Uno de los aspectos menos abordados en los festivales de género fantástico es la importancia de sus mercados de películas terminadas y proyectos, que suelen destacarse en los grandes festivales generalistas, pero también son relevantes en estas muestras de géneros más específicos, especialmente en uno como el fantástico cuya producción es muy numerosa cada año. En este sentido, Frontières Market es un mercado de coproducción que organiza Fantasia Festival junto al Marché du Films del Festival de Cannes, y que se celebra durante cuatro días para reunir a cineastas y posibles coproductores, estableciendo una lista de premios para los proyectos presentados. Entre ellos se encuentra un premio que concede el Festival de Cine Fantástico de Sitges que permite al proyecto elegido participar también en el Sitges FanPitch, y que en esta ocasión ha recaído en Holi womb un proyecto de terror psicológico que ha presentado la cineasta afincada en Montreal, Anouk Whissell, que también consiguió una Mención Especial de Outpost MTL para servicios de postproducción. Pero el ganador del premio PurpleDOG al Mejor Proyecto y el premio Outpost MTL para servicios de postproducción ha sido el western de terror brasileño Shallow hell, de Rafael Toledo. También ha conseguido una Mención Especial Outpost MTL el proyecto de largometraje La balada de Tita y las máquinas, del director chileno Miguel Ángel Caballero que está basado en el cortometraje The ballad of Tita and the machines (Miguel Ángel Caballero, 2023), que tuvo un largo recorrido por festivales internacionales. En nuestra crónica hablamos de algunas películas que abordan la transformación, no en el sentido superficial de un cambio físico, sino en el sentido de metamorfosis internas.
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Mother of fliesJohn Adams, Zelda Adams, Toby PoserEstados Unidos 2025 | Cheval Noir | ★★★★☆Fantasia '25: Mejor Película, Mejor Banda Sonora |
Conseguir el máximo premio en Fantasia Festival es un reconocimiento casi previsible para unos directores que lo han convertido en una cita obligatoria para todas sus películas y han logrado depurar su estilo cinematográfico y sus reflexiones filosóficas hasta llegar a su mejor trabajo hasta la fecha. La Familia Adams es conocida dentro del género fantástico por sus obras autoproducidas que ellos mismos escriben, dirigen, editan, interpretan y ponen música, creando proyectos de puesta en escena sencilla, con pocos personajes, que conoce sus limitaciones pero las aprovecha adecuadamente, aunque en algunos aficionados pueden provocar cierto rechazo sus largos soliloquios y sus diálogos continuos. Mother of flies (John Adams, Zelda Adams, Toby Poser, 2025) abunda en temas que ya habían tratado en películas anteriores como Hellbender (John Adams, Zelda Adams, Toby Poser, 2021), en torno a la brujería y la nigromancia. Pero en este caso conecta con una realidad que han experimentado dos de los miembros de la familia, John Adams y Toby Poser, el tratamiento de un cáncer, de manera que contiene una carga emocional importante. Cuentan en las notas de prensa que la historia surgió cuando Zelda Adams les pidió rodar durante el verano y decidieron hacerlo en el bosque junto a las montañas Catskill, al Norte de Nueva York, un espacio natural en el que vive la familia que aquí se convierte en un entorno misterioso y oscuro donde habita Solveig (Toby Poser), una especie de nigromante que parece tener la capacidad de curar enfermedades incurables. La joven universitaria Mickey (Zelda) padece un cáncer que la medicina tradicional no ha conseguido sanar después de sesiones de quimioterapia y radioterapia, poniendo fecha de caducidad a su vida. Pero ella ha decidido luchar hasta el último minuto y recurrir a cualquier posibilidad de curación, aunque sea a través de la brujería, algo de lo que no está muy convencido su padre Jake (John Adams), que la acompaña a este viaje al bosque con altas dosis de incredulidad. Más visceral y sangrienta que sus anteriores películas, con buenos efectos visuales de su habitual colaborador Trey Lindsay, Mother of flies nos traslada a un entorno oscuro en el que la vida y la muerte se dan la mano, y el pasado que rodea a Solveig se va revelando conforme se desarrolla la historia, mientras Mickey se somete a hechizos y prácticas mágicas que exploran los órganos internos de su cuerpo para encontrar el mal. La Familia Adams utiliza con habilidad los elementos del terror popular, el folk horror y el body horror para componer una mezcla particularmente inquietante que contiene algunas imágenes muy poderosas que utilizan huesos, ramas y vísceras para recomponer el pasado y desembocar en un presente de aspecto etéreo.
El bosque en el que se desarrolla la historia forma parte de ella convirtiéndose en una especie de personaje propio, siempre presente a través de los sonidos que rodean a los personajes, lo que contribuye a crear una atmósfera esotérica, junto a los hechizos que Solveig recita sobre imágenes que muestran la densidad del espacio que les rodea. La banda sonora, que también ha recibido un reconocimiento en Fantasia Festival, ha sido diseñada por John Adams y utiliza los sonidos naturales, crujidos y silbidos que se escuchan en el bosque, junto a algunas canciones compuestas por el grupo H6LLB6ND6R, que también está formado por miembros de la familia. Pero el aspecto más interesante de una película que consigue transmitir desasosiego sin ser demasiado efectista, es la reflexión sobre la enfermedad y las formas de tratamiento, estableciendo las contradicciones de la sanación a través de la acción invasiva del cuerpo. Cuando John pone en duda algunas prácticas de Solveig especialmente dolorosas para Mickey, la hechicera le recuerda que ellos aceptaron envenenar su cuerpo a través de la quimioterapia para tratar de eliminar el cáncer, lo que no se presenta como una crítica a los tratamientos actuales de la enfermedad, sino como una reflexión sobre la naturaleza paradójica de sanar a través de la destrucción agresiva. Mother of flies es una historia de elementos que se confrontan: la vida y la muerte, la enfermedad y la salud, en una naturaleza que también ofrece conexiones ambiguas: los hongos pueden alimentar pero también pueden envenenar, la propia muerte es también el alimento de otras vidas dentro del entorno boscoso, como un final que en realidad es una iniciación. Quizás por el elemento emocional que conecta con esta historia, los personajes se sienten mejor desarrollados que en otras películas de la Familia Adams como Hell hole (2024), y se establece sobre todo una vinculación entre Solveig y Mickey que no solo es femenina sino existencial, a través de una joven que alberga la muerte en su interior pero se aferra a vivir y de una nigromante que dialoga con la muerte para recuperar la vida. Mother of flies consigue construir el terror a través de una manera particular de enfrentarse a los demonios de la enfermedad, y tiene esa capacidad de ser reflexiva al mismo tiempo que perturbadora, algo que la Familia Adams no siempre ha conseguido en sus películas. Shudder ha anunciado su estreno para 2026, pero antes sin duda pasará por otros festivales y circuitos de cine fantástico.
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InfluencersKurtis David HarderEstados Unidos 2025 | Septentrion Shadows | ★★★☆☆ |
Incluida por la revista norteamericana Gizmodo en la lista de las "Mejores películas de terror que quizás no hayas visto", Influencer (Kurtis David Harder, 2022) era un thriller que reflexionaba sobre las redes sociales a través de un enfrentamiento entre la influencer de lujo llamada Madison (Emily Tennant) y la asesina en serie CW (Cassandra Naud), para mostrar los entresijos de una industria que representa la superficialidad, con la particularidad de que la película ofrecía un recorrido por las localizaciones más lujosas de Tailandia, mucho más espectaculares que las de The White Lotus (HBO Max, 2021-). Después de su estreno en festivales de cine y tras conseguir un destacado éxito en Shudder, en España la película se ha incorporado este mes a la plataforma Planet Horror, justo cuando se ha estrenado su secuela en Fantasia Festival, que suele ser una buena plataforma de presentación para los próximos estrenos de Shudder. Inteligentemente titulada Influencers (Kurtis David Harder, 2025), la historia continúa en el mismo lugar en el que terminó la anterior, así que recomendamos no seguir leyendo si se quiere evitar algún espóiler. La segunda parte redobla la apuesta por las localizaciones de lujo, rodando esta vez en diferentes lugares del mundo como París, el sur de Francia, Bali y Vancouver, lo que convierte a este thriller en algo parecido a una película de persecución de una asesina más que a una historia de terror psicológico a la que podría acercarse la primera. La introducción presenta a CW disfrutando de una especie de vacaciones con su novia Diane (Lisa Delamar) visitando los castillos de la campiña francesa, donde conocen a una influencer, Charlotte (Georgina Campbell), que comienza a provocar celos en CW. Pero la historia se centra después en Madison, que ha conseguido recuperarse después de un año de las acusaciones que se difundieron sobre ella como la posible responsable de los hechos que sucedieron en Influencer, y tratando de recomponer su vida, hasta que comienza a sospechar que CW no ha desaparecido realmente e inicia una investigación que la lleva, a través de demasiadas casualidades, a recorrer los lugares por los que CW pasó sus vacaciones con su novia. En realidad, la intención principal es la de construir una historia de persecución que tiene la ventaja de distanciarse del tono de la primera para ser diferente, pero siempre abundando en la mirada crítica hacia las influencias en las redes sociales, que en esta ocasión se amplía al terreno de la machoesfera a través del streamer trumpista Jacob (Jonathan Whitesell) y su novia conservadora Ariana (Veronica Long), lo que aporta una mayor perspectiva sobre el desarrollo vertiginoso en el mundo de las redes que se ha producido desde que se estrenó la película original.
Porque al margen de su carácter de thriller más o menos efectivo, que requiere del espectador un cierto compromiso para dejar pasar algunos giros de guión poco verosímiles, Influencers utiliza la historia de una asesina para introducir reflexiones interesantes sobre la manipulación de la sociedad a través de la superficialidad y las apariencias, creando una burbuja en la que quienes consumen los contenidos aceptan la falsedad de los mismos sin cuestionarlos. Y aporta una interesante mirada hacia el desarrollo de la Inteligencia Artificial y las herramientas deepfake, hasta el punto que incluso una asesina puede enfrentarse a la posibilidad de perder su propia identidad. Tratándose de una película de género que busca sobre todo entretener y a veces se decanta por el humor negro en el retrato de CW enfrentada a situaciones complicadas, no se puede evitar una cierta superficialidad en los comentarios sobre las redes sociales, incluida la descripción de personajes como Jacob y su amigo Cameron (Dylan Playfair) en su representación de la masculinidad tóxica que rodea a la machoesfera. Pero dentro del subgénero de turistas que pasan vacaciones terroríficas y sangrientas, Influencers consigue ser una adecuada secuela que al menos no se conforma con la simple imitación de la historia original, sino que trata de construir una propuesta más ambiciosa desde el punto de vista visual y con mayor perspectiva desde su pretendida reflexión sobre nuestra relación con la tecnología. Algunos espectadores podrían haber esperado una historia independiente con la misma antagonista, y casi es lo que parece ofrecernos al principio, pero al recuperar el enfrentamiento original con Madison consigue establecer un punto de conexión que tiene relevancia al final de la película. Y deja la posibilidad tan abierta para una continuación que casi podríamos especular sobre sus próximas localizaciones.
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The wellHubert DavisCanadá 2025 | Cheval Noir | ★★★☆☆ |
La construcción de una distopía apocalíptica en la que los seres humanos deben enfrentarse a una realidad extrema y, por su propia condición, acaban enfrentándose a sí mismos, se ha convertido en un subgénero dentro del survival cinema, que presenta micro-sociedades o personajes solitarios obligados a sobrevivir en un mundo hostil cuyas carencias provoca el regreso a una especie de estado primigenio de convivencia en el que las leyes son autoimpuestas. En el caso de The well (Hubert Davies, 2025) se utiliza la contaminación del agua con un extraño virus para establecer las bases de un eco-thriller que plantea una sociedad que ha aceptado la privatización del suministro y la militarización, enfrentándose a situaciones como migraciones forzosas y la existencia de Zonas Azules que parecen esconder campos de concentración de personas. La existencia de un virus que mata a través de una deficiencia respiratoria a quienes beben agua, y que puede ser contagiado, provoca situaciones desesperadas en las que muchos deciden abandonar las ciudades controladas militarmente para experimentar cierta libertad. Gabriel (Sheila McCarthy), una especie de autoridad mesiánica de un pequeño grupo de supervivientes, hace referencia al río Leteo, cuyo nombre significa "olvido": "Al entrar al inframundo los muertos bebían de las aguas de Leteo para olvidar su existencia terrenal. Nuestra vergüenza, nuestros arrepentimientos que nos atan a nuestros cuerpos terrenales. Beber de las aguas del olvido es soltar las ataduras del pasado y facilitar nuestra transición hacia nuestra existencia inmortal", dice en uno de los relatos que cuenta a su grupo. Pero la película comienza con una familia mestiza formada por Sarah (Shailyn Pierre-Dixon) y sus padres, Paul (Arnold Pinnock) y Elisha (Joanne Boland), que viven aislados junto a un antiguo pozo que mantiene el agua potable, lo que dentro del contexto mundial que se ha descrito en los primeros minutos, supone un privilegio que requiere medidas de seguridad. La llegada de Jamie (Idrissa Sanogo), un refugiado que parece ser el sobrino de Paul, perturba la tranquilidad de la familia, pero cuando el pozo necesita un nuevo filtro para seguir funcionando, Sarah acompaña a Jamie en contra de la decisión de sus padres al refugio que comparte con el grupo de supervivientes liderado por Gabriel. Es a través de este microcosmos cuando el director plantea los problemas de una sociedad que adopta sus propias reglas, generalmente impuestas por un líder que necesita ser autoritario en algunas situaciones. Pero también es cuando The well se sitúa demasiado en paralelo con otras muchas distopías apocalípticas. De hecho, una de las componentes del grupo, Milly, está interpretada por la actriz Noah Lamanna a la que hemos visto en el primer y último episodio de la segunda temporada de The last of us (HBO Max, 2023-).
El director Hubert Davis debuta en el largometraje de ficción tras una destacada filmografía formada por documentales que principalmente abordan temas raciales dentro del contexto del deporte, como Giants of Africa (2016) y Black ice (2022), siendo el primer afro-canadiense nominado al Oscar y al Emmy por su cortometraje Hardwood (2005), que contaba la historia de su padre, miembro de los Harlem Globetrotters. En este sentido, The well adopta otra mirada y ni siquiera tiene una puesta en escena que pudiera recordar a un documental, pero el guión de Michael Capellupo y Kathleen Hepburn nunca termina de plantear nada especialmente llamativo dentro de esta historia postapocalíptica. Más que en el contexto, que se describe hábilmente con noticias de informativos mientras se muestra una imagen alegórica de una joven nadando al principio de la película, la historia se detiene en la relación entre las personas, y habla precisamente de la culpa y el arrepentimiento cuando hace referencia al pasado. Mientras Paul sale a buscar a su hija, su esposa Elisha se entrega al recuerdo de un hijo que murió, y esta carga del pasado es uno de los elementos más interesantes de la historia (también hay una carga de culpa importante en el personaje de Gabriel), pero no tiene la fuerza necesaria para impulsar el relato. En la película sobrevuela la pregunta de si una transformación apocalíptica requiere un reinicio en el que se olvide el pasado para re-equilibrar las sociedades, como las almas de los muertos olvidaban su vida terrenal cuando bebían en las aguas del río Leteo. Mientras la matriarca Gabriel quiere olvidar las injusticias que ha vivido, la madre Elisha se aferra al recuerdo de su hijo,: "Piensas que mereces tener más porque siempre tuviste más", le dice Gabriel en relación con los privilegios mantenidos en situaciones extremas. Pero esta idea no se desarrolla lo suficiente como para que impulse la narrativa, y queda en cierto modo ahogada por diálogos e interpretaciones demasiado lánguidas. En Canadá, The well se encuentra con un problema adicional, la comparación con 40 acres (Randall Thorne, 2024), que se estrenó en el Festival de Toronto, otra película postapocalíptica con un planteamiento parecido pero mejores resultados.
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StinkerYerden TelemissovKazajistán 2025 | Cheval Noir | ★★★★☆Fantasia '25: Mejor Interpretación (Bakhytzhan Alpeis) |
La programación de Fantasia Festival destaca este año dos incursiones del cine hecho en Kazajistán dentro del género fantástico y de terror, lo que demuestra un buen nivel de producción que permite a una pequeña industria audiovisual abordar géneros menos habituales, principalmente por cuestiones de presupuesto. Pero en el fondo este debut de Yerden Telemissov (1975, Kazajistán) conecta claramente con otras propuestas realizadas en su país, porque trata cuestiones políticas y sociales que de alguna manera confluyen en un tipo de preocupaciones comunes, tratando temas como la corrupción y el autoritarismo. Pero lo hace envuelto en una historia de ciencia-ficción sobre un extraterrestre que se estrella accidentalmente en nuestro planeta, cuya comparación más obvia podría ser E.T. El Extraterrestre (Steven Spielberg, 1982), pero subvirtiendo algunas de las características de la clásica película norteamericana. De entrada, en Stinker (Yerden Telemissov, 2025) el alien proviene de un planeta tóxico que ha sido destruido por una guerra nuclear y su escondite preferido es un baño público de carretera (compuesto por un simple agujero), sumergido en las heces. Y por otro lado no se encuentra directamente con una niña, sino con un anciano (Bakhytzhan Alpeis) que se ha entregado a la bebida después de la muerte de su esposa, y que ha decidido quitarse la vida con no demasiada fortuna. La película comienza con este hombre tratando de ser atropellado en una autopista o lanzándose desde un puente con tan mala suerte para él que no se muere, en una introducción con tono de humor negro que utiliza como recurso humorístico la repetición de la canción "Y tu mirá" (1977) de Lole y Manuel, lo que quizás no se deba tanto a una posible afición del director por la música flamenca (que no nos consta), sino posiblemente más a un homenaje a la película Kill Bill vol. 2 (Quentin Tarantino, 2004), que también la usaba. Lo interesante en todo caso es el retrato de este hombre solitario que ya ha renunciado a seguir viviendo y que representa también el alcoholismo convertido en uno de lo problemas más graves de la sociedad kazaja, inspirándose en la experiencia del propio padre del director cuando su esposa murió. Cuando uno de esos intentos de suicidio es interrumpido por la llegada de una nave espacial, el anciano que no quería vivir acaba teniendo un nuevo propósito, tratar de mantener vivo a este peculiar extraterrestre (Chingiz Kapin). Teniendo que esconderse dentro del servicio público porque la atmósfera terrestre le provoca daños, el alien no entiende el concepto de familia, pero de alguna manera irá encontrando a lo largo de la película su propia familia, también formada por otras dos personas que ayudan al anciano, la niña Amina (Ailin Sultangazina) y su abuela (Irka Abdulmanova), dueña de una destartalada tienda de conveniencia llamada "Esperanza", que está situada junto a la carretera.
Siendo ésta su primera película como director, Yerden Telemissov es más conocido por haber trabajado como especialista y actor en pequeños papeles en series como Warrior (HBO Max, 2019-2023), McMafia (AMC, 2018) y Slow horses (Apple tv+, 2022-) siempre, según él mismo dice, haciendo de ruso u oriental malvado. Pero esto le ha permitido conocer el trabajo interno de grandes producciones y parece haberlo trasladado a esta película que para Kazajistán es de alto presupuesto porque no es habitual contar en sus producciones con efectos visuales, pero para las películas occidentales sigue siendo muy modesta. Sin embargo, sabe utilizar bien estos recursos limitados para que el desarrollo al menos resulte verosímil, componiendo una historia que acaba siendo tan encantadora como la manera en que el extraterrestre trata de comprender por qué los humanos se sienten tan conectados emocionalmente alrededor de esa idea de familia. Por supuesto, la película tiene como principal antagonista a la autoridad, representada por un joven policía (Zangar Ahmet-Qazy) que defiende la teoría terraplanista y cumple órdenes sin personalidad de un egocéntrico funcionario (Dulyga Aqmolda), no demasiado contento con la mala imagen que ofrecen la tienda destartalada de la anciana y el viejo vagabundo, sobre todo cuando está a punto de recibir una visita oficial. Es una trama algo básica que funciona como elemento de confrontación, y cuyo desarrollo nos recuerda inmediatamente a Bienvenido, Míster Marshall (Luis García Berlanga, 1953). Pero estos apuntes políticos en un guión coescrito por el director y el veterano guionista Sergey Litovchenko, que ha escrito películas como Fara Tashkentskiy (Sardor Nozimov, 2021) y miniseries como 1286 (2022), aportan un cierto trasfondo social a la historia. A pesar de las referencias escatológicas de un extraterrestre que se parece a una especie de anfibio baboso, la película consigue que resulte entrañable en su relación con el anciano, un profesor que lanza frases en latín que nadie entiende, porque son dos personajes solitarios que tratan de rehacer sus vidas. Y aporta una cierta urgencia cuando su sistema de comunicación para ser rescatado necesita repararse con un elemento desconocido de nuestro planeta que deben encontrar. En su modestia de relato sencillo con algunos apuntes políticos, Stinker termina funcionando muy bien dentro del género fantástico porque logra crear personajes sólidos para componer una historia absolutamente encantadora.
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I fell in love with a Z-Grade director in BrooklynKen'ichi UganaJapón 2025 | Cheval Noir | ★★★☆☆Fantasia '25: Mejor Interpretación (Ui Mihara) |
El prolífico director Ken'ichi Ugana (1984, Japón) tiene tres largometrajes ya rodados pendientes de estreno, lo que muestra la persistencia de su trabajo, a razón de dos o tres películas por año desde que debutó con Ganguro Gal's riot (2016), algunas especialmente reconocidas como The Gesuidouz (2024), una mezcla de terror y música punk que sorprendió en el Festival de Toronto y participó en el Festival de Sitges. Por eso es afortunada su representación del cine underground de bajo presupuesto y mucho esfuerzo que ofrece en su última película, I fell in love with a Z-Grade director in Brooklyn (Ken'ichi Ugana, 2025), que ha logrado un premio en la sección competitiva principal de Fantasia Festival. Aunque en este caso lo hace en un entorno diferente fuera de Japón, y está inspirado en el trabajo como cineasta de Rocko Zevenbergen, director de películas de serie Z como I need you dead! (2020), que fue asistente de dirección de Lloyd Kaufman, el fundador de Troma, a quien el Festival ha otorgado el premio Indie Maverick en esta edición. Después de conocer a Ken'ichi Ugana cuando empezó a aprender japonés, Rocko Zevenbergen fue uno de los protagonistas de The Gesuidouz y también aparece en esta película. Pero es sobre todo ese espíritu de hacer cine con los medios posibles el que inspira los mejores momentos de esta historia que conecta a dos personajes aparentemente opuestos. Shina Mizuhara (Ui Mihara) es una estrella de la televisión japonesa que acaba de llegar a Nueva York junto a su novio Ren (Katsunari Nakagawa), en un momento en el que parece cansada de la fama y aburrida de su relación. Su situación no mejora cuando tiene una discusión con su pareja y éste decide romper con ella, dejándola sola en medio de una ciudad en la que ni siquiera puede comunicarse porque no habla inglés, y además pierde su equipaje y su cartera cuando se asusta al encontrarse con un extraño grupo musical, así que acaba deambulando sin dinero y sin saber dónde se encuentra. La casualidad la lleva a conocer a Jack (Estevan Muñoz), un joven director de películas de serie Z que vive en Brooklyn, y que está a punto de rodar su última película, una historia de amor sobrenatural para la que Shina sería la actriz apropiada, aunque él no sabe que ella es famosa. Cuando acepta participar, comienza el rodaje de una película de muy bajo presupuesto y sin permisos, que sin embargo le devuelve la ilusión de hacer cine rodeada de un equipo lleno de pasión y de amor por su trabajo, algo que ya había dejado de sentir. Pero, como su propio título indica, I fell in love with a Z-Grade director in Brooklyn es ante todo una comedia romántica, o al menos utiliza los elementos característicos de este género para darle la vuelta y convertirla en un ejercicio metacinematográfico que juega a fusionar los tropos del género de terror con los del romántico para construir una relación cada vez más cercana entre los dos personajes: el rodaje de una escena en la que Shina vomita un líquido verde acaba siendo el momento de mayor conexión, y un abrazo con el puente de Brooklyn de fondo se envuelve en una lluvia de sangre artificial.
Esta cualidad meta es la más divertida en una película que, por lo demás, podría haber tenido un guión mucho más elaborado, porque acaba resultando una historia demasiado simple, que también usa la falta de comunicación como recurso humorístico. Shina habla todo el tiempo japonés y nadie la entiende, mientras que todos le hablan en inglés sin que ella entienda nada de lo que le están diciendo, reproduciendo en parte el propio rodaje de esta película, porque la actriz Ui Mihara no habla inglés. Pero de alguna manera se acaba estableciendo con el paso de los días un tipo de comunicación que proviene de lo que cada uno piensa que está diciendo el otro, aunque sea todo lo contrario. Lo mejor de la película es su representación de un cineasta apasionado, aunque Jack a veces pueda resultar algo insufrible. Como Shina le dice a un dependiente de bar que no la entiende, "Jack siempre está sonriendo, aunque esté rodando una escena en la que yo vomito". El actor de origen mexicano Estevan Muñoz compone bien esta personalidad abrumadora y caótica, alegre e impulsiva que tiene Jack, añadiendo ésta a la lista de películas con títulos largos que ha protagonizado recientemente, como A Man with a Mullet Seeks Revenge on the Devil That Murdered His Mother and Killed His Country (Ryan Edward Webb, 2023). El director Ken'ichi Ugana refleja con encanto ese ambiente de jóvenes cineastas que sueñan con ser reconocidos mientras ruedan películas que saben que acabarán en circuitos underground para unos pocos aficionados. De camino, hace un homenaje al cine independiente, con un cameo del veterano realizador Larry Fessenden, al que como actor hemos podido ver en uno de los fragmentos de One-Way Ticket to the Other Side (2024) y también es el protagonista de Good boy (Ben Leonberg, 2025). En este caso, interpreta a un oficial que pide al equipo el permiso de rodaje que nunca suelen tener estas producciones, en una ciudad como Nueva York donde todo tiene cabida, desde los grandes neones y el bullicio de Times Square hasta los bares arrinconados y medio vacíos de un barrio de Brooklyn.
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Shrimp Fried riceDylan PunCanadá 2025 | Septentrion Shadows | ★★★★☆Fantasia '25: Mejor Guión Cortometraje |
Cuentan que el origen del arroz frito chino, lo que en España se conoce como arroz tres delicias, se sitúa en una receta de hace 4.000 años a. de C., aunque su extensión parece que se produjo durante el siglo XIX cuando trabajadores chinos fueron esclavizados durante la construcción del ferrocarril transcontinental americano, en el que trabajaron principalmente inmigrantes por salarios miserables que estableció la compañía Central Pacific. Cuando terminó la construcción en 1869, estos empleados esclavizados fueron abandonados a su suerte y se alimentaban de las sobras que dejaban los mormones y los irlandeses, de donde nacieron el rollito de primavera y el arroz tres delicias, que preparaban con el arroz que les daban como método de pago, mezclándolo con las sobras que encontraban. Una variación del arroz frito es el que incorpora camarones, que se extendió sobre todo en Estados Unidos y Canadá, así que este cortometraje del cineasta canadiense de origen chino Dylan Pun toma como referencia esta versión del plato para elaborar una comedia surrealista en la que el verdadero creador del arroz frito con camarones es, precisamente, un camarón. Planteado como un mockumentary, el cortometraje Shrimp fried rice (Dylan Pun, 2025), que ha recibido el premio al Mejor Guión en Fantasia Festival, desarrolla un falso documental en el que el principal entrevistado es el camarón (Marty Stelnick) que elabora el mejor arroz tres delicias de Canadá, controlando como si se tratara de una marioneta al cocinero Dave (Jeff Yung), que se somete a las órdenes de la déspota gamba por temor a que le denuncie y sea deportado a China. El cortometraje, de hecho, mezcla la acción real con marionetas, creando un reflejo dentro de la historia en la forma en que el camarón controla a los humanos, y tiene la capacidad de concentrar en solo doce minutos una trama con tantos giros de guión como si se tratara de un largometraje. El principal conflicto, aparte del carácter malhablado del camarón, se produce cuando decide participar en el concurso de televisión The great Animal Cookoff, compitiendo con una rata cocinera que, gracias al éxito logrado por la película Ratatouille (Brad Bird, Jan Pinkava,2007), le disputa el reconocimiento como Mejor Chef.
A través de un sentido del humor que plantea situaciones absurdas y disparatadas, Shrimp fried rice no es una comedia superficial, sino que aborda temas relevantes, como la propia identidad y la cultura culinaria que se ha transmitido de padres a hijos. El personaje del cocinero Dave, controlado como si fuera una marioneta, representa la educación de perfil bajo que dice el director que él mismo ha recibido, y la amenaza constante de la deportación provoca que se someta incluso a las órdenes de un camarón tiránico, que solo le utiliza para su propio beneficio. Es en estos elementos en los que la comedia se entronca con un comentario social que le da profundidad a la historia, incluso cuando se produce la competición en un programa de televisión que está planteado como una parodia de los numerosos concursos de cocina que se pueden ver en cualquier canal, imitando el estilo embellecido de las imágenes que muestran la preparación de las recetas. A pesar del carácter surrealista de la situación, que casi se asemeja a un relato kafkiano en el que el hombre se encuentra aprisionado y controlado, el director Dylan Pun maneja bien el ritmo de la comedia a través de las entrevistas del falso documental y algunas situaciones especialmente disparatadas, hasta llegar a una competición final paródica y de resultados inesperados. Hay una calidad técnica marcada por la fotografía de Marco De Acetis y cuidada en todos los aspectos, incluso en la composición de dos canciones originales para el cortometraje. Shrimp fried rice puede parecer una comedia superficial bien elaborada, muy divertida y de ritmo vertiginoso, pero en el fondo se trata de una historia que conecta con las raíces de una identidad desdoblada, de manera que Dave y el camarón se pueden ver como representaciones de dos perspectivas diferentes de un conflicto interior que se origina en la propia búsqueda de una personalidad que consiga equilibrar las distintas culturas que confluyen en las segundas generaciones de inmigrantes.
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Películas mencionadas (disponibles en la fecha de publicación):
Hellbender se puede ver en AMC+, Planet Horror y Tivify.
Influencer se puede ver en Planet Horror.
E.T. El Extraterrestre se puede ver en Filmin, Netflix y Prime Video.
Kill Bill Vol. 2 se puede ver en Lionsgate+.
Bienvenido, Míster Marshall se puede ver en FlixOlé y Netflix.
Ratatouille se puede ver en Disney+.
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