Son tiempos difíciles para los espectáculos en directo. Ayer el Teatro Real se vio obligado a suspender la función de la ópera Un ballo in maschera por las protestas de los espectadores de la zona de Paraíso porque no se establecieron medidas de distancia de seguridad, a pesar de que los responsables del teatro afirman en un comunicado que solo vendieron el 51,5 % del aforo total. Pero las imágenes que se han compartido no dejan lugar a dudas. La vuelta a la normalidad es complicada, sobre todo cuando esa normalidad no parece tan real. Los festivales se enfrentan también a esta circunstancia. Hemos visto una Mostra de Venecia con más pena que gloria y se está celebrando un Festival de San Sebastián desangelado cuya película de inauguración no la presenta Woody Allen, su director, sino el máximo responsable de Mediapro, Jaume Roures. Las propuestas más interesantes, sin embargo, provienen de aquellos festivales que deciden migrarse a la versión online. O los que optan por una edición híbrida, como es el caso de Choreoscope. Festival Internacional de Cine y Danza de Barcelona, que se traslada a la plataforma Filmin, entre el 14 y el 28 de septiembre, pero también tendrá el 26 de septiembre proyecciones especiales de forma presencial.
Este año hemos visto algunas propuestas interesantes de danza y cine. En Sheffield Doc Fest vimos el cortometraje Welcome to the bright limbo (Cara Holmes, 2019), sobre el proceso creativo de la coreógrafa irlandesa Oona Doherty, y la semana pasada se estrenaba en la plataforma MUBI el espléndido cortometraje Strasbourg 1518 (Jonathan Glazer, 2020), una obra rodada en el confinamiento en la que el director de Under the skin (Jonathan Glazer, 2013) toma como referencia la "epidemia de baile" que se produjo en Estrasburgo en 1518, una extraña histeria colectiva que llevó a casi 400 personas a bailar frenéticamente sin parar. Este baile incesante se produjo durante un mes, y muchas de estas personas murieron de ataques al corazón, derrames cerebrales o agotamiento.
La programación de Choreoscope propone unas setenta películas, de las que la mayor parte son cortometrajes. Entre ellos podemos ver el espléndido Bonobo (Zoel Aschbacher, 2017), ganador del Premio del Público en el Festival de Clermont-Ferrand 2018, que plantea tres historias cruzadas protagonizadas por un jubilado, una madre chilena y un joven que sueña con ser bailarín, cuyas vidas se ven afectadas drásticamente por el mal funcionamiento de un ascensor. Rodado en formato 4:3 que subraya la naturaleza claustrofóbica de la historia, el cortometraje propone una historia que va in crescendo y que, bajo los sones de las "Cuatro Estaciones" de Vivaldi, alcanza un final en el que cada uno de los personajes intenta encontrar una solución a sus problemas, pero con resultados inesperados.
La Sección de Largometrajes ofrece cuatro películas, dos historias de ficción y dos puestas en escena grabadas. Aviva (Boaz Yakin, 2020) es quizás la más llamativa, ya que supone el estreno en Europa de esta producción dirigida por un cineasta que forma parte de la industria de Hollywood, director de películas como Titanes: Hicieron historia (Boaz Yakin, 2000) y guionista de Prince of Persia: Las arenas del tiempo (Mike Newell, 2010). En este caso, el realizador propone una historia en la que la danza es una representación del sexo y de los sexos. Los dos personajes principales están doblemente interpretados, presentando su lado masculino y femenino, y su historia de amor está mostrada a través de coreografías de la artista israelí Bobbi Jene Smith, que también interpreta a uno de los personajes. Es en este apartado en el que la película destaca especialmente, con piezas de danza que resultan arrebatadoras, a las que acompaña una selección de canciones del cantante israelí Asaf Avidan. Aviva es un experimento curioso que resulta descarnado en la sexualidad y en el baile, y establece así una relación que se convierte en una propuesta sensual asombrosa. Hay desequilibrios sobre todo en la escritura de los diálogos, que tratan de ser poéticos y acaban siendo pomposos. Pero cuando los actores utilizan sus cuerpos en vez de las palabras, entonces la película alcanza momentos brillantes. La película ha recibido el Premio Aportación Excepcional al Cine de Danza que otorga el Festival Choreoscope.
BalletBoyz es una compañía de danza británica que se fundó en el año 2000 por Michael Nunn y William Trevitt y que se ha destacado como una de las más innovadoras del panorama internacional, apoyada también por una cuidada producción audiovisual. Su proyecto más ambicioso, que se puede ver en el festival, es Young men (Michael Nunn, 2016), un largometraje que se desarrolla durante la I Guerra Mundial y que utiliza el escenario bélico para elaborar una serie de piezas de danza coreografiadas por el español Iván Pérez y con música del cantante británico Keaton Henson. Sin diálogos, la historia se centra en un grupo de soldados en el que las fricciones, los miedos y la desesperación habitan en ellos. La guerra no es tanto externa como interna, no hay espacio para la solidaridad o el amor, sino solo para la violencia y la locura. Es un trabajo espléndido técnicamente, ganador de la Rose d'Or en 2017, que tiene piezas de danza singularmente bellas, a pesar de que el barro y la niebla son sus principales trasfondos. En cierto modo, busca algunas similitudes con la escenografía de trinchera de clásicos antibelicistas como Senderos de gloria (Stanley Kubrick, 1957).
También se incluye en la Sección de Largometrajes Deluxe (Michael Nunn, William Trevitt, 2020), la última producción audiovisual de BalletBoyz que lleva a la pantalla la representación de la obra del mismo título estrenada por la compañía como conmemoración de su veinte aniversario. Aunque las representaciones sobre los escenarios se han visto afectadas por el coronavirus, la película nos ofrece la posibilidad de ser testigos de esta obra que está formada por piezas con coreografías nuevas de Maxine Doyle y Xie Xin. Es especialmente hermosa la de esta última, "Ripple", porque elimina buena parte de la representación enérgica que caracteriza a la compañía formada solo por bailarines masculinos, dotándoles de una armonía que es casi etérea.
La bailarina española Tamara Rojo lleva dirigiendo el English National Ballet desde 2012, y también es la principal protagonista de sus producciones. Uno de sus proyectos más arriesgados fue la adaptación de la clásica obra de ballet "Giselle" (1841), una arrebatadora historia de amor que está en el repertorio de las grandes compañías de danza clásica. El encargado de esta adaptación fue el coreógrafo Akram Khan, nacido en Bangladesh, que le aporta una lectura diferente, convirtiendo a la protagonista en una inmigrante que trabaja en una fábrica y a su enamorado en un terrateniente. La propuesta del coreógrafo pasa también por modificar la partitura original de Adolphe Adam, ahora reconvertida en una obra compuesta por Vincenzo Lamagna, que utiliza algunos fragmentos de la obra original, pero sobre todo incorpora sonoridades hindúes. Presentada el año pasado en el Teatro Real de Madrid, las funciones que se iban a celebrar en el Liceu de Barcelona el pasado mes de marzo fueron canceladas debido a las medidas de confinamiento. La película Akram Khan's Giselle (Ross MacGibbon, 2018) es la grabación de la representación de esta obra, que utiliza como principal escenario un gran muro, que representa la frontera, pero no solo entre territorios, sino también entre la vida y la muerte. La puesta en escena corre a cargo de Tim Yip, diseñador de vestuario de películas como Tigre y dragón (Ang Lee, 2000) o de la serie Marco Polo (Netflix, 2014-2016). La coreografía de Akram Khan es enérgica, reinterpreta al personaje principal para hacerlo más activo, menos sometido a las figuras masculinas, y se vuelve más clásica, etérea y fantasmal en la segunda parte, en ese escenario de ultratumba.
Choreoscope dedica este año un Homenaje al director turco Mehmet Şafa Türkel, realizador de numerosas producciones en torno a la danza y fundador del Festival de CineDanza de Ankara, que falleció a los 38 años en circunstancias extrañas el pasado mes de noviembre, después de estar desaparecido durante tres días. De su filmografía se incluye el cortometraje Farewell (Mehmet Şafa Türkel, 2013), que tiene como escenario las calles de Amsterdam, y plantea una visión coreográfica de la despedida de una pareja, de la dicotomía entre la separación y la aproximación, de la tensión sostenida.
La edición presencial del Festival se celebra en la Filmoteca de Catalunya y tendrá como propuesta principal la proyección de dos películas que no se pueden ver en la versión online, el día 26 de septiembre: el documental The heart dances (Rebecca Tansley, 2018), sobre el proceso de creación de la obra The Piano: Ballet, adaptación de la película El piano (Jane Campion, 1993) que llevaron a cabo los coreógrafos checos Jiří y Otto Bubeniček para el Royal New Zealand Ballet. Y la película de clausura, el documental The euphoria of being (Szabó Réká, 2019), que tiene como protagonista a la nonagenaria bailarina húngara Éva Fahidi, superviviente del campo de concentración de Auschwitz.
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