Ya hemos comentado en anteriores crónicas que uno de los temas principales del festival Séries Mania, que concluye hoy, aunque seguiremos repasando su programación en los próximos días, es la Inteligencia Artificial (AI). Séries Mania Forum ha abordado también este tema dentro de los denominados Dialogues de Lille, con el encuentro Remuneración, consentimiento... ¿Cómo abordar la revolución de la IA?. Este diálogo a cuatro estaba protagonizado por representantes de asociaciones de autores y guionistas como el showrunner Frank Spotnitz, productor ejecutivo de Expediente X (Disney+, 1993-2018) y El hombre en el castillo (Prime Video, 2015-2017). Él destacaba en este encuentro que "es importante el factor humano. Todavía tenemos roles importantes que desempeñar. Nadie quiere ver a dos robots jugando al tenis". Barbara Hayes, presidenta de la Sociedad de Autores Audiovisuales (SAA), destacaba que: "El elefante en la habitación está en cómo se remunera a los guionistas por el uso de IA. Creo que nos estamos enfrentando a un tsunami contra el que tenemos que nadar sin ahogarnos". David Kavanagh, Jefe Ejecutivo de la Federación de Guionistas de Europa (FSE), apuntaba que "se habla mucho de la IA como una herramienta. Pero una herramienta también puede ser un arma nuclear. A mí, más que la propia IA, me preocupa quién hace uso de ella". La Unión Europea acordó hace unos días la primera ley que regula los usos de la IA, pero que no tendrá efecto hasta el año 2026. Y el propio David Kavanagh hacía un ejercicio de distopía respecto a cosas que actualmente ya serían posibles: "Si ves el nivel de producción audiovisual de Europa, podría ser factible que se utilizara la IA para crear series infantiles, que son sencillas, en episodios de pocos minutos. La IA también se puede utilizar fácilmente en programas como los reality shows, que básicamente son repeticiones de fórmulas. Es una distopía, pero son cosas que ya son posibles. Por eso necesitamos soluciones políticas".
Todos estaban de acuerdo en que la Inteligencia Artificial en estos momentos no puede sustituir a la aportación vital y emocional que puede hacer un ser humano, pero también en los peligros que tiene el mal uso o el uso equivocado de esta herramienta, poniendo el ejemplo conocido de las fotografías realizadas por una IA de Google que pretendía ser tan inclusiva que acabó creando dibujos de personas de raza negra o indígenas con uniformes nazis, lo que obligó a la compañía a retirarla del mercado. Katie Buckland, directora ejecutiva de The Writers Guild Foundation, apuntaba uno de los conflictos a los que se enfrentan los guionistas en Estados Unidos: "Nosotros podemos negociar con las plataformas y las productoras. Gracias al acuerdo conseguido tras la huelga de guionistas, una productora debe tener el consentimiento del guionista para utilizar una herramienta de Inteligencia Artificial. El problema es que estas herramientas están desarrolladas por las empresas tecnológicas como Microsoft y Google, que no se adhieren a nuestros acuerdos". Frank Spotnitz lanzaba una petición a los guionistas: "Yo les pido que no utilicen la IA para escribir. Puede ser una ayuda para generar ideas, pero es importante la especificidad que aporta la mente humana". A lo que David Kavanagh añadía: "Una herramienta como ChatGPT en realidad funciona como el texto predictivo de tu móvil. Puede hacer sugerencias, predecir narrativas, pero no se ha enamorado, ni se ha casado, ni se ha divorciado ni tiene miedo a la muerte. No puede escribir como un humano si no es un ser humano".
CHRIS BRANCATO
El guionista y showrunner Chris Brancato (1962, New Jersey) presenta en Séries Maria la serie Hotel Cocaine (MGM+, 2024) dentro de la Competición Internacional, que comentamos más adelante. Entre sus primeros trabajos en la televisión se encuentran episodios de Expediente X (Disney+, 1993-2018), Ley y orden: Unidad de víctimas especiales (NBC, 1999-) y Hannibal (NBC, 2013-2015), de la que por cierto se han proyectado en el festival dos episodios comentados por Janice Poon, que trabajó como estilista gastronómica. El gran éxito de Chris Brancato como showrunner fue Narcos (Netflix, 2015-2017), de la que ha comentado que se sentía inseguro por el hecho de querer rodarla en buena parte en español: "En aquella época, cualquier multinacional estadounidense era poco receptiva a que las producciones se rodaran en otros idiomas. Así que yo estaba delante de Cindy Holland de Netflix diciéndole que creía que si Narcos se rodaba completamente en inglés sería una mierda. Que necesitaba que buena parte de los diálogos fueran en español, quizás un 30% de la serie. Y ella me dijo: "Ok, o el 40% o el 50% si quieres". Así que me sorprendió mucho esta respuesta positiva. Después me enteré que Netflix estaba intentando abrirse camino en el mercado latinoamericano". La serie fue una de las producciones más exitosas de la plataforma, que definió parte de su estrategia de contenido, continuando con algunas secuelas y otros productos derivados. Pero también despertó algunas reacciones que impactaron a su creador: "Me sorprendió que mucha gente estaba a favor de Pablo Escobar, a pesar de que él era un matón asesino. Creo que es importante que, aunque hagas el tipo de serie que te gusta, pienses en qué mensaje quieres transmitir como creador. Yo intento que mis series no sean anuncios sobre el uso de las drogas".
Sin embargo, se ha convertido en uno de los temas recurrentes en su filmografía, con un acercamiento a la mafia dentro de la comunidad negra de Nueva York en los años sesenta en la destacada serie El padrino de Harlem (HBO Max, 2019-), que primero produjo Epix hasta que fue adquirida por MGM, y que tiene pendiente la producción de su cuarta temporada. En MGM Chris Brancato también ha desarrollado su nueva serie, Hotel Cocaine (MGM+, 2024), un regreso a los cárteles de la droga latinos que está planteado para varias temporadas: "La idea proviene de un actor que trabajaba en Narcos, y que me dijo que su padre había sido el director general de un club que en los años ochenta era como el Studio 54 de Miami. Y me pareció que era algo parecido a Casablanca (Michael Curtiz, 1942) con cocaína". La serie, que se desarrolla entre finales de los setenta y principios de los ochenta, recupera el tema de la introducción de la cocaína en los Estados Unidos y el enfrentamiento entre los agentes de la DEA y las bandas criminales latinas: "Quería transmitir que todo placer tiene su precio. Tenía muy claro que dentro del club no iba a mostrar las consecuencias de las drogas, solo quería que se viera la parte de diversión. Pero fuera del club es donde vemos la violencia y los asesinatos que provoca el narcotráfico". Y encuentra algunos paralelismos con la actualidad: "Si piensas en los años 70, Estados Unidos era un lugar políticamente muy dividido también". Chris Brancato anunció en su encuentro de Séries Mania Forum que su próximo proyecto será una serie de época sobre la mafia irlandesa de Nueva York en la misma línea que Peaky Blinders (Netflix, 2013-2022), que también desarrollará para MGM+.
PETER MULLAN
En los últimos años, el actor Peter Mullan (1959, Escocia) se ha prodigado mucho en series de televisión, y presenta en Séries Mania la producción neozelandesa After the party (TVNZ, 2023), un drama en el que vuelve a encarnar a un personaje ambiguo moralmente. La Masterclass que ha ofrecido para el público asistente al festival ha sido un divertido repaso a su filmografía, destacando sus trabajos para el director Ken Loach (1936, Reino Unido), que le proporcionó el premio al Mejor Actor en el Festival de Cannes por Mi nombre es Joe (1998). Peter Mullan comentó algunas anécdotas sobre el estilo de dirección del reconocido cineasta: "Ken Loach nunca mira a los ojos al actor. Cuando trabajas con él, si no lo sabes, sientes que eres el peor actor del mundo, porque no te mira nunca cuando interpretas. Pero eso quiere decir que el trabajo de un actor no depende de las expresiones, sino que es mucho más profundo, se siente también a través de los diálogos". Y hacía una reflexión sobre cómo ha cambiado la interpretación en los últimos años: "Últimamente hay una obsesión por el naturalismo, pero cuando ves a Jack Nicholson, él siempre está sobreactuado, pero eso no quiere decir que sea una mala interpretación. Yo creo que Anthony Hopkins tampoco es un actor natural, pero es magnífico lo que hace". Sobre sus intervenciones en sagas populares como Harry Potter y las reliquias de la muerte (David Yates, 2010) o la serie El Señor de los anillos: Los anillos de poder (Prime Video, 2022-) se mostraba tremendamente irónico: "En Harry Potter estaban empeñados en enseñarme la forma adecuada de coger la varita mágica. ¿Cómo la tengo que coger? ¡Es una mierda de vara!. En Los anillos de poder me gustaba la prótesis de nariz que me pusieron. Y yo bromeaba diciendo que deberían tener una categoría en los Emmy para narices. Después de rodar, el equipo se reunía y se hacían comentarios muy sesudos sobre los personajes. Pero yo no entiendo por qué se toman tan en serio este tipo de historias. Quiero decir, no son Shakespeare ni Chéjov".
También tiene una actitud incrédula respecto a la diferencia entre las grandes producciones en las que ha trabajado y las películas de menos presupuesto: "Yo creo que la diferencia es que tienen más dinero para gastar en cosas sin importancia. En Braveheart (Mel Gibson, 1995) tenían un caballo muy costoso que nunca se detenía en la marca que debía. Y al final cogieron a un tipo para que hiciera de caballo y después sustituirlo con efectos visuales. Cuando trabajé en War horse (Steven Spielberg, 2011), cada minuto costaba tantos millones que a veces solo quedaban veinte minutos para rodar, y Steven me decía simplemente: "Pon esta expresión", "Mira hacia allí", para poder cumplir con el plan de rodaje". Peter Mullan debutó como director con la película Orphans (1998), pero sobre todo consiguió un gran éxito con la espléndida Las hermanas de la Magdalena (2002), que recibió el León de Oro en la Mostra de Venecia. "Cuando estaba un día en casa, vi un documental que hablaba de las víctimas de las lavanderías de la Magdalena en Irlanda, y enseguida dibujé una estructura para una posible película. Yo quería que las víctimas obtuvieran una disculpa pública de la iglesia. Después de estrenarse, surgió un movimiento de víctimas que al menos consiguió una disculpa del Parlamento de Irlanda, y hubo una investigación que en realidad era un lavado de cara". La repercusión fue tal que presentó la película en numerosos países del mundo, llevándose alguna sorpresa: "Me sorprendió cuántas mujeres surgían diciendo que ellas habían sufrido el mismo tipo de abuso. Pero es algo de lo que no sabemos nada porque la Iglesia Católica actúa como una organización secreta que no revela este tipo de denuncias".
LAS SERIES MÁS DESTACADAS DEL FESTIVAL
© Nikos NikolopoulosSo long, MarianneNoruega, Canadá, Grecia, 2024 | 8x47' | Episodios 1 & 2 | Competición Internacional | ★★★☆☆Escrita y dirigida por Øystein Karlsen |
Uno de los proyectos internacionales más ambiciosos del canal público noruego es esta coproducción con Canadá y Grecia, que tiene previsto su estreno el próximo otoño, pero que ya tiene asegurada su distribución en países como Gran Bretaña, donde ha sido adquirida por ITVX. So long, Marianne (NRK/Crave, 2024) toma su título de una de las canciones que Leonard Cohen dedicó a Marianne Ihlen, una joven noruega a la que conoció en la isla griega de Hydra en 1960, antes de comenzar su carrera como músico, y con la que mantuvo una relación intermitente de siete años durante la que vivieron en Oslo, Montreal y Nueva York. La canción fue incluida en su primer album, Songs of Leonard Cohen (1967, Sony Music) y era una especie de despedida, aunque una fotografía de Marianne Ihlen aparece en la contraportada de su segundo disco, Songs from a room (1969, Sony Music). Se cuenta que fue la familia Ihlen la que contactó con el guionista y director Øystein Karlsen (1971, Noruega), uno de los creadores de la popular serie Exit (Filmin, 2019-2023), y anunciado esta misma semana por Netflix como el director de la adaptación del libro La estrella del diablo (2003, Ed. Reservoir Books), el quinto de la colección protagonizada por el personaje de Harry Hole, creado por el reconocido escritor Jo Nesbø, quien también ha colaborado en los guiones de So long, Marianne. Se da la circunstancia de que hay otros proyectos recientes dedicados a esta historia, además con el mismo título: el libro So long, Marianne. Una historia de amor (2014, Ed. Next Door Publishes), escrito por la periodista Kari Hesthamar y que se editó en España en 2022, y el largometraje británico So long, Marianne (Paul Wiffen, 2023).
El primer episodio comienza mostrando el éxito de Leonard Cohen mientras suena la canción "Hallelujah" y la voz en off del cantante: "Sé que has escuchado esta canción antes. La escribí yo. Solo quería captar tu atención". Acompañado por el poeta Irving Layton (Peter Stormare) en una limusina, disfruta de su éxito como músico y con las mujeres, pero se pregunta sobre el amor: "¿Qué es el amor, de todos modos? Es aquel que va y viene sin dejar rastro. Pero existe otra clase. Aquel que permanece durante toda tu vida". Cuando pasamos a la imagen de una anciana Marianne Ihlen en Oslo en 2016, el año que falleció, ya empezamos a entender que la serie va a tomar el camino clásico de los biopics imaginando el pasado a través de su memoria en el lecho de muerte. Porque, aunque Leonard Cohen es el reclamo, la auténtica protagonista de la serie es Marianne Ihlen (Thea Sofie Loch Næss). Entre 1958 y 1960, hay algunos saltos en el tiempo que funcionan como prólogo para mostrar a los dos personajes en los años previos: ella recién casada con el escritor Axel Jensen (Jonas Strand Gravil) y él (fotografía en blanco y negro) recién llegado a la casa familiar en Montreal después de haber abandonado la universidad y sin saber qué hacer con su vida. La introducción de los dos protagonistas es tan solvente como convencional, y la historia parece seguir ese estilo todo el tiempo. Pero donde tiene mayores problemas es en la construcción de personajes como Axel Jensen, a quien ya se muestra siendo infiel con una enfermera mientras Marianne está convaleciente en un hospital, un retrato que parece más destinado a definir la empatía hacia Marianne que en cimentar un personaje que tenga entidad propia.
Ocurre con otros personajes en estos episodios, como la escritora australiana Charmian Clift (Anna Torv), que parece más construido para completar a Leonard Cohen que para completarse a sí misma. Pero la serie se impulsa cuando se traslada a la isla griega de Hydra, describiendo un ambiente bohemio en el que conviven el marido de Charmian Clift, el también escritor George Johnston (Noah Taylor) o el autor sueco Göran Tunström (Simon Lööf). Y en las reuniones en los bares hay conversaciones sobre la vida, la muerte y Dios: "¿Crees en el diablo?", le preguntan a Leonard, quien responde: "El diablo es Dios después de tomar demasiadas copas". Hay que agradecer al guión que no intente convertir a Leonard Cohen en un poeta permanentemente melancólico, y la interpretación de Alex Wolff trata de ampliar su especificidad sin que parezca una imitación, incluso interpretando algunas canciones, como en sus muy acertadas versiones de "Sisters of mercy" y "The stranger song". También suenan temas originales del álbum póstumo de Leonard Cohen, Thanks for the dance (2019, Sony Music), como "Moving on" o "What happens to the heart", que es el tema de los créditos iniciales. Pero So long, Marianne es algo decepcionante porque, al menos en estos primeros episodios, nunca deja de ser el biopic previsible y convencional, nunca se desvía del camino asfaltado, siguiendo el piloto automático que nos llevará a su destino, pero sin emoción. Aún no ha comenzado la relación entre Leonard y Marianne (ella será abandonada por su marido infiel), destacando especialmente la descripción de ese ambiente bucólico de la isla de Hydra en la que éste decide comprar una casa "que tiene 200 años, que es la edad que siento que tengo la mayor parte del tiempo", escribe él a su madre. Pero las discusiones de pareja entre Marianne y Axel, o los ataques de celos de George Johnston durante una reunión de amigos, suenan a un drama desganado y no demasiado apasionante.
Hotel CocaineEstados Unidos, 2024 | 8x60' | Episodios 1 & 2 | Competición Internacional | ★★☆☆☆Creada por Chris BrancatoDirigida por Guillermo Navarro |
La presencia de Chris Brancato (1962, New Jersey) ha traído a Séries Mania una de las producciones más esperadas de este año, que el pasado mes de enero vivió una cierta polémica cuando el escritor Roben Farzad afirmaba que el proyecto tenía muchas similitudes con su libro Hotel Scarface (2017), que describía precisamente el entorno del club The Mutiny, donde se reunían en los años ochenta agentes de la DEA, narcotraficantes y personajes famosos como Liza Minnelli y Rick James en la ciudad de Miami. Aunque se trata de un libro de no ficción, Roben Farzad afirmaba que había tenido conversaciones con los productores de Narcos (Netflix, 2015-2017), pero que no se habían concretado. En todo caso, la serie tiene como principal defensor a Maurice Compte, actor cubano hijo de Roman Compte, el que fuera director general del club, y que interpretó al coronel Carrillo en las dos primeras temporadas de Narcos. Chris Brancato regresa al mundo de los cárteles de la droga latinos después de su incursión en la mafia de Harlem en los años sesenta en la excelente El padrino de Harlem (HBO Max, 2019-), pero la elección que hace resulta demasiado tópica, como si las historias en torno a la introducción de la cocaína en Estados Unidos en la década de los ochenta se hubiera estancado en el mismo tipo de narrativa. Creada como una ficción solo inspirada en los hechos reales, el protagonista es Roman Compte (Danny Pino), gerente del club The Mutiny, que es una especie de "Suiza en Miami", un espacio neutral donde no se reproduce la violencia de las calles y conviven diferentes líderes mafiosos con personajes públicos, en el que corre la coca hacia las narices pero sin provocar grandes altercados. Cuando el agente de la DEA Zulio (Michael Chiklis) se acerca a Roman amenazándole para que se introduzca en la organización criminal de Néstor Cabal (Yul Vázquez) para servirle como informante, éste debe elegir entre proteger a su familia y traicionar a su hermano.
Así que en Hotel Cocaine (MGM+, 2024) tenemos a un personaje principal que se enfrenta a la tesitura de introducirse en los ambientes criminales de los que había estado alejado durante varios años. En un ejemplo de hasta qué punto la serie sigue caminos perezosos, la manera que tiene Néstor de mantener la confianza en su hermano Roman es diciéndole que mate a un traidor de su organización, al que han estado torturando. El guión de Chris Brancato en el primer episodio está lleno de tópicos, construye personajes estereotipados y nunca parece dispuesto a salirse de la convención de este tipo de historias. Incluso la incorporación de personajes reales a una narrativa de ficción, que tan inteligentemente utiliza en El padrino de Harlem, aquí suena a demasiado forzada, introduciendo a Burton Greenberg (Mark Feuerstein) como conexión con el escritor gonzo Hunter S. Thompson o el cantante Rick James, construyendo un entorno de psicodelia que tiene referencias a Alicia en el país de las maravillas (1865, Ed. Edelvives). Pero no funciona adecuadamente, y contribuye a la sensación de pereza que transmiten unos primeros episodios francamente aburridos, tan previsibles que hasta un engaño de la DEA a los narcotraficantes en un hospital se intuye desde el comienzo de la secuencia. El director de los dos primeros episodios es Guillermo Navarro, quien fue director de fotografía de películas de Guillermo del Toro, ganador del Oscar por El laberinto del fauno (2006), y después ha llevado a cabo una carrera como realizador muy irregular, siendo el responsable de aquella fatídica película Griselda: La reina de la cocaína (2017), con una improbable Catherine Zeta-Jones. En Hotel Cocaine no consigue transmitir la efervescencia musical del club The Mutiny y las secuencias de violencia tienen la textura de las telenovelas latinoamericanas. Chris Brancato ha definido la serie como "Casablanca con cocaína". Y efectivamente, hay mucha cocaína, pero no hemos visto nada de Casablanca (Michael Curtiz, 1942).
Esta miniserie estrenada en Nueva Zelanda en noviembre del año pasado ha sido calificada como uno de los mejores dramas realizados en el país en los últimos tiempos. Se trata de una historia compleja que plantea cuestionamientos morales muy controvertidos, pero que tiene un guión tan absolutamente robusto que consigue mantener siempre el pulso de una narración en la que no hay tiempo para distraerse. La historia está protagonizada por Penny, interpretada por una extraordinaria Robyn Malcolm, a quien podemos ver también en otra serie neozelandesa, Far North (Sundance TV, 2023) y en la segunda temporada de Sweet Tooth: El niño ciervo (Netflix, 2021). Ella es una profesora de escuela, recientemente abuela, cuya vida está ocupada por otras actividades como ser modelo desnuda para una clase de pintura. Al comienzo del primer episodio, hay una esclarecedora escena en la que ella muestra a sus alumnos un video pornográfico encontrado en el móvil de uno de ellos, describiendo la influencia que este tipo de contenidos sexistas y falsos puede tener en sus vidas: "Sé que esto es embarazoso para muchos de vosotros, pero es importante, porque el sexo es maravilloso, y no debéis dejar que esta mierda os lo arruine". En los primeros minutos, la historia ya nos introduce el tema principal de una serie que nunca se desarrolla por el camino fácil. Penny se separó de su marido Phil (Peter Mullan) hace cinco años, cuando descubrió durante una fiesta que estaba acostado junto a un adolescente que se había emborrachado. Recordando otros detalles que vamos descubriendo a través de flashbacks, Penny tiene la certeza de que su marido es un abusador sexual, pero sus acusaciones se vuelven en contra de ella. El regreso de Phil a Wellington como profesor de un instituto, y la conexión con su hija Grace (Tara Canton), que nunca ha creído a Penny, despierta las tensiones familiares de una situación que siempre está en el ámbito de la ambigüedad entre el convencimiento de ella y la negación de él.
Creada por la propia Robyn Malcolm y la guionista Dianne Taylor, After the party (TVNZ, 2023) sabe manejar bien la información dejando elementos de ambigüedad en los dos personajes principales. La credibilidad de Penny a veces se pone en duda debido a su carácter impulsivo, por ejemplo cuando la comunidad está en contra de la pesca en la costa de Wellington, pero ella se siente impotente porque la única acción que se les ocurre es escribir una carta al gobierno. Pero Penny necesita actuar con mayor contundencia y en el episodio 2 decide romper las redes del barco en una acción de vandalismo nocturna. Ella es el tipo de persona demasiado expresiva e impulsiva como para que muchos la tomen en serio. Aunque solo hemos visto dos episodios, la actitud de Penny tratando de socavar la reintegración de Phil en la comunidad, visitando a la directora del instituto en el que ha sido contratado para volver a hacer las mismas acusaciones, puede indicar un desarrollo algo previsible de los acontecimientos. Pero es tan poderosa la interpretación de Robyn Malcolm de un personaje tan complejo que, incluso si fuera así, tampoco resultaría una debilidad, sino todo lo contrario. Peter Mullan está cómodo en este tipo de personajes en los que no tiene que mostrar demasiada simpatía, sin llegar a ser un villano estereotipado. After the party es la primera serie neozelandesa que participa en el festival Séries Mania, y se encuentra entre los mejores dramas que hemos visto sobre cuestiones controvertidas relacionadas con el abuso sexual, porque sabe perfilar personajes que siempre nos provocan sentimientos contradictorios, desprendiendo a los espectadores de la zona de confort para provocarles incomodidad.
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Películas mencionadas: Casablanca se puede ver en HBO Max, Prime Video y Movistar+.
Harry Potter y las reliquias de la muerte se puede en HBO Max.
Braveheart se puede ver en Disney+.
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