La situación provocada por el coronavirus durante el año 2020 ha conducido a un vaivén en la apertura de las salas cinematográficas que no era deseado por nadie, pero que ha obligado también a los organizadores de festivales de cine a improvisar soluciones sobre la marcha. Hay festivales, sin embargo, que desde el mes de marzo, siendo conscientes de la situación confusa que se avecinaba, han venido trabajando en un formato híbrido, preparados para cualquier eventualidad que condujera a la cancelación del formato presencial, mientras que otros se han empeñado en mantener un formato tradicional y finalmente se han visto obligados a organizar un encuentro presencial sin apenas espectadores ni invitados, y un semi-formato online incompleto y mal diseñado. A ello se une la idea equivocada de que para un festival online no hace falta mucho personal. Y al final ocurre lo que le ha pasado al Festival de Estocolmo, cuya programación online ha sido defectuosa.
L'Alternativa es uno de los festivales que venían trabajando en un formato híbrido desde hace meses, lo que les ha permitido negociar con las distribuidoras y productoras teniendo en mente la difusión de las películas en ambos formatos. Al final, debido a las restricciones decididas por el Govern de Cataluña, el 27º Festival de Cine Independiente de Barcelona se vio obligado a suspender sus proyecciones y encuentros presenciales y apostar solamente por la presencia online, a través de su canal en la plataforma Filmin. Entre el 16 y el 29 de noviembre se está celebrando esta edición, que lo consolida como uno de los festivales más destacados del panorama español.
Además en un mes de noviembre que ha venido repleto de ofertas de festivales, casi diríamos que con sobrecarga en Filmin. Junto a L'Alternativa, actualmente se pueden visionar en esta plataforma el Festival Internacional de Cine de Gijón (hasta el 29 de noviembre), Asian Film Festival de Barcelona (que amplió su programación hasta el 29 de noviembre), Festival Internacional de Cine de Cartagena (hasta el 28 de noviembre), Rec. Festival Internacional de Cine de Tarragona (del 26 de noviembre al 16 de diciembre), Festival de Cine Coreano (del 27 de noviembre al 8 de diciembre), Dart Festival. Festival de Cine Documental sobre Arte Contemporáneo (26 de noviembre al 9 de diciembre), Barcelona African Film Festival (26 de noviembre al 6 de diciembre) y el World Press Photo (hasta el 20 de diciembre).
La programación de L'Alternativa se divide en tres secciones competitivas, además de otras secciones paralelas y diversas Masterclass y encuentros con cineastas. El Festival Internacional de Cine Independiente de Barcelona se inauguró con una de las películas más esperadas del momento, el documental El año del descubrimiento (Luis López Carrasco, 2020), del que ya hablamos en una crónica anterior, y se clausura este sábado con la película Epicentro (Hubert Sauper, 2020), ganadora del Gran Premio del Jurado en Sundance y proyectada en la sección Tiempo de Historia de la Seminci de Valladolid, que se podrá alquilar en Filmin desde el 28 de noviembre y también tendrá una proyección presencial en los cines Maldà.
En la Sección Oficial Internacional se pueden ver hasta el domingo algunos títulos interesantes, dotados de esa impronta de cine alternativo que utiliza lenguajes diversos para contar sus historias. Es el caso de la brasileña Um filme de verão (Jo Serfaty, 2019), una película que surge de un diario escrito por los cuatro protagonistas, y que se ha convertido en la base de este documental. Estos jóvenes representan, en medio del caluroso verano de Río de Janeiro, las inquietudes de un país complejo, que en cierta manera resulta opresivo. Pero ellos mantienen sus aspiraciones: Karol quiere vivir a Japón, Junior se filma y se reafirma como un personaje que quiere huir del ruido de la gran ciudad, pero cuando se encuentra en el campo, echa de menos el ruido de Rio de Janeiro. En una construcción irregular a veces, que está a medio camino entre la realidad y la ficción, posiblemente la visión más clara es la de Junior, el joven que se graba a sí mismo con una cámara, reflejando su juventud, su mirada al futuro en un país que tiene un futuro incierto.
También el protagonista de Victoria (Sofie Benoot, Liesbeth De Ceulaer, Isabelle Tollenaere, 2019), un joven padre que decide abandonar Los Angeles con su familia para ir a vivir a una ciudad fantasma en medio del desierto, escribe una especie de diario en el que cuenta su experiencia. Ganador del Caligari Film Prize en el Festival de Berlín, de un Premio Especial en el IndieLisboa y del Premio al Mejor Documental en el Festival Play-Doc, este perfil de una ciudad que fue abandonada, y de la que quedan casas construidas en un desierto y calles con nombre pero sin personas, es un reflejo de una América fallida. En la escuela de adultos a la que asiste el protagonista se enseña la historia de los pioneros, los que llegaron a tierras norteamericanas para construir un país. Pero se cuestiona el resultado final de esa construcción. El protagonista se transforma en una especie de pionero también, observando el desierto que le rodea, reflexionando sobre lo que ha sido y lo que será, limpiando calles arenosas por las que seguramente nunca pasará nadie, y dando nuevos nombres al paisaje. La ciudad ya no se llama Cal City, sino Victoria.
Casi diríamos que tiene el aspecto de los primeros pioneros el personaje al que acompañamos en el documental A shape of things to come (J.P. Sniadecki, Lisa Malloy, 2020), que toma su título de la novela de H.G. Wells "Esquema de los tiempos futuros" (1933) y de hecho construye una fantasía de aspecto futurista que conecta el comienzo y el final de la historia. En la novela, el escritor ponía en contradicción la aspiración del individuo de una vida feliz y la necesidad del progreso para la humanidad. En la película, Sundog, el protagonista, también libra una particular batalla entre su aspiración a "disfrutar de su vida en el planeta" con las huellas del progreso que disturban su objetivo, representado en torres de telecomunicaciones y aviones que pasan con un ruido ensordecedor. Es una mirada antropológica a un humano solitario, que está en conexión plena con la naturaleza (aunque tampoco renuncia a algunas virtudes de los nuevos tiempos). Como en su anterior película, El mar La mar (J.P. Sniadecki, Joshua Bonnetta, 2017), que conectaba los sonidos y las sensaciones del desierto de Sonora con las travesías de inmigrantes cerca de la frontera con México, esta película también tiene una textura muy paisajística. Fue durante el rodaje de ese documental cuando el director conoció a Sundog y decidió acompañarlo en esta aventura solitaria que resulta absorbente. Pero el desierto también esconde peligros y la vida del hombre solitario puede estar abocada a la fatalidad.
De alguna manera, esta envoltura sensorial con la naturaleza también está presente en la película brasileña A febre (Maya Da-Rin, 2019) y en el documental español Camagroga (Alfonso Amador, 2020). La primera obtuvo el Premio FIPRESCI y el Premio al Mejor Actor en el Festival de Locarno y se centra en la dificultad de adaptación de los indígenas a la vida en una ciudad que para ellos resulta hostil. Hay un paralelismo entre el protagonista de esta película y Sundog, en el sentido de su conexión con la naturaleza, mucho más "amable" para ellos. La diferencia es que Sundog puede permitirse el lujo de vivir a su manera, mientras que los indígenas brasileños, expulsados de sus tierras, de su conjunción con la naturaleza, se ven sometidos a trabajos adversos en un entorno adverso. Esta fiebre que sufre el protagonista es una enfermedad del alma, que muestra la hipocresía de una sociedad que habla de integración de los indígenas cuando ha sido la responsable de su desintegración. La directora, curtida en el género documental, trabaja con actores no profesionales y establece a través de la imagen y un diseño de sonido envolvente, una confrontación entre la ciudad y la selva, para mostrar la alienación de su protagonista. Esta envoltura sonora ayuda al efecto hipnótico, pero el ritmo de la historia produce una sensación narcótica.
Por su parte, el documental Camagroga (Alfonso Amador, 2020), que formó parte de la programación de Sheffield, DocLisboa y Dok Leipzig, nos propone una mirada a La Huerta de Valencia a través de tres generaciones de una familia que se dedica a cultivar chufa para la elaboración de horchata. El director divide la narración en cuatro partes que se corresponden con las estaciones del año, de forma que asistimos al proceso de cultivo de modo minucioso, quizás demasiado. Y utiliza el formato 4:3 con bordes redondeados que le da a la película un aire de archivo audiovisual de la memoria. Es un documental pausado, casi como las propias vidas de los agricultores que retrata, con los que en ocasiones entabla conversaciones que hablan sobre la escasa rentabilidad del negocio en un mundo industrializado, sobre la forma de trabajar en el pasado, sobre la incorporación de la emigración al cultivo... Es un homenaje a la tierra, con una ausencia de la figura humana en buena parte de su metraje, o con una presencia secundaria en todo caso, pero sembrando a lo largo del metraje momentos de reflexión que nos enfrentan a esta amenaza de un futuro incierto a un pasado agonizante. La mirada del director es básicamente contemplativa, con apenas intervenciones, sin información adicional. Lo que quiere expresar lo hace a través de las imágenes (a veces a través de las palabras de los agricultores), y requiere del espectador una atención especial a los pequeños detalles.
Una de las propuestas más iconoclastas de la programación de L'Alternativa es Fauna (Nicolás Pereda, 2020), la última película del director mexicano que ha visitado el festival en anteriores ocasiones. Ahora presenta uno de esos trabajos en los que suele caminar por los bordes del surrealismo, a través de una historia o historias que son al mismo tiempo interpretadas y creadas por los personajes, una especie de reflexión en torno al proceso creativo que utiliza recursos como el humor o el absurdo para construir una puesta en escena muy particular. En una de las secuencias más logradas de la película, Francisco Barreiro se interpreta a sí mismo como un actor que ha cosechado cierta resonancia internacional por participar en la serie Narcos: México (Netflix, 2018-), y unos vecinos le piden que recree la escena en la que trabajó. Es una situación que provoca una sonrisa pero al mismo tiempo transmite cierta incomodidad, y reflexiona sobre esta mitificación de la violencia que ofrecen las series blockbuster. Hay una doble narrativa, una transformación de personajes (con una peluca el personaje cambia), una transparencia del artificio que hacen que sea una película que provoca extrañeza pero al mismo tiempo tiene un gran poder de fascinación.
Petit samedi (Paloma Sermon-Daï, 2020), que se adentra en la relación entre un drogadicto y su madre, ganó el Premio al Mejor Documental en Atenas y también pudimos verla en Zinebi. Lo más interesante es la visión de esta madre, que se esfuerza en vano por conseguir que su hijo busque una forma de desintoxicarse. Y que se plantea dudas sobre si ha sido demasiado protectora, si finalmente hubiera ayudado más dejándole marchar. Es un acercamiento emotivo a una relación que de alguna forma tiene algo de dependencia también. Recientemente veíamos en el Festival In-Edit el documental Dead soul's vacation (Keko Chelidze, 2020), que contaba una historia de interdependencia entre madre e hijo, en este caso un ex-músico de la escena underground de Georgia. Hay una mirada honesta en Petit samedi, especialmente en este hombre de mediana edad que mantiene sus adicciones en secreto, aunque todo el pueblo sepa de ellas. Una especie de sentimiento de culpa que sin embargo es menos recio que la necesidad de drogarse. Pero al mismo tiempo hay algo de esperanza en el documental, una esperanza con la boca pequeña, en el sentido de esperar que nada siga igual, pero con el temor de que todo permanezca tal como está.
Merry Christmas, Yiwu (Mladen Kovačević, 2020) describe cómo el capitalismo puede ser contagioso. La pequeña ciudad china de Yiwu tiene unas 600 fábricas dedicadas a la producción de adornos navideños. Seguramente algunos de los que compremos en las próximas semanas provienen de allí. Tan decisiva es su fuente de producción que existe una línea ferroviaria de 13.000 kilómetros que conecta Yiwu con Madrid, y cuya carga comercial, a la que llaman el "tren del todo a cien", tarda unos 16 días en hacer todo el recorrido. Ha sido una ruta decisiva en el transporte de material sanitario desde China hasta Europa durante la pandemia del coronavirus, pero generalmente lo que transporta son todo tipo de objetos que en su mayor parte acaban en la basura a los pocos meses de ser adquiridos. "Tenemos casi 1.000 fábricas en Yiwu y no producimos los suficiente como para cubrir las necesidades de Occidente", dice uno de los trabajadores.
Lo de "fábricas" es por llamarlo de alguna forma, porque en realidad se trata de espacios reducidos, a veces incluso aldeas, en las los trabajadores han conseguido un falso nivel de vida medio. Es una ciudad que ha renunciado a los preceptos del comunismo para convertirse en una maquinaria del capitalismo. El director se centra en algunos de los trabajadores de estas fábricas, estructurando el documental en base al material que producen, y ofrece un retrato colectivo, que con menos metraje hubiera rozado la perfección, pero que despliega con acierto una mirada de extrañeza a este sistema que produce material de desecho sin ningún límite, que alimenta la necesidad devoradora del objeto inútil.
Este sistema capitalista es analizado en el documental Oeconomia (Carmen Losmann, 2020), que pasó por los festivales de Berlín, CPH-DOX y Sheffield. La directora realiza preguntas muy sencillas sobre economía: ¿Cómo se produce el dinero? ¿Cómo se generan las deudas? Preguntas tan simples que ni los grandes economistas ni los responsables de los principales poderes de control de la economía, como el Banco Central Europeo, saben responder. Es un documental quizás no demasiado profundo, pero que resulta ciertamente entretenido, y al mismo tiempo terrorífico. Ante las negativas de muchas empresas para hablar delante de la cámara, se utilizan a actores para reproducir las conversaciones que mantiene por teléfono, con lo que conforma un conjunto que es al mismo tiempo un estudio y una investigación. Las conclusiones son realmente desesperanzadoras. La directora juega a veces con imágenes de bosques y cantos de pájaros que poco a poco vamos descubriendo que son falsos. Es una representación de esta economía que se asienta sobre el dinero intangible, más que sobre el tangible. Estamos ante un documental que plantea cuestiones muy interesantes, quizás con cierta tendencia al catastrofismo, pero con una clarividencia notable. Al final, vemos una pantalla de ordenador y una carpeta: "Posibles alternativas". Pero aparecen los títulos de crédito. Quizás esas alternativas sean el tema de otro documental... o quizás ya no queda tiempo para abrir esa carpeta.
L'Alternativa se puede ver en Filmin hasta el 29 de noviembre.
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