Llegamos al final de la primera parte de DOK.fest, que aunque se cierra con la ceremonia de entrega de premios, sigue adelante hasta el 23 de mayo. Nuestra crónicas también seguirán con las secciones no competitivas que ofrecen una interesante panorámica de la producción documental internacional. Después de las shortlists que presentábamos en nuestro anterior post, algunos jurados ya han decidido determinados galardones.
El Premio DOK.edit, que por primera vez se entrega al mejor montaje de un documental, ha recaído en Nemesis (Thomas Imbach, 2020), editado por David Charap y Thomas Imbach. Un trabajo ingente de extracción de material grabado durante siete años, entre 2013 y 2020, con una cámara de 35 mm. desde la ventana de la casa del director, y que recoge el desmantelamiento de una antigua estación de trenes y la construcción de una cárcel, utilizando cambios de ritmo que a veces tienen ecos del cine mudo. El jurado destaca esta reorganización de la realidad que convierte una historia local y personal en una universal.
El Student Award ha sido para la favorita, The case you (Alison Kuhn, 2020), producida por Filmuniversität Babelsberg Konrad Wolf (Alemania), que se acerca a un caso de abuso sexual dentro de la industria cinematográfica y consigue exponer los límites de la actividad artística y plantear los diferentes niveles de percepción que se utilizan para justificar los abusos. El jurado ha otorgado también una Mención Especial para la producción Mein Vietnam (My Vietnam) (Hien Mai, Tim Ellrich, 2021), que está producido por Filmakademie Baden-Württemberg (Alemania).
Dok.international
La última película de las trece que forman parte de esta sección competitiva es Furia (Krzysztof Kasior, 2021), en la que el director polaco muestra parte de la trayectoria de Aleksandra Rola, luchadora de AMM (Artes Marciales Mixtas), un deporte que se compara con el boxeo en cuanto a su nivel de violencia y sus secuelas cerebrales. Hace unos años, el luchador Jordan Parsons murió a causo de un atropello, pero su autopsia reveló que sufría desde hacía años encefalopatía cerebral crónica, una dolencia que también han padecido jugadores de fútbol americano y boxeadores. El documental muestra algunos de los combates en los que participa la protagonista, y ciertamente se desprenden grandes dosis de violencia (se dice que es el deporte de lucha en el que se producen mayores hemorragias).
Pero no estamos realmente ante una película que celebre los éxitos deportivos, o al menos no en el sentido estricto. Porque asistimos a la evolución profesional de Aleksandra (llega incluso al Campeonato Mundial Amateur en Los Angeles), pero el director está menos interesado en los aspectos puramente deportivos que en los psicológicos. Por ejemplo, hay una cierta controversia con los diuréticos que toma la protagonista para adelgazar, y cuyos componentes están prohibidos en los reglamentos deportivos. Pero el director no se detiene mucho en este aspecto. Su interés se centra más en la forma en que Aleksandra maneja esta controversia y sus éxitos y fracasos profesionales. Vemos las sesiones de entrenamiento, pero se hace mayor énfasis en la constante búsqueda del máximo esfuerzo, en el sacrificio del cuerpo llevado hasta el límite.
Krzysztof Kasior estuvo durante un año y medio grabando a Aleksandra, que en cierto modo encontró en la práctica de la AMM una salida a numerosas problemáticas psicológicas, provocadas por el alcoholismo en su familia y problemas emocionales que la llevaron incluso a dos intentos de suicidio. La práctica de un deporte tan extremo se convierte, curiosamente, en la forma de salir de un círculo vicioso que se produce principalmente en pueblos pequeños. De alguna forma, se puede decir que el dolor físico sustituye al dolor emocional. Ella trabaja como operadora telefónica en los meses en los que no hay temporada deportiva. La cámara del director se coloca en el punto de vista de la contemplación, de lo que él llama "el ojo paciente", que no necesita de voz en off o recursos estilísticos para capturar la esencia de la realidad. Es un documental que extrae más del interior del personaje a través de la observación que si se sostuviera en entrevistas o comentarios narrativos.
Dok.deutsch
En el documental Bilder (m)eine mutter (Melanie Lischker, 2021), la directora explora la vida de su madre a través de un archivo de películas caseras que guardaba su padre. Es la primera vez que vio imágenes de su madre cuando estaba embarazada de ella: "Fue la última vez que sonrió delante de la cámara". Porque la historia de Gabi es la historia de una mujer que nunca encontró la felicidad, o al menos es lo que desprende también de algunos diarios que escribió. Nacida en una pequeña ciudad de Baviera, la familia de ella era muy conservadora, y los diarios muestran un anhelo de desprenderse de esa tradicional existencia, de esa claustrofobia familiar, frente a los primeros movimientos feministas que se vivían en grandes ciudades como Berlín y Munich pero que tardaron en llegar al resto del país.
El título original tiene una doble traducción como Recuerdos de mi (meine) madre y como Recuerdos de una (eine) madre. De esta forma, la directora propone una trasposición de la vida de Gabi como representación de la vida de muchas mujeres, pero también establece un cierto distanciamiento emocional. Porque la figura de su madre dentro de la familia era una especie de "visión borrosa", una persona que nunca dejó traslucir sus sentimientos, que parecía buscar la felicidad pero nunca encontrarla. El anhelo de emancipación se convirtió en realidad cuando se casó con Thomas, y se mudaron a Munich. A partir de ese momento, el padre de la directora comenzó una trayectoria profesional que le condujo a trabajar como ingeniero de sonido en la compañía Sony, mientras la madre disfrutaba de su libertad de elección.
Pero esta libertad se convirtió también en una prisión. Probó estudiando como profesora, después como peluquera, estuvo trabajando un tiempo como maquilladora en el Teatro de Munich, pero ninguna de esas profesiones parecían cubrir sus necesidades, en una especie de frustración constante que le impedía encontrar, como lo había encontrado Thomas, el camino hacia el desarrollo profesional. A través de los diarios, especialmente en su etapa más joven, y de las imágenes que grababa su padre con una cámara Hi8, asistimos a la desilusión de una mujer que acabó siendo ama de casa y madre, no porque no tuviera la oportunidad de ser otra cosa, sino porque no encontró el camino adecuado. Hay también una especie de incomprensión por parte del padre, un progresivo distanciamiento que seguramente no contribuyó a mejorar la situación de Gabi. Diagnosticada con cáncer, la madre de Melanie Lischker murió en 1993. Thomas comenta que "en esos últimos meses de vida, ella encontró la libertad que siempre había anhelado. Finalmente encontró su propio camino, que la llevó a a la muerte". Pero este comentario parece más una especie de justificación tranquilizadora, un intento de encontrar un final feliz para una mujer que fue profundamente infeliz. Y que representa en cierto modo la infelicidad de toda una generación de mujeres.
Dok.panorama
La directora georgiana Yana Ugrekhelidze, que estudió Comunicación en Düsseldorf, aborda en Instructions for survival (Yana Ugrekhelidze, 2021) la difícil situación que vive el colectivo LGTB+ en su país de origen que, al igual que otras zonas del Este de Europa, se ha contagiado de un sentimiento de rechazo que está impulsado por las propias instituciones. La película comienza con unas imágenes de archivo correspondientes a la emboscada que sufrió un grupo de activistas por parte de una turba de ortodoxos violentos, y que supuso un impacto. Pero, a pesar de este tipo de imágenes las reacciones por parte de la comunidad internacional son tan tibias que la persecución de homosexuales, lesbianas y transexuales en países como Georgia o Chechenia se produce sin que haya ningún tipo de consecuencias, a pesar de tratarse de violaciones flagrantes de los derechos humanos.
Los protagonistas de Instructions for survival son Alexander y Marie, una pareja que se ha enfrentado al rechazo de sus respectivas familias debido a su relación. Alexander es un hombre trans que vive siempre con un "peso sobre las espaldas", una especie de amenaza constante cada vez que sale a la calle. En su documento de identificación aparece el género femenino, y esto supone que siempre tiene que tratar de evitar enseñarlo a los funcionarios. La inexistencia de apoyo médico implica que tuvo hacer uso de lo que él llama "Dr. Google" para encontrar información sobre la transición. La directora utiliza cierta dosificación de la información que a veces no juega a favor de la narración, porque la mitad del tiempo el espectador se pregunta qué está pasando hasta que finalmente se le da una explicación. Por ejemplo, se muestra a Alexander inyectarse en un brazo, y da la impresión de que se trata de droga, pero poco después descubrimos que son inyecciones de testosterona que consigue en una especie de mercado negro que ha establecido la comunidad transgénero.
En este sentido, la decisión narrativa de la directora sacrifica la claridad expositiva con una cierta utilización del suspense, pero esto no siempre está justificado. Marie descubrió que Alexander era transexual después de comenzar su relación, pero lo aceptó. Sin embargo, su también sufrió el rechazo de su familia después de que la abuela de Alexander visitara a todos sus amigos y familiares enseñándoles fotos de su infancia con la asignación femenina. Esta forma de rechazo que ya no supone la expulsión o el distanciamiento, sino que busca el ataque directo, a veces violento, es lo que convierte Georgia en una prisión que resulta peligrosa para las personas transexuales. Ambos quieren huir del país, pero para conseguir el dinero necesario Marie toma la decisión de ofrecerse como madre de alquiler, lo que alimentará otros sentimientos extremos. Y en cierto modo el documental plantea que la salida de esta prisión georgiana tampoco resuelve los problemas, sino que plantea otros nuevos. Pero la sensación de poder andar por la calle en libertad y sin temor justifica cualquier esfuerzo.
Igual que para la protagonista de Furia (Krzysztof Kasior, 2021) la lucha extrema se convierte en una salida de su propio círculo emocional, para muchas mujeres liberadas de las imposiciones del ISIS en Siria la participación como guerrilleras para el PKK (Partido de los Trabajadores del Kurdistán) se convierte en una forma de hacer frente a las imposiciones que han sufrido durante años en sus familias, una especie de emancipación drástica. A través de la productora que tienen en común, Hillary Clinton y su hija Chelsea están desarrollando una serie basada en el libro "Las hijas de Kobane", escrito por Gayle Tzemach Lemmon, que hablaba de estas guerrilleras que también fueron protagonistas del documental Filles de feu (Stéphane Breton, 2017).
En este caso, la directora de The other side of the river (Antonia Kilian, 2021), presente asimismo en la sección F:ACT Award de CPH:DOX, se centra en Hala, poco después de la liberación de la ciudad Minbij, que en 2016 fue la primera ciudad importante liberada por las fuerzas de la PYD (Partido Unión Democrática Kurda) de las manos del ISIS. Pero Hala tiene su propia historia de liberación que aún no ha podido solventar. Ella huyó de su propia familia cuando sus padres intentaron forzarla a un matrimonio, y acabó en un campo de entrenamiento donde se convirtió en soldado. Su familia apoyaba al ISIS, pero la autonomía de Minbij supone el regreso a su localidad de origen, ahora portando un arma y con la autoridad a su favor. Su intención es liberar a sus ocho hermanas de la imposición de sus padres.
La directora alemana Antonia Kilian, cuenta en primera persona su viaje a Minbij y su encuentro con Hala, cuya historia se convirtió en el objeto principal de un documental que tenía una mirada más generalizada al principio. "Las mujeres se quitaron sus burkas y dejaron ver vestidos llenos de color". Esta representación de la liberación lo es en el sentido más amplio, porque las guerrilleras se convierten en las policías de la ciudad, en las que impulsan el orden y tratan de acabar con las injusticias que aún se viven en el interior de las casas, aún ocupadas por pensamientos del ISIS. En una escena del documental, Hala es abordada por una mujer con niqab (el velo que cubre parte de la cara) que quiere ser parte de las guerrilleras. Esta predisposición es discreta, silenciosa, clandestina.
Aunque con intervenciones en off para contar momentos que no se ven delante de la cámara, o para expresar algunos sentimientos frente a la situación, la directora mantiene cierta distancia, busca la mirada objetiva frente a la intención clara de la protagonista por conseguir su objetivo de liberar a sus hermanas, aunque algunas de ellas no quieran ser liberadas. Pero ella está convencida de que cuando sepan lo que es la libertad, cuando puedan acceder a una educación, se darán cuenta de que es lo mejor para ellas. Una de sus hermanas decide aceptar el matrimonio. Pero es un matrimonio triste, al que no asisten ni vecinos ni otros familiares, porque Hala se ha convertido en una apestada, en una mujer rechazada por su insólita decisión de huir de su familia. El matrimonio de su hermana es también un tropiezo en el plan de liberación de Hala, el fracaso de parte de su objetivo.
Tras un periodo desaparecida, la directora cuenta que Hala se había enterado de que su padre había prometido en matrimonio a otra de sus hijas, y entonces se dirigió a su casa y amenazó a su padre y su madre con una metralleta y una granada. Este ataque de violencia subraya una obsesión que parece desequilibrada, pero si lo situamos en contraste con la violencia que supone renunciar a la libertad para seguir la imposición de un matrimonio forzado, quizás nuestra perspectiva sea diferente. Hala representa a las mujeres que son capaces de usar el poder para combatir la injusticia: "Voy a seguir luchando hasta que mis hermanas estén conmigo, hasta que las pueda salvar y darles una buena educación y una buena vida".
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