14 octubre, 2025

Las series españolas de 2025: Parte 7

El Tercer Informe Anual sobre el Sector Audiovisual en España que ha publicado este mes el Spain Audiovisual Hub, después de los que se elaboraron en 2023 y 2024, arroja datos positivos sobre la recuperación del sector, especialmente después de la pandemia, pero también plantea algunas dudas sobre un crecimiento en el que hay algunos datos preocupantes. En el sector cinematográfico, por ejemplo, se apunta un aumento de la recaudación en la taquilla, pero también un retroceso en el crecimiento del número de espectadores, que desde la cifra más baja de 27 millones en 2020 ha ido aumentando hasta los 76,7 millones de 2023, pero ha retrocedido hasta 72,9 millones en 2024. Respecto a la evolución de los espectadores que ven cine español, aún no se ha alcanzado la cifra de 16 millones de 2019, pero también ha habido una evolución positiva, hasta alcanzar 13 millones en 2023 y un ligero retroceso en 2024, pero manteniéndose alrededor de esa cifra. En comparación con Europa, España ocupa el cuarto puesto en número de espectadores, por detrás de Francia, Reino Unido y Alemania. En términos industriales, se ha producido un crecimiento destacado en la facturación de las empresas dedicadas al sector audiovisual, con un aumento significativo de los rodajes internacionales y las coproducciones, pero persiste uno de sus principales problemas: la temporalidad de los empleos. Un dato destacable es que España es el segundo país europeo con mayor producción cinematográfica, con 337 títulos realizados en 2023, solo por detrás de Italia, que produjo la cifra de 356 producciones, y por delante de Francia, con 268. Pero este dato positivo también tiene un aspecto negativo, y es que la mayor parte de estos largometrajes no consiguen alcanzar cifras significativas en taquilla, pasando muy desapercibidos, con una cuota nacional en España relativamente baja, de solo un 17%. 

En televisión, destaca el aumento de las Smart TV conectadas a internet desde el 53,1 % en 2021 al 64,1 % en 2023, evidenciando la creciente penetración de las televisiones conectadas en España. De acuerdo con datos del estudio Traditional and TV Studio de Statista, el sector de la televisión en España alcanzó una rentabilidad media de 3,67 mil millones de euros en 2023, principalmente por las dos grandes fuentes de ingresos para el mercado televisivo, la inversión publicitaria y las suscripciones a TV de pago. Statista incluye en el mismo gráfico la información de ingresos generados por la venta de formatos físicos que constituye un mercado residual pero que permanece estable a lo largo de los últimos años. En cuanto a las OTT, el número de usuarios se ha estancado en una cifra alrededor de los 40 millones de suscriptores, pero España sigue ocupando los primeros puestos en producción de contenidos de ficción, colocándose por detrás de Reino Unido, Francia y Alemania en número de series de menos de 13 episodios en 2023. Los datos que arroja el ARPU (Promedio de Ingresos por Usuario), tras el mínimo de 80 euros después de la pandemia, en 2023 ha alcanzado los 100 euros y se prevé una cierta estabilidad en los próximos años.

Los siguientes comentarios se basan exclusivamente en el visionado de las temporadas completas de las series que destacamos y pueden contener información relevante sobre sus argumentos.

La suerte

Temporada 1 | Ficción, 6x30' | Disney+ |  

Creada por Paco Plaza, Pablo Guerrero

Escrita por Borja González Santaolalla, Diana Rojo

Dirigida por Paco Plaza, Pablo Guerrero

San Sebastián '25: Sesión Especial


En una de las conversaciones entre los dos protagonistas, el Maestro (Óscar Jaenada) le dice a David (Ricardo Gómez): "El arte es también saber pararte", una frase que esconde una decisión largamente pensada que parece reforzada por la temporada taurina que ha compartido con el joven opositor para abogado del Estado. Y un reflejo de este juego de espejos en el que dos personajes se miran sin reconocer el mundo que cada uno habita. Si La suerte (Disney+, 2025) puede parecer un viaje de transformación de David, este encuentro entre dos personajes que les coloca fuera de sus zonas de confort, tiene mucho más calado en la manera en que cambia al torero que se enfrenta a una sociedad que percibe la tauromaquia como una anacronía que sobrevive alejada de la realidad. En el episodio La por (T1E4) una salida nocturna con dos amigas de David refleja ese distanciamiento de un mundo en el que los toreros ya no son estrellas populares sino resquicios de una tradición que ni siquiera es respetada, sino todo lo contrario. Este episodio, que se desarrolla jugando con el estilo documental en blanco y negro, habla del miedo, con un equipo de rodaje preguntándole al Maestro si tiene miedo de que se acerque el fin de la tauromaquia: "Yo siento miedo ahora, delante de usted, delante de la cámara, porque este no es mi sitio. Mi sitio es en el campo, con el toro". Si en principio la serie puede parecer la historia de un joven que se introduce en un entorno anacrónico, es más la historia de un hombre que se siente cada vez más inseguro fuera de su entorno. Los mejores episodios de La suerte, uno de los primeros proyectos que se presentaron a Disney+ cuando comenzó su producción de series originales locales, son aquellos que introducen elementos de distorsión que parecen sacados de una mezcla entre David Lynch y el Martin Scorsese de ¡Jo, qué noche! (1985). De hecho, el primer encuentro con este mundo extraño de David, que conduce el taxi de su padre José Antonio (Manuel Morón) para conseguir algo de dinero mientras estudia sus oposiciones, tiene ese tono de aventura nocturna caótica en la que acaba metido en la fiesta de la cuadrilla del torero en una habitación de hotel (una de estas fiestas fue el germen de la idea original). Y personajes como Jero (Carlos Bernardino), hiperbólico e imprevisible, recuerda inevitablemente al Joe Pesci de Uno de los nuestros (Martin Scorsese, 1990), aunque el guión de Borja González Santaolalla y Diana Rojo subraya demasiado el humor basado en ese tipo de andaluz exagerado que tanta gracia le hace a los españoles del Norte. Planteada como una road movie que circula por algunas de las ciudades que abrazan la tauromaquia de manera persistente, desde Talavera de la Reina hasta Málaga, la serie refleja este país de contradicciones a través de sus fiestas populares, como en Zaragoza en Lole y Manuel (T1E2), y de un tono setentero que adopta el episodio Compañero (T1E3), en una Benidorm que todavía representa el boom hotelero que se produjo entre 1971 y 1973. 

Esa suerte que supuestamente transmite David al Maestro Rafael Baeza, que consigue salir por la puerta grande cada vez que le traslada en su taxi a la plaza de toros, forma parte de la superstición y los ritos que rodean al mundo del toreo, que contrasta con la mirada sorprendida del joven que se enfrenta también a su última oportunidad para aprobar las oposiciones. La suerte, que transmite su incredulidad a través del subtítulo "Una serie de casualidades", se siente cómoda en ese juego de contrastes, pero no consigue justificar algunas decisiones creativas, como el uso de la split-screen (pantalla dividida) en algunos momentos. A pesar de ello, Paco Plaza, que esta semana ha presentado en el Festival de Sitges la película antológica V/H/S/Halloween (2025) y lo más cercano a la comedia que había hecho era un anuncio de Campofrío, y el co-director Pablo Guerrero, consiguen que la textura del 16 mm. refuerce la perspectiva de una España actual que sin embargo se muestra desde una representación visual anacrónica, y el uso de la fotografía en blanco y negro en el episodio La por (T1E4) funciona como una mirada introspectiva y psicológica del Maestro, que menciona la serie Juncal (RTVE Play, 1989), esa historia de Jaime de Armiñán que hablaba del mundo de los toros desde el punto de vista de un torero retirado que trataba de sobrevivir fuera de su ambiente. En una propuesta que pretende ser tan distintiva en sus episodios, a veces más oníricos y otros más costumbristas, hay cierta irregularidad en las relaciones entre los personajes, sobre todo en la rivalidad entre el torero veterano Rafael Baeza, con el que Óscar Jaenada por fin consigue brillar en su perfecta composición de la prestancia lacónica de quien se considera un artista, y el torero más joven Juanlu Romero (Jasón Fernández). La mezcla de respeto y antagonismo entre ambos compone una subtrama que parece poco desarrollada. Pero hay una acertada decisión en situarse en el exterior de la tauromaquia, alejándose de las plazas de toros, a las que David se niega a entrar. Porque La suerte se enfoca en los personajes, construyendo una comedia modesta pero efectiva que refleja una burbuja irreal en la que se introduce un observador externo, entre fascinado y curioso por entender los entresijos de ese universo que representa una realidad incómoda. La suerte ha sido una de las sorpresas positivas de este otoño, porque no estaba claro qué se podía esperar de ella, aunque adopta la molesta costumbre de las series españolas de dejar un final abierto que parece enfocado a pedir una nueva temporada a los responsables de la plataforma, sacrificando el respeto que merece el espectador.

Animal

Temporada 1 | Ficción, 9x25' | Netflix |  

Creada por Víctor García León

Escrita por Araceli Álvarez de Sotomayor, Ana Boyero, Germán Aparicio, Daniel Castro

Dirigida por Víctor García León, Alberto de Toro


Hay un tipo de humor que suele funcionar bien en la taquilla española, entre lo familiar y lo irónico, abordando temas más o menos cercanos a la realidad, pero con un tono casposo que sin embargo conecta con los espectadores. Por eso funcionan series como Machos Alfa (Netflix, 2022-) y largometrajes como Padre no hay más que uno 5 (Santiago Segura, 2025), que recoge en cierto modo la tradición de películas como La gran familia (Fernando Palacios, Rafael J. Salvia, 1962). Es una especie de retrato de la sociedad española que sin embargo no está claro si realmente refleja una realidad o es simplemente un artificio para acabar contando los mismos chistes de siempre. El currículum de los guionistas de Animal (Netflix, 2025) explica muy bien el tipo de humor que tiene esta serie, y los paralelismos con Sin gluten (RTVE/Prime Video, 2025), que está creada por dos de ellos: Araceli Álvarez de Sotomayor viene de colaborar con los hermanos Caballero en La que se avecina (Prime Video, 2007) o Muertos S.L. (Netflix, 2024-2025) y también ha creado Nails (SkyShowtime, 2025), mientras que Germán Aparicio ha escrito comedias como Serrines, madera de actor (Prime Video, 2024) y telenovelas como Regreso a las Sabinas (Disney+, 2024) y Sueños de libertad (Antena 3, 2024-), lo que le aporta un sello característico. Curiosamente, el creador de esta serie es Víctor García León (1976, Madrid), más relacionado con otro tipo de comedia menos gruesa y más sarcástica como la trilogía que comenzó con Vota Juan (HBO Max, 2019-2021), aunque últimamente se ha lanzado a la comedia simplona en películas como ¡Vaya vacaciones! (2023). El núcleo central de la comicidad se sostiene en el contraste entre la granja y la tienda veterinaria de un centro comercial, entre los animales de campo y las mascotas demasiado mimadas por sus dueños, en definitiva el enfrentamiento clásico entre lo rural y lo urbano. El problema es que los códigos utilizados están pasados de moda, sobre todo en los personajes estereotipados o casi caricaturizados, especialmente en cuanto a los secundarios que aparecen episódicamente, aunque destaca entre ellos Víctor (Denis Gómez), que utiliza a su perra Carmiña como un último agarre a su relación en crisis con su esposa, en episodios como Sonrisa llama a sonrisa (T1E2) y El último paseo (T1E6). Pero Animal transmite la sensación de ser una de estas comedias antiguas, al estilo de Doctor Mateo (Antena 3, 2009-2011), pero con el formato de plataforma de streaming de episodios de 25 minutos, echando mano de los tópicos para retratar el contraste desde una perspectiva muy convencional, como si lo rural significara desconexión de la realidad y lo urbano fuera solo comodidad artificial. 

En este caso, Antón (Luis Zahera) es un veterinario rural que debe comenzar a trabajar en la tienda veterinaria que administra su sobrina Uxía (Lucía Caraballo), porque los granjeros encuentran cualquier excusa para no pagarle sus servicios, o tratan de hacerlo con productos del campo. Así que este profesional habituado a diagnosticar vacas y conejos se encuentra en un mundo de mascotas urbanas humanizadas por sus dueños. Al margen de la comedia más o menos irónica, el guión a veces trata de encontrar algo de profundidad en las relaciones personales, como en el episodio de un solo escenario Las cataratas del Niágara (T1E8), en el que Antón y Uxía se enfrentan a una operación complicada en una vaca, pero se queda a medio camino, abordando temas como la vejez, la enfermedad y el legado, sin demasiado convencimiento: "Esto es lo que más voy a echar de menos. El campo, los animales, la libertad.", dice Vicente (Antonio Durán 'Morris'), uno de los personajes más interesantes, para el que el estupendo actor gallego no necesita forzar su acento. Más controvertida es la forma en que las visiones centralistas representan las realidades periféricas en España, una asignatura pendiente que resulta sorprendente que todavía no se haya superado. En este tipo de series, los habitantes de las comunidades autónomas con lengua propia nunca la utilizan, de manera que en un pueblo de la profundidad rural de Galicia no se habla gallego, sino castellano con acento gallego. Lo que resulta comprensible que pueda provocar malestar en estas comunidades, sobre todo cuando se toman decisiones que se debería haber previsto que iban a causar polémica. Echando mano del "síndrome Meryl Streep", que consiste en hacer uso de acentos innecesarios, el director Víctor García León ha decidido que la actriz madrileña Lucía Caraballo hable con un acento gallego que suena claramente artificial porque es fácil compararlo con el que tienen los actores que son gallegos, como Luis Zahera. Hay una perspectiva claramente centralista en esta representación, lo que no contribuye a la naturalidad de la historia. Y eso que Lucía Caraballo está bien en su papel, que es prácticamente el mismo tipo de personaje que ya interpretó en Estoy vivo (RTVE Play, 2017-2021), pero el acento no lo alimenta, sino que lo debilita, mientras que Luis Zahera parece sentirse cómodo en un protagonista que reduce su tendencia al histrionismo. Animal no puede evitar que se transmita la sensación de una historia a toro pasado, de un humor anticuado y de contrastes ya superados. 

Romi

Temporada 1 | Ficción, 6x70' | Prime Video |  

Creada por Iker Azkoitia

Escrita por Iker Azkoitia, Pau Bacardit, Efrén Tarifa, Almudena Vázquez, Alberto Úcar

Dirigida por Inés París

Festival de Cine de Ourense '25: OUFF Series

South International Series Festival '25: Sección Oficial Ficción


Una de las conclusiones del último estudio elaborado por GECA y presentado en la última edición de Iberseries & Platino Industria, que comentamos en nuestras crónicas, es la excepcionalidad de dos países europeos como España y Polonia, dentro de un contexto general en el que la ficción está sobre todo impulsada por las televisiones lineales. Pero la industria audiovisual española se ha visto totalmente absorbida por la llegada del streaming y, al contrario que en el resto de Europa, son las plataformas las que se han apoderado de la producción de series, dentro de un panorama en el que las televisiones (privadas y públicas) parecen no encontrar el espacio para desarrollar una cierta estabilidad en la producción. Esto no quiere decir que las televisiones convencionales no produzcan series, pero incluso aquellas que lo hacen como Atresmedia, la que más producción propia estrena en España, no tienen como objetivo llegar a sus canales lineales, sino ocupar el contenido de su plataforma de streaming atresplayer. Algunas de las estrategias de las televisiones en realidad terminan subrayando esta dependencia del streaming: RTVE presentó la comedia Sin gluten (RTVE Play/Prime Video, 2025), pero ha acabado estrenándose completa en Prime Video una semana después, mientras que Mediaset, que perdió hace años el impulso que supuso para la ficción española, ha realizado una extraña maniobra colocando un solo episodio de Romi (Prime Video, 2025) en su plataforma Infinity mientras la serie completa también se estrenaba en Prime Video sin apenas promoción. No está claro en qué consiste la estrategia, pero lo cierto es que acaba encaminando a las series a un espacio intermedio que las perjudica. De hecho, el formato de Romi es claramente de prime time, con episodios de más de una hora de duración que encajan mejor en la televisión lineal que en el streaming, y un género procedimental sin demasiadas complicaciones que tiene perfil de televisión en abierto. La propuesta del debutante creador Iker Azkoitia fue finalista en 2020 del Máster Showrunners que viene desarrollando desde hace varios años Mediaset con la ESCAC, y después ha tardado cuatro años en producirse a través de Mandarina Producciones, que recientemente también ha estrenado Furia (HBO Max, 2025). Alineándose con la última tendencia de incorporar protagonistas de diversidad en las series policíacas, como las británicas Reunion (BBC, 2025) y Code of silence (ITV, 2025), esta serie española tiene como personaje principal a Romina Goitia (María Cerezuela), una joven que quedó sorda cuando era niña debido a una explosión que acabó con la vida de su padre, lo que funciona como trama horizontal. Debido a su discapacidad auditiva, ha desarrollado una especial habilidad para interpretar los microgestos que a veces contradicen a la comunicación verbal, lo que le permite ser especialmente efectiva en su trabajo como detective en la agencia Kodea que dirige Martín (Asier Etxeandía). De manera que las investigaciones procedimentales de cada episodio se mezclan con las dudas que rodean a la muerte de su padre Bixente, estableciendo un entorno intergeneracional con su madre Alaia (Natalia Millán), inspectora de la Ertzaintza, y su abuela Garbiñe (Elena Irureta). 

El trauma que ha provocado la ausencia del padre/marido/hijo marca la relación entre las tres mujeres que forman el núcleo familiar, mientras las peculiares estrategias que utiliza Romi en sus investigaciones a veces chocan con los métodos policiales que representa su madre. A nivel procedimental, los casos no son demasiado complejos, como la desaparición de un empresario en Romi (T1E1) o el robo dentro de una familia que acaba de repartir una herencia en Hoy, mañana y siempre (T1E4), lo que también permite la incorporación de algunos actores veteranos como Mercedes Sampietro en el episodio mencionado o Miguel Rellán en Seres queridos (T1E5), aunque a veces se sienten demasiado desaprovechados. Uno de los problemas de Romi es la acumulación, en parte debido a su propio formato, de manera que en un mismo episodio se solapan la trama horizontal, la trama procedimental y las subtramas de relaciones entre los personajes. No funciona mal el equipo que forma Romi con la becaria Nerea (Edurne Azkarate), pero introducir una atracción sentimental no correspondida parece excesivamente enrevesado entre tantas líneas argumentales, lo que suele ser una debilidad de las series de prime time, que necesitan cubrir más de una hora de duración en cada episodio. El elemento principal que distingue a esta historia que, por lo demás, se mueve en terrenos bastante convencionales, tratando de mezclar el tono de thriller con el drama familiar, es la discapacidad auditiva de Romi, pero ésta no funciona como un impulso narrativo sino en muchas ocasiones solo como una característica particular del personaje, que además sirve como excusa para haber desarrollado una habilidad especial. El hecho de que Romi disponga de un implante coclear, más sofisticado que el habitual audífono, hace que ella decida en qué momento apagarlo o encenderlo, de manera que Romi solo es sorda cuando al guión le conviene, mientras que el resto del tiempo oye y habla con absoluta normalidad. Precisamente, es interesante cuando la trama procedimental se desarrolla en un contexto relacionado con la discapacidad auditiva, como en el episodio Sigilosa (T1E3), en el que la responsable de una asociación de personas sordas es asesinada, porque permite incorporar algunos comentarios sobre las diferentes percepciones de la sordera. Iker Azkoitia ha introducido también la discapacidad auditiva en obras teatrales como El grito de la tortuga (2019), por lo que el tema está tratado evitando lugares comunes, aunque quizás construye un personaje principal demasiado borde en los primeros episodios, bien incorporado por María Cerezuela, ganadora del Goya a la Mejor Actriz Revelación por Maixabel (Icíar Bollaín, 2021), que tiene una relación improbable con Leo (Jon Olivares), un informante de la policía, lo que parece demasiado rebuscado y conveniente en algún episodio. Pero Romi camina con seguridad por el género procedimental, acercándose progresivamente a la investigación principal en los últimos episodios como en Agur, Aitatxo (T1E8), con algunos giros interesantes, y con un reflejo de Bilbao que se aleja del tradicional tono oscuro. 

El refugio atómico

Temporada 1 | Ficción, 8x60' | Netflix |  

Creada por Álex Pina, Esther Martínez Lobato

Escrita por Lorena G. Maldonado, David Oliva, David Barrocal, Humberto Ortega

Dirigida por David Barrocal, J.M. Cravioto, Jesús Colmenar


La última serie de Álex Pina (1967, Pamplona) y Esther Martínez Lobato (1976, Soria) es claramente la mayor decepción de este año, si es que se podía esperar algo positivo de los responsables de Sky rojo (Netflix, 2021-2023) y Berlín (Netflix, 2023-). Pero viniendo precedida de su ambiciosa propuesta, de la construcción del mayor escenario de rodaje en el Centro Europeo de Producción de Netflix en Tres Cantos (Madrid), de la utilización de producción virtual por primera vez en una serie española y de una historia ambientada en un refugio postapocalíptico, podía esperarse que, aunque terminara siendo lo mismo de siempre, al menos tuviera calidad de producción. Pero la propuesta decepciona desde el principio, con un diseño que recuerda tanto a series como Fallout (Prime Video, 2024-) que parece directamente un plagio, y con una trama que resulta, dentro de las historias absurdas que suelen presentar sus creadores, todavía más ridícula. El refugio atómico (Netflix, 2025) no parece provenir de una idea original, sino de un prompt de Inteligencia Artificial en el que se han metido referencias de otras series y contenidos de otras producciones de Vancouver Media. El planteamiento puede ser atractivo, con un búnker para millonarios preparado para aislarles de los efectos de un ataque nuclear, especialmente diseñado para la comodidad de los privilegiados que han podido permitirse pagar una cuantiosa cantidad de dinero como reserva sin derecho a devolución. Pero justamente coinciden en el mismo búnker dos familias relacionadas y también enfrentadas. El narrador del prólogo, al estilo característico de Vancouver, es Max Varela (Pau Simón), un joven que se enamora de Ane Falcón (Mónica Mara), pero un accidente de tráfico acaba con ella en el cementerio y con él en la cárcel. Como Álex Pina ya nos contó cómo es la vida carcelaria en Vis a vis (Netflix, 2015-2019), se muestra rápidamente la transformación de Max desde un joven acosado a un musculoso acosador, y justo cuando sale de prisión, su padre Rafael (Carlos Santos) le lleva a otra, Kimera Underground Park, donde debe convivir con su abuela cachonda Victoria (Montse Guallar) y con los familiares de Ane: su padre Guillermo Falcón (Joaquín Furriel), su madrastra Mimi (Agustina Bisio) y su hermana Asia (Alicia Falcó), la más agresiva con Max, lo que en las series de Vancouver ya sabemos que significa que inevitablemente desembocará en una relación sentimental. A cargo del búnker se encuentran los hermanos Minerva (Miren Ibarguren) y Ziro (Álex Villazán), quienes en el giro de guión del final del episodio Volver del infierno (T1E1), dejan claro al espectador que El refugio atómico no pretende ser Silo (Apple tv+, 2023-) sino, una vez más, La casa de papel (Netflix, 2017-2021). 

Así que nos encontramos de nuevo con la estructura de flashbacks que nos cuentan los antecedentes de los personajes y el plan maestro elaborado por Minerva y Ciro, que tiene tantos agujeros que si el refugio tuviera los mismos, no serviría para una mierda. Tanto es así que, cuando ocurre un accidente dentro del búnker, deben recurrir a Asia, estudiante de medicina, para atender al herido, porque al parecer no hay médicos en el refugio. Entre los despropósitos de la historia, que termina derivando hacia las habituales líneas narrativas sobre relaciones sentimentales, infidelidades y sexo soft que suele caracterizar a las series de Vancouver Media, no es fácil encontrar cuáles son los temas que quiere abordar. Hay algunas referencias a las clases privilegiadas, la ambición y la insolidaridad, pero son demasiado superficiales. Minerva, que es una especie de villana de comedias de Mike Myers al estilo Austin Powers (Jay Roach, 1997), manifiesta claramente su animadversión hacia los millonarios: "Si alguien me pregunta si odio a los ricos, la respuesta es sí. Con toda mi alma. El sueño americano no existe; si naciste como una rata morirás como una rata. Y cuando nos cansamos de que nos humillen, montamos un par manifestaciones y quemamos tres contenedores. Y nos vamos rapidito a casa porque mañana tenemos que trabajar", dice Minerva en Odio a los ricos (T1E3). Es el mismo tipo de discurso que elaboraba El Profesor (Álvaro Morte) en La casa de papel, pero ahora en boca de la antagonista. La lucha contra un sistema invisible se convierte en la representación del poder económico sometido, pero las reflexiones en torno a la escalera social son tan superficiales como irrelevantes. El refugio atómico pretende entretener, y si para ello necesita sacrificar la coherencia está dispuesto a hacerlo, pero también desaprovecha algunas posibilidades que ofrece el propio guión, desde la participación de la IA Roxan (voz de Michelle Jenner) hasta esa microsociedad en la que los privilegios ahora son compartidos a un mismo nivel. Por el contrario, prefiere decantarse por una especie de alto culebrón con personajes extremos que tienen un punto de ironía pero que nunca encuentran un tono equilibrado y homogéneo. Hay algunos que parecen caricaturas y otros que rozan el esperpento. 

Zoomers

Temporada 1 | Ficción, 6x30' | Prime Video |  

Creada por Federico Mayorca, Guillermo Van Dreï

Escrita por Luis Gamboa, Zebina Guerra, Andrea Torrano, Federico Mayorca, Guillermo Van Dreï

Dirigida por Óscar Pedraza

FestVal '25: Sesión Especial


La plataforma Prime Video ha encontrado dos caminos de éxito en España: las comedias juveniles y las comedias familiares, convirtiéndola en una especie de plataforma de contenido muy característico de las televisiones lineales. La última aportación a este entorno proviene, sin embargo, de la productora colombiana Dynamo, fundada en 2006 por Andrés Calderón, que desde su oficina en Madrid ha llevado a cabo algunas producciones destacadas como el largometraje Malnazidos (Alberto de Toro, Javier Ruiz Caldera, 2020), pero sobre todo está implicada en proyectos latinoamericanos ambiciosos como Narcos (Netflix, 2015-2017) y Cien años de soledad (Netflix, 2024-2026). Aunque por el momento solo se ha estrenado en España, Zoomers (Prime Video, 2025) parece tener una proyección al menos latinoamericana, porque incluye a populares actrices y actores mexicanos como Azul Guaita, protagonista de Como agua para chocolate (HBO Max, 2025) y Cosmo Elio González. Desde el título, la serie juega con la contraposición de la generación de los baby boomers, nacidos en un mundo analógico para tener que adaptarse a las nuevas tecnologías, utilizando el término zoomers para designar a la Generación Z, también conocida como los nativos digitales, que sin embargo se han enfrentado a grandes transformaciones, como las crisis económicas o la pandemia del coronavirus, en un mundo que parece plagado de acontecimientos negativos y con un futuro poco esperanzador. Este grupo de estudiantes del campus universitario de Salamanca comienzan su etapa universitaria hacia la edad adulta durante la post-pandemia, lo que también subraya la necesidad de recuperar las relaciones sociales que en cierto modo se perdieron durante el confinamiento. Javier (Biel Rosell) es un joven desubicado que ha comenzado sus estudios de Marketing en un Colegio Mayor, mientras continúa con sus sesiones de terapia online debido a un trauma que se irá desvelando a lo largo de la temporada. La serie se centra principalmente en su relación con Martina (Azul Guaita), en una especie de historia romántica que sin embargo describe una relación algo tóxica, rodeados de otros estudiantes como Andrés (Cosmo Elio González), el compañero de residencia de Javier, que solo se dedica a sus redes sociales y apenas sale de la habitación, o Lorena (Berta Castañé), que tiene su propio tutorial de cuidados personales, lo que sirve a la serie para introducir el product placement de una marca de maquillaje que también es la patrocinadora de la emisión, incluyendo dos cortes publicitarios para destacar que podemos ver la serie sin publicidad, gracias a su publicidad (¡!). Pero si bien la historia trata de evitar algunos lugares comunes de este tipo de historias juveniles que transcurren en un centro de enseñanza en el que los protagonistas se relacionan con mayor o menor afinidad, en realidad no consigue hacerlo. Impulsada por esta especie de atmósfera de tragedia que suele envolver a la Generación Z, se abordan temas como la salud mental y el suicidio, que en España es la segunda causa de muerte entre los jóvenes por detrás de los accidentes de tráfico. Lo que da lugar a algunas secuencias extrañas, como un intento de equilibrar una situación dramática con el fondo de la catedral de Salamanca, en una especie de postal turística con trasfondo trágico en el episodio Movidas (T1E6), que resultante francamente inquietante. 

En este sentido, Zoomers trata de evitar ser considerada como el tipo de series juveniles sexualizadas al estilo de Élite (Netflix, 2018-2024) y sus sucedáneos, con Javier diciéndole a su amigo Víctor (Mauro Vélez): "Ahora que hemos perdido la virginidad los dos, lo de follar está sobrevaloradísimo". Pero si no cae en estos tópicos, abraza completamente otros, de manera que al final nunca llega a ser lo distintiva que parece pretender. Por mucho que trate de construir personajes y relaciones más cotidianos, usando el humor sin ser del todo una comedia, el dibujo de protagonistas como Martina, que trata de destacar en sus estudios para alcanzar la independencia de su familia adinerada, lo hemos visto en numerosas ocasiones, y situaciones como la escena del ascensor durante una fiesta de fin de año en Expandiendo horizontes (T1E3) o la lista que elabora Javier de objetivos por alcanzar durante su primer año universitario, que sirve para estructurar la temporada en diferentes meses a lo largo del curso, resulta otro de esos lugares comunes. Zoomers está creada por Federico Mayorca y Guillermo Van Dreï, este último también guionista de la miniserie Itxaso (Netflix, 2024), el punto de partida de la historia es la idea de describir a una juventud que está creciendo en medio de constantes momentos de inestabilidad, aunque le falta una mirada crítica para reflexionar sobre hasta qué punto esa misma juventud es la responsable de afianzar esta falta de equilibrio, contribuyendo a una involución ideológica que parece acercarnos peligrosamente hacia los errores del pasado. Hay algunos apuntes de sensibilidad social, como una manifestación animalista organizada por el rebelde João (João Bettencourt), pero en general los temas que trascienden el entorno estudiantil no son abordados con demasiada profundidad, como queriendo situarse en una posición cómoda que no trate cuestiones demasiado complejas. Algunos personajes adultos se introducen en la historia como los boomers que contrastan con los zoomers, como Marcela (Itziar Atienza), la madre de Carla (Luna Bengoechea), que establece un triángulo amoroso un poco forzado con Andrés, o el profesor Fernando (Héctor De Miguel (Quequé)), que aporta un alivio cómico. Bajo la dirección del veterano Óscar Pedraza, la historia mantiene un ritmo constante, pero no consigue trascender del todo. En una interesante reflexión, Javier llega a culpar a otras series como Euphoria (HBO Max, 2019-) y Élite de haber distorsionado la realidad a su generación, pero desde luego Zoomers no es la propuesta diferente que va a conseguir solucionar este problema. El Making Of hace un interesante paralelismo entre los personajes de la ficción y la experiencia real de algunos estudiantes en Salamanca. 

Dos tumbas

Miniserie | Ficción, 3x50' | Netflix |  

Creada por Agustín Martínez sobre una idea de Toni Carrizosa, Verónica Vila-San-Juan

Escrita por Jorge Díaz, Antonio Mercero Santos, Agustín Jiménez

Dirigida por Kike Maíllo


Desde su propia estructura, algunas series parecen claramente ideas que han surgido originalmente para largometrajes pero, debido al interés de las plataformas de streaming por desarrollar series, se han reconvertido en un formato que no siempre les favorece. Dos tumbas (Netflix, 2025) tiene este problema, al que se añade la persistencia en encargar este tipo de thrillers a los mismos guionistas de siempre. Agustín Martínez (1975, Lorca) ha estrenado este año La caza. Irati (Movistar Plus+, 2025) y tiene a punto de estreno La Nena (atresplayer, 2025), última entrega de las adaptaciones de la trilogía escrita por Carmen Mola, seudónimo literario que comparte con Jorge Díaz (1962, Alicante) y Antonio Mercero Santos (1969, Madrid), aunque ninguno de los tres ha participado en la adaptación. Pero ellos sí son los guionistas de esta propuesta que surge a partir de una idea original de Verónica Vila-San-Juan y el productor Toni Carrizosa, que decidieron encargar su desarrollo a este trío de escritores y al director Kike Maíllo (1975, Barcelona). Desde una historia clásica de venganza, el relato comienza con la habitual desaparición de dos adolescentes, Verónica (Nadia Vilaplana) y su amiga Marta (Zoe Arnao), cuando se dirigían a una fiesta cerca del pueblo de Frigiliana, pero ésta última es encontrada muerta en la costa malagueña por un barco pesquero. Verónica es hija de Antonio (Hovik Keuchkerian), dueño de un restaurante, mientras que Marta era hija de un mafioso local, Rafael (Álvaro Monte), que está dispuesto a encontrar al responsable de la muerte de Marta. Pero ninguno de ellos tiene el impulso de Isabel (Kiti Mánver), la abuela de Verónica; eso sí, dos años después, cuando el caso se ha archivado por falta de indicios, en una escena en la que mira la televisión como si fuera la primera vez que lo hace. A lo largo de sus tres episodios que parecen demasiados, la serie pasa de lo absurdo a lo ridículo, entregándose a giros de guión previsibles que tratan de sorprender, aunque sea construyendo una secuencia de tortura involuntaria tan inverosímil como la que concluye la Parte I (T1E1). Kiti Mánver hace lo que puede con un personaje que tiene la misma evolución que otras abuelas que ha interpretado en películas como Mamacruz (Patricia Ortega, 2023), desde la inocencia senil hasta la seguridad madura, pero en este caso llevándola hasta un extremo grotesco. Los otros actores protagonistas lo tienen más complicado: Hovik Keuchkerian, que suele incorporar a sus personajes dependiendo de hacia qué lado se peinen, interpreta un personaje soso, aunque con algunos secretos, mientras Álvaro Morte resulta convincente al recuperar su acento andaluz, pero a través de un narcotraficante que está escrito con trazos gruesos y sin ninguna profundidad. 

Dos tumbas es básicamente un thriller que utiliza la violencia gratuita como una forma de impactar al espectador y juega con los giros para componer un divertimento más o menos tenso. El problema es que no resulta entretenido, y la transformación de un policíaco amable hacia un thriller violento resulta tan artificial como poco creíble. Curiosamente, a pesar de que sus novelas han sido adaptadas al formato audiovisual y de que ellos mismos se han dedicado por separado a escribir guiones durante treinta años, el trío de escritores nunca habían creado una serie juntos, y casi podrían haber firmado ésta con su seudónimo de Carmen Mola, inevitablemente envuelto para siempre en la pregunta de si lo escogieron como una tapadera femenina para ser más atractivos de cara a los concursos literarios, algo que ellos siempre han negado. Durante su anonimato, se llegó a comparar a Carmen Mola con el caso de Elena Ferrante en Italia, la autora de la tetralogía La amiga estupenda (2011, Ed. Lumen) de la que en noviembre se publicará en España una edición conjunta, que ha preservado su identidad real, aunque hace unos años fue revelada por una investigación periodística. En todo caso, el proceso de creación de los tres guionistas se ha desarrollado estableciendo una pauta de colaboración en el tratamiento general y en los puntos de giro, y posteriormente dedicándose cada uno a escribir un episodio. Surge la duda entonces de quién se encargó de escribir la Parte III (T1E3), uno de los ejercicios de tensión más absurdos que hemos visto en los últimos años. La serie no consigue nunca ser tan electrizante como parece pretender, por mucho que el director Kike Maíllo la quiere envolver de una cierta estética que se siente artificial. En realidad, cualquiera que haya leído alguna de las irregulares novelas de Carmen Mola no se sorprenderá por los recursos utilizados en esta serie: la escritura mediocre, la violencia gratuita o las sorpresas narrativas que requieren altas dosis de suspensión de la incredulidad. Pero su debut en el formato de series es más decepcionante de lo que se esperaba, y esta historia de venganza se siente particularmente perezosa, envuelta en las dosis de truculencia habitual en sus creadores, pero mezclada con un tono de amabilidad artrítica que no encaja en ningún momento. 


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Películas mencionadas (disponibles en la fecha de publicación):

Uno de los nuestros se puede ver en HBO Max, Movistar Plus+, Netflix y Prime Video.
La gran familia se puede ver en FlixOlé y Movistar Plus+.
¡Vaya vacaciones! y Maixabel se pueden ver en Netflix. 
Malnazidos se puede ver en Netflix y Tivify.

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