Bob Clark, 1974) y sus remakes, con una protagonista que se refleja en la investigadora Nancy Drew, un personaje que protagonizó algunas películas en los años treinta pero que en este caso es tomada como referente sobre todo a partir de la serie de televisión The Hardy Boys/Nancy Drew mysteries (ABC, 1977-1979). La película comienza con Lola (Jeremy Moineau) contando una leyenda urbana en el último episodio de su pódcast antes de las vacaciones navideñas: la historia de un hombre que repartía juguetes entre los niños vestido de Papá Noel hasta que experimentó un hecho traumático que le llevó a ser conocido como The Toymaker (El fabricante de juguetes). Lola tuvo su propia experiencia como superviviente de sus crímenes, lo que la llevó a convertirse en podcaster true crime, investigando casos en los que la policía no muestra interés. Después de dieciséis años de ausencia, y tras haber realizado la transición de género, Lola regresa por Navidad a su lugar de nacimiento, la pequeña ciudad de Purdan, en un momento en el que parece estar actuando un imitador de The Toymaker que siembra de nuevo sus calles de asesinatos sangrientos, y algunos bastante crueles. El espíritu "Nancy Drew" de Lola la lleva a implicarse directamente en la investigación, ante las reticencias y una evidente transfobia de las autoridades locales. 

Estamos ante un slasher de manual, dentro del subgénero de terror navideño, que la directora australiana envuelve en su característico estilo de colores saturados que ofrecen una visión casi onírica de la realidad. Y también es la película más sangrienta de su filmografía, aunque sin recrearse especialmente en los asesinatos, que muestra principalmente a través de una edición fragmentada, con algunos destellos psicodélicos, que aporta la editora Vera Drew (1989, Illinois), conocida sobre todo como directora y protagonista de The people's Joker (2022), una incursión en la identidad de género enfrentándose a un cruzado fascista. Solo hay uno o dos asesinatos en los que la cámara permanece más estática, por la relevancia que tienen dentro de la historia. Si bien en el caso de Carnage for Christmas los temas de género no son la parte central de la película, están muy presentes no solo por el protagonismo de la actriz Jeremy Moineau, cuya presencia destaca entre un reparto que ofrece interpretaciones algo irregulares, sino por el bagaje personal que incorpora Lola. En las primeras escenas de la película, cuando ella está relatando la historia de The Toymaker conectada con su propia infancia, Alice Maio Mackay recurre a la animación para representarla, lo que no solo ofrece una separación del presente con el pasado, sino que establece una distancia formal respecto a la etapa pre-transición del personaje. A lo largo de la película hay algunos apuntes de fobias de género que se muestran de manera sutil, incluso dentro de la comunidad LGBTQI+, como cuando la novia de su hermana hace una afirmación significativa: "Yo no soy transfóbica pero...". Lola sin embargo está acostumbrada a batallar con los demonios del rechazo y a transgredir la heteronormatividad que también representa el asesino (las víctimas son principalmente femeninas). 

Pero al margen de estas lecturas de identidad de género, Carnage for Christmas es una película muy entretenida que se beneficia de su corta duración y que tiene las suficientes dosis de sangre y algo de casquería, sin ser especialmente gore. Para los amantes del género, además hace continuos homenajes al cine underground, con apariciones especiales de Betsey Brown, protagonista de All jacked up and full of worms (Alex Phillips, 2022) y Zelda Adams, directora y actriz de Hellbender (John Adams, Zelda Adams, Toby Poser, 2021) y Where the devil roams (John Adams, Zelda Adams, Toby Poser, 2023), además de contar con la colaboración de Vera Drew en el montaje y los efectos especiales. Como suele ocurrir en el cine de Alice Maio Mackay esta última película ofrece una incursión muy personal dentro del género fantástico y de horror, aunque ella misma se resiste a calificarla como una historia de terror, sino más bien como un relato que conecta mejor con los clásicos del misterio policíaco. 

Brave citizen

Park Jin-Pyo

Corea del Sur 2023 | Sección Oficial | ☆☆


El acoso escolar es uno de los problemas más graves que afronta Corea del Sur como sociedad, con un incremento preocupante el año pasado. El acoso verbal representó el 42% de toda la violencia escolar en 2023, aumentando de un 10,7% a un 13,3% los casos de violencia física. El gobierno coreano decidió adoptar medidas más directas en contra del bullying, especialmente cuando surgió la polémica sobre las acusaciones contra el hijo de un funcionario del Ministerio de Educación. El acoso, de hecho, es una representación del sexismo y las diferencias sociales, porque la mayor parte de las víctimas son mujeres o jóvenes de familias con bajos recursos económicos. Otra de las controversias surgidas en los últimos años es la proliferación de acusaciones de violencia escolar a través de las redes sociales contra celebridades del deporte y el cine. La actriz Jeon Jong-seo, una de las protagonistas de la película Burning (Lee Chang-dong, 2018), fue acusada por parte de compañeros de la escuela secundaria, mientras que Song Ha-yoon, que protagonizó la serie Cásate con mi esposo (Prime Video, 2024) tuvo que reconocer que fue trasladada de escuela por violencia escolar y Ji Soo, uno de los actores de la serie When I was the most beautiful (Kocowa, 2021) publicó una disculpa en redes sociales después de que se descubriera que había sido un acosador en el instituto. La serie La gloria (Netflix, 2022-) abordó el tema y se convirtió en uno de los grandes éxitos recientes de los k-drama, contando la historia de una mujer que decide vengarse de quienes habían sido sus acosadores en el instituto, mientras que The king of pigs (TVING, 2022), inédita en España, contaba la historia de un asesino en serie que ha decidido matar a quienes le acosaron en su juventud. Da la impresión de que el tratamiento del problema en el cine y la televisión tiene el mismo enfoque que el del gobierno coreano a la hora de afrontar el problema: castigar duramente a los agresores. Algo que la comunidad docente ha criticado, afirmando que deberían desarrollarse políticas educativas para evitar que existan estas agresiones, no solo castigarlas cuando ya se han producido. 

La película Brave citizen (Park Jin-Pyo, 2023) abunda en este tratamiento una vez más. Basada en el webtoon Brave Citizen (Naver, 2014-2016), tiene como protagonista a la profesora sustituta de educación cívica So Si-min (Shin Hye-sun), quien comienza a trabajar en un instituto con la esperanza de convertirse en maestra a tiempo completo. Su pasado está marcado por una carrera frustrada en combates profesionales de artes marciales, una circunstancia muy conveniente que acabará teniendo protagonismo en el desarrollo de una historia de concepto sencillo. Cuando comienza a dar clases en el instituto se percata de que el alumno Han Soo-gang (Lee Joon-young) tiene atemorizados tanto a los estudiantes como a los profesores, utilizando el privilegio que le proporciona estar respaldado por una familia influyente: su padre es un conocido fiscal, su madre es abogada y su tío un oficial de la policía. De manera que lleva a cabo con impunidad todo tipo de acosos de violencia verbal y física que el director muestra recreándose en el carácter malvado del acosador, pero sin desarrollar demasiado su personaje. Una de sus víctimas es una anciana que vende en la calle gimbaps (rollos de arroz envueltos en alga nori pero sin pescado), cuyo nieto Go Jin-Hyung (Park Jeong-Woo) acaba convirtiéndose en el nuevo objeto de las prácticas abusivas del grupo que encabeza Han Soo-gang. La interpretación del joven actor refleja con precisión la impotencia y el trauma que sufren las víctimas de acoso, y es uno de los elementos más interesantes de la película. El consejo principal que recibe So Si-min de sus compañeros de trabajo es que no intervenga cuando se produzca algún tipo de acoso y que deje a los alumnos "resolver sus propios problemas". Sobre todo porque Han Soo-gang puede conseguir que nunca más vuelva a trabajar como profesora. 

Evidentemente, a ella le resulta imposible no involucrarse en la violencia escolar, pero decide cubrirse el rostro con una máscara para poder actuar contra la banda de acosadores. Básicamente, lo que plantea el director Park Jin-Pyo (1966, Corea del Sur) es que la violencia escolar solo se arregla con más violencia, lo que resulta muy discutible como mensaje tratándose de un tema tan relevante. Y el hecho de que sea una profesora la que acabe peleando con un alumno no hace más que agravar el planteamiento de la película. Pero Brave citizen, tratándose de una historia bastante previsible sobre una heroína que salva a las víctimas de su acosador después de tratar de mantenerse al margen, funciona con suficiente solvencia. Las escenas de lucha están coreografiadas por Heo Myeong-haeng (1979, Corea del Sur), un reconocido especialista en secuencias de acción que ha acabado dirigiendo este año dos películas: Cazadores en tierra inhóspita (2024) y Fuerza bruta: Castigo (2024), tercera entrega de la exitosa The roundup (Fuerza bruta) (Lee Sang-yong, 2022). Y realmente son muy contundentes, especialmente en el enfrentamiento final, en el que una profesora castiga duramente a un alumno ante los aplausos del resto de la escuela. Las casi dos horas que dura Brave citizen permiten al director contar la historia con suficiente desarrollo, aunque descuida algunos personajes principales, pero nunca se siente demasiado alargada. Aunque el tratamiento del acoso escolar puede ser discutible, a veces plantea reflexiones interesantes, como cuando muestra que los componentes de la banda de acosadores lo son principalmente porque no quieren convertirse ellos mismos en víctimas, en una especie de círculo vicioso de violencia que genera más violencia. 

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Películas mencionadas:

La casa lobo
Navidades negras y Burning se pueden ver en Filmin.
Buffy, la cazavampiros se puede ver en Disney+. 
All jacked up and full of worms se puede ver en Shadowz.
Cazadores en tierra inhóspita se puede ver en Netflix.