El BFI London Film Festival se celebra cada año a principios de octubre y se puede considerar como la antesala de los estrenos que ocuparán el comienzo de temporada en las salas cinematográficas británicas, pero también resulta un panorama destacado del cine que llegará a las salas y las plataformas en los próximos meses. La ventaja del London Film Festival es que no está tan enfocado a los grandes estrenos internacionales sino que recoge una destacada muestra de los mejores títulos que han pasado por otros festivales, la mayor parte de ellos estrenos en Gran Bretaña. Entre el 5 y el 16 de octubre el British Film Institute presenta uno de los festivales más importantes que organiza a lo largo del año, y que se completa con el BFI Future Film Festival, dedicado a los cineastas emergentes y patrocinado por Netflix en febrero, el BFI Flare (Festival de Cine LGBTQIA+) en marzo y el BFI & Radio Times Television Festival en mayo. De hecho, hay una presencia destacada de los próximos estrenos de Netflix, como Matilda, de Roald Dahl: El musical (Matthew Warchus, 2022), la adaptación del musical basado en la novela de Roald Dahl que se representa en Londres desde hace 12 años y que también es un éxito en los teatros de países como España o Noruega; la secuela Puñales por la espalda: El misterio de Glass onion (Rian Johnson, 2022) o la nueva versión animada de Pinocho (Guillermo del Toro, 2022), con otros títulos que pronto veremos en cines como el mal recibido por la crítica en la Mostra de Venecia Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades (Alejandro G. Iñárritu, 2022).
Junto a los estrenos de estas películas más esperadas, que en realidad llegarán sin dificultad a las salas o las plataformas más pronto que tarde, en los próximos días vamos a dedicar nuestra mirada a títulos que consideramos interesantes y que también conforman parte de la programación del BFI London Film Festival, una mezcla entre algunos de los nombres más consagrados del cine actual y los cineastas que comienzan su trayectoria con propuestas francamente apasionantes. Nuestra primera crónica está dedicada a los trayectos, ya sean físicos o emocionales, que llevan a cabo los protagonistas de estas cinco películas que comentamos, y que nos llevan desde una historia de amor envuelta en misterio, hasta un viaje por una ciudad gentrificada, dos repasos a la Historia de Italia y una crónica de la agonía de una forma de vida.
El premio al Mejor Director en el pasado Festival de Cannes fue para el conocido realizador Park Chan-wook (1963, Corea del Sur), que regresa al cine seis años después de su última película, La doncella (2018), con el paréntesis de la miniserie La chica del tambor (HBO Max, 2018), formato al que regresará de nuevo en The sympathiser (HBO, 2023), ambientada en la guerra de Vietnam. Al director se le puede considerar uno de los iniciadores del interés que a nivel internacional ha despertado la cultura surcoreana, y que ha acabado resonando con los éxitos de Parásitos (Bong Joon Ho, 2019) y de la serie El juego del calamar (Netflix, 2021-). Pero él es uno de esos nombres fundamentales que han ido desplegando un estilo cinematográfico elegante y absorbente gracias a películas como Old boy (2003) o Thirst (2009), aunque en su caso ha derivado desde la representación rotunda y explícita de la violencia hasta un lenguaje más sutil y enigmático. Siendo un director al que le gusta jugar con la perspectiva y el misterio, Decision to leave (Park Chan-wook, 2022) es curiosamente su primera película policíaca, pero su interés principal se encuentra en la relación obsesiva entre los dos personajes principales.
La primera parte de la película está definida por el encuentro entre ambos. Hae-jun (Park Hae-il) es un detective que trabaja en Busan pero cuya esposa vive en la pequeña ciudad pesquera de Ipo, de forma que su matrimonio parece sostenerse en encuentros de fin de semana. El retrato de este investigador es el de un hombre que se obsesiona con sus casos, que padece insomnio porque no puede dejar de mantener su cerebro en funcionamiento, y para el que las vigilancias nocturnas acaban siendo una liberación porque no tiene que simular un descanso que no necesita. El aparente suicidio de un hombre que ha sido encontrado al pie de una montaña le implica en un proceso de investigación que conduce a su viuda, Seo-rae (Tang Wei), y en el que algunos detalles hacen sospechar que ha podido ser asesinado. Ella no oculta su indiferencia hacia la muerte de su esposo, o esboza una sonrisa en el interrogatorio que parece invitar directamente a una indagación más profunda en ese matrimonio. Y la obsesión de Hae-jun por el caso se va convirtiendo en una obsesión personal por esta joven de origen chino que consiguió ser la única aceptada en el país de un grupo de inmigrantes. Hay tanto misterio en ella como el que Park Chan-wook despliega en una película que juega siempre con el concepto de la ilusión, que establece continuamente dobles sentidos en los que un vestido puede ser verde o azul, o una pared con un paisaje de montañas que también pueden ser interpretadas como las olas del océano.
De forma que estamos ante una película que se cuestiona constantemente para que el espectador cuestione lo que está viendo, utilizando elementos de distorsión de su mirada, como el paisaje neblinoso de Ipo, la isla en la que vive Hae-jun durante sus fines de semana matrimoniales, las gotas que se administra en los ojos para evitar la vista cansada de sus noches de insomnio, y sobre todo la representación de la realidad muchas veces a través de instrumentos tecnológicos, otro de los hallazgos de la película. Seo-rae habla coreano, pero a veces formula frases que expresa mejor en chino usando el móvil como traductor de voz, pero también hay muchos planos vistos a través de pantallas, teléfonos móviles o binoculares. Incluso desde la mirada inerte de un muerto, atravesada por las patas de una hormiga. Es la verdad puesta en entredicho constantemente, como el misterio de una mujer que no está claro si es víctima o verdugo, estableciendo la referencia cinematográfica de Vértigo (De entre los muertos) (Alfred Hitchcock, 1958). Decision to leave es una película que se enriquece con nuevos visionados, porque Park Chan-wook consigue ofrecer un trabajo de prestidigitador, barajando las imágenes y la narrativa gracias a un guión férreo que ha co-escrito con su habitual colaboradora Seo-kyeong Jeong (1975, Corea del Sur), creadora de la serie recién estrenada Las hermanas (Netflix, 2022), adaptación contemporánea de la novela Mujercitas (1869, Ed. Planeta). Y, como ocurría en La doncella (2018) cuando la historia cambiaba de perspectiva, el tercer acto de Decision to leave también modifica la forma en que hemos visto los dos actos anteriores, ofreciendo una mirada que nos lleva a replantearnos la verdadera naturaleza de los personajes. Y convirtiendo a la película en una historia de amor en la que ninguno de los amantes dice nunca "Te quiero".
Know your placeZia Mohajerjasbi, 2022 | BFI London Film Festival | Sección Strands: Journey | ★★★★☆ |
Según las estadísticas más recientes, la ciudad de Seattle (Washington) ha experimentado en los últimos años un crecimiento general de población, pero una disminución progresiva de las personas de raza negra, que actualmente es de un 7% respecto al 65,81% de raza blanca y el 16,31% de origen asiático (World Population Review, 2022). Un dato significativo, teniendo en cuenta que el Distrito Central de la ciudad estaba habitado por un 70% de personas de raza negra en la década de 1970, atraídas por la contratación de mano de obra que efectuó la compañía Boeing después de la 2ª Guerra Mundial. Pero este también es el distrito que ha sufrido un mayor proceso de gentrificación en los últimos años, hasta convertir a Seattle en la tercera ciudad de los Estados Unidos más afectada por la gentrificación según un estudio del Federal Reserve Bank of Philadelphia publicado en 2019 (The Seattle Times, 24/7/2019). La ciudad se sostiene económicamente en las nuevas tecnologías, especialmente después de la llegada de Amazon en 2010, que la convirtió en una de sus sedes principales, lo que provocó que el precio de las viviendas y los alquileres aumentaran casi el doble que la tasa de crecimiento de todos los Estados Unidos. El director norteamericano de origen iraní Zia Mohajerjasbi ha convertido a Seattle en un personaje más de su película Know your place (2022), que se estrena a nivel internacional en el BFI London Film Festival después de haber conseguido el Premio del Público y el Gran Premio del Jurado a Nuevo Cine Americano en el Seattle International Film Festival 2022.
La historia se centra en una familia de origen etíope cuya última generación ya ha nacido en los Estados Unidos y entiende, pero no habla, la lengua originaria de sus abuelos. En cierta manera se podría decir que el director recoge el testigo de los cineastas iraníes como Abbas Kiarostami construyendo a partir de una historia sencilla una reflexión general sobre la transformación de Seattle, cuando el adolescente Robel Haile (Joseph Smith), debe llevar una maleta con medicinas para unos familiares que se encuentran al otro lado de la ciudad. Por diversas circunstancias, el joven pierde el dinero y acaba embarcado en una aventura que convierte su aparentemente fácil misión en una odisea a través de toda la ciudad. Zia Mohajerjasbi, que nació en Seattle, pero actualmente vive en Los Angeles, describe su película como "una carta de amor y un lamento al mismo tiempo". Utiliza con acierto esta anécdota para elaborar una aproximación a la gentrificación que ha ido definiendo las últimas décadas en su ciudad, deteniéndose en numerosas ocasiones en la fisonomía de sus calles, desde la mirada cenital de un dron hasta los travellings que muestran la dinámica vida social. El viaje de Robel es principalmente solitario, aunque en la parte final del trayecto le acompañe su amigo Fahmi (Natnael Mebrahtu), lo que no evita que se sienta confuso en una parte de la ciudad prácticamente desconocida para él. Aunque en algunos momentos las situaciones se sienten forzadas y demasiado evidentes, como cuando un policía detiene a Robel y Fahmi en el barrio en el que vive este último, sospechando que son ladrones por ser negros. Pero la película retrata con eficacia el sentimiento de comunidad entre las familias, y sobre todo sabe apuntar con precisión las huellas de la gentrificación a través de personajes secundarios que se cruzan con los protagonistas.
Know your place se siente cómoda en su ritmo pausado y en las conversaciones que delimitan las ideas principales sobre las que quiere centrarse: "¿Qué es lo que piensan de nosotros cuando nos ven?", se pregunta un tío de Fahmi cuando lleva a los protagonistas en su coche. "Piensan en la diversidad. Pero el color de la piel o los nombres no son diversidad. Es la conexión entre nosotros. Mi mujer es musulmana y yo soy cristiano. Ella reza cinco veces al día, y cada vez que la veo rezar mi propia fe se fortalece. En eso consiste la diversidad". En una escena en la que están huyendo tras un desafortunado encuentro, Robel y Fahmi se introducen en una casa cuyos objetos están en venta, otra huella de la gentrificación. Robel mira un cuadro colgado de una pared, la obra "American progress" (1872), pintada por John Gast, un artista prusiano que se trasladó a Brooklyn en 1870. El cuadro muestra a Columbia, la personificación femenina de los Estados Unidos, guiando la expansión de los colonos hacia el Norte mientras sostiene el cable del telégrafo, lo que representa la idea de modernidad. Al fondo, las tierras precoloniales habitadas por los indios se muestran en oscuridad, mientras que el sol ilumina el Este, donde circula el ferrocarril. Es una imagen idealizada de un sentido de progreso que obvia la expulsión de los nativos americanos, y es una buena metáfora sobre las cosas que tiene que decir el director de Know your place respecto al auge económico de Seattle. La película ofrece para su protagonista una resolución melancólica y pesimista, reflejo de la propia experiencia del director, pero invita al espectador a reflexionar sobre el futuro de las grandes ciudades a través de una historia sencilla que sabe captar la esencia de sus personajes.
Presentada en el Festival de Berlín 2022, diez años después de que los hermanos Taviani lograran el Oso de Oro por César debe morir (Paolo Taviani, Vittorio Taviani, 2012), la película Leonora addio (Paolo Taviani, 2022), que consiguió este año el Premio FIPRESCI, comienza con una dedicatoria a Vittorio, fallecido en 2018, y se construye como un réquiem cinematográfico que celebra la obra del dramaturgo Luigi Pirandello (1867-1936, Italia) a partir de dos relatos: el de su propia muerte y una adaptación libre de una de sus últimas obras, el cuento Il chiodo (El clavo) (1936), que se publicó un año después de su fallecimiento. Las imágenes de archivo muestran el reconocimiento del Premio Nobel de Literatura a Luigi Pirandello en 1934, para continuar con una secuencia imaginada en una habitación minimalista en la que Pirandello, con la voz del actor Roberto Herlitzka y postrado en la cama, reconoce en la transformación de sus hijos desde la niñez hasta la vejez, lo efímero de la vida. Es una representación hermosa de la reflexión que impregna buena parte de la película en torno a la cercanía de un destino anticipado desde que nacemos. El fallecimiento de una figura reconocida internacionalmente es aprovechado por Mussolini para representar la grandeza del fascismo a través de un funeral pomposo, enterrando sus restos en el cementerio monumental Campo Verano en Roma, donde permanecieron, según se indica en la película "durante 10 años de guerra, miedo, barbarie y lucha".
Paolo Taviani suele decir que quería mostrar el fascismo en Italia, no a través de las habituales imágenes de archivo, sino desde la mirada cinematográfica, lo que convierte a Leonora addio en un homenaje que se hace extensible desde la referencia a su hermano Vittorio hasta otros cineastas italianos de la época, como Carlo Lizzani y Gillo Pontecorvo, que aparecen en una escena de la película Il sole sorge ancora (Aldo Vergano, 1946), y otras muestras del neorrealismo como Paisà (Camarada) (Roberto Rossellini, 1946). Se justifica así el uso de una espléndida fotografía en blanco y negro que utiliza las sombras para construir una puesta en escena que resulta teatral de una forma consciente. Precisamente en 1946, el año del estreno de ambas películas, un funcionario del Ayuntamiento de Agrigento, la localidad natal de Luigi Pirandello, cumplió los deseos del dramaturgo de ser enterrado en su lugar de origen, y comienza así un traslado que resulta cómico cuando se inicia en un avión del que huyen los pasajeros por la superstición de viajar con las cenizas de un muerto y acaba en un tren que propone un auténtico drama teatral. Hasta que un monumento esculpido en piedra esté terminado para el reposo de los restos del escritor en Agrigento, tendrán que pasar otros quince años. La película construye hasta ese momento un recorrido por la Italia fascista a través de la representación cinematográfica y de una puesta en escena teatral, las artes que se convirtieron en instrumentos políticos de resistencia.
Esa teatralidad ha estado presente en buena parte del cine de los hermanos Taviani, que han recurrido a las obras de Luigi Pirandello en varias ocasiones, como cuando adaptaron varios cuentos del autor en la película Kaos (Paolo Taviani, Vittorio Taviani, 1984) y posteriormente en Tú ríes (Paolo Taviani, Vittorio Taviani, 1998), otras dos historias de Pirandello. Así que no resulta anormal la estructura en dos partes de esta película que en la última media hora se centra en el cuento El clavo (1936), una historia que Luigi Pirandello tomó de un artículo periodístico y que se desarrolla en la comunidad de emigrantes italianos en Brooklyn. El cambio de escenario y de tono de la película se complementa con la fotografía en color, para mostrar la desafección de un niño que ha sido obligado a viajar a América desde su Sicilia natal, y cuyo sentimiento de inadaptación desembocará en un acto violento. Una acción que se muestra con una mirada seca, para acabar sosteniendo el final del relato en el fragmento musical "Un'altra madre" de la obra autónoma de Nicola Piovani y Vincenzo Cerami La Pietà: Stabat Mater (2000). Se trata de un relato menos convincente, pero que también abunda en la reflexión sobre la muerte y el paso del tiempo, aquí marcado por una especie de penitencia provocada por el arrepentimiento. Aunque irregular en su desarrollo, Leonora addio es una película que se acomoda en su visión fragmentaria y reclama una estructura no lineal para usar a sus grandes creadores como ejes centrales de una reflexión sobre lo efímera que es la vida y lo surrealista que puede llegar a ser la muerte.
El Festival de Cannes no suele incluir en su programación formatos de series, únicamente en casos excepcionales, pero en la pasada edición programó Esterno Notte (Marco Bellocchio 2022), dentro de su sección Cannes Première. El director Marco Bellocchio (1939 Italia), que sigue plenamente en activo a sus 82 años y que el año pasado también presentó en Cannes su documental Marx può aspettare (Marco Bellocchio 2021), retoma una historia real de Italia que ya abordó hace casi veinte años en su película Buenos días, noche (Marco Bellocchio, 2003): el secuestro y asesinato del primer ministro de la República Aldo Moro por parte de las Brigadas Rojas. Pero, como su propio título indica, la mirada ahora es externa, no se centra como aquella película en la habitación en la que estuvo secuestrado el líder de Democracia Cristiana, sino que realiza una panorámica más amplia, en la que se incorporan diferentes puntos de vista. Esterno notte utiliza el formato de serie de seis episodios de 50 minutos cada uno, pero en Italia se estrenó entre mayo y junio como una película dividida en dos partes de casi tres horas de duración cada una. Para su director, se trata de un conjunto compacto que utiliza la división en capítulos para establecer el protagonismo de los diferentes puntos de vista. Y en este caso, como un contrapunto a la visión más intimista de Buenos días, noche, la serie se expande para hacer un recorrido político al mismo tiempo que humano, en el que la figura de Aldo Moro, que protagoniza principalmente la primera hora, se convierte después en una figura ausente pero absolutamente trascendental.
Las siguientes partes (o episodios) de la historia están dedicadas a otras miradas que, si tomamos el formato de película de dos entregas podríamos decir que aborda primero el punto de vista político, con Aldo Moro (Fabrizio Gifuni), el Ministro del Interior Francesco Cossiga (Fausto Russo Alesi) y el Papa Pablo VI (Toni Servillo), para en la segunda parte acercarse al otro lado, el de los secuestradores, con Adriana Faranda (Daniela Mora), y el de la familia con la esposa del político Eleonora Moro (Margherita Buy) y de nuevo con Aldo Moro, pero ahora despolitizado y transformado en un rehén. Utilizando el "efecto rashomon", la historia se desarrolla avanzando y retrocediendo para mostrarla desde diferentes perspectivas, pero también alternando la reflexión política con la representación humana: el tormento paranoico que sufre Francesco Cossiga, las dudas del Papa Pablo VI, la impotencia de Eleonora Moro o la indecisión de Adriana Faranda, que en cierto modo conecta directamente con el personaje de Chiara, la militante rebelde de las Brigadas Rojas en Buenos días, noche. Y Marco Bellocchio consigue, junto a sus colaboradores guionistas, establecer una narrativa clara en la que aporta su propia visión de la historia.
Aldo Moro presidía Italia en 1978, y se encontraba negociando el llamado "compromiso histórico" que contaría con el apoyo al gobierno del Partido Comunista, algo que una parte de la propia Democracia Cristiana no veía con simpatía, apoyada por la influencia de unos Estados Unidos que tampoco querían a los comunistas cerca del poder. En la serie Eleonora Moro hace referencia a la amenaza que recibió Aldo Moro de Henryk Kissinger sobre su propuesta de compromiso histórico, y el Ministro del Interior Francesco Cossiga aparece consultando a Steve Pieczenik (Tim Dalsh), un asesor del presidente Carter enviado a Italia. En su perfecta construcción de thriller político hay una referencia a la posibilidad de que los propios servicios secretos italianos apoyara el secuestro del primer ministro. Pero sobre todo se plantean las negociaciones para su liberación como un caldo de cultivo para la traición, especialmente la de un Francesco Cossiga que el actor Fausto Russo Alesi interpreta certeramente en su remordimiento paranoico, o en la simbología de una pila de billetes en el Vaticano preparados para el pago de un rescate que Pablo VI nunca utilizó. Aldo Moro se había convertido en una figura política incómoda, incluso para su propio partido: "Le quieren muerto. Quieren un mártir, un Cristo crucificado", dice una de sus hijas. Hay que destacar también el trabajo del actor Fabrizio Gifuni, quien interpretó en teatro la lectura de las cartas que escribió desde su cautiverio el primer ministro, y de Margherita Buy en uno de los episodios más dolorosos, el de la impotencia de una familia que asiste a la inacción de los políticos o de Toni Servillo como un Pablo VI enfermo y dubitativo, quien ya había interpretado a otra figura política destacada, Giulio Andreotti, en la película Il divo (Matteo Garrone, 2008). El director imagina la liberación de Aldo Moro, despierto en el interior del maletero del Renault 4 en el que fue encontrado muerto, como si quisiera ofrecer una realidad alternativa que demostrara que, si se hubiera querido, podría haber vivido. Pero si lo hubiera hecho, posiblemente la historia reciente de Italia habría sido muy diferente.
Una de las películas iberoamericanas que más ha impactado durante este año es Utama (Alejandro Loayza Grisi, 2022), ganadora del Gran Premio del Jurado en Sundance, del premio a la Mejor Película y Mejor Guión en el Festival de Guadalajara y del premio a la Mejor Película Iberoamericana en el Festival de Málaga, entre muchos otros. El debut como director de Alejandro Loayza Grisi (1985, Bolivia) continúa la tradición de una de las familias con mayor relevancia en el cine de su país. Su padre Marcos Loayza (1959, Bolivia) ganó el premio de la crítica en el Festival de Cine Iberoamericano de Huelva con la película Cuestión de fe (1995), y consiguió repercusión internacional con El corazón de Jesús (2003) y Averno (2018). Su hermano Santiago Loayza Grisi (1984, Bolivia) ejerce como productor y administrador de la productora familiar Alma Films, con sede en La Paz. La película se adentra en las tierras cada vez más desérticas del municipio de Colcha K, donde conviven en un paraje aislado los dos protagonistas quechuas, el matrimonio formado por Virginio (José Calcina) y Sisa (Luisa Quilpe), que sobrevive pastoreando un rebaño de llamas, pero cuyas vidas se transforman cuando se enfrentan a las consecuencias de más de un año de sequía: "El cielo se ha cansado" dice uno de sus vecinos. La cámara se detiene en el rostro marcado por el tiempo de Virginio que parece un reflejo del suelo desértico agrietado por la falta de agua. A casi 4.000 metros sobre el nivel del mar, el silencio es roto por el sonido del viento y por la preocupante respiración forzada de Virginio, que forman también un paisaje sonoro lleno de desolación.
En la profundamente estética composición de sus imágenes, Utama recuerda a la hermosa This is not a burial, it's a resurrection (Lemohang Jeremiah Mosese, 2019), pero lo que era allí un espléndido uso del formato 4:3, aquí se amplía hasta una imagen panorámica que parece hacer referencia directa a los western polvorientos de Sergio Leone. Pero que también supone una decisión arriesgada porque la película alterna la extensión de los paisajes exteriores con la intimidad del interior de la pequeña casa en la que habitan Virginio y Sisa. Y ahí es donde la cámara se detiene en los rostros y en las miradas, pero también juega al artificio de la imagen para mostrar planos cenitales de las camas que comparten los ancianos y que más tarde serán una representación de su aislamiento. Habiendo trabajado como director de fotografía en varios cortometrajes y videoclips, Alejandro Loayza Grisi entrega el testigo a la veterana profesional uruguaya Bárbara Álvarez, que ha trabajado en películas como Whisky (Juan Pablo Rebella, Pablo Stoll, 2004) y A febre (Maya Werneck Da-Rin, 2019) y en series como la espléndida Amsterdam (HBO Max, 2022), inédita en España. Y su trabajo extrae la belleza de la agonía de un espacio muerto en vida.
En Utama hay una representación de las consecuencias del cambio climático en aquellos lugares donde afecta directamente el proceso de desertización progresiva, pero la película se enriquece más como un reflejo de la identidad quechua y de la pérdida gradual de un mundo que parece en extinción, especialmente a partir de la llegada de Clever (Santos Choque), el nieto de los protagonistas. Las relaciones intergeneracionales se manifiestan al mismo tiempo que se refuerza la idea de la desaparición cuando éste trata de convencerles de que abandonen un lugar ya casi extinguido para trasladarse a La Paz, una ciudad que ha recibido desde hace décadas las migraciones de los pueblos Aymaras provenientes del Altiplano. Y las señales que se marcan a partir de entonces son las de una historia casi apocalíptica: una llama se desmaya debido a la falta de agua, el pozo ya parece completamente seco, mientras el anciano cuenta a su nieto la historia sobre como el cóndor, una especie que se encuentra en peligro de extinción, vuela hasta un lago para dejarse morir. Para los quechuas, la muerte del cóndor no es, sin embargo, un final sino el principio de un cambio. Esta aceptación de la muerte como algo cercano, sobrevuela el tercer acto de una película que se revela, finalmente, como la representación de una transformación, que será buena o mala, pero es inevitable.
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Dónde están disponibles las películas mencionadas:
Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades se estrena en cines el 4 de noviembre.
Pinocho de Guillermo del Toro se estrena en Netflix el 9 de diciembre.
Puñales por la espalda: El misterio de Glass Onion se estrena en Netflix el 23 de diciembre.
Matilda de Roald Dahl: El musical se estrena en Netflix el 25 de diciembre.
Decision to leave se estrena en cines el 20 de enero de 2023.
Esterno Notte se preestrena el 22 de octubre (Barcelona) y el 26 de octubre (Madrid) en Serielizados Fest.
La doncella se puede ver en Movistar+.
La chica del tambor se puede ver en HBO Max y Movistar+.
Vértigo (De entre los muertos), César debe morir y Tú ríes se pueden ver en Filmin.
Paisà (Camarada) se puede ver en Filmin, Filmbox+ y Prime Video.
Whisky se puede ver en Filmin y Netflix.
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