24 septiembre, 2025

San Sebastián 2025: Voces independientes

Aunque no realizamos una cobertura del Festival de San Sebastián, destacamos a continuación algunas películas de producción independiente que forman parte de secciones paralelas como Zabaltegi, Nuevos Directores y Horizontes Latinos. Una selección de títulos que abordan historias englobadas en sociedades que han construido entornos claustrofóbicos alrededor de los personajes, en torno a las relaciones de dependencia y el crecimiento personal de sus protagonistas. 

Lurker

Alex Russell

Estados Unidos 2025 | Zabaltegi | 

Festival de Sundance '25: Premiere

Gotham Awards '25: Nominada Mejor Película


Tiene sentido que una producción norteamericana distribuida por una multinacional se incluya dentro de la sección Zabaltegi, tradicionalmente dedicada a producciones más independientes. Porque esta es una historia que, aunque ha pasado por festivales como Sundance, donde fue adquirida por Mubi para su distribución internacional, y Deauville, despertando un notable interés, tiene un tono de cine personal bastante marcado. De entrada es el primer largometraje como director de Alex Russell, guionista y productor de series como The Bear (Disney+, 2023-) y Bronca (Netflix, 2023-), por la que ganó un Emmy como Mejor Serie Limitada, aunque ya no sea una serie limitada. Lurker (Alex Russell, 2025) hace un tratamiento especialmente perturbador sobre la fama en tiempos de redes sociales, a través de la relación de cercanía y cierta dependencia entre una estrella emergente de la música, Oliver (Archie Madekwe), y un aficionado empleado de una tienda de ropa, Matthew (Théodore Pellerin). Debido a una casualidad, éste tiene la oportunidad de formar parte del "entourage", el séquito de amigos y colaboradores de Oliver cuando le invita a uno de sus conciertos, después de descubrir que comparten una visión similar de la música. Este vínculo parasocial se va transformado en una amistad en la que no están claros cuáles son los límites, mientras Matthew trata de encajar dentro de ese círculo íntimo de aduladores que son parásitos del éxito de Oliver. Éste decide incluso que Matthew sea el responsable de grabar secuencias para un documental que está rodando sobre su trayectoria, utilizando su cámara analógica que se siente anacrónica en ese mundo de cámaras digitales y móviles. En cierto modo, Oliver parece sentirse atraído por la honestidad de Matthew, pero también por su entrega absoluta a complacerle, ejerciendo una especie de poder social en torno a ese grupo de amigos que están siempre dispuestos a ponerse a su servicio. Matthew también comprueba que estar al lado de Oliver le permite capturar un pequeño pellizco de su fama, cuando las fans del joven músico también le reconocen a él por compartir muchas de las imágenes que aparecen en las redes sociales. A lo largo de la película suena en dos ocasiones la canción "I'm your puppet" (1966), en la versión más conocida de James & Bobby Purify, pero en cada uno de los momentos adopta un significado diferente respecto a quien aparece como la marioneta del título para el espectador. Porque, cuando Matthew decide llevar a una fiesta a su amigo Jamie (Sunny Suljic), y comprueba que Oliver le está empezando a dedicar la misma atención que le dedicó a él al principio, los celos provocan que se refleje una personalidad muy diferente. De manera que Lurker también se construye con elementos de thriller psicológico, que nunca llega a adoptar del todo las características del género. Pero resulta fácil encontrar en el tratamiento de esa relación casi paranoica entre los famosos y sus admiradores algunos reflejos de películas como El rey de la comedia (Martin Scorsese, 1982) o incluso semiparodias del mundo de la música como Popstar (Akiva Schaffer, Jorma Taccone, 2016), mezclados con la inquietante reflexión sobre la línea divisoria entre quien observa y quien es protagonista de las historias, que hacía Nightcrawler (Dan Gilroy, 2014), aquel thriller sobre los límites del periodismo criminalista. Aunque Alex Russell cita como una de sus principales inspiraciones la road movie Casi famosos (Cameron Crowe, 2000). 

Lurker mantiene siempre una atmósfera perturbadora alrededor de Matthew, interpretado de manera intrigante por el actor canadiense Théodore Pellerin. Pero también acierta en el retrato de una estrella de la música que todavía no llena grandes estadios, sino que actúa en salas como The Wiltern en Los Ángeles, y aún está buscando su camino y qué pretende transmitir con su música. Por eso necesita todavía ese séquito de amigos de los que él siente que recibe un apoyo incondicional, aunque no está claro si es una adulación interesada, al igual que tampoco está claro si Oliver en realidad también está sacando provecho de ellos. Su mejor amigo es Sweet, interpretado por el DJ Zack Fox, en cuyos conciertos reales se grabaron las escenas de las actuaciones de Oliver. También están dentro de su séquito la gerente Shai (Havana Rose Liu), quien acepta con paciencia a las nuevas amistades casuales del músico, y el editor Noah (Daniel Zolghadri), quien recibe con incomodidad la presencia de Matthew como co-director del documental, viendo amenazada la jerarquía establecida. Esa amistad enturbiada por las relaciones interesadas y profesionales crea una atmósfera extraña dentro del séquito, porque se trata de conexiones muy delicadas, que en cualquier momento de tensión pueden acabar desconectadas. Cuando Matthew se encuentra expulsado de ese mundo, en cierta manera tratará de forzar su regreso, lo que presenta una mayor ambigüedad en el personaje. La mirada de Alex Russell también se dirige a ese ambiente que provoca la fama en el que un músico trata de escapar de lo que sus admiradores esperan, pero sin llegar a traicionarlos. Él también fue guionista de Dave (HBO Max, 20202023), esa serie sobre un hombre neurótico que se cree un rapero, de la que ha podido tomar algunas referencias. Oliver es un músico en crisis, que se siente estancado y recurre a su privilegio en torno a su séquito para que le construyan esa expresión artística que ni siquiera él sabe encontrar. De manera que hay una continua ambivalencia en la percepción que transmiten ambos personajes, el egocéntrico Oliver y el obsesivo Matthew. Y es interesante esa atracción mutua entre ambos que a veces parece rozar la homosexualidad sin llegar a serlo nunca, una decisión inteligente por parte de Alex Russell. Resulta curioso que otra película de un director queer presentada en el Festival de Sundance, La mitad perdida (James Sweeney, 2025), Premio del Público y Premio Especial del Jurado, aborde también una extraña amistad, enturbiada por un secreto. No obstante, Lurker se puede sentir a veces demasiado ambigua, lo que puede perjudicar al propio desarrollo de la historia, como si los personajes finalmente no encontraran su lugar preciso dentro de la narrativa. Pero desemboca en un desenlace especialmente inteligente, una hábil deconstrucción del mundo de la fama y sus ambientes tóxicos.  

Cuerpo celeste

Nayra Ilic

Chile, Italia 2025 | Horizontes Latinos | 

Festival de Tribeca '25: Mención Especial del Jurado


A través de una historia de crecimiento personal, una especie de coming-of-age intenso provocado por una tragedia, la directora Nayra Ilic (1977, Chile), afronta su segundo largometraje más de diez años después de dirigir Metro cuadrado (2010), construyendo una transición emocional que se enmarca dentro de un contexto de transición política. La historia se desarrolla en 1990, cuando la dictadura de Augusto Pinochet se dirigía a un traspaso de poder que iniciaría el período de democracia. La primera parte de la película se desarrolla en un ambiente familiar envuelto en el sonido de las olas, cuando la protagonista Celeste (Helen Mrugalski), una joven de 15 años, pasa la Nochevieja junto a sus padres, Alonso (Néstor Cantillana) y Consuelo (Daniela Ramírez), dos arqueólogos que están siempre pendientes de los restos fósiles que se pueden encontrar en la zona, como esqueletos de ballenas enterrados. Celeste se entretiene con dos jóvenes pescadores del lugar, Jano (Nicolás Contreras) y Simón (Clemente Rodríguez), mientras experimenta los primeros síntomas de una atracción amorosa. Envuelta en una fotografía terrosa en la que Sergio Armstrong destaca los colores ocres que se extraen del desierto y se reflejan en la vestimenta de los protagonistas, el primer acto de Cuerpo Celeste (Nayra Ilic, 2025) transmite una corporeidad intensa, que se detiene en las miradas y las sensaciones. La vida de la joven no se ve afectada directamente por la realidad sociopolítica del país, pero las conversaciones susurradas de sus padres, que tratan de mantenerla al margen no respondiendo a sus preguntas, y las noticias de la radio, en las que se destaca la reincorporación de Chile a la comunidad internacional, crean una atmósfera de extrañeza alrededor de la protagonista. Ella se refugia en sus encuentros con Jano y Simón, en las partidas de pádel o los días en la playa, mientras Chile experimenta una transformación radical. Hay paralelismos marcados por la narrativa, en ese trabajo de arqueología que consiste en rescatar fósiles mientras comienzan a descubrirse las fosas comunes que mantenía en secreto el régimen del dictador. Pero una tragedia cierra el primer acto de una manera repentina, sin ser esperada ni permitir un proceso de adaptación, lo que también termina transformando la relación entre Celeste y su madre Consuelo, de manera que la adolescente acaba viviendo en casa de su tía Ema (Mariana Loyola) durante unos meses. La directora introduce en algunos momentos las imágenes de archivo de los acontecimientos de la transición del país y los propios archivos familiares, creando una imbricación entre la descripción general y la mirada particular que profundiza en la conexión interna de los acontecimientos políticos en el desarrollo de los personajes. 

Quizás puede haber demasiada sutileza en ciertos momentos, lo que exige del espectador una atención a los detalles y a los gestos. Cuando Celeste y su madre Consuelo se reencuentran, regresan a Playa Blanca para asistir a un eclipse solar que solo se produce cada 40 años: "En 40 años vamos a estar todos muertos", dice la joven a su tía Ema. Su regreso al lugar donde hace un año pasó las vacaciones con su familia está todavía marcado por un cambio que se refleja en la recopilación de objetos personales y de trabajo, pero la tensión entre madre e hija todavía provoca discusiones sobre cuestiones cotidianas. Es esta relación la que sirve como eje emocional de una historia que transforma a su personaje principal de una manera casi callada, impulsada por una interpretación llena de vulnerabilidad de su protagonista, la debutante Helen Mrugalski, un descubrimiento que se convierte en el sostén principal de la película. Es a través de sus silencios y de sus gestos sutiles como vamos asistiendo a la progresiva madurez de Celeste. Se le podría pedir a la película que fuera menos contemplativa, pero hay un aliento poético que refuerza la sensorialidad que se percibe en las imágenes. Sin embargo, Playa Blanca ha cambiado en el transcurso de un año, igual que han cambiado sus habitantes, mientras se llena de turistas para contemplar el famoso eclipse, y se encuentran huesos bajo la arena que ya no son de ballenas. De alguna manera, la joven sigue al margen de lo que está ocurriendo a su alrededor, pero hay una mayor percepción de conciencia que está subrayada por los diálogos y la expresividad. La composición de escenas en las que Celeste está en primer plano mientras las hermanas Consuelo y Ema hablan susurrando al fondo, refleja con una gran sutileza cómo la joven tiene un mayor grado de atención y comprensión hacia lo que le rodea. Ya no es la adolescente en plena pubertad, sino que está dando los primeros pasos hacia la madurez, ya no hace preguntas sin esperar respuesta, sino que cuestiona para obtenerlas, como durante la conversación con Gerardo (Erto Pantoja), un amigo de la familia. Las cintas rojas que marcan el desierto adquieren inmediatamente otro significado que tiene que ver con un pasado que se esconde bajo las arenas. Cuerpo celeste construye con sensibilidad una transición personal, envuelta en la transformación de un país que cada vez va adquiriendo una mayor presencia.

Shape of mono

Tribeny Rai

India, Corea del Sur 2025 | Nuevos Directores | 

Festival de Busan '25: Vision Asia


En su primer largometraje, la directora nepalí Tribeny Rai aborda una historia tradicional de un regreso al entorno rural tras un tiempo de ausencia en la gran ciudad, pero lo hace aportando una mirada femenina que describe con especial claridad la estructura social en el entorno de una pequeña localidad del Himalaya. La historia de Shape of momo (Tribeny Rai, 2025) transcurre en una aldea del estado de Sikkim, de donde también procede la realizadora, a la que vuelve la protagonista Bishnu (Gaumaya Gurung) después de haber renunciado a su trabajo en Delhi. Lo hace a un entorno familiar que está compuesto por tres generaciones de mujeres: su abuela (Bhanu Maya Rai), que ya se encuentra en esa edad en la que las limitaciones sociales no tienen efecto y se permite fumar y beber alcohol sin tener que pedir permiso; su madre (Pashupati Rai) que está pendiente siempre de lo que el resto del pueblo pueda pensar sobre su familia, propietaria de unas tierras para las que emplea a trabajadores locales; y su hermana Junu (Shyama Shree Sherpa), que está embarazada pero utiliza el hogar familiar como un refugio frente a los maltratos de su marido y las exigencias de su suegra. Bishnu inmediatamente adopta una especie de posición central en la familia, llevando a cabo actividades que tradicionalmente son asignadas a los hombres y estableciendo las negociaciones con los trabajadores que tienen alquiladas parte de sus tierras. Pero su actitud estricta con unos empleados que ella siente que se están aprovechando de que no existe una figura masculina en la familia para engañar a su madre, provoca también conflictos internos. La madre le reprocha que Bishnu está provocando tensiones innecesarias con el resto del pueblo y que es ella la que se va a quedar viviendo allí. El retrato que ofrece la directora de este hogar formado solo por mujeres presenta de una manera sutil el retrato de la sociedad patriarcal de localidades rurales que se encuentran en zonas montañosas. Pero Shape of momo lo hace de una manera delicada, sin caer en discursos fáciles y ofreciendo una composición de personajes rica y compleja. Hay una manera muy hábil de mostrar cómo los núcleos familiares femeninos se enfrentan al miedo que les provoca estar solas y quizás expuestas a ataques externos, a través de una trama que hace referencia a una serie de allanamientos que se han producido en la zona. Si la figura masculina puede ser restrictiva para las mujeres, también la ausencia del hombre provoca esta inquietud constante. 

El guión de Tribeny Rai no está basado exactamente en su propia experiencia, pero ella ha estudiado en Calcuta y ha regresado también a una familia formada solo por miembros femeninos, de manera que hay un reflejo personal en la historia. Pero sabe utilizar algunos recursos tradicionales para mostrarlos con una mirada diferente. La relación sentimental que Bishnu mantiene con Giyan (Rahul Mukhia), un joven arquitecto que está a cargo de una construcción en la zona, es descrita como una representación de la libertad de elección de la protagonista, pero al mismo tiempo sometida a la presión del matrimonio a través de su madre, que considera que él es un buen partido para ella. El propio Giyan es retratado como un hombre amable, cariñoso, con estudios y un punto de vista moderno, pero eso no evita que Bishnu sienta la responsabilidad que se le exige para que decida lo antes posible compartir su vida con él. Esta capacidad para encontrar las perspectivas contradictorias es uno de los aciertos de Shape of momo, lo que crea una narrativa especialmente atractiva. Como los encuentros de las mujeres en la cocina mientras preparan los momos, una especie de dumplings característicos de Nepal y Tíbet, que transmiten esa delicadeza al colocar el relleno y darles forma, haciendo referencia a la tradición y la continuidad familiar. Es un símbolo de conexión generacional que al mismo tiempo representa la posición de la mujer, y en una conversación en la mesa acaban molestando a Bishnu las continuas referencias a cuál de las mujeres de la familia prepara los mejores momos. Cuenta la directora que muchas de las características del personaje de la abuela proceden de cosas que ella recuerda de su abuelo. Ella es retratada con sentido del humor, continuamente pendiente de una tablet y desinhibida por su edad, y está interpretada con gracia por Bhanu Maya Rai, pariente de Tribeny Rai, que falleció pocos meses después de concluir el rodaje. Pero una de las mayores virtudes es la forma en que retrata la relación entre las dos hermanas, cuando Bishnu trata de convencer a Junu de que estudie en una universidad a distancia, provocando en su hermana el mismo tipo de opresión que ella siente, pero en el sentido contrario: "Ni siquiera quería estudiar. ¿Para qué me obligas? ¿Tengo que vivir como tú quieres que viva?", le dice a Bishnu. Shape of momo se envuelve en unos paisajes de montaña que son capturados con una mirada casi documental por Archana Ghangrekar, confrontando la independencia como una característica que es tan diversa como la realidad multilingüe de un lugar donde la tradición y el patriarcado impregnan los entresijos de la sociedad. 

Weightless

Emily Thalund

Dinamarca 2025 | Nuevos Directores | 


En su primer largometraje, la directora danesa Emily Thalund despliega su visión creativa en la composición de imágenes que ha ido desarrollando en algunos de sus anteriores trabajos publicitarios, como el celebrado Period (2018), que ganó el León de Oro de Publicidad en Canns al presentar un tema tabú como el periodo menstrual desde una perspectiva diferente y expresiva, mientras algunas jóvenes describían lo que sentían en esos momentos. Esta exploración de la intimidad femenina forma parte precisamente de la película Weightless (Emily Thalund, 2025), que acompaña a una joven de 15 años durante un campamento de salud en el que su principal objetivo es perder peso. Lea (Marie Helweg Augustsen) conoce a su compañera de habitación Sasha (Ella Paaske), con la que tendrá una relación en la que conviven la admiración con la envidia y la falta de confianza con la ternura. Sasha es una especie de referencia para Lea como aquello a lo que ella aspira desde el punto de vista físico y de exploración de la sensualidad, una joven de cuerpo delgado, extrovertida y que coquetea con los chicos de manera despreocupada. La película no juzga esta aspiración que podría parecer superficial porque la realidad de los personajes siempre está presentada desde el punto de vista de Lea, incluso cuando aparece el tema más complejo de la historia. Ella siente una atracción por el monitor Rune (Joachim Fjelstrup) a través de su punto de vista idealizado, y comienza a experimentar el deseo de una manera cada vez más física, conforme se refuerza la amistad entre ambos. Están las miradas furtivas cuando él se está duchando, pero también las conversaciones menos superficiales que las que suele tener con los chicos de su edad, con los que Lea tiene algunos problemas de comunicación. Hay una mirada profundamente femenina a lo largo de esta película, que se detiene en los cuerpos pero también en los rostros y los gestos, interpretando el guión lleno de matices escrito por Marianne Lentz, que también ha abordado temas parecidos en otras películas como El gran silencio (Katrine Brocks, 2022). Lea se refleja desde el principio, a través de una interpretación muy ajustada y sensible de Marie Helweg Augustsen, como una joven insegura e indecisa, siempre sometida a las barreras impuestas y autoimpuestas por su físico. Pero Weightless no aborda directamente un tratamiento del abuso, aunque contiene alguna escena particularmente incómoda, sino que reflexiona sobre la responsabilidad de los adultos en la construcción de la realidad que rodea a los adolescentes, y en este sentido se introduce una mirada más equilibrada que representa la monitora Rebekka (Jessica Dinnage) ofreciendo el contrapunto al acercamiento cada vez más indefendible entre el adulto Rune y la joven Lea. 

El actor Joachim Fjelstrup ofrece una especie de proyección de sus recientes personajes románticos en series como All and Eva (Pr1meran, 2024-) y Una historia de amor en Copenhague (Netflix, 2025), pero desde una perspectiva más controvertida. Sin embargo, al situar el punto de vista en la mirada de Lea, el protagonista masculino parece reflejado desde una visión idealizada y seductora, y aún así se transmite una sensación de incomodidad, lo que termina siendo uno de esos matices que plantea la película con mayor profundidad. La edad de consentimiento en Dinamarca es de 15 años, de manera que Weightless no se sumerge directamente en cuestionamientos legales, pero sabe establecer los márgenes que claramente se interponen en la relación entre Lea y Rune. Y sobre todo describe con acierto las sensaciones que experimenta la joven después de una caricia o de un gesto que interpreta como una invitación a seguir explorando el camino del deseo. En su relación con Sasha, Lea se encuentra con la dificultad de saber establecer sus propios límites, lo que su amiga maneja con especial habilidad, sabiendo hasta dónde llegar en sus coqueteos con los chicos, y decidiendo cuándo quiere ir más allá. Mientras que la indecisa Lea en su exploración del deseo tiene una perspectiva más compleja al tener que afrontar un proceso de madurez a través del camino más difícil. Afortunadamente, Weightless no es una película sobre buenos y malos, pero sí establece de quién es la mayor responsabilidad cuando se trata de la convivencia entre adultos y adolescentes. Es también una película sobre crecimiento personal en la que la protagonista descubre sentimientos que no había experimentado, mientras el éxito o fracaso de su experiencia en el campamento se mide por la superficialidad de la pérdida de peso. Estamos seguramente ante uno de los tratamientos más interesantes en torno a la mirada hacia la obesidad, porque no la trata de forma directa desde la imagen que proyectan los personajes, sino que la explora a partir de la transformación interior de su protagonista. Mientras aborda una reflexión sobre el consentimiento y sobre el sentido de responsabilidad, Weightless se siente tan natural que incluso las situaciones más incómodas se afrontan con delicadeza, pero sobre todo plantea cuestiones relevantes sobre la invisibilidad de una joven que no encaja con las cánones físicos y que se entrega totalmente a la primera mirada que se fija en ella. 


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Películas mencionadas (disponibles en la fecha de publicación):

El gran silencio se puede ver en Filmin.

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