03 diciembre, 2021

Tallinn Black Nights Film Festival 2021 - Parte 7: Premios

Nuestra última crónica del Tallinn Black Nights Film Festival se acerca a algunos de los títulos que han destacado en la lista de premiados y que se han podido visionar en la programación online del festival. Recuperando una edición presencial, el Festival de Tallin ha propuesto un año más una selección de películas que sin duda estarán presentes en muchas muestras cinematográficas durante el próximo año. Hay que destacar de esta selección el interés que este festival suele mostrar por las producciones de habla hispana, incluyendo habitualmente con una presencia notable de títulos españoles y latinoamericanos, como los que hemos comentado a lo largo de estas siete crónicas del festival, que tendrá una extensión en un artículo que dedicaremos la próxima semana a algunas de las series que se han presentado en TV Beats, un espacio que dedican a la industria de la televisión y las plataformas audiovisuales.  

COMPETICIÓN OFICIAL

The wedding day (Wojciech Smarzowski, 2021) ha logrado los premios a Mejor Director y Mejor Guión, y se trata de una película que continúa en cierta manera el camino de denuncia hacia diferentes aspectos de la sociedad polaca que el director ha desarrollado en otros títulos como Kler (Clero) (Wojciech Smarzowski, 2018), que mostraba la corrupción y los abusos dentro de la iglesia católica y tuvo un récord de más de cinco millones de espectadores en su país. Este segundo proyecto del realizador que toma como eje central el desarrollo de una boda para construir una crítica social, igual que hizo en su debut como director de cine con The wedding (Wojciech Smarzowski, 2004), tiene sin embargo una ambición mayor en cuanto a la fusión entre pasado y presente, y recoge el testigo de una representación de este acontecimiento familiar como una alegoría, que tiene su principal referente en la obra literaria llevada al cine La boda (Andrzej Wajda, 1973), en la que los invitados a la boda entre un poeta y una campesina formaban una muestra de los diferentes estratos de la sociedad polaca. 


En este caso la película se centra en la el enlace de la hija de un hombre de negocios que se celebra en un pequeño pueblo del Noreste de Polonia con mentalidad conservadora, que tiene el dudoso honor de haber sido el escenario durante la II Guerra Mundial, de una masacre cometida por soldados alemanes y colaboracionistas polacos. Los acontecimientos del pasado y del presente se van alternando en la construcción narrativa de esta historia, que establece un paralelismo entre dos sociedades diferentes pero que se parecen en aspectos comprometidos. Hay una diferencia destacada entre los novios, porque mientras Kasia (Michalina Łabacz), que está embarazada, quiere vivir fuera del país, Janek (Przemyslaw Przestrzelski) es un joven nacionalista que quiere trabajar para el padre de ella, Ryszard (Robert Więckiewicz), el dueño de una granja de cerdos que tiene una gran influencia en el pueblo y se enfrenta a la exposición de unas grabaciones en video sobre el maltrato que sufren los animales (hay algunas escenas violentas que provienen de grabaciones reales de asociaciones animalistas), lo que puede poner en peligro el negocio con unos inversores alemanes. Poco antes de la celebración, dos israelíes acuden a la casa para otorgar al padre de Ryszard una medalla por su ayuda a algunos judíos durante la ocupación nazi. Pero la memoria de Antoni (Ryszard Ronczewski y Mateusz Więcławek) que sufre demencia senil, nos muestra cómo sucedieron los acontecimientos realmente. 

De esta forma, el pasado se alterna con el presente para demostrar que pocas cosas han cambiado en la mentalidad del pueblo, a pesar de haber sufrido una acontecimiento dramático, lo que se hace evidente (y quizás demasiado obvio) en los sermones de los curas en el pasado y en el presente, que establecen un paralelismo entre la persecución a los judíos y el actual rechazo de la sociedad polaca a la homosexualidad. Esos discursos paralelos evidencian que las víctimas del acoso pueden cambiar, pero no cambia la actitud abusadora de los culpables. La película se estructura de la misma forma que lo hace una boda, desde una presentación formal, hasta la celebración de bailes y alcohol (y estamos hablando de una boda polaca), finalizando con una especie de resaca, de sosiego reflexivo, que se establece en una emotiva secuencia entre Kasia y su abuelo Antoni. Poco a poco el pasado y el presente se van fusionando, de forma que los personajes actuales se incorporan a los acontecimientos históricos y los judíos participan en la boda. Hay momentos en los que la película se hace algo caótica en esta fusión temporal, pero que no rehuye, porque es necesario, el dramatismo de su denuncia. La memoria de Antoni se convierte en el punto de vista principal de una película contundente, que nos recuerda que los errores del pasado no siempre son resueltos, lo que se muestra claramente en una sociedad polaca en la que los nacionalismos y la extrema derecha han resurgido. 

Comentaba el director Wojciech Smarzowski que se había hecho vegetariano durante el proceso de investigación de su última película, porque había visto numerosas grabaciones de asociaciones de protección animal sobre el maltrato en la industria cárnica. También la producción finlandesa The wait (Aku Louhimies, 2021) aprovechó la circunstancia del confinamiento por el coronavirus para tener una especial sensibilidad naturalista, tratando durante el rodaje de reducir las emisiones de carbono, utilizando un equipo de filmación mínimo que convivió durante todo el proceso en la pequeña isla en la que se desarrolla la historia, compartiendo comidas vegetarianas de productos locales. También es cierto que la anterior película del director, el espectacular thriller de espías Omerta 6/12 (Aku Louhimies, 2021), con escenas de acción rodadas en Estonia, seguramente contaminó todo lo que en esta última ha reducido. Al margen de esta anécdota, que invita a una reflexión sobre de qué manera la industria del cine puede aportar una cierta filosofía medioambiental en los rodajes, la película The wait ha conseguido el premio a la Mejor Música para la notable banda sonora del compositor Esa Pekka Salonen, reconocido director de orquesta finlandés que compone por primera vez para una película aunque ha participado como director orquestal en títulos como El violín rojo (François Girard, 1998), El solista (Joe Wright, 2009) y Gorrión rojo (Francis Lawrence, 2018), pero sobre todo publicó un espléndido álbum, Herrmann - The Film Scores (1996, Sony Music), en el que extraía de Los Angeles Philharmonic Orchestra toda la contundencia de la música de Bernard Herrmann.  


La historia está inspirada en la novela La mujer del pastor (1893), escrita por Juhani Aho, autor finlandés del que se han adaptado varias obras al cine, entre ellas Juha (Aki Kaurismäki, 1999) que también se centra en una mujer que toma una decisión importante en su vida. En este caso, el triángulo protagonista está formado por un vicario (Aki Hirviniemi) y su esposa (Inka Kallén) que viven en una pequeña isla del archipiélago finlandés donde prácticamente nunca ocurre nada, y que reciben la visita de un antiguo amigo (Andrei Alén) que fue en la adolescencia novio de ella, y cuya presencia removerá los sentimientos del pasado. Escrita por la propia actriz protagonista, basándose en varios personajes femeninos de Juhani Aho, traslada el espacio temporal del siglo XIX a nuestros días, planteando la necesidad de afrontar las relaciones sentimentales con honestidad. Elli es una mujer que, después de viajar y conocer diferentes relaciones, ha apostado por la estabilidad y la tranquilidad de una casa aislada, pero en cierta manera la visita de su antiguo amante, que se marchó sin despedirse, la hace reflexionar sobre su decisión. The wait es una película planteada desde el punto de vista eminentemente femenino, que intenta crear una cierta atmósfera de sensualidad, expresada a través de relaciones sexuales en las que ella establece los márgenes. 

Curiosamente, el director Aku Louhimies tuvo que afrontar acusaciones relacionadas con su trato degradante a las mujeres durante el rodaje de su película The unknown soldier (2017), que fue un gran éxito en su país. Varias de las actrices denunciaron el "comportamiento humillante y sádico" del director, según publicó la revista Yle especialmente con las intérpretes femeninas, como introducir cucarachas en el vestido de una de ellas para provocarle pánico, y aunque el director ha reconocido algunas de estas prácticas, otras de las acusaciones se demostraron ser falsas. The wait intenta mostrar una cierta tensión sexual entre los protagonistas, pero este planteamiento resulta demasiado superficial, y el retrato del personaje principal es poco convincente quizás porque, aunque pueda haber una cierta sensación de hastío en muchas relaciones actuales, la complejidad psicológica de Elli está menos justificada en el presente que en un pasado en el que existía un compromiso necesario con el matrimonio. En la actualidad, la inseguridad del personaje parece más un capricho amoroso que un sentimiento real que la ate a una relación con la que no parece sentirse plenamente desarrollada. 

La producción audiovisual de Turquía ha tenido en los últimos años un importante impulso gracias al éxito en mercados internacionales de sus series de televisión, con índices de audiencia sorprendentes en cadenas de televisión lineales en países como España. Pero este empuje no se ha visto reflejado en el cine, donde existe una generación de cineastas que tienen una intención más arriesgada en la elaboración de sus historias y la forma en que éstas son narradas. The list of those who love me (Emre Erdoğdu, 2021) pertenece a este tipo de películas que se alimentan de los clásicos para construir relatos contemporáneos. La historia tiene como protagonista a Yilmaz (Halil Babür), un joven que se dedica a vender droga en su barrio y que, a través del contacto que establece con una actriz (Hayal Köseoglu) consigue tener acceso a un grupo de artistas del cine y la música a los que suministra drogas para sus fiestas. La película está rodada en un blanco y negro de tono granulado a cargo del director de fotografía Emre Tanyildiz que ha recibido el premio a la Mejor Fotografía


Esta relación entre el vendedor y sus clientes es para Yilmaz una relación de amistad que está por encima del dinero. Por eso cuando una intervención de la policía elimina a los proveedores del joven traficante, éste decide hacer todo lo posible para conseguir drogas de nuevo. Hay una intención de demostrar que su motivación no es económica, y cuando en un interrogatorio le preguntan por sus clientes, él deja claro que ante todo los considera sus amigos. Emre Erdoğdu establece que los sentimientos de amor también se pueden convertir en una adicción, que la relación de Yilmaz con estos artistas es más profunda que la de un simple vendedor de estupefacientes, convertida en una especie de dependencia. De camino, el círculo de artistas también sirve al director para hablar del mundo del cine y la música en Turquía, como el reflejo de una sociedad que necesita adormecerse para poder ser creativa. La estética tiene claros referentes clásicos que se muestran a través de carteles colgados en la casa de Yilmaz, como Al final de la escapada (Jean-Luc Godard, 1960) o Toro salvaje (Martin Scorsese, 1980), de forma que Emre Erdoğdu introduce a lo largo de la película algunos apuntes de su propia intención creativa. 

REBELS WITH A CAUSE

El director de The moths (Piotr Stasik, 2020) imagina el peor mundo soñado para un adolescente: cuando en una colonia para jóvenes jugadores los educadores deciden cortar el acceso a internet porque los jóvenes están hasta dieciséis horas seguidas conectados, éstos declaran una revolución y huyen del campamento. Se convierten así en protagonistas de sus propios mundos imaginarios, estableciendo jerarquías que no todos comparten, creando una visión masculina que proviene de los mensajes que han estado recibiendo de la sociedad. Los niños son encontrados veinte días después por la policía, traumatizados por la obligación de vivir aislados de las fantasías que han creado a través de los juegos. Cuenta Piotr Stasik que su intención en un principio era hacer una película sobre su infancia, pero cuando comenzó a hacer el casting para escoger a los jóvenes actores, se dio cuenta de que la percepción del mundo que tienen los adolescentes actuales es completamente diferente a la que tenía él, y se dejó llevar por esa forma de dependencia de las nuevas tecnologías. 


The moths por tanto no construye una narración tradicional, sino que presenta una experiencia al espectador que está entre el cine experimental y la ópera, entre el género musical y el documental sobre una sociedad caótica. Ganadora del premio a la Mejor Película en esta sección que pretende recoger precisamente nuevas formas de narración, The moths elabora una especie de viaje audiovisual que quiere ofrecer una experiencia emocional, más que un relato con principio y final, dejando a los jóvenes protagonistas, que tienen más de performances que de actores propiamente, que establezcan sus propias reglas en un escenario que parece apocalíptico. Es una película fragmentada, llena de imágenes que se entremezclan, un montaje frenético y a veces exacerbado, pero que consigue tener una estética distintiva a pesar de su bajo presupuesto, gracias también a la fotografía del colombiano Nicolás Hernández Villegas. La propuesta ofrece una reflexión interesante sobre la influencia de las nuevas tecnologías en nuestra sociedad, sobre la educación que estamos dando a los jóvenes y sobre la necesidad de una revolución real de las mujeres que tomen el poder en detrimento de los hombres. Es una especie de versión posmoderna de El señor de las moscas (1954, Ed. Alianza Editorial), la novela de William Golding, en la que la violencia también está presente, cuando por ejemplo el grupo decide crucificar a uno de ellos, una referencia a la influencia religiosa en la sociedad polaca

En realidad, la película continúa algunos de los temas abordados ya por Piotr Stasik en sus documentales, como en Opera about Poland (Piotr Stasik, 2017), que mostraba un compendio de materiales de archivo para construir un reflejo de una sociedad que está subyugada por la religión, por el patriotismo y por el predominio masculino. Lo que diferencia a The moths de sus otras películas es la perspectiva de la juventud y una cierta mirada pesimista sobre un futuro que se está construyendo sobre la base de las tradiciones más intransigentes. 

OFICIAL ÓPERA PRIMA

La actriz Laure Calamy, una habitual creadora de buenos personajes secundarios, consiguió el año pasado el reconocimiento definitivo gracias al Premio César que le concedieron por su papel protagonista en Vacaciones contigo... y tu mujer (Caroline Vignal, 2020). A partir de entonces ha podido desarrollar papeles destacados en películas como A tiempo completo (Eric Gravel, 2021), que le dio el Premio Volpi a la Mejor Actriz en la pasada Mostra de Venecia, o Une femme du monde (Cécile Ducrocq, 2021), que se estrena el 8 de diciembre en Francia y que ha logrado el Premio Especial del Jurado en la sección Oficial Ópera Prima junto a la producción chilena Inmersión (Nicolás Postiglione, 2021). En esta película la actriz vuelve a encarnar a una de esas mujeres normales, luchadoras, que han caracterizado su carrera en los últimos años. Marie (Laure Calamy) trabaja como prostituta por elección, es una profesión en la que ha decidido ser independiente y tener sus propios clientes, algunos de ellos fieles a lo largo de muchos años. Cuando su hijo (Nissim Renard) tiene la oportunidad de entrar en la prestigiosa Escuela Perandier para estudiar cocina, que es su principal aspiración, y Marie decide que hará todo lo posible para conseguir los 9.000 euros que cuesta la matrícula, después de intentar pedir un préstamo en un banco que no le conceden. 


La directora, que ha desarrollado una larga carrera como guionista en series de televisión como Oficina de infiltrados (Canal +, 2015-) debuta en el largometraje con esta película que recupera a un personaje que ya abordó en su cortometraje La contre-allée (Cécile Ducrocq, 2014), en el que Laure Calamy también interpretaba a una prostituta que se se tiene que enfrentar a la competencia de una joven prostituta africana. Aunque no es el mismo personaje, esta amenaza que supone para una profesional la llegada de chicas jóvenes inmigrantes que rebajan el precio de sus servicios forma parte de la película como una subtrama que recupera la realizadora. Pero la parte central es el pundonor de Marie como madre para intentar que su hijo cumpla su sueño, a pesar de que él piensa que no es posible traspasar la frontera entre clases que supone que una persona con economía modesta pueda acceder a una escuela para ricos. Marie decide renunciar a su independencia como prostituta entrando a trabajar en un burdel situado en la frontera con Alemania, donde las condiciones son más complicadas pero puede ganar más dinero. 

La visión que se ofrece de esta prostitución elegida puede ser controvertida. La intención de mostrarla como una profesión elegida, en el término medio del que se suele representar en el cine, entre la explotación y el glamour, es uno de los aciertos de una película que se mueve en el filo del melodrama sin caer nunca en él. Marie reivindica su profesión incluso en protestas públicas, en las que se exigen los mismos derechos laborales que tienen otros trabajos. Y, de nuevo, Laure Calamy construye uno de esos personajes para los que está especialmente dotada, una mujer normal que lucha por el futuro de su hijo, y se convierte en el principal soporte de una película que tiene algunas flaquezas, pero que consigue retratar con naturalidad la prostitución en un proceso de cierta decadencia. 

El director de la película Altri cannibali (Francesco Sossai, 2021) comenta que la idea principal surgió cuando se encontraba en un restaurante en la zona de los Dolomitas, esa cadena montañosa de los Alpes italianos que casi adquiere una impresión fantasmal en invierno, y vio a dos hombres hablando que parecían tener una relación extraña. Por un lado, se podía intuir que había algo que les unía pero por otro lado daba la sensación de que no eran amigos. Esta visión le llevó a imaginar la historia entre Fausto (Walter Giroldini) e Ivan (Diego Pagotto), dos hombres que se encuentran en la estación de tren y que parecen haber contactado para llevar a cabo una acción drástica. No se cuenta en ningún momento cuál es el objeto de su reunión, pero el título ya lo apunta. En realidad, el director no tiene la intención de ofrecer demasiadas respuestas, sino sobre todo muchas preguntas sobre qué ha podido llevar a estos dos hombres a organizar un encuentro que cambiará sus vidas de forma radical. 


La película se sostiene en la imagen de estos dos desconocidos pero que comienzan a conectar en su evidente sensación de soledad, de aislamiento a pesar de que Fausto tiene una madre y una hermana que constantemente le impelen a mantener el contacto familiar, a no ser una persona tan solitaria. Él trabaja en una de las fábricas que ennegrecen los cielos del valle, una labor mecánica que se convierte en un espacio sin escapatoria, en el que solo la imaginación puede liberarle. Ivan le pregunta en un restaurante si es capaz de mantener la mente en blanco, de no pensar en nada, como una forma de huida de un ambiente que les atrapa. Esta huida es en Fausto la posibilidad de llevar a cabo un acto radical y en Ivan el sentimiento de no querer permanecer más en este mundo. La fotografía en blanco y negro apuntala esta sensación de alienación, mientras la relación entre los dos protagonistas se va modificando conforme avanza la historia, especialmente cuando Ivan se adentra en la vida de Fausto cuando es invitado a cenar por la madre de éste. Es ahí cuando el desconocido adopta otra forma diferente, enmarcado por un entorno que le convierte en un ser humano, no en un rostro sin antecedentes. 

Altri cannibali, que ha conseguido el premio a la Mejor Ópera Prima, tiene un trabajo de dirección notable, que saca el máximo partido a los dos personajes, a la utilización del plano/contraplano como elemento de descripción psicológica, haciendo que el entorno, oscuro y deprimente, esas montañas que parecen atrapar a sus habitantes en una prisión imaginaria, forme parte de la necesidad de escapar de los personajes, aunque solo sea con su imaginación. 



El violín rojo se puede ver en HBO Max.
Gorrión rojo se puede ver en Disney+. 
Juha se puede ver en Filmin. 
Toro salvaje se puede ver en Filmin y Movistar+. 
Vacaciones contigo... y tu mujer y Oficina de infiltrados se puede ver en Movistar+.



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