Continuamos con nuestras crónicas del Festival de La Fiction que se celebra esto días en La Rochelle para presentar las últimas novedades de la producción francesa e internacional francófona, y reflexionar sobre el estado del audiovisual en Francia, posiblemente el más proteccionista de Europa respecto a la incorporación de las plataformas multinacionales dentro de la industria nacional, con leyes mucho más restrictivas que las que tiene España, por ejemplo. Estamos repasando parte de la programación del festival, pero las actividades para el público, todas ellas gratuitas, incluidas las proyecciones, no solo se limitan a las salas de cine. El festival recupera los encuentros con el público de los protagonistas de las series más populares con sesiones de autógrafos, que este año están dedicadas a series diarias como Plus belle la vie, encore plus belle (TF1, 2024-), Ici tout commence (TF1, 2020-), Un si grand soleil (France 2, 2018-) y Nouveau Jour (M6, 2025-). Mientras, continúan las proyecciones de las más de cincuenta series que se presentan en esta edición, dedicada sobre todo en las primeras jornadas a las series internacionales francófonas, para centrarse de cara al fin de semana en las producciones francesas más esperadas, y proyectar el sábado buena parte de las series en formato corto que compiten en la categoría de menos de 26 minutos. Estas son algunas de las producciones que destacamos en nuestra segunda crónica de las últimas proyecciones del festival.
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L'affaire Laura SternFrancia 2025 | France Télévisions, 4x52' | Competición Francesa 52' | ★★★★★Escrita por Frédéric Krivine, Marie KremerDirigida por Akim Isker |
El pasado mes de abril la cantante Suzane publicaba la canción "Je t'accusse", en la que hacía referencia por primera vez a su condición de superviviente de una violación: "Soy una de esas jóvenes que tuvieron que construirse a partir de una agresión sexual, o mejor dicho, de una violación", decía en una entrevista, refiriéndose a un ataque sufrido antes de convertirse en artista. Pero la acusación que hace en este tema no solo está dirigida hacia los agresores y violadores, sino también hacia un sistema judicial que claramente está fallando como recurso de amparo a las víctimas de estas agresiones. Si bien las denuncias se han disparado, el número de condenas sigue siendo extremadamente bajo en Francia, y el 94% de los casos de violación fueron desestimados en 2021, como advirtió una coalición de organizaciones feministas en 2024. El videoclip de la canción cuenta con la participación de mujeres que han denunciado recientemente a sus agresores, como la actriz Charlotte Arnould, quien acusa a Gérard Depardieu de violación; la actriz Muriel Robin, que este mismo año habló del intento de violación sufrido cuando tenía 10 años; la artista Miranda Starcevic, quien presentó una denuncia (cerrada sin más trámite) contra el rapero Lomepal; y Caroline Darian, hija de Gisèle Pelicot, que se ha convertido en todo un símbolo de las agresiones contra las mujeres. Que sea esta canción la que enmarque el principio y el final de esta dura crónica que se cuenta en L'affaire Laura Stern (France Télévisions, 2025) tiene por tanto un significado de denuncia que se refleja en las víctimas mirando hacia la cámara en actitud acusatoria. La serie es una ficción escrita por Frédéric Krivine, creador del drama bélico Una aldea francesa (France 3, 2009-2017) y de la antología Soldados (Canal+, 2023-), cuya última temporada se ha estrenado en el festival, y la actriz belga Marie Kremer, que interpretó un personaje regular en Una aldea francesa. La protagonista es Laura (Valérie Bonneton), una farmacéutica que está concienciada con la violencia de género y organiza encuentros entre algunas víctimas a través de una pequeña asociación que se reúne en el mismo negocio para compartir sus experiencias. La historia comienza con un impactante momento que deja una profunda huella en Laura, una mujer que se siente impotente ante las mujeres a las que ayuda, y que, como la describe un psiquiatra posteriormente, "es como una esponja que ha ido absorbiendo la violencia que experimentan otras mujeres".
Cuando Laura conoce el caso de Camille (Pauline Parigot), una joven que sufre continuamente maltrato emocional y psicológico por parte de su marido, cuyas consecuencias parecen conducir a un desenlace probablemente fatal, toma la decisión de responder a la violencia masculina con otro tipo de violencia, y acaba con la vida del agresor suministrándole una solución venenosa que le provoca un infarto. Laura se convierte así en una especie de vengadora de las víctimas de agresiones masculinas, pero surge la duda sobre si sus acciones están justificadas porque evitan un probable feminicidio o simplemente se trata de una asesina que tiene que ser juzgada como tal. Otra de las mujeres que acuden en su ayuda es Aminata (Catherine Ama), que ha denunciado a su marido por violación, pero finalmente ha retirado la demanda por temor a que las represalias sean peores que una protección que llegue demasiado tarde. A través de este caso extremo en el que una mujer decide asumir el papel de protectora convirtiéndose en asesina, L'affaire Laura Stern presenta una reflexión provocativa sobre las debilidades de un sistema que se perfila como ineficaz para cumplir su función de defensa frente a las agresiones. Al comienzo del primer episodio, Audrey (Eva Huault), una de las jóvenes que acuden a las reuniones de la asociación, comprueba con terror que su pareja agresora (Darren Muselet) le está esperando fuera de la farmacia. Cuando llaman a la policía, ésta les advierte que si no ha habido una agresión no pueden acudir de forma urgente, mostrando la contradicción de una protección que no se manifiesta ante la amenaza, sino después de haberse producido el acto violento. Rodear a la protagonista de un entorno familiar estable, y de unos personajes masculinos muy diferentes de las parejas de las víctimas permite que el retrato no parezca un estereotipo que condena a todos los hombres, pero sí muestra que la mirada masculina (del marido, del abogado, del fiscal o del juez) de alguna manera filtra con otra perspectiva la gravedad de los hechos. Una inmensa Valérie Bonneton, que expresa con silencios el infierno interior que experimenta su personaje, sosteniendo en primeros planos poderosos las dudas sobre sus acciones, transmite una emoción profunda. La miniserie de cuatro episodios se estructura en dos partes, que dejan los dos últimos para el proceso judicial al que se enfrenta Laura Stern, quizás más convencional y más explicativo narrativamente, pero igualmente rotundo en la conmovedora descripción de unas víctimas que se enfrentan a la perplejidad de sentir que su salvación solo se ha producido con la muerte de sus agresores. En Francia, el colectivo femenino Nous Toutes dedica un muro en su página web a homenajear a las mujeres que han sufrido feminicidios que representan la violencia machista: 113 muertes en 2025, la última producida el pasado 10 de septiembre. L'affaire Laura Stern es una serie poderosa en su mensaje y dura emocionalmente en el desarrollo de su historia.
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PhoenixFrancia, Alemania 2025 | France tv, 6x45' | Competición Francesa 52' | ★★☆☆☆Escrita por Louis Aubert, Matthieu Bernard, Clément MarchandDirigida por Franck Brett |
El Festival de La Fiction ofrece un espacio para encuentros y conferencias que analizan la situación del audiovisual y las estrategias de producción. Una de las presentaciones más interesantes estos días ha sido la que ha realizado en el marco del festival L'Observatoire de la Fiction en torno a la representación de la ecología y los valores medioambientales en las series francesas. La publicación titulada L'ecologie, entre réalité et fiction, que se puede consultar en su página web, recoge lo que denominan "cinco maneras en que la ficción francesa se apodera de las cuestiones medioambientales". De las 45 producciones de los dos últimos años estudiadas, el 62% confronta al espectador con la ecología al menos una vez, pero solo un 2,6% la tienen como tema principal, y la conclusión es que la ficción francesa la aborda con ligereza, tratándola en contextos cómicos principalmente. La representación de los temas medioambientales, debido a la ansiedad que puede crear en el espectador, no se trata de forma seria y se hace con una perspectiva maniquea, sin muchos márgenes entre los ecologistas moralizantes y los malvados contaminadores. De hecho, solo una serie aborda directamente la eco-ansiedad, en el episodio Disfruta (T1E2) de El sentido de las cosas (HBO Max, 2024), protagonizado por un adolescente que se niega a celebrar el bar mitzvá como protesta por el futuro ecológicamente incierto que le ha dejado la generación de sus padres. El objetivo de este estudio no es empujar a los guionistas a escribir ecoficción, pero sí recomendar que hay formas diferentes de tratarla. En Francia se han producido recientemente dos series que tienen como tema principal la problemática medioambiental: La Vallée fracturée (France tv, 2025), sobre un pequeño pueblo de la región de Ardéche que se opone a unos planes de extracción de gas, y Phoenix (France tv, 2025), una coproducción internacional que se estrena el 2 de octubre y compite en el Festival de la Fiction. Son también dos ejemplos de otra manera habitual de tratarlo, a través del subgénero del eco-thriller, aunque en el caso de la segunda no encuentra la manera de evitar ser demasiado convencional, a pesar de su atractivo planteamiento. La historia sigue al denominado Grupo Phoenix, una organización clandestina que, ante la inacción climática, recurre a medidas extremas: secuestrar a los hijos de empresarios influyentes para obligarlos a cumplir con sus compromisos ambientales. El grupo está liderado por Matthias Boissel (Léo Legrand) y su hermana Éloïse Boissel (Marie Colomb), que acaban llevando a la práctica una cita que les recuerda el profesor Jean Humbel (François Berléand) de la antropóloga norteamericana Margaret Mead: "Nunca dudes que un pequeño grupo de individuos comprometidos puede cambiar el mundo". Durante la celebración de un Foro Económico en Annecy, asisten altos ejecutivos de empresas industriales como Hans Frankenheimer (Benno Fürmann), Amaury de Montchanin (Arnaud Viard), Cassandra Sánchez (Jacqueline Dorado) y el banquero William Baker (Jonathan Nyati), que han creado una Fundación que lleva a cabo el proyecto Ice Back, que pretende recuperar el hielo de las zonas árticas, aunque el Grupo Phoenix lo considera una operación de greenwashing que esconde el blanqueo: "Vuestra intención no es salvar los glaciares, sino recuperar el dinero que tenéis en cuentas offshore".
Así que deciden secuestrar a sus hijos para exigir que la inversión de 12 millones de euros que iban a realizar en ese proyecto sea transferida a la Fundación Climate Shield del profesor Jean Humbel, que lucha contra el cambio climático. Entre los secuestradores también se encuentra la joven española Alma Castera, estrella emergente del activismo en Cataluña que fue ridiculizada por un ministro en un debate televisivo, interpretada por la actriz valenciana Catalina del Rosario. El grupo de radicales ecologistas se completa con la artista callejera alemana Nina Lehdale (Alva Schäfer), el joven inglés de origen humilde Will Attenborough (James Willis) y Elías Bochatay (Gaël Langouët), que se incorpora al grupo como venganza por un accidente medioambiental que dejó parapléjico a su padre Charles (Hubert Delattre), y que es hijo de la agente de policía Béatrice Bochatay (Natacha Lindinger), lo que llegará a complicar la investigación. Phoenix asume por tanto su condición de coproducción internacional, y de hecho está producida dentro de la Alianza de televisiones públicas europeas New8, en la que se incluyen ocho países como Alemania, Bélgica, Dinamarca o Noruega. Se conforma por tanto un ecothriller que trata de reflexionar sobre las fronteras éticas a las que se enfrentan los jóvenes secuestradores, pero que nunca consigue profundizar demasiado en los planteamientos políticos porque está demasiado centrada en desarrollar la trama de thriller, que es uno de los principales problemas de este tipo de series. Aunque el Episodio 4 introduce algunas ideas interesantes sobre el sistema económico en el que están fundadas las grandes empresas, cuando los Phoenix pretenden obligar a los CEO a vender sus acciones en sus compañías para debilitar el sistema desde dentro, nunca terminan de desarrollarse. La serie se pierde en su propia ambición y en su intento de ser un thriller de suspense al mismo tiempo que una denuncia ecológica, pero sin llegar a ser ninguna de las dos cosas con suficiente rotundidad y efectividad. Está bien construida la dinámica del grupo de secuestradores, pero introduce relaciones personales y románticas que son innecesarias, y no se siente del todo la tensión dentro del grupo Phoenix. Mientras que la parte dedicada a las discusiones políticas y económicas resultan artificiales y superficiales, porque caen en el maniqueísmo que comentábamos al principio, especialmente en el retrato del empresario Hans Frankenheimer que, como todo buen alemán, decide llevar a cabo su propia investigación al margen de la policía, con el violento detective Bogdan (Adrian Can). Siendo entretenida, Phoenix también es demasiado inofensiva como para aportar nada relevante al debate medioambiental.
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Il était deux foisFrancia, Suiza 2025 | France tv/RTS/HBO Max, 6x52' | Competición Francesa 52' | ★★☆☆☆Escrita por Eric Delafosse, France JacquetDirigida por Florian Thomas, Valentin Vincent |
Basada en la novela Il était deux fois (2020), del escritor de suspense Franck Thilliez (973, Francia) del que en España se han publicado libros como El ángel rojo (2005, Ed. Marlowe) y Luto de miel (2006, Ed. Edhasa), esta historia aborda el género del thriller psicológico a través de una agente de policía, la capitana Gabrielle Berteuil (Odile Vuillemin) cuya hija ha desaparecido en 2013 en un pequeño pueblo de la montaña. Durante una búsqueda por los bosques en solitario, la protagonista se queda dormida y despierta doce años después, en 2025, sufriendo lo que los médicos denominan como amnesia psicógena atípica que le ha borrado la memoria de todo ese tiempo. Se trata de un tipo de amnesia disociativa que no se produce por una lesión cerebral sino por una situación de estrés psicológico extremo. Sin embargo, mantiene el instinto de madre y sabe que hay algo que necesita averiguar, mientras se enfrenta a un pueblo que ha cambiado y un círculo cercano que también se ha transformado en ese tiempo, entre otras cosas descubriendo que su marido Antoine Moscato (Rémi Devilla) está casado con otra mujer. Bajo la dirección de Florian Thomas, que ha dirigido episodios de la serie diaria Un si grand soleil (France tv, 2018-), que lleva en antena siete temporadas de cincuenta episodios cada una, y Valentin Vincent, Il était deux fois (Érase una vez dos veces) (France tv, 2025) se desarrolla entre el drama familiar que transcurre en una localidad pequeña y el thriller de suspense que lleva a la protagonista a averiguar aspectos intrigantes sobre la desaparición de su hija, como unos extraños retratos que han sido pintados con la sangre recién extraída de las víctimas. Gabrielle también descubre que mantiene en un contenedor del puerto una especie de refugio donde se encuentran todas las pistas y sospechosos que ha ido acumulando a lo largo de años de investigación, que se convierten en una guía para reiniciar las averiguaciones en torno al paradero de una hija que todos han dado por muerta, pero que ella siente que puede estar viva. El único que realmente confía en Gabrielle es el policía Paul Lacroix (Hubert Delattre), mientras las nuevas pesquisas comienzan a abrir otros interrogantes en el Episodio 3, que están relacionados con las novelas del popular escritor local Caleb Traskman (Lannick Gautry), que parecen describir con demasiados detalles algunas desapariciones que se han producido.
Hay un cierto tono de oscuridad en la trama, que se envuelve en el misterio de la amnesia de la protagonista, de manera que disemina las revelaciones a través de algunos cliffhangers en los primeros episodios, pero que en realidad desembocan en una trama más o menos convencional de un misterioso secuestrador que por alguna razón adopta una especie de ritual, un tipo de historia que hemos visto en numerosas ocasiones. Ni siquiera el vacío de memoria de la protagonista en realidad aporta nada especialmente nuevo, utilizado como un recurso para que el personaje comience desde cero su investigación, siguiendo los pasos que ella misma ha llevado a cabo a lo largo de los últimos doce años. La estupenda actriz Odile Vuillemin, habitual de series de intriga como Rivière perdue (TF1, 2024), remake de la serie española La caza. Monteperdido (Movistar Plus+, 2019), o el irregular drama de suspense Un soupçon (France tv, 2024), maneja con habilidad un personaje que se mantiene en los primeros episodios en un estado de confusión, sin apenas diálogos, pero al que ella aporta una mirada profunda de tenacidad y perseverancia en la búsqueda de su hija. De hecho, la trama de investigación y el entorno rural se asemeja mucho a las historias de La caza, también en el sentido negativo sobre la construcción de una red de misterios y secretos que nunca terminan de resolverse satisfactoriamente. La amnesia, por ejemplo, funciona solo como un recurso narrativo que no se imbrica del todo en el personaje protagonista, y prácticamente se deja a un lado conforme se desarrolla la historia. De forma que Il était deux fois acaba siendo un thriller convencional, no muy lejano de los que suele estrenar el canal francés, como la reciente Surface (France tv, 2025), que parten de un planteamiento interesante, pero se desarrollan por caminos trillados y terminan en un desenlace decepcionante que no llega a contestar todas las preguntas que se habían planteado a lo largo de la temporada.
La comedia belga procedimental Quiproquo (Malentendido) (RTBF, 2025) tiene una capacidad especial para hacer entrañables a sus dos protagonistas casi desde su primera aparición en pantalla, a pesar de sus complejidades. Por azares del destino, las vidas de la abogada mercantil Giulia Di Pietro (Myriem Akheddiou) y el rapero Lykoz (Amine Hamidou) se cruzan en un momento decisivo para ambos. Él está intentando reconvertir una sala de conciertos abandonada en un local de música urbana llamado Street Tease, mientras que ella acaba de perder su trabajo en un importante bufete de abogados. Lykoz necesita sacar a un amigo de la cárcel y Giulia, que es tan brillante como antisocial, necesita seguir ejerciendo su trabajo como abogada para tratar de recuperar la confianza de su antiguo bufete. Así que deciden montar una oficina como anexo a la sala de conciertos, al estilo de Saul Goodman en Breaking bad (Netflix, 2008-2013), aunque ella le deja claro que es una relación "solo temporal". Ambos tienen personalidades muy diferentes pero que se complementan perfectamente: Giulia tiene problemas para socializar, mientras que Lyoz es un extrovertido e ingenioso buscavidas que llevará a cabo las investigaciones necesarias para que la abogada tenga toda la información sobre el demandante, incluso aunque tenga que rozar la ilegalidad. Y tras algunos titubeos al principio, comienzan a ganar algunas demandas, como el reparto de un tesoro de monedas entre dos amigos en el episodio Win-win-win (T1E2), lo que les permite conseguir una cartera de clientes cada vez mayor. Quiproquo se perfila así como un procedimental judicial en el que, sin embargo, no se abordan casos criminales sino sobre todo litigios laborales o enfrentamientos personales, pero lo interesante es cómo la colaboración entre dos personajes tan dispares se va reforzando a lo largo de la primera temporada, que ha tenido un notable éxito en Bélgica. Se trata de una comedia divertida que funciona por el contraste entre el carácter retraído de Giulia y la extrovertida personalidad de Lykoz, que consigue mantener el equilibrio entre una estructura serializada y una procedimental, con episodios cerrados y otros que se centran en el desarrollo de los personajes, como Lilian (T1E6), protagonizado por el padre de Lykoz, un antiguo saxofonista de jazz llamado Charlie (Lotfi Yahya Jedidi).
En este sentido, la serie no pretende ser especialmente original, pero funciona gracias a sus personajes principales. Y se beneficia del entorno de la ciudad de Charleroi, cuyo nombre deriva de "Charles-Roy", haciendo referencia al rey Carlos II de España. La ciudad fue construida por tropas españolas en 1666 como una fortaleza, pero es conocida sobre todo por ser la cuna de algunos de los grandes dibujantes de cómics belgas, como Jijé, Franquin, Peyo o Morris, el creador de Lucky Luke (1946). Charleroi es interesante como trasfondo de la historia porque es una ciudad que está sufriendo en los últimos años una transformación, con importantes remodelaciones de su fisonomía urbana, de forma que hay un paisaje de zonas industriales, plazas restauradas y lugares históricos. La ciudad representa el momento de transición en el que también se encuentran los personajes, por lo que los espacios en los que se desarrolla la serie están especialmente elegidos. El club Street Tease se encuentra en el barrio del Triangle, que fue un pulmón de la ciudad porque los viajeros de la Estación del Sur lo atravesaban para llegar al centro, pero sufrió el abandono y desde 2023 se ha comenzado a demoler parte de su estructura. "Este es el Triangle. Antes era conocido por la prostitución, pero ahora lo están demoliendo para ocultarlo. Como verás, en Charleroi no hay clase media, solo ricos y pobres, la mayor parte pobres", dice Lykoz a un periodista en el episodio Idées noires (Pensamientos oscuros) (T1E4), que se desarrolla durante una de sus principales tradiciones: el carnaval. En esta popular celebración los Carolos (como se llama a los habitantes de la ciudad), participan en un evento folclórico caracterizado por las naranjas y los desfiles con pífanos y tambores. La Quema del Cuervo es la purificación de los pensamientos oscuros, pero esa noche representa un punto de inflexión en la relación entre los dos protagonistas cuando se descubre un secreto. La serie aborda la especulación inmobiliaria que está detrás de la transformación del barrio en el divertido Donnant-donnant (Toma y daca) (T1E5), cuando Giulia representa a una empresa que quiere comprar el Street Tease. Entre el drama social y la comedia sencilla pero efectiva, Quiproquo introduce elementos de gran humanidad, como cuando Giulia prefiere dormir en una Food truck del restaurante de su padre, la Trattoria di Pietro, antes que reconocer delante de su familia el fracaso de haber sido despedida de su trabajo. El actor Amine Hamidou, que debutó en el cine de la mano de los hermanos Dardenne en El joven Ahmed (Jean-Pierre Dardenne, Luc Dardenne, 2019) aporta frescura a su personaje, mientras que la reconocida actriz Myriem Akheddiou, a la que hemos visto en títulos como Titane (Julia Ducournau, 2021), ofrece una destacada composición de un personaje enfrentado a muchos complejos a pesar de ser especialmente brillante en los tribunales. Curiosamente, Myriem Akheddiou ha coincidido en los dos debuts de Amine Hamidou: interpretó un papel en El joven Ahmed, que fue su primera película, y ahora co-protagoniza la primera serie del actor. Esta inversión de personalidades eleva el nivel de una propuesta que mezcla un sentido del humor ligero con un reflejo de la realidad social belga.
Pueden encontrarse algunos puntos en común entre esta serie y la película Cónclave (Edward Berger, 2024): ambas comienzan en el exterior para introducirnos en el interior de las negociaciones, intrigas y alianzas alrededor de un acontecimiento relevante para el resto del mundo, que habitualmente no es revelado. Las primeras imágenes de The deal (RTS, 2025) muestran a los medios de comunicación para reflejar qué es lo que nos llega a través de las pantallas de los televisores, pero inmediatamente se cierran las puertas para abordar todo aquello que los medios nunca podrán enseñar. En este caso, se desarrolla en 2015 cuando Suiza acogió las negociaciones relacionadas con el programa nuclear de Irán, encabezadas por Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Alemania, Rusia y China, que concluyó con el Plan de Acción Integral Conjunto (PAC), por el que el país islámico se comprometía a realizar un uso exclusivamente pacífico de su energía nuclear, aunque tres años después Donald Trump se retiró de ese acuerdo durante su primer mandato. En su labor como documentalista, el creador y director de la serie, Jean-Stéphane Bron (1969, Suiza), se ha interesado por los entresijos de instituciones, como el mundo artístico en La Ópera de París (2017) o el entramado judicial norteamericano en Cleveland contra Wall Street (2010). De nuevo en colaboración con Alice Winocour (1976, Francia), con la que ha escrito los guiones de Próxima (Alice Winocour, 2019) y Memorias de París (Alice Winocour, 2022), se introduce esta vez en el entorno de la diplomacia y las redes de negociaciones que se producen dentro de la propia negociación central, para diseñar un thriller político que mantiene la tensión a través de los personajes ficticios creados para esta ambiciosa miniserie. Tomando como personaje central a Alexandra Weiss (Verlee Baetens), jefa de protocolo del anfitrión suizo, la historia se adentra en los diferentes encuentros entre las delegaciones diplomáticas para tratar de alcanzar un acuerdo, pero que se ven perjudicados por los intereses y las agendas ocultas de los diferentes países. Lo que hace bien el guión es mostrar cómo los diplomáticos que tienen como misión presionar a la parte contraria para alcanzar un acuerdo beneficioso, al mismo tiempo sufren la presión de sus superiores, e incluso de su propia vida personal. Esto se refleja sobre todo en el personaje de la subsecretaria estadounidense Cindy Cohen (Juliet Stevenson), que intenta moderar la inclinación hacia las sanciones por parte del representante del Tesoro, Andrew Porter (Sam Crane), al mismo tiempo que recibe llamadas de su madre que padece demencia senil. Estas incursiones en los aspectos personales, que se manifiestan siempre desde el exterior, de alguna manera humanizan a los representantes políticos, reflejando algunas situaciones de presión que van más allá de las salas de reuniones.
En realidad, todos los representantes se enfrentan al contrario, pero también a las posiciones más beligerantes dentro de sus propias delegaciones, como el ministro reformista iraní Mohsen Mahdavi (Anthony Aziz), presionado de cerca por un miembro de los Guardianes de la Revolución, Ali Katibi (Alexander Behrang Keshtkar), que pretende mantener una posición más inamovible por parte de Irán. A lo largo de los seis episodios de la temporada, la tensión es constante, evitando entrar en detalles demasiado complejos, y centrándose más en las contradicciones personales de los protagonistas. Pero da la impresión de que no se confía demasiado en la fortaleza de los conflictos políticos, al introducir una trama relacionada con Payam Sanjabi (Arash Marandi), un científico que ha sido liberado de prisión para servir como consultor de la delegación iraní, pero que había mantenido una relación sentimental con Alexandra Weiss, lo que la enfrenta a una presión adicional entre su trabajo y su vida personal. Los elementos de thriller se subrayan con la amenaza del Mossad, el servicio de inteligencia israelí, que parece haber infiltrado a agentes en el hotel donde se celebran las negociaciones (es una realidad que el Mossad trató de influir en estos acuerdos), de forma que la miniserie The deal juega con diferentes elementos de suspense que la hacen particularmente atractiva. Lo que no se puede negar es que hay un conocimiento del tema, que permite a los creadores y una mesa de cinco guionistas introducir estrategias como la llamada backchannel diplomacy (diplomacia por la espalda), que practican tanto estadounidenses como iraníes, manteniendo reuniones en secreto con otras delegaciones para ganar apoyos en la negociación principal. El guión también se apoya en documentación real y especialmente en el libro de memorias escrito por Wendy Sherman, subsecretaria de Estado de Joe Biden y participante en las negociaciones reales con Irán como representante del gobierno de Barack Obama, que describió en un artículo publicado en la revista Foreign Affairs titulado How we got the Iran deal (2018). La serie tiene un problema, sin embargo, cuando necesita acudir a un recurso de thriller de espionaje que sostenga la tensión de la historia, de manera que el plan de Alexandra Weiss para conseguir sacar a Payam Sanjabi de Ginebra para refugiarse en otro país, acaba absorbiendo parte de la historia en la segunda mitad. Esto la convierte en un thriller más tradicional, como si no hubiera confianza en la tensión de las negociaciones, lo que resulta decepcionante. The deal obtuvo dos premios en Séries Mania y después ha pasado por festivales como Locarno antes de estrenarse en Suiza, con una próxima cita en el London Film Festival el próximo mes, siendo un thriller político cargado de tensión que pierde pie cuando tiene que seguir el camino del thriller tradicional para mantener la atención.
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Películas mencionadas (disponibles en la fecha de publicación):
El joven Ahmed se puede ver en Filmin.
Titane se puede ver en Filmin y HBO Max.
Memorias de París se puede ver en Movistar Plus+.
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