28 noviembre, 2020

IDFA - Parte 3: Ganadores

El Festival Internacional de Documentales de Amsterdam está a punto de concluir, con la ceremonia de entrega de premios virtual que se celebró el jueves. Aunque seguiremos ofreciendo crónicas de las películas que han pasado por el IDFA durante la próxima semana, porque hasta el 6 de diciembre es posible visionar su amplia programación. Un festival, como la mayoría de los que se han celebrado en los últimos meses, marcado por las restricciones del coronavirus, que en Holanda finalmente permitió celebrar proyecciones presenciales limitadas, debido a la reapertura de cines el pasado 19 de noviembre. Pero las grandes cifras del IDFA de este año provienen de su edición online, con 62.000 visionados y más de 3.000 invitados, cifra que se ampliará porque muchos de los visionados online para la industria siguen disponibles una semana más. A continuación repasamos las películas que han conseguido los principales premios en esta edición del IDFA. Festival Internacional de Documentales de Amsterdam.

Premio IDFA Mejor Largometraje Documental
Premio IDFA ReFrame al Mejor uso de material de archivo

Radiograph of a family  ***
Firouzeh Khosrovani
Noruega, Irán, Suiza

Es, literalmente, una radiografía familiar. La directora se adentra en la historia de sus padres a través de una narración en primera persona y fotografías y grabaciones familiares. "Mi madre se enamoró de la fotografía de mi padre". Firouzeh Khosrovani define así la relación de sus padres al principio de la película. Lo que describe certeramente el escaso conocimiento que tenían el uno del otro cuando se comprometieron en matrimonio. De origen iraní, su padre se desplazó a Suiza para desarrollar su profesión, seducido por la vida en Occidente, lejos de la opresión de su país. La madre también se reunió con él, pero sus convicciones y su forma de vida estaban más cerca de la tradicional sociedad iraní. La directora describe todo un proceso de descomposición de un matrimonio que se ve agravado cuando deciden regresar a Irán, para que su hija, la que contará años más tarde esta historia, nazca en su país de origen (a petición de la madre).


Desde la historia personal y familiar, Firouzeh Khosrovani, que ha tratado en algunos cortometrajes documentales como Rough cut (2008) el papel de la mujer en la sociedad iraní, construye también la reciente historia de su país. Ella nació en 1971, y la Revolución de 1979 la cogió en su niñez, pero sus padres experimentaron con contundencia el regreso del Ayatollah Jomeini de su exilio en París y la imposición de un país que se desconectaba de los Estados Unidos y se enroscaba en un estado político-religioso opresor. Esta separación provocó también la división literal de su casa en dos partes, una habitada por su padre, y la otra por su madre, cada vez más radicalizada. Es interesante el hecho de que sea la madre la que toma la postura más conservadora. Hay momentos de gran brillantez en la película, como la habitación por la que discurre la cámara lentamente, que se convierte en reflejo del paso del tiempo y representación de la desintegración familiar. O esa escena en la que se completan fotografías que la madre rompió para deshacerse del pasado. Hay también elementos que distorsionan la realidad, y que resultan artificiales, como los diálogos en off interpretados por actores en la primera parte, o la sonorización "actual" de las imágenes de archivo, que falsifican de alguna forma el relato. En este sentido, nos parece más efectiva y honesta la utilización del material de archivo familiar en La vida dormida (Natalia Labaké, 2020), Mención Especial, que usa el montaje, no la manipulación de las imágenes.    

Premio IDFA Mejor Primera Aparición

This rain will never stop  ****
Alina Gorlova
Ucrania, Letonia, Alemania, Qatar

Rodada con una absorbente fotografía en blanco y negro, estamos ante un documental que habla de la guerra con una puesta en escena de gran impacto visual. La historia acompaña a un joven refugiado sirio que huye de la guerra con su familia y se instala en la ciudad natal de su madre, en Ucrania, justo en el momento en el que comienza la Guerra del Donbass, en el sureste del país. Al final, se desprende de un conflicto armado y acaba metido en otro. Su trabajo como voluntario de la Cruz Roja le lleva, precisamente, al centro de la lucha armada, así que de alguna forma este joven tiene en sus genes la educación de la guerra, la necesidad de ayudar en los momentos más cruentos. Dividido en once capítulos, que van del cero al nueve y regresa al cero en el epílogo (el regreso es también uno de los temas principales, que conforma una de las secuencias más emotivas, cuando el joven se encuentra con su familia en Irak), el documental mezcla el formato habitual de seguimiento observacional, sin entrevistas ni material de archivo, con una espectacular fusión de imagen y montaje que ofrece una visión del horror de la guerra que se transmite a través de sensaciones. 


Este recorrido por los tiempos de la paz y la guerra también es un viaje físico, porque el protagonista tiene a su familia dividida entre Ucrania, Alemania, Irak y Siria. Asistimos a una especie de proceso cinematográfico de arte y ensayo, una propuesta nada esperanzadora, apoyada por una visión oscura, tenebrosa, a la que contribuye el espléndido trabajo del director de fotografía Viacheslav Tsvietkov, que también realizó un trabajo notable en The Earth is blue as an orange (Irina Tsyliks, 2020), que pudimos ver recientemente en la programación de Zinebi. Podríamos decir que es casi un documental de arte y ensayo sobre la representación de la guerra, y una de las propuestas más absorbentes que hemos visto este año. 

Premio IDFA Mejor Mediometraje Documental

The wheel  ****
Nomin Lkhagvasuren
Mongolia

Esta producción de 52 minutos se centra en un tema sorprendente. La directora aborda la contradicción a la que se enfrenta la sociedad de Mongolia, adaptada a las maneras de Occidente, abandonando su estilo de vida nómada, pero también sometida a los problemas que conlleva ser un país metido de lleno en el sistema capitalista. Y lo hace a través de entrevistas a familiares de víctimas de suicidios, que están provocados por la depresión, el desempleo, la falta de recursos o los desengaños amorosos. Este contagio de los males psicológicos que afectan a un sistema basado en la economía y el trabajo, que es radicalmente opuesto al estilo de vida nómada, ha convertido a Mongolia en un país en el que cada día una persona se suicida o intenta suicidarse. Hay una sensación de diván psicológico en las confesiones de los protagonistas, porque además el suicidio es un tema que parece tabú, que provoca incomprensión y vergüenza. Es un documental ciertamente sobrecogedor, que retrata a un país sumido en la pobreza, y a una sociedad que ha perdido la esperanza. 

Premio IDFA Mejor Documental Holandés

Dealing with death  **
Paul Sin Nam Rigter
Holanda

La construcción de una gran funeraria en una zona de Amsterdam donde conviven numerosas nacionalidades es la parte central de este documental. La responsable de llevar a cabo este proyecto es una profesional que trata de recoger a través de reuniones con diferentes comunidades, africanas, musulmanas, cristianas, las necesidades que requieren estas diferentes culturas para adaptarse a sus particulares ritos funerarios. El seguimiento durante varios años a este proyecto permite a esta producción realizar una composición diferencial de las formas distintas de despedirse de los fallecidos. Y la protagonista, Anita, sufre también un cambio importante en su forma de acercarse a estas realidades conforme se va desarrollando la historia, desde un entusiasmo contagioso al principio, hasta una cierta desolación al final, amplificada por el hecho de que ella misma se enfrenta a la muerte de su padre. 


Este retrato del personaje principal es lo más interesante, porque nos permite comprobar cómo una profesional que trabaja todos los días en una funeraria vive en primera persona la muerte de un familiar. Y cómo su visión de la vejez y la muerte son radicales: "Antes de tener que depender de alguien, prefiero morirme". Pero, al margen de este perfil que resulta interesante, el documental se dedica a ofrecer una visión que acaba siendo más bien anecdótica de algunos actos fúnebres (realiza un paralelismo entre un funeral cristiano y uno africano), que da como resultado una aproximación más bien superficial. 

Premio IDFA Mejor Documental de Estudiante

Boyi-Biyo  ***
Anne Bertille Vopiande Ndeysseit
República Centroafricana, Francia

La joven directora centroafricana Anne Bertille Vopiande, nacida en 1994, ha participado en los Talleres Varan de Cine Documental que imparte esta escuela de cine francesa en diversos países africanos y latinoamericanos. Trabajó como ayudante de electricista en el rodaje de la película Camille (Boris Lojkine, 2019), y ha dirigido con éste su primer documental. El protagonista es un joven que trabaja en la industria cárnica, pero cuyo sueño es ser corredor de maratón, algo para lo que no recibe el apoyo de su esposa ni de algunos amigos ("las carreras no dan dinero", dice la esposa). Pero, a pesar de las reticencias, el protagonista está empeñado en lograr su objetivo. La joven directora consigue ofrecer un efectivo retrato personal, pero con una interesante contextualización en el entorno de un país apremiado por la pobreza y la dificultad para sobrevivir. Es un documental directo, con algunas representaciones de la realidad que no terminan de resultar naturales, pero con una narrativa muy acertada. 

Premio IDFA Mejor Cortometraje Documental

Imperdonable  ****
Marlén Viñayo
El Salvador

Ya comentamos este cortometraje en nuestra primera crónica del IDFA, ganador también del Premio al Mejor Cortometraje Internacional en Hot Docs. La directora española, nacida en León, pero residente desde 2013 en El Salvador, donde fundó su propia productora de documentales, nos acerca a una realidad de la que se no se habla demasiado, en torno a un joven homosexual. El protagonista se incorporó a la Mara Barrio 18 cuando tenía 12 años, y ha sido condenado a prisión por diversos delitos hasta el año 2048. Los presos homosexuales están aislados en una celda común para evitar represalias o actos de violencia contra ellos, lo que se convierte en una doble prisión. Hay una constante dicotomía en el cortometraje de Marlén Viñayo. Por ejemplo, en el retrato del protagonista, cuya personalidad parece casi infantil, pero que también ha sido responsable de decenas de asesinatos y está condenado incluso por violación. Lo más terrible, sin embargo, lo vemos en las instituciones. Cuando debe pasar por un examen psicológico para poder conseguir el permiso para su traslado, las preguntas que le hacen son terribles, dolorosas, ridículas, marcadas por el estigma: "¿Cree que es una persona más sensible que los demás?, ¿ha participado en prácticas sexuales poco comunes?, ¿le gusta a usted cultivar plantas y flores en su casa?". Un trabajo notable, de imágenes formal y emocionalmente muy contundentes, que transmite humanidad con una mirada lúcida. 



No hay comentarios:

Publicar un comentario