La contribución de los cineasta austríacos de vanguardia a la historia del cine es indudable a través de las obras de algunos de sus pioneros como Kurt Kren o Mark Adrian, que ha sido heredada por directores contemporáneos como Peter Tscherkassky, alumno de la escuela austríaca, quien en su última película Train again (2021) hace precisamente un homenaje a Kurt Kren. Pero desde el punto de vista más general, la cinematografía austríaca está marcada por nombres muy concretos: Michael Haneke (de quien la pasada semana se extendió el rumor falso de que había fallecido), Ulrich Seidl, Michael Glawogger, Ruth Mader o Martin Arnold son algunos de los representantes de un estilo cinematográfico que habitualmente se relaciona con cierta tonalidad seca pero que esconde sobre todo una gran variedad de temáticas y estilos. El Austrian Film Festival. Watch AUT es un encuentro con las últimas películas de la cinematografía austríaca que ha celebrado entre el 23 y el 26 de marzo su segunda edición en Londres, ofreciendo muestras de esta variedad a través de una selección de algunas películas actuales relevantes, la mayor parte estrenos en Gran Bretaña. El festival se clausuró con la proyección de La mujer en la luna (Fritz Lang, 1929), con acompañamiento de piano. La última película muda del director nacido en Viena era una epopeya protagonizada por la actriz Gerda Maurus que anticipaba el interés de Alemania hacia la ciencia espacial y que está considerada una de las obras maestras de la ciencia-ficción.
Todas las películas que comentamos a continuación han sido presentadas a las nominaciones de los Österreichischer Filmpreis, los Premios del Cine Austríaco, cuyas nominaciones se darán a conocer a finales de abril, y que se entregarán en una ceremonia el 15 de junio. La Academia de Cine de Austria abordó una de las polémicas más relevantes de los últimos meses, después de que el pasado mes de enero la policía encontrara material pornográfico infantil en un registro en la casa del actor Florian Teichtmeister, uno de los intérpretes de la película Corsage. La Emperatriz rebelde (Marie Kretizer, 2022), elegida para representar al cine austríaco para el Oscar como Mejor Película Internacional. La controversia surgió cuando algunas voces pidieron que fuera retirada de la carrera por las nominaciones, aunque se tomó la decisión de mantenerla como representante austríaca. Pero la polémica ha sido tan intensa estos últimos meses que la Academia de Cine sí ha decidido, de común acuerdo con los productores de Corsage y de Serviam - I will serve (Ruth Mader, 2022), las dos películas en las que ha trabajado el actor, que ninguna de ellas permanezca en la preselección de los Premios de Cine, utilizando la promoción para plantear el tema de los abusos a menores. Sobre todo, porque se trata de una cuestión que lleva suscitando un debate desde hace tiempo. En la ceremonia de los premios del año pasado, Luna Jordan, ganadora como Mejor Actriz Secundaria por Fox in a hole (Arman T. Riahi, 2021), utilizó su discurso precisamente para llamar la atención sobre el abuso sexual en la industria cinematográfica y teatral de Austria.
Der fuchs (The fox)Adrian Goiginger, 2022 | ★★★★☆ |
La inauguración de Watch AUT se produjo con la película Der fuchs (The fox) (Adrian Goiginger, 2022), que tuvo su estreno mundial en el Festival de Tallin, y que elabora una visión humanizada dentro de la guerra a través de la relación entre un soldado austríaco y un zorro al que encuentra en el bosque. En el prólogo de la película, que se desarrolla en 1927, el joven Franz es vive en los exuberantes paisajes de la región de Pinzgau, muy bellamente mostrados por la fotografía de Yoshi Heimrath, quien ha trabajado anteriormente en la película Berlin Alexanderplatz (Buhan Qurbani, 2020) y Paul Sprinz, dentro de una familia de campesinos sin apenas medios para comer algo más que patatas cocidas, por lo que su padre Josef (Karl Markovics) acepta el acuerdo con un terrateniente para darle la custodia de su hijo. Diez años después, Franz Streitberger (Simon Morzé) es reclutado como mensajero en motocicleta por la Wehrmacht durante las incursiones para la ocupación de Francia. Incapaz de adaptarse a la camaradería del resto de sus compañeros, es una persona aislada e introvertida cuyo sentimiento profundo de orfandad acaba identificándose con un pequeño zorro cuya madre ha muerto en una trampa colocada en el bosque, así que decide acogerlo y cuidarlo en medio del entorno bélico. La historia está basada en anécdotas contadas por el bisabuelo del director, que éste grabó cuando era un adolescente (de la que escuchamos un fragmento al final de la película), y que recogían esta relación particular entre el soldado y el animal. De alguna manera, el planteamiento coincide en su enfoque hacia el ser humano dentro del entorno natural con Märzengrund (Adrian Goiginger, 2022), la historia real de un hombre que decidió vivir en el bosque en los años sesenta, y que el director rodó durante un período de pausa en el rodaje de The fox.
A través de la utilización de un formato 4:3 que aporta una cierta tonalidad de material de archivo (de hecho, se pensó rodar originalmente en blanco y negro), la película consigue capturar la belleza del entorno natural en contraste con las imágenes de la guerra. Pero, a pesar de tratarse de una historia que se desarrolla durante la 2ª Guerra Mundial, se evita la representación bélica, que solo está presente en los cadáveres que han quedado atrás, para enfocarse más en un personaje pacifista, que intenta encontrar la humanidad en mitad de la deshumanización. Su labor como mensajero en la retaguardia le permite también aislarse en determinados momentos, como la primera vez que contempla el mar, manteniendo los sonidos del conflicto en un segundo plano. La melancólica partitura de Arash Safaian permanece también en segundo plano, para revelarse principalmente como reflejo de las emociones de un protagonista introvertido, un inadaptado en un entorno de hostilidad. The fox no es una película que se enfoque específicamente en la guerra, y puede parecer controvertido ofrecer una imagen de las tropas nazis cantando y celebrando las victorias de la ocupación en Francia, pero el planteamiento está más cerca de una mirada pacifista que de un reflejo de los conflictos bélicos. Incluso cuando Franz establece también una conexión con la joven campesina francesa Marie (Adriane Gradziel), una vez que ya han sido ocupados algunos territorios. Ninguno entiende el idioma del otro, pero les une el vínculo humano en el que no hay barreras impuestas por el uniforme ni está presente la supremacía del ocupante frente al ocupado.
EismayerDavid Wagner, 2022 | ★★★★☆ |
Seleccionada por la Semana de la Crítica en la pasada Mostra de Venecia, Eismayer (David Wagner, 2022) se inspira en un hecho real en torno a la figura de un sargento del ejército austríaco, polémico por sus entrenamientos estrictos, que sin embargo se dio a conocer por su relación con un joven soldado. La película explora principalmente la personalidad del sargento Charles Eismayer (Gerhard Liebmann), quien ocultó su homosexualidad detrás de un matrimonio, hasta que los sentimientos hacia el soldado Falak (Luka Dimić), con el que tiene un primer acercamiento tenso debido a su rebeldía, acabó desvelando un trasfondo mucho más humano. El director se centra en construir un personaje ambivalente, contrastando el cariño que muestra por su hijo con la rigurosa disciplina que requiere de los soldados a su cargo, incluso acercándose al abuso, pero siempre respetando escrupulosamente las normas militares. Mientras que Falak no se describe como un hombre que oculte su homosexualidad, sino como un joven que se rebela en ocasiones contra las propias órdenes de Eismayer. De forma que la película establece una jerarquía en los personajes que se distancia del habitual retrato del cine LGTBI para componer unos retratos muchos más complejos. Quizás debido a la centralidad del protagonista, una emocionante interpretación del actor Gerhard Liebmann, al que hemos visto anteriormente en Caso Murer: El carnicero de Vilnius (Christian Frosch, 2018) y El vendedor de tabaco (Nikolaus Leytner, 2018), el personaje de Falak aparece más desdibujado y apenas tenemos información sobre él.
Pero la película destaca especialmente por un trabajo muy sutil y preciso de dirección por parte de David Wagner en su primer largometraje. En una escena en casa del sargento, vemos a Falak en primer término mientras al fondo, desenfocado, se encuentra la figura de Eismayer en la cocina. Es una forma extraordinariamente tenue de mostrar la posición en la que se encuentra cada uno de ellos respecto a su homsoexualidad. Y cuando Eismayer se acerca con el café y su imagen se enfoca junto a Falak, sabemos que se trata del comienzo de un reconocimiento, la cada vez mayor aceptación de su propia identidad, una salida del armario en toda regla. También hay una sutileza en el retrato de su esposa Christina (Julia Koschitz), que aparece solamente en dos o tres ocasiones pero especialmente relevantes, para establecer la falta de comunicación dentro del matrimonio y las sospechas de que su marido tiene una aventura, que efectivamente se produce en encuentros fugaces con hombres desconocidos. Este reconocimiento de la posición de una mujer que ha establecido su vida alrededor de una mentira es otro de los ejemplos de la construcción de una historia que a través de la definición de otros personajes también perfila aspectos contradictorios del protagonista. Hay asimismo un reflejo de la homofobia en el seno del ejército, pero evitando el estereotipo precisamente a través de la prestancia y el orgullo de Falak. Eismayer es una de las cuatro películas que adquirió Filmin en un acuerdo reciente con la distribuidora de cine independiente Surtsey Films, por lo que próximamente se podrá ver en las salas de cine en España.
VeraTizza Covi, Rainer Frimmel, 2022 | ★★★★☆ |
También participó en la pasada Mostra de Venecia, pero dentro de la sección Orizzonti, el fascinante híbrido entre documental y ficción que es Vera (Tizza Covi, Rainer Frimmel, 2022), un retrato en el que el límite entre lo que es real y lo que está construido de forma ficticia es tan sutil que prácticamente no se diferencia. La protagonista es Vera Gemma, una actriz que para muchos italianos es sobre todo la hija del popular actor Giuliano Gemma, que participó en películas como El gatopardo (Luchino Visconti, 1963), La fuerza del silencio (Pasquale Squitieri, 1977) que le valió un premio en Karlovy Vary o El desierto de los tártaros (Valerio Zurlini, 1977), por el que logró el David di Donatello. Pero precisamente esta circunstancia se ha convertido en uno de los principales obstáculos para que Vera haya desarrollado su carrera como actriz, al margen de una cierta vida disipada en la que se ha centrado en malgastar la fortuna heredada. La película es al mismo tiempo un reflejo de la propia protagonista en la realidad, pero también construye una ficción en torno a su relación con Manuel (Sebastián Dascalu), un niño que ha sido víctima de un accidente provocado por Walter (Walter Saabel), el conductor del coche de Vera. Ella siente cierta deuda moral con él y su padre Daniel (Daniel De Palma), un mecánico, e incluso se ofrece a pagar una costosa operación que necesita el joven para restablecer completamente su brazo. Pero al mismo tiempo la compañía de Manuel le ofrece la posibilidad de estar con alguien para quien ella no es la hija de nadie, sino simplemente una amiga.
En una de las escenas más significativas de la película, Vera se encuentra con Asia Argento, quien de hecho le ha dado personajes en películas dirigidas por ella como Scarlet Diva (Asia Argento, 2000). Ambas visitan en un cementerio de Roma la tumba de August von Goethe, el hijo del famoso escritor a quien su padre le levantó una lápida en la que ocultaba su nombre, con la inscripción: "Goethe hijo murió antes que su padre, a los 40 años, en 1830". Lo que resulta una representación muy adecuada de la problemática existencial de Vera, resumida en la etiqueta de ser hija de un actor reconocido. "Esta tumba nos debería servir como recordatorio a todos los que somos hijos de alguien famoso", dice Asia Argento recordando a su padre Dario Argento. Y es también el destino inevitable que parece que la película plantea para Vera Gemma, quien lucha por conseguir su identidad por derecho propio. En la sección Orizzonti de Venecia lo consiguió, logrando el premio como Mejor Actriz junto al premio a la Mejor Dirección, reconocimientos merecidos porque ella es el centro vital de la película y al mismo tiempo la construcción de esta mezcla de ficción y realidad es uno de los elementos más destacables en el trabajo singular que realizan Tizza Covi (1971, Italia) y Rainer Frimmel (1971, Austria), cuyas películas La pivellina (2009) y Notes from the underworld (2020) recibieron premios en el Festival de Gijón. En la protagonista hay también algo de exhibicionismo de su propia problemática existencial, como si finalmente se hubiera aceptado como una actriz sin un horizonte claro que además acepta con estoicismo ser utilizada por su novio Gennaro (Gennaro Lillo) para promocionar su carrera como director, por sus contactos en la industria (le pide que hable con Monic Bellucci para participar en una película que está rodando) y por su dinero. Pero al mismo tiempo ella es una de esas divas de la escena italiana que encuentra en esta película una forma de reivindicarse también como persona.
I am the TigressPhilipp Fussenegger, Dino Osmanoviç, 2021 | ★★★☆☆ |
También hay una reivindicación personal en el documental I am the Tigress (Philipp Fussenegger, Dino Osmanoviç, 2021), que acompaña a la culturista femenina Tischa Thomas durante dos años y medio en sus esfuerzos por ganar premios importantes dentro el circuito de culturismo en Estados Unidos. Tischa, que se llama a sí misma "la tigresa", se reivindica como mujer transexual, como madre y abuela, como profesional del culturismo y como influencer, se diversifica a lo largo de la película en sus diferentes facetas, y también en su propia complejidad como persona. Cuenta a sus seguidores en las redes sociales que sufrió obesidad y por tanto también el acoso de sus compañeros de escuela, pero que encontró en la transformación de su cuerpo la mejor forma de contrarrestar los años de bullying. Como mujer transexual de alguna forma rompe los cánones de la búsqueda de una belleza estilizada, decantándose por cultivar la musculatura en cada uno de los rincones de su cuerpo. Pero la frustración del esfuerzo no recompensado en los concursos de culturismo en Estados Unidos la llevan a aceptar una oferta para participar en una competición en Rumanía. Las medallas no solo son reconocimientos, sino también una manera de conseguir una estabilidad económica que tiene que lograr ejerciendo como dominatriz para hombres sumisos o dedicándose al cibersexo. Hay una constante justificación por parte de Tischa de sus acciones, valientemente expuestas, como si la seguridad que transmite, por ejemplo enfrentándose a quienes la insultan cuando camina por las calles de Nueva York, escondiera una profunda vulnerabilidad.
Es en su relación con Edward Zahler, un compañero de avanzada edad y salud frágil que también se dedicó al culturismo y que se ha convertido en su mejor amigo, donde encontramos los momentos más íntimos de Tischa. Hay algo de ambigüedad en esta relación, como si se tratara de un amor no correspondido de Edward hacia Tischa (le echa en cara que no puede encontrar pareja porque todo el mundo piensa que están casados), pero por otro lado se intuye que existe una cierta dependencia por parte de Tischa, en una relación que no termina de elaborarse en toda su complejidad a lo largo de la película. El viaje a Rumanía es un ejemplo de la vida de Tischa, una mezcla de pundonor y mala suerte, de resistencia y frustración. Y a pesar de su habitual sonrisa de cara al exterior, o de la simpatía con la que interpreta una versión sui generis de la canción de Survivor "Eye of the Tiger", que se incluyó como tema principal de la película Rocky III (Sylvester Stallone, 1982), se transmite cierta melancolía, una reivindicación de la resiliencia que siempre tiene que estar en guardia, que constantemente tiene que auto-protegerse para poder definirse. Hay muchos temas que surgen a lo largo de este documental como la transfobia, la feminidad normativa, la frustración, las competiciones de culturismo... quizás algunos tratados de una forma demasiado rápida. El director es Philipp Fussenegger (1989, Austria) un carismático artista conocido por sus retratos fotográficos y por dirigir Cybrothel, un hotel del amor situado en Berlín donde se puede practicar sexo con muñecas flexibles. Pero I am the tigress se revela como un retrato especialmente singular en torno a una mujer que ha conseguido sobreponerse al fracaso.
RubikonMagdalena Lauritsch, 2022 | ★★☆☆☆ |
Si comenzábamos esta crónica hablando de una película muda de ciencia-ficción, la terminamos con un intento esforzado de adentrarse en el género desde una perspectiva diferente. Rubikon (Magdalena Lauritsch, 2022) se desarrolla en el año 2056, dentro de una estación espacial en la que se investiga el cultivo de algas para producir oxígeno, lo que podría ser clave para la supervivencia del ser humano en un mundo que ya ha experimentado el colapso del ecosistema y en el que las clases sociales más altas viven en cúpulas aisladas de la atmósfera contaminada. Pero cuando la Tierra se cubre de una nube tóxica, la responsabilidad de los tripulantes de la estación espacial les empuja a decidir si se mantienen en su entorno seguro o tratan de encontrar supervivientes en el planeta. Sin embargo, cada uno de ellos parece tener una agenda secreta que provocará tensiones entre la capitana Hannah (Julia Franz Richter) y el químico británico Gavin Abbott (George Blagden) y el ruso Dmitri Krylow (Mark Ivanir) y su hijo Danilo Krylow (Konstantin Frolov), principalmente porque los dos primeros representan a Nibra Corporation, una gran corporación que ha invertido en la misión espacial, pero que podría tener sus propios objetivos. La película se estrenó en una sesión especial en el Festival de Karlovy Vary y participó en la sección Panorama del Festival de Sitges, siendo el debut en la dirección de Leni Lauritsch (1988, Austria), co-autora también del guión junto a Jessica Lind (1988, Austria), en un proyecto ambicioso que se rodó durante la pandemia, y que plantea cuestiones filosóficas y morales sobre la supervivencia humana envueltas en la forma de un thriller espacial. A pesar de contar con un presupuesto ajustado, habitual en las producciones europeas, hay un esfuerzo notable en el diseño de interiores y sobre todo un intento de aportar credibilidad basado en el asesoramiento científico. El diseñador de producción Johannes Muecke, que trabajó en el departamento artístico de Moonfall (Roland Emmerich, 2022) aprovecha bien los medios disponibles para crear una estación espacial que resulta verosímil.
Hay poco que objetar en cuanto a la apariencia técnica de la película, y respecto a la narrativa se establece un interesante dilema moral que aporta tensión a la trama. Pero aunque en la promoción se ha vendido como un tenso thriller espacial, en realidad Rubikon camina más cerca del drama ético de personajes que de una historia de acción y suspense. De hecho, éste último se utiliza con poco acierto, porque al otorgar a los personajes decisiones que a veces se confrontan con el resto del grupo, la tensión dramática se hace demasiado repetitiva en torno a la idea de "voy a hacer esto, pero en realidad estoy pensando en hacer lo contrario". De manera que la tercera vez que se utiliza este recurso dramático acaba resultando fatigoso. No obstante, hay algunos elementos que funcionan, especialmente las reflexiones sobre la supervivencia que se construyen alrededor de las escenas entre Hannah y Dmitri, interpretado por el actor ucraniano Mark Ivanir, uno de los secundarios más activos del cine internacional gracias a su capacidad para hablar ocho idiomas de forma fluida, quien recibió el Oso de Plata la Mejor Contribución Artística junto al resto del reparto por la película El buen pastor (Robert De Niro, 2006) y ha trabajado en España en la serie Nasdrovia (Movistar+, 2020-2022). Pero quizás la mayor frustración en torno a los interesantes dilemas éticos propuestos es la forma en que finalmente quedan sin respuesta, como si en realidad se plantearan las cuestiones para resolverlas de una forma superficial. Rubikon acaba siendo tan sugestivo en sus planteamientos éticos como decepcionante en la resolución que propone.
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