Diferentes reflejos de nuestra sociedad se muestran en las películas de las que hablamos en esta crónica del Festival Internacional de Documentales CPH:DOX. Desde una sociedad que parece obsesionada con el trabajo y que se enfrenta a la posibilidad de tener que enfocarse en el ocio hasta la liberación de una zona alternativa musical en China donde encajan aquellos jóvenes que sienten desplazados de la sociedad tradicional, pasando por la exploración de la identidad sexual en una comunidad queer BDSM.
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After work - The end of laborErik Gandini, 2023 | Dox:Award | ★★★★☆ |
Desde la cita con la que comienza la última película del director sueco Erik Gandini (1967, Italia) después de sus notables Videocracia (2009) y La teoría sueca del amor (2015), se establece la principal reflexión que nos propone: "Eran estables durante la guerra, pero comenzaron a caer una vez que ganaron porque no sabían cómo estar en el ocio", una frase de Aristóteles refiriéndose al declive de Esparta. En cierta manera, algunas de las sociedades que se describen en After work- The end of labor (Erik Gandini, 2023) se pueden equiparar con esta cita. En Corea del Sur, Yoo Ga Yeon habla de su padre como alguien que no conoce otra cosa que el trabajo, entregado a la necesidad de dedicar todas las horas de su tiempo a desarrollar una vida laboral que ni siquiera le ha dado estabilidad económica. "Él se siente orgulloso porque dice que gracias a su trabajo ha podido criarnos y darme estudios, pero yo creo que no sabe lo que es la felicidad.", dice la hija. Corea del Sur tiene la tasa de suicidios más alta del mundo, lo que se refleja en otro de los jóvenes entrevistados que menciona cómo se vio superado por el nivel de estrés que tenía cuando estaba trabajando. La Ministra de Trabajo del país, Kang Kyung hwa menciona que es necesario mostrar a los ciudadanos que la vida no es solo trabajar, así que el gobierno inició una campaña de concienciación para que los trabajadores reduzcan sus jornadas laborales a menos de 60 horas semanales. En algunas empresas se adopta la "política PC-Off" que supone el apagado automático de los ordenadores en sus oficinas, lo que obliga a los empleados a tomarse un tiempo de descanso. En Estados Unidos la cultura del trabajo se ha extendido de tal forma que ha dado lugar a la denominación "workaholic", que la define como una adicción. Josh, un consultor de negocios que instruye a reclutadores de empleados, afirma que "si a un norteamericano le dices que es posible tomarse cuatro semanas de vacaciones al año, su cabeza acabará explotando". La presentación de Josh se subraya con un montaje cacofónico en el que se juega con la repetición constante de la frase "I am so busy" (estoy muy ocupado), acompañada por una banda sonora arreglada por Christoffer Berg, autor de la música de Border (Ali Abbasi, 2018) y compuesta por Johan Söderberg, que también es el montador de la película, lo que le permite interacciones entre la imagen y la música, particularmente logradas. La fotografía de Fredrik Wenzel, que recientemente trabajó en El triángulo de la tristeza (Ruben Östlund, 2022), también encuentra momentos de brillantez a lo largo de la película.
El consultor de negocios afirma que "a los americanos nos gusta hablar mucho de la familia y la fe, pero la realidad es que el trabajo es el centro de la vida de la mayoría de nosotros". En uno de sus talleres propugna que la ética del trabajo es mucho más importante que la educación o la experiencia para contratar a un trabajador: "Envíame a alguien que llegue a tiempo, trabaje con entusiasmo y pase una prueba de drogas en orina, y emplearé a todos los que puedas enviar", le dijo un hombre de negocios. Gallup es una de las empresas de consultoría más importantes de los Estados Unidos, donde Pa Sinian, uno de sus ejecutivos, divide a los trabajadores en tres categorías: "los que están comprometidos, los que no están comprometidos y los que están activamente desconectados. En el mundo, el 15% de los trabajadores pertenece a los dos primeros grupos y el 85% al tercer grupo". Claro que cuando una trabajadora de Amazon que conduce grandes camiones describe su jornada laboral es fácil entender por qué no es posible estar comprometido. La compañía incluso llegó a colocar cámaras en las cabinas de los camiones para controlar a los conductores. "Si llegara un momento en el que mi exigencia laboral me llevara incluso a orinar en un vaso para no perder tiempo, como hacen algunos compañeros, dejaría este trabajo". Se calcula que los norteamericanos pierden unas 578.000 horas de vacaciones porque prefieren no tomárselas.
After work está estructurado con una especial capacidad para que el discurso fluya de una forma sutil pero certera. Porque en realidad no es un documental que se quede en la simple descripción de una sociedad obsesionada con el trabajo, sino que avanza hacia el verdadero tema de la película: ¿Qué capacidad tenemos los seres humanos para disfrutar de nuestro ocio? La cada vez mayor presencia de robots que realizan un trabajo más eficiente y rápido, que no necesitan vacaciones ni sueldos a finales de mes, comienza a plantear algunas cuestiones interesantes sobre dónde se va a colocar el ser humano en un mundo automatizado. Se propone incluso el llamado "Basic Universal Income", un sueldo mensual que recibirían todos los ciudadanos sin necesidad de trabajar. Pero no está claro si estamos preparados para ese tipo de sociedad que se sostenga sobre el ocio en vez de sobre el trabajo. El ejemplo más claro que se plantea en la película es Kuwait, un país tan rico debido a sus fuentes petrolíferas que se permite el lujo de garantizar a todos los kuwaitíes un trabajo de por vida. Hay oficinas llenas de trabajadores que no hacen nada, solo cumplir su jornada laboral, en la que ocupan mesas vacías, dedicándose a ver películas en sus portátiles o leer un libro. Pero para algunos tampoco es una situación ideal: "Kuwait debería invertir ese dinero en desarrollarse. Somos una generación de personas mimadas sin experiencia. Cuando el petróleo se acabe no estaremos preparados", afirma uno de estos trabajadores ociosos. After work comienza y termina con una estatua del dios Cronos en medio de un laberinto, una imagen inteligentemente elegida. En esta representación que se encuentra en los jardines de la Villa Barbarigo, en Padua (Italia), las alas representan que el tiempo vuela. La cuestión que plantea esta película es en qué deberíamos emplear ese tiempo.
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LaborTove Pils, 2023 | Nordic:Dox | ★★★☆☆ |
También desde Suecia se propone una reflexión sobre un determinado tipo de trabajo pero desde una perspectiva mucho más íntima. En Labor (Tove Pils, 2023), estrenada en el pasado Festival de Gotemburgo, la protagonista mantiene su anonimato para contar una historia personal que se ha grabado durante casi una década, desde que la directora conoció a Hannah (nombre ficticio de un personaje que algunos han especulado que podría ser la propia directora) dentro de la comunidad queer BDSM de San Francisco. Las reflexiones en off de Hannah, que están interpretadas por la actriz Nina Jeppson, que ha trabajado en series como Dinero fácil (Netflix, 2021), cuentan su necesidad de salir de Suecia en 2010 para buscar otra perspectiva en Estados Unidos, donde conoció a dos trabajadores sexuales que acaban formando parte también de las historias que se cuentan en la película. Especialmente Chloe, una dominatriz que la introduce en el mundo del BDSM, donde Hannah tiene sus primeras experiencias como sumisa. Y también Cyd, un trabajador sexual que comenzó dedicándose a ese oficio cuando era un adolescente en Nuevo México para conseguir algo de dinero y que posteriormente ha convertido en su principal fuente de ingresos. Puede resultar controvertida esta visión del trabajo sexual con una perspectiva más o menos complaciente, pero entendemos que describe una experiencia personal que surge de la exploración. Ambos se convierten en los amigos inseparables de Hannah mientras vive lo que ella describe como sus momentos de mayor felicidad, aunque en Suecia ha dejado a su pareja Emma, con la que cada vez le resulta más difícil establecer una comunicación sincera sobre su vida. Hay también una constante preocupación por la necesidad de contar alguna vez a sus padres cuál es la naturaleza de este trabajo.
A través de las anotaciones en el diario de Hannah, la película realiza una exploración de las diferentes experiencias sexuales y la compleja diversidad de razones por las que algunas personas toman la decisión de dedicarse al trabajo sexual. Hay una honestidad íntima que se transmite a través de las confesiones de Hannah, los planteamientos vitales de Chloe o las preocupaciones de Cyd respecto a si, debido a su trabajo, podrá mantener una relación más o menos estable con una pareja en la que el sexo no sea la parte predominante. En realidad, algunas de estas preguntas se acaban respondiendo con el paso del tiempo. Después de que Hannah regrese a Suecia, donde permanece un tiempo con Emma para acabar separándose y conociendo a otra persona, la directora Tove Pils regresa en diferentes momentos a San Francisco para reencontrarse con Chloe y Cyd en una situación vital completamente diferente. Y de esta forma la película se va transformando desde una historia estrictamente personal sobre la experiencia de una protagonista concreta en una mirada más colectiva que trata de entender las necesidades de sus personajes. Al mismo tiempo, es interesante el trasfondo de una ciudad cambiante como San Francisco, en la que la progresiva llegada de empresas tecnológicas como Google y Amazon la han convertido en una ciudad impersonal e inhabitable con alquileres desorbitados, lo que también ha provocado una gradual desaparición de la influencia de la comunidad queer alternativa que la hizo particularmente atractiva. El viaje de Hannah, que está incompleto en su objetivación, convierte a Labor en una exploración de la sexualidad en términos de una mayor amplitud vital para reflejar la necesidad de adoptar una identidad propia.
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The last year of darknessBen Mullinkosson, 2023 | Next:Wave | ★★★★☆Mención Especial Next:Wave |
La ciudad china de Chengdu, capital de la región de Sichuan, se ha convertido en los últimos años en una de las más activas en la escena nocturna musical y una de las más abiertas del país en la representación de las diferentes identidades sexuales. Uno de sus principales referentes, recientemente desaparecido, fue Funky Town, un local situado en una esquina oscurecida que durante mucho tiempo fue uno de los centros de la vida nocturna, la música tecno y las fiestas de drag queens, una visión menos tradicional de China de la que estamos acostumbrados a ver. También fue uno de los locales a los que acudía asiduamente el director de la película The last year of darkness (Ben Mullinkosson, 2023), que acaba de tener su estreno mundial en el festival CPH:DOX. El documental es un retrato del grupo de amigos con los que Ben Mullinkosson, quien ganó el Premio del Público en IDFA por su anterior largometraje, Don't be a dick about it (2018), compartió largas noches de fiesta, pero también se revela como una introspectiva representación de la escena underground china en uno de los lugares más florecientes de la música y el arte clandestinos de todo el país. Hay algunos elementos que acercan a la película a aquella otra representación de una juventud en constante búsqueda que vimos en Reindeerspotting: Escape from Santaland (Joonas Neuvonen, 2010), en la cercanía del director con sus protagonistas y en la reflexión sobre el desarraigo, aunque en este caso la mirada es mucho menos sórdida. Pero de alguna manera los jóvenes que forman parte de la historia son representaciones de una juventud que no consigue encajar entre los márgenes convencionales de la sociedad. Y aunque el director la califica como "una celebración de la vida", y efectivamente la música tecno y los encuentros nocturnos parecen ser la principal vía de escape para este grupo de jóvenes que se sienten liberados dentro de ese entorno, la película termina teniendo un cierto trasfondo melancólico. No en vano acaba precisamente con la demolición del Funky Town, como conclusión de esa etapa de liberación personal.
Uno de los jóvenes que forman parte de este retrato generacional hace referencia a su padre como una especie de desconocido: "Una vez me dijo: 'No esperes mucho de mí. Solo soy la primera persona a la que has visto en tu vida'", mientras que uno de los protagonistas más carismáticos, el artista drag Yihao, muestra cierta vulnerabilidad cuando se encuentra con su familia, un entorno en el que parece encajar con menos firmeza que dentro de su grupo de amigos, y a veces tiene momentos de arrepentimiento en torno a la vida que ha decidido adoptar: "Me pregunto por qué hago estas actuaciones drag. Ni siquiera disfruto. Me siento como un estudiante fracasado". Pero estos altibajos emocionales en realidad conforman la personalidad de una juventud que está tratando de encontrar su sitio en un entorno alejado de la sociedad tradicional china, que se sienten acogidos dentro de la clandestinidad de las fiestas nocturnas. Otra de las protagonistas es Kimberly, que a pesar de su talento musical desprende una constante falta de confianza, tiene continuas peleas con un novio al que sin embargo es incapaz de abandonar y se representa también a través de sus cambios emocionales. Lo que hace particularmente bien la película es mostrar la forma en que comienzan las noches de fiesta con el maquillaje y la preparación personal, con una actitud positiva y alegre, para ir derivando conforme se desarrolla la noche en una catarsis de las emociones, a veces desembocando en discusiones, otras en decepciones amorosas, en ocasiones en encuentros sexuales y casi siempre en borracheras interminables. La experiencia de la vida nocturna alrededor del Funky Town encapsula el tiempo para mostrar una sociedad china diferente, la que se expresa desde la identidad libre para crecer a través de la música. Es un viaje fascinante que refleja las vulnerabilidades de sus protagonistas.
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