Nuestra crónica mensual sobre las series más destacadas e interesantes que se han estrenado en las plataformas está compuesta por una docena de títulos entre los que se encuentran dos producciones españolas, lo cual es importante en un año en el que el audiovisual hecho en nuestro país no ha brillado especialmente. Hay que destacar la estrategia de RTVE por reforzar su plataforma RTVE Play tanto con producciones propias como con estrenos de series de hace algunos años como Top of the lake (Sundance TV, 2013), Harlots (Cortesanas) (ITV, 2017-2019), cuyas tres temporadas se pudieron ver en Filmin, o Victoria (PBS Masterpiece, 2016-2019), que se estrenó en Movistar+, y que van conformando una plataforma que se compone de una programación no especialmente actual pero sí bien seleccionada para una propuesta pública.
En otro orden de cosas, la presentación de la segunda parte de la quinta temporada de La casa de papel (Netflix, 2017-2021) se convirtió en la puesta en escena de una relación cada vez más tensa entre la prensa y las plataformas digitales, especialmente debido a un acto que fue calificado como "lamentable", y que resultó irrespetuoso con los medios de comunicación. No es tan interesante el relato en sí del desmerecimiento, sino la constatación cada vez más notoria de que las plataformas digitales parecen sentirse seguras de que los medios ya no son sus interlocutores con los fans, sino que tienen un acceso directo a través de las redes sociales y de sus propios canales de difusión (es decir, artículos de promoción publicados en los medios que se disfrazan de listas elaboradas por periodistas pero que en realidad son anuncios pagados). Las plataformas ya vienen desde hace tiempo manipulando la información que ofrecen a través de los medios de comunicación, en las que destacan solo los productos que tienen éxito (con cifras muchas veces más que sospechosas) y negando la evidencia de sus fracasos, de forma que acaban creando una especie de burbuja en la que solo se destaca lo positivo. Una estrategia que pasa por ocultar los datos de audiencia reales mientras las propias plataformas se jactan de transparencia interna: Netflix, por ejemplo, proporciona información de audiencias a todos sus empleados, pero éstos tienen cláusulas de confidencialidad y por tanto no pueden compartirlos con nadie.
En un reciente artículo publicado en la revista norteamericana The Verge, se descubrió la manipulación que habría realizado Netflix de los algoritmos para que la película Mignonnes (Guapis) (Maïmouna Doucouré, 2020) no apareciera en los resultados de búsquedas, para minimizar la controversia sobre el contenido demasiado sensual de una producción francesa protagonizada por niñas que practican el "twerking", un baile de origen caribeño. La campaña de cancelaciones de usuarios contra Netflix fue tan importante que la compañía no dudó, según la revista, en cambiar manualmente los criterios de búsqueda en los que aparecía la película, de forma que se la fue "enterrando" progresivamente entre los miles de títulos de la plataforma. Todo esto mientras públicamente daban su "apoyo" a la directora, y curiosamente debido a una controversia que fue provocada por la propia Netflix, cuando decidió cambiar el cartel de la película, que en un principio solo mostraba a las protagonistas corriendo por la calle, por otro que resultara más "atractivo" y que finalmente acrecentó la polémica.
El asesino improbable ****
Netflix, 5 de noviembre
Escrita por Wilhelm Behrman, Niklas Rockström
Dirigida por Charlotte Brändström, Simon Kaijser
En el mes de junio de 2020 la Fiscalía de Suecia dio por cerrado el caso del asesinato del Primer Ministro Olof Palme que se produjo en 1986 cuando salía de una sala de cine junto a su esposa, estableciendo como culpable a Stig Engström, un gris trabajador de la empresa Skandia, cercana al lugar del crimen, que nunca fue considerado como sospechoso del asesinato. Las sospechas sobre la participación de este hombre surgieron con dos investigaciones periodísticas recientes, que dieron como resultado el libro de Lars Larsson Nationens Fiende (2016) y posteriormente otro libro escrito por Thomas Petersson bajo el título El asesino improbable. El hombre de Skandia y el asesinato de Olof Palme (2018), que es la base de esta serie en la que se describen las acciones que llevó a cabo Stig Engström antes de cometer el crimen. Esta teoría sin embargo no ha sido aceptada por todos, y este mismo año se estrenaba en Suecia el documental Palmemördaren (Lasse Lampers, 2021) que plantea serias dudas sobre la autoría del asesinato, entre otras cosas porque se establecen demasiadas casualidades en la elaboración de un crimen que dependía de muchos factores arbitrarios y porque no parecen demasiado claras las motivaciones que pudo tener el que fue denominado como "el hombre de Skandia" para asesinar al Primer Ministro sueco.
En todo caso, la serie estrenada por Netflix da por cierta la teoría y la conclusión de la fiscalía, lo que también establece la acusación en torno a una investigación policial llevada a cabo con precipitación y con evidentes errores que llevaron a descartar casi inmediatamente a este sospechoso a pesar de su constante presencia en los medios. Con una espléndida interpretación de Robert Gustafsson, un actor habituado a personajes que requieren una importante transformación física, como el que interpretó en la película El abuelo que saltó por la ventana y se largó (Felix Herngren, 2013), esta producción creada por los mismos responsables de la serie Kalifat (Netflix, 2020-) se construye como un thriller nórdico que maneja con precisión el suspense, y que solo en las escenas que implican a la investigación periodística años después se hace demasiado explicativo, tratando de justificar las posibles lagunas de estas indagaciones.
Porque, igual que en su momento la policía estuvo tan obsesionada en seguir una vía de investigación que les llevó a desechar a posibles sospechosos, da la impresión de que los periodistas que analizaron posteriormente el caso parecían tener tan claro que el asesino era Stig Engström que iban adaptando todas las motivaciones y acciones a su propia teoría. Pero la serie funciona bien sobre todo porque no tiene pudor en establecer claramente la competitiva investigación paralela de dos grupos diferentes de policías que, en vez de resolver el caso, acabaron por interferirse mutuamente. Es una narración lenta que sin embargo mantiene el interés, y que va construyendo un personaje psicológicamente complejo, un posible asesino que parece haber matado por una necesidad de reconocimiento, que después del asesinato se transformó en una obsesión por aparecer en los medios de comunicación como el principal testigo presencial. De forma que la propuesta no solo funciona en su aspecto criminal, sino también como creación de un personaje sorprendente.
Netflix, 5 de noviembre
Creada por Carlo Bernard, Chris Brancato, Doug Miro
Dirigida por Andrés Baiz, Wagner Moura, Alejandra Márquez Abella, Luis Ortega, Amat Escalante
Aunque esta última entrega ha tenido menos repercusión que el resto de las que conforman el retrato del nacimiento del narcotráfico que comenzó con Narcos (Netflix, 2015-2017) y que se convirtió en una de las producciones insignia de la plataforma, hay que destacar el trabajo realizado a lo largo de estas tres temporadas. Narcos: México ofrecía una reordenación de los acontecimientos después de que la anterior se desarrollara hasta los años noventa en Colombia, ahora volviendo a los años ochenta y trasladando la acción a Guadalajara. En este cruce de caminos temporales, esta última temporada conecta con Narcos en varios aspectos que consiguen un círculo narrativo casi perfecto. Por un lado, se puede ver en la televisión la noticia de la muerte de Pablo Escobar ocurrida en 1993 con la que terminaba aquella. Por otro lado, regresa el actor Wagner Moura, que interpretó al narcotraficante colombiano, pero ahora lo hace como director de dos de los mejores episodios de la temporada: Los Juniors (T3E3) y GDL (T3E4), éste último con una poderosa escena de acción que tiene lugar en el aeropuerto de Guadalajara y que está rodada con ese ímpetu que tienen algunas de las mejores secuencias de toda la serie. El actor brasileño ya se había estrenado con solvencia como director en la película Marighella (Wagner Moura, 2019).
Pero la última temporada de Narcos: México tiene algunos aspectos diferenciadores respecto a las otras dos. En primer lugar, la salida de Eric Newman como showrunner, que había trabajado en las dos últimas temporadas de Narcos y en las dos primeras de ésta. El acuerdo exclusivo con Netflix para poner en marcha diversas producciones le impidió dedicarse a ésta, mientras desarrollaba otras series como el muy anodino thriller Una historia muy real (Netflix, 2021), estrenado también este mes, o la miniserie dedicada a la crisis de los opioides Painkiller (Netflix, 2022-). Carlo Bernard, uno de los co-creadores, tomó el testigo como showrunner para retomar una historia que esta vez no se centra en un protagonista principal, sino que desarrolla la desorganización del narcotráfico entre los diferentes cárteles de la droga después de que Félix Gallardo (Diego Luna) fuera encarcelado, con el enfrentamiento entre Juárez, Tijuana y Sinaloa. Una decisión que abre el abanico de tramas y que pretende ofrecer un reflejo de la globalización del narcotráfico, pero que en cierta manera desenfoca la historia, que podía haberse centrado en Amado Carrillo (José María Yazpik), un personaje incluso más relevante que el propio Félix Gallardo.
La tercera temporada de Narcos: México mantiene la contundencia de las anteriores, y demuestra de nuevo que es una de las producciones que mejor ha sabido reflejar la globalización del tráfico de drogas a través de las conexiones entre Centroamérica y Estados Unidos. La impetuosa dirección de destacados cineastas como el colombiano Andrés Baiz, el argentino Luis Ortega o el español Amat Escalante, que ya dirigió varios episodios de anteriores temporadas y en esta ocasión tiene la difícil tarea de cerrar la serie con los dos últimos capítulos, consigue mantener el nivel y cerrar un ciclo importante, que se aleja de las muchas otras producciones dedicadas al tema. Hay quizás un exceso de ambición cuando, en medio de este entramado de enfrentamientos entre cárteles de la droga, se quiere también hablar de cuestiones como la desaparición de chicas adolescentes en Juárez o el peligroso trabajo de los periodistas en subtramas que no completan, sino que estorban. Por eso la decisión de que la narradora sea por primera vez una mujer, en este caso la periodista Andrea Núñez (Luisa Rubino), no termina de encajar del todo. Narcos: México termina a la altura adecuada, manteniendo el interés de una producción de calidad. Pero el retrato del narcotráfico continuará, ya al margen de la franquicia Narcos, con una miniserie dedicada a Griselda Blanco, un proyecto de la actriz Sofía Vergara en el que dará vida a la conocida narcotraficante colombiana apodada "viuda negra", que desarrolla Eric Newman y en el que también están implicados como productores ejecutivos Carlo Bernard, Doug Miro y Andrés Baiz, quien dirigirá los seis episodios.
American Rust ****
Movistar+, 13 de septiembre-8 de noviembre
Creada por Dan Futterman
Dirigida por John Dahl, Craig Zisk, Darnell Martin
Algunas de las series estrenadas esta temporada bucean en el estado agónico de la sociedad norteamericana, y especialmente en su lado más oscuro. Ya hablamos en nuestra anterior crónica de La asistenta (Netflix, 2021-) y este mes tenemos otras dos muestras de esta mirada pesimista hacia un país que se desangra en su cada vez mayor separación entre ricos y pobres. Esta historia sobre dos amigos en una decadente ciudad de Pensilvania está basada en la novela El valle del óxido (2009, Ed. Literatura Random House), de Philipp Meyer, que fue su debut como escritor y que estuvo a punto de ser adaptada en 2018 para la cadena USA Network, con David Gordon Green como director, pero finalmente fue descartada. La segunda de las novelas de Philipp Meyer sí tuvo una adaptación televisiva en la serie The son (AMC, 2017-2019), protagonizada por Pierce Brosnan. Finalmente, Showtime dio luz verde al proyecto de American rust con Dan Futterman, nominado al Oscar por el guión de Truman Capote (Bennett Miller, 2005), como showrunner, y con Jeff Daniels como principal protagonista. Aunque la novela tiene como principales protagonistas a los dos amigos Billy Poe (Alex Neustaedter) e Isaac English (David Álvarez, al que pronto veremos en West Side Story (Steven Spielberg, 2021)), la adaptación se centra principalmente en los personajes del sheriff Del Harris (Jeff Daniels), que lentamente va envolviéndose en un rodillo de mentiras y encubrimientos, y su amante Grace Poe (Maura Tierney), envuelta en un intento por mejorar las condiciones laborales de la empresa en la que trabaja.
El eje central de la serie es un asesinato en el que están implicados Billy e Isaac, pero en realidad es el catalizador de una serie de acontecimientos que pone a prueba la lealtad de los personajes principales, teniendo como elementos más destacados a los personajes de Billy y el sheriff Del. Construida quizás con demasiada lentitud en los primeros episodios, la historia va haciéndose cada vez más oscura, y muestra con acierto la putrefacción moral de una sociedad que trata de mantener su esencia aunque sea enterrando cadáveres. Pero los conflictos internos poco a poco van saliendo a la superficie, enfrentando a los personajes a sus propias contradicciones. Hay subtramas que tratan de abarcar temas adyacentes, como la explotación laboral en el caso de Grace o la oscura represión de la homosexualidad en el caso de Isaac, envuelta en una homofobia latente que permanece en el pequeño pueblo ficticio de Pensilvania. Y se puede decir que la serie no se beneficia de este intento por abarcar (y retratar) la profunda crisis económica de Estados Unidos.
Otro de los elementos presentes a través de la adicción del sheriff Del, es la epidemia de opioides que se ha convertido en uno de los temas más recurrentes de en las producciones de ficción de esta temporada. American rust trata de aglutinar buena parte de los males que azotan a la sociedad norteamericana, desde el punto de vista de un pequeño rincón olvidado. Y en ese sentido es un retrato oscuro y pesimista que funciona en el desarrollo de algunos personajes, aunque otros quedan algo más desdibujados. Tampoco le ha beneficiado las comparaciones con Mare of Easttown (HBO Max, 2021-), injustas en cuanto que no hay tantas similitudes entre ambas series. Digamos que en American rust hay una mayor pretensión de ofrecer un retrato amplio de la sociedad norteamericana y sus problemáticas, y quizás por eso es menos convincente. Pero se trata de una producción que avanza con cada vez mayor solidez conforme se van desarrollando los episodios, y termina en una encrucijada vital sorprendente para sus personajes principales que apuesta por una segunda temporada aún no confirmada por Showtime.
ATRESPlayer/La Sexta, 11 de noviembre
Creada por Sarah Burgess
Dirigida por Ryan Murphy, Michael Uppendahl, Laure de Clermont-Tonnerre, Rachel Morrison
Estrenada en España obviando su relación con la serie antológica American Crime Story, El caso Lewinsky nos llega a través de La Sexta en lineal y de ATRES Player en streaming, poco antes de que la emisión de los diez episodios de la serie haya concluido en los Estados Unidos. La historia del escándalo sexual protagonizado por el presidente Bill Clinton está contada desde el punto de vista de algunas de las mujeres relacionadas con el caso, pero es destacable reseñar que Monica Lewinsky ejerce como productora, por lo que su versión persiste en toda la historia. Hay algunos apuntes que parecen tratar de reforzar la evidente desvergüenza de estos hechos, como las escenas en las que Monica (Beanie Feldstein) y Bill Clinton (Clive Owen) están juntos y parecen un abuelo con su nieta, dada la imagen del presidente que parece mayor de lo que realmente era y de la becaria como más inocente de lo que podría ser una joven de veinte años. También el retrato de Linda Tripp (Sarah Paulson) está muy claramente filtrado a través de la memoria de Monica Lewinsky, remarcando una representación física que la hace parecer deforme. Y aunque la serie parece apuntar cierta empatía con el personaje, a través de las burlas reales que hubo hacia su físico en los medios de comunicación, como la parodia que hizo John Goodman en el programa Saturday Night Live, la percepción de un juicio moral hacia sus acciones está presente incluso en el último episodio, a pesar de la extraordinaria capacidad de Sarah Paulson para transformarse.
Desde el punto de vista de la narración de los hechos, se enfatiza la pretendida inocencia de la protagonista, como si se tratara de una adolescente enamorada engañada por un señor mayor, encontrando justificaciones al hecho de que guardara el famoso vestido manchado, pero lo más interesante de la serie es la descripción que hace de los retorcidos ámbitos del poder, de la manipulación de los medios y de los propios fiscales para conseguir su objetivo. En este sentido resulta más creíble la inocencia de una joven envuelta en una turbia guerra de poderes que empezaba en la Casa Blanca y terminaba en los medios de comunicación, pasando por un fiscal obsesionado con el objetivo de destronar al presidente. La serie tiene dos partes bien diferenciadas: la primera, en la que el protagonismo lo ostenta el personaje de Linda Tripp; y la segunda más centrada en las investigaciones del FBI y el proceso de impeachment, de destitución del presidente. Mientras que en la primera hay un desequilibrio en la historia, que parece desdoblarse si enfocarse bien, la segunda se sostiene mejor en torno a la putrefacción de las instituciones, consigue un retrato más certero del entorno a través del desarrollo de los personajes
Si en las dos anteriores entregas de American Crime Story (FX, 2016-) las historias se centraban en los acontecimientos que rodearon a dos personajes famosos: O.J. Simpson y Gianni Versace, en este caso el foco se coloca en una persona anónima que se ve envuelta en un mundo hostil al que ella, de hecho, quería tener acceso pero con una mirada menos perversa de lo que en realidad necesitaba. No se plantean dudas de quién fue el depredador, pero quizás hubiera hecho falta un equilibrio entre los protagonistas del escándalo. Bill Clinton, curiosamente interpretado por el actor inglés Clive Owen, que no se beneficia de un maquillaje excesivo, va convirtiéndose gradualmente en una especie de monstruo, hábil a la hora de tergiversar los términos y sus declaraciones, y acaba siendo el antagonista claro en favor de una Hillary Clinton (Edie Falco) a la que se retrata como una especie de víctima. Hay buenos trabajos de interpretación, muchas veces a pesar de las prótesis algo ridículas, como en el caso de Paula Jones (Annaleigh Ashford), un personaje que acaba brillando en su desarrollo incluso por encima de la propia Monica Lewinsky.
Dopesick: Historia de una adicción ***
Disney+, 12 de noviembre
Creada por Danny Strong
Dirigida por Barry Levinson, Michael Cuesta, Patricia Riggen, Danny Strong
La polémica en torno a las adicciones por los opioides en Estados Unidos ha formado parte de las últimas producciones estrenadas durante estos meses. Es el tema central de la última temporada de Goliath (Prime Video, 2016-2021), aparece también en American Rust (Showtime, 2021-), por ejemplo. Por un lado, debido al cierre en falso de la demanda millonaria contra la farmacéutica Purdue Pharma, por la que la empresa se declaraba en bancarrota tras ser condenada en 2019 a 12.000 millones de dólares de indemnización, aunque ninguno de los miembros de la familia Sackler, su propietaria, ha sido demandado. Otras farmacéuticas como Walmart, Walgreens y CVS han sido condenadas por alimentar la crisis de los opioides. Se calcula que entre 2009 y 2019 han muerto 500.000 estadounidenses por sobredosis de esta substancia, y que durante 2021 aún siguen muriendo 90 personas cada día. Otra de las razones por las que este tema ha vuelto a convertirse en objeto de interés proviene de la pandemia del coronavirus, que ha despertado de nuevo la desconfianza hacia las autoridades sanitarias. No se puede entender esta suspicacia que ha llevado a que Estados Unidos sea uno de los países occidentales con menor porcentaje de vacunación (solo el 57,9% tiene la vacuna completa) sin la crisis de los opioides, porque no se trató solo de unas empresas que querían ganar dinero a toda costa, sino que fallaron los mecanismos de control y la propia CDC (Centro para el Control y Prevención de Enfermedades), que teóricamente debería haber controlado esta droga, fue cómplice de la familia Sackler en el engaño a los ciudadanos estadounidenses. Se puede entender que si se dispensa una vacuna desarrollada por Johnson & Johnson, una farmacéutica condenada a 572 millones de dólares por fomentar la venta de una droga adictiva, haya desconfianza hacia ella.
La crisis comenzó cuando la empresa Pharma Purdue sacó al mercado el OxyContin, un analgésico contra el dolor que anunciaba como menos adictivo que los que existían hasta la fecha. En su libro Drug dealer, MD: cómo los médicos fueron engañados, los pacientes se engancharon y por qué es tan difícil pararlo (2016) Anna Lembke describe el funcionamiento de la familia Sackler como el de cualquier grupo de narcotraficantes. En el documental The crime of the century (Alex Gibney, 2021), el director realiza un pormenorizado relato del funcionamiento de esta distribución de una droga cuyas dosis necesitaban ser aumentadas progresivamente para conseguir resultados, convirtiendo a los pacientes en adictos para el resto de sus vidas. La miniserie Dopesick (Hulu, 2021) propone una ficción en torno a este tema, que le permite desarrollar a lo largo de los ocho episodios escritos por Danny Strong, creador de series como Empire (Fox, 2015-2020) y ganador de dos premios Emmy por la tv movie Game change (Jay Roach, 2012). En este caso divide el relato en varios tiempos, a través de los cuales sigue el origen de la crisis iniciado por Richard Suckler (Michael Stuhlbarg), al que se retrata como un personaje oscuro obsesionado por ocupar un lugar destacado en su familia; acompaña a los ayudantes del fiscal Rick Mountcastle (Peter Sarsgaard) y Randy Ramseyer (John Hoogenakker) en sus investigaciones años después; se coloca en el punto de vista de los comerciales de la droga como Billy Cutler (Will Poulter) y en el de las víctimas como Betsy (Kaitlyn Dever) y el doctor Finnix (Michael Keaton).
A pesar de esta estructura compleja el relato se sigue con fluidez, desarrollando la historia desde diferentes perspectivas que son complementarias y que forman un conjunto amplio en torno a los engaños que protagonizó la familia Suckler para poder comercializar la droga. Esta diversidad de personajes construye un relato que en buena medida muestra la profunda crisis de una sociedad corrupta en la que resulta más fácil comprar a los responsables de las medidas de control que intentar adaptarse a ellas. A veces incluso valiente, como cuando la detective Bridget Meyer (Rosario Dawson) saluda al muy popular alcalde de Nueva York Rudy Giuliani (Trevor Long) solo para darse cuenta de que él mismo apoya la venta del OxyContin. Estamos ante una producción que no solo destaca por un reparto de nombres reconocidos, sino que sus ocho episodios se dividen entre directores notables como Michael Cuesta, responsable de series como Dexter (Showtime, 2006-2013) o Homeland (Showtime, 2011-2020), el veterano Barry Levinson, director de películas como El mejor (1984) o Rain man (1988), Patricia Riggen, que dirigió algunos episodios de la primera temporada de Jack Ryan (Prime Video, 2018-) y el propio Danny Strong. Ellos conforman un relato ambicioso en torno a uno de los mayores crímenes cometidos en las últimas décadas bajo el cobijo de las instituciones sanitarias. Otros proyectos tienen previsto abordar este problema, como la miniserie escrita por Eric Newman Painkiller (Netflix, 2022-).
Lola ****
Movistar+, 28 de octubre-18 de noviembre
Guión de Israel del Santo
Dirigida por Israel del Santo
La serie documental Lola (Movistar+, 2021) tiene la virtud de que asume su incapacidad para aglutinar en cuatro episodios el significado y la trayectoria de una artista singular, llena de contradicciones, que fue representación de la España franquista que trataba de abrirse al mundo pero al mismo tiempo ejemplo de mujer liberal que ejercía su poder (poderío) manejando sus relaciones sentimentales. "Lola en algunos aspectos sí está sobrevalorada, y en otros aspectos lo que está es poco entendida", comenta Francisco... el más crítico de los entrevistados que participan en la serie. Y, por tanto, amplía la perspectiva de los interlocutores más allá de los que son estrictamente necesarios, como sus hijas Lolita y Rosario, y las artistas que la conocieron, como Encarnita Polo, además de los expertos y catedráticos, para acercarse a otras voces que quizás no tengan mucho que decir sobre la artista como Rosalía, Pablo Carbonell o incluso Ara Malikian, pero que aportan una mirada más abierta, una visión contemporánea de la forma en que Lola Flores ha influido en la música.
Otra de las virtudes de esta docuserie producida por 100 Balas, que forma parte del grupo Mediapro, es su agilidad, la capacidad del director Israel del Santo para construir una biografía de forma cronológica, pero salpicándola de las muchas leyendas urbanas y algunas mentiras que contó y asumió la propia Lola Flores. De esta forma, el recorrido no solo es ameno sino también está repleto de anécdotas y rumores que el personaje alimentó a lo largo de su vida. Y todo ello sin perder el fondo histórico de una España que vivía un momento de transformación, una dictadura que trataba de reflejarse en la modernidad, una televisión que se llenaba de color tras la muerte de Franco y un cine que utilizaba el folclore como seña de identidad del sentimiento español. Lola Flores fue también el reflejo de la caída en desgracia de las folclóricas, habitualmente apegadas al régimen, protegidas e impulsadas por la España franquista, que se desvanecía al llegar la democracia.
"Ni canta, ni baila, pero no se la pierdan", se supone que publicó el New York Times en una reseña de uno de los espectáculos de Lola Flores en la ciudad norteamericana. Esa reseña nunca existió, pero quedó como marca de la casa, como leitmotiv de una personalidad arrolladora, y como una de las leyendas que rodearon la carrera de la artista. Y en esa misma línea, Lola no es ni un documental que profundice demasiado en el personaje, ni un programa de entrevistas a artistas más o menos relevantes del panorama musical, ni una mirada en forma de ficción a la vida de un icono de nuestra cultura. Es todo eso al mismo tiempo y nada de eso en realidad. Pero es una de las series documentales más adictivas que se han estrenado este año.
Os últimos dias de Gilda *****
Black Nights Film Festival, 19 de noviembre
Escrita por Gustavo Pizzi, Karine Teles
Dirigida por Gustavo Pizzi
En nuestras recomendaciones mensuales nos gusta incluir algunas series que están inéditas en España, y en esta ocasión nos acercamos a una producción brasileña que ha sido seleccionada en Berlinale Series y recientemente en TV Beats, sección del Tallinn Black Nights Film Festival, al que hemos dedicado varias crónicas en nuestro blog. Os últimos dias de Gilda es una miniserie producida por Globoplay, una plataforma digital nacida en 2015 que alcanzó el año pasado el récord de 20 millones de usuarios, consiguiendo un acuerdo con Disney+ para ofrecer también todo su contenido en Brasil. El creador y director de la serie es Gustavo Pizzi, responsable de películas como Riscado (2010) y Siempre juntos (Benzinho) (2018), que aquí adapta un monólogo escrito por Rodrigo de Roure para la actriz Karine Teles, y que ella ha interpretado durante 18 años en los teatros brasileños. Por supuesto, no podía ser otra la protagonista de la serie, y de hecho Karine Teles ha participado también en la adaptación.
La protagonista es Gilda (Karine Teles) una mujer que vive en una zona de favelas de Rio de Janeiro, y que tiene una pequeña granja en el patio de su casa con la que se gana la vida. Pero sobre todo es una mujer libre y segura de sí misma, que practica el poliamor, tiene varios novios y se niega a apoyar a Ismael (Higor Campagnaro), un vecino evangelista que se presenta a las elecciones para ser el líder de la comunidad de favelas. Ella es un verso suelto en un barrio que se ha ido desviando hacia el conservadurismo y la religión, y que condena la vida liberal de esta mujer escribiendo insultos en los muros de su casa. Gilda representa la resistencia de la libertad frente a las supercherías y las actitudes tradicionales, en una historia que tiene plena vigencia en el Brasil que preside el conservador Jair Bolsonaro, como una representación de la resistencia de un país que ha visto precisamente esta deriva hacia la extrema derecha.
Formada por cuatro episodios de 25 minutos cada uno, la adaptación de Os últimos dias de Gilda es muy inteligente, convirtiendo un monólogo en una narración con diferentes personajes e introduciendo algunos elementos de puesta en escena que mantienen esa conexión con la obra teatral, como cuando Gilda prepara, con un fondo negro, diferentes recetas a lo largo de cada episodio, que en realidad funciona como representación de su estado de ánimo. Hay una sensualidad en los primeros episodios, mostrada a través de varias escenas sexuales en las que son más explícitos los desnudos masculinos que los femeninos, lo cual ya indica un punto de vista que pretende cambiar la forma en que estas escenas se suelen mostrar. Karina Teles tiene tan asumido el personaje que lo interpreta sin esfuerzo, pero introduce un arco dramático que la transforma completamente desde la mujer alegre del principio hasta el pundonor de los últimos episodios, la dignidad con la que se enfrenta a los hechos dramáticos que se irán sucediendo y que van oscureciendo su vida. Es una serie extraordinaria en su capacidad para resumir una narrativa compleja que representa esa resiliencia que describe Chico Buarque en su canción Cordão en su álbum Construção (1971, Universal Music): "Nadie. / Nadie me va a encadenar. / Mientras pueda cantar. / Mientras pueda sonreir".
Rumbo al infierno (Hellbound) ****
Netflix, 19 de noviembre
Escrita por Kyu-Seok Choi, Sang-ho Yeon
Dirigida por Sang-ho Yeon
Al calor del éxito de El juego del calamar (Netflix, 2021-), la plataforma ha estrenado otras producciones procedentes de Corea del Sur que se han realizado en los últimos meses, entre las que destaca especialmente el último proyecto de Sang-ho Yeon, director de películas de género que han conseguido gran trascendencia internacional como la notable Tren a Busan (2016) (de la que se prepara un remake en Hollywood con el título de Last train to New York, que dirige el indonesio Timo Tjahjanto), su secuela Península (2020) o Psychokinesis (2018). Siguiendo sus anteriores acercamientos al terror, el director coreano propone una historia que comienza cuando tres extrañas sombras sobrenaturales salen del inframundo para matar a una persona a la que previamente se le ha anunciado el día y la hora de su muerte. Estos sucesos son aprovechados por el líder de una secta religiosa para aumentar su número de seguidores, anunciando que se trata de un castigo de Dios contra los pecadores.
El comienzo espectacular, que demuestra las habilidades de Sang-ho Yeon para crear una secuencia de tensión extrema, que luego se repetirá en el clímax del último episodio, configura una de las series de terror más logradas de este año. Porque en realidad el mayor peligro no está en los seres sobrenaturales, sino en los propios humanos, aquellos que han construido una sociedad en la que es fácil manipular a la población. Nueva Verdad, la secta que lidera en la primera parte Jung Jin-su (Yoo Ah-in), se propone como una reflexión sobre el concepto de pecado y las creencias religiosas, y aporta algunas ideas intelectuales a la serie que van más allá del simple relato de terror. Cuando en la segunda parte de la historia (que tiene dos tramas diferenciadas) la amenaza contra un inocente plantea serias dudas sobre la definición del pecado, se acaba proponiendo una lectura interesante sobre la falsificación de la realidad en la que se basan muchas religiones, que está cerca de los planteamientos que hemos visto en la producción argentina El reino (Netflix, 2021-).
Rumbo al infierno está basada en el webtoon "The hellbound", pero si en un principio se centraba solo en el terror individual, Sang-ho Yeon afirma que conforme ha ido madurando como persona se ha interesado más por temas relacionados con la religión y la representación del infierno desde un punto de vista sobrenatural que se expresa como reflejo de nuestra sociedad. Los monstruos son los hombres, no los seres sobrenaturales. Desde el punto de vista de producción, la serie es una nueva muestra de las capacidades de la industria coreana para construir productos de gran impacto, aunque ha tenido un recibimiento dispar. Es cierto que la serie a veces trata de abarcar tantas explicaciones que al final se dispersa en cierta medida, especialmente en su doble planteamiento narrativo. Pero al final queda una producción contundente y compacta que consigue elaborar una profunda reflexión sobre nuestra sociedad y al mismo tiempo establece una muestra más que solvente de terror fantástico. Aunque Netflix no ha confirmado una segunda temporada, Sang-ho Yeon comenzará a escribir la continuación de la historia en los próximos meses y, al contar con los derechos creativos de la historia, en el caso de no encontrar el apoyo de la plataforma podría desarrollarlo en otro formato diferente.
The Great (Temp. 2) ****
Entre los estrenos de series de ficción dedicadas a deportistas que llegaron a las plataformas durante el mes de octubre, hemos hablado anteriormente de Colin en blanco y negro (Netflix, 2021) y tenemos pendiente el comentario sobre Swagger (Apple tv+, 2021-) cuando concluya en diciembre. A estas producciones les conecta una intención de acercarse a las historias reales de estas figuras relevantes del deporte desde una perspectiva alejada del típico biopic. La que más se acerca a una narración más tradicional es Maradona. Sueño bendito (Prime Video, 2021-) cuyo último episodio, Dios (T1E10), se estrenó el pasado 25 de noviembre, el mismo día del aniversario de la muerte del futbolista. De hecho, Diego Armando Maradona participó activamente en la producción de la serie, que se basó en una decena de entrevistas que mantuvo con el guionista y director, Alejandro Aimetta, pero con la idea de no maquillar una vida compleja, llena de decisiones controvertidas, que se relaciona con la mafia en Italia y con las adicciones a lo largo de buena parte de su trayectoria como profesional.
HBO Max, 19 de noviembre
Creada por Tony McNamara
Dirigida por Colin Bucksey, Matthew Moore, Ally Pankiw
Una de las sorpresas más destacadas del año del confinamiento fue el estreno de esta serie "solo ocasionalmente real" en torno a la ascensión al trono de Rusia de la princesa Catalina, que también hemos visto recientemente representada en la serie Catalina la Grande (Movistar+, 2019). Pero la propuesta de Tony McNamara basada en su propia obra teatral pasa por reinterpretar los hechos históricos para construir a unos personajes con evidente libertad creativa, incluso introduciendo formas de expresión modernas, pero evitando afortunadamente la absurda inclusión de elementos contemporáneos como la música, una práctica que podemos ver en otras revisiones actuales de personajes históricos como Dickinson (Apple tv+, 2019-) o Los Bridgerton (Netflix, Netflix, 2020-). Por el contrario, The Great es sorprendentemente fiel a la representación verosímil de un relato de época, incluso en la propia música de Nathan Barr, aunque se permita introducir canciones actuales en los créditos finales.
Para la segunda temporada, Tony McNamara ha comentado que se sentía más libre para desviarse del camino histórico y construir su propio relato sin tener que mirar de reojo a los hechos documentados. De forma que tras el golpe de estado con el que termina la primera temporada, que lleva a Catalina a un reinado que se extenderá durante casi cuarenta años, la trama se detiene y establece durante toda la temporada la relación entre Catalina (Elle Fanning) y el ex-rey Pedro (Nicholas Hoult), mientras ella está embarazada del posible futuro heredero. En este sentido, esta libertad le da al creador de la serie la posibilidad de reforzar las tramas de engaños y traiciones entre los diferentes personajes, destacando la incorporación de Joanna (Gillian Anderson), la madre de Catalina, en el episodio Stapler (T2E7).
Hay mucho sexo y mucha comida en esta serie, pero sobre todo mucho humor negro. Pero, a pesar de esta libertad creativa, lo mejor que consigue es transmitir las dificultades del recién comenzado reinado de Catalina, a la que muchos consideran una simple regente hasta que el heredero pueda acceder al trono, y su intención de ser algo más que una reina que mantenga la esencia de un país que no es el suyo, pero con el que siente un compromiso profundo. De alguna forma, Catalina, de origen alemán, se convierte sin embargo en un ejemplo de patriotismo ruso, tratando de llevar la Ilustración a un país manejado por la religión y las supersticiones. Esto se ve reflejado con maestría en el episodio Animal instincts (T2E5), en el que la presencia de un cocodrilo en el Palacio real se convierte en una confrontación entre la superstición y la razón, con una escena final sobresaliente y divertida. A pesar de que prácticamente toda la serie se desarrolla en un único espacio, el guión consigue construir un equilibrio perfecto entre los momentos violentos, los humorísticos y los dramáticos, y plantea notables propuestas que parecen destinadas a seguir construyendo esta particular visión de la Historia que le pierde el respeto pero no llega a ser irrespetuosa.
Lucía en la telaraña ****
RTVE Play, 24 de noviembre
Creada por Tomás Ocaña Urwitz, Rafael González Pérez
Dirigida por Tomás Ocaña Urwitz
La producción propia de RTVE Play se sostiene por el momento en docuseries que tienen una vocación de investigación periodística, y en este sentido Lucía en la telaraña consigue huir del sensacionalismo que caracteriza a otras muchas series true crime y en el que caía, por ejemplo, Edelweiss (RTVE Play, 2021). Por el contrario, la propuesta de Tomás Ocaña Urwitz abunda más en el trabajo de investigación, desentrañando una compleja red de delitos, a lo que sin duda contribuye un enfoque más periodístico. Colaborador durante mucho tiempo en Univision, para la que ha producido series como El Chapo Guzmán, el eterno fugitivo (Univision, 2014) o Los nuevos narcotesoros (Univision, 2015), que han recibido varios premios Emmy Internacional, Tomás Ocaña fundó junto a su hermano Óscar la productora The Facto, que ha producido series documentales como Los papeles secretos de los Zeta (Telemundo, 2018), o el podcast de investigación En la jaula de oro (Podimo, 2021).
Esta visión eminentemente periodística favorece a una historia que, a pesar de su complejidad, es contada a lo largo de sus cinco episodios con absoluta claridad. Porque el caso central, el asesinato de Lucía Garrido en 2008, está rodeado de una serie de bifurcaciones que tienen que ver con actividades ilícitas relacionadas con el tráfico de animales exóticos, el narcotráfico, la corrupción urbanística, la violencia de género, las bandas de sicarios colombianos y, sobre todo, la corrupción en el seno de la Guardia Civil de Málaga, que también se extiende a la propia judicatura. Varias investigaciones de Asuntos Internos se desarrollan en paralelo, pero siempre alrededor del ex-marido de Lucía Garrido y del asesinato de esta mujer que, al parecer, podía saber demasiado sobre las actividades que se desarrollaban en la finca Los Naranjos de Alhaurín de la Torre. Los co-directores de la serie son Tomás Ocaña y Rafael González, que consiguen desentrañar una madeja de relaciones entre las fuerzas del orden y los delincuentes gracias a una narración muy bien estructurada, que se sostiene en las declaraciones de las dos personas que estuvieron durante muchos años tratando de conseguir justicia: Rosa, la hermana de la asesinada, e Ignacio Carrasco, oficial de la Guardia Civil inhabilitado debido a su constante lucha contra la corrupción policial.
Entre tantas producciones que han generado un subgénero de series documentales true crime, Lucía en la telaraña tiene la ventaja de regresar de alguna manera al estilo de los iniciales trabajos de investigación periodística que luego dieron lugar a esta fórmula de documental, que utiliza elementos del thriller de ficción para hacer más atractiva la narración para el espectador, pero que acaban centrándose tanto en los resortes formales del suspense, los cliffhanger y el impacto visual que acaban olvidando la propia profundización en el tema principal. Por el contrario, la serie de Tomás Ocaña y Rafael González es diáfana en su presentación, se centra más en lo que narra que en cómo lo cuenta, y por tanto es menos impactante desde el punto de vista formal, pero mucho más rica en cuanto a la información que proporciona y la claridad con que lo hace. Pero esto no quiere decir que sea una producción descuidada, por el contrario, se utilizan algunos elementos de transición que subrayan la personalidad de los protagonistas, y consigue emocionar en el desenlace de algunos de sus personajes. Lucía en la telaraña cuenta con el beneficio de la intervención por primera vez de un mando de Asuntos Internos, Alfonso López, que desgrana las investigaciones realizadas en torno a la corrupción, lo que es más relevante si se tiene en cuenta que aún hay casos pendientes de juicio. A través de un caso concreto, la serie nos hace reflexionar sobre la profunda corrupción en el seno de las fuerzas policiales, que llevó a cambiar radicalmente la estrategia de la lucha contra las drogas en 2018, especialmente en la Costa del Sol y Gibraltar, donde la desconfianza en los propios agentes policiales es manifiesta.
Maradona: Sueño bendito ****
Prime Video, 19 de octubre-25 de noviembre
Creada por Alejandro Aimetta
Dirigida por Alejandro Aimetta, Roger Gual, Edoardo de Angelis
Llevar a la pantalla a un personaje tan excesivo y tan polémico, y al mismo tiempo tan icónico y tan querido, es un riesgo notable a la hora de su recepción entre los espectadores. De hecho, muchos de los personajes que son retratados en la serie han manifestado que se cometen muchos errores en la forma de contar esta historia, incluso con cambios en datos históricos como la muerte de Perón, que se ha ajustado a la niñez de Maradona, cuando se produjo en 1974, año en el que el futbolista ya tenía catorce años. Pero se trata de licencias de guión que, como ha explicado su creador, son conscientes para establecer determinados espacios de tiempo que contribuyen al desarrollo de los personajes. Muchas de estas críticas recibidas especialmente en Argentina en realidad son anécdotas que tienen que ver con el color de una camiseta o si un personaje tomaba café o no, pero en general se trata de una serie que construye la compleja vida del deportista con un sentido del humor y una fluidez a través de la mezcla de tiempos que la hace interesante no solo para los seguidores del fútbol.
La serie se desarrolla a través de cuatro etapas en la vida de Maradona: su niñez, cuando le llamaban el Pelusa (Juan Cruz Romero), su adolescencia (Nicolás Goldschmidt), su juventud (Nazareno Casero) y su madurez (Juan Palomino), pero en una narración que comienza con el ingreso en un hospital del Maradona adulto y que mezcla las diferentes etapas del futbolista. Se nota un cariño especial por el personaje, pero también se abordan problemáticas como su negativa durante mucho tiempo a reconocer a un hijo que tuvo en Italia, y sus adicciones a las drogas. Los cuatro actores están espléndidos en el difícil personaje que interpretan, pero destacan especialmente las etapas de la adolescencia y la juventud. Nazareno Casero es, sin embargo, el que lleva buena parte del peso de la historia, en sus etapas como futbolista en Barcelona y Nápoles, y en el Mundial de 1986 en el que marcó el gol más famoso de la historia. Destacan también algunos de los actores y actrices más reconocidos de Argentina, como Mercedes Morán, Darío Grandinetti, Leonardo Sbaraglia y Marcelo Mazarello.
Aunque Alejandro Amietta, creador de la serie por encargo de la productora BTF Media, una de las empresas audiovisuales que más ha crecido en Argentina en los últimos años, ha sido también el director de todos los episodios, ha contado con la co-dirección de Roger Gual en los que se desarrollan en España, (donde destaca la interpretación de Francesc Orella como el presidente del F.C. Barcelona José Luis Núñez, que representa esa burguesía catalana a la que Maradona nunca se adaptó) y con Edoardo de Angelis en los que tienen lugar en Italia. Precisamente, la película Fue la mano de Dios (Paolo Sorrentino, 2021), ganadora del Gran Premio del Jurado en Venecia, trata también la etapa italiana de Maradona, desde el punto de vista de la ciudad de Nápoles. El comienzo de la serie, con un Maradona enfermo y hospitalizado, apunta a la desmitificación del personaje, y refuerza la idea del genio imperfecto. Pero la utilización del sentido del humor, a veces con el peligro de convertir a algunos personajes en caricaturas como en el caso del entrenador Carlos Bilardo (Marcelo Mazarello), contribuye a establecer la complejidad del personaje mucho mejor que, por ejemplo, el documental Diego Maradona (Asif Kapadia, 2019). "Si yo fuera Maradona, viviría como él", dice la letra de la canción La vida tombola, el homenaje de Justo&Sole que suena al final de una serie que extrae los defectos de un mito para hacerlo más humano.
The Beatles: Get back ****
Disney+, 26 de noviembre
Dirigida por Peter Jackson
Utilizando las grabaciones realizadas por un equipo de cámaras a las órdenes del director Michael Lindsay-Hogg para lo que más tarde sería el documental Let it be (Michael Lindsay-Hogg, 1970), Peter jackson ha creado no solo una serie documental sino un documento histórico que responde muchas preguntas que hasta ahora permanecían en las teorías de los periodistas sobre la historia reciente de la música, en torno a la relación entre los miembros de la banda en un momento en el que estaban a punto de tomar la decisión de separarse; la salida de George Harrison durante unos días, dispuesto a dejar el grupo por sentirse ninguneado por el resto del grupo, que se manifiesta en la idea de John Lennon y Paul McCartney de que Harrison no era un miembro de The Beatles que no pudiera ser reemplazado (uno de los momentos más sorprendentes de la Parte 1 es esa conversación grabada de incógnito entre Paul McCartney y John Lennon). El grupo está en una encrucijada, con la reciente muerte de su mentor Roger Epstein en 1967 por sobredosis, y una fuerte crisis económica en su empresa Apple Corps. Hay apuntes en la Parte 3 de las primeras conversaciones con Allen Klein, el que sería su nuevo manager, demandado años más tarde por su fraudulento manejo de las cuentas, pero sobre todo se acallan las teorías sobre la mala relación entre los componentes del grupo que, a pesar de sus divergencias y de su evidente necesidad individual de iniciar una nueva etapa, mantienen en todo momento una relación que parece cordial.
Por supuesto, el hecho de ser conscientes de estar siendo grabados moldea sus propios comportamientos, más en el caso de Paul McCartney que en el de los otros. En la Parte 2 hay una escena clarificadora en la que John Lennon comenta: "La verdad es que estoy maltratando mi cuerpo. Anoche estaba drogado y viendo películas", a lo que Paul McCartney responde con cara de circunstancias: "¿Es necesario decir eso en público?". Pero Peter Jackson consigue que a lo largo del documental se perfilen perfectamente las diferentes personalidades de los cuatro. La presencia constante de Yoko Ono, las payasadas de John Lennon, la serenidad de Ringo Starr, las muecas de disgusto de George Harrison o la autoconsideración de líder que tiene Paul McCartney son algunos de estos rasgos que los definen. Y ofrecen un retrato de The Beatles que aporta una perspectiva diferente. La estructura de diario elegida por Peter Jackson clarifica una narración que se detiene en los más mínimos detalles, y que contribuye a transmitir la sensación de que estamos "conviviendo" con el grupo en sus ensayos, en la forma cómo se construyen temas como "Let it be", "Get back" o "Don't let me down". Es posiblemente una de las mejores muestras del proceso creativo de un grupo de música que se ha hecho nunca. Por el camino, hay personajes secundarios que se hacen imprescindibles, como el road manager Mal Evans, descubrimos a Alan Parsons, que años más tarde formaría The Alan Parsons Project, trabajando como ingeniero de sonido, y también hay un breve cameo del actor Peter Sellers.
Uno de los temas que se han discutido respecto a la serie es si realmente eran necesarias estas casi ocho horas de metraje, divididas en tres episodios de dos horas y media cada uno de ellos. Pero su duración corresponde a ese planteamiento de diario de ensayos que nos permite compartir una experiencia insólita. Cada una de estas partes tienen un tono diferente, algo pesimista en la primera, más relajada en la segunda, con la llegada de Billy Preston, y esencialmente musical en la tercera. La pantalla dividida que plantea Peter Jackson en el concierto en la azotea nos ofrece diferentes perspectivas, que se centran en el grupo, las personas de la calle y la policía. Técnicamente el documental es un logro notable, con la recuperación de fragmentos de sonido y una imagen que, siendo limpia, no tiene ese filtro artificial que se pretende dar a algunas restauraciones de material antiguo. Asistimos a los constantes cambios respecto a cuál es el objeto de esta grabación, si solo quieren hacer un documental, un album o también un show de televisión, y sobre todo comprobamos cómo algunos referentes icónicos en la reciente historia musical como el concierto que dieron en el techo de los estudios Apple fueron decisiones de última hora. The Beatles: Get back es una serie documental tan rica en su contenido que de alguna forma consigue reinterpretar la imagen de los últimos años del grupo. El director ha conseguido una serie extraordinaria que va más allá del simple documental musical, para construir la relación personal entre los miembros de The Beatles, que se complementa con el lanzamiento hace una semanas del album Let it be (Super Deluxe) (2021, Capitolio) una edición de cuatro discos que recoge demos, versiones alternativas, mezclas perdidas y muchos diálogos entre los componentes de la banda.
Todas las criaturas grandes y pequeñas (Temp. 2) ****
Filmin, 30 de noviembre
Creada por Ben Vanstone
Dirigida por Brian Percival, Sasha Rasome, Andy Hay
Las novelas de James Herriot, veterinario y escritor inglés que narró en varias publicaciones semi autobiográficas su experiencia como ayudante de veterinaria en el Yorkshire de los años cuarenta y su posterior reclutamiento en las Fuerzas Armadas británicas durante la II Guerra Mundial, han sido adaptadas en dos ocasiones. En la película Todas las criaturas grandes y pequeñas (Claude Whatham, 1975), que protagonizaron Anthony Hopkins y James Ward, y algunos años después en la serie de televisión Todas las criaturas grandes y pequeñas (BBC, 1978-1990) que tuvo siete temporadas y es uno de los iconos de la televisión británica. Por tanto, la recuperación de esta serie para los espectadores actuales que se planteó por parte de Channel 5 el año pasado era una apuesta arriesgada que sin embargo consiguió el reconocimiento de la crítica y se convirtió en la serie más vista de los últimos cinco años. El principal valor de la adaptación es que no ha pretendido, como en otros casos, actualizar las tramas, sino que se ha mantenido fiel a ese mundo bucólico de la campiña inglesa de Yorkshire que más tarde se verá amenazado por la guerra mundial. Por el momento, las dos primeras temporadas de la serie no han llegado a eso, pero en la segunda que se estrena en España solo dos meses después que en Gran Bretaña, ya se apuntan las incipientes tensiones en Europa.
Filmin ha decidido estrenar la serie con un formato inusual en esta plataforma, a episodio semanal, que puede ser una estrategia interesante convirtiendo a la serie en una apuesta eminentemente navideña, y se incluirá de nuevo el especial navideño de esta temporada, A perfect Christmas (T2E7) el 25 de diciembre. En todo caso, la serie centrada en el joven veterinario James (Nicholas Ralph) y sus interrelaciones con los habitantes del pequeño pueblo en el que practica su profesión, junto al veterinario local Siegfried (Samuel West) y el hermano pequeño de éste, Tristan (Callum Woodhouse), crea una simpática sociedad de finales de los años 30 y principios de los 40 en la que incluso los antagonistas tienen un perfil positivo, un lugar rodeado de hermosos campos abiertos que lanza el mensaje optimista de que la convivencia con los animales nos hace mejores seres humanos.
Todas las criaturas grandes y pequeñas tiene un formato clásico que, sin embargo, en vez de resultar anticuado, resulta muy apetecible como un reducto de humor y simpatía de tonalidad típicamente británica. Es una de estas propuestas ideales para la sobremesa que no rehuye elementos más profundos como el propio contexto histórico, de una complejidad internacional que puede llegar a afectar a un pequeño pueblo casi aislado, o la introducción de nuevas herramientas para la práctica de la medicina y la veterinaria, como los primeros aparatos de rayos X, que serán fundamentales en la que posiblemente fue la época en la que los conocimientos de medicina evolucionaron de una forma más radical. Para los que conozcan la primera temporada de la serie, esta segunda aporta una cierta estabilidad en las relaciones de los personajes y mayor sentido del humor, con episodios notables como The last man in (T2E5), en el que todos los personajes principales participan en una tradicional competición de cricket. Viendo el precedente de la serie clásica, y atendiendo a la buena recepción de la nueva versión, Todas las criaturas grandes y pequeñas parece dispuesta a quedarse con nosotros durante algún tiempo.
Fue la mano de Dios se estrena el 10 de diciembre en cines y el 17 de diciembre en Netflix.
West Side Story se estrena en cines el 22 de diciembre.
Mignonnes (Guapis) y Psychokinesis se pueden ver en Netflix.
El abuelo que saltó por la ventana y se largó, El mejor, Rain man y Siempre juntos (Benzinho) se pueden ver en Filmin.
Truman Capote y Península se pueden ver en Movistar+.
Game change se puede ver en HBO Max.
Tren a Busan se puede ver en Prime Video.
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