Resulta sorprendente la forma en que la profesión médica ha pasado de ser la más valorada durante la pandemia a convertirse en una profesión de riesgo, no solo por la inestabilidad laboral, sino también por las implicaciones psicológicas. Que tras haber estado paralizados durante más de dos años debido a un virus las instituciones públicas sigan practicando recortes en sanidad mientras se aumenta el presupuesto armamentístico resulta significativo. Y mientras en España las manifestaciones en la calle siguen denunciando los fallos estructurales en el sistema sanitario, en Francia ya han surgido al menos tres documentales importantes que abordan temas en torno a la relación entre pacientes y médicos. La Berlinale acogió el estreno de Notre corps (Claire Simon, 2023), un recorrido de casi tres horas por la rutina de una clínica ginecológica de París, mientras el Oso de Oro recayó en Sur L'Adamant (Nicolas Philibert, 2023), que sigue a los pacientes y cuidadores de un centro psiquiátrico flotante sobre el río Sena. El tercero es État limite (Nicolas Peduzzi, 2023) que tiene sin embargo una conexión más clara con el desmantelamiento de la sanidad pública en Francia, a través de la jornada laboral del único médico que ejerce en el área de psiquiatría del hospital público Beaujon AP-HP, en el barrio periférico de Clichy, también en París. El doctor en psiquiatría Jamal Abdel-Kader ejerce muchas veces como único psiquiatra en un departamento de emergencias que tiene hasta quince especialidades, y que acoge a enfermos que lidian con problemas mentales, adicciones o intentos de suicidio. La película ofrece una imagen esperanzadora a través de la dedicación de este médico entregado a sus pacientes, pero al mismo tiempo refleja una cierta desesperanza si los fallos estructurales del sistema de sanidad tienen que ser contrarrestados con el trabajo intenso "al límite", como indica el título, de sanitarios vocacionales. En algún momento Jamal se pregunta si con su dedicación no está también contribuyendo a que se mantenga este sistema de recortes en el que la labor de un solo médico puede funcionar con cierta eficacia.
Jamal es mostrado a veces caminando por los pasillos del hospital, entre los departamentos que gestiona, con la capa ondeando y una mascarilla, casi como si se tratara de un superhéroe. El problema es que no lo es, y a través de conversaciones con algunos de sus compañeros de trabajo se revelan situaciones extremas que muestran el nivel de estrés al que están sometidos. En una ocasión, el enfermero Romain comenta a Jamal que ha visto a una compañera de trabajo que él admiraba por su fortaleza ingresar como paciente debido a un estado de depresión, lo que ha despertado en él un cierto miedo a no ser capaz de afrontar el trabajo. El propio Jamal se enfrenta a la muerte de un paciente debido a una sobredosis, con una apariencia estoica que parece esconder una profunda desilusión. Pero de alguna manera el director Nicolas Peduzzi (1982, Francia), responsable de aquel retrato desesperanzado que fue Ghost song (2021), trata de no incidir demasiado en los momentos más oscuros de la rutina diaria del doctor. Y ofrece algunas piezas de respiro entre el ritmo agitado de la cámara que acompaña al protagonista por los pasillos del hospital, a través de fotografías en blanco y negro que captan a los pacientes de una forma mucho más sosegada.
Ellos son co-protagonistas a través de sus historias personales: un joven que ha ingresado con pancreatitis crónica que no entiende los fuertes dolores a pesar de que no consume alcohol y permanece a veces en un estado depresivo, que Jamal trata de contrarrestar dándole conversación sobre sus series de médicos favoritas. Una joven adicta que ha caído desde un puente perdiendo las dos piernas, a la que sus hermanas dan un ultimátum para que abandone las adicciones, aunque Jamal intenta convencerlas de que a veces los propios medicamentos que se prescriben en los centros de rehabilitación provocan otro tipo de adicciones. O un trabajador social que ayuda a personas con riesgo de exclusión y que ha caído en una depresión que le ha llevado a un intento de suicidio, hasta el punto que no puede ver cerca ninguna ventana abierta porque tiene miedo de no poder resistir la tentación de arrojarse por ella. La interrelación entre el médico y sus pacientes se establece a través de talleres de teatro o incluso compartiendo sesiones de videojuegos, mientras la efectiva música de Gaël Rakotondrabe se apoya en el piano y las sonoridades clásicas para apuntalar una cierta melancolía en medio del ritmo frenético de la vida en el hospital.
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Seven winters in TehranSteffi Niederzoll, 2023 | F:act Award | ★★★★☆Mejor Documental F:act Award
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En la reciente edición del Festival Séries Mania, de la que seguiremos ofreciendo crónicas durante esta semana, Nima Javidi, creador de la serie ganadora del Grand Prix,
The actor (2023), dedicaba el premio a las mujeres iraníes. El documental
Seven winters in Tehran (Steffi Niederzoll 2023), estrenado en el Festival de Berlín, cuenta precisamente la terrible historia de una de las mujeres que han sufrido el enfoque machista del sistema de justicia iraní. La conclusión de la experiencia de la joven Reyhaneh Jabbari es que, si un hombre intenta forzar a una mujer, la mejor opción para ella es dejarse violar (solución que incluso sugiere uno de los jueces de su caso), porque otro tipo de acciones son inútiles o pueden tener consecuencias más graves. En 2007, Reyhaneh tenía 19 años cuando acudió a una reunión en la que Morteza Sarbandi, el hombre con el que iba a hacer negocios, trató de violentarla, a lo que ella respondió apuñalándole en la espalda, y huyendo del apartamento. Días más tarde, Morteza falleció a causa de las heridas y Reyhaneh fue detenida, permaneciendo durante 58 días en prisión sin comunicación con un representante legal y sometida a torturas que acabaron en confesiones forzadas respecto a su forma de vida, por lo que finalmente fue enjuiciada y condenada bajo el sistema de justicia retributiva que establece la ley Qiṣāṣ, que prevé un castigo análogo al del delito. La gran tragedia, sin embargo, se hace patente cuando la doctrina de la sharia deja en manos de la familia de la víctima la posibilidad de evitar que la condenada sea ejecutada, lo que establece una siniestra dependencia de la humanidad que pueda residir en los que tienen en sus manos tomar una decisión tan complicada. Por lo pronto, lo que sugería el representante de la familia era que Reyhaneh se retractara de la acusación de violación, reconociendo que todo lo que había contado era mentira. De forma que la definición de víctima y culpable acaba sufriendo una retorcida tergiversación.
Reyhaneh permaneció encarcelada durante siete años y medio, primero en la prisión de Evin, y después en la cárcel de mujeres de Shahr-e Rey, que se encontraba en construcción y ni siquiera contaba con sistemas de calefacción o refrigeración. Durante ese tiempo, su familia encabezada principalmente por la fortaleza de su madre, Shole Pakravan, utilizó todos los medios posibles para evitar que la condena fuera ejecutada y grabó de forma clandestina algunas de sus reuniones con su hija en prisión, una iniciativa peligrosa ya que en Irán está estrictamente prohibido realizar grabaciones de cualquier institución pública. Para tratar de preservar el material grabado, parte de la familia se trasladó desde Irán hasta Turquía y finalmente a Alemania donde residen actualmente, lo que ha permitido a la directora Steffi Niederzol (1981, Alemania), acceder a buena parte de este material grabado en situaciones complicadas o directamente con el móvil, de forma que la película está marcada por una variedad de formatos que al mismo tiempo sin embargo transmite la tensión del momento en que fueron grabadas. Esta sensación de espontaneidad contribuye a conformar un documental que no aporta recursos estilísticos especialmente destacados, limitándose a contar la historia de una manera cronológica y apoyándose principalmente en la fuerza del relato de los hechos y las declaraciones de los familiares de Reyhaneh, algunos de ellos especialmente rotundos. Su hermana Sharare Jabbari, por ejemplo, afirma que ella se hubiera dejado violar en vez de atacar al agresor, mientras que el padre Fereydoon Jabbari, el único de la familia que vive en Irán, expresa su intención de que sus hijas crecieran en un entorno de libertad. Para evitar la simple mezcla de imágenes grabadas de incógnito y entrevistas a los familiares, hay algunos pasajes que están mostrados a través de miniaturas que reproducen la prisión y el juzgado, que destilan una cierta desazón en su representación de semioscuridad en espacios que son igualmente opresivos. Y sobre todo resuenan las propias palabras que escribió Reyhaneh en las cartas que enviaba a su familia, interpretadas con voz en off por la actriz Zar Amir Ebrahimi, quien ella misma había huido de Irán en 2006 y que consiguió el premio a la Mejor Actriz en el Festival de Cannes por su papel protagonista en la película Holy spider (Ali Abbasi, 2022).
Pero quizás el momento mejor utilizado, y el que desprende por un lado mayor emoción y también más humanidad, es el que muestra a la madre Shole esperando en un coche el resultado de la decisión de Jalal, el hijo del hombre apuñalado, que tiene en sus manos la posibilidad de evitar, hasta el último minuto, la ejecución de Reyhaneh. La tensión del momento se siente cercana a esas escenas de películas sobre la pena de muerte en las que los personajes de ficción esperan que el gobernador de turno ejerza su poder de derogación de la condena. Pero en este caso es una situación real que pone en manos de un hombre sencillo una decisión trascendental. Y la empatía que desprende la madre sobre las incertidumbres que puede llegar a tener Jalal, después de varias llamadas en días anteriores tratando de convencerle, resulta tan conmovedora como sorprendente. Seven winters in Tehran se refleja como una representación de urgencia que se sitúa al lado de las protestas que se han vivido en Irán durante los últimos meses, la solidaridad internacional y la injusticia de un sistema que solo se puede cambiar desde dentro.
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CreatureAsif Kapadia, 2022 | Highlights | ★★★☆☆ |
Las coreografías de Akram Khan (1974, Reino Unido) para el English National Ballet que dirige la española Tamara Rojo son habitualmente convertidas en películas con un estilo visual particularmente llamativo, como pudimos ver en el Festival Choreoscope 2020 donde se proyectó
Akram Khan's Giselle (Ross MacGibbon, 2018), uno de sus últimos éxitos con la compañía. Hace unas semanas se estrenaba en las salas de cine de Gran Bretaña el proyecto más ambicioso, dirigido por el prestigioso Asif Kapadia (1972, Reino Unido), responsable de documentales biográficos como
Senna (2010),
Amy (La chica detrás del nombre) (2015) o
Diego Maradona (2019), y que ha producido recientemente la película
The man who stole the scream (Sunshine Jackson, Nigel Levy, 2023), que hemos podido ver en este mismo festival. El estreno del ballet titulado
Creature (2021) se produjo en septiembre de 2021, después de retrasos debido a la pandemia, y recientemente ha regresado a la sala Sadler's Wells, donde se puede ver hasta el 1 de abril, sin que por el momento haya fechas para España. Por ahora, los seguidores de las contundentes coreografías de Akram Khan podrán ver la obra
El libro de la selva reimaginado (2022), con música original de Jocelyn Pook, en el Teatro Campoamor de Oviedo el 3 de junio dentro del Festival de Danza. Volviendo a la película
Creature (Asif Kapadia, 2023), la propuesta visual del director es una grabación de la obra, pero reduciendo las dos horas que dura la representación a poco más de una hora y media, y consiguiendo con la introducción de primeros planos e incluso de alguna escena en el exterior del escenario principal, una mayor cualidad cinematográfica.
La pieza estaba pensada primero como una versión del Frankenstein (1818, Ed. Anaya) de Mary Shelley, tomando como espacio principal el Ártico en el que termina el relato, pero también captura elementos de la obra inacabada de George Büchner Woyzeck (1836), sobre los efectos deshumanizados que tienen un doctor, una mujer y el estamento militar en la vida de un soldado. Pero en términos cinematográficos encontramos similitudes con La forma del agua (Guillermo del Toro, 2017), en esta existencia de un ser en cautividad y su relación con una cuidadora. Esta criatura (Jeffrey Cirio) es introducida en una antigua estación de investigación utilizada por una brigada militar para realizar experimentos, a cargo de la doctora (Sara Kundi), y bajo las órdenes de un cruel oficial (Fabián Reimair). En un lugar en el que las personas están sometidas a trabajos repetitivos, la criatura establece una amistad con Andrés (Victor Prigent), pero sobre todo con Marie (Erina Takahashi), una de sus cuidadoras. El escenario de Tim Yip, habitual colaborador de Akram Khan y ganador del Oscar por el vestuario de la película Tigre y dragón (Ang Lee, 2000), muestra un espacio opresivo formado por vigas de madera sin ventanas que solo dejan entrar haces de luz invernal, mientras que la espléndida partitura del compositor italiano afincado en Londres Vincenzo Lamagna mezcla la música sinfónica con la introducción de distorsiones electrónicas. En el trasfondo de la historia también se habla sobre la obsesión colonizadora del hombre y se cuestiona el gasto en la exploración del universo mientras el planeta está en una crisis medioambiental.
De hecho, la obra comienza con la comunicación del presidente Richard Nixon con los astronautas que llegaron a la Luna, pero sus palabras se distorsionan y queda aislada la frase "Por aquello que habéis hecho", que suena como una acusación. Y a lo largo de la historia, se reproduce también la voz del actor Andy Serkis que describe la situación en el exterior y la temperatura que está alcanzando el planeta. El trabajo de dirección de Asif Kapadia se mantiene en planos generales para ofrecer una buena visibilidad de las coreografías, pero coloca a veces la cámara detrás de las vigas de madera, saliendo de la perspectiva del público, un recurso especialmente efectivo para transmitir una sensación de aislamiento, mientras que, cuando la criatura es enviada al gélido espacio exterior como castigo, hay algunos fragmentos rodados en ese lugar inhóspito, que subrayan la crueldad de la misión. También se hacen más evidentes las referencias a la carrera espacial con insertos de imágenes de archivo y distorsiones de la imagen que no son necesarios, pero en esencia la película consigue una especial tonalidad audiovisual que, transmitiendo el trabajo en escena, lo reinterpreta con otra perspectiva. Destaca la calidad técnica del bailarín Jeffrey Cirio (1991, Estados Unidos), cuya corporeidad delgada pero musculosa refleja los movimientos con especial énfasis, sobre todo en los encuentros con Marie, que son presentados a través de una hermosa pero melancólica pieza musical interpretada por una guitarra solista. Creature es una película que logra desprenderse de la simple representación de una obra de danza para adquirir una textura visual especialmente cinematográfica.
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Lynx manJuha Suonpää,, 2023 | Nordic:Dox Award | ★★★☆☆Mención Especial Nordic:Dox Award
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El ser humano es el depredador más peligroso del planeta, no solo por la masiva intervención en el medio ambiente como fuente de alimento, sino porque sus propias acciones provocan catástrofes medioambientales. Los muros fronterizos entre países, por ejemplo, están dividiendo los ecosistemas e impidiendo no sólo la entrada de refugiados que es su principal objetivo, sino el desplazamiento de los animales. La estupidez humana ha llegado incluso a instalar puertas en los muros fronterizos para el paso de los animales, como si éstos esperaran pacientemente en cola hasta que se abran esas puertas. Finlandia aprobó en octubre de 2022 la construcción de 480 kilómetros de vallas en la zona fronteriza con Rusia, lo que está incidiendo en el ecosistema. Es una de las zonas donde habita el lince boreal, una especie que solo ha podido sobrevivir al peligro de extinción debido a su robustez, aunque otras especie de linces casi han desaparecido de Europa Central y Oriente Medio. La caza es su principal amenaza, bien por el valor de su piel o porque el hombre les considera depredadores de ovejas y cabras, cuando es la especie humana la que ha invadido su territorio. El documental Lynx man (Juha Suonpää, 2023), es un relato en torno a la supervivencia del lince boreal a través del punto de vista de Hannu Rantala, un carismático y particular ser humano empeñado en preservar a algunos de los que viven en el bosque en el que habita. Para ello coloca cámaras camufladas que disfraza con elementos que simulan ser pájaros, de forma que pueda revisar el comportamiento y la pervivencia de las camadas de linces, especialmente la de la hembra a la que llama Grumpy Girl y sus cinco cachorros. A lo largo de la película rodada durante ocho años, el particular hombre del bosque describe las imágenes grabadas a través de las pequeñas cámaras poniendo nombres a los linces como Spot, Velvet Eyes o Terror of Laetitia. Pero el director Juha Suonpää (1960, Finlandia) afirma en una introducción escrita al comienzo de la película que en los ocho años que ha grabado a Hannu no ha visto ningún lince en directo, solo a través de las cámaras camufladas.
El peligro constante de la amenaza del hombre que justifica la caza por la amenaza del lince a sus granjas, está presente a lo largo del documental. Las figuras de los linces grabadas con visión nocturna les otorga, de hecho, una cierta tonalidad fantasmal, como si fueran los últimos reductos de una desaparición inevitable, mientras el director también refleja sobre las rocas proyecciones de linces aporta una sensación onírica, como si se tratara de representaciones de antepasados majestuosos que habitaban el bosque sin enfrentarse a la depredación humana. Y la única interacción directa que hace Hannu con un lince es cuando descubre que uno de ellos, Joseph, ha acabado muerto víctima de una enfermedad que afecta a la piel de esta especie y les deja sin protección frente al frío invernal. Pero las grabaciones también le permiten controlar la supervivencia de los diferentes miembros de las camadas. En realidad, el poder de captación de nuestro interés en la película depende de la capacidad de seducción de Hannu, que con su aspecto de leñador barbudo representa la imagen tradicional del finlandés, tomando sesiones de sauna o tocando música tradicional. Uno de los aspectos más relevantes de Lynx man es la banda sonora compuesta por el dúo estonio de música folclórica Puuluup y una partitura sinfónica a cargo de Kimmo Helén y Tanel Kadalipp. Hannu Rantala le dijo al director que él hablaba con los linces, lo que quizás fue una de las razones por las que comenzó a grabar, pero pronto nos damos cuenta que esta comunicación se produce a distancia, marcando con su orina zonas del bosque que a su vez reciben la respuesta de los linces macho. Aunque puede permanecer un retrato de la excentricidad de un habitante solitario del bosque (solo le vemos en una ocasión bajar al pueblo para tomar una cerveza), la película refleja con acierto la fragilidad de la vida del lince boreal.
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Películas mencionadas:
Senna se puede ver en HBO Max y SkyShowtime.
Amy se puede ver en Prime Video.
Diego Maradona se puede ver en Filmin.
La forma del agua se puede ver en Disney+ y Movistar+.
Tigre y dragón se puede ver en Acontra+.
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