Nuestra crónica mensual dedicada a las series que más han destacado en las últimas semanas se publica en medio de la llamada Semana Geeked de Netflix, un evento virtual y gratuito en el que la plataforma anuncia las producciones más relevantes durante cinco días monográficos que básicamente consisten en una presentación bastante boba de los trailers de sus próximos estrenos. Entre los anunciados, sobresalen Wednesday (Netflix, 2022-), una serie dirigida por Tim Burton que convierte en protagonista al personaje de la Familia Addams; Cabinet of curiosities (Netflix, 2022-) de Guillermo del Toro; The Midnight Club (Netflix, 2022-) de Mike Flanagan, que también tiene previsto el estreno de la adaptación de La caída de la casa Usher (Netflix, 2022-); 1899 (Netflix, 2022-) la nueva serie de los creadores de Dark (Netflix, 2017-2020) o Resident evil (Netflix, 2022-), que llega el 24 de julio; y por supuesto el esperado estreno de Sandman (Netflix, 2022-), que se anuncia para el 5 de agosto. En realidad, el especial de series se ha limitado a anunciar aquellas que se engloban dentro del género de ciencia-ficción.
Esta semana se han entregado los prestigiosos Peabody Awards, unos galardones que están enfocados al entretenimiento con ramificaciones sociales en los Estados Unidos, en categorías informativas como podcasts y radio, así como en espacios de entretenimiento. En la categoría de documental se ha premiado a las series Cómo la cocina afroamericana transformó Estados Unidos (Netflix, 2021-), Philly D.A. (PBS, 2021), y Exterminad a todos los salvajes (HBO Max, 2021), así como los largometrajes Me llamo Pauli Murray (Prime Video, 2021), In the same breath (HBO Max, 2021), Mayor (David Osit, 2020) y Ausencia de verdad (Filmin, 2020). Como series de entretenimiento se ha galardonado a las comedias Reservation dogs (Disney+, 2021-), Hacks (HBO Max, 2021-), Más o menos (Movistar+, 2021-) y We are lady parts (Peacock, 2021-); así como a las miniseries dramáticas El ferrocarril subterráneo (Prime Video, 2021), Dopesick (Disney+, 2022), y el decepcionante reboot de Aquellos maravillosos años (Disney+, 2021-). Finalmente, en la categoría de Artes, se ha otorgado un premio al documental ganador del Oscar, el imprescindible Summer of soul (Disney+, 2021).
En este mes de reivindicación LGBTIQ+ hay que mencionar también la entrega de los Queerties 2022, los premios a la cultura queer que este año celebra su décimo aniversario y cuya ceremonia se puede visionar en Revry, la plataforma norteamericana de contenido LGBTIQ+ que es gratuita, incluyendo publicidad dentro de sus emisiones, aunque solo tiene contenido en inglés. El Queer Award a la Mejor Serie ha sido para Pose (HBO Max, 2018-2021), cuyos derechos de transmisión recupera Disney+ a partir del 22 de junio, con el estreno de la serie completa, que podrá seguir viéndose a través de HBO Max. Es la plataforma lógica teniendo en cuenta que se trata de una producción de FX Networks, que pertenece a The Walt Disney Company. La mejor interpretación, que no distingue géneros, ha reconocido al actor Murray Bartlett por su trabajo como el gerente del hotel en la comedia The white lotus (HBO Max, 2021-), que estrena este año su segunda temporada. Como Personaje Innovador se ha premiado a Ryan O'Connell como guionista, productor y protagonista de la serie Special (Netflix, 2021-) y del reboot de la clásica Queer as folk (Peacock, 2022-) que se estrena esta misma semana en Estados Unidos y llegará a España el 31 de julio a través de la plataforma Starzplay. En la categoría de Mejor Pareja Romántica en la Pantalla el Queer Award ha sido para la pareja formada por David (Dan Levy) y Patrick (Noah Reid) en la serie Schitt's Creek (CBC, 2018-2020), que hasta hace poco estaba en el catálogo de Movistar+, pero a partir del 28 de junio se podrá ver en la plataforma HBO Max. Mientras tanto, estas son las series más destacadas que se han estrenado entre abril y mayo.
Los siguientes comentarios se basan exclusivamente en el visionado de las temporadas completas de las series mencionadas y pueden contener información relevante sobre sus argumentos.
This is us (Temp. 6 y Final) **** NBC, 4 de enero-24 de mayo
Creada por Dan Fogelman
Dirigida por Ken Olin, Kay Oyegun, Jon Huertas, Jessica Yu, Chris Sullivan, Kevin Hooks, Glenn Steelman, Milo Ventimiglia, Mandy Moore, Justin Hartley, Chris Koch, James Takata, Yasu Tanida, Zetna Fuentes
Posiblemente se ha ganado el calificativo de serie lacrimógena por derecho propio, pero las seis temporadas de This is us han aportado aspectos más profundos sobre la familia y las difíciles interacciones entre sus miembros, pero sobre todo sobre la influencia del pasado en el presente, una especie de transferencia emocional de los ausentes que de alguna manera motivan las decisiones de los que quedan. La serie no trata tanto sobre las vicisitudes de la familia Pearson, sino sobre la sombra permanente de la figura de Jack Pearson (Milo Ventimiglia) en todos los personajes protagonistas, en su esposa Rebecca (Mandy Moore) y en sus hijos Randall (Sterling K. Brown), Kate (Chrissy Metz) y Kevin (Justin Hartley), y esto es lo que hace que la construcción narrativa alterne presente, pasado y hasta futuro. Por tanto, no es solo un melodrama plañidero para usuarios de paquetes de clinex, que lo puede ser en algunos momentos, sino una mirada más optimista a cómo las personas que perdemos por el camino a lo largo de nuestras vidas permanecen de alguna manera, conformando nuestro carácter, nuestros errores y nuestros aciertos. Esta idea es la que está presente de una forma muy reveladora en el episodio US (T6E18) que es un desenlace de la serie que podríamos calificar incluso como anticlimático, como una especie de suspiro tras el desgarrador The train (T6E17), y que conecta nuevamente los hechos del pasado con los del presente y un posible futuro que está por llegar. This is us, con sus virtudes y sus defectos (la peor decisión de Dan Fogelman fue la de incorporar la pandemia del coronavirus en la temporada 5), tiene la capacidad de estar construido con una estructura narrativa que encaja las piezas de una forma extraordinaria, manteniendo el arco de los personajes con precisión.
Tan es así, que algunos momentos del último episodio, entre ellos el muy comentado plano final, el de la transferencia emocional del pasado, fueron rodados tres años antes, pensados ya para ser introducidos en el desenlace. Esta planificación cerrada de una serie que funciona como un puzzle de espacios temporales demuestra la capacidad de Dan Fogelman, su creador, para tener siempre presentes los arcos vitales de los personajes. Hay pocas grietas en la construcción narrativa de la serie, lo que ha propiciado que se convierta en una de las ficciones más vistas de la televisión norteamericana, un engranaje perfecto que ha tenido la fortuna de contar, esta vez, con la colaboración de las propias cadenas NBC y 20th Television, que han permitido el desarrollo conclusivo de la historia, a pesar de las tiranteces previas a la última temporada en la que los miembros principales del reparto exigieron un aumento de sueldo y consiguieron un bono de 1.000.000 de dólares por su participación (Jon Huertas, que interpreta a Miguel, se quedó fuera de esta aportación por no ser un personaje principal desde el inicio, lo que motivó la solidaridad de sus compañeros de reparto). En el maremagnum de series que son canceladas y que dejan finales abiertos por si se decide su renovación, This is us es un oasis que ha conseguido completar su ciclo de una manera sobresaliente, corroborado además por los casi siete millones de espectadores que consiguió su episodio final, el segundo más visto de toda la serie.
Claramente la conexión con el público estadounidense proviene del reflejo de un entorno familiar estrictamente norteamericano, de la representación de las celebraciones y de algunos momentos históricos. En España, esta conexión con la sociedad la ha conseguido Cuéntame cómo pasó (RTVE, 2001-2022), con la diferencia de que la serie española ha permanecido durante 22 temporadas y está sufriendo la agonía de las audiencias, con mínimos históricos. A pesar de su notable éxito, This is us no ha recibido demasiado reconocimiento en cuanto a premios, siendo únicamente Sterling K. Brown, del elenco principal, el que ha conseguido un Emmy, que sin embargo ha recogido en dos ocasiones como actor invitado Ron Cephas Jones, que interpreta a su padre biológico, William. En esta última tanda de los 106 episodios que componen la serie, algunos de los actores principales se han puesto detrás de las cámaras por primera vez, como Chris Sullivan (Toby) en Heart and soul (T6E5) y Mandy Moore (Rebecca) en The hill (T6E9), ahora enfocada en su carrera musical tras la publicación el pasado 13 de mayo de su nuevo álbum In real life (2022, Verve Label Group). Mientras que de nuevo dirigen algunos actores que ya lo han hecho en temporadas anteriores como Milo Ventimiglia (Jack) en The guitar man (T6E8), Justin Hartley (Kevin) en Every version of you (T6E10) y Jon Huertas (Miguel) en Four fathers (T6E3), ahora dedicado a la Fundación Somos Nosotros Fund dedicada a becas para estudiantes latinos. This is us es una serie que ha conseguido formar una de esas familias con las que de una u otra forma podemos sentirnos identificados, apoyándose en una inteligente estructura narrativa que amplía su perspectiva más allá del drama familiar.
Tiempo de victoria: La dinastía de los Lakers **** HBO Max, 7 de marzo-8 de mayo
Creada por Max Borenstein, Jim Hecht
Dirigida por Adam McKay, Jonah Hill, Damian Marcano, Tanya Hamilton, Payman Benz, Salli Richardson-Whitfield
Sería fácil parafrasear el título de esta serie en relación con el éxito que ha obtenido, según unas cifras que HBO Max ha proporcionado sobre su rendimiento (y de las que sin embargo no informa con respecto a otras de sus series). Tras un debut en línea con las propuestas recientes que ha hecho la plataforma, como Mare of Easttown (HBO, 2021-) o The White Lotus (HBO, 2021-), alcanzando los 900.000 espectadores, la atención ha ido aumentando progresivamente conforme se estrenaban los episodios, hasta subir un 73% en el episodio final, Promised land (T1E10), que consiguió atraer a una audiencia de 1.600.000 espectadores, sumando tanto el canal lineal como el streamer en los Estados Unidos. La temporada completa ha conseguido un promedio de 6 millones de espectadores, una de las cifras más altas de los últimos años para HBO Max. Tal es su buen rendimiento que, aunque estaba planteada como una miniserie, finalmente se ha confirmado que tendrá una segunda temporada, algo parecido a lo que ocurrió con la serie protagonizada por Kate Winslet, que de hecho, fue nominada en los premios Emmy dentro del apartado de Serie Limitada. En realidad, el concepto de miniserie o serie limitada cada vez tiene menos sentido, porque las producciones están siempre abiertas a una continuación, ya sea siguiendo la misma historia o introduciendo una nueva.
Se podría decir que a
Tiempo de victoria le ha ocurrido algo parecido a lo que le pasó a
Tokyo vice (HBO Max, 2022-). Cuando hablábamos de ella, decíamos que el excelente episodio inicial dirigido por Michael Mann perdía el marcado estilo y su forma de centrarse en el protagonista con los posteriores directores, lo que hacía palidecer el resto de la temporada respecto a ese atractivo comienzo. En la serie producida por Adam McKay, director del episodio
The swan (T1E1), ocurre lo mismo, pero para beneficio de la serie. El director de
La gran apuesta (2015) o
No mires arriba (2021) propone un batiburrillo de formatos, filtros y recursos que proporcionan un estilo peculiar, que a veces recuerda a
Boogie nights (Paul Thomas Anderson, 1997), en su visualización de los años ochenta, pero que entorpece el desarrollo de la acción, incluso abusando de la ruptura de la cuarta pared, lo que se argumenta que fue una de las razones por las que Michael Shannon, que iba a interpretar al dueño de Los Angeles Lakers, Jerry Buss (John C. Reilly), abandonó el proyecto. Una propuesta que continúa con el episodio
Is that all there is? (T1E2) que dirige el actor Jonah Hill, en su debut como realizador. Pero la serie comienza a estabilizarse con la llegada de Damian Marcano, que este año también ha dirigido dos episodios de la quinta temporada de
Snowfall (FX, 2017-), que en
The best is yet to come (T1E3) ofrece un impactante final muy del estilo de esta última, pero sobre todo consigue con
Who the fuck is Jack McKinney? (T1E4) el mejor episodio hasta el momento. Digamos que la serie se refuerza conforme se centra más en el baloncesto, aunque uno de sus elementos de interés es dedicar especial atención a los entrenadores, en detrimento de los jugadores.
La serie está basada en el libro Showtime (2014, Ed. Contra), escrito por el periodista deportivo Jeff Pearlman, que tiene una continuidad con El circo de los tres anillos (2020, Ed. Córner), que cubre la etapa de los Lakers entre 1996 y 2004. Y ha sido creada por Jim Hecht y Max Borenstein, este último co-creador de la espléndida The terror (AMC, 2018-2019), pero también guionista de las versiones de Hollywood de las películas kaijũ, como Godzilla (Gareth Edwards, 2014) y Godzilla vs. Kong (Adam Wingard, 2021). Aunque Max Borenstein ha afirmado que los hechos que se muestran en la serie también están basados en otros libros sobre sus protagonistas, especialmente los dedicados al entrenador Jerry West (Jason Clarke) y el jugador Kareem Abdul-Jabbar (Solomon Hughes), como respuesta a las críticas que ha recibido de ambos respecto a cómo están representados, o la negativa de Magic Johnson a ver la serie. Pero, al margen de la habitual representación de la realidad dramatizada, la incomodidad de verse retratados en el contexto de una cultura entregada a los excesos de alguna manera consolida la visión presentada por la serie. Si bien es cierto que hay algunas flaquezas y decisiones discutibles, como el hecho de que el primer episodio comience con el diagnóstico de VIH que recibe Magic Johnson (Quincy Isaiah, que hace un trabajo notable), y que posteriormente no se desarrolla de ninguna forma. El enfoque más centrado en el aspecto deportivo de los últimos cuatro episodios, dirigidos por Payman Benz y Salli Richardson-Whitfield, actriz y directora todoterreno que igual dirige episodios de la fantasía futurista Altered carbon (Netflix, 2018-2020) que de una serie de época como La edad dorada (HBO Max, 2022-), aportan vitalidad a la serie. Especialmente en Invisible man (T1E7), centrado en la rivalidad con los Bolton Celtics y entre Larry Bird (Sean Patrick Small) y Magic Johnson, y en el intenso episodio final Promised land (T1E10) dedicado a la inesperada final de la NBA de 1980 entre Philadelphia 76ers y Los Angeles Lakers.
HBO Max, 31 de marzo-5 de mayo
Creada por Daniel Goldfarb
Dirigida por Charles McDougall, Melanie Mayron, Erica Dunton, Jenée LaMarque, Scott Ellis
El personaje de Julia Child, una de las pioneras en la presentación de programas de televisión sobre cocina que actualmente se han convertido en un género propio, fue interpretado por Meryl Streep en la película Julie y Julia (Nora Ephron, 2009), aunque anteriormente Robin Williams se había inspirado en su físico para Señora Doubtfire (Chris Columbus, 1993), e incluso el personaje veía los programas de televisión de Julia Child. El año pasado el documental Julia (Julie Cohen, Betsy West, 2021) ofreció una visión más realista y profundizó en la relevancia de una mujer que, por un lado representaba los valores tradicionales de la esposa en la cocina, pero por otro lado rompía el paradójico posicionamiento ventajoso del hombre como cocinero profesional. Esta contradicción se pone de manifiesto en la serie Julia (HBO Max, 2022-), especialmente en el episodio Foie gras (T1E7), en el que se plantea un probable encuentro con la feminista Betty Friedan, que publicó su libro "The feminine mystique" en 1963, el mismo año que se estrenó el programa de televisión "The French chef". Betty Friedan (Tracey Chimo Pallero) le dice a Julia Child (Sarah Lancashire): "Usted cree que está abriendo puertas a las mujeres, expandiendo su horizonte. Y posiblemente sueñen con Francia, pero siguen atrapadas dentro de la cocina. Usted está subiendo a un nivel profesional el concepto de buena esposa". La serie introduce, especialmente hacia el final de temporada, una mirada más expandida hacia los años sesenta y sus revoluciones sociales, manteniendo siempre una reflexión sobre el papel femenino dentro de las profesiones liberales. Y aunque a veces estas aproximaciones parecen más superficiales y movidas por la corrección política que realmente incisivas, como con el personaje de Alice Naman (Brittany Bradford), productora de raza negra impulsora del programa de televisión, que está inspirado en el personaje real de Ruth Lockwood, pero que pierde la oportunidad de proporcionar una mirada a los conflictos raciales del momento.
La serie se beneficia de una puesta en escena muy lograda, especialmente en torno a la televisión pública de la época y su consideración como un reducto de programas aburridos. Esta recreación que mezcla elementos reales y ficticios tiene cierta lógica tratándose de una serie creada por Daniel Goldfarb, productor de La maravillosa Sra. Maisel (Prime Video, 2017), otra propuesta que se desarrolla entre las décadas de los 50 y 60. Y en cierto modo hay una tonalidad parecida en ambas series, aunque Julia tiene una cualidad más humanista, pero igualmente sabe construir personajes secundarios que engrandecen a la protagonista, como la relación que tiene con su marido jubilado Paul Child (David Hyde Pierce), con su amiga Avis DeVoto (Bebe Newirth) o con su editora Judith Jones (Fiona Glascott), e incluso en el intercambio telefónico, a veces tenso, con su inspiradora Simone Beck (Isabella Rossellini). Pero quizás uno de los momentos más interesantes de la serie se produce con la visita del padre de Julia Child, John McWilliams (James Cromwell) en el episodio Boeuf Bourguignon (T1E3), que invoca los aspectos más complejos del personaje, al margen de la habitual imagen de simpatía y felicidad que solía transmitir. Julia es una serie encantadora, mucho más trascendental de lo que parece, que se apoya en un extraordinario trabajo de la actriz inglesa Sarah Lancashire, cuya transformación (no solo física) resulta sorprendente si la hemos visto en otros personajes como el de la agente de policía Catherine Cawood en Happy valley (BBC, 2014-2022), que este año estrenará su tercera y última temporada. No solo su caracterización sino la humanidad que desprende es tan certeramente incorporada por la actriz que supera incluso a la propia Meryl Streep. Confirmada su segunda temporada, Julia tiene por delante un interesante camino por recorrer, porque la serie "The French chef" se mantuvo en televisión durante diez temporadas, hasta bien entrada la década de los setenta. Como curiosidad, una de las sintonías del programa fue compuesta por John Morris, colaborador musical de Mel Brooks y nominado al Oscar por la banda sonora de El hombre elefante (David Lynch, 1980).
HBO Max, 1 de abril-13 de mayo
Creada por Bálint Szentgyörgyi
Dirigida por Bálint Szentgyörgyi, Áron Mátyássy, Bence Miklauzic
Desde 2015 la plataforma HBO no producía una serie húngara, a pesar de la repercusión internacional que consiguió Aranyélet (Golden life) (HBO, 2015-2018). Por tanto, se trata de un acontecimiento esta nueva incursión en la producción audiovisual europea, en un momento en el que las plataformas digitales buscan ampliar su perspectiva de producción más allá de los circuitos habituales. The informant (HBO Max, 2022) ha conseguido un éxito notable en Hungría, aunque la falta de promoción la ha relegado a formar parte del catálogo general en el mercado internacional. Pero es una propuesta muy interesante que aborda una historia de infiltrados, que tiene ciertas similitudes con la alemana Deutschland 83 (Sundance TV, 2015-2020) o la argentina Iosi, el espía arrepentido (Prime Video, 2022-), a las que les une no solo cierto paralelismo en las tramas sino el hecho de que se desarrollan en la década de los ochenta. Concretamente, The informant tiene lugar durante varios meses del año 1985, en la etapa final del denominado "kadarismo", la era gobernada por János Kádár, que ejerció una llamada dictadura blanda durante 30 años, a pesar de que persiguió de forma intensa a la iglesia católica y dirigió una represión brutal en 1957. Se cuenta de este dictador comunista, cuya figura sin embargo ha sido revalorizada recientemente (en 2010 el 70% de los húngaros lo consideraba "el mayor político húngaro del siglo XX"), que poco antes de morir llamó a un sacerdote. Cuando falleció en 1989 se acababa de legalizar el sindicato Solidaridad en Polonia y cuatro meses después cayó el muro de Berlín.
En este interesante contexto político se desarrolla la historia que protagoniza Demeter (Gergely Váradi), un joven estudiante que es obligado por un agente de la Seguridad del Estado (Szabolcs Thuróczy) a actuar como espía de un grupo radical pro-democrático liderado por Zsolt Száva (Márton Patkós), cuyas actividades ponen en riesgo la estabilidad de una dictadura ya por entonces inestable. La serie ha sido creada y dirigida en algunos episodios por el joven Bálint Szentgyörgyi (1992, Hungría), que la ideó cuando tenía veinte años. A pesar de que se ha discutido su rigor histórico, en realidad The informant es una serie que parece más interesada en utilizar aquella época de inestabilidad para lanzar mensajes que tienen que ver con la actualidad. Cuando el grupo de Zsolt Száva se enfrenta a las Juventudes Comunistas y quema una bandera soviética, parece una reivindicación que tiene muchas lecturas sobre la actual posición del gobierno conservador húngaro y en especial sobre las relaciones amistosas entre Víktor Orbán y Vladimir Putin, que en las últimas semanas ha estado bloqueando algunas de las sanciones aprobadas por la Unión Europea contra Rusia por la invasión de Ucrania. En este sentido, The informant funciona casi mejor como un reflejo de la Hungría pro-comunista actual que como una representación histórica. Pero en general se trata de una propuesta interesante en cuanto a su condición de thriller político que maneja con inteligencia los tiempos y que construye una narrativa lo suficientemente rica en matices como para huir de los convencionalismos de este tipo de propuestas.
Es interesante especialmente el retrato de los personajes como representación de las diferentes facetas ideológicas de la época, a veces con intereses comunes a pesar de sus divergencias. En este sentido destaca la evolución del personaje principal Demeter desde una víctima del sistema hasta un manipulador astuto, y la construcción de personajes femeninos más trascendentales de lo que suele ser habitual, como Kata (Júlia Szász), la hija desilusionada de un intelectual cercano al gobierno o Judit (Abigél Szőke), que también representa la visión femenina rebelde frente a su progenitor, un secuaz de los servicios secretos. En el episodio final se incluye un epílogo ya metidos en el año 1986, en el que se hace referencia a uno de los acontecimientos más trascendentales de esta especie de aperturismo tibio de la Hungría dictatorial: el concierto que el grupo Queen ofreció en el Népstadion de Budapest ante 80.000 personas, el único que consiguieron ofrecer dentro de su gira "The Magic Tour" más allá del Telón de Acero, después de que otros conciertos en Checoslovaquia y la URSS no se materializaron. Aquella fue la última gira que dio el grupo con Freddie Mercury y se consideró como un acontecimiento tan importante en el país que la productora MaFilm utilizó dieciséis cámaras para grabarlo, y finalmente se editó en 2012 como el documental Hungarian Rhapsody: Live in Budapest, también publicado en disco. The informant es una de esas series que funciona en su doble vertiente de thriller, con algunos giros de guión interesantes, y como reflejo de una época que fue absolutamente apasionante. La temporada termina de una forma cerrada, pero abre la posibilidad de seguir avanzando en la historia de Hungría con el epílogo que tiene lugar en 1986.
Prime Video, 14 de abril-6 de mayo
Creada por Brian Watkins
Dirigida por Alonso Ruizpalacios, Jennifer Getzinger, Amy Seimetz, Lawrence Trilling
Cuenta Brian Watkins, el creador de la serie, que le resultaba imposible presentar simplemente un pitching de la historia a los directivos de Amazon Prime Video, por lo que decidió entregar directamente el primer episodio escrito al completo. Y ciertamente Outer range puede ser difícil de explicar en una simple sinopsis, porque contiene tantos elementos narrativos que puede llegar a parecer absurda en la descripción de la historia. Lo que consigue Brian Watkins con su primera serie es deconstruir las claves principales del género western y mezclarlas con elementos de ciencia-ficción, de forma que puede parecer una especie de Yellowstone (Paramount+, 2018-) mezclado con La dimensión desconocida (MGM, 1959-1964) y unos ingredientes de Twin peaks (ABC, 190-1991), pero va más allá del simple ejercicio referencial. La construcción que hace el guión utilizando todas estas claves para convertirlas en algo completamente distinto es sobresaliente, y el desarrollo de una historia en la que las diferentes subtramas van tomando caminos distintos que acaban en una misma intersección, especialmente en el espléndido episodio The unknown (T1E7), es muy inteligente. De forma que, cuando la serie termina en un desenlace abierto, ya ha revelado buena parte de su trama central, y comienzan a tener sentido algunos de los "easter eggs" que se han ido colocando (a veces de forma imperceptible) a lo largo de los episodios anteriores. En este sentido, es una serie que puede disfrutarse incluso mejor con un segundo visionado.
Prime Video parece estar teniendo fortuna en la elección de historias de corte fantástico como ésta o la recientemente estrenada Night sky (Prime Video, 2022-), aunque como de costumbre en esta plataforma, con escasa promoción y con una programación que parece ir en contra de la propia serie. No tiene sentido, en medio de la acumulación de estrenos, desembarazarse de una propuesta como ésta en tres semanas, estrenando dos y tres episodios semanales, porque al final corre el peligro de pasar desapercibida entre tanta sobrecarga de ficciones. Por el contrario, Outer range se ha revelado como una de las series más interesantes que han llegado a las plataformas este año, aunque parece destinada a la misma injusticia que sufrió El ferrocarril subterráneo (Prime Video, 2021) de Barry Jenkins. Buena parte de su eficacia proviene del concepto visual que aporta en los dos primeros episodios el director mexicano Alonso Ruizpalacios, donde se ve reflejada esa querencia por la experimentación del encuadre y de las luces que ya hemos visto en su filmografía, desde Güeros (Alonso Ruizpalacios, 2014) hasta esa espléndida mezcla de documental y ficción que es Una película de policías (Alonso Ruizpalacios, 2021). Su trabajo de dirección aporta esa atmósfera enrarecida en medio del enfrentamiento entre las familias encabezadas por Royal Abbott (Josh Brolin) y Cecilia Abbott (Lili Taylor) y la que lidera Wayne Tillerson (Will Patton), que en realidad esconde un trasfondo mucho más complejo. La(s) realidad(es) que describe la historia se difumina en medio de un gran agujero en la tierra, que conecta directamente con la colonización, a través de la representación, física y etérea, de los búfalos. El personaje de Royal es, básicamente, la representación de ese llanero solitario de las películas del Oeste, pero en este caso se trata de un vagabundo que roza un sentido cósmico.
El plantel de directores que se hacen cargo del resto de episodios, dos cada uno de ellos, es también notable, destacando el trabajo de la actriz Amy Seimetz, que ha dirigido algunos episodios de Atlanta (FX, 2016-2023) y su primer largometraje She dies tomorrow (Amy Seimetz, 2021), una historia de terror que reflejaba un estado de depresión. La partitura compleja y oscura de Danny Bensi y Saunder Jurriaans, que este año están presentes en buena parte de los estrenos más destacados, desde Ozark (Netflix, 2017-2022) hasta Fear the walking dead (AMC, 2015-), pasando por Tokyo vice (HBO Max, 2022-) y The staircase (HBO Max, 2022) o la mencionada Night sky (Prime Video, 2022-), aporta también una ambientación inquietante, pero al mismo tiempo elegante, con una variada utilización de instrumentaciones orgánicas y sonidos electrónicos. Outer range es un neo-western existencialista que contiene algunos de los personajes más atractivos que hemos visto en los últimos meses.
La ciudad es nuestra *****HBO Max, 25 de abril-30 de mayo
Creada por George Pelecanos, David Simon
Dirigida por Reinaldo Marcu Green
Casi todos los protagonistas reales de la historia que cuenta esta serie están en la cárcel cumpliendo condena. La "War on drugs" (Guerra contra las drogas) que acuñó el presidente Nixon en 1971 y que han continuado el resto de los presidentes norteamericanos, incluidas las dos legislaturas de Obama aunque la administración de entonces prefirió no utilizar ese término, se ha cobrado numerosas víctimas, la de muchos ciudadanos inocentes y la de muchos policías corruptos. El policía retirado Brian Graber (Treat Williams) lo define perfectamente en una de esas líneas de guión que tan certeramente escribe David Simon: "¿Está el Departamento de Justicia dispuesto a reconocer que hace mucho que perdimos la guerra contra las drogas? ¿Que no hemos conseguido nada más que cárceles llenas, brutalidad en las calles y pérdida de confianza entre los cuerpos de policía y sus ciudades?". La elección del actor es significativa porque Treat Williams protagonizó El príncipe de la ciudad (Sidney Lumet, 1981), un contundente alegato en contra de la corrupción policial, y sus breves intervenciones son dardos envenenados que clarifican el fracaso del sistema policial. La ciudad es nuestra (HBO Max, 2022) recoge el testigo de aquella disección milimétrica que hicieron George Pelecanos y David Simon en The wire (HBO, 2002-2008) sobre la compleja telaraña de corruptelas políticas y policiales en la ciudad de Baltimore para centrarse en un caso real que implicó a un departamento completo de la policía, y que uno de los mandos describe, en una de las imágenes reales que componen los créditos iniciales, afirmando que "estos policías se comportaban como los gángsters de los años treinta".
Se trata, básicamente, de una historia sobre la confianza perdida de la policía en relación con los ciudadanos, cómo es posible que para muchos ciudadanos resulte más peligroso llamar a las fuerzas del orden que resolver los problemas por sí mismos, de qué forma la base de la seguridad pública se ha podido llenar de criminales. El documental The force (Peter Nicks, 2017) describía los intentos de la policía de Orlando para recuperar esta confianza en una de las ciudades más peligrosas de Estados Unidos, mientras que LA 92 (Daniel Lindsay, T.J. Martin, 2017) describía el proceso de degradación de la ciudad de Los Angeles tras el asesinato de Rodney King. Las dos películas se estrenaron el mismo año que el sargento Wayne Jenkins (Jon Bernthal), cabecilla de una red de extorsiones, robos y narcotráfico, afrontaba una condena de 25 años de cárcel. La poderosa interpretación del actor, merecedora de muchos reconocimientos, trata de encontrar humanidad en el personaje, quien ni siquiera se planteó colaborar con la investigación porque no pensó que estaba "haciendo daño a nadie", mientras los mandos policiales le felicitaban por sus incautaciones.
Se ha comentado negativamente respecto a la serie su relato fragmentado y sus continuos saltos en el tiempo, pero éstos tienen una contribución fundamental. No se trata de ofrecer una narración lineal en la que se describa la progresiva corrupción de los personajes principales, sino de construir, muy en la línea de las aportaciones de David Simon, una visión más global, en la que hay un sistema que no solo permite la corrupción sino que la alimenta. Un sistema de estadísticas establecido por la alcaldía de Baltimore que apoyaba el trabajo de policías como Wayne Jenkins premiando el número de arrestos, y dejando pasar las numerosas quejas por sus actuaciones: "
Cuantas más quejas tienes, es que estás haciendo tu trabajo", dice el corrupto oficial Daniel Hersl (Josh Charles) en la serie. En 2019, el auténtico Daniel Hersl publicó una serie de cartas desde la cárcel en las que seguía afirmando que era un policía honesto y había sido condenado injustamente. El relato fragmentado ayuda a crear este complejo entramado en el que la corrupción se manifiesta como resultado de un sistema que establece marcas cuantitativas para dar una imagen superficial sin profundizar en el problema. Por eso resulta forzada la introducción del personaje de la abogada de Derechos Civiles Nicole Steele (Wunmi Mosaku), que se plantea como la mirada externa, la conexión con el espectador. Pero quizás no era realmente necesario, sus intervenciones son las más discursivas de la serie y, al tratarse de un personaje ficticio, no puede tener influencia en los acontecimientos reales que se describen.
La ciudad es nuestra es un ejemplo de drama policial perfectamente reconstruido, que pierde en su comparación con
The wire, evidentemente, pero que supone un reencuentro poderoso con las implicaciones que en el mundo de la televisión tuvo aquella serie, predecesora de la llamada "prestige television". Uno de los guionistas, D. Watkins, presentador del podcast oficial, la define como la "
mejor ficción no ficción que se puede hacer", por su fidelidad a los hechos reales. En un entorno completamente diferente, David Simon y George Pelecanos ofrecen maestría en los diálogos y en la construcción de personajes, siendo fieles a un estilo personal que la incorporación del director Reinaldo Marcus Green, después de haber renovado la visión de otra serie sobresaliente como
Top boy (Netflix, 2011-2023), contribuye a actualizar. Y la reflexión que propone el discurso apasionado pero vacío, cínico y mentiroso que hace Wayne Jenkins al comienzo y al final de la serie nos hace reflexionar sobre qué clase de seguridad podemos esperar de un sistema policial podrido.
Under the banner of Heaven ****
FX/Hulu, 28 de abril-2 de junio
Creada por Dustin Lance Black
Dirigida por David Mackenzie, Courtney Hunt, Dustin Lance Black, Isabel Sandoval, Thomas Schlamme
Quienes piensen que pueden encontrar en esta serie una nueva propuesta de thriller psicológico oscuro, quizás se acaben sintiendo decepcionados. En realidad, la investigación sobre un doble asesinato dentro de la familia de una congregación mormona es una envoltura para presentar una reflexión en torno al fundamentalismo. El guionista Dustin Lance Black, ganador del Oscar por la película Mi nombre es Harvey Milk (Gus Van sant, 2008), sobre el activista de los derechos de la comunidad gay asesinado en San Francisco, se crió en una familia de mormones, y su madre fue una de las líderes de su comunidad. Pero, según ha contado en alguna entrevista, cuando ella comenzó a plantear preguntas en torno a sus propias creencias, empezó también a apartarse de la comunidad progresivamente. El libro de Jon Krakauer en el que se inspira la serie, Obedeceré a Dios (2003, Ed. Península), toma como base la historia real de un crimen ocurrido en 1984 para ofrecer una reflexión sobre las teocracias en la América profunda, y sus derivaciones en poligamia, fanatismo y violencia. De forma que la propuesta que realiza Dustin Lance Black conjuga su propia experiencia durante la infancia como un niño mormón homosexual con la introspección de la obra literaria, que retrocede a los orígenes del creador de la Iglesia de Jesucristo, Joseph Smith, profeta de movimiento religioso. Sin embargo, en la serie estos retrocesos funcionan con menos eficacia, y parecen incrustados en la historia más que fluir con el desarrollo de los personajes.
La narración tiene como protagonista al detective Jebediah Pyre (Andrew Garfield) quien, a través de la investigación del asesinato de Brenda Lafferty (Daisy Edgar-Jones) y su hija de quince meses, desenreda una oscura trama de traiciones y movimientos fundamentalistas protagonizados por los hermanos Ron (Sam Worthington), Dan (Wyatt Russell), Allen (Billy Howle), Jacob (Taylor St. Pierre), Robin (Seth Numrich) y Samuel (Rory Culkin), quienes se niegan a pagar los impuestos que exige la ley y promueven la poligamia, enfrentándose a su propia comunidad. Pero la investigación, realizada junto al detective Bill Taba (Gil Birmingham), que representa no solo el punto de vista no creyente, sino a los descendientes de la comunidad indígena shivwits masacrada y engañada por colonos como Joseph Smith, provoca dudas en las creencias de Jeb Pyre, para quien no solo se trata de un caso criminal, sino que incide en el cuestionamiento de las ideas fundacionales de su propia religión, y plantea reflexiones sobre cómo la fe puede acabar derivando en violencia. Planteada en un desarrollo original como un largometraje que iban a producir Ron Howard y Brian Grazer, finalmente se decidió poner en marcha una serie, y posiblemente este sea uno de los aspectos más comprometidos en cuanto a su capacidad para mantener la historia durante siete episodios.
Pero Por mandato del cielo, título español para su estreno en Disney+, tiene momentos sobresalientes, como el episodio When God was love (T1E1) dirigido por David MacKenzie, director de la notable Comanchería (David MacKenzie, 2016), que ofrece un perfecto thriller lleno de oscuridad, con decisiones tan atrevidas como mostrar la escena del crimen solo a través de las reacciones del detective Pyre, y ahí entra en juego el soberbio trabajo que realiza el actor Andrew Garfield, sorprendentemente introspectivo y atormentado tras la apasionada exteriorización de los sentimientos que hizo en la película musical tick, tick... BOOM! (Lin-Manuel Miranda, 2021), por la que recibió una nominación al Oscar. Otros notables realizadores en la serie son Courtney Hunt, nominada al Oscar por el guión de Río helado (Courtney Hunt, 2008) e Isabel Sandoval, directora de Lingua franca (Isabel Sandoval, 2019), y el mismo Dustin Lance Black se reserva el episodio One mighty and strong (T1E5) para dirigirlo. Pero, junto al episodio inicial, el más intenso y elaborado, un crescendo emocional constante que enfrenta a Jeb con sus propias reservas en torno a la educación en la fe que ha recibido, y que le coloca en un camino paralelo al de Brenda, es Blood atonement (T1E7) que maneja con acertado ritmo, a pesar de su duración de casi un largometraje, Thomas Schlamme, director de series como The americans (FX, 2013-2018) o La conjura contra América (HBO, 2020). Como reflexión en torno a la fe, la serie consigue ofrecer una propuesta llena de ideas y planteamientos que llevan al espectador por caminos tortuosos, pero sin ser doctrinaria, sino más bien reflexivo, aunque se ve perjudicada precisamente por su ambiciosa panorámica de los entresijos de las relaciones personales entre los miembros de una comunidad religiosa. Desde luego, es una visión que cuestiona los propios cimientos del movimiento mormón como la base de una violencia intrínseca que ya se encuentra en la propia génesis, pero también apunta a la cobardía de una masculinidad latente que permite el abuso en las comunidades religiosas más ortodoxas (hay una escena particularmente dura en la que varios testigos masculinos de un acto de violencia contra una mujer no son capaces de reaccionar). Como thriller, aporta oscuridad a una trama que quizás se enreda demasiado, y que está apoyada en una atmosférica y turbia banda sonora para la que se han reunido algunos miembros del grupo Pearl Jam como el bajista Jeff Ament y el guitarrista Jeff Klinghoffer, a través de su proyecto artístico Pluralone, junto a John Wicks y Josh Evans, que es una de las bandas sonoras más perturbadoras que se han realizado este año.
Las luminosas (Shining girls) ****
Apple tv+, 29 de abril-3 de junio
Creada por Silka Luisa
Dirigida por Michelle MacLaren, Daina Reid, Elisabeth Moss
Una vuelta de tuerca especialmente inspirada a los thrillers de asesinos en serie, esta producción de Elisabeth Moss y Leonardo DiCaprio consigue crear una atmósfera inquietante a lo largo de sus ocho episodios, y si bien en ocasiones parece que no resuelve del todo sus ideas, es una de las propuestas más originales de los últimos meses, con algunos momentos particulares que están entre lo mejor que se ha visto en 2022. La historia está basada en la novela Las luminosas (2013, Ed. RBA Libros) de la escritora sudafricana Lauren Beukes, que llevó la acción a la ciudad de Chicago evitando ambientarla en Sudáfrica para que temas como el apartheid no distrajera la atención de la trama principal. Lo que hace bien la serie es modificar la historia original para no descubrir desde el principio cuál es la verdadera razón de los crímenes. Mientras que el primer capítulo del libro se centra en el asesino, Harper (Jamie Bell), la serie se enfoca primero en la víctima Kirby (Elisabeth Moss), sobre la que sobrevuela el fantasma de un posible deterioro mental. Superviviente de un asesino en serie que ha matado a distintas mujeres a lo largo de los últimos años, cuenta con la ayuda del periodista venido a menos Dan Velasquez (Wagner Moura), quien trabaja con ella en el Chicago Sun, para intentar descubrir la verdad, al mismo tiempo que debe afrontar lo que parecen constantes cambios en su propia realidad. La historia explora las consecuencias del trauma y cómo éste puede modificar la percepción existencial de las víctimas, pero evoca menos profundamente que la novela la violencia doméstica a lo largo de diferentes épocas, como una reivindicación social de una violencia de género que proviene de la debilidad del agresor.
El guión maneja bien los tiempos aunque puede parecer excesivamente lento en su desarrollo, pero sabe dosificar de una forma muy precisa las revelaciones, y construye algunos de los mejores cliffhangers que hemos visto recientemente, especialmente al final de los episodios Cutline (T1E1) y Attribution (T1E4). No es una historia en la que resulte necesario descubrir quién es el asesino, porque desde el principio aparece la figura amenazadora de Harper, pero contiene los suficientes misterios y giros de guión como para mantener la atención de forma constante, e incluso para provocar los comentarios positivos del mismísimo Stephen King. El trabajo del actor Jamie Bell es sobresaliente en su representación de un personaje inquietante pero que al mismo tiempo tiene se enfrenta a una cierta vulnerabilidad, especialmente en el episodio retrospectivo Bright (T1E6), a partir del cual la serie alcanza su plenitud como thriller intrigante.
La creadora de la serie, Silka Luisa, que este año también ha participado en la adaptación del videojuego Halo (Paramount+, 2022-), se rodea de tres directoras que logran extraer esa atmósfera particular. La veterana Michelle MacLaren, que ha participado en series como Breaking bad (AMC, 2008-2013) y Juego de tronos (HBO, 2011-2019) realiza el planteamiento visual en los primeros episodios, mientras que Elisabeth Moss, que ha estado implicada de forma muy destacada en la producción, dirige dos episodios después de debutar como directora en la última temporada de El cuento de la criada (HBO, 2017-). Pero es Daina Reid, que también ha dirigido episodios de El cuento de la criada, la responsable de los momentos más brillantes de la serie, como los que hemos citado anteriormente. A veces Shining girls parece no estar demasiado segura de cuáles son los fundamentos de su propia propuesta y en ocasiones deja algunos elementos sin resolver, pero hay que reconocerle que, al contrario de lo que es habitual en muchas de las series que se estrenan últimamente, ansiosas por dejar abiertas muchas posibilidades de cara a una posible renovación, Shining girls ofrece un cierre lo suficientemente compacto como para satisfacer la mayor parte de nuestras preguntas, pero al mismo tiempo perfectamente susceptible de una continuación. Ese es un gran mérito.
Harry Palmer. El Expediente Ipcress **** Movistar+, 2 de mayo-6 de junio
Escrita por John Hodge
Dirigida por James Watkins
Se cuenta que el escritor Dan Leighton era el guionista original de la película Desde Rusia con amor (Terence Young, 1963), pero fue despedido por escribir demasiado lento y finalmente el guión se acreditó a Richard Maibaum. Pero este fue un acicate para que decidiera desarrollar un espía mucho más íntimo y realista que el agente 007, de donde surgió la novela The IPCRESS File (1962, Ed. Hodder & Stoughton), que introducía elementos de inducción de psiconeurosis como práctica experimental de los servicios secretos. Harry Saltzman, productor de las películas de James Bond, decidió adaptar el libro en la película Ipcress (Sidney J. Furie, 1965), una muy interesante historia de espías que trataba de desmarcarse totalmente de los éxitos comerciales de las novelas de Ian Fleming. El director desarrolló una planificación original, casi experimental, en la que se representaba la ruptura de la realidad a través de planos que usaban elementos intermedios como cristales o parabrisas, incluso hay una escena de acción que vemos desde detrás de una ventana sin sonido. Harry Saltzman no acabó muy contento con el resultado, porque quería una mirada más irónica del mundo de los espías pero también más realista, a pesar de haber puesto al servicio de la producción a algunos de los profesionales de las películas de James Bond, como el compositor John Barry, que creó un icónico tema principal que usaba el címbalo húngaro como contrapunto a la guitarra eléctrica del "James Bond Theme". De hecho, la secuela Funeral en Berlín (Guy Hamilton, 1966) contaba con un director "marca 007". Como curiosidad, el protagonista no tenía nombre en la novela, por lo que se inventó el de Harry Palmer, que propuso el actor Michael Caine.
El hecho de que el título de la serie venga precedido justamente por el nombre el personaje en la versión en español, mientras que en la versión original se titula simplemente The Ipcress File (ITV, 2022-) indica que, aunque utiliza como fuente principal la novela, hay una clara influencia de la película. De hecho, encontramos continuos guiños como las gafas que utilizaba Michael Caine, que es el primer elemento con el que se abre el primer episodio, o una reunión frente a un concierto público en el último episodio, que hace referencia a una de las escenas más conocidas de la película. La serie funciona muy bien en su recreación de la época y del cine de los años sesenta, con un vestuario y una puesta en escena que son sobresalientes, y que ofrecen una visión más o menos romántica del género de espías. Hay una cierta propuesta nostálgica que el director James Watkins, responsable de la interesante McMafia (BBC, 2018), consigue aportar, pero que pierde en el camino algo de la ironía que había en el original. De hecho, encontramos menos humor en esta adaptación televisiva que en la película original, lo que resulta algo decepcionante, a pesar de que Joe Cole, protagonista de Gangs of London (Sky, 2020-), compone un Harry Palmer convincente. Sin embargo, la escritura de John Hodge, guionista de Trainspotting (Danny Boyle, 1997) es lo suficientemente sólida como para dotar a los personajes de relaciones interesantes. Los elementos que menos funcionan son aquellos que se incorporan, como una conspiración contra el presidente John Fitzgerald Kennedy, que resulta demasiado forzada. En este sentido, la serie funciona mejor cuando es consciente de sus orígenes que cuando aporta novedades, pero es una mirada muy llamativa a ese cine de espías de los años sesenta que se revela casi como un homenaje personal de Steven Saltzman y Hilary Saltzman a su padre Harry Saltzman.
Netflix, 5 de mayo
Creada por Fredrik Agetoft, Peter Arrhenius, Jonas Åkerlund
Dirigida por Jonas Åkerlund
Uno de los estrenos más inesperados por su escasa promoción es la serie sueca basada en la novela autobiográfica escrita por Clark Olofsson, uno de los criminales más populares en su país. No solo porque estuvo y se escapó de la cárcel en varias ocasiones sino porque, a raíz de su participación en el secuestro y robo del Kreditbanken de Norrmalmstorg, se acuñó el término "síndrome de Estocolmo" para aquellos casos en los que los secuestrados sienten empatía por los secuestradores. Lo que define bien la personalidad de un ladrón de bancos y traficante de drogas que sin embargo consiguió ser visto con cierta cercanía por los medios de comunicación. En la actualidad, Clark Olofsson acaba de salir de cumplir nueve años de prisión por tráfico de drogas y a sus 75 años vive con su sobrina, pero confiesa no haber visto la serie todavía. Creada por Fredrik Agetoft, Peter Arrhenius y Jonas Åkerlund, y dirigida en todos sus episodios por este último, Clark (Netflix, 2022-) cuenta sobre todo con una imaginativa puesta en escena en la que se mezclan formatos, flashbacks y momentos surrealistas que en parte recuerda al cine de Guy Ritchie, pero que es una característica habitual en el director sueco, uno de los más reconocidos realizadores de videoclips. Su forma de construir las películas a veces consigue mejores resultados, como en Lord of chaos (Jonas Åkerlund, 2018), que abordaba el violento desenlace de la banda de black metal noruega Mayhem, y en otras ocasiones tiene peor eficacia como en Polar (Jonas Åkerlund, 2019) un cómic de género noir algo caótico.
Pero en la extravagante biografía de Clark Olofsson encaja perfectamente el estilo contundente y humorístico del director, en una serie que desde el principio aclara que está basada en "verdades y mentiras", lo cual indica que a veces los hechos que cuenta el propio protagonista puede que no se ajusten exactamente a la realidad. La divertida interpretación de Bill Skarsgård, el hijo menor de la familia de actores suecos que encabeza Stellan Skarsgård, y al que vimos como Pennywise en el reboot de IT (Andy Muschietti, 2017), aporta una personalidad compleja al protagonista, que puede ser tan simpático como traicionero, y que está obsesionado con las mujeres. A pesar de los saltos en el tiempo, la serie estructura bien la trayectoria del delincuente a lo largo de los momentos más anecdóticos (y sorprendentes) de su intensa vida fuera de la cárcel, centrándose en el robo al Kreditbanken en el episodio ¡Que empiece la fiesta! (T1E4), que es el eje central de la historia, o en la época en la que vivió en la costa española en el episodio Nunca tuve un empleo real, no tuve tiempo, te pierdes toda la diversión (T1E5). La serie es pura adrenalina, tan alocada e imaginativa que se permite cualquier licencia, desde un número musical en el que se parodia la canción que interpretaba Elvis Presley en la película El rock de la cárcel (Richard Thorpe, 1957) hasta incluir la receta del plato típico sueco raggmunk, una especie de panqueques de patata, en los títulos de crédito finales. Clark es una serie con la que es difícil aburrirse, que adopta el punto de vista misógino del personaje en cuanto a la representación femenina, principalmente retratada como elemento sexual, y que está planteada como serie limitada, pero deja una puerta abierta a contar más vicisitudes del personaje.
42 días en la oscuridad **** Netflix, 11 de mayo
Creada por Rodrigo Fluxá, Claudia Huaiquimilla
Dirigida por Gaspar Antillo, Claudia Huaiquimilla
El director chileno Pablo Larraín viene impulsando desde hace algunos años la producción de series provenientes de su país, como La jauría (Prime Video, 2019-) o Señorita 89 (Starzplay, 2022), a través de la productora Fábula Producciones que encabeza junto a su hermano Juan de Dios Larraín, uno de los productores más destacados de Chile. Mientras que el primero está más afianzado en proyectos norteamericanos como sus largometrajes Jackie (Pablo Larraín, 2016) o Spencer (Pablo Larraín, 2021) y la infravalorada serie La historia de Lisey (Apple tv+, 2021), el segundo está más enfocado en la producción audiovisual chilena. Una de las propuestas más destacadas de este año es este thriller true crime escrito por Rodrigo Fluxá, autor del libro en el que está basado, y por Claudia Huaiquimilla, que también dirige junto a Gaspar Antillo. La directora chilena estrenó el año pasado la muy interesante película Mis hermanos sueñan despiertos (Claudia Huaiquimilla, 2021), ganadora de una Mención Especial en la Seminci de Valladolid. Por tanto, los nombres que están detrás de esta producción que ha estrenado Netflix, y que supone la primera serie chilena de la plataforma, son lo suficientemente atractivos como para llamarnos la atención.
42 días en la oscuridad (Netflix, 2022) está basada en la historia real de la desaparición de Viviana Haeger en 2010. Las peculiaridades del caso lo convirtieron en uno de los más mediáticos del momento, dados los errores en la investigación policial y la presunta participación del marido en esta desaparición, que nunca pudo demostrarse. El hecho de que sea un caso aún abierto y de las implicaciones que tuvo para la familia de Viviana Haeger, enfrentada entre la hermana de ésta y su esposo, provocó que el estreno de la serie haya sido controvertido, especialmente después de que las hijas de la desaparecida escribieran una carta abierta publicada en el periódico El Llanquihue en la que expresaban su rechazo a esta producción afirmando que "con esto reviven momentos difíciles y procesos dolorosos que por fin comenzábamos a sanar. Recuerden que detrás de la historia que ustedes producen, para una plataforma de entretenimiento internacional, hay vidas". La serie ha cambiado los nombres de los principales implicados en el caso, especialmente del marido que aquí se llama Mario Medina (un excelente trabajo del actor Daniel Alcaíno), pero mantiene muchos aspectos de la historia real. En todo caso, se trata de un thriller de cocción lenta que narra de una forma pausada, casi tanto como el propio carácter tranquilo del principal sospechoso, las diferentes revelaciones que se hacen a lo largo de los años, especialmente impulsadas por el trabajo de investigación del abogado Víctor Pizarro (Pablo Macaya) y de la hermana de la desaparecida, Cecilia (interpretada por la veterana actriz Claudia Di Girólamo).
Lo más interesante de este thriller que va despejando las incógnitas poco a poco, aunque ya en el episodio Día 42 (T1E4) está planteada buena parte de la resolución del caso, que sin embargo seguirá lanzando preguntas sin resolver en los siguientes episodios, es la forma en que consigue mantener la ambigüedad en torno a todos los implicados, de una forma u otra, sin la necesidad de utilizar elementos impactantes o trampas narrativas. Y estableciendo la sinrazón de circunstancias que resultan asombrosas, como el hecho de que la hermana de la víctima, que acusaba al marido de ésta como principal responsable de su desaparición, tuviera que seguir viviendo con éste como vecino. O la propia posición incómoda de las dos hijas de Viviana, en medio de unas acusaciones que convertirían a su padre en un posible asesino. En el libro publicado por Rodrigo Fluxá había un capítulo titulado "El viudo feliz", lo que parece indicar que el escritor estaba convencido de la culpabilidad de éste, y a lo largo de la serie, especialmente en los flashbacks, se apuntan ciertas actitudes que resultan, cuanto menos, inquietantes. Pero 42 días en la oscuridad tiene la habilidad de colocarse durante la mayor parte del tiempo en una posición equidistante, que despierta las sospechas del espectador tan pronto como las difumina, lo cual es un mérito notable. La atmósfera de reflexión en torno a las relaciones familiares que plantea la serie está subrayada por la introducción de temas de la cantante chilena Niña Tormenta, especialmente extraídas de su hermoso álbum Loza (2017, Uva Robot).
HBO Max, 12 de mayo-2 de junio
Creada por Lucia Aniello, Paul W. Downs, Jen Statsky
Dirigida por Lucia Aniello, Paul W. Downs, Trent O'Donnell
Fue una de las mejores comedias del año pasado, rápidamente renovada para una segunda temporada, aunque en España su estreno estuvo esperando varios meses hasta que HBO se convirtió en HBO Max, y casi coincidió con las 15 nominaciones y tres premios Emmy que logró. La historia continúa en el mismo momento en el que se quedó al final de la primera temporada, y no solo sigue explorando la relación entre la comediante Deborah Vance (Jean Smart) y su guionista Ava (Hannah Einbinder), sino que consigue ampliar su mirada hacia el proceso de búsqueda personal de las dos protagonistas, que a veces se entrecruzan y en otras se confrontan. La
primera temporada trata sobre cómo Deborah necesita salir de su zona de confort para encontrarse como persona y como profesional, y en esta nueva temporada esta salida de su propio ecosistema se desarrolla en un viaje físico a través de pequeños locales de carretera y un autobús que tomará protagonismo en la tanda inicial de episodios. Es particularmente destacable la forma en que los guionistas consiguen construir los personajes en un equilibrio perfecto entre sus decisiones a veces discutibles, como el desliz que tiene Ava al final de la primera temporada, que provocará una respuesta contundente en esta segunda, y cómo se manejan las interrelaciones entre los personajes.
También es interesante la forma en que esta temporada amplía el formato de comedia a un terreno más coral, en el que se impulsan algunos personajes secundarios como la relación entre Jimmy (Paul W. Downs) y Kayla (Megan Stalter), y también hay una búsqueda personal por parte de Marcus (Carl Clemons-Hopkins), aunque en este caso no está demasiado claro cuál es el destino final del personaje. Carl Clemons-Hopkins fue el primer actor
queer no binario nominado al premio Emmy, y ofreció un significativo y rotundo relato de cómo llegó a identificarse com no binario en un artículo escrito en la revista
Hollywood Reporter (23/7/2021), explicando por qué cree que no debería haber categorías de interpretación separadas por sexos. Por su parte, Paul W. Downs adquiere más protagonismo con su personaje, al tiempo que co-escribe y dirige varios de los episodios, alternándose con Lucia Aniello. Pero, curiosamente, el episodio final
The one, the only (T2E6) es el único que no dirige ninguno de los creadores de la serie, y se coloca en manos de Trent O'Donnell, director de uno de los mayores éxitos de la televisión norteamericana esta temporada, la adaptación de la serie inglesa
Ghosts (CBS, 2021-), que ya ha sido renovada.
Hay un episodio que funciona como bisagra entre la primera parte, más de género road-movie, y la segunda parte de esta nueva tanda de episodios, y posiblemente es de los menos logrados de la serie, The Captain's wife (T2E4) que se desarrolla casi exclusivamente en un crucero. Pero a continuación la historia remonta centrándose en una mirada irónica en torno a Hollywood, los entresijos de las negociaciones con las plataformas de streaming y los especiales de stand up comedy que tanto éxito y tanta controversia están teniendo en los últimos meses, como en el caso de los programas de monólogos Dave Chappelle: The closer (Netflix, 2021) y recientemente Ricky Gervais: SuperNature (Netflix, 2022). Hay una divertida visión sarcástica sobre la necesidad de los comediantes de encontrar su espacio en el medio audiovisual, bien sea a través de programas especiales o de talk-shows. Y Hacks tiene mucho que decir sobre cómo funcionan los despachos en una ciudad devoradora como Los Angeles, pero también sobre la necesidad de dejar volar a los protegidos, en esta especie de relación materno-filial que se establece entre Deborah, que nunca ha sido una buena madre, y Ava, que nunca ha sido una buena hija. El final es agridulce pero sabemos que no es el final definitivo (los creadores afirman que su propuesta a HBO Max incluía cómo terminaba el viaje de las dos protagonistas). Esperemos que al menos podamos disfrutar dos o tres temporadas más con estos personajes.
Movistar+, 19 de mayo
Creada por Pepe Coira, Fran Araújo
Dirigida por Jorge Coira, Elena Trapé
Una de las series más esperadas de esta temporada es Rapa (Movistar+, 2022), la última creación de Jorge Coira, Pepe Coira y Fran Araújo, que además es el responsable de la producción de ficción de Movistar+, tras la repercusión conseguida con Hierro (Movistar+, 2019-2021), que había agotado las posibilidades que ofrecía una nueva investigación criminal en la isla canaria. Con buen criterio, la nueva propuesta tiene cierta continuidad en cuanto a la construcción de un thriller humanista, pero cambia radicalmente de escenario y por tanto de enfoque, trasladándose a una Galicia brumosa y utilizando como metáfora la tradición gallega de la rapa das bestas, en la que una vez al año se cortan las crines, se desparasita y se curan las heridas de los caballos salvajes, para construir un entorno humano que también tiene algo de salvaje y de primitivo, aunque se vista con trajes. La historia que plantea Rapa comienza con el habitual crimen, del que es testigo Tomás (Javier Cámara), un profesor de instituto aficionado a la literatura negra y cansado de sus alumnos, que se convertirá en el improbable compañero de investigación de la agente de la Guardia Civil Maite (Mónica López), a la manera en que resultaba improbable la colaboración entre la jueza Candela (Candela Peña) y el traficante Díaz (Darío Grandinetti) en Hierro. Pero en este caso el trabajo conjunto es más convencional en cuanto a la interacción de los personajes, lo cual no significa necesariamente que sea un aspecto negativo, sino que es lo que necesita una trama que, sin embargo, pronto se revela como menos convencional de lo que parece.
Aunque se pueden encontrar paralelismos con otras series policíacas inglesas, Rapa nos parece más cercana a esa atención que se dispensa a los personajes y cómo les afecta el crimen que podemos ver en el nordic noir, y de hecho se cita en el Episodio 1 a Henning Mankell, el autor sueco creador del personaje de Kurt Wallander, lo que ya es una pista de cuál es el tratamiento del crimen en esta producción. El espectador no necesita averiguar quién ha cometido el asesinato, sino cuál ha sido su motivación, y de qué forma afecta a su entorno. Se agradece por tanto que se plantee una historia casi diríamos que anticlimática en cuanto a la relación del criminal con el resto de los personajes, que aunque en ocasiones está teñida de tensión por la imprevisibilidad de éste, sin embargo tiene una interacción más natural, porque sus motivaciones no están en su personalidad, aunque se apunta que siente cierta satisfacción en el acto de matar.
Menos oportuna es la subtrama medioambiental que se desarrolla en el Ayuntamiento, en torno a la corrupción política y la posible construcción de una mina que podría romper el paisaje de la Serra da Capelada, ya de hecho transformado por un parque eólico. Pero hay un desarrollo menos consistente sobre el poder y las influencias, sobre la confrontación entre ecología y crecimiento económico. Rapa sin embargo acierta en la construcción de personajes ambiguos como Norma (Lucia Veiga) y su madre Balbina (Berta Ojea), se beneficia de un reparto de actores y actrices gallegos como Mabel Ribera, Eva Fernández, Ricardo Barreiro, César Cambeiro, Tito Asorey o Santi Prego que dan credibilidad a sus personajes y en la creación de una atmósfera opresiva que está subrayada por los paisajes grises de Cedeira, otra población pequeña que depende en este caso de El Ferrol, como la isla de Hierro dependía de Tenerife, que apunta esa capacidad de los guionistas para incorporar el entorno a la trama principal. Alternando la dirección entre Jorge Coira y Elena Trapé, directora de la película Las distancias (2018) y de algunos episodios de HIT (RTVE, 2020-), Rapa es una serie que apuesta por el riesgo y camina a veces por senderos tortuosos en vez de seguir una línea recta, y esta circunstancia le hace caer en algunos desaciertos pero consigue crear un policíaco diferente, anticlimático y humanista.
Love, death + robots Vol. 3 **** Netflix, 20 de mayo
Creada por Tim Miller
Dirigida por Patrick Osborne, David Fincher, Emily Dean, Robert Bisi, Andy Lyon, Jennifer Yuh Nelson, Tim Miller, Carlos Stevens, Jerome Chen, Alberto Mielgo
Lo que una serie antológica como Love, death + robots (Netflix, 2019-) supone para el desarrollo de la animación quizás solo se podrá entender con el paso del tiempo. Para la animación de adultos se trata de un oasis que, aunque no tiene un seguimiento masivo, elabora una ecléctica propuesta audiovisual sobre las posibilidades del género. Y Aunque echamos en falta, especialmente en la segunda temporada, una apuesta más radical por explorar estas posibilidades, hay hallazgos brillantes que demuestran la importancia de una serie como ésta y que pretenden dar un paso más allá de los caminos tradicionales. En una temporada que venía anunciada con grandes titulares como el regreso de los tres robots y el primer trabajo de animación de David Fincher, que tiene a los principales responsables de la serie como Tim Miller y Jennifer Yuh Nelson dirigiendo otras historias, el nombre que sobresale entre todos ellos es el de un español, Alberto Mielgo, que elabora una obra maestra titulada Jíbaro (Alberto Mielgo, 2022), y que se convierte en la imagen principal de la serie por su diseño exuberante. Podemos mencionar la excelente planificación de Bad travelling (David Fincher, 2022), y su sobresaliente animación hiperrealista; también la contundente reflexión sobre la arrogancia del ser humano que plantea Swarm (Tim Miller, 2022); o la divertida y original animación tilt-shift de Night of the mini dead (Robert Bisi, Andy Lyon, 2022), esa parodia de las películas de zombis que utiliza el efecto mariposa para lanzar un mensaje más profundo del que parece; la reflexión metafísica de The very pulse of the machine (Emily Dean, 2022), que encuentra en la ambigüedad y un excelente diseño sus principales virtudes; o el divertido regreso de Three robots: Exit strategies (Patrick Osborne, 2022) que tiene el honor de abrir la temporada planteando reflexiones sobre la condición humana con su sentido del humor absurdo y una animación detallista y notable del estudio de animación sevillano Blow Studio.
Pero Jíbaro está a otro nivel, no porque sea la mejor animación, que ha creado la empresa de Alberto Mielgo pinkman.tv, sino porque se lanza al vacío de la exploración de los límites de la animación, del montaje complejo en el que el sonido es un elemento fundamental, y consigue introducir un trabajo experimental en una serie mainstream, igual que consiguió que su muy experimental cortometraje, más enfocado a los sentidos que a lo puramente narrativo, El limpiaparabrisas (Alberto Mielgo, 2021) ganara un Oscar este año. En este caso, el guión también escrito por el director español, combina la mitología griega con la colonización de América, marcada por la búsqueda de riquezas, estableciendo una relación de atracción-repulsión entre el protagonista, Jíbaro, y una náyade, que atrae solo para destruir. La deficiencia auditiva del caballero le permite evitar la seducción de la ninfa fluvial, pero el poder de atracción permanece, estableciendo una relación tóxica que se convierte en una batalla en la que no hay vencedores ni vencidos, en la que todo es destructivo. El viaje emocional que provoca este cortometraje dura solo 17 minutos, pero sus imágenes son tan envolventes y tan sugerentes que resultan hipnóticas. Y la utilización de elementos como las joyas que rodean a la náyade en contacto con el agua y los movimientos expresivos de danza con los que seduce a los colonizadores, eleva la dificultad de un trabajo de animación que llega a niveles sublimes.
Alberto Mielgo está allá donde las posibilidades de la animación se estiran al máximo, como en Spider-Man: Un nuevo universo (Bob Persichetti, Peter Ramsey, Rodney Rothman, 2018), que ha sentado las bases de una evolución importante en el diseño y los movimientos de los personajes. Y dirigió para la primera temporada de Love, death + robots (Netflix, 2019-) el muy notable cortometraje The witness (Alberto Mielgo, 2019), también escrito por él mismo, que proponía también un diseño visual impactante, en parte desarrollado posteriormente en El limpiaparabrisas. En realidad todas las historias hablan de relaciones tóxicas que tienen un desenlace complejo, como una temática que está presente en narraciones que sin embargo buscan diferentes procesos de desarrollo. Alberto Mielgo (1973, Madrid) va camino de convertirse en uno de los grandes nombres de la animación, cuyo trabajo ya se ha reconocido con dos premios Emmy individuales y dos premios Annie por The witness (2019) y Tron: La resistencia (Disney+, 2013), y un Oscar por El Limpiaparabrisas (2021). Poco se puede vaticinar de sus posibilidades futuras.
Apple tv+, 23-27 de mayo
Escrita por Matthew Wright
Dirigida por Andrew R. Jones, Adam Valdez
Con un valor principal en cuanto a la representación de la vida animal en el período Cretácico como si se tratara de un documental de naturaleza actual, Planeta prehistórico (Apple tv+, 2022-) ofrece dosis impresionantes de nitidez en la visión de estas criaturas que puso de moda Parque Jurásico (Steven Spielberg, 1993) y que ahora estrena Jurassic World: Dominion (Colin Trevorrow, 2022). Bajo la producción de Jon Favreau, muy interesado en las aportaciones que las nuevas tecnologías pueden hacer a la industria audiovisual, desde The Mandalorian (Disney+, 2019) hasta las actualizadas versiones de El libro de la selva (Jon Favreau, 2016) y El rey león (Jon Favreau, 2019), esta serie plantea también una actualización de aquella otra propuesta realizada por BBC Earth en Caminando entre dinosaurios (BBC, 1999) en la que los efectos visuales y animatronics ofrecían una visión que ahora parece demasiado "primitiva", pero que abría las posibilidades a una forma diferente de acercarse a la prehistoria. Por aquel entonces, David Attenborough se negó a participar como narrador porque no quería formar parte de una serie que se construía sobre conjeturas, pero en esta ocasión el nonagenario científico ha prestado su voz y su presencia a la serie. Un importante avance en la representación de los dinosaurios supuso la producción El planeta de los dinosaurios (BBC, 2011) que por primera vez estaba completamente realizada con imágenes CGI.
Planeta prehistórico se centra únicamente en el periodo Cretácico superior, hace 66 millones de años, y abarca por tanto un margen inferior de tiempo, permitiendo detenerse en las especies de dinosaurios más relevantes. Y aunque el trabajo de diseño y efectos visuales es sobresaliente, algunos episodios como Coasts (T1E1) o Ice worlds (T1E4) se sienten inferiores técnicamente, por ejemplo, en la integración de los dinosaurios en el agua o en los paisajes nevados, frente a los que se desarrollan entre bosques o desiertos. En general, la serie se aprecia mejor en los detalles que en los planos más amplios, que no consiguen eliminar la textura de animación. A nivel científico, ha contado con el asesoramiento de reconocidos profesionales como el paleo-zoólogo Darren Naish y el ilustrador científico Gabriel Ugueto, artista venezolano que reside en Miami, y que se ha especializado en lo que él denomina "paleoart". Las últimas investigaciones paleontológicas permiten que se ofrezcan representaciones novedosas de algunos dinosaurios como el popular Tyrannosaurus Rex, al que se presenta con plumas, un debate que ha estado sobre la mesa de los estudios científicos durante mucho tiempo pero que en los últimos años tiende a confirmar que efectivamente muchas especies de dinosaurios estaban cubiertas o semicubiertas de plumas o protoplumas.
Hubiera sido interesante disponer de un contexto global del planeta Tierra en el Cretácico, y en este sentido la serie no sabe evitar los clichés que tratan de acercar la información a la comprensión de los espectadores, pero resulta un poco extraño escuchar a David Attenborough referirse a algunas de las zonas de la Tierra utilizando la división geopolítica actual, como cuando se refiere a Sudamérica. La falta de una visión más clara de la fisonomía terrestre del planeta, que por entonces se dividía en dos grandes masas de tierra, introduce algunos elementos anacrónicos que no benefician al rigor de la serie. La narración está compuesta, a la manera de muchos documentales de BBC Natural History, por episodios protagonizados por las diferentes manadas de especies animales, que buscan principalmente una mirada mucho más normalizada hacia los dinosaurios en cuanto a su condición de familia, con especial atención a los miembros más jóvenes de las manadas. Pero no evita la representación de las escenas de depredación, siempre ajustándose a los límites marcados por un espectáculo para todos los públicos. La serie, no obstante, no puede evitar, por mucho que la presencia de David Attenborough le aporte credibilidad, la constante duda de hasta qué punto llega el rigor científico y dónde comienzan las conjeturas y una especie de mirada cliché a un mundo desconocido en cuya representación tiene mucho que decir nuestra propia imaginación.
Jurassic World: Dominion se estrena el 9 de junio.
Por mandato del cielo se estrena en Disney+ el 27 de julio.
La gran apuesta se puede ver en Disney+, Netflix y Prime Video.
No mires arriba, Una película de policías, Polar y tick, tick... BOOM! se pueden ver en Netflix.
Boogie nights y Godzilla se pueden ver en HBO Max.
Godzilla vs. Kong se puede ver en Movistar+.
Sra. Doubtfire, LA 92, El libro de la selva y El rey león se pueden ver en Disney+.
El hombre elefante, She dies tomorrow, El rock de la cárcel y Lingua franca se pueden ver en Filmin.
It se puede ver en HBO Max y Movistar+.
Jackie se puede ver en Filmin y Prime Video.
Spencer se puede ver en Prime Video.
Las distancias se puede ver en RTVE Play.
Comanchería se puede ver en Movistar+ y Prime Video.
Ipcress se puede ver en Filmin, FlixOlé, Movistar+ y Prime Video.
Funeral en Berlín se puede ver en Filmin y Movistar+.
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