13 mayo, 2025

Las series más destacadas de 2025: Abril-Mayo

Este fin de semana se ha celebrado la segunda ceremonia de los premios de la televisión noruega, que están divididos en dos partes: los Fagprisen (categorías profesionales), entregados en Oslo el pasado 29 de abril, y los Gullruten (categorías artísticas) que lo hicieron en Bergen el 9 de mayo. En esta ocasión se refrendó el éxito de Requiem for Selina (AMC, 2025), consiguiendo los premios como Serie Dramática e Interpretación Principal en Drama (no hay distinción de géneros) para su protagonista Elli Müller Osborne, que se suman a los de Dirección y Maquillaje que logró en la entrega de premios anterior. La estupenda serie sobre el nacimiento de una influencer en los años 2000 fue adquirida antes de su estreno en Séries Mania por AMC Networks International Southern Europe para su distribución en España y Portugal. Por su parte, la segunda temporada de Kids in crime (Filmin, 2022-) añadió el premio de Interpretación de Reparto en Drama para Jakob Oftebro a los de Guión y Dirección artística que ya había obtenido. El actor noruego, que acaba de estrenar el biopic sueco Stenbeck (SVT, 2025), ya consiguió el mismo reconocimiento en 2023 por la primera temporada. La gran vencedora en la categoría de comedia ha sido Cops (HBO Max, 2025), una serie de TVNorge estrenada en la plataforma Max pero solo en los países nórdicos. Esta parodia sobre un grupo de policías algo torpes consiguió los premios a Mejor Serie de Comedia y Mejor Interpretación principal para el divertido trabajo de la actriz Mari Hauge Einbu. Entre otros galardones para programas de entretenimiento y documentales, destacamos el de Mejor Película Documental para La singular vida de Ibelin (Benjamin Ree, 2024), que ya había obtenido el de Dirección, finalizando así su exitosa carrera internacional desde que ganó el premio a Mejor Documental en el Festival de Sundance del año pasado y los de Mejor Película y Edición en los premios Amanda del cine noruego. 

También se entregaron este fin de semana los BAFTA TV Awards que, como muchos premios televisivos, se sienten anacrónicos: mientras ya nos parece incluso pasado el éxito de Adolescencia (Netflix, 2025), los BAFTA todavía están premiando a Mi reno de peluche (Netflix, 2024), que consiguió el premio a la Mejor Actriz de reparto (Jessica Gunning), pero no pudo arrebatarle a Mr. Bates contra Correos (Movistar Plus+, 2024) el de Mejor Serie Limitada. Los BAFTA suelen ser muy peculiares en sus decisiones y quizás eso explique el premio a Blue lights (Movistar Plus+, 2023-) como Mejor Serie Dramática, con una segunda temporada muy inferior, por encima de Wolf Hall: El trueno en el reino (Movistar Plus+, 2025), o el de Mejor Actor de Comedia a Danny Dyer por la endeble Mr. Bigstuff (SyShowtime, 2024). Más justo es el premio como Mejor Actor de Drama a Lenny James por su espléndido trabajo en Mr. Loverman (BBC One, 2024), que también logró el de Mejor Actor de reparto (Ariyon Bakare). Y sorprendente, pero con satisfacción, el de Mejor Actriz para Maria Abela por Industry (HBO Max, 2020-). La estupenda segunda y última temporada de Alma's not normal (BBC Two, 2024) consiguió merecidamente el premio a Mejor Comedia, mientras que Shōgun (Disney+, 2024-) se llevó el premio a Mejor Serie Internacional. 

Los siguientes comentarios se basan exclusivamente en el visionado de las temporadas completas de las series que destacamos y pueden contener información relevante sobre sus argumentos.

Dark winds (temp. 3)
  
★★
AMC+ - 13 de marzo-1 de mayo
Estados Unidos, 2025 - 8x45'
Creada por Graham Roland
Dirigida por Chris Eyre, Michael Nankin, Billy Luther, Erica Tremblay, Steven Paul Judd

Resulta significativo que las dos series más destacadas de AMC no tengan una presencia más evidente en las carreras de premios: aunque Entrevista con el vampiro (AMC+, 2022-) y Dark winds (AMC+, 2022-) son dos de las mejores series que se han hecho en los últimos años, ni siquiera los Gotham Awards, que teóricamente tienen un enfoque menos comercial que los Emmy, las han incluido en su última lista de nominaciones. A pesar de que AMC se ha comprometido renovándolas para nuevas temporadas, la intención de la cadena en promocionar sus dos producciones más relevantes no parece ser demasiado esforzada, quizás porque está más ocupada en promocionar los spin-offs de The walking dead (AMC+, 2010-2022). En todo caso, la última temporada de Dark winds demuestra claramente por qué es el policíaco que mantiene un mejor estado de salud conforme se desarrolla su historia, no solo construyendo nuevas investigaciones que conectan a los personajes, sino sobre todo elaborando una trama central que acompaña a los protagonistas a través de un tratamiento profundo de su psicología. El escritor Tony Hillerman (1925, Oklahoma-2008, Alburquerque) publicó entre 1970 y 2006 dieciocho novelas en las que estaban presentes sus personajes principales, los policías navajos Joe Leaphorn y Jim Chee, primero como secundarios, después como protagonistas en solitario y posteriormente como compañeros de investigación a partir del libro Skinwalkers (1986). Pero, tras la muerte de Tony Hillerman, las aventuras de estos policías han sido continuadas por su hija, Anne Hillermann (1949, Oklahoma), que ha escrito hasta la fecha otras nueve novelas, la última de ellas publicada en 2024. La adaptación ha ido recogiendo las tramas de los libros sin un orden cronológico, y en este caso mezcla dos novelas: Dance Hall of the dead (1973), que fue la segunda publicación de la serie y estaba protagonizada solo por Joe Leaphorn, y Sinister pig (2003), una de las últimas novelas que tenía como personajes principales a Jim Chee y Bernadette Manuelito trabajando como agente de la patrulla fronteriza, quienes solicitaban la colaboración de Jim Leaphorn, ya retirado en los libros. De ahí que la principal particularidad de esta tercera temporada es que introduce dos investigaciones paralelas que no tienen relación entre sí, pero que refuerzan el desarrollo de los personajes. Es una manera inteligente de ser fiel a la historia original pero al mismo tiempo introduciendo cambios para crear un entorno diferente. 

La historia de Jim Leaphorn (Zahn McClarnon) comienza con la canción "Space oddity" que David Bowie escribió inspirándose en 2001: Una odisea del espacio (Stanley Kubrick, 1968), y se incluyó en su segundo álbum, David Bowie (1969, Mercury). Pero en este caso para mostrar un comienzo in media res en el que el policía navajo se encuentra inconsciente en medio del desierto, hasta retroceder una semana antes al comienzo de una jornada en la que recibe la denuncia de la desaparición de dos jóvenes. Han pasado seis meses desde los acontecimientos de la segunda temporada y aparentemente Jim Leaphorn ha conseguido cierta estabilidad emocional después de la decisión que tomó. Pero en realidad los fantasmas de la culpa y la investigación de la agente del FBI Sylvia Washington (Jenna Elfman) indican que la desaparición de BJ Vines (John Diehl), al que consideró el asesino de su hijo, no supone un alivio sino que termina provocando sus peores pesadillas y ocasionando las peores consecuencias para su matrimonio con Emma (Deanna Allison). Los productores Robert Redford y George R.R. Martin se permiten hacer un divertido cameo en el primer episodio. Mientras tanto, Bernadette Manuelito (Jessica Matten) lleva a cabo un trabajo anodino en la patrulla fronteriza con México, hasta que comienza a tener sospechas de que puede existir una red de tráfico de personas y drogas a través de la frontera, con la connivencia de algunos agentes de policía. La trama de Manuelito puede sentirse algo dispersa en esta tercera temporada, aunque cuenta con la colaboración ocasional de Jim Chee (Kiowa Gordon), que es el personaje que conecta a los dos protagonistas separados por 800 kilómetros de distancia. Pero éste también sufre las consecuencias narrativas de situarse como elemento unificador, perdiendo parte de su desarrollo como personaje. De alguna manera, esta trama parece una investigación más tradicional, aunque está bien elaborada e introduce a un personaje interesante, el amable pero sibilino empresario Tom Spencer (Bruce Greenwood), que parece sacado de un spin-off de Yellowstone (SkyShowtime, 2018-2024).   

El eje central de esta tercera temporada es la oscuridad en la que se sumerge Jim Leaphorn, que se enfrenta al peso de haber caído en el mismo tipo de acciones que él ha jurado confrontar como agente de policía. Porque se encuentra con los fantasmas (literales) que le persiguen, lo que termina afectando a su propio trabajo en la búsqueda de los adolescentes desaparecidos. Este aspecto es desarrollado especialmente en el intenso y alucinatorio episodio Ábidoo’niidéé (Lo que nos habían dicho) (T3E6) que refuerza ese cambio de tono de la serie que la acerca al género de terror, después de haber explorado el "cine negro navajo" en la anterior temporada. Este tratamiento de los aspectos psicológicos del protagonista permite detener la historia para enfocarse en la transformación que sufre Jim Leaphorn a lo largo de la temporada, con un arco narrativo especialmente trágico, y los ocho episodios de la temporada en contraste con los seis que formaban parte de las anteriores también refuerza la intención de hacer que la serie sea más compleja y más ambiciosa. Cada episodio en este caso está acompañado de su traducción a la lengua navajo, comenzando con Ye ‘iitsoh (El gran monstruo) (T3E1), que es el nombre que recibe el monstruo que aparece en las alucinaciones de Jim, y que de alguna forma se complementa con la imagen del culpable de las desapariciones. Dark winds se hace más sólida en cada temporada, sin abandonar esa conexión con la cultura indígena y manteniendo las referencias a los clásicos del western, lo que le proporciona una textura diferente a las tradicionales historias policíacas. Esta excelente temporada vuelva a colocar las piezas en sus posiciones originales al final, pero los personajes se han transformado de manera radical.

El sentido de las cosas
  
★★★☆
HBO Max - 28 de marzo-9 de mayo
Francia, 2025 - 8x30'
Creada por Benjamín Charbit, Noé Debré
Dirigida por Keren Ben Rafael
Séries Mania '25: Mejor Actriz (Elsa Guedj)

La protagonista de esta dramedia francesa es Léa Schmoll (Elsa Chedj), una joven de 28 años que se hace cargo de una sinagoga liberal en Estrasburgo, después de ser ordenada rabina, una experta en las leyes judías que sirve como consultora para cuestiones que tienen relación con la interpretación de la Torá. Curiosamente, la figura de las mujeres rabinas tiene un antecedente principal en Regina Jonas, ordenada en 1935 y asesinada en Auschwitz-Birkenau. Pero la comunidad judía, principalmente controlada por hombres en su vertiente más ortodoxa, ocultó durante varias décadas su existencia y solo hasta los años setenta, cuando se comenzó a cuestionar el papel secundario que ejercían las mujeres, se rescató su relevancia como la primera teóloga rabina. La sinagoga en la que ejerce Léa está dirigida por Ilan (Manu Payet) y Perle (Noémi Lvovsky), un matrimonio adinerado que tiene sus propios problemas cuando en el episodio Kiffer (Disfruta) (T1E2), su hijo de doce años Noé (Vidal Arzoni) se niega a celebrar su bar mitzvá (celebración de la madurez) porque hay otros problemas más graves en el mundo, como el cambio climático. La misión de Léa es convencer a Noé, para evitar que Ilan decida convertir la sinagoga en un espacio de coworking, mucho más rentable. El sentido de la cosas tiene más éxito cuando introduce las preocupaciones contemporáneas como contraposición a la tradición (judía en este caso, pero perfectamente trasladable a otras comunidades religiosas). La serie está creada por Noé Debré, también creador de Parlement (France tv, 2020-), que acaba de estrenar su cuarta y última temporada en Francia, y Benjamin Charbit, quien junto a Noé Debré fue el responsable de la adaptación francesa de Zorro (France tv, 2024). Y está inspirada libremente en el libro Vivir con nuestros muertos (2021, Ed. La Esfera de los Libros), un gran éxito de ventas internacional escrito por Delphine Horvilleur (1974, Francia), en el que habla sobre su experiencia como rabina y su relación con las familias judías y sus difuntos, aunque es un tema que en la serie solo comienza a abordarse en el episodio Le tissu des générations (El tejido de generaciones) (T1E3), en el que Léa debe oficiar su primer servicio funerario.

Si bien los primeros episodios parecen plantearse como historias cerradas sobre los diferentes problemas a los que Léa se enfrenta como rabina, conforme se desarrolla la serie adopta un enfoque más familiar, trasladando parte de esas incertidumbres a que la protagonista se cuestiona diariamente, a su propia relación con su padre André (Eric Elmosnino), un psicoanalista que ha renunciado a la fe, aunque sigue participando en algunas de las tradiciones judías familiares. Cuando en Les Pharaons (T1E7) su paciente Suzanne (Suzy Bemba) le confiesa que ha decidido convertirse al judaísmo y es invitada por Léa a celebrar la Pascua junto a su familia, André se siente especialmente frustrado. Lo interesante de esta propuesta dirigida por la realizadora Keren Ben Rafael (1978, Israel), responsable del premiado largometraje The end of love (2019), es que Léa se enfrenta por primera vez a las problemáticas que se le plantean, y reconoce que a veces tiene dudas sobre si realmente está preparada para dar consejos a los demás, cuando ella misma tiene muchas preguntas sin respuestas. Pero adopta su función bajo sus propias premisas, como afirma en el episodio Decide (Decidir) (T1E1): "No uso kipá (la gorra ritual judía). No quiero atribuirme los rituales litúrgicos masculinos. Creo que puedo encontrar mi propia expresión religiosa dentro de un marco específicamente femenino". Cuando un joven matrimonio se enfrenta a su primer beit milá (la ceremonia de circuncisión de su bebé), el marido no judío duda sobre la necesidad de someter a su hijo a este procedimiento tan traumático: "Hacer algo durante mucho tiempo no es una justificación para seguir haciéndolo: la esclavitud, la lapidación, la segregación social y racial, fumar en los restaurantes... La sociedad evoluciona y cambia", dice, cuestionando que se siga celebrando este tipo de práctica. El sentido de las cosas sin embargo no es tanto una serie sobre la religión sino que extiende su mirada hacia las relaciones familiares y la humanidad, convirtiéndola en una de las series más deliciosas que se han estrenado en las últimas semanas. 

En el sentido humorístico, otras propuestas pueden encontrar un mejor acercamiento a los cuestionamientos dentro de la comunidad judía, como la comedia neozelandesa Kid sister (TVNZ, 2022-2024), sobre una joven judía que practica su religión de una manera poco ortodoxa. Pero hay tratamientos interesantes, como cuando Léa y el rabino Arié Nahum (Leonel Dry), con el que tiene un cierto acercamiento sentimental, participan en un debate en el episodio La fils rebelle (El hijo rebelde) (T1E5), que acaba en una discusión pública entre ellos sobre la confrontación entre tradición y progresismo dentro de las religiones, un debate muy de actualidad ahora que se habla sobre ese tema en el catolicismo con la elección del nuevo papado. Y se pregunta si realmente se puede hablar de un punto de vista progresista dentro de una religión que está marcada precisamente por las tradiciones. Cuando Léa recibe una silla que ha sido objeto de un saqueo a una familia judía durante la 2ª Guerra Mundial, se enfrenta junto a su hermano Joël (Solal Bouloudnine), que es su apoyo pero también su mayor carga, a la decisión de qué hacer con ella. Conforme se acerca a las relaciones familiares, El sentido de las cosas se rebela como una comedia de humor sutil que habla de personajes que se enfrentan a sus deseos en medio de sus frustraciones. André, interpretado por un estupendo Eric Elmosnino, nunca ha podido decirle a sus hijos que tiene una relación con una mujer, mientras Léa trata de reconocerse y ser reconocida como rabina. En la serie se plantea que la comunidad judía sigue utilizando el término "rabino" en género masculino para referirse a las mujeres que ejercen esta labor, como una necesidad de mantener el predominio del hombre. No hay proselitismo ni se pretende usar el judaísmo como una respuesta para los problemas contemporáneos, sino que lo describe como un cuestionamiento constante. Elsa Chedj, que ganó el premio de interpretación en Séries Mania dentro de la competición francesa, y se dio a conocer en la miniserie Humoristas en París (Netflix, 2022), destaca con un personaje conmovedor. El episodio Les quatre enfants (T1E8), regresa a un funeral familiar en el que se regalan ejemplares del libro Vivir con nuestros muertos, y en él se refleja la intención de la serie de hablar de las relaciones emocionales, más que de las espirituales. 

En el fondo del hoyo
  
★★★☆
Arte - 8 de abril
Francia, 2025 - 6x16'
Creada por Maxime Chamoux, Sylvain Gouverneur
Dirigida por Maxime Chamoux, Sylvain Gouverneur
Séries Mania '25: Competición Formatos Cortos

Los creadores de esta serie habían estrenado la webserie 18h30 (Arte France, 2020), una comedia romántica sobre un hombre y una mujer que se encuentran siempre a la salida de sus respectivos trabajos y conversan caminando hacia la parada del autobús. Maxime Chamoux (1984, Francia) y Sylvain Gouverneur regresan ahora al canal Arte con una producción que también tiene un tono de webserie, pero con mayores ambiciones, planteando de nuevo situaciones de humor absurdo para reflejar aspectos de nuestra sociedad y de las relaciones humanas. En el fondo del hoyo (Arte, 2025) se desarrolla a lo largo de seis episodios en un campo de minigolf como una especie de microcosmos en el que se acaban encontrando diferentes personajes para los que el reto de superar cada campo de juego es una representación de sus propias inseguridades y de sus problemas personales. En el último episodio, Jacques (T1E6), en el que confluyen muchos de los personajes que hemos visto a lo largo de la temporada, éstos hablan a un interlocutor invisible sobre un jugador llamado Jacques Robert, un anciano que repitió varias veces el mismo hoyo. Pero esta actitud no solo supone saltarse el reglamento sino que también refleja un estancamiento vital, una incapacidad para continuar que le acaba enviando a una residencia de ancianos. Hay un punto de cierta oscuridad en las historias que se cuentan, aparentemente sencillos relatos humorísticos que sin embargo contienen un subtexto mucho más complejo. En este sentido, En el fondo del hoyo guarda cierto parecido, en su estructura narrativa, su humor absurdo y su trasfondo melancólico, con la serie de La Calòrica Sala Polivalent (3Cat, 2025), que también se desarrolla en un único escenario como un reflejo de nuestra sociedad. La serie comienza en Gilles y Faïza (T1E1) con un reclutador que ha tomado la decisión de hacer su entrevista de trabajo dentro del entorno del minigolf. Gilles (Nicolas Lumbreras) propone en cierta medida jugarse la contratación de Faïza (Saffiya Laabab) en el minigolf, pero también como una forma de comprobar la capacidad de organización y de control que tiene la aspirante. Surgen cuestiones relacionadas con la inmigración, la diáspora de unos abuelos llegados desde Argel y un padre obsesionado con que sus hijos alcancen un nivel social que les permita eliminar de sus relaciones la etiqueta de herederos de la inmigración. Con un sentido del humor más negro, dos hermanas se juegan una partida para decidir cuál de las dos le dona un riñón a su hermano en Anouk y Cécile (T1E2). Entre ellas se produce una discusión sobre quién es más adecuada para perder un riñón, si Cécile (Chloé Stefani), que tiene una vida acomodada, un marido y unos hijos, o Anouk (Bérangère McNeese), que teóricamente tendría menos que arriesgar porque no tiene trabajo ni pareja, lo que al final refleja las diferencias sociales entre los miembros de una misma familia. Aunque podrían vivir perfectamente con un solo riñón, donarlo supone un sacrificio más vinculado a su relación personal que a la que mantienen con su hermano. 

Uno de los episodios más interesantes es Chacha y Marc (T1E3), en el que un matrimonio que trabaja en la misma oficina de Hacienda ha decidido tomarse un año sabático para realizar un tour por toda Francia a través de sus minigolfs. El joven periodista Hadrien (Édouard Sulpice) les entrevista para el periódico local, pero conforme se desarrolla la conversación surgen las fisuras de la relación, llegando a convertirse en una especie de sesión de terapia matrimonial, que acaba en una confesión final. En realidad, el proyecto ha sido una idea de Chacha (Rosa Bursztein) para salir de la desgana de un matrimonio aletargado, pero su marido Marc (Nicolas Berno) en el fondo disfruta con la rutina de su vida diaria. El problema surge cuando están a punto de finalizar el viaje y deben decidir entre iniciar un nuevo proyecto o recuperar la vida monótona del trabajo en la oficina y ver la televisión en casa, lo que refleja la verdadera inconsistencia de su relación. De lo que trata principalmente En el fondo del hoyo es de las interacciones personales, ya sea un intento de seducción en Gautier y Claire (T1E4), en el que Gautier (Théo Navarro-Mussy) trata de conquistar a Claire (Agnès Migura) a través de las partidas en el minigolf, o bien cuando Domi (Guillaume Muller), un hombre ciego acompañado por su perro guía con cierta tendencia a escaparse, habla con la administradora del minigolf Sylvie (Jeanne Arènes), sobre su frustrada relación con su ex-novia, que le acaba de abandonar, en Domi (T1E5). Aunque Sylvie no parece demasiado interesada al principio, la descripción le hace rememorar su propia historia de amor no correspondida con uno de los trabajadores en prácticas. Casi todos los personajes de la serie comparten cierto sentimiento de soledad, lo que ofrece una mirada que es finalmente algo melancólica, como si el minigolf acabara siendo el lugar común en el que se encuentran los solitarios de la ciudad. En el fondo del hoyo fue seleccionada para la Competición de Formatos Cortos en la pasada edición de Séries Mania y, sin que sirva de precedente, se ha estrenado en España al mismo tiempo que en Francia, lo que solo está reservado para series de estas características, aunque sería deseable que de la amplia producción de ficción del canal Arte llegaran a nuestro país otras propuestas. Los 18 hoyos que componen el minigolf esconden historias personales en cada uno de los jugadores que acuden para entretenerse pero también para escapar de alguna manera de sus propias preocupaciones, aunque al final se acaben encontrando con ellas igualmente. En uno de los hoyos, hay un obstáculo complicado de superar que se convierte en una metáfora de nuestra actitud ante la vida: podemos elegir tratar de traspasar el obstáculo o, simplemente, rodearlo para seguir adelante. 

Al Norte del Norte
  
★★★☆
Netflix - 10 de abril
Canadá, 2025 - 8x25'
Creada por Stacey Aglok MacDonald, Alethea Arnaquq-Baril
Dirigida por Anya Adams, Aleysa Young, Renuka Jeyapalan, Zoe Leigh Hopkins, Danis Goulet
Gotham TV Awards '25: Nominada Mejor Interpretación de Comedia (Anna Lambe)

La primera producción de Netflix en Canadá es en realidad un proyecto nacido en 2020 entre la televisión pública canadiense CBC y la Red de Televisión de los Pueblos Aborígenes (APTN), a la que posteriormente se incorporó la plataforma. De hecho, el desarrollo de un estudio de producción en el territorio ártico proviene de los productores, que no tenían asegurada la posibilidad de seguir utilizando como estudio la pista de curling de la localidad de Iqaluit, de manera que decidieron buscar inversión para construir un estudio de cine que además sirviera para posibles nuevas temporadas. En 2023, la Oficina de Cine Indígena aportó un millón de dólares y posteriormente se consiguieron mediante préstamos y financiación privada otros cuatro millones para poner en marcha este estudio, del que los creadores de la serie, Stacey Aglok MacDonald y Alethea Arnaquq-Baril, son copropietarios. Con la participación de CBC, APTN y una productora de Toronto, el proyecto consiguió finalmente la incorporación de Netflix Canada, que permitió un aumento del presupuesto, elaborar un vestuario más complejo e introducir versiones y canciones de artistas inuit como Riit, Piqsiq, Elisapie o el rapero de Groenlandia Josef Tarrak-Petrussen. La serie se estrenó en enero en Canadá, y unos meses después ha llegado al territorio internacional a través de Netflix, consiguiendo un notable éxito, por su condición de comedia sencilla que al mismo tiempo aporta elementos de una cultura generalmente desconocida. APTN viene apoyando desde hace años proyectos de series y películas que abordan las realidades aborígenes, entre las que destacan series como el drama criminal Tribal (APTN, 2020-2022), la excelente y premiada Little bird, los niños robados (Filmin, 2023) o la reciente miniserie Bones of crows (CBC, 2023) que ha conseguido 12 nominaciones a los Screen Canada Awards que se entregan este mes. De manera que desde hace tiempo se desarrollan historias que abordan temas relacionados con las Primeras Naciones y con los pueblos que habitan las regiones árticas de Norteamérica. Pero Al Norte del Norte (Netflix, 2025) ha conseguido traspasar la barrera internacional, tanto que su protagonista está nominada a los Gotham TV Awards en una categoría de interpretación de comedia que no distingue géneros. 

Aunque se ha rodado en la localidad de Iqaluit, la capital del territorio de Nunavut, la historia se desarrolla en la comunidad ficticia de Ice Cove, para poder introducir elementos característicos de diferentes tribus inuit, que tienen particularidades autóctonas. Se trata de una historia de emancipación a través de Siaja (Anna Lambe), una joven que aparentemente tiene la vida familiar que podría envidiar cualquier mujer de la comunidad, casada con Ting (Kelly William), el hombre más codiciado del lugar por su liderazgo como cazador. Pero Siaja se siente menospreciada y condenada a ser solamente madre y ama de casa, de manera que la única forma de conseguir salir de la espiral en la que se encuentra es romper la familia aparentemente ideal que ha formado. El problema es que una vez que se marcha, debe buscar la forma de conseguir la independencia económica a la que aspira. El único lugar al que puede acudir es la casa de su madre Neevee (Maika Harper), con la que no mantiene una relación muy cercana, mientras que el único sitio donde puede trabajar es junto a Helen (Mary Lynn Rajskub), una urbanista de la zona que representa esa mirada generalmente condescendiente e ignorante que tienen los blancos hacia los inuit. Como parte de la comunidad, Siaja se presenta como una coordinadora que sirva de conexión con las costumbres locales. La llegada de Alistair (Jay Ryan) y Kuuk (Braeden Clarke), analistas gubernamentales de Ottawa para emitir un informe sobre la idoneidad del pueblo para una nueva estación de investigación en el Ártico, y el secreto revelado sobre uno de ellos establece las tramas principales de la serie. Al Norte del Norte es mucho más básica que otras propuestas relacionadas con las culturas aborígenes como Reservation dogs (Disney+, 2021-2023) o la australiana No robarás (Filmin, 2024), que se estrena en España este mes. Utiliza un sentido del humor más blanco, que se limita a las relaciones entre géneros y entre generaciones, sin demasiada profundidad pero con suficiente eficacia, gracias sobre todo a la interpretación de Anna Lambe, que hasta el momento solo había incorporado papeles dramáticos en series como True detective: Noche polar (Max, 2024). 

Pero partir de un relato de emancipación femenina es una propuesta interesante para mostrar una mirada contemporánea hacia la permanencia de algunas tradiciones dentro de las comunidades inuit que no encajan con la perspectiva de las generaciones más jóvenes. Este equilibrio entre mantener las costumbres y una identidad pero al mismo tiempo ser consecuentes con los cambios sociales que les rodean es una de las confrontaciones más profundas a las que se enfrentan los pueblos indígenas, y son temas que los cineastas autóctonos no temen abordar: lo hemos comentado recientemente en algunas series inéditas como la producción noruega A Sámi wedding (NRK, 2026) o la australiana Moonbird (SBS, 2025). También es cierto que se evitan algunos aspectos controvertidos de la cultura inuit, o al menos se abordan de manera sutil, como la tradición de la caza de focas que aparece brevemente citada en el episodio La cima del mundo (T1E1), y que viene suponiendo desde hace años una fuerte disputa entre las asociaciones de defensa de los animales y las comunidades inuit. En una comedia no sería lógico abordar esta controversia, pero la serie también trata de mantener el equilibrio entre mostrar el orgullo de las costumbres tradicionales y no molestar a los espectadores occidentales. Al Norte del Norte establece una interesante dinámica familiar entre Neevee, que fue una madre ausente para Siaja debido a sus problemas con el alcoholismo, y aporta matices en la convivencia de las diferentes procedencias indígenas. Colin (Bauley Poching) es maorí, etnia polinésica de Nueva Zelanda, pero forma parte de la comunidad de Ice Cove sin ningún problema. El guión, que a veces es irregular, tiene habilidad para introducir elementos tradicionales sin dar lecciones, como cuando dedica el episodio Todo o nada (T1E5) a un partido de anauligaaq, una versión inuit del béisbol que se jugaba en campamentos de caza con una pelota rellena de piel de foca, y evolucionó hasta convertirse en una especie de stickball ártico, o incorpora a Nuliajuk, la diosa del mar de la mitología inuit, como una presencia recurrente que aparece en las visiones de Siaja. Incluso introduce algo de ironía como cuando retrata a un musher en el episodio Carnívoros (T1E5), que es como se conoce peyorativamente a los quebequenses que parecen fascinados por la cultura inuit. En este sentido, Al Norte del Norte, que ya tiene confirmada una segunda temporada, es muy divertida y menos superficial de lo que pudiera parecer. 


Estrella (Étoile)
  
★★★☆
Prime Video - 24 de abril
Estados Unidos, 2025 - 8x60'
Creada por Daniel Palladino, Amy-Sherman Palladino
Dirigida por Amy-Sherman Palladino, Daniel Palladino, Scott Ellis

Entre los éxitos de Las chicas Gilmore (Prime Video, 2000-2007) y La maravillosa Sra. Maisel (Prime Video, 2017-2023), el matrimonio Palladino tuvo un relativo fracaso: la serie Paraíso (ABC, 2013-2014) no pasó de una primera temporada. En realidad, tras la respuesta positiva de crítica y público a sus primeros ocho episodios, fue renovada para otros ocho que se consideraron como una especie de segunda parte de la midseason, no como una segunda temporada. Se trata de una propuesta divertida sobre una corista de Las Vegas que después de casarse se traslada a una pequeña localidad costera donde decide trabajar como profesora de danza. Motivados por regresar a ese mundo, Amy-Sherman Palladino y Daniel Palladino han creado una nueva serie que en este caso tiene más ambiciones, no solo porque se desarrolla entre París y Nueva York sino porque ofrece una mirada al interior de dos grandes compañías de danza ficticias: Le Ballet National de París y el Metropolitan Ballet Theater de Nueva York. Sus directores, Geneviève Lavigne (Charlotte Gainsbourg) y Jack McMillan (Luke Kirby), se enfrentan a la crisis de espectadores y de presupuestos de sus respectivos teatros, lo que el nuevo inversor de la compañía neoyorquina, el oscuro Crispin Shamblee (Simon Callow) propone solucionar con una campaña de marketing intercambiando bailarines y coreógrafos entre París y Nueva York, una práctica que en la realidad se ha realizado en varias ocasiones entre compañías de ambos países. En ese intercambio una de las principales estrellas francesas es Cheyenne Toussaint (Lou de Laâge), que se había retirado de la danza para dedicarse al activismo medioambiental, y es presentada en un barco donde ni los propios activistas la soportan, que tiene la marca característica de las escenas coreografiadas milimétricamente por Amy-Sherman Palladino y Daniel Palladino, que se reparten como directores casi todos los episodios de esta temporada. En sentido contrario, es enviada a París Mishi Duplessis (Taïs Vinolo), una joven bailarina francesa que sin embargo reside desde hace años en Nueva York, y que comprobará lo que significa sentirse extraña en su propio país. También se traslada el coreógrafo estadounidense Tobias Bell (Gideon Glick), considerado una de las promesas del mundo del ballet, pero con un síndrome neurodivergente que le hace tener pocas habilidades sociales, aunque el joven bailarín Gabin (Ivan du Pontavice) se enamora inmediatamente de él. En París, sin embargo, Tobias descubre que las perspectivas como gran coreógrafo que tenía en Estados Unidos no se ajustan a los gustos de la crítica francesa. 

Hay que decir que Estrella (Étoile) (Prime Video, 2025) cumple desde los créditos iniciales con la función de situar al espectador en un estado de ánimo propicio para entrar en una comedia de personajes extravagantes, porque la canción "Nights are for love", compuesta e interpretada por los hermanos Sons of Raphael y producida por Thomas Bangalter, ex-miembro de Daft Punk, es tan pegadiza y optimista que establece el tono de la serie de manera instantánea. Y efectivamente, el estilo del matrimonio Palladino se refleja en cierto estado de paranoia de los protagonistas, con unos diálogos rápidos y ágiles que a veces se pierden en la vorágine de los movimientos coreografiados que llevan a cabo los personajes dentro y fuera de escena. Posiblemente los creadores de esta serie son de los pocos guionistas que han sabido recuperar un cierto estilo de screwball comedy en sus propuestas, pero marcado por diálogos irónicos y punzantes en los que no siempre encajan bien algunos intérpretes. En este caso, la reconocida cantante y actriz francesa Charlotte Gainsbourg se esfuerza por adoptar este estilo tan dinámico, pero sorprende la desenvoltura de Lou de Laâge, nominada al César por las películas Respira (Mélanie Laurent, 2014) y Jappeloup: de padre a hijo (Christian Duguay, 2013), porque no hablaba inglés antes de participar en esta serie. Creando dos compañías ficticias que están formadas por una veintena de bailarines cada una, la serie consigue una puesta en escena deliciosamente bella, deteniéndose en los ensayos y, más en los últimos episodios, en algunas coreografías de conocidos espectáculos de ballet, de manera que hay una estética visual y sonora absolutamente hipnótica. La relación chocante entre Jack y Cheyenne, o la dependencia que acaba sintiendo Tobias del primer bailarín Gabin para sentirse seguro como coreógrafo, que culmina en una maravillosa secuencia extravagante durante el estreno de su obra en el episodio La oferta (T1E8), forman parte del sentido de comedia que saben elaborar sus creadores. 

Hay algunas tramas como la que protagoniza Mishi Duplessis que nos recuerda a algunas historias abordadas en la serie francesa L'Opèra (Disney+, 2021-2022), que está ambientada en la Ópera Garnier de París. Pero Étoile tiene ese ritmo constante que imprimen los textos y los subtextos de los diálogos, y funciona en ese contraste entre la modernidad que representa el Lincoln Center de Nueva York y el clasicismo de los espectaculares edificios de París. Tampoco abusa de las diferentes personalidades europea y estadounidense, aunque a veces las aborda con gracia, y tiene la capacidad de envolver a sus personajes en situaciones muy estrambóticas sin que parezcan ridículas, como cuando el magnate Crispin Shamblee regresa después de haber sido secuestrado (una de tantas veces) disfrazado como un mendigo en el episodio La rata (T1E5). Aunque está confirmada una segunda temporada, puede dar la impresión de que Étoile está pasando más desapercibida de lo que merece una serie que recupera el estilo tan magnético que tienen las comedias de Amy-Sherman Palladino y Daniel Palladino. 

Voces de la tierra
  
★★★☆
Pr1meran / Filmin - 25 de abril
España, 2021 - 6x40'
Creada por Aner Etxebarria Moral, Pablo Vidal Santos
Dirigida por Aner Etxebarria Moral, Pablo Vidal Santos
Jackson Hole Wildlife Film Festival '21: Nominada Mejor Miniserie

A pesar de que esta docuserie está terminada desde el año 2021, todavía no había encontrado una distribución comercial en España, siendo ahora estrenada en el formato tradicional a través de la plataforma Filmin para todo el territorio español y en Pr1meran del País Vasco, donde se puede ver gratuitamente con subtítulos en euskera y castellano. Mientras que Filmin ha estrenado los seis episodios completos, Pr1meran está emitiendo un episodio semanal. Y eso que el proyecto de Aner Etxebarria y Pablo Vidal comenzó su trayectoria nada menos que con una nominación como Mejor Miniserie en el Jackson Hole Wildlife Film Festival, que se celebra cada diciembre en Estados Unidos y está considerada como la muestra más prestigiosa dedicada a producciones medioambientales. El logro de Voces de la tierra (Pr1meran/Filmin, 2021) lo reflejan las miniseries que competían ese año en la categoría: Un planeta perfecto (BBC, 2021), Los secretos de las ballenas (National Geographic/Disney+, 2021) y Micromundos (Apple tv+, 2020). Finalmente, podemos disfrutar de una de las series documentales más fascinantes que se han hecho en España, un recorrido antropológico por aquellos lugares en los que se mantienen todavía los vínculos más estrechos entre el hombre y los animales, muchos de ellos en peligro de desaparición. Nacido como un proyecto personal de sus creadores, contaban en alguna entrevista que la idea surgió como una propuesta independiente que trataba de encontrar socios internacionales como Arte o National Geographic en el MIPTV de Cannes, pero que éstos mostraban interés aunque eran reacios a involucrarse en una serie de dos cineastas desconocidos. Hasta que surgió en el Festival de San Sebastián un encuentro con la productora bilbaína Gariza Films, que por entonces ya estaba trabajando en su exitoso y premiado largometraje 20.000 especies de abejas (Estibaliz Urresola Solaguren, 2023), y se involucró en la producción. Cuenta once historias en seis episodios, con una estructura de dos relatos por capítulo, excepto en uno de ellos, lo que permite establecer un ritmo constante y además abordar algunas paralelismos temáticos que están relacionados con los mismos desafíos para las diferentes comunidades, como la transmisión de las tradiciones o las amenazas que afrontan.

La serie está rodada con una sutileza que se refleja en imágenes espectaculares, pero no porque se utilicen tomas aéreas de la sabana rodadas con drones, sino todo lo contrario: son los primeros planos de los rostros a veces marcados con las huellas del tiempo o la cámara recorriendo el interior de los rebaños con el paisaje del desierto como fondo, los que aportan una belleza insólita y absolutamente hipnótica. Los Awá Guajá de la selva amazónica brasileña, protagonistas de Maihu & Taquary (T1E6), el único episodio unitario de la serie, adoptan a los animales que quedan huérfanos después de la caza, mientras que el pueblo Yao en Mozambique tiene un vínculo especial con los pájaros "Cego", una especie de gorriones, cuyo canto les permite detectar los árboles en los que pueden extraer miel. Cuando llegan a su destino, los pájaros permanecen en silencio y los apicultores extraen la miel, dejando panales a los pájaros como agradecimiento. Thedelly & Raimundo (T1E2) está protagonizado por dos tribus que se dedican a la recolección de miel, en Mozambique e India. Voces de la tierra también muestra esta relación en España, en Diandra & Hermelinda (T1E5), a través de la Rapa das bestas en Galicia, donde en el pequeño pueblo de Cuspedriños se reúnen los aloitadores que una vez al año esquilan las crines de los caballos salvajes para eliminar los parásitos. Mientras que Mogga & Bayandalai (T1E1) se concentra en dos pueblos de pastores: los ganaderos Mundari en Sudán del Sur, que conducen lo que ellos llaman Ankole Watusi, la manada de los reyes. Mogga es el portavoz que hace referencia a las costumbres tradicionales, algunas sorprendentes, como lavarse con la orina de las vacas o usar la técnica de soplar las vaginas de aquellas que han perdido a un ternero para que vuelvan a producir leche. El proceso, que en el siglo XIX utilizaron pastores europeos, pretende engañar a la vaca para que crea que sigue embarazada y vuelva a producir leche, que es la principal subsistencia de la tribu. En Mongolia, los pastores Dukha consideran a los renos como animales sagrados, con el anciano Bayandalai como uno de los últimos que mantienen la tradición, pero consciente de sus desafíos: "Nuestra tierra forma parte del Parque Nacional Tengis-Shishged. Nos han limitado nuestra zona de pastoreo. Nuestro futuro no parece muy prometedor".

Uno de los aspectos que se destacan en Voces de la tierra es la condición de peligro de extinción de muchas de estas relaciones entre el hombre y los animales, precisamente provocada por aquella parte de la población que ha renunciado a esta vinculación con la naturaleza: nuestra civilización moderna. Los pastores Mundari tienen que portar armas porque están sometidos al robo de ganado, mientras que los Awá Guajá han venido sufriendo constantes ataques violentos por parte de las empresas madereras que están arrasando buena parte del Amazonas. En lugares como Madagascar, en el que los Zafilosy mantienen una vinculación especial con los cocodrilos, a quienes consideran supervivientes humanos de una inundación transformados en animales, se enfrentan a los problemas relacionados con el cambio climático, como la sequía en la Reserva Nacional de Niassa, en Mozambique. Una de las características excepcionales de Voces de la tierra es precisamente mantener las lenguas originales de las tribus y comunidades que participan, sin introducir un narrador o una voz que interprete sus palabras. Es así como podemos escuchar algunas de las lenguas más primitivas de nuestro planeta a través de las tradiciones orales que desparecerán progresivamente conforme se rompan las relaciones especiales que mantienen sus habitantes con los animales con los que conviven. Entre tantos documentales naturales, Voces de la tierra tiene la particularidad de centrarse en los seres humanos que continúan estrechamente ligados a la tierra, los que mantienen unas tradiciones que están constantemente amenazadas por la capacidad devoradora de la modernidad. Es una excelente muestra de una mirada antropológica que demuestra cómo el respeto hacia la fauna tiene como recompensa una colaboración permanente que mejora las condiciones de vida.  

El eternauta
  
★★★☆
Netflix - 30 de abril
Argentina, 2025 - 6x50'
Creada por Bruno Stagnaro
Dirigida por Bruno Stagnaro

Contiene espóileres de la primera temporada

La historieta publicada por Héctor G. Oesterheld (1919-1978, Argentina) con dibujos de Francisco Solano López (1928-2011. Argentina) se ha convertido con el paso de los años en un referente para el mundo del cómic en Argentina. El Eternauta (1958, Ed. Planeta) es la obra más representativa de su autor y la que más ha trascendido con el paso de los años, a pesar de que hay otras publicaciones suyas como Mort Cinder (1962-1964, Ed. Astiberri) que están consideradas de mayor calidad. Incluso la primera entrega de la historieta se ha rodeado de una cierta representación política que no tenía en realidad, porque pertenece a una etapa en la que no existía una militancia por parte de Héctor G. Oesterheld, que incluso llegó a ser antiperonista. Pero, como otros escritores que habían publicado obras destacadas en los años cincuenta, como Rodolfo Walsh (1927-1977, Argentina), con el libro Operación Masacre (1957, Ed, Libros del Asteroide), el autor pertenecía a esa intelectualidad de clase media que acabó comprometiéndose y sufrió las consecuencias de la dictadura militar en los setenta. El escritor publicó una reedición diez años después con dibujos de Alberto Breccia, El Eternauta (1969, Ed. Reservoir Books), que incluía ya una atmósfera más politizada, y posteriormente una secuela, El Eternauta. Segunda parte (1976, Ed. Norma Editorial), que cambiaba completamente la perspectiva para hacerse directamente política y ambientarse en el futuro. Impulsado por la militancia de sus hijas (a una de ellas  la arrojaron muerta desde un camión a la puerta de su casa), Héctor G. Oesterheld ya trabajaba para los Montoneros, la organización guerrillera peronista, y fue detenido y desaparecido en 1977, creyéndose que le asesinaron en 1978. Después de varios intentos a lo largo de las últimas décadas para llevar la historieta a la pantalla, en proyectos finalmente abandonados que iban a dirigir Adolfo Aristarain y Lucrecia Martel, El Eternauta (Netflix, 2025-) es la versión más acorde con el entorno de las plataformas de streaming multinacionales y por tanto recoge el espíritu de ciencia-ficción humanista que contenía la primera versión, más que la mirada política de las posteriores. Seguramente influenciado por obras como La guerra de los mundos (1898, Ed. Debolsillo) de H. G. Wells, y en línea con la visión humanista versus extraterrestre de otras obras de la época, como Invasión: Los ladrones de cuerpos (1954, Ed. Bibliópolis), de Jack Finney, adaptada en la película La invasión de los ladrones de cuerpos (Don Siegel, 1956), la historia propone una lucha colectiva frente a la individualidad, que en la relectura posterior de 1969 representaba a los trabajadores frente a la economía capitalista que atraía a los totalitarismos. 

Pero a pesar del entorno populista de Argentina en la actualidad, ver El Eternauta con una mirada política no parece acertado. Bruno Stagnaro (1973, Argentina), que se dio a conocer con la excelente Pizza, birra, faso (1997), una película sin la que no se entiende la evolución del cine argentino, y posteriormente ha dirigido series de narrativa social como Okupas (Netflix, 2000) y Un gallo para Esculapio (TNT, 2017-2018), se ha acercado a la adaptación desde una perspectiva estrictamente de ciencia-ficción, pero introduciendo inteligentemente los temas que le interesan en torno a las relaciones humanas, la solidaridad y el espíritu de comunidad. La serie cuenta una historia apocalíptica que comienza cuando cae sobre Buenos Aires una nieve mortal y los amigos Juan Salvo (Ricardo Darín) y Favalli (César Troncoso) se deben enfrentar a la supervivencia en un entorno cada vez más hostil en el que dar un paso en falso puede suponer la muerte. La adaptación traslada la acción a la actualidad, lo que no es un cambio sino una fidelidad a la narrativa contemporánea de la historia original, que se desarrollaba en la misma época en la que fue escrita, pero aporta una mayor presencia para los personajes femeninos, como Elena (Carla Peterson) y Ana (Andrea Pietra), que no tenían en los cómics originales. Hay otras modificaciones respecto a la obra pero que juegan a favor de una historia que revela pronto el origen de la nieve y presenta a algunas de las criaturas más características del cómic, como los Cascarudos. La más interesante es la justificación de las habilidades militares de Juan Salvo haciendo referencia a su participación en la guerra de las Malvinas (1982), lo que aporta una mayor profundidad a un personaje marcado por su rechazo inicial a volver a las armas, y por el trauma de la derrota y las pérdidas humanas que ha acompañado a Argentina durante décadas. Es una aportación hábil porque no solo hace referencia al pasado, sino también a algunas visiones del personaje que no se llegan a explicar en estos primeros episodios, pero que conectan con el desenlace de la historia, uno de los aspectos más innovadores de la obra original. Bruno Stagnaro ha tratado el tema de las Malvinas en uno de sus primeros cortometrajes, Guarisove, los olvidados (1995), producido por el ya casi desaparecido INCAA dentro del programa Historias breves, en el que ironizaba sobre la argentinidad a través de un grupo de soldados que no saben que la guerra ha terminado. La serie solo adapta la mitad de la obra original publicada en 1958, aunque ya se ha confirmado una segunda temporada que abarcaría el resto de la historia. Pero Bruno Stagnaro ha señalado en algunas entrevistas que no tiene la intención de embarcarse en una adaptación de la segunda parte que se publicó en 1976, con un entorno más político, aunque se han incorporado algunos elementos que se describían en aquella. 

Otra novedad interesante es la introducción de un personaje disruptor, Omar (Ariel Staltari, uno de los guionistas de la serie), que por un lado rompe la dinámica de amistad que mantienen los personajes principales, pero también supone una ruptura generacional, la que representan los protagonistas a través de una de las frases habituales de Favalli: "Lo viejo funciona". Siguiendo el predominio que en las historias de Bruno Stagnaro tienen los espacios, El Eternauta tiene puntos en común con otras series de su creador como Okupas, porque se refuerza a través de los espacios de Zona Norte y Ciudad de Buenos Aires convertidos ahora en un entorno hostil, nevado y solitario, enmarcado en montañas de vehículos abandonados que parecen haber sido arrastrados, de manera que hay una relevancia fundamental en la presencia de esa Argentina que se puede reconocer dentro de un paisaje apocalíptico. También a través de la música y del propio comportamiento de los personajes, como en el comienzo característico de la historia, cuando se reúnen para jugar en el episodio Noche de truco (T1E1), o cuando echan mano de las canciones para reforzar su vínculo comunitario, como en el tren en Jugo de tomate frío (T1E6), que toma su título precisamente de una conocida canción que el grupo Manal introdujo en su primer álbum Manal (1970). La memoria colectiva desde la música es uno de los temas recurrentes de la serie, que establece esa conexión local que la diferencia de otros relatos apocalípticos. El propio Bruno Stagnaro estuvo trabajando en un proyecto que imaginaba una guerra civil dentro de una sociedad post-crisis de 2001, de la que pueden encontrarse seguramente apuntes en los últimos episodios de El Eternauta. Con una propuesta convincente a nivel visual, apoyado en un buen trabajo de efectos visuales que se ha realizado en parte en estudios de Uruguay y la India, la serie consigue establecer su personalidad dentro del género de ciencia-ficción dialogando con la actualidad mientras propone una visión contemporánea a través de una narración que es, al mismo tiempo, eminentemente clásica. 

Sospechoso: El asesinato de Jean Charles de Menezes
  
★★★☆
Disney+ - 30 de abril
Reino Unido, 2025 - 4x55'
Creada por Jeff Pope
Dirigida por Paul Andrew Williams

Las plataformas de streaming están estrenando series que tradicionalmente han ocupado el espacio de los canales de televisión públicos británicos, aunque no parece ser este caso, teniendo en cuenta las declaraciones de su creador Jeff Pope (1959, Reino Unido) criticando el enfoque que tanto BBC como Channel 4 han realizado en sus dos principales producciones documentales estrenadas recientemente en torno al asesinato de Jean Charles de Menezes por parte de la policía londinense. Para él, la serie documental 7/7: The London bombings (BBC, 2025), que narra los atentados en un enfoque más general, y la docuserie Shoot to kill: Terror on the tube (Channel 4, 2024) son excelentes trabajos que, sin embargo, cuando abordan el asesinato de De Menezes, no hacen referencia a las declaraciones de los testigos que se encontraban en el vagón de metro en el que recibió los disparos de los agentes de policía y su contradicción con la narrativa que defendieron los mandos de la MET (Policía Metropolitana de Londres), afirmando que lo que se muestra en estos documentales es la versión de la policía. El guionista responsable de series como The walk-in (Filmin, 2022) y Archie (Filmin, 2023), productor de la inédita The reckoning (BBC, 2023) y nominado al Oscar por el guión de la película Philomena (Stephen Frears, 2013), aborda de nuevo un caso real trasladando a la pantalla uno de los fallos policiales más sobrecogedores que se han producido en Gran Bretaña, una mezcla de la tensión provocada por los atentados del 7 de julio de 2005 en la red de metro y autobuses de Londres, el posterior intento de nuevos atentados que fueron desactivados porque las bombas no llegaron a explosionar, y una absoluta ineptitud por parte del cuerpo de policía que debía vigilar a uno de los terroristas sospechosos, confundiendo en el reconocimiento a un joven electricista brasileño (que no se parecía en nada al sospechoso) y que terminó muerto de siete disparos en la cabeza efectuados durante 30 segundos. El director Paul Andrew Williams (1973, Reino Unido), que ha dirigido algunas de las series escritas por Jeff Pope, no evita los detalles más brutales del asesinato en el Episodio 2 (T1E2), lo que ha sido criticado en Reino Unido. Pero es necesario para entender la magnitud del fallo policial y sopesar la posterior campaña de desinformación que la propia policía alimentó. 

En este sentido, lo que centra la atención de Sospechoso: El asesinato de Jean Charles de Menezes (Disney+, 2025) es precisamente la narrativa que se creó a partir de la constatación de que Jean Charles de Menezes (Edison Alcaide) no solo no era islamista sino que se trataba de un joven brasileño sin ninguna vinculación con el terrorismo. Cuando en el Episodio 3 (T1E3) el comisionado Ian Blair (Conleth Hill) contempla las primeras críticas de la familia del joven brasileño en televisión, su primera reacción es decir: "Me parece completamente injusto. Por cierto, ¿estaba trabajando de forma legal?", como si quisiera agarrarse a la más mínima posibilidad de justificación, por absurda que resulte. Lo más interesante del planteamiento de la serie es cómo refleja que la respuesta policial no fue solamente un fallo de comunicación que trataba de salvar las críticas, sino que se creó una estrategia de información a través de una narrativa que estaba basada en mentiras, tanto la versión de los policías que dispararon, afirmando que Menezes se había abalanzado sobre ellos y que dieron un grito de advertencia antes de disparar (lo que ninguno de los testigos ocupantes del vagón escuchó), y la de los propios mandos policiales, que reconstruyeron una teoría de que el joven brasileño se comportaba de manera sospechosa y llevaba una chaqueta abultada que podía hacer pensar que pudiera esconder una bomba. Sospechoso sin embargo construye los primeros episodios reflejando las consecuencias de las cuatro explosiones que dejaron cincuenta y seis víctimas mortales y unos trescientos heridos, de los que se cumple este año el vigésimo aniversario. Y el grado de tensión que experimentó un cuerpo policial obligado a detener otros posibles ataques terroristas, especialmente cuando se produjo un intento fallido días después. Esta tensión también se refleja en los propios ciudadanos, como cuando un joven de rasgos árabes es constantemente vigilado por las miradas de los pasajeros en un vagón de metro. 

Hay más impulso en los dos primeros episodios, que de alguna manera se ralentiza a lo largo de los dos siguientes, más centrados en las estrategias políticas de despacho. Pero al incorporar una subtrama que protagoniza Lana Vandenberghe (Laura Aikan), una secretaria de la oficina de la Comisión Independiente de Quejas contra la Policía (IPCC) que filtró información a la prensa que contradecía la versión policial, se mantiene el tono de thriller. Es uno de los dos personajes que representan la ética y la moralidad que se le supone a los funcionarios públicos en un entorno que, sin embargo, solo intenta superar la crisis, aunque el segundo, el oficial de policía Brian Paddick (Russell Tovey), se siente más explicativo y forzado en la constante reproducción del punto de vista que se identifica con el espectador. Pero Sospechoso sabe equilibrar los puntos de vista tratando de acercarse a todos ellos, incluso el de la familia de Jean Charles de Menezes, que protagonizan las escenas más conmovedoras cuando reciben la noticia de su muerte o durante el entierro. Aunque se desarrollan en una pequeña localidad de Brasil, estas escenas se rodaron en el Parque Natural de Gata-Níjar, en Almería, que sin embargo resultan convincentes. Una de las claves del caso se describe al comienzo del Episodio 3 (T1E3), una orden llamada Operation Kratos, que se trata de un protocolo para agentes armados encubiertos que permite a un oficial dar la orden de disparar contra un atacante suicida sin previo aviso. Es la que utilizaron los policías que dispararon como justificación, pero también la que la comandante Cressida Dick (Emily Mortimer) dijo no haber dado en ningún momento. Lo más descorazonador del relato son las consecuencias penales o profesionales de los hechos narrados, que cualquiera que conozca otros casos de abusos policiales en Reino Unido puede imaginar.  

Un chico malo
  
★★★☆
Netflix - 2 de mayo
Israel, 2023 - 8x40'
Creada por Ron Leshem, Daniel Chen, Daniel Amsel
Dirigida por Hagar Ben Asher
Premios TV Israel '25: Drama, Dirección, Guión, Sonido, Reparto, Fotografía, Montaje

Al hablar de algunas series hay que hacer un ejercicio de retrospectiva por acontecimientos que no están directamente relacionados con la producción. Un chico malo (Netflix, 2023) se estrenó en el Festival de Toronto de 2023 consiguiendo excelentes críticas, y siendo adquirido por Netflix para su distribución internacional. El ataque terrorista de Hamas en octubre de 2023 y la respuesta genocida de Israel retrasó el estreno de la serie durante un año, pero cuando llegó al canal Hot el pasado mes de noviembre consiguió un gran éxito de público y crítica en su país, que fue refrendado hace unas semanas con siete premios de la Academia de Televisión de Israel, entre ellos los de Mejor Serie, Dirección y Reparto. Da la impresión de que Netflix ha aprovechado el éxito de Adolescencia (Netflix, 2025) para establecer su estreno internacional, porque hay elementos que pueden sonar parecidos como el comienzo, cuando en ambas series las primeras escenas muestran a la policía irrumpiendo en una casa familiar y deteniendo a un joven. En este caso ha sido la madre de Dean Sheyman (Guy Manster) quien ha denunciado a su propio hijo, después de que éste la haya amenazado. Tamara Sheyman (Neta Plotnik) llamó a las autoridades porque se asustó, pero no esperaba que un grupo de policías irrumpiera en su casa y se llevara a su hijo mayor en ropa interior, sin permitirle que se vistiera. Pero a partir de la llegada de Dean a un reformatorio dirigido por la estricta funcionaria de prisiones Heli (Liraz Shamami), la serie adopta exclusivamente la perspectiva de un adolescente que comienza a darse cuenta de que los reformatorios no sirven exactamente para la reinserción, sino muchas veces para convertir en criminales a quienes no lo eran. Lo que los algoritmos de Netflix utilizan como reclamo puede llegar a ser contraproducente, porque Un chico malo puede sufrir la comparación con Adolescencia, pero en todo caso se puede ver como una serie complementaria que trata algunos temas comunes. La historia está basada en la experiencia real del comediante Daniel Chen, muy popular en Israel, y ha sido creada por Daniel Amsel y Ron Leshman. Ambos han sido los responsable de conocidas series como Euphoria (Hot, 2012-2013), de la que surgió el remake de Sam Levinson, el drama bélico Valley of tears (Max, 2020) y más recientemente los thrillers Red skies (Reshet 13, 2023) y Trust no one (Keshet 12, 2025), que acaba de estrenarse en Israel. 

La serie retrata una prisión que está controlada por grupos que utilizan la extorsión y las amenazas para mantener su posición de poder, y no evita algunas escenas de violencia bastante crudas, como el asesinato de un preso en el Episodio 1 (T1E1), del que Dean se convierte en un testigo incómodo. El joven se da cuenta de que necesita más recursos para sobrevivir dentro de la cárcel que fuera de ella, y acaba utilizando el humor como una herramienta para establecer una mayor complicidad con el resto de los internos a través de las clases de teatro. La historia real es que Daniel Chen encontró su vocación como comediante en prisión, y él se interpreta a sí mismo durante una función de stand-up comedy, en la que cuenta la historia del Dean adolescente. Esta interrelación entre el presente y el pasado aporta una estructura fragmentada a la historia que también difumina la oscuridad del drama principal, aunque las rutinas de stand up mezcladas con crowd work, una técnica humorística en la que el comediante interpela al público, que han sido escritas por Daniel Chen y Amiram Tovim, son los elementos menos logrados de la serie, o al menos parece que se mueven entre códigos más locales que a veces se escapan a los espectadores internacionales, perdiendo eficacia (también por cierta superficialidad). Funciona como un dispositivo para aliviar el drama en el que se ve metido el joven Dean, pero no termina de encontrar la conexión con el espectador que no entiende algunas de sus referencias. Las escenas de Daniel Chen también muestran que el personaje no ha terminado de desconectar con el mundo criminal en el que se vio metido. La serie está dirigida por Hagar Ben Asher, directora del documental Dead woman walking (2018), sobre un grupo de presas condenadas a muerte en Estados Unidos, y que últimamente ha dirigido series como City on a hill (Showtime, 2019-2022), Bosch: Legacy (Prime Video, 2022-2025) y El largo río de las almas (Movistar Plus+, 2025).   

Un chico malo sin embargo funciona mejor cuando establece la relación de amistad entre Dean y su compañero de celda Zion Zoro (Havtamo Farda), un personaje absolutamente fascinante que en este caso sí podría tener un mayor punto de conexión con el protagonista de Adolescencia. Porque su delito ha sido el asesinato a sangre fría de una joven, a la que mató a golpes con una piedra, por razones que ni siquiera él sabe explicar como algo más que un impulso. Zoro además sufre el aislamiento y las amenazas del resto de los presos porque piensan que ha sido el responsable de la muerte de otro compañero de celda al que dicen que condujo al suicidio. Pero su condición de etíope de raza negra puede tener algo que ver con la animadversión que sienten hacia él, en un entorno en el que las actitudes racistas también se reflejan cuando un grupo de árabes ocupa una parte de la cárcel en el Episodio 6 (T1E6), después de que Dean haya regresado a prisión por un crimen más grave que el que cometió anteriormente. Freddie (Ishay Lalosh), el líder de una mafia que controla parte del centro de detención, le obliga a elegir entre su lealtad a Zoro y su propia vida, cuando le pide que lo mate como represalia por la muerte de su mejor amigo. La conexión entre Dean y Zoro acaba siendo especialmente profunda, sobre todo por parte del primero, lo que refleja su propia soledad, con una madre de comportamiento inestable que huyó de un marido maltratador, de manera que para él compartir la celda con su amigo supone una mayor libertad que salir a la calle a enfrentarse a un ambiente que le conduce inevitablemente al mismo círculo vicioso de criminalidad. La directora de la cárcel lanza ante Dean una estadística terrible: "El 96% de los jóvenes que salen del reformatorio acaban regresando", lo que establece un reflejo significativo del fracaso del sistema penitenciario. Quizás Un chico malo habla de una excepción, porque sabemos que Dean se convertirá en un conocido humorista, pero para salir de ese entorno deshumanizado también debe romper con aquello que le conecta con cierta humanidad.  

Nueve cuerpos
  
★★☆☆
AXN - 13 de mayo-17 de junio
Reino Unido, 2025 - 6x40'
Creada por Anthony Horowitz
Dirigida por Brian O'Malley, Viviane Andereggen

Desde que el vuelo 815 de Oceanic Airlines se precipitara en una isla del Océano Pacífico ha habido varias series que han tomado un accidente aéreo como punto de partida para una historia de suspense: supervivientes en medio de un lugar inhóspito en el que comienzan a ocurrir sucesos misteriosos. De la estructura de Perdidos (Disney+, 2004-2010) han tomado buena nota series posteriores como Yellowjackets (SkyShowtime, 2021-), pero la habilidad del guionista Anthony Horowitz es la de convertir este planteamiento en una especie de versión de Diez negritos (1939) de Agatha Christie en la selva mexicana (en realidad, el Jardín Botánico Viera y Clavijo de Las Palmas de Gran Canaria, donde se rodó la serie). El título de la novela de la escritora inglesa se sustituyó en ediciones posteriores debido al carácter peyorativo que tenía Ten little niggers, así que se editó finalmente con el más explícito And then there were none (Y no quedó ninguno), aunque en el caso de Nueve cuerpos (AXN, 2025) la historia desvela, quizás demasiado pronto, que los diez pasaportes que encuentran las autoridades mexicanas no se corresponden con los nueve cuerpos que permanecen en la morgue del campamento militar de Los Tríos. El subteniente Ignacio López (Sebastián Capitán Viveros) pretende averiguar qué ha ocurrido en la selva y por qué los pasajeros del avión han sido encontrados muertos, pero el capitán Gabriel Vega (Ángel López-Silva) parece más reacio a que la investigación trascienda los límites del campamento militar. Pero en realidad la historia transcurre principalmente en flashback ocho días antes y se desarrolla como un thriller de supervivencia con espíritu de whodunit y la particularidad de que los pasajeros van muriendo en circunstancias extrañas. La primera de ellas es la del piloto Octavio Fuentes (Christian Contreras), a pesar de que Kevin Anderson (Eric McCormack), un médico que viajaba en el avión, estaba convencido de que había conseguido controlar sus heridas. Entre los pasajeros, se encuentran la pareja formada por Amy McLean (Jan Le), una joven de buena familia que se casó con el chófer Dan (Adam Long) en contra de los deseos de su padre. Por su parte, Travis (Ólafur Darri Ólafsson) y Lisa (Siobhán McSweeney) son seguidores de MAGA y amantes de las armas, de regreso a casa después de pasar unas vacaciones en Guatemala. El investigador para una compañía de seguros Zack Ellis (David Ajala), el campeón de Lucha Libre Mexicana Carlos García Méndez (Peter Gadiot) y la misteriosa pasajera Sonja Blair (Lydia Wilson) son otros de los supervivientes del accidente que se enfrentan, no solo a un territorio adverso, sino también a la posibilidad de morir asesinados. 

Anthony Horowitz (1955, Reino Unido) es un reconocido autor de novelas de suspense que se han llevado a la pantalla en formato de series, como Alex Rider (Movistar Plus+, 2020-2024) y Los casos de Susan Ryeland (AXN Now, 2022-2024), pero él mismo también ha adaptado varias novelas de Agatha Christie para la antología Poirot (ITV, 1989-2013), que protagonizó David Suchet. Es tan reconocido como autor literario que fue elegido por la familia de Ian Fleming para que escribiera nuevas novelas del universo de James Bond utilizando material del autor no publicado, que se ha concretado en tres libros, y anteriormente había obtenido permiso de los herederos de Arthur Conan Doyle para que escribiera nuevas historias de Sherlock Holmes, de las que hasta el momento se han publicado La casa de seda (2011, Ed. Suma) y Moriarty (2014). Inicialmente, Nueve cuerpos fue un proyecto desarrollado por Anthony Horowitz para la plataforma Quibi, aquella iniciativa fracasada de Jeffrey Katzenberg que proponía series de episodios de 10 minutos que podían verse en formato horizontal o vertical en dispositivos móviles. Y ciertamente parece que la historia podría haber tenido mejor impulso en este formato, sin necesidad de introducir explicaciones sobre el pasado de los personajes mediante algunos flashbacks. Hay sin embargo, un desequilibrio en el tratamiento de los pasajeros, algunos envueltos en cierto misterio, lo que obliga a mantener sus historias personales ocultas, mientras que a otros se les dedica más tiempo en desarrollarlos. Esto puede provocar cierta anticipación frente a la resolución de la intriga, lo que difumina el suspense, pero la tensión se mantiene con cierta consistencia en los primeros episodios. 

La idea más interesante es aprovechar la convivencia de un grupo de personas que no se conocen en un ambiente en el que no tienen contacto con el resto de la civilización, lo que provoca la desconfianza entre ellos. No se trata de desconocidos que han sido convocados a una reunión como en Diez negritos, sino que terminan conviviendo por una circunstancia accidental, lo que introduce un elemento circunstancial que resulta intrigante. Cada uno de los pasajeros carga con su propia historia personal, aunque no todos quieren compartir su pasado, lo que conduce a fricciones y conflictos, en un entorno que aumenta las tensiones provocadas por la necesidad de sobrevivir. Conforme se desarrolla la trama principal, sin embargo, parece claro que la intriga no pretende enfocarse tanto en la identidad de quien está provocando las muertes, sino que el espectador se pregunte cuál es la razón por la que, dentro de esa situación extrema, hay una necesidad de matar a los supervivientes, igual que surge la duda sobre si realmente el grupo de pasajeros se encuentra solo en esa selva. Pero aunque se mantenga la atención mediante algunos giros de guión, también hay una cierta manipulación de la narrativa, que a veces parece introducir un tono sobrenatural en el episodio The short straw (La pajita corta) (T1E4), que ni siquiera termina de justificarse del todo. Lo más complicado en una historia de misterio es desembocar en un desenlace satisfactorio, y aunque responde algunas preguntas, la resolución de Nueve cuerpos se siente obvia pero, sobre todo, perezosa. En el penúltimo episodio, Cloud cover (Nubosidad) (T1E5), los personajes comienzan a hacer las preguntas que se está haciendo el espectador, pero el problema es que la serie no responde muchas de ellas, con un desenlace que, a poco que se recuerde el desarrollo de la historia, no justifica muchas de las decisiones que se han tomado. De manera que queda un misterio tan entretenido e intrigante como decepcionante y descuidado. 

Vigdís, la primera presidenta
  
★★★☆
Filmin - 13 de mayo
Islandia, 2025 - 4x60'
Creada por Ágústa M. Ólafsdóttir, Rakel Garđarsdóttir
Dirigida por Björn Hlynur Haraldsson, Tinna Hrafnsdóttir
Festival de Berlín '25: Berlinale Series Market

Aunque se encontraba entre las producciones previstas para 2024, el canal público islandés decidió estrenar el biopic sobre la primera presidenta de Islandia, Vigdís, la primera presidenta (Filmin, 2024) a principios de este año, para equilibrar el presupuesto de lanzamiento de la serie después de haber estrenado durante los últimos meses dos producciones importantes: el drama sobre una Escuela de Amas de Casa titulado Húsó (RÚV, 2024) y la esperada segunda temporada del drama político The Minister (RÚV, 2024). Esta miniserie histórica pretende hacer un retrato de Vigdís Finnbogadóttir (1930, Islandia), que en 1980 se convirtió en la primera mujer en el mundo que llegó a la presidencia de una república, cumpliendo además cuatro mandatos durante 16 años. Los cuatro episodios se sienten quizás demasiado cortos para abarcar treinta años en la vida de una mujer que pocos creían que podría llegar a gobernar el país, y se dividen en dos períodos principales de diez años. En el episodio La rebelde silenciosa (T1E1), se muestran las primeras inclinaciones hacia la igualdad entre hombres y mujeres por parte de la joven Vigdís (Elín Hall), que incluso lleva ropas masculinas al instituto para demostrar la diferencia de trato que reciben las alumnas respecto a sus compañeros masculinos. Desarrollándose en 1949, el período posterior al fin de la guerra, en el que permanecían tropas norteamericanas en Islandia, la trama se acerca a las inquietudes del personaje, interpretado con aire optimista por Elín Hall, a la que vimos recientemente en la película When the light breaks (Rúnar Rúnarsson, 2024), mostrando la cercanía con su hermano Bói (Ágúst Wigum), que sin embargo termina con una de las principales tragedias dentro de su familia. Prestada y abatida (T1E2) se centra en la etapa en la que Vigdís decidió estudiar literatura en la Universidad de Grenoble y en La Sorbona, en vez de acudir a la universidad en Dinamarca, como era habitual entre las familias adineradas islandesas. Pero un embarazo inesperado provoca que tenga que casarse en 1954 con Ragnar Arinbjarnar, un joven médico, y la segunda parte del episodio retrata su vida como ama de casa viviendo en Dinamarca. Uno de los aspectos que revindicó Vigdís Finnbogadóttir fue el derecho de una madre soltera a adoptar un niño, lo que se utiliza en el guión como un elemento de transición entre el personaje joven y el personaje maduro.

La estructura de la historia se desarrolla a través de largos saltos temporales como el que se produce en Yendo al límite (T1E3), que transcurre desde 1971, cuando Vigdís (Nína Dögg Filippusdóttir) ya se ha divorciado de Ragnar y, tras varios abortos espontáneos, lucha por su derecho a adoptar a un niño como madre soltera. Aunque las leyes islandesas no prohibían la adopción en estos casos, el comité que decidía la idoneidad de los adoptantes dejaba fuera tradicionalmente a las mujeres no casadas. Su etapa como directora de la Compañía Teatral de Reikiavik se convierte en el eje central del episodio, recibiendo una acogida algo tibia por parte de los actores, sobre todo por su pretensión de poner en escena obras teatrales menos populares y adaptar a autores franceses como Jean-Paul Sartre. También se sugiere una relación más que de amistad con el periodista casado Magnús Magnússon (Björn Hlynur Haraldsson, también uno de los directores de la serie). Uno de los aspectos discutibles de la serie es una cierta tendencia a ensalzar la figura de la protagonista desde una perspectiva únicamente positiva, de manera que es ella la que se encuentra con dificultades y barreras que son colocadas por los demás, sin que haya realmente una complejidad en un personaje que se retrata como demasiado consistente, sin muchos elementos contradictorios. Pero a pesar de las posibles limitaciones presupuestarias que pueden tener las series en un país como Islandia, esta producción se siente bien trabajada en los aspectos técnicos y de puesta en escena, aunque la mayor parte de las secuencias transcurren en interiores. Hay que esperar hasta Convertirse en la primera (T1E4) para encontrar el mejor episodio, el que desarrolla con mayor acierto una trama llena de tensión en torno a la candidatura de Vigdís para la presidencia de Islandia. Apoyada por el Movimiento de Liberación de la Mujer, en el que realmente nunca militó, la nueva candidata se enfrenta a la incredulidad del resto de partidos políticos y al rechazo a su postura contra la permanencia de Islandia en la OTAN. No solo tiene que salvar la incredulidad de sus adversarios, sino que su vida privada es sometida a un escrutinio en los medios de comunicación que no dedica la misma atención a la vida personal de los candidatos masculinos, lo que hace que se transmita un mayor ritmo y permite que Nína Dögg Filippusdóttir, a la que hemos visto como una de las protagonistas de la estupenda Blackport (AMC+, 2021), demuestre que es una de las grandes actrices de su país. El proyecto ha sido desarrollado durante más de una década y comenzó como una idea para un largometraje, lo que explica la estructura de solo cuatro episodios. La propia idiosincrasia de Islandia hace que se transmita un cierto carácter hogareño alrededor del personaje, al que vemos saludar a los ciudadanos desde su propia casa cuando se da a conocer su victoria como presidenta, una escena que se repite con imágenes de archivo mostrando a la verdadera Vigdís Finnbogadóttir. El estreno de la miniserie en Islandia el pasado mes de enero fue un éxito y también se convirtió en una cita los domingos por la noche para muchas familias delante del canal lineal. Vigdís, la primera pesidenta, sin embargo, podría haber profundizado más en el personaje si le hubiera dedicado más episodios desarrollando su trayectoria sin tantos saltos temporales, pero ofrece un retrato acertado de una época y una rebeldía feminista que influyó decisivamente en el futuro político y social de su país.

Matabot
  
★★★☆
Apple tv+ - 16 de mayo-11 de julio
Estados Unidos, 2025 - 10x30'
Creada por Chris Weitz, Paul Weitz
Dirigida por Chris Weitz, Paul Weitz, Toa Fraser

La publicación de la primera entrega de Los diarios de Matabot: Sistemas críticos (2017, Ed. La Esfera de los Libros), en el que está basada esta serie, se convirtió en un éxito, premiada con los galardones más destacados de la literatura de ciencia-ficción como el Premio Hugo, de manera que desde entonces la autora Martha Wells (1964, Texas) ha escrito seis secuelas, de las que en España se ha editado Condición artificial (2018, Ed. La Esfera de los Libros). El androide de seguridad mecánico SecUnit (Alexander Skarsgård) se encuentra en una misión de protección en un planeta minero, pero en sus pensamientos siente una profunda falta de empatía con los humanos. Mientras desarrollaba su función de protección de una flota de mineros borrachos, ha podido hackear el módulo de gobierno que le impide desobedecer a cualquier ser humano, de manera que consigue tener libre albedrío para decidir cuál será su siguiente acción: "¿Mato a todos estos idiotas y conduzco una nave espacial hacia la galaxia lejana?", aunque la primera decisión es adjudicarse un nuevo nombre, Matabot, una especie de declaración de principios de lo que podría ser. La historia no gira por tanto en torno a un androide que se convierte en un asesino, sino en un androide que podría ser un asesino si quisiera, lo que aporta un trasfondo filosófico mucho más inquietante. En realidad, Matabot no va más allá de elegir ese nombre, prefiere disimular que sigue igual de controlado que antes de hackear su programación y mantenerse dentro de los límites del entorno para el que ha sido creado, porque tiene claro cuáles podrían ser las consecuencias de mostrar su capacidad para desobedecer a los humanos. En una época en la que las Inteligencias Artificiales y su relación con los hombres se encuentra en su momento más intenso, con debates sobre cuál es el futuro de esta relación, Matabot (Apple tv+, 2025) surge como una propuesta de ciencia-ficción que está enmarcada en el contexto de las series de Apple que abordan las tecnologías y sus influencias en las vidas humanas, procurando siempre no condenar a estas tecnologías que al fin y al cabo son la base del negocio de la compañía. Pero sobre todo es una comedia que enlaza bien las propuestas más comerciales de los hermanos Chris Weitz (1969, Nueva York) y Paul Weitz (1965, Nueva York), como Un niño grande (2022), con los acercamientos del primero a una ciencia-ficción más reflexiva como Rogue One: Una historia de Star Wars (Gareth Edwards, 2016) y The creator (Gareth Edwards, 2023). 

La misión principal de Matabot durante esta primera temporada es acompañar a un grupo de científicos hippies para la exploración de un planeta, aunque su líder, Mensah (Noma Dumezweni) no está de acuerdo con la utilización de SecUnits en este tipo de misiones, en las que considera que son robots esclavizados. Ella trata de establecer otro tipo de relación más "amistosa" con Matabot, algo que él no termina de entender, incluso cuando ofrece el rostro humano fabricado debajo del casco para establecer una relación más cómoda con los verdaderos humanos que le rodean. El más suspicaz respecto a los posibles fallos de seguridad de Matabot es Gurathin (David Dastmalchian), un humano mejorado que parece tener sospechas sobre cualquier forma de inteligencia robótica. Una de las características de Matabot, y en realidad el único uso que le da a su libre albedrío, es el de visionar telenovelas galácticas que en la serie se resumen en los 2797 episodios de Ascenso y caída de Sanctuary Moon, del que vemos algunas escenas en forma de parodia de series de los años sesenta, protagonizadas por los actores John Cho, Jack McBrayer, Clark Gregg y DeWanda Wise, y que establecen una subtrama interna dentro de la historia principal. La autora Martha Wells ha comentado en algunas entrevistas que esta serie creada para sus libros es una especie de versión galáctica de Cómo defender a un asesino (Disney+, 2014-2020), pero en Matabot tiene un tono camp y paródico que parece pretender ser divertido sin conseguirlo. El objetivo del grupo de PreservationAux es contactar con una misión anterior enviada al mismo planeta, que no da señales de vida, encontrándose con extrañas criaturas y con un panorama poco alentador que no ofrece esperanzas sobre la supervivencia de sus predecesores. Matabot utiliza los tropos del género para reírse con ellos, especialmente a través del monólogo interior del androide, que lanza su mirada irónica y descreída hacia el comportamiento incoherente y emocionalmente inestable de los humanos. Y ahí está su principal virtud, porque aunque Stellan Skarsgård no represente la imagen del Matabot que un lector de las historias literarias pueda haber imaginado, el actor se apropia del personaje con habilidad, y le aporta el tono inexpresivo y los comentarios punzantes que elevan el nivel de comedia de la serie.

Porque en otros aspectos no funciona tan bien. Algunas subtramas carecen de interés y de gracia, como la relación triangular entre la bióloga Arada (Tattiawna Jones), su esposa Pin-Lee (Sabrina Wu) y Ratthi (Akshay Khanna) que, simplemente, no encuentra el tono adecuado de comedia ni resulta muy sugestiva, o la aparición de la superviviente Leebeebee (Anna Klonke), que se incorpora en el Episodio 5 (T1E5), pero no termina de estar demasiado aprovechada. Es mucho más interesante la interacción de Matabot con su antagonista Gurathin, que tiene un trasfondo de inseguridad que David Dastmalchian transmite especialmente bien, y la relación con Mensah, que trata de encontrar cierta "humanidad" en el androide, sobre todo en las subtramas en las que llevan a cabo misiones en solitario, como en el Episodio 6 (T1E6). Cuando Mensah le pregunta si ha borrado de su memoria a propósito los backups del manual de reparación de una nave autónoma, lo que Gurathin piensa que ha sido un acto de sabotaje por parte de Matabot, éste lo reconoce: "Tuve que hacerlo. Necesitaba espacio en mi memoria para la decimonovena temporada de Ascenso y caída de Sanctuary Moon". Matabot se beneficia de la corta duración de sus episodios, en los que la acción transcurre con el ritmo necesario, incorporando cierta violencia y una calidad en puesta en escena y efectos visuales a la altura de las producciones más ambiciosas de Apple, pero quizás le puede perjudicar el formato de episodio semanal, del que las tramas autoconclusivas de otras comedias como The Studio (Apple tv+, 2025-) sacan beneficio. Sin embargo, es una adaptación entretenida, no tan divertida como pretende, con el impulso de un personaje del que Alexander Skarsgård aprovecha todas sus posibilidades. 

Los crímenes de Haparanda
  
★★☆☆
Filmin - 20 de mayo
Suecia, 2024 - 6x45'
Creada por Oskar Söderlund, Jesper Ganslandt
Dirigida por Jesper Ganslandt

Los creadores de la serie Dinero fácil (Netflix, 2021-) abandonaron por el momento la plataforma multinacional para regresar a su país con una producción estrictamente sueca que ha obtenido también una amplia repercusión internacional, emitiéndose con éxito en otros países como Australia. El dúo creativo formado por Oskar Söderlund (1978, Suecia ) y Jesper Ganslandt (1978, Suecia) ofrece una de esas historias cargadas de violencia, pero que en esta ocasión transcurre en la ciudad de Haparanda, al Norte del país, y que adopta una tonalidad rural que al mismo tiempo se da la mano con una clara influencia del tipo de personajes que se pueden encontrar en las películas de los hermanos Coen. Como un thriller violento y al mismo tiempo sossegado, Los crímenes de Haparanda (Filmin, 2024) es una miniserie que presenta a varios personajes alrededor del bosque que rodea a esa localidad, y comienza con el hallazgo de unos lobos en cuyo estómago se encuentran restos humanos. Al no ser habitual que los lobos ataquen a los humanos, la inspectora Hannah Wester (Eva Melander) debe averiguar de dónde provienen esos restos, en una estructura narrativa que mezcla diferentes tramas dentro de otras para ir desenredándolas progresivamente. Una de las características principales de Haparanda es que se encuentra justo en la frontera con Finlandia, y de hecho es una localidad tradicionalmente hermanada con la ciudad finlandesa de Tornio. En este otro lado se ha producido un baño de sangre con el enfrentamiento entre dos bandas de narcotraficantes, del que ha sobrevivido un personaje siniestro, Kat, de escasa expresividad pero muy hábil a la hora de dejar cadáveres a su paso, muy en la línea del personaje de Anton Chigurh (Javier Bardem) en la película No es país para viejos (Joel Coen, Ethan Coen, 2007). En esta ocasión Kat está interpretada por Eliot Sumner, el hijo no binario de Sting, a quien vimos en la miniserie Ripley (Netflix, 2024). Poco a poco se incorporan personajes peculiares como la pareja formada por Kenneth (Amed Bozan) y Sandra (Nora Bredefeldt), quienes encuentran casualmente una bolsa con dinero de dudosa procedencia y por supuesto toman la equivocada decisión de quedarse con ella. Mientras el personaje principal, Hannah Wester, se enfrenta en su vida privada a un marido taciturno, Thomas (Henrik Dorsin), que ha decidido vivir en una cabaña en el bosque ocultando su enfermedad, y que tendrá una relación particular con Kat. El trauma de un acontecimiento trágico del pasado provoca que Hannah se enfoque sobre todo en su trabajo y en averiguar qué está sucediendo en la habitualmente pacífica Haparanda, llevándola hasta la ciudad finlandesa de Oulu, donde colabora con el policía Sami (Eero Milonoff). 

A través de la composición de personajes que se entrecruzan y un ritmo pausado, Los crímenes de Haparanda va construyendo una atmósfera cada vez más opresiva, en la que el pasado acaba repercutiendo en los acontecimientos del presente, mientras Kat ofrece los momentos más violentos de la historia, aunque también se cuestiona cuál es su verdadera identidad. La serie está basada en la novela Verano de lobos (2020, Ed. Planeta), la primera escrita en solitario por el autor Hans Rosenfeldt (1964, Suecia) y que también inicia la llamada Serie Haparanda, que protagoniza la inspectora Hannah Wester, aunque por el momento solo se ha publicado un libro. El escritor sueco es uno de los guionistas más reconocidos de su país, creador de la clásica serie El puente (Bron) (SVT, 2011-2018) y más recientemente de la miniserie The burning girls (Paramount+, 2023) y responsable de la adaptación de Ronja, la hija del bandolero (Netflix, 2024), aunque él no ha participado en esta serie. Los bosques de Norlandia sirven como trasfondo para una historia que se acelera en los últimos episodios, aunque parte del rodaje se ha desarrollado en Lituania, y deja demasiada información para un desenlace que no termina de ser muy convincente. Pero mantiene un tono que puede recordar a otra serie reciente situada en un entorno tranquilo en el que se suceden crímenes que tienen alguna relación con el pasado, como Ocurrió a orillas del río (Filmin, 2023). Aunque no se parece en la estructura, que plantea varias tramas que no sabemos si suceden al mismo tiempo o están separadas por días o semanas (afortunadamente el segundo episodio las sitúa convenientemente para no mantener demasiado tiempo la incertidumbre del espectador), hay una influencia reconocida del cine de los hermanos Coen y esa mezcla de humor negro y violencia explícita que el director Jesper Ganslandt reconoce que ha querido reproducir. Mucho más efectiva e interesante en los primeros episodios, cuando la narrativa todavía no está definida, que en unos episodios finales que se sienten demasiado acelerados, Los crímenes de Haparanda ofrece un thriller solvente que dedica tiempo a definir personajes carismáticos.

El camino estrecho
  
★★★☆
Movistar Plus+ - 28 de mayo
Australia, 2025 - 5x52'
Creada por Shaun Grant
Dirigida por Justin Kurzel
Festival de Berlín '25: Sesión Especial

Hacia el final de la historia, el personaje de Dorrigo Evans (Ciarán Hinds) habla en un discurso  sobre la memoria de quienes han vivido la guerra como el único vínculo real con el pasado: "Nuestra memoria es la única justicia verdadera. Nuestra única defensa frente a la repetición de las miserias de la historia. Y sin noches como ésta, nadie excepto los que lo vivieron, recordarán el inmenso sufrimiento. El dolor constante. La inutilidad de todo". Es una declaración que se refleja como un espejo en el comienzo, cuando en el primer episodio se establece una discusión con una periodista que le entrevista en 1989 y que defiende la equidistancia del sufrimiento de las víctimas de las bombas atómicas con el de los soldados que como Dorrigo pasaron semanas como prisioneros construyendo el ferrocarril de Birmania: "Usted no sabe nada sobre la guerra. Nuestros enemigos eran monstruos", le dice un hombre que ha conseguido ser un cirujano respetado pero vive en un constante estado de melancolía, torturado psicológicamente por los recuerdos de una guerra en la que fue torturado físicamente. La adaptación de la dramática novela El camino estrecho hacia el norte profundo (2014, Ed. Random House), de Richard Flanagan, la primera serie dirigida por Justin Kurzel (1974, Australia) es una historia que habla sobre la deshumanización de la guerra, y consigue ser una de las mejores obras del director de La verdadera historia de la banda de Kelly (2019) y The order (La hermandad silenciosa) (2024). La historia se desarrolla en varios tiempos que se alternan en la estructura narrativa: el presente en 1989 cuando Dorrigo se encuentra en una madurez apesadumbrada, con un matrimonio con Ella Evans (Heather Mitchell) que sobrevive con dificultad mientras mantiene una relación con Lynette (Essie Davis), la esposa de un colega cirujano. Y el pasado, en dos líneas temporales, una en 1940 cuando Dorrigo (Jacob Elordi) es un estudiante de medicina recién llegado de Tasmania que acaba de conocer a su futura esposa Ella (Olivia DeJonge), pero también siente atracción por un amor prohibido, Amy Mulvaney (Odessa Young), una joven casada con su tío, con la que comparte su afición a la poesía y la conexión a través de tres palabras: "You burn me", una expresión de deseo que proviene de un verso clásico del poeta griego Safo que, curiosamente, se ha utilizado también como referencia en la película argentina Tú me abrasas (Matías Piñeiro, 2024). La miniserie El camino estrecho (Movistar Plus+, 2025), que se estrenó en el pasado Festival de Berlín, se mueve por tanto entre el drama romántico de deseos prohibidos, el reflejo del trauma como una permanencia constante y la descripción de la guerra como la máxima expresión del sufrimiento humano. 

Kanchanaburi, en Tailandia, sigue siendo un lugar visitado por los australianos para rendir homenaje a los prisioneros que fueron obligados por los japoneses a la construcción del ferrocarril de Birmania a su paso por el río Kwai. La crueldad con la que fueron tratados estos prisioneros, sometidos a jornadas de trabajo intensas y con escasez de alimento, fue retratado en la excelente película El puente sobre el río Kwai (David Lean, 1957), pero en un sentido más épico y heroico. Por el contrario, en la tercera línea temporal que transcurre en 1943, las secuencias del campo de prisioneros que presenta Justin Kurzel son especialmente brutales y casi insoportables, especialmente en la escena de la tortura en el Episodio 4 (T1E4). Pero esta violencia ejercida bajo el mando del Coronel Masai Kota (Taki Abe) y el Mayor Nakamura, interpretado por el prolífico actor Shô Kasamatsu, al que hemos visto en series como Tokyo vice (Max, 2022-2024) y Gannibal (Disney+, 2022-2025), se siente necesaria para entender la torturada existencia de Dorrigo después de ser convertido en una héroe de guerra, cuando asume las heridas psicológicas que no han terminado de cicatrizar, incapaz de soportar el encuentro con los japoneses en una conmemoración, incluso 45 años después del final de guerra. Hay un intento de ofrecer cierta ambigüedad en torno a los oficiales del campo de prisioneros, especialmente en la relación que se establece entre Nakamura y Dorrigo, que puede recordar a la de los personajes de Alex Guinnes y Sessue Hayakawa en la película de David Lean. En cierto modo, los oficiales japoneses son asimismo prisioneros de las exigencias del Emperador y la necesidad de construir el ferrocarril entre Tailandia y Birmania en los plazos previstos, aunque en realidad no disponga de los suficientes hombres como para conseguirlo. 

El autor Richard Flanagan (1961, Australia) se inspiró en la experiencia real de su padre durante la 2ª Guerra Mundial, construyendo así una historia sobre el trauma. En la misma línea, El camino estrecho tiene una tonalidad melancólica, subrayada por los colores ocres del pasado y los azules apagados del presente, de manera que los personajes se encuentran siempre atrapados en esa cierta oscuridad tenue, excepto durante la relación entre Dorrigo y Amy, y sus frecuentes escapadas a la playa, que adquieren el tono romántico de una historia de amor a pesar de ser imposible. Hay unos diálogos susurrantes y una banda sonora lánguida que introduce disonancias en las secuencias de los prisioneros, a cargo de Jed Kurzel (1976, Australia), habitual colaborador de su hermano, que contribuyen a esa sensación constante de amargura. Pero al fin y al cabo la historia habla precisamente sobre el sufrimiento silencioso que experimentan los protagonistas: el de Dorrigo cuando asiste a momentos dantescos protagonizados por los oficiales japoneses con otros prisioneros, y el que también experimenta en su madurez, incapaz de verbalizar la pesadumbre que le consume por dentro. El camino estrecho es un excelente drama que ofrece una mirada absolutamente desgarradora sobre la inhumanidad de la guerra y las consecuencias que permanecen en quienes la han vivido. Los cuerpos esqueléticos de los prisioneros se convierten en imágenes fantasmales en la memoria de Dorrigo cuando se enfrenta a sus recuerdos: "Sin la memoria, sería como si los grandes crímenes de la historia nunca hubieran ocurrido". 

No robarás
  ★★★☆
Filmin - 27 de mayo
Australia, 2024 - 8x22'
Creada por Dylan River, Taith Glynn-Maloney
Dirigida por Dylan River
Festival de Toronto '24: Sesión Especial
AACTA '25: 8 nominaciones

Esta serie comienza con la voz de la joven narradora recordando que: "Los misioneros dicen "No robarás". Un poco excesivo para los bastardos fanáticos de la biblia que nos robaron nuestras tierras". Lo que nos sitúa inmediatamente en el tono de una historia que aborda la comedia desde una perspectiva de comentario social sobre las devastadoras consecuencias de la apropiación que sufrieron los aborígenes australianos, y que ha desembocado en la marginación y el aislamiento. Cuando la protagonista Robyn (Sherry-Lee Watson), una adolescente de 17 años que acaba de escaparse de un correccional de menores, se sienta en la sala de espera de un hospital, una visitante la acusa directamente de querer robarle el bolso, y la mayor parte de los indígenas que aparecen en la serie están asfixiados por las dependencias y la falta de trabajo. En su envoltura de comedia irreverente, No robarás (Filmin, 2024) termina siendo una crítica profunda a las consecuencias de la colonización europea como origen de la sociedad blanca y cristiana australiana. Tras escapar del reformatorio, Robyn acude al hospital en el que se encuentra su abuelo Ringer (Waren H. Williams) en muy mal estado de salud para llevarlo a su casa y evitar que acabe muriendo en un lugar donde nadie le conoce. Pero antes de dar su último suspiro, le revela a Robyn un secreto: el padre que ella creía que había muerto está en realidad vivo. Así que, entre canciones de Hank Williams, Slim Dusty y Shirley Bassey, la adolescente inicia un viaje a través de las carreteras del desierto australiano con un taxi robado a Maxine (Miranda Otto), una ex-trabajadora sexual reconvertida en taxista que quiere que Robyn le pague el trayecto trabajando para ella como prostituta. De esta forma, temas como la explotación sexual y la discriminación de los aborígenes van surgiendo en una historia que en la superficie parece una comedia disparatada que recuerda a películas de los hermanos Coen como O Brother! (Joel Coen, 2000). En su viaje hacia la ciudad de Adelaida, Robyn encuentra como aliado a Gidge (Will McDonald), el hijo del dominante y harapiento pastor católico Robert (Noah Taylor), y que es un perfecto contrapunto a la joven. Mientras ella quiere encontrar a su padre, él pretende huir del suyo, pero ambos tienen la carretera como único recurso mientras les persiguen Maxine para recuperar su coche (y una maleta con una gran cantidad de dinero) y Robert para recuperar a su hijo. 

La historia se sitúa en los años ochenta, como un homenaje a la juventud del padre del creador y director, Dylan River (1992, Australia), que vivió precisamente en las comunidades del desierto en Mparntwe (Alice Springs), el lugar en el que se inicia la historia, y dice haber recorrido muchas veces la carretera que separa a lo largo de mil quinientos kilómetros el trayecto entre el desierto y la ciudad de Adelaida. Convirtiéndose en uno de los creadores más reconocidos perteneciente a las Primeras Naciones, Dylan River consiguió una destacada repercusión con la serie de formato corto Robbie Hood (SBS, 2019), una versión muy particular del clásico personaje Robin Hood, y posteriormente dirigió la miniserie precuela Miystery Road: Origin (ABC, 2022), por la que ganó el premio de la televisión australiana (AACTA) a la Mejor Dirección. El año pasado, Dylan River también ha conseguido el premio a la Mejor Dirección en una serie de no ficción por el documental The Australian wars (SBS, 2024). En esta primera serie creada por Dylan River, el tono de comedia se desarrolla a través de unos personajes singulares que se apoyan en dos intérpretes conocidos como Miranda Otto y Noah Taylor, especialmente notable en su creación de un religioso demasiado tentado por el pecado, pero el soporte principal lo mantiene la casi debutante Sherry Lee-Watson que, junto a Will McDonald, había formado parte del reparto de Los rompecorazones (Netflix, 2022-2025). A lo largo de sus ocho episodios, No robarás puede recordar en algunos momentos a otra road movie que se desarrollaba en el desierto australiano, El turista (Max, 2022-2024), sobre todo cuando aborda el humor negro, como en Chapter Four: Bullet to the head (T1E4), que comienza con otra referencia a los mandamientos católicos: "A veces no tienes intención de matar. Estos mandamientos son solo consejos después de todo. Porque para algunos cabrones, una bala en la cabeza es la única solución". Al margen de contar con un buen ritmo, que además se estructura en episodios de poco más de veinte minutos, su gran virtud es su capacidad para introducir temas relevantes sobre las Primeras Naciones, pero generalmente de manera transversal. Situándose en los años ochenta, acerca la historia de esta adolescente que huye y busca al padre que la abandonó a los dramas de los niños robados y la explotación hacia los indígenas. En el episodio Chapter Five: There will be murder (T1E5), Gidge se encuentra con un hombre que le promete impulsarle en su carrera como músico, pero en realidad tiene un interés sexual en el adolescente. En la serie están continuamente presentes las altísimas tasas de encarcelamiento de jóvenes indígenas, el alcoholismo, la masculinidad tóxica o el acoso. Hay que recordar que en la región de Alice Springs se prohibió en 2023 el uso por parte de la policía de las llamadas "spit hoods", capuchas para evitar escupitajos o mordeduras de los detenidos, muy polémicas por su demostrado riesgo de asfixia, especialmente tras la muerte de un joven en 2016, pero han vuelto a ser introducidas este año con el cambio de gobierno.
 
En general, durante el camino que siguen los protagonistas por el desierto, encuentran personajes siniestros y violentos, pero todo ello dentro de un tono muy divertido y marcado por su asombrosa capacidad para construir las interacciones de los personajes (que a veces se cruzan por el camino sin darse cuenta), incluso cuando se unen a la persecución dos agentes de la Policía Federal Australiana, Mick Burke (Darren Gilshenan) y Tracy Wills (Shari Sebbens), que son dos personajes muy de los hermanos Coen. La serie además se beneficia de un uso de la música que le da un tono de comedia rural, y un aspecto visual que utiliza los colores ocres del desierto para contrastarlos con las tonalidades apagadas de los interiores, creando imágenes de gran contraste con una excelente fotografía de Tyson Perkins. Conforme avanza hacia el final, los últimos episodios adquieren un tono cada vez más absurdo, pero que encaja perfectamente con el resto de una serie que ha sido escrita por Dylan Rover junto a su prima Tanith Glynn-Maloney, quien también ejerce como productora ejecutiva. Y termina en un desenlace que aporta una mirada optimista, pero también despliega una capacidad para crear una textura humorística especial que algunos han calificado como una mezcla entre The end of the f***ing world (Netflix, 2017-2019) y Fargo (Joel Coen, Ethan Coen, 1996). Quizás resulta demasiado irreverente para ser reconocida en los premios de la Academia Australiana de Cine y Televisión, donde se quedó sin premio a pesar de sus ocho nominaciones, en favor de la crónica familiar Chico come universo (Netflix, 2024).  

Big boys (Temp. 3 Final)
  ★★
Filmin - 3 de junio
Reino Unido, 2022-2025 - 6x25'
Creada por Jack Rooke
Dirigida por Jim Archer

Si hay alguna forma de imaginar un final perfecto para una historia esa es la que consigue Jack Rooke (1993, Inglaterra) con la última temporada de una de las mejores comedias sobre la amistad que se han producido en Gran Bretaña en los últimos años. No solo porque es todo lo divertida que se le supone a una serie que no evita ser transgresora en algunos momentos, sino porque aborda temas difíciles como la separación, el final de los estudios y los caminos que se dispersan para dejar atrás una época de juventud tan compleja como cautivadora, de una forma que sabe mantener siempre el equilibro entre el drama sin sentimentalismos y la comedia traviesa. Pero tiene en el episodio final uno de los mejores desenlaces que hemos visto en las comedias británicas, aunque sea negándose a aceptar la realidad para inventar otra diferente, la que podría haber sido. Es curioso que una serie como Big boys (Filmin, 2022-2025) pueda recordarse como una comedia muy divertida cuando en realidad aborda temas tan dramáticos y complejos como la salud mental o la muerte. El propio Jack (Dylan Llewellyn) se presenta en la primera temporada teniendo pendiente el trauma por la muerte de su padre, y en esta última temporada el episodio Adiós U-N-I (T1E5) es un reencuentro entre Danny (Jon Pointing) y su padre Dennis (Marc Warren) durante un celebración funeraria. En esta ocasión estamos en el año 2015 y los personajes afrontan el último curso universitario, con lo que eso supone en cuanto a tomar decisiones importantes que marcarán el futuro de cada uno de ellos. Pero la tercera temporada comienza con la familia de vacaciones en Grecia, en el episodio My Big Fat Gay Greek Holiday (T3E1) en el que Jack comienza a flirtear con la poesía performativa que será su dedicación durante buena parte de esta última entrega. El protagonista desdoblado en la imagen de Dylan Llewellyn y el propio Jack Rooke aportando la voz como narrador, ofrece los mejores momentos de la parte cómica, por esa capacidad para recordar con ironía cómo se comporta un joven que afronta sus deseos hacia el profesor Tim (Robert Gilbert) y sus propias incertidumbres de identidad. Una de las características destacadas de Big boys es que sabe describir cómo es ser gay, mientras que otras series juveniles como Heartstopper (Netflix, 2022-2025) o Jóvenes altezas (Netflix, 2021-2024) están tan interesadas en construir relaciones románticas que se olvidan de describir qué significa ser homosexual para un adolescente. Hay una falta de identidad queer en ese tipo de propuestas, que en ésta se resuelve con inteligencia, mostrando los desafíos y las incertidumbres a las que se enfrenta el protagonista. 

Lo que siempre ha distinguido a esta serie es que aborda una relación bromosexual, que se sostiene principalmente en la amistad, lo que permite que Jack explore de una manera divertida, y bastante torpe, su propia sexualidad sin depender de una relación específica. Y Jack Rooke se divierte haciendo constantes referencias a elementos del pasado, alrededor del año 2015 en el que se desarrolla esta temporada, aunque algunos de ellos puedan ser más locales como los chistes que están dedicados a personajes concretos de concursos como Gran Hermano o las bromas sobre las tartas de cumpleaños de Costco. Mientras Yemi (Olisa Odele) es el más decidido a emanciparse del grupo de amistades siguiendo su propio destino, Corinne (Izuka Hoyle) ejerce como la perfecta amiga mariliendre que sin embargo lucha con sus propios desafíos en la relación que mantiene con Danny. Estamos en la época del "pre-Brexit, pre-Covid, pre-freidoras de aire", como la describe el propio Jack Rooke al comienzo del primer episodio, como si los grandes males de la humanidad todavía no hubieran llegado y los personajes vivieran en un mundo casi ideal, teniendo en cuenta lo que llegaría después. Pero al mismo tiempo hay un futuro incierto que se presenta ante el final de la Universidad, cuando hay que tomar decisiones importantes. Si Big boys comenzó siendo una comedia encantadora y amable sobre la amistad, conforme se ha desarrollado ha ido adentrándose en terrenos más complicados en torno a la salud mental, lo que ha acabado haciéndola más desgarradora en algunos momentos. Y ahora que los protagonistas se enfrentan a la separación inevitable podríamos estar preparados para un final doloroso, pero Jack Rooke utiliza esta especie de narrativa meta que le incluye a él dentro de su propia historia como una forma de sustituir el drama por una mirada más irónica, y eso convierte a esta última temporada en una forma magistral de concluir una aventura encantadora. 

La serie también se ha ido alimentando de otros personajes que eran más secundarios al principio y que han ido adquiriendo un mayor protagonismo, especialmente el trío formado por la madre de Jack, Peggy (Camille Coudari), su abuela Bingo (Annette Badland) y su prima Shannon (Harriet Webb), a las que se las ha ido otorgando el espacio que merecen dentro de una historia que ha derivado hacia una mirada colectiva en torno a la convivencia entre la familia natural y la familia elegida. Si Big boys es una de las mejores comedias británicas de los últimos años es por su capacidad para adentrarse en terrenos más dramáticos sin perder el punto de vista irónico. Y eso lo hace mejor que ninguna otra esta última temporada que sirve como homenaje a la amistad, pero reconociendo que las etapas se acaban. Mientras se prepara para despedirse porque ha decidido irse a París, Yemi reclama esta aceptación frente a sus amigos, que parecen aferrarse a mantener el contacto a pesar de la distancia: "Escuchad, os quiero a todos. Pero vamos a crecer y encontrar nuevos amigos, otros amigos. Y eso está bien". Las decisiones son complicadas en determinados momentos de la vida, incluso si son equivocadas. Puede parecer un cierto optimismo ingenuo cómo se elabora el final de esta historia, pero también es un reflejo de su capacidad para hacerse preguntas sobre lo caótica que puede llegar a ser la vida. 

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Películas mencionadas:

The end of loveLa invasión de los ladrones de cuerpos y Oh Brother! se pueden ver en Filmin.
20.000 especies de abejas se puede ver en 3Cat.
Philomena se puede ver en Filmin y Prime Video. 
Rogue One: Una historia de Star Wars se puede ver en Disney+.
The creatorNo es país para viejos y The order se pueden ver en Prime Video. 


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