La tendencia del streaming parece clara en los próximos meses: aumentar gradualmente los precios para ofrecer cada vez menos contenido y de peor calidad. Mientras las compañías justifican el encarecimiento de las suscripciones o la introducción de la publicidad en sus planes más populares afirmando que se trata de una medida necesaria para ofrecer mejores productos, lo que estamos viendo es una desaceleración en la producción, una menor cantidad de contenido y despidos masivos. Netflix anunció hace dos semanas uno de sus mejores resultados económicos para el último cuatrimestre de 2023, pero a pesar de ello dejó caer que posiblemente subiría de nuevo los precios de las suscripciones, algo que por cierto prácticamente vienen haciendo cada vez que presentan resultados, como en octubre de 2023, cuando incrementó sus tarifas en los países anglosajones y presentó la eliminación del Plan Básico sin publicidad en otros países como España. La tendencia es la de aumentar cada vez más la brecha entre los planes con publicidad (el auténtico objetivo de las plataformas) y los planes sin publicidad, que actualmente cuestan hasta tres veces más. Prime Video es la última plataforma que ha incorporado en Estados Unidos los anuncios, algo sobre lo que los creativos comienzan a mostrar su desencanto, como el productor David E. Kelley: "Depende de la pieza. Nine perfect strangers (Prime Video, 2021-) será horrible con anuncios. Lo presentamos como un espectáculo de una hora compacto, un pudin más que una tarta. Pero no puedes cortar un pudin en porciones" (The Hollywood Reporter, 31/1/2024). En el mismo reportaje, los creadores de Miércoles (Netflix, 2022-) comentan que elaboran los guiones pensando en posibles pausas, pero que Netflix ni siquiera les pregunta. Mientras en canales públicos como el inglés Channel 4 o el francés TF1, las pausas publicitarias no interrumpen la acción, en las plataformas de streaming se introducen automáticamente sin tener en cuenta la narrativa.
El streaming sin embargo se consolida como concepto de transmisión audiovisual, y algunos movimientos recientes corroboran esta tendencia. Hace unos días se conocía que Comcast, la propietaria norteamericana de la televisión de pago Sky, su principal refuerzo europeo, va a sufrir una reconversión para impulsar su transformación en un servicio exclusivamente de streaming. Según publicaba The Financial Times el pasado 30 de enero, esto supondrá el despido de un millar de trabajadores, un 4% de los 27.000 empleados que tiene en Reino Unido, que principalmente se producirá entre los técnicos que instalan los decodificadores para acceder al canal. De hecho, en 2021 la propia compañía presentó Sky Glass, un televisor casi completamente inalámbrico que no necesita decodificador para captar la señal, y su tendencia es la de reforzar la conexión a través de IP (conexión a internet). Un día antes, Channel 4 anunciaba que reforzará una estrategia que ellos llaman Fast Forward, que pretende convertirla en el "primer transmisor de servicio público genuinamente digital para 2030". La propia compañía apuntaba que durante 2023 el tiempo de visualización en streaming aumentó un 24%, y la estrategia no solo pasa por la transformación digital sino por un enfoque de inversión que se acerque más al impulso del crecimiento del streaming, con "documentales de alto nivel, comedia y realities", aumentando su presencia en plataformas como YouTube para acercarse a un público potencialmente más joven. Además, se propone como objetivo duplicar el número de suscriptores de Channel 4+, un nivel que permite el visionado sin publicidad y el cierre de canales lineales que no tienen rendimiento. Dentro de este plan también está previsto el despido del 18% de la plantilla, que afectará a unos 200 empleados. Channel 4 es una empresa de propiedad pública pero que no está financiada con fondos públicos, al contrario que BBC, que actualmente se enfrenta a un déficit de financiación de más de 100 millones de euros.
Los siguientes comentarios se basan en el visionado de las temporadas completas (excepto donde se indica) de las series comentadas y pueden contener información relevante sobre sus argumentos.
Movistar+, 29 de noviembre-24 de enero
EE.UU., 2023 - 10x45'
Creada por Noah Hawley
Dirigida por Noah Hawley, Donald Murphy, Dana Gonzales, Sylvain White, Thomas Bezucha
Satellite '24: Mejor Serie Limitada
Se viene comentando en las últimas semanas la recuperación del pulso de dos series estrenadas hace diez años que han regresado con nuevas temporadas. Pero si en el caso de True detective: Noche polar (HBO Max, 2014-) no estamos muy seguros de que realmente lo haya logrado, sí se puede afirmar rotundamente de Fargo (Movistar+, 2014-), sobre todo porque su cuarta temporada protagonizada por Chris Rock era la menos Fargo de todas. Pero en este caso regresamos a personajes que se enfrentan a un cúmulo de situaciones peligrosas, tratando de sobrevivir en un mundo hostil. La notable quinta temporada habla del trauma provocado por los abusos y el maltrato que ha sufrido Dorothy (Juno Temple), en medio de una Norteamérica que está dividida por un extremismo irracional, representado en la figura de Roy Tillmann (Jon Hamm), un autoproclamado salvador que se apoya en la religión para justificar sus actos de vandalismo y brutalidad, pero también en la utilización de los privilegios sociales para imponer las estrategias económicas capitalistas, como hace Lorraine Lyon (Jennifer Jason Leigh). El abuso de poder se manifiesta como otra de las lacras de una sociedad fraccionada por diatribas vacías, aunque finalmente, y sobre todo en la larga y estupenda secuencia final del episodio Bisquik (T5E10), hay un mensaje optimista sobre la forma en que se puede renunciar a los discursos fundamentalistas cuando se enfrentan a la capacidad de perdonar, aunque hayan quedado algunas víctimas por el camino. Una secuencia que Noah Hawley (1967, Nueva York) ha comentado que está inspirada en la escena final de No es país para viejos (Ethan Coen, Joel Coen, 2007), con la que esta quinta temporada tiene numerosas conexiones. El personaje de Ole Munch (Sam Spruell) es una evidente mezcla entre Gaear Grimsrud (Peter Stormare) de Fargo (Joel Coen, Ethan Coen, 1996) y Anton Chigurh (Javier Bardem) de No es país para viejos, pero hay otras referencias que forman parte de la narrativa creada por Noah Hawley para todas las temporadas, inspirándose abiertamente en el cine de los hermanos Coen.
Se podría decir que Fargo Temp. 5 establece una reflexión moral sobre personajes que podríamos considerar manifiestamente antagónicos y egoístas, como el que representa la propia Lorraine desde el episodio La tragedia de los bienes comunales (T5E1), en contraposición con aquellos como Gator Tillmann (Joe Keery) que adoptan una posición determinada como reflejo de su educación y la aspiración a estar a la altura de su padre Roy. Pero mientras algunos se enroscan en un círculo de violencia que desemboca en una confrontación directa, otros encuentran una manera de redimirse, lo cual plantea una lectura mucho más optimista de lo que pudiera esperarse. Lo que finalmente se revela como una representación muy certera y actual de unos Estados Unidos que están a las puertas de unas nuevas elecciones, en noviembre de este año, en las que de nuevo sobrevuela la sombra de trumpismo y sus discursos populistas. Porque aunque no es cierta la declaración del comienzo de cada episodio sobre una historia que está "basada en hechos reales ocurridos en 2019", el reflejo de esta realidad es mucho más amplio que el de una adaptación de acontecimientos concretos, es la realidad de una época en la que solo ocasionalmente hay personajes decididamente bondadosos, como el ayudante del sheriff Will Farr (Lamorne Morris), que se identifica inmediatamente con Dorothy, quizás porque ha vivido rodeado de seis hermanas: "No me extraña que sea tan bueno", comenta ella en Bisquik (T1E10). Si hay un impulso destacado en esta temporada es, precisamente, el trabajo meticuloso de Juno Temple, tan expresivo que casi no necesita diálogos para expresar la complejidad emocional de Dot, pero rodeada de un reparto tan diverso como efectivo.
Hay algunos episodios notables en cuanto a la representación del trauma y la forma en que las víctimas de abusos necesitan manejar su propio ritmo para enfrentarse a éste. Linda (T5E7) contiene una estructura perfecta en la que se establecen dos momentos fundamentales para la evolución de los personajes de Ole y Gator, por un lado, y de Dorothy por otro, pero se detiene sobre todo en el viaje de ésta última a Camp Utopia, un campamento para mujeres que ocultan sus verdaderos nombres, en el que éstas cuentan sus historias reales a través de una representación con marionetas que ellas mismas construyen, la única manera de alcanzar la "única verdad". Lo que se convierte en una forma singular de contar en flashback la historia pasada de Dorothy y Roy de la que la serie nos ha ido apuntando detalles a lo largo de los episodios anteriores. No es una gran revelación, pero necesitaba ser relatada de forma narrativa para entender realmente el sufrimiento de la protagonista. (Alerta Spoiler) Pero el hecho de que esa realidad sea contada en un entorno de fantasía como Camp Utopia, creado por la mente de una Dorothy agotada físicamente, refleja de qué manera el trauma impregna profundamente su mente (Fin Spoiler). Y luego hay episodios divertidos como La paradoja del intermediario (T5E3) que parece un tributo a Solo en casa (Chris Columbus, 1990). Pero los últimos 20 minutos en Bisquik (T5E10) (con la ausencia significativa de la "c" en el nombre de la mezcla para hornear Bisquick, lo que ha provocado múltiples interpretaciones) es una excelente alegoría sobre la religión en contraposición con las lecturas apocalípticas y vengativas de personajes como Roy. Una secuencia que resume perfectamente los temas principales de la temporada, y que aborda las consecuencias del capitalismo y la colonización, a través del relato de tono supernatural que hace Ole Munch. Si hay algo que verdaderamente recupera esta quinta temporada de la propuesta original es la mirada hacia el odio y la oscuridad que se esconden en una sociedad superficialmente amable, pero profundamente marcada por las heridas de la división y el populismo. O, lo que es igual, la representación de Estados Unidos en su máxima expresión.
itvX, 1-4 de enero
Reino Unido, 2024 - 4x47'
Creada por Gwyneth Hughes
Dirigida por James Strong
Inédita en España
Todo lo que rodea a esta producción basada en hechos reales se ha convertido en un acontecimiento en Gran Bretaña, siendo el mayor éxito de ITV Studios en la última década, superando a Downton Abbey (RTVE Play, 2010-2015) con un promedio de 13,1 millones de espectadores. La repercusión de Mr. Bates vs The Post Office (itvX, 2024) incluso podría afectar al escrutinio público en torno a una investigación que se encuentra en sus últimas fases, y sobre todo a la trascendencia de sus conclusiones. La miniserie creada por Gwyneth Hughes, conocida por otras producciones como Five days (HBO Max, 2007), Honor (BritBox, 2020) o Tom Jones (ITV, 2023), ha despertado de nuevo el interés por el caso que afectó a unos 900 subdirectores y directores de establecimientos postales que fueron sancionados por la empresa pública de Correos debido a déficits contables entre 2000 y 2015. La legislación inglesa además permite a esta institución pública llevar a juicio directamente a los administradores en caso de actividades fraudulentas, y más de 736 fueron procesados por contabilidad falsa y robo, llegando algunos a ser condenados a prisión. Pero tras una demanda colectiva de más de 500 de los afectados, que acabó en 2019 con un acuerdo económico, se descubrió que el Servicio de Correos tenía conocimiento de que los errores contables se debieron a un fallo en el funcionamiento de un nuevo sistema informático llamado Horizon que fabricaba la compañía Fujitsu, y que se encargaba de cuadrar las cuentas al final de cada jornada. La Comisión de Revisión de Casos Penales (CCRC) dijo que el escándalo era "el error judicial más generalizado que la CCRC haya visto jamás, y representa la mayor serie de condenas injustas en la historia legal británica". Sin embargo, a fecha de 15 de enero de este mismo año solo se habían anulado 95 condenas, mientras continúa una investigación pública que se inició en 2021 y la Policía Metropolitana investiga por su parte si el Servicio de Correos podría haber incurrido en un delito de fraude. El estreno de la miniserie está acompañado por un documental narrado por Toby Jones, Mr. Bates vs The Post Office: The real story (Clare Richards, 2023) que incluye entrevistas con los principales afectados, entre ellos Alan Bates: "Sé quienes deben rendir cuentas. Esa gente que ha tenido un estilo de vida acomodado, ganando grandes cantidades de dinero, mientras han hecho sufrir a cientos, si no miles de personas conociendo la realidad de lo que estaba sucediendo y negando esa realidad de manera pública".
La repercusión que ha tenido la serie en los medios de comunicación recuerda a ese espíritu del cine británico de denuncia que se inició con el Free Cinema en los años sesenta y que ha estado representado por nombres destacados de directores como Ken Loach y Mike Leigh. Es una historia de víctimas engañadas por una institución pública, trabajadores que confiaron en el Servicio Público Postal para iniciar negocios propios, estafetas de correos en pequeñas localidades cuya administración se publicitaba como una oportunidad para tener unos ingresos estables y una pensión suficiente, pero que acabó sumiendo a cientos de ellos en deudas que no podían pagar. Muchos de los juicios terminaron con un acuerdo privado que sin embargo les obligaba a hacer frente a las pérdidas económicas que en realidad estaban provocadas por el mal funcionamiento del sistema informático Horizon de la empresa Fujitsu. Incluso se ha llegado a demostrar que, mientras el Servicio Postal aseguraba a los administradores que el sistema no permitía el acceso de terceros, desde las oficinas de Fujitsu sí se podía acceder y modificar de manera remota las cifras que ofrecía el programa. Pero lo que hace Mr. Bates vs The Post Office es mostrar la historia desde el punto de vista humano de quienes sufrieron las consecuencias de esta persecución. El protagonista está interpretado por Toby Jones quien, como suele suceder con los grandes actores, no pretende hacer una imitación de la persona real, sino que incorpora y construye su propio Alan Bates. Cuando decide involucrarse en la búsqueda de la justicia, ya había perdido su propio negocio postal después de ser sometido a una inspección debido a un descuadre en las cuentas. La publicación de un artículo en una revista hace surgir a decenas de afectados por el mismo problema, entre los que el personaje más conmovedor es el de Jo Hamilton (Monica Dolan), una mujer de la localidad de South Warnborough, Hampshire, que se siente abrumada emocionalmente por la acusación de fraude, obligada a declararse culpable en un juicio y a asumir el pago de 36.000 libras. La secuencia en la que ella se siente impotente ante la modificación de las cifras cuando trata de cuadrar las cuentas a través del ordenador se muestra con un zoom in hacia el sistema Horizon como si se tratara de una película de ciencia-ficción en la que las máquinas se rebelan contra los humanos.
De hecho, el director James Strong es un habitual de series criminales como Vigil (BBC, 2021-), Crime (BritBox, 2021-) o Sospechoso (Movistar+, 2022), y aporta un ritmo de thriller judicial a este relato sobre la injusticia. Los dos primeros episodios se centran sobre todo en la pesadilla que sufren algunos de los administradores, como el anciano Noel Thomas (Ifan Huw Dafydd), condenado a nueve meses de prisión, o Lee Castleton (Will Mellor), administrador de la estafeta de Bridlington, East Yorkshire, de cuyas cuentas han desaparecido 26.000 libras. Conforme la serie se va adentrando en los procesos judiciales, algunos actores reconocidos ponen rostro a quienes comenzaron a investigar e hicieron público el escándalo: el parlamentario James Arbuthnot (Alex Jennings) y el investigador Bob Rutherford (Ian Hart), quienes se encuentran constantemente con un muro de desinformación proporcionado por la directora del Servicio Público de Correos, Paula Vennells (Lia Williams), una sacerdote anglicana que negó siempre la existencia de un fallo informático y que a raíz del estreno de la serie, presionada por el gobierno, anunció que devolvería la concesión del nombramiento de Comendador del Imperio Británico (CBE) que recibió en 2019. Ciertamente, la serie utiliza el efecto emocional de unas vidas destrozadas por el impacto de las falsas acusaciones, que acabó en el suicidio de uno de ellos, y el retrato de los funcionarios del Servicio Postal, especialmente la ayudante Angela Van Den Bogerd (Katherine Kelly) puede resultar demasiado exagerado, casi como una villana de película de acción. Pero cuando vemos programas de investigación sobre el caso como Panorama (BBC, 2020), presentado por el periodista Nick Willis, quien lo ha investigado durante años, el retrato que se hace en la serie sobre la absoluta falta de empatía y reconocimiento de responsabilidad por parte de los responsables del Servicio Postal no parece tan exagerado. La propia guionista, Gwyneth Hughes comenta en el dossier de prensa de la serie: "Alan Bates no pidió pasar 25 años de su vida en una guerra contra imbéciles, abogados caros y el gobierno británico. Cuando se le pregunta si la Oficina de Correos es perversa o incompetente, Alan responde: 'Al final, equivale a lo mismo'". Mr. Bates vs The Post Office construye una historia aterradora y convincente sobre la forma en que una institución pública intimidó y persiguió a personas inocentes durante años, sin admitir su conocimiento del fallo técnico que provocó los errores de contabilidad y convirtiéndose en el peor enemigo de unos ciudadanos a los que debería servir.
Channel 4, 3-18 de enero
Reino Unido, 2024 - 6x44'
Creada por Charlie Covell, Iain Weatherby
Dirigida por Chloe Wicks, Carl Tibbetts
Inédita en España
Los protagonistas de esta producción británica se encuentran en esa tercera edad en la que coinciden más en los funerales de sus otros amigos o conocidos que en los partidos de fútbol, pero en este caso una reunión posterior al sepelio de Dennis en un bar que acaba en una borrachera recordando viejos tiempos, también termina con una idea propuesta por Tom (Karl Johnson), quien ha recibido un diagnóstico de cáncer y no está dispuesto a pasar sus últimos meses de vida entre el sufrimiento y los medicamentos. De manera que propone al grupo de amigos un pacto de "amor verdadero" (truelove) por el que se comprometen a servirse como ayuda mutua cuando alguno de ellos decida dejar este mundo en plenas facultades antes de que se lo lleve una enfermedad. Los otros cuatro aceptan, quizás más motivados por el alcohol, sin esperar que ese momento llegue alguna vez. El funeral ha reunido entre otros a Phil (Lindsay Duncan), una detective de policía que lleva trece años jubilada, y Ken (Clarke Peters), un ex-soldado que se enamoró de Phil, con la que mantuvo una breve relación juvenil hasta que un malentendido les separó, y ella acabó casándose con Nigel (Phil Davis), con el que ha tenido un matrimonio tranquilo y estable, pero no muy apasionado. El reencuentro despierta viejos sentimientos que parecen imposibles de reavivar plenamente, hasta que Tom se pone en contacto con ellos poco después para que cumplan el pacto al que se comprometieron. Es un planteamiento interesante que no intenta reflexionar sobre la eutanasia desde una perspectiva emocional, como hacía Mayflies (Filmin, 2022), sino que la utiliza para ir construyendo una especie de thriller con personajes maduros que va cambiando de tono conforme se desarrolla, sobre todo a partir de la aparición de Ayesha (Kiran Sonia Samar), una joven agente de policía que comienza a sospechar que se producen demasiadas muertes alrededor de este grupo de amigos.
Creada por Charlie Covell (1984, Reino Unido), que fue responsable de la serie The end of the fucking world (Netflix, 2017-2019) y escrita por Iain Weatherby, la historia se construye lentamente equilibrando bien la trama criminal con el retrato de los dos personajes principales, que luchan con los sentimientos recuperados mientras son cómplices de la muerte de su amigo. Y se apoya especialmente en dos veteranos intérpretes que consiguen establecer una relación creíble, la siempre espléndida Lindsay Duncan y el reconocido Clarke Peters, al que los guionistas confiesan que eligieron entre otras cosas por ser grandes admiradores de The wire (HBO Max, 2002-2008). Sin caer en la sensiblería, Truelove (Channel 4, 2024) consigue momentos especialmente logrados en el reflejo del matrimonio entre Phil y Nigel que comienza a perder estabilidad, no solo por el reencuentro con Ken, sino por la distancia cada vez mayor entre la pareja. Mientras Nigel acepta con agrado mudarse a un pequeño apartamento para permitir que su hija Kate (Fiona Button) viva en la casa familiar, Phil no entiende por qué deben sentirse obligados como padres a hacer una concesión tan importante. Y hay una descripción sutilmente emotiva en las declaraciones de Tom cuando trata de explicar por qué quiere acabar con su vida o en la de Marion (Sue Johnston) y David (Peter Egan) cuando son conscientes de que el alzheimer comienza a apoderarse de la mente de ella.
Los cambios de tono en la serie a veces pueden desequilibrar la historia, especialmente alrededor de la agente Ayesha, cuya especial intuición de detective, aunque no tenga el rango de investigadora, la involucra cada vez más en los acontecimientos. Porque a través de ella se introducen unas reflexiones algo innecesarias sobre si es moralmente lícito practicar la eutanasia aunque no sea legalmente ético. Y en esta tendencia a convertir a policías de calle en investigadores criminales a contracorriente, como también ocurre en la mediocre After the flood (ITV, 2024), la verosimilitud de las acciones de Ayesha y su acceso a determinada información siendo una policía de rango inferior, resultan a veces inverosímiles. Pero Truelove se eleva cuando pone su atención en los personajes maduros, y cuando aborda planteamientos sobre cómo tratar de recuperar una vida perdida debido a decisiones equivocadas tomadas en un momento determinado. Y aunque algún giro de guión a partir de la mitad de temporada puede parecer demasiado conveniente para cambiar hacia un tono más sombrío, la serie tiene una gran capacidad para mantener cierto sentido del humor incluso en las situaciones más aparentemente dramáticas.
Channel 4, 14 de enero-11 de febrero
Reino Unido, 2024 - 6x24'
Creada por Jack Rooke
Dirigida por Jim Archer
BAFTA '24: Nominada Mejor Comedia, Guión de comedia
Inédita en España
Una de las series destacadas de la programación del festival Serielizados '22 fue la comedia británica Big boys (Channel 4, 2022-), que consiguió cuatro nominaciones a los Premios BAFTA '23, aunque ganó la última temporada de Derry girls (Netflix, 2018-2022), y que se conviritó en uno de los grandes éxitos de Channel 4, que rápidamente encargó una segunda temporada que se acaba de estrenar en Reino Unido, mientras que en España parece que la plataforma Filmin tiene previsto estrenar la primera temporada este año. La serie está escrita por el cómico Jack Rooke (1993, Reino Unido) y traslada a la ficción los recuerdos de infancia que suelen formar parte de sus monólogos. En la primera temporada el adolescente Jack (Dylan Llewellyn) llegaba a la Universidad, donde conocía al que se convertirá en su mejor amigo, Danny (Jon Pointing). Aunque éste es heterosexual mientras que Jack comienza a salir del armario de una manera un tanto obtusa, la relación de amistad se consolida y de hecho la propia serie se plantea como una especie de homenaje al mejor amigo del propio Jack Rooke, a quien se dirige habitualmente en una narración en segunda persona que hace el mismo creador de la serie, y que está extraída del tipo de narrador que creó para su espectáculo cómico estrenado en Edimburgo en 2017. Incluso hay algún episodio en el que, como en la temporada anterior, aparece el guionista en pantalla, como una figura surgida de la imaginación de Danny, que le conforta en momentos difíciles. Si la primera temporada se sostenía en dos coming-of-age en los que Jack y Danny, Danny y Jack eran los soportes para que uno saliera del armario y descubriera el esplendor de la vida homosexual a través de Grindr, y el otro terminara reconociendo sus problemas con la depresión, ambos están al comienzo de la segunda en ese punto en el que ya no tienen que fingir: Jack se ha abierto a su familia y Danny es consciente de sus problemas psicológicos. Si antes se refería al descubrimiento, ahora se centra en la aceptación.
Uno de los elementos más destacados de Big boys es la forma en que los protagonistas estaban rodeados de unos personajes secundarios que ayudaban a reforzar sus propias historias, y uno de los aciertos de esta segunda entrega es cómo la serie se abre precisamente a estos personajes a los que da un mayor protagonismo, dejando de centrarse principalmente en Jack y Danny. De esta forma, es un hallazgo la introducción de la prima Shannon (Harriet Webb) y sus escenas con Peggy (Camille Cadouri), la madre de Jack, que acaban revelándose como algunos de los momentos más divertidos de esta temporada, si dejamos a un lado la primera vez que Jack se encuentra con un glory-hole en un baño público, en un primer episodio que está a la altura de aquella ocasión en la que el joven tenía su primera experiencia con el popper. Pero en este proceso de aceptación, también se exponen las diferentes formas de reconocerse a sí mismo, de manera que Jack se manifiesta a través de una homosexualidad de carácter más romántico que no tiene que estar relacionada con el sexo esporádico necesariamente: "Ser gay no significa solo que me gusten las pollas", comenta. Mientras que su amigo Yemi (Olisa Odele), es mucho más sexualizado, incluso cuando está en la sala de espera de un hospital: "Grindr en los hospitales es siempre un éxito. Doctores cachondos en turnos largos", le dice a Corinne (Izuka Houle), que en esta temporada pasará por un momento particularmente complicado.
Si a veces se la puede comparar con las primeras y muy divertidas temporadas de Sex education (Netflix, 2019-2023), y se la puede considerar como la antípoda del romanticismo vainilla y un poco cursi de Heartstopper (Netflix, 2022-), lo cierto es que Big boys es actualmente una de las representaciones LGTBIQ+ menos condescendientes y más inteligentes que se pueden ver en televisión. Y tiene la ventaja de saber utilizar el efecto nostálgico de una época pasada pero relativamente reciente, porque la etapa universitaria de Jack Rooke transcurrió en 2014, el año en que se hizo popular el #IceBucketChallenge (el desafío del cubo de agua helada) que estaba inspirado en la lucha del estadounidense Pete Frates contra la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), que acabó con su vida en 2019. Es una propuesta que está plagada de matices que aborda tanto los éxitos y las alegrías como los fracasos y las decepciones, la relación difícil de Danny con su padre alcohólico, que regresa en un episodio para estropear su fiesta de cumpleaños, pero también el amor incondicional a su abuela Iris (Sheila Reid), que protagoniza uno de los momentos más conmovedores de la temporada. Big boys tiene la capacidad de arrancarte una carcajada con la misma escena que acaba de darte un pellizco en el corazón, retratando una especie de burbuja social de comprensión e inclusión, sin ser didáctica ni panfletaria.
Pr1meran, 18 de enero
Suecia, 2023 - 8x22'
Creada por Susanne Thorson, Lovisa Ström
Dirigida por Susanne Thorson
Kristallen '23: Nominada Mejor Serie Juvenil
El premio Rising Star concedido en el Festival de Estocolmo '23 fue para la actriz Hannah Ardéhn, que ha tenido papeles destacados en series como Arenas movedizas (Netflix, 2019) y El manipulador (Filmin, 2023), pero cuyo compromiso ha sido especialmente notable en su último personaje, la protagonista de Leva life (Pr1meran, 2023), nominada a los premios Kristallen de la televisión sueca como Mejor Serie Juvenil. La actriz no utilizó ningún tipo de maquillaje cuando necesitó raparse al cero para una parte de la historia en la que su personaje Nora (Hannah Ardéhn) tiene que enfrentarse a la peor noticia que podría recibir. Ella estudia periodismo y está preparando una solicitud para ampliar sus estudios en Londres, pero necesita haber tenido un trabajo durante seis meses, por lo que aspira a ocupar el puesto que ha dejado una redactora embarazada en una revista de cotilleos. Tiene aspiraciones para el futuro, una buena relación con su padre Leif (Robin Stegmar) y dos buenas amigas, pero en su camino se cruza un diagnóstico de cáncer cuando descubren un tumor en el ovario. La serie, que ha estrenado en España la plataforma de streaming del canal autonómico vasco, por tanto se introduce de lleno en el subgénero de jóvenes que se enfrentan demasiado pronto a la incertidumbre sobre sus vidas, y despliega los recursos habituales en este tipo de historias. El año pasado también hablamos de series como Fejkpatient (TV 2 Play, 2023) y R.I.P. Henry (Viaplay, 2023-) en torno a protagonistas que se enfrentan a esta realidad, aunque tenían un tono menos dramático.
La primera reacción de Nora cuando sus amigas Doris (Tina Pour Davoy) y Alina (Doreen Ndagire) detectan que algo no está bien es decirles que es su padre quien tiene cáncer, negándose a aceptar directamente su propia enfermedad, lo que provoca algunos malentendidos cómicos. Pero la serie trata sobre todo de la necesidad de apoyarse en los demás cuando la vida nos coloca obstáculos importantes, y tanto su padre como sus amigas serán los principales soportes emocionales en los peores momentos del tratamiento. Aunque Leva life asume el dramatismo de la situación, en el que brillan especialmente las miradas silenciosas entre Nora y su padre, propone también una aproximación honesta a la relación con sus amigas. Y al mismo tiempo tiene la inteligencia de desviarse hacia la forma en que la enfermedad también afecta a Doris y Alina, sobre todo cuando ésta última siente que no sabe cómo enfrentarse al deterioro físico de Nora, frente a la aparente facilidad con la que Doris tiene el gesto adecuado y la palabra correcta en todo momento. Es una relación hermosa que evita que la serie caiga en el dramatismo aburrido, aún más gracias a una interpretación notable de Hannah Ardéhn. Nora además está horrorizada con la posibilidad de que vaya perdiendo pelo gradualmente debido al tratamiento de quimioterapia, pero la escena en la que sus amigas le rapan al cero consigue ser emocionante y divertida al mismo tiempo. Ellas han tomado la decisión de afeitarse la cabeza en solidaridad, un gesto muy típico de este tipo de historias, pero en realidad no están tan seguras de hacerlo.
La serie ha sido creada por Susanne Thorson, a la que hemos visto como actriz en películas como Un plan perfecto (Alain Darbor, 2015), y que asimismo debuta como directora. Pero también participan en el guión Karin Aspenström, Felicia Danielsson y Carl Peter-Montell, director de la exitosa serie sueca Eagles (SVT, 2019-2022). La idea principal sin embargo está inspirada en la historia real de Lovisa Ström, quien a los 21 años fue diagnosticada con un tumor que se extendió, y cuya experiencia ella misma compartió a través de sus redes sociales. De hecho, en la propia serie hay algún apunte humorístico cuando Alina le propone a Nora convertirse en una "cáncer influencer". Es esta mirada hacia el apoyo en los demás y las relaciones personales la que aporta a la serie un planteamiento diferente, aunque no puede evitar caer en algunos clichés del subgénero "Young cancer". Hay algunos momentos de humor que rebajan la carga dramática, como cuando Johan (Emil Almén), el jefe de redacción de la revista en la que quiere trabajar Nora, le pide que se haga una foto con él para colgarla en sus redes sociales, o cuando el grupo de amigas organiza una fiesta de separación de una de ellas en la que los participantes deben disfrazarse de su ex-novio. Estas escenas y el formato de episodios de 20 minutos ayudan a convertir a Leva life en una interesante propuesta que se desvía del camino fácil del melodrama. Antes de su estreno la serie fue confirmada para una continuación, aunque la situación de Viaplay no está muy clara.
Disney+, 19 de enero
España, 2024 - 6x50'
Creada por Lourdes Iglesias, Aitor Arregi, Jon Garaño, Jose Mari Goenaga
Dirigida por Aitor Arregi, Jon Garaño, Jose Mari Goenaga
Esta muy promocionada serie producida por Disney+ España toma como punto de partida la única entrevista que Cristóbal Balenciaga (Alberto San Juan) concedió en 1971, un año antes de su muerte, a la revista The Times y a su persistente editora de moda Prudence Glynn (Gemma Whelan), quien le abordó en el funeral de Coco Chanel (Anouk Grinberg). Al parecer, en realidad la entrevista fue breve y no obtuvo demasiada información, aunque se anunció como una primicia mundial, pero en la serie la convierten en una larga charla de tres días en los que el diseñador recuerda algunos de los momentos destacados de su trayectoria profesional en la Maison Balenciaga de París, añadiendo un giro de guión para explicar la ausencia de detalles significativos en la publicación de la entrevista. La decisión de centrarse únicamente en su etapa francesa, donde desarrolló buena parte de su trayectoria profesional, dejando a un lado la exploración de su camino desde el pequeño pueblo costero de Guetaria (que también fue la cuna del navegante Juan Sebastián Elcano) hasta llegar al centro neurálgico de la moda, permite centrarse en la época más fructífera de su carrera, dejando algunas sombras sobre su vida pero evitando la clásica narración cronológica (hay solo algunos breves flashbacks sobre su infancia y las burlas de sus amigos por su interés en la moda). Por el contrario, Cristóbal Balenciaga (Disney+, 2024) adopta una estructura muy deudora de The Crown (Netflix, 2016-2023), dedicando cada episodio a algún acontecimiento histórico o social destacado, lo que ofrece un contexto adecuado para ayudar a explicar al personaje. Si el primer episodio Cuestión de estilo (T1E1) cuenta su llegada a París de la mano del empresario vasco Nicolás Bizcarrondo (Josean Bengoetxea), cuya relación se muestra a lo largo de la serie como compleja, La ocupación (T1E2) está centrado en el desembarco nazi en París y los diferentes posicionamientos de los diseñadores de moda, muchos obligados a cerrar sus maisons y otros directamente colaboracionistas como Coco Chanel. Cristóbal Balenciaga adoptó una postura coherente con su idea de que "la alta costura siempre ha estado al servicio de las clases de élite" y cambió a las clientas de la aristocracia francesa por las amantes de los oficiales nazis. Pero en una excelente escena al final del episodio tras la liberación de París, cuando una de esas clientas colaboracionistas le pregunta qué va a pasar con ellos, Balenciaga se siente ofendido y le replica: "Me temo que se equivoca. La Maison Balenciaga nunca ha tomado partido políticamente". Es un ejemplo notable de lo que hace bien esta serie, explorar los claroscuros de un personaje que siempre estuvo aprisionado por su personalidad introspectiva. También en Un rival para Balenciaga (T1E3), cuando llora por una tragedia personal, pero es un llanto hacia adentro, callado y disimulado, en el que se mantiene el primer plano para que un Alberto San Juan extraordinario exprese el dolor interiorizado de su personaje.
Este episodio muestra la rivalidad con Christian Dior (Patrice Thibaud) y su "new look", un diseñador extrovertido y astuto en su exposición a los medios frente a la negativa de Balenciaga, ni siquiera a aparecer en fotografías. Casi se puede contemplar como un prólogo a otra serie sobre moda que nos llegará en poco tiempo, The new look (Apple tv+, 2024) en la que el protagonista es Christian Dior y pasa a un papel secundario Cristóbal Balenciaga, interpretado por el actor portugués Nuno Lopes. Aunque no se sabe mucho de su vida privada, la serie adjudica al diseñador un gran amor, Wladzio D’Attainville (Thomas Coumans), presentado públicamente como su socio, y un compañero sentimental en la segunda mitad de su vida, Ramón Esparza (Adam Quintero), quien acabaría convirtiéndose en el único español que llegó a ser director creativo de Chanel, como se indica en el libro Balenciaga: mi jefe (2017, Ed. Círculo Rojo) de Mariu Emilas. Hay otra relación destacada en el episodio Réplicas (T1E4), cuando conoce al joven prometedor Hubert de Givenchy (Adrien DeWitte) en Nueva York, por el que se sugiere que no solo sentía admiración profesional sino también una atracción personal. Sin ser especialmente lujosa, la serie transcurre en su mayor parte en interiores, lo que en este caso está justificado por el propio carácter introspectivo del personaje, y los directores Aitor Arregi, Jon Garaño y Jose Mari Goenaga, responsables de excelentes películas como Handia (2017) y La trinchera infinita (2019), realizan un trabajo sutil y elegante, muy elevado por la extraordinaria banda sonora de Alberto Iglesias. Es curioso porque el habitual colaborador musical de los directores ha sido Pascal Gaigne, y se podría pensar que para una historia sobre un español que desarrolló su carrera en Francia, la elección más obvia sería la de un compositor francés que ha desarrollado su carrera en España. Pero lo cierto es que Alberto Iglesias ha creado una de sus mejores partituras, refinada y suntuosa.
Esta producción destaca también por una cuidada puesta en escena, sin retratar demasiado los exteriores de París, pero sobre todo es una biografía sobre un diseñador que presta una atención especial a la moda, gracias a un trabajo minucioso de recreación de los diseños del modisto. Esto puede parecer una obviedad, pero ya hemos visto películas como La casa Gucci (Ridley Scott, 2021) y series como Halston (Netflix, 2021) y American Crime Story: El asesinato de Gianni Versace (Disney+, 2018) en las que lo que menos importaba era la moda. La alemana Bina Daigeler, nominada al Oscar por Mulán (Niki Caro, 2020), quien también trabajó en Tár (Todd Field, 2022), ha creado el vestuario junto a Pepo Ruiz Dorado utilizando los archivos del diseñador y realizando réplicas de más de una veintena de vestidos con la colaboración de Miren Arzalluz, directora del Palais Galliera, haciendo frente a la dificultad de encontrar telas que se parezcan a las originales. Es de agradecer que se intente explicar la moda, ofreciendo una perspectiva de las características que diferenciaban a Balenciaga del resto de sus competidores. Y describiendo el cambio fundamental que sufrió la alta costura con la llegada del Prêt-à-porter, el diseño industrial sin tener en cuenta las medidas particulares, como vemos en el episodio Vestir a una reina (T1E5) cuando el diseñador se enfrenta al traje de novia de Fabiola de Bélgica (Belén Cuesta) adaptando su elaboración para construir una figura elegante a partir de un físico desgarbado. Cristóbal Balenciaga es un logro espléndido en todos los sentidos, una recreación de la vida de uno de los grandes diseñadores que refleja también la evolución de una industria que pasó del trabajo minucioso y artesanal a la producción en cadena.
Filmin, 23 de enero
Dinamarca, 2023 - 8x44
Creada por Ditte Hansen, Louise Mieritz
Dirigida por Ditte Hansen, Louise Mieritz
Montecarlo '23: Mejor Actriz (Marie Reuther)
Robert Awards '24: 6 nominaciones
A primera vista, la serie creada por Ditte Hansen (1970, Dinamarca) y Louise Mieritz (1971, Dinamarca) puede parecer una de esas propuestas habituales del cine y la televisión daneses que reflejan el pasado con cierta mirada nostálgica, pero acercándose también a las problemáticas sociales, como Hotel El Balneario (Filmin, 2013-) o más recientemente Carmen Curlers (Filmin, 2022-). Y efectivamente, Chorus girls (Filmin, 2023), en su título original Dansegarderoben (Vestuario de bailarinas), tiene como escenario principal el Cirkusrevyen, un espectáculo de revista establecido en 1935 en el parque de atracciones Bakken, el más antiguo del mundo, que ha dado lugar a algunas de las canciones más populares del espectáculo en Dinamarca, como se refleja en algunos álbumes publicados en su honor con grabaciones originales, como Den Danske Revyn (1930-1940) (2001, Dacapo). La revista Cirkusrevyen sigue funcionando y el año pasado recibió el premio a la Mejor Revista de Dinamarca. Entre 1971 y 1977, el director del espectáculo fue Preben Kaas (Anders W. Berthelsen), al que en el episodio Audición (T1E1) vemos realizando el casting para las ocho bailarinas que formarán parte del cuerpo de baile de la temporada de 1973, junto a la coreógrafa Tutter (Louise Mieritz). Desde este proceso de selección parece claro que la función de las bailarinas es principalmente el de mujeres decorativas, cuyo talento se reconoce menos que su físico. Y ahí es donde la serie propone su principal enfoque, porque utiliza el trasfondo de este ambiente sexista, en el que sufrir abusos (físicos o psicológicos) se considera como un peaje que hay que pagar para ser respetadas como artistas.
Las creadoras de la serie Ditte Hansen y Louise Mieritz, quienes también la han dirigido e interpretado en personajes secundarios, han destacado en algunas entrevistas que no pretenden ofrecer un planteamiento moral desde el presente hacia el pasado, sino establecer una reflexión sobre este concepto de "mujeres decorativas" que ha estado presente en la sociedad moderna desde hace décadas, no solo en escenarios como los espectáculos musicales, sino también en la representación de las cheerleaders de las competiciones deportivas o las azafatas de podium en las carreras ciclistas, que todavía existen. Este grupo de bailarinas muestra ese entorno de machismo en el que desarrollan su trabajo, e incluso ellas mismas lo defienden cuando se producen alrededor del Cirkusrevyen protestas de grupos feministas en contra de ese tipo de actividades en el episodio Cuando se arma la gorda (T1E6). Y esta cultura del abuso está principalmente representada en la relación de Sussie (Marie Bach Hansen) con su marido Robert (Jakob Oftebro), que se convierte en un infierno de miedo constante para ella frente a una pareja dominante y violenta. Pero la perspectiva más interesante es la que plantea cómo Sussie no es capaz de encontrar ni siquiera un apoyo real en su propia familia, con su madre Kate (Ditte Hansen) empeñada en destacar el amor de Robert por encima de sus ataques violentos, o en el propio grupo de bailarinas, a los que no se atreve a confesar su problema porque siente que ellas mismas tienen ciertas actitudes sexistas cuando alguna compañera hace referencia a los abusos en la revista.
Esta cultura del silencio se revela como el principal condicionante para que los ataques sexuales y las violaciones permanezcan ocultos. Chorus girls habla de la necesidad de un cambio para cada una de las bailarinas protagonistas, como Ulla-Berit (Mille Lehfeldt), estrella de la televisión que sin embargo comienza a sentir que la edad está sepultándola en el olvido; la joven Vibeke (Olivia Joof Lewerissa) estudia en la universidad y se siente atraída por los grupos feministas que al mismo tiempo protestan contra el Cirkusrevyen; Åse (Coco Hjardemaal) es una bailarina de formación clásica que, al ser despedida del Royal Theatre, solo encuentra trabajo en la revista; Diana (Nanna Finding Koppel) es la hija de la coreógrafa, nombrada capitana del cuerpo de baile, un trabajo que no le gusta, mientras desarrolla sentimientos por una de sus compañeras; Joy (Marie Reuther, ganadora de la Ninfa Dorada como Mejor Actriz en el pasado Festival de Montecarlo '23), la más joven del grupo pero la mejor bailarina, cuyos planes de boda con Arne (Tue Lunding) posiblemente la condenarán a renunciar a su sueño y terminar en un apartamento cuidando niños. De forma que se exponen una serie de problemáticas escondidas debajo de la alegría y el colorido que representan estas mujeres sobre el escenario, siempre en segundo plano respecto a las estrellas masculinas. Chorus girls tiene una excelente capacidad para mezclar las historias de trasfondo dramático con cierto sentido del humor que ironiza sobre la época que retrata, manteniendo un equilibrio adecuado y apoyándose en algunos números musicales que reflejan la imaginación de la protagonista. La serie era una de las favoritas para los Premios Robert '24 de la Academia de Cine y Televisión Danesa que se han entregado este fin de semana, pero el rotundo predominio de Huset (Prisoner) (DR, 2023), que consiguió los galardones como Mejor Serie, Actriz principal, Actor principal, Actriz secundaria y Actor secundario, dejaron al resto de nominadas en vacío.
Apple tv+, 26 de enero-15 de marzo
EE.UU., 2024 - 9x60'
Creada por John Orloff
Dirigida por Cary Joji Fukunaga, Anna Boden, Ryan Fleck, Dee Rees, Timothy Van Patten
El proyecto más acariciado por Steven Spielberg y Tom Hanks para concluir su trilogía sobre la intervención norteamericana en la 2ª Guerra Mundial, que en realidad deberíamos considerar una tetralogía incorporando Salvar al soldado Ryan (Steven Spielberg, 1998), llega catorce años más tarde en medio de un panorama de saturación de estrenos semanales. Hermanos de sangre (HBO Max, 2001) es una obra maestra y una de las representaciones más logradas del horror de la guerra en episodios como The breaking point (T1E7) o el pavoroso Why we fight (T1E9), ambos dirigidos por David Frankel, que mostraba algunas de las imágenes más aterradoras de un campo de concentración para reflejar el impacto que había tenido en muchos soldados, y que es analizado en estudios universitarios como La representación de los campos de concentración en Hermanos de sangre (2018, UNED Revista Signa) de los profesores Javier Sánchez Zapatero y María Marcos Ramos. The Pacific (HBO Max, 2010) es más irregular en su primera mitad, aunque se eleva al nivel de la anterior en episodios devastadores como Iwo Jima (T1E8), dirigido por David Nutter y Jeremy Podeswa, que contaba la historia del héroe de guerra John Basilone (Jon Seda), y sobre todo Okinawa (T1E9), dirigido por Timothy Van Patten, sobre el proceso de deshumanización del soldado Eugene Sledge (Joseph Mazzello). Como complemento a estas miniseries hay dos podcasts muy recomendables (solo en inglés): Band of Brothers Podcast (HBO Max Podcasts, 2021), que presentó el periodista Roger Bennett repasando cada episodio con los guionistas y actores en el vigésimo aniversario del estreno de Hermanos de sangre. Y Based on a true story (Dan Lefebvre, 2016-), en el que Dan Lefebvre aborda películas y series con invitados para revelar las diferencias entre la realidad y la ficción que presenta Hollywood, y que dedicó tres programas en 2021 a analizar junto al historiador Marty Morgan los episodios de la serie The Pacific.
Los amos del aire (Apple tv+, 2024) es una superproducción que tiene escenas espectaculares de combates aéreos que sin embargo se pierden en la pulcritud de los efectos CGI, de manera que la guerra se muestra de una manera excesivamente esteticista, mientras en tierra falta el desarrollo de personajes que brillaron en las dos miniseries anteriores. No encontramos por ninguna parte un Richard Winters (Damian Lewis) de la primera o un Eugene Sledge de la segunda, porque no hay demasiado interés en ninguno de los protagonistas, los comandantes Gale 'Buck' Cleven (Austin Butler) y John 'Bucky' Egan (Callum Turner), dos colegas con apodos similares convertidos en representaciones superficiales de la idea del héroe, sin un trasfondo psicológico que les convierta en seres humanos (aparecen impolutos incluso cuando comparten prisión en un campo de concentración). La serie se ha visto perjudicada por un panorama diferente y quizás también por el traslado a una plataforma como Apple tv+ que evita cuidadosamente ser demasiado controvertida, algo que a la HBO de antes no le importaba. Si las dos anteriores planteaban cuestionamientos morales sobre cuál es el sentido de las guerras y cómo los soldados iban perdiendo su humanidad conforme asimilaban el infierno que estaban viviendo, ésta refleja más el heroísmo de un escuadrón que acabó apodándose Bloody Hundredth (El centenar sangriento) por el alto número de bajas que tenía. Y aunque se reitera constantemente el destino trágico de estos hombres en sus incursiones suicidas al corazón de las bases militares enemigas, también hay demasiadas escenas de bar y camaradería, lo que precisamente la hace menos interesante y plantea menos profundidad ética que las anteriores. Hay algunos apuntes más reflexivos cuando aparecen los Tuskegee Airmen en Parte 8 (T1E8), dirigida por Dee Rees, representados por el teniente Robert H. Daniels (Ncuti Gatwa) y el teniente Alexander Jefferson (Branden Cook). Este escuadrón de aviadores afroamericanos se preguntan qué hacen participando en una guerra cuando en Estados Unidos ni siquiera tienen derechos, pero no deja de ser una reiteración de la idea mejor desarrollada en el largometraje Escuadrón rojo (Anthony Hemingway, 2012). Y dedicarles un solo episodio de nueve parece una concesión a la diversidad más que un interés real por contar su historia, incluso evitando representar el profundo racismo que existía en un ejército norteamericano que también les segregaba, del que no hay un solo atisbo en los dos protagonistas blancos. El principal problema de Los amos del aire es que nunca termina de ir más allá de una solvente y cara película de guerra de nueve horas que llega tarde y sin aportar nada que resulte especialmente significativo.
La propuesta del creador John Orloff (1967, Los Angeles), quien escribió precisamente el episodio Why we fight (T1E9), evita la estructura episódica que tenía Hermanos de sangre y en parte también The Pacific, para centrarse principalmente en Buck y Bucky, casi todo el tiempo juntos aunque a mitad de la temporada el segundo acaba metido, en Parte 5 (T1E5), en una huida constante de los alemanes. De hecho, las secuencias de combates aéreos son muy espectaculares y vistosas, especialmente en la intensa Parte 3 (T1E3), dirigida por Cary Joji Fukunaga, quien se encarga de la mitad de los episodios, que está dedicada casi exclusivamente a los bombardeos de Schweinfurt y Regensburg, la llamada Operación Double Strike en agosto de 1943, dos ataques simultáneos para tratar de paralizar la industria aeronáutica de Alemania, que supuso la mayor pérdida de aviones de las fuerzas norteamericanas. Pero los momentos de mayor suspense se producen en tierra, como cuando en Parte 4 (T1E4) dos soldados accidentados son trasladados por miembros de la resistencia francesa hasta la frontera con España. Sin embargo, la falta de esta naturaleza episódica acaba dando a la serie un ritmo desigual y a veces cansino. El tercer protagonista es el teniente Harry Crosby (Anthony Boyle), que es también el narrador principal porque parte de la serie está basada en el libro A wing and a prayer (1993), escrito por el Harry Crosby real, aunque el apoyo narrativo proviene sobre todo de Masters of the Air: America's bomber boys who fought the Air War against Nazi Germany (2006), de Donald L. Miller. Dentro de la historia de Harry Crosby se incorpora su relación con Alexandra Wingate (Bel Powley), pero aunque la presencia femenina en esta serie es mayor que en las anteriores, ni siquiera ella tiene un desarrollo tan profundo como tenían la enfermera Renee Lemaire (Lucie Jeanne) en Bastogne (T1E6) de Hermanos de sangre o Lena Riggi (Annie Parisse) en Iwo Jima (T1E8) de The Pacific. De manera que Los amos del aire es un espectáculo vistoso que celebra el heroísmo, incluso en el tono más ostentoso de la banda sonora de Blake Neely (1979, Texas), colaborador de Hans Zimmer y Geoff Zanelli en The Pacific, que aquí se encarga en solitario de aportar una música grandilocuente y épica para una serie que no consigue desplegar la humanidad que tenían las dos anteriores.
Filmin, 6 de febrero
Dinamarca, 2023 - 7x58'
Creada por Mette Heeno
Dirigida por Josefine Kirkeskov, Samanou Acheche Sahlstrøm
Robert Awards '24: 6 nominaciones
Sería interesante que en España se pudiera ver la miniserie documental Curlerkongen - historien om en dansk verdenssucces (El rey de los rulos: La historia de un éxito mundial danés) (DR, 2022), que se estrenó en la televisión pública al mismo tiempo que la serie Carmen Curlers (Filmin, 2022-2025), que lleva al terreno de la ficción el relato del emprendedor Arne Bybjerg Pedersen, inventor de los rizadores eléctricos que tuvieron influencia en una época de liberación de las mujeres, quienes ya no tenían que acudir a largas sesiones en la peluquería, sino que podían hacerse la permanente rizada en sus propias casas. Porque esta miniserie de tres episodios es un complemento perfecto que muestra la realidad adaptada por la propuesta de la creadora Mette Heeno (1976, Dinamarca). En este caso, se trata de una historia de ficción en la que incluso el nombre del protagonista ha cambiado, ahora llamado Axel Byvang (Morten Hee Andersen), para poder desarrollar un relato que no dependa demasiado de los acontecimientos reales. Como ya comentamos al hablar de la primera temporada, Carmen Curlers nació directamente con un compromiso de la cadena pública danesa DR para producir tres temporadas, lo que ha permitido a los guionistas establecer una estructura cerrada para el desarrollo de los personajes, aunque tampoco habría que descartar que pudiera extenderse si continúa teniendo éxito. Parte de la crítica danesa la ha comparado con Matador (DR, 1978-1982), que está considerada la mejor serie dramática producida en Dinamarca, y cuyo último episodio llegaron a ver más dos tercios de la población total del país en 1982. Con ella tiene en común que su protagonista es un emprendedor cuyo negocio cambia las vidas de su entorno, y ese tono de comedia dramática que este mes también podemos ver en la notable serie Chorus girls (Filmin, 2023).
Si la primera temporada estaba dedicada a la construcción del éxito, la segunda se centra en la manera de manejar este éxito, incluso teniendo que enfrentarse a copias fraudulentas de la marca establecidas en fábricas que gestionan mejor los recursos y ofrecen un producto más barato. Aunque los primeros episodios están dedicados a la posible expansión internacional de la empresa con la visita de un grupo de hombres de negocios norteamericanos vestidos al estilo Mad men (MGM, 2007-2015), cuya referencia está bastante clara. Los socios de Carmen Curlers tratan de agasajar a sus invitados y convencerles de que son capaces de afrontar grandes pedidos en el caso de que se cierre el acuerdo de distribución en Estados Unidos. Pero éste se pone en peligro cuando en el episodio ¿Cómo se las arreglan...? (T2E2) una de las trabajadoras sufre un accidente que la lleva al hospital, y que Birthe Windfeld (Maria Rossing), ahora Jefa de personal, trata de evitar que llegue a oídos de los empresarios invitados. En cierta manera, Birthe adquiere mayor protagonismo en esta segunda temporada porque es ella la que tiene que resolver los principales conflictos que surgen en la fábrica, desde la contratación de nuevas trabajadoras para afrontar la expansión de la empresa, hasta las protestas por las abusivas condiciones de trabajo. Su misión es construir un entorno laboral seguro y positivo, lo que a veces está en contradicción con las necesidades de una empresa que crece a nivel industrial mientras también aumentan sus problemas. En esta segunda temporada, que se desarrolla en 1963, comienzan a apuntarse asimismo las revoluciones juveniles que están en ebullición, aunque la creadora de la serie, Mette Heeno, ha comentado que ese tema lo desarrollarán con mayor profundidad en la tercera temporada. Pero en este sentido también adquiere un mayor protagonismo la hija de Birthe, Kathrine (Fanny Leander Bornedal), a quien está dedicado casi todo el episodio Venceremos (T2E5).
Lo que hace bien Carmen Curlers, y esto es lo que la acerca a series clásicas como Matador, es equilibrar perfectamente el arco narrativo empresarial y los arcos narrativos personales, de manera que resulta una serie igualmente atractiva por su relato de éxito como por las historias de los personajes. El marido de Birthe, Jørgen (Lars Ranthe), que en la primera temporada tuvo que tomar la decisión de permanecer en la granja familiar por una enfermedad, está decidido ahora a convertirse en empresario; el socio de la empresa Frans (Nikolai Jørgensen) continúa enfrentándose a sus deseos homosexuales a pesar de que está felizmente casado; y a través de los problemas mentales que padece Poul (Christian Tafdrup) se abordan temas como los tratamientos psiquiátricos y la experimentación con LSD que se desarrollaron en los años sesenta. La historia de éxito de una empresa que terminó contribuyendo al bienestar de las mujeres en la década más transformadora, también ofrece un retrato muy preciso de sus problemáticas: la cultura sexista, los conflictos laborales y las revoluciones sociales, enfrentamientos ocultados tras una pantalla de lujo colorista, como el olor embriagador de los productos químicos en los que se sumergían los rulos para darles un aspecto más brillante, pero que en realidad provocaban cánceres pulmonares en quienes los manejaban.
Movistar+, 7 de febrero-13 de marzo
Reino Unido, 2024 - 6x45'
Creada por Daniel Brierley
Dirigida por Jon East, Audrey Cook
Este mes de febrero se estrenan dos segundas temporadas de series británicas que llegan a España con escasa diferencia de tiempo respecto a Gran Bretaña, lo que siempre es positivo. Y tanto Trigger point: Fuera de control (Movistar+, 2022-2024) como Vigil. Conspiración desde el aire (Movistar+, 2021-2024) tienen en común que ambas recurren a los drones como un peligro potencial que, en manos equivocadas, puede provocar auténticos desastres. La primera temporada de esta serie creada por Daniel Brierley (1979, Reino Unido), confirmaba que se puede usar una explosión como cliffhanger tantas veces como episodios tenga la temporada. Pero este recurso algo repetitivo conseguía, sin embargo, crear una historia cargada de adrenalina en la que lo inverosímil se ocultaba bajo el disfraz de la tensión y el suspense, por mucho que algunas situaciones acabaran siendo bastante absurdas. La segunda temporada ofrece más de lo mismo, lo que sin duda supone un alivio para sus seguidores, e incluso la primera deflagración ocurre justo en el momento en que la artificiera Lana Washington (Vicky McClure) está dando una conferencia recién llegada a Londres, tras haber permanecido en Estonia durante seis meses como instructora de equipos de desactivación ucranianos. Los acontecimientos ocurridos en la temporada anterior podrían hacer poco recomendable que vuelva al trabajo de campo, pero a Lana se le enciende una chispa en su interior cada vez que ve una explosión, así que esa misma noche la tenemos frente a un dispositivo que, si llegara a detonarse, podría dejar sin energía eléctrica a toda la ciudad. Es un ataque terrorista que va a comenzar a dejar cadáveres desde el primer episodio, y refuerza el espíritu de montaña rusa que tiene una serie que consigue sacar partido al recurso tradicional de la cuenta atrás y el cable azul o rojo. Eso sí, desde el comienzo ocurren cosas tan disparatadas como el regreso al equipo de desactivación del personaje de John Hudson (Kris Hitchen): "Casi hace que me maten, es un tipo peligroso. Es un racista y tú lo sabes", dice Lana a su compañero Hassan (Nabil Elouahab), aunque pronto sabremos que su presencia es simplemente un recurso de guión algo perezoso.
También volvemos a ver a Thom Youngblood (Mark Stanley), que ahora tiene una relación con la detective Helen Morgan (Natalie Simpson), uno de los personajes nuevos que se incorporan junto al comandante John Francis (Julian Ovenden), que ahora es el coordinador del equipo de investigación, con el que Lana terminará teniendo algún desencuentro. Uno de los mayores problemas de esta temporada es la manera en que los guionistas se esfuerzan por involucrar a la protagonista en todas las fases de la investigación sobre los ataques terroristas, a pesar de su específica función de artificiera, sobre todo pudiendo recurrir a personajes como la detective Helen Morgan, a la que no se saca demasiado partido. Esta omnipresencia de Lana Washington perjudica al desarrollo de la historia porque resulta demasiado forzada, incluso cuando un informante pide reunirse solo con un experto en explosivos, lo que la coloca nuevamente en el foco de la investigación. Pero al mismo tiempo se intenta dar cierta profundidad al personaje a través de las evidentes muestras de estrés postraumático que padece, especialmente tras los acontecimientos de la primera temporada. El trauma familiar, sin embargo, se resuelve con discusiones más ensordecedoras que una explosión de dinamita, mientras sus padres Val (Tamzin Griffin) y Jeff (Kevin Eldon) comienzan a tener problemas de convivencia.
Trigger point: Fuera de control es tan predecible como efectiva. Desde el momento en que la protagonista llega a una mansión en Hertfordshire en la que el magnate Webster King (Oliver Senton) está a punto de contraer matrimonio en el Episodio 4, ya sabemos que acabará encontrando una bomba, aunque consigue mantener el suspense. Y en algunas ocasiones la propuesta llega a ser incluso mucho más brutal de lo que llegó a ser la primera temporada, especialmente cuando se introducen colgantes o móviles explosivos. En realidad, Trigger point es una producción de Jed Mercurio, el creador de la celebrada Line of duty (RTVE Play, 2012-2021) que no tiene nunca demasiada lógica, protagonizada por un personaje al que no recomendaría acercarse ni a mi peor enemigo, por "peligro de explosión". Pero resulta hasta divertido que muchos de los dispositivos que aparecen en la serie tengan ese reloj de cuenta regresiva tan de los años ochenta, lo que le aporta un toque de divertimento retro que tiene su gracia.
Las comedias románticas necesitan transmitir una química especial por parte de sus protagonistas, y este es uno de los principales aciertos de esta serie escrita por el dramaturgo nacido en Belfast David Ireland (1976, Irlanda), actor ocasional en series como Derry girls (Netflix, 2018-2022) pero sobre todo autor de algunas reconocidas obras de teatro como la comedia negra satírica Ulster American (2018). También escribió el guión de la película Cyprus Avenue (Rhodri Huw, Vicky Featherstone, 2019), adaptando su propia obra teatral, una comedia satírica en la que un hombre que sufre un episodio psicótico comienza a confundir a su nieta de cinco años con el político republicano irlandés Gerry Adams. Estos antecedentes son necesarios para captar el tono que adopta The lovers (SkyShowtime, 2023-), y lo que la hace destacable dentro del género romántico. Porque el momento en el que se conocen los dos protagonistas es igualmente significativo: Seamus O’Hannigan (Johnny Flynn) es un conocido locutor de radio que está a punto de dar el salto a la televisión con su propio programa de información política de fin de semana, que se grabará en Belfast, de donde es originaria su madre. Su llegada le enfrenta a unas raíces en una ciudad donde no es especialmente bien recibido, como una especie de apátrida de acento extraño que, como muchos ingleses, solo relaciona Irlanda con la época de The Troubles. Janet (Rosin Gallagher) lleva una vida monótona trabajando en un supermercado, y el reciente abandono de su marido la ha conducido a un estado de depresión que la lleva a tomar la decisión de suicidarse. El encuentro entre ambos se produce mientras ella se prepara para dispararse con una escopeta y aparece Seamus saltando el muro de su jardín mientras huye de un grupo de jóvenes airados.
Esta primera conexión entre los protagonistas cargada de humor negro, que podría ser tan dramática como cómica, marca el tono de una serie que en su planteamiento (chica conoce a chico famoso) podría parecerse a la interesante Starstruck (HBO Max, 2021-2023), sobre todo en su excelente primera temporada, pero que en realidad se acerca mucho más a la extraordinaria Catastrophe (Channel 4, 2015-2019). De hecho, Seamus recibe la primera sorpresa cuando descubre que no es tan famoso como creía, porque no forma parte del grupo de personajes de reality shows que las espectadoras como Janet están acostumbradas a ver en televisión. Sin embargo, hay una especial conexión entre ambos, cuyas largas conversaciones conducen a ciertos sentimientos que se contraponen con la realidad, especialmente la del compromiso de boda que tiene Seamus con su novia Frankie (Alice Eve), que la serie nunca retrata como una antagonista, sino como un personaje incluso agradable. En cierta manera, The lovers podría calificarse como una comedia no-romántica, porque la relación entre los dos protagonistas va sufriendo diferentes altibajos que les alejan más cuanto más se acercan. Y se apoya en unos diálogos especialmente mordaces, en los que están muy presentes las relaciones entre ingleses e irlandeses, marcadas por los estereotipos y los tópicos sobre sus diferentes formas de ser, uno de los elementos que David Ireland sabe manejar con especial acierto.
La química que mencionamos al principio es clara en esta serie que rompe la tradición de las comedias simplonas que suele producir Sky Atlantic para adoptar otra perspectiva mucho más interesante. El cantante Johnny Flynn, que inició hace unos años una irregular carrera como actor con personajes tan controvertidos como su David Bowie en Stardust (Gabriel Range, 2020) o el protagonista del extraño musical The score (Malachi Smyth, 2022), consigue elaborar un personaje que acaba resultando simpático dentro de su limitada forma de ver la vida. Pero sobre todo Roisin Gallagher impulsa la serie gracias a un personaje que devuelve a la realidad más de una vez a Seamus, aunque por otro lado mantiene un secreto que solo se revelará en uno de esos acercamientos que acaban en alejamiento en el penúltimo episodio. La actriz ofreció ya una interpretación sobresaliente como una mujer alcohólica que trata de dejar la bebida en la excelente comedia dramática irlandesa The dry (ITV/RTÉ, 2022), incomprensiblemente inédita en España. La serie está dirigida con buen pulso por Justin Martin, colaborador de Stephen Daldry en producciones teatrales como Billy Elliot. The musical (2005) y Stranger things: The first shadow (2023), y con el que co-dirigió la película Juntos (Stephen Daldry, Justin Martin, 2021). The lovers es una rom-com encantadora que se beneficia de unos diálogos afilados, en la que los personajes utilizan las palabras como instrumentos de ataque, pero que en el fondo apuesta por el contacto personal al margen de las problemáticas políticas que solo son un trasfondo que enturbian las relaciones humanas.
SkyShowtime, 9 de febrero-22 de marzo
Estados Unidos, 2024 - 8x45'
Creada por Kyle Killen, Steven Kane
Dirigida por Debs Paterson, Craig Zisk, Otto Bathurst, Dennie Gordon
Basado en el visionado de los cuatro primeros episodios.
Los títulos de los episodios de esta segunda entrega ya indican que la serie trata de acercarse al canon del juego, aunque mantenga diferencias en el desarrollo de la historia. Visegrád (T1E3), que se refiere a una región ubicada en el planeta Reach (toma su nombre de una ciudad fortificada medieval en Hungría), comienza a desarrollar claramente las dos tramas principales, que tienen como protagonistas a John-117 por un lado y a Kwan Ha (Yerin Ha) por otro, en este último caso relacionada con Laera (Fiona O'Shaughnessy), la esposa de Soren (Bokeem Woodbine), y su hijo Kessler (Tylan Bailey), que sin embargo se siente una subtrama algo débil. Pero es especialmente significativo Reach (T1E4), que se refiere al planeta en el que se mantiene una colonia humana y es la fortaleza militar del UNSC. El primer libro publicado en torno al universo de Halo, La caída de Reach (2001, Ed. Timun Mas Narrativa), era una precuela del primer videojuego que se convirtió más tarde en la base para la quinta entrega, Halo: Reach (2010), que contaba el reclutamiento y formación de John-117. Pero también abordaba el ataque más cruento de los Covenant, que debe ser contrarrestado por los Espartanos en condiciones poco adecuadas. Se trata de un notable episodio de acción que al mismo tiempo introduce más claramente uno de los temas principales de la temporada, la dualidad entre el humano y el soldado, cuando Talia Pérez (la actriz mexicana Cristina Rodlo) le dice a John-117: "Ellos son mis amigos. Es mi familia. No nos han entrenado para ésto", una frase que resulta especialmente significativa. Esta exploración de cómo las emociones humanas afectan inevitablemente a los soldados está mejor enfocada en esa especie de vacío que sufre Riz-028 (Natasha Culzac) tras el enfrentamiento en Sanctuary, que de una u otra forma afecta a quienes han participado.
Tanto Visegrád como Reach cuentan con un director tan solvente como Craig Zisk (1965, California), que recientemente ha dirigido el primer episodio de la segunda temporada de Entrevista con el vampiro (AMC+, 2023-). Utilizando planos secuencia con cámara en mano que acompaña a los soldados desde un punto de vista similar al del videojuego, como si el espectador fuera uno de los participantes, consigue crear una tensión y un dinamismo que hasta ahora no habíamos encontrado en la serie, y que se aleja de la textura de CGI que habíamos visto en muchas secuencias de acción la temporada pasada. Reach (T1E4) es un notable episodio que se acerca a lo que se podría esperar de una serie como Halo (SkyShowtime, 2022-), en una temporada que adquiere un tono más oscuro y que consigue crear tramas que resultan más sólidas, con un desarrollo narrativo que parece estar estableciendo los cimientos de una historia mejor construida, dirigiéndose hacia enfrentamientos más intensos como el de este episodio. Con directores más solventes y la incorporación de Bear McCreary en la banda sonora, parece evidente el cambio de perspectiva del proyecto, que aunque en la primera mitad deja algunos personajes secundarios sin un desarrollo convincente, adquiere una mayor entidad que le acerca seguramente a lo que los aficionados al juego esperaban de esta adaptación.
Filmin, 13 de febrero
Reino Unido, 2023 - 4x58'
Creada por Sarah Phelps
Dirigida por Saul Dibb
BAFTA '24: Mejor Serie Limitada, Mejor Actor (Timothy Spall)
Habitualmente los true crime han tenido una especial fascinación por el retrato de los culpables, pero en los últimos años hay una tendencia encomiable a contar estos dramas criminales basados en hechos reales a través de la mirada de las víctimas, lo cual ofrece una perspectiva mucho más dolorosa pero también respetuosa hacia quienes sufrieron las consecuencias de esos actos criminales, que parecen a veces olvidados por parte de los guionistas. En este sentido, la espléndida miniserie El quinto mandamiento (Filmin, 2023) no es la historia de Benjamin Field, el hijo de un ministro baptista que engañó a dos ancianos para conseguir sus bienes después de matarlos administrándoles drogas durante varias semanas, sino que es la historia de Peter Farquhar y Ann Moore-Martin, sus dos víctimas principales. La guionista Sarah Phelps ha demostrado una especial habilidad para manejar la estructura narrativa del formato de miniserie, con títulos destacados como Un escándalo muy británico (HBO Max, 2021) y algunas de las mejores adaptaciones de novelas de Agatha Christie que se han realizado en los últimos años: desde Diez negritos (Movistar+, 2015) hasta Inocencia trágica (Movistar+, 2018). La estructura utiliza con habilidad los cuatro episodios para detenerse en diferentes aspectos: el primero y el segundo están dedicados a las dos víctimas, el tercero a la investigación policial y el cuarto al juicio que se desarrolló en la localidad de Maids Moreton, Buckingham, en el año 2015. La primera mitad ofrece el retrato de dos personas sencillas que son engañadas por la supuesta amabilidad del que será su verdugo, pero es en el caso de Peter Farquhar (Timothy Spall) en el que hay una mayor profundidad, como un profesor jubilado que se siente culpable por sus tendencias homosexuales (por las noches contempla en internet fotografías de cuerpos masculinos jóvenes, pero sin contenido sexual). Perteneciente a la misma comunidad religiosa, Ben Field (Éanna Hardwicke) se convierte en su amigo y confidente, para ser después su amante, al que le deja vivir en su casa con su amigo Martyn (Conor McNeill), un presunto cómplice, aunque el juicio posterior no dejó claro su grado de participación en los crímenes. Timothy Spall ofrece una magistral representación de esa bondad mezclada con atracción erótica que siente Peter, y que le hace confiar y entregarse de manera generosa, hasta que comienza a experimentar alucinaciones.
Su vecina Ann Moore-Martin (Anne Reid) se convertirá en la siguiente víctima de Ben Field, que es descrito en el juicio como una serpiente que se introducía en las vidas de personas solitarias para seducirlas mientras iba deteriorando su salud administrándoles drogas en las bebidas sin que ellos notaran nada extraño. Aunque en este último caso, su sobrina Anne-Marie Blake (Annabel Scholey) comienza sospechar cuando el misterioso amigo de su tía parece reacio a mostrarse dentro del entorno familiar. La historia nos recuerda el grado de vulnerabilidad de personas mayores que viven solas y únicamente esperan sentirse acompañadas, la principal debilidad de la que se aprovechaba el criminal. El retrato que hace Éanna Hardwicke, al que hemos visto en Normal people (Movistar+, 2020), de este sibilino agresor es notable, porque nunca muestra ningún tipo de ira o desprecio, manteniendo siempre una mirada fría depredadora pero al mismo tiempo estudiando a sus víctimas para ofrecerles lo que necesitan. Un cierto erotismo teñido de devoción religiosa para Peter y la compañía amable para Ann, mostrándose como un seductor que se apoya en las flaquezas para construir su plan, principalmente con el objetivo de recibir en herencia parte de los bienes de sus víctimas. En el transcurso de la serie, Martyn y Ben parecen estar iniciando el proceso de seducción de otra vecina, Elizabeth Zettl (Sheila Hancock). El director Saul Dibb ha abordado otros crímenes reales en miniseries como Muerte en Salisbury (Movistar+, 2020) y trabajó con Sarah Phelps en Dublin murders (BBC, 2019), pero aquí demuestra una especial habilidad para manejar un ritmo pausado sin que el interés se resienta en ningún momento. El primer episodio se cierra con una imagen que parece captada desde una cámara de video, y que enfoca la casa de Peter para centrarse en otra casa, mientras vemos a Ann desde el exterior, como si fuera observada, lo que provoca una sensación incómoda, casi de película de terror.
Hay un trasfondo religioso en la serie que resulta fundamental para entender el grado de confianza en el que se mueve de manera enigmática el asesino, algo parecido a lo que le ocurre a los familiares de Susan Broberg en A friend of the family (SkyShowtime, 2022), pero sin el tono caricaturesco que tenía aquella. Por el contrario, el confort que provoca el sentimiento religioso en las víctimas, que es también la puerta por la que se introduce el mal en sus vidas, es mostrado con una mirada respetuosa. Aunque en el caso de Peter también supone un obstáculo para mostrar sus sentimientos hacia otros hombres, cuando se lo cuenta al pastor de su comunidad (Jon Bard) no recibe una condena, sino comprensión: "¿Realmente piensas que si tuvieras una relación con un hombre, Cristo te rechazaría?", le dice el vicario. Para Ann, la religión también supone una manera de apoyarse en la comunidad, y cuando comienza a sentirse mal, encuentra en los espejos de su casa frases que parecen guiarle en sus acciones: "Ann. Apoya a Ben. Ben te quiere. Todo lo que le das, te lo devolverá", que evidentemente han sido escritas por su amigo manipulador, pero que ella recibe como mensajes celestiales. Y así se va construyendo una historia que no solo se apoya en las víctimas principales, sino que también se detiene en el sufrimiento de sus familiares, especialmente de Ian Farquhar (Adrian Rawlins), el hermano de Peter, quien transmite de manera dolorosa la impotencia de no haber sabido captar las señales de peligro.
SkyShowtime, 19 de febrero-18 de marzo
Reino Unido, 2023 - 6x53'
Creada por Joe Murtagh
Dirigida por Harry Wootliff, Rachna Suri
Las primeras escenas de esta serie muestran al personaje de Lorna Brady (Ruth Wilson) en mitad de una carretera rodeada de vacas, despertando de otra noche de insomnio que la conduce cada vez más frecuentemente a salir de su casa en el ficticio pueblo irlandés de Kilkinure, e incluso a cometer algunos actos vandálicos. Son las consecuencias del trauma de una superviviente a la que le arrebataron su bebé cuando era una adolescente tras ser enviada debido a su embarazo a una casa de acogida gestionada por la Iglesia Católica. El trasfondo es la historia real de las llamadas lavanderías de la Magdalena, una especie de asilos para mujeres descarriadas que estuvieron funcionando en Irlanda desde finales del siglo XIX hasta que se clausuró el último en 1996. Mientras la sociedad miraba hacia otro lado, ni siquiera la independencia de Irlanda en 1922 terminó con el funcionamiento de estas instituciones que arrebataron a los hijos de las jóvenes para darlos en adopción. En 2011, las Naciones Unidas instaron al gobierno irlandés a iniciar una investigación, a raíz de una denuncia del grupo de defensa Justice for Magdalenes, que concluyó con un informe que admitía los abusos y la responsabilidad del Estado, lo que condujo a una disculpa oficial del gobierno y algunas compensaciones, frente al silencio de las instituciones eclesiásticas. Ambientada en el año 2015, el guionista Joe Murtagh conoció el caso real a través de la película Las hermanas de la Magdalena (Peter Mullan, 2002), y posteriormente otros filmes han abordado el tema como Philomena (Stephen Frears, 2013), protagonizada por una madre que busca a su hijo.
En Dublín el sacerdote Percy Sheehan (Stephen Brennan) aparece asesinado en su casa, y las investigaciones del detective Colman Akande (Darryl McCormack) le llevan hasta Kilkinure, donde se ha encontrado el vehículo del sacerdote muerto. Lorna a veces acude a reuniones de un grupo de mujeres que, como ella, perdieron a sus hijos recién nacidos pero, a diferencia de ellas, no está dispuesta a olvidar a cambio de algún tipo de indemnización y la obsesión por encontrar a su hija la convierten en una especie de desquiciada a ojos de sus vecinos, lo que permite a Ruth Wilson elaborar uno de esos personajes complejos en los que suele brillar como actriz. Aunque generalmente tiene la comprensión del sargento Aidan Massey (Simon Delaney), un veterano policía con sentimiento de culpabilidad por no haber hecho nada para evitar los abusos que eran vox populi en Kilkinure, incluso cuando Colman Akande sospecha que Lorna puede tener alguna relación con la muerte del sacerdote y la desaparición de Aoife (Fiona Bell), una monja que también fue cómplice de las prácticas abusivas. Los episodios de insomnio están rodeados de un tono de terror gótico que contribuyen a una primera parte de la miniserie especialmente oscura, en la que ni siquiera la protagonista tiene demasiado claro cuál es su responsabilidad en las consecuencias de determinados actos, aunque la historia deriva progresivamente hacia un drama de madres heridas psicológicamente que intentan lidiar con los traumas de su pasado.
La mujer en la pared (SkyShowtime, 2023) funciona en la construcción de un misterio que, a la postre, sirve para denunciar la pasividad de la sociedad irlandesa frente a las prácticas de los sacerdotes católicos. Tanto, que incluso algunos medios irlandeses han criticado que la televisión pública británica se enfoque en este caso de abuso y no en los numerosos escándalos de adopciones ilegales que implicaron a la Iglesia Católica inglesa en las décadas de los 50 a los 70. Escrita por Joe Murtagh, que fue nominado al BAFTA por la película Mantén la calma (2019), y dirigida por Harry Wootliff, que también fue nominada al BAFTA por su debut en el largometraje Only you (2018), esta producción británica aún inédita en España mantiene la intriga con algunos apuntes de humor negro, mientras va construyendo a unos personajes sólidos, incluso los secundarios, que conducen la historia por caminos a veces dolorosos. Hay tonalidades oscuras que se adentran en un entorno que parecen referencias a David Lynch, sobre todo cuando Lorna se emborracha en una celebración y se despierta con unos cuernos de diablo mientras hace un descubrimiento terrible en una habitación roja en la que guarda recortes y recuerdos de los asilos. La mujer dentro del muro es la representación de los demonios interiores y del trauma, la necesidad de romper la pared para acceder a los rincones más recónditos de la memoria, representado en Knock, knock (T1E3), un episodio sobresaliente que parece inspirarse en Edgar Allan Poe. Lo que convierte a La mujer en la pared en una representación tenebrosa de la impunidad de la Iglesia católica durante décadas.
SkyShowtime, 22 de febrero / 11 de abril
EE.UU., 2024 - 7x50'
Creada por Seth MacFarlane
Dirigida por Seth MacFarlane
La lista de comedias protagonizadas por personajes emporrados fue bastante larga hace una década, con títulos tan definitorios como 2 colgaos muy fumaos (Danny Leiner, 2004) o Superfumados (David Gordon Green, 2008), y con los honrosos precedentes de El gran Lebowski (Joel Coen, Ethan Coen, 1998) y Amor a quemarropa (Tony Scott, 1993). Dentro de esa categoría, Ted (Seth MacFarlane, 2012) terminó siendo una de las últimas incursiones en estos relatos sobre la inmadurez. Su recuperación en formato de precuela sitcom parece una aportación algo anacrónica que sin embargo se enmarca dentro de esta tendencia de reboots, secuelas y remakes que nos están llegando, desde Frasier (SkyShowtime, 2023) hasta Juzgado de guardia (Warner TV, 2023-). Pero la propuesta de Seth MacFarlane (1973, Connecticut) sitúa la acción hábilmente en 1993, a medio camino entre el comienzo de la película en 1985, cuando el niño John Bennett (Bretton Manley) pedía que su osito de peluche cobrara vida (deseo cumplido), y el resto de la historia protagonizada por un John tan adulto físicamente como inmaduro psicológicamente (Mark Wahlberg). En esta ocasión, John Bennett (Max Burkholder) es un adolescente de 16 años que convive con Ted (Seth MacFarlane), de regreso a Framingham, Massachusetts, después de que haber pasado de moda tras una etapa de popularidad. Hay una cierta tendencia del creador de la serie hacia la nostalgia de los años noventa, que ya estaba presente en su exitosa serie animada Padre de familia (Disney+, 1999-2025), renovada recientemente para las temporadas 22 y 23, y que tuvo el honor de recibir algunas de las críticas más feroces tras el estreno de su primera temporada en 1999. En una reseña que se ha convertido en un clásico, el crítico de The Washington Post, Tom Shales, la calificó como "una comedia animada absolutamente excrementicia", deseando que "la habitación en la que está dibujada la serie sea saqueada, vaciada, desinfectada y reducida a cenizas". Sirva esta mención como un homenaje póstumo a uno de los críticos norteamericanos más respetados, temidos y mordaces, ganador del Premio Pulitzer, que falleció a mediados de enero de este año.
Pero se podría decir que Ted (SkyShowtime, 2024) aprovecha esta mirada nostálgica para ser muy satírica con el tipo de sitcoms que se producían en los años noventa. El personaje de Matty Bennett (Scott Grimes), el padre de John, es en esencia una parodia del tipo de protagonistas masculinos de las comedias de situación familiares que tan glorificados estaban en los noventa, un tipo conservador, machista, misógino y homófobo que sin embargo tiene que aceptar que esa sociedad reaccionaria en la que le gustaría vivir está en vías de extinción, aunque en el episodio Noche ruidosa (T1E6) encuentra una especie de alter ego. Pero el contrapunto de Matty no es su esposa Susan (Alanna Ubach), que se conforma con lo que tiene, incluso aunque estar casada le haya supuesto renunciar a su aspiración de ser profesora, como se muestra en Buscando a Susan desesperadamente (T1E5). Sino un nuevo personaje que introduce la serie, la prima Blair (Giorgia Whigham), una joven apasionada que es incapaz de soportar los comentarios de su tío durante las cenas, como cuando en el largo episodio piloto Solo di que sí (T1E1) Matty culpa de un rasguño en su coche al hecho de haber aparcado delante de un restaurante chino, lo que Blair considera un comentario racista. "No soy racista. Mi película favorita es Rocky. Es sobre un tipo negro que vence a un blanco", le contesta él. Blair es uno de los aciertos del programa, aunque algunos episodios como Noche ruidosa (T1E6) resultan demasiado discursivos, funcionando mejor si se ve como una irónica mirada al tipo de especiales navideños característicos de las comedias familiares.
También es cierto que el tipo de humor que despliega Seth MacFarlane en la serie es lo suficientemente reconocible como para no ser especialmente ingenioso, sobre todo en episodios como Disfunción eyectil (T1E3), en el que John está empeñado en ver su primera película porno en la época en la que solo era posible hacerlo alquilando un VHS en el videoclub. Pero Ted acaba siendo disfrutable y divertida, y la idea de recuperar al protagonista en su época adolescente le da un aire a las películas juveniles de John Hughes, además de contar con la participación de algún invitado especial como Ian McKellen, que ejerce como narrador en dos episodios, un guiño a la película original en la que el narrador era su amigo Patrick Stewart. Y sostiene la dinámica de la relación del oso de peluche con el John adolescente de una manera mucho más equilibrada de lo que pudiera esperarse, pero logrando que se mantenga el interés incluso cuando están separados, como en el episodio más divertido de la temporada, Metro, bicicletas y automóviles (T1E4). La historia se desarrolla durante una noche de Halloween en la que Ted se disfraza de Ewok, pero comparte casi todas las escenas con Blair mientras John espera en casa. Es uno de esos relatos de aventuras nocturnas un tanto surrealistas que comienza cuando Blair sugiere ver Los ojos del bosque (John Hough, Vincent McEveety, 1980), producida por Walt Disney y protagonizada por Bette Davis, como la mejor película de terror de todos los tiempos: "Los años ochenta fueron la época más oscura de Disney", comenta. Pero sobre todo es uno de esos episodios que demuestran que esta nueva versión de Ted tiene recursos suficientes como para lograr momentos cómicos sobresalientes. Estrenada ya completa en Estados Unidos a través de Peacock, la serie llega a SkyShowtime con el formato últimamente habitual de dos bloques de episodios: el 22 de febrero se estrenan los primero cuatro y hasta el 11 de abril no llegan los tres últimos.
Movistar+, 24 de febrero
Ucrania, 2023 - 6x30'
Creada por Anastasiia Lodkina, Artem Lytvynenko, Pavlo Ostrikov, Tala Prystaetska, Sergii Lushchik
Dirigida por Oleksii Yesakov, Artem Lytvynenko, Pavlo Ostrikov, Tala Prystaetska, Valentyn Shpakov, Katya Tsarik
Las cifras de refugiados ucranianos desde que se produjo la invasión de Rusia en febrero de 2022 ha aumentado hasta llegar a 6.444.800, según la última actualización de las estadísticas (ACNUR, 31/12/2023). Se calcula que uno de cada dos ucranianos ha abandonado el país huyendo de la guerra, pero el proyecto de la cineasta Anastasiia Lodkina se centra en aquellos que, bien por voluntad propia o forzados, se han quedado en el país, a través de seis historias que están basadas en hechos reales o cuyos protagonistas están inspirados en acontecimientos verídicos. La serie de antología Ucrania: Los que se quedaron (Movistar+, 2023) es el primer proyecto cinematográfico que ha entrado en producción tras el estallido de la guerra, y fue rodado en Kiev en dos bloques: tres episodios en el mes de marzo de 2023 y los otros tres a finales de abril, de manera que las imágenes adquieren el pulso de la tensión de un conflicto en pleno desarrollo. Como ya comentamos en nuestra crónica de la pasada edición de Seriedagene '23, donde presentaron un avance con las primeras imágenes tanto la showrunner Anastasiia Lodkina como la productora Kateryna Vyshnevska, Ucrania no invierte en cine y televisión por razones evidentes, de manera que la serie ha contado con el respaldo de la destacada distribuidora alemana Red Arrow Studios, cuyo vicepresidente de adquisiciones es el español Rodrigo Herrera Ibarguengoytia, que ha garantizado las ventas internacionales, y ha sido coproducida por televisiones públicas nórdicas como Yle (Finlandia), NRK (Noruega) y SVT (Suecia), una colaboración inusual ya que los habituales socios estratégicos de Ucrania han sido países como Polonia o incluso Italia, que fue la coproductora del anterior proyecto que unió a la productora y la guionista, la película Koza Nostra (Giovanni Dota, 2019).
Los episodios son independientes y autoconclusivos, pero están unidos por el escenario de los primeros días de la guerra, alrededor del 24 de febrero de 2022, la fecha elegida adecuadamente por Movistar+ para su estreno en España cuando se cumplen dos años desde el comienzo de la invasión. El primer episodio, Familia (T1E1) tiene como protagonistas a Olga (Kateryna Varchenko) y su marido Pasha (Roman Lutskyi), un matrimonio de buena posición económica que, junto a sus hijos, son directamente afectados por los primeros bombardeos rusos, para los que no estaban preparados a pesar de las advertencias del ex-marido de ella, Sergiy (Taras Tsymbaliuk), quien ha estado aprovisionando alimentos durante los últimos meses, convirtiendo su casa en un búnker. De manera que, a regañadientes, Pasha debe aceptar que el mejor lugar donde refugiarse es en el apartamento de Sergiy. La familia tiene la posibilidad de huir fuera del país, pero unas circunstancias les obligan finalmente a quedarse en Kiev, mientras el ex-marido se prepara para unirse al ejército ucraniano. Dirigido por Oleksii Yesakov, que tiene previsto estrenar también la película en torno a la guerra Grown by freedom (2023), el episodio habla sobre cómo el conflicto ha afectado a las familias, y la manera en que los niños consiguen adaptarse a las circunstancias: "Mis hijos saben cómo sobrevivir en una guerra mejor que yo misma", comenta Olga. En contraposición, el episodio Sin hogar (T1E3), escrito y dirigido por Pavlo Ostrikov (1990, Ucrania), que ganó el premio al Mejor Cortometraje en el Festival de Locarno por Vypuskt '97 (2017), cuenta la historia de Bilyi (Yaroslav Bezkorovayny), un hombre que vive en la calle junto a su hijo Sashko (Mykhaylo Korzhenivsky) y que encuentra un sentido a su vida cuando comienza a colaborar con las Defensas Territoriales ucranianas, aunque tenga que renunciar a su propio papel como padre. Muestra la manera en que la guerra ha roto a muchas familias, separándolas indefinidamente, porque los protagonistas de Los que se quedaron no se comportan como héroes, sino que afrontan el conflicto con los miedos y la incertidumbre de personas normales, aunque es cierto que algunas historias tienen un cierto trasfondo patriótico.
También Kiev-Berlín (T1E4) se enfoca en la separación que experimentan Klaus (Fabiän Männel) y Marusya (Maria Stopnyk), quienes se conocen en Alemania, donde comienzan una relación. Contada mezclando dos líneas de tiempo que se desarrollan en Berlín en 2021 y Kiev en 2022, bajo la dirección de Valentyn Shpakov, la trama se centra en el viaje que realiza Klaus a Ucrania cuando estalla la guerra tratando de convencer a Marusya de que salga del país. Una historia romántica que refleja cómo los sueños de futuro de ella acaban rompiéndose en tan solo unos cuantos meses, pero que también se enfoca en la solidaridad de personas de otros países. Uno de los aciertos de la serie es retratar con precisión la forma en que la guerra puede cambiar la vida de sus víctimas, como en Mamás (T1E5), que muestra la angustia de la pareja formada por Nastya (Oksana Zhdanova) y Yulia (Antonina Khyzhnyak) tratando de proteger a su hijo pequeño Ihor (Oleksandr Ladyka), para lo que se refugian en el cuarto de baño de su apartamento, convirtiendo la bañera en una improvisada trinchera durante los bombardeos. Escrito y dirigido por Tala Prystaetska, productora de la telenovela de época Encadenada (2019-2023), que en España estrenó Divinity, es uno de los episodios más conmovedores. Pero los dos basados en noticias reales son En el zoo (T1E2) y La estrella de la ciudad (T1E6). El primero cuenta la historia del Zoo XII Months, situado en la localidad de Demydiv, ocupada por el ejército ruso entre el 26 de febrero y el 31 de marzo, tiempo durante el cual sus trabajadores se negaron a marcharse para evitar que los animales murieran de hambre y frío. Es un episodio duro que muestra el estrés que los bombardeos provocó en estos animales (algunos de ellos murieron por infartos) y está escrito y dirigido por Artem Lytvynenko, responsable de la serie The Sniffer (2019-), que estrenó en España el canal Energy. El último episodio tiene como protagonista al comediante Andriy Danilko (Vyacheslav Dovzhenko), más conocido como Verka Serduchka, que representó a Ucrania en el Festival de Eurovisión 2007, despertando una gran controversia en el país por tener como representante a una drag queen, pero consiguiendo quedar en segunda posición. En 2022 se convirtió en un héroe nacional cuando decidió quedarse en el lujoso edificio situado en el centro de Kiev en el que vivía, transmitiendo su experiencia a través de las redes sociales como una llamada a la resistencia, y organizando actuaciones musicales en el metro de Kiev. Cuando la guerra de Ucrania ha dejado de ocupar las portadas de los periódicos, Los que se quedaron es una interesante propuesta, que consigue evitar el tono demasiado patriótico, sobre la manera en que la guerra ha afectado a ciudadanos que tenían vidas normales, recordando cómo las situaciones más dramáticas pueden también despertar las mayores muestras de humanidad.
AMC, 26 de febrero
Irlanda, 2023 - 6x45'
Creada por Ray Lawlor
Dirigida por John Hayes, Oonagh Kearney
IFTA Awards '24: Rising Star (Siobhán Cullen)
Hay momentos en los que la protagonista de esta serie de la televisión pública irlandesa RTÉ, estrenada en Estados Unidos a través de Hulu, parece una hermana gemela de Dexter (SkyShowtime, 2006-2021), no solo porque sigue un código ético que la lleva a asesinar a aquellos que considera que se lo merecen, sino porque el relato está marcado por la narración en primera persona que nos muestra sus reflexiones. Aunque su historia de origen es claramente diferente. Elvira Clancy (Siobhán Cullen) es una periodista que trabaja en el Kilraven Chronicle, un periódico que tiene tan baja tirada en un pueblo con tan pocas noticias, que ella es la elegida por su editor Hughie Burns (David Ganly) para que se encargue del obituario cuando la redactora habitual necesita que escriban su propia esquela. Pero sin un sueldo fijo, sino cobrando por cada necrológica que redacte. Y en un pueblo tan pequeño como Kilraven tampoco es que se muera alguien todos los días. Pero, tras una primera muerte que es una especie de accidente provocado, su padre alcohólico Ward (Michael Smiley), que según ella "a veces me inspira", le da una idea sobre la necesidad de hacer justicia con Sylvester McHugh (Lenny Hayden), un constructor de Londres en una de cuyas obras murieron tres trabajadores del pueblo: "Alguien debería cortarle las alas antes de que nadie más salga lastimado", piensa en voz alta. Lo que Elvira se toma al pie de la letra, y de camino consigue sumar una necrológica más a su nómina. La actriz Siobhán Cullen, que participó anteriormente en el excelente drama The dry (ITV, 2022), inédito en España, interpreta con sutileza a un personaje calculador pero emocionalmente poco empático, atraída por la muerte desde que era pequeña, haciendo frente a su timidez en público cuando era adolescente, no imaginándose a los demás desnudos, sino muertos. Cada vez que se cruza con alguien, en su mente se dibuja el titular de su fallecimiento, por lo que solo es cuestión de tiempo que se convierta en una especie de asesina en serie que administra la justicia que se merecen algunos.
Obituary (AMC, 2023) está creada por el guionista Ray Lawlor (1977, Irlanda) en su primer trabajo para la televisión y tiene un divertido tono de comedia negra que conforme avanza la historia se va perdiendo, lo que resulta algo decepcionante. Hay un trasfondo interesante en la construcción del personaje principal, quien en su juventud era adicta a los medicamentos e incluso barajó la posibilidad de suicidarse, mientras que la creación del entorno, ese pequeño pueblo plagado de personas singulares como la mejor amiga de Elvira, Mallory (Danielle Galligan), nos hace recordar a series como After life (Netflix, 2019-2022) o incluso Hermanas hasta la muerte (Apple tv+, 2022-). Pero Obituary no se conforma con relatar cómo la protagonista planea un asesinato diferente en cada episodio, sino que va creando subtramas que tienen diverso interés, como la investigación del periodista recién llegado Emerson Stafford (Ronan Raftery), quien comienza a husmear en algunos acontecimientos sucedidos en el pasado que podrían implicar al padre de Elvira. La serie consigue mantener la solidez narrativa mezclando estas subtramas que protagonizan diferentes personajes, de manera que evita centrarse solo en la protagonista. Pero profundiza cada vez más en las consecuencias que un momento concreto de su vida acabó teniendo en la forma en que desarrolló su personalidad.
El año pasado se estrenó otra serie sobre una periodista de necrológicas, la endeble y excesivamente larga comedia Casi muertos (Disney+, 2023-), que este mes estrena su segunda temporada, en la que Gina Rodríguez interpreta a la redactora del obituario de un periódico que comienza a ver los fantasmas de los fallecidos sobre los que debe escribir. Así que el tema parece que es una tendencia reciente, pero lo cierto es que la serie del irlandés Ray Lawlor consigue, a pesar de algunas deficiencias narrativas y menos humor negro del que parecía tener en los primeros episodios, una mayor consistencia y sobre todo tiene la capacidad de construir un personaje central que no se limita a ser una asesina en serie por necesidades económicas, como podría parecer leyendo la sinopsis, sino que tiene un trasfondo psicológico mucho más fascinante de lo que podría esperarse.
Séries Mania '23: Mejor Serie Panorama Internacional
Kristallen '23: Mejor Serie Dramática
Prix Europa '23: Mejor Serie Europea
Esta ambiciosa producción adapta la exitosa novela Ocurrió a orillas del río (1993, Ed. Tusquets) de la escritora Kerstin Ekman (1933, Suecia), galardonada con el premio más prestigioso de la literatura nórdica en 1994, convirtiéndola en una especie de nordic noir que tiene la dificultad de estar obligada a enfocarse en la investigación del asesinato de dos turistas en un pequeño pueblo de montaña, porque resulta complicado trasladar a imágenes la representación de la integración de la naturaleza en las vidas de sus habitantes que describía con especial acierto el libro. Creada por Karin Arrhenius (1972, Suecia) responsable de thrillers como Rebecka Martinsson (C More, 2017-) y Maren Louise Käehne (1976, Dinamarca), la serie se desarrolla con un ritmo lento, como si no encontrara el equilibrio entre las dos épocas que describe: 1991 y 1973, y también se sintiera desequilibrada en la tonalidad que pretende adoptar. En el reparto predomina buena parte de la familia August, con Pernilla August en un papel de presencia secundaria pero relevancia en la trama, quien interpreta al personaje de Annie Raft en 1991, a la que da vida su hija Asta Kamma August en 1973. Mientras que la hermana de ésta, Alba August, interpreta a Mia, la hija de Annie en 1991. Ocurrió a orillas del río (Filmin, 2023) comienza precisamente en esta fecha cuando Annie ve a través de la ventana de su casa a su hija acompañada por un hombre al que conoció en 1973, cuando acababa de llegar a la pequeña comuna de Stjärnberg, en medio del bosque, donde se reúne con su novio durante las celebraciones del Midsommer.
La llegada de Johan (Erik Ehn 1991; Liam Gabrielsson Lövbrand, 1973), devuelve a la memoria de Annie un caso sin resolver en el que veinte años atrás fueron descubiertos una pareja de jóvenes turistas asesinados cuando acampaban en mitad del bosque, lo que despertó las sospechas entre los vecinos de la zona y reavivó las complejas relaciones entre los habitantes de las poblaciones cercanas, especialmente en torno a un grupo de jóvenes habituados a sembrar el caos por donde pasan. Annie había llegado con su hija a Stjärnberg dejando su trabajo como maestra y vendiendo su casa para consolidar su relación con el que fuera su alumno, Dan (Christian Fandango Sundgren), que vive en una comuna autosuficiente en medio del bosque, a la que muchos habitantes de la zona consideran una secta que practica ritos sexuales. La descripción de esta comunidad que quiere vivir en contacto con la naturaleza pero marcada por una estricta estructura jerárquica, es uno de los elementos más interesantes de la serie. Pero, a pesar de unos primeros episodios algo dispersos, conforme la historia se centra en la investigación que retoma el doctor Birger Torbjörnsson (Rolf Lassgård, 1991; Sven Boräng, 1973) debido a un acontecimiento trágico, Ocurrió a orillas del río se consolida progresivamente como un nordic noir atípico que busca un tipo de narración diferente, lo que la ha colocado como una de las series más premiadas el año pasado, desde su estreno en Séries Mania hasta los premios Kristallen 2023 de la televisión sueca. De hecho, es una de las series que incluimos en nuestro reportaje especial sobre las 10 Mejores Series Inéditas de 2023.
La serie está dirigida con solvencia por Mikael Marcimain (1970, Suecia), director de aquella interesante muestra de ficción true crime que fue La caza de un asesino (Filmin, 2020). En su desarrollo, trata de solventar la dificultad de soslayar los elementos filosóficos sobre la conexión con la naturaleza que plantea la novela original, enfocándose principalmente en la investigación de los asesinatos, sobre todo a partir de la segunda mitad de la historia. Con una textura visual que establece perfectamente el tono entre las dos épocas en las que se desarrolla, aunque a veces los cambios de una a otra se sientan como algo aleatorios, hay algunos elementos que aportan una especial calidad a la serie, como la música compuesta por Mattias Bärjed (1973, Suecia), que fue guitarrista de la banda de rock sueca The Soundtrack of Our Lives y en los últimos años se ha dedicado a la composición de bandas sonoras. Es un espléndido trabajo que mantiene el equilibrio entre una tonalidad folk para el año 1973 en la que predomina la guitarra solista y una textura más oscura para la investigación que se desarrolla en 1991.
Vigil. Conspiración desde el aire ★★★☆☆
Movistar+, 27 de febrero-2 de abril
Reino Unido, 2023 - 6x58'
Creada por Tom Edge
Dirigida por Andy De Emmony, Joss Agnew
El mayor éxito de la BBC en 2021, cuando el mundo estaba sumido en un confinamiento debido al coronavirus, fue precisamente un drama policial que confinaba a la agente Amy Silva (Suranne Jones) en el interior de un submarino rodeada de militares y testosterona para investigar un asesinato, que precisamente utilizaba con astucia la imposibilidad de escapar de ese entorno claustrofóbico como un elemento que contribuía a aportar suspense a la historia, mientras otra investigación paralela protagonizada por Kirsten Longacre (Rose Leslie), pareja sentimental de Silva, aportaba un cierto respiro exterior al espacio cerrado del submarino. Creada por Tom Edge, guionista del drama criminal basado en las novelas de J.K. Rowling Cormoran Strike (HBO Max, 2017-) y co-escritor del biopic Judy (Rupert Goold, 2019), por el que Renée Zellweger consiguió un Oscar interpretando a Judy Garland, el éxito de la que parecía planteada como una miniserie ha provocado su continuación. Si en la primera temporada el subtítulo español, Vigil. Conspiración nuclear (Movistar+, 2021) era directamente un spoiler, el énfasis se sigue manteniendo en el actual Vigil. Conspiración desde el aire (Movistar+, 2024), aunque resulta menos revelador si se ha visto la primera temporada. Lo mejor de esta nueva investigación de la agente Amy Silva es que consigue evitar la fácil tentación de recluirla en otro espacio cerrado (un avión, un edificio...) para introducirla en un escenario principalmente exterior que, eso sí, vuelve a ser un entorno militar, ese recurso tan facilón y recurrente de unas fuerzas armadas poco colaborativas con los investigadores civiles, sobre todo si son mujeres, que ha sido utilizado recientemente en otras series como la segunda temporada de Rapa (Movistar+, 2022-2024). Y desde el primer episodio la historia parece encontrarse cómoda en este entorno, construyendo una introducción que tiene los elementos de tensión que recuerdan a la primera temporada, con una secuencia de acción espectacular durante una exhibición de drones (los llamados RPA) de fabricación británica ante los responsables militares del ficticio país de Wudyan, que se convierte en una ratonera cuando los aparatos parecen actuar por su cuenta.
A la agente Amy Silva le encargan averiguar quién ha podido ser el responsable de este ataque, mientras el oficial Marcus Grainger (Dougray Scott) parece evidentemente más preocupado por no perder el millonario contrato con el gobierno de Wudyan que por colaborar en la investigación. Si en la primera temporada se introducían algunos apuntes políticos, en esta segunda entrega resultan más evidentes, abordando temas como la venta de armas desde países occidentales a gobiernos sospechosos de utilizarlas para reprimir a los grupos que se rebelan contra la autocracia, mientras despliega el habitual desfile de falsos culpables y cliffhangers que en esta temporada resultan mucho más obvios: cada episodio termina con alguien apuntando a alguien o alguien atacando a alguien. Siguiendo la estructura de la anterior investigación, Vigil separa de nuevo a la pareja de agentes de policía, con Amy Silva viajando hasta la base militar británica comandada por la oficial Eliza Russell (una poco convincente Romola Garai) en Wudyan, un país donde "meten en la cárcel a los homosexuales", como le recuerda su hija, mientras la embarazadísima Kirsten Longacre interroga a un sospechoso en Escocia. Pero a veces da la impresión de que la serie tiene más dificultades para hacer empáticas a sus protagonistas, sobre todo cuando Kirsten discute con Amy en torno a los peligros de su investigación en Wudyan, mientras ella participa muy embarazada en redadas de la policía. Esa representación de una relación de pareja homosexual, que también tiene su reflejo en alguna subtrama dentro de la base militar, resulta tan estereotipada como en la primera temporada.
Vigil. Conspiración desde el aire consigue mantener la tensión, pero utiliza recursos demasiado fáciles y se vuelve más convencional una vez que ya no tiene el elemento del espacio claustrofóbico. Incluso hay momentos francamente mediocres como el Episodio 4, que en su desarrollo y descripción del entorno militar recuerda a los malos guiones de la serie Fuerza de paz (RTVE Play, 2022), tan tópicos sobre la representación de los gobiernos represivos de países de Oriente Medio. La investigación resulta mucho más predecible y poco imaginativa, y la ausencia de un director tan solvente como James Strong, quien se encargó de loa primeros episodios de la anterior temporada, se manifiesta en un trabajo de dirección más convencional de Andy De Emmony, que proviene del género de la comedia, como principal responsable de la serie Los Larkin (Filmin, 2021-2022), y Joss Agnew, que ha realizado algunos episodios de Outlander (Movistar+, 2014-2023), quienes no consiguen aportar el grado de tensión que necesita la trama. Ni siquiera por la presencia de actores veteranos como Dougray Scott, que el año pasado recibió un BAFTA TV por su espléndido trabajo en Irvine Welsh's Crime (BritBox, 2021-). Con un comienzo a la altura de lo que se podía esperar, esta temporada se va hundiendo progresivamente en una historia que pierde interés conforme se desarrolla.
SundanceTV, 29 de febrero
Francia, 2023 - 6x53'
Creada por Gérald Hustache-Mathieu
Dirigida por Gérald Hustache-Mathieu
Séries Mania '23: Competición Francesa
Vidocq Award '24: Mejor Serie Policíaca
Nuestro repaso a las series más destacadas termina casi como empezó, con una historia que tiene un tono cercano a Fargo (Movistar+, 2014-), con el escenario de un pequeño pueblo nevado donde ocurren algunos acontecimientos sangrientos. El equipo que forma la organización del festival Séries Mania, que presenta esta semana en París su programación para 2024, suele publicar a finales de cada año la lista de las diez mejores series de la temporada, y entre ellas incluyeron Polar Park (SundanceTV, 2023), aunque no consiguió ningún premio tras su participación en Séries Mania '23 dentro de la Competición Francesa. Se trata de una vuelta de tuerca fresca y divertida a las historias de detectives que juega en su título con el polar, el género policíaco francés del que fueron máximos representantes Georges Simenon en la literatura y Jean-Pierre Melville en el cine, con notables aproximaciones de Jules Dassin, Jacques Deray o Louis Malle, cuyo máximo esplendor es analizado por varios autores en el libro El polar francés. 1931-1982 (2023, Ed. Filmoteca Vasca) que coordinó el crítico Antonio José Navarro dentro de la Colección Nosferatu. La palabra polar es un apócope de roman policier y noir, y define un estilo muy característico que el cineasta Gérald Hustache-Mathieu (1968, Francia) recupera tomando como protagonista al mismo personaje de su película Poupoupidou (Nobody else but you) (2011). En aquella, el escritor de novelas policíacas David Rousseau (Jean-Paul Rouve) buscaba inspiración en el aparente suicidio de una joven que se consideraba la reencarnación de Marilyn Monroe, en el remoto pueblo de Mouthe, que tiene fama de ser el más frío de Francia. Para la serie, el mismo autor regresa doce años después al ambiente nevado de aquel largometraje, repitiendo algunas referencias que conectan ambas historias: la figura de Marilyn Monroe está de nuevo presente en esta historia, por ejemplo.
David Rousseau vuelve a Mouthe tras recibir un mensaje misterioso del hermano Giacomo, un monje que habita en un monasterio cercano y que afirma tener información relevante sobre la identidad de su verdadero padre. El escritor se encuentra precisamente en una etapa de crisis creativa en la que intenta dejar atrás las novelas policíacas que le han hecho famoso y abordar un tipo de literatura más trascendente, en concreto un estudio sobre el Ku Klux Klan en Estados Unidos que a su editora no le convence demasiado, tratando de convencerle de que vuelva a escribir sobre crímenes e investigaciones policiales. Pero la llegada del escritor coincide con la aparición de cadáveres que imitan la posición de las figuras de famosos cuadros como el Autorretrato con la oreja cortada (1889) de Vincent Van Gogh, el retrato de Marilyn Monroe (1967) pintado por Andy Warhol o la Mujer tumbada leyendo (1939) de Pablo Picasso. Las características de estos crímenes cuyo autor puede ser un asesino en serie son parecidas a las que describe en sus novelas, de manera que se ofrece para ayudar al policía Louvetot (Guillaume Gouix), para quien el escritor solo intenta aprovechar la investigación como objeto de inspiración. Si la trama puede recordar al procedimental Castle (Disney+, 2006-2016), en la que un famoso novelista colabora con la policía de Nueva York, en realidad Polar Park tiene una tonalidad más cercana a la película Misery (Rob Reiner, 1990), de la que toma prestada la ambientación en una pequeña localidad invernal y la relación del escritor con algunos de sus habituales lectores.
Como un especie de nordic noir alimentado por cierto sentido del humor típicamente francés, la serie construye un entramado de relaciones que establecen un entorno interesante: la profesora Aurélie Poulidor (India Hair) es una gran admiradora del escritor y trata de convencerle de que asista a una charla con sus estudiantes en la que ellos no están interesados; el policía Louvetot se ve sobrepasado por los crímenes de un asesino en un pueblo donde habitualmente no ocurre nada, mientras mantiene una relación con el forense Lyes (Adel Djemai) que prefiere mantener en secreto; la bibliotecaria Niki (Soliane Moisset) actúa como cantante en el pequeño bar del pueblo pero tiene una perspicacia especial que aprovecha el protagonista; y su compañero de trabajo Hugo (Gaspard Meier-Chaurand) es un joven misterioso que guarda una lista de los usuarios de la biblioteca que no han devuelto los libros prestados en la fecha correcta. Aunque no lo sea, la serie también toma referencias de clásicos procedimentales como Se ha escrito un crimen (SkyShowtime, 1984-1996) y directamente cita de forma irónica El nombre de la rosa (Jean-Jacques Annaud, 1986), pero esta carga de influencias no solo no la perjudica sino que la envuelve en una atmósfera atemporal, subrayada por la falta de cobertura en medio de las montañas que impide que se utilicen elementos modernos como los móviles o internet, lo que aporta un aspecto de serie clásica. Polar Park es un thriller muy entretenido que se conecta con los policíacos más tradicionales pero al mismo tiempo introduce elementos nuevos que consiguen hacerla diferente.
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Películas mencionadas: Fargo se puede ver en Filmin, Movistar+ y Prime Video.
No es país para viejos, Salvar al soldado Ryan y Ted se pueden ver en Movistar+ y SkyShowtime.
Solo en casa, Mulán y Escuadrón rojo se pueden ver en Disney+.
Un plan perfecto, Philomena, Mantén la calma y Amor a quemarropa se pueden ver en Filmin y Prime Video.
Handia se puede ver en Filmin y Netflix.
La trinchera infinita se puede ver en Netflix.
Tár se puede ver en Movistar+.
Only you se puede ver en Filmin.
El gran Lebowski se puede ver en Filmin, Movistar+, Prime Video y SkyShowtime.
Misery se puede ver en Filmin y MGM+.
El nombre de la rosa se puede ver en acontra+, Filmin, Movistar+ y Netflix.
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